Nuevos relatos publicados: 13

MI DON (42)

  • 42
  • 5.729
  • 9,50 (22 Val.)
  • 0

Casandra – La balsa que me llevó a tierra.

Se me presenta un dilema, una dicotomía más bien. Por un lado, podría estirar y alargar esta historia, contando en detalle mi relación con Casandra, antes conocida como Lola. Pero he empezado seis veces a escribir esa historia, y no me gusta, me da la sensación de volverme repetitivo, predecible y una sensación de perder magia o chispa. La verdad es que poco puedo decir de la relación con Casandra que se salga de lo habitual, como para ser mentado. Lo que es técnicamente la relación,   fue de lo más normal, así que os describo por encima lo mundano.

Habíamos pasado las Navidades, de forma muy jovial, y ya tenía a mi familia viviendo conmigo en el ático de lujo. Dividimos las habitaciones, y quise quedarme con la habitación de invitados de abajo, al estar separada del resto, Casandra y yo tendríamos nuestro espacio, pero las escaleras eran un sufrimiento para mis padres, así que no me quedó otra que dejarles la de abajo a ellos, y yo quedarme con la más grande de arriba, con la cama de 3x3 metros. Mi hermana se quedó con otra habitación, al otro lado del piso de arriba,  con baño,   y se quedó libre la cuarta, pegada a la de mi hermana.  Y empezamos a vivir allí, como la familia que recordaba que éramos. Quité  todas las cámaras y micros,  no las necesitaba ni me interesaba nada que me pudieran ofrecer.

Era increíble lo mucho que echaba  de menos a mi familia, y ellos se acostumbraron a la buena vida bastante bien. Fue una gran decisión regalarles el piso, casi tan buena como ir despacio con Casandra. Nos veíamos todas las tardes entre semana, después de su instituto, la ayudaba con los deberes, y como la casa estaba vacía, ya que toda mi familia trabajaba o salía, quizá para dejarnos solos, teníamos nuestros momentos. Los fines de semana Casandra se quedaba con nosotros,  íbamos a bailar, y hacer el ganso con los amigos. Poco a poco, la confianza en ella fue aumentando, y en semana santa Casandra y yo nos fuimos ha hacer un viaje al norte del país. Se lo regalé por su mejoría en las notas, no pasaba de 6 raspado en nada, pero al menos aprobaba casi todas, en vez de suspenderlas todas.

Fue lo que, supongo, que era una relación normal de noviazgo, y digo supongo, por que hasta esa fecha no había tenido de eso, ni sabía lo que era. Todo lo normal que podía ser la relación con una cabra loca como yo, y una mujer tan irascible como Casandra. Yo me mostraba demasiado abierto con todo el mundo, incluyendo mujeres, y eso a ella no le gustaba del todo, de vez en cuando se enfadaba conmigo, o montaba algún pollo de celos. Era incapaz de verme hablando con alguna amiga, o incluso camareras o recepcionistas, y no agarrarme del brazo en señal de dominio, le daba igual que estuviéramos hablando Alicia y yo sobre Teo, Casandra venía, y se pegaba a mí, sin participar de la conversación siquiera. Me resultaba gracioso y la vez excitante, la picaba tonteando con alguna solo para enfadarla, se volvía un volcán de pasión.

El sexo con Casandra era bueno a secas, para cualquiera sería genial pero, yo estaba a otro nivel, y me parecía poca cosa. Siempre por el coño, no se dejaba por detrás, y no por que no me dejara intentarlo, pero era demasiado dolor, cuando lo intenté con el punta de mi enrome verga, en vez de con los dedos, los cuales entraban bien, lloraba descontrolada, así que dejamos de intentarlo. No me importaba, su coño era tan prieto y cálido que era un escándalo tirársela, por delante,  por detrás, en brazos o en una cama, en casa o fuera. Era siempre morboso y siempre sensual, salvo los días de la regla, (¡Oh dios, que días!), era mejor no verla, se le ponía un dolor agudo en los ovarios que la tenían de un estado de nervios constante, me pedía que la abrazara y luego me apartaba a empujones por que le daba calor, luego me mandaba a por chocolate y al volver ya no lo quería, o el olor de mi colonia le daba arcadas.

El tiempo fue pasando y llegó el verano, usábamos bastante la piscina de casa, pero los fin de semana íbamos todos a la pública. Yo ya tenía el coche que compré con Teo al hacer la primera mudanza, mucho más adecuado a mi edad que el coche de lujo que me regaló Eleonor, y  que mi padre disfrutaba como un crío. Se pasó dos meses llevándonos a dar vueltas por las cercanías de Madrid, solo para estar conduciendo aquella maravilla alemana.

En las piscinas a las que íbamos, éramos la atracción, no tanto por Casandra y yo con nuestros bellos y atractivos cuerpos, sino por que con mi familia es imposible pasar desapercibidos. Allí era yo quien se mostraba algo receloso con los chulos de playa que se abalanzaban sobre Casandra, cuando la dejaba sola, o simplemente se alejaba un poco. Por suerte tenía mucha más templanza que ella, y la mayoría de las veces era ella la que les dejaba a cuadros con su carácter y sus contestaciones. Terminó el instituto,  y Casandra se sacó el graduado, ante el asombro de  su propia madre, ya que su padre no fue a la graduación. Tal como prometí, la pagué el curso de peluquería, no era demasiado, y se lo había ganado. Salimos con los de su promoción de fiesta, y aquella noche me regaló cuatro polvos seguidos, ella acabó destrozada, y no pudo caminar bien en tres días, pero con una sonrisa enorme.

Una vez de vacaciones veraniegas, los dos nos fuimos a la playa con mis amigos 15 días, y mi familia nos siguió los otros 15 días de ese mes. Supongo que esos 15 días que pasamos sin la familia, merecerían un capitulo a aparte, con Manu y Teo,  las chicas del piso de estudiantes, las mañanas en la playa, las tardes jugando y bebiendo,  las noche de fiesta en los chiringuitos de la playa…etc. Una vez nos bañamos en el mar todos a las 6 de la mañana, totalmente desnudos, Casandra y yo nos alejábamos del resto,    haciendo el amor rodeados de la oscura noche y el mar ondulante, Casandra salió del agua antes que yo, y se llevó mi ropa, teniendo que regresar yo sólo a pie, desnudo, al piso dónde veraneábamos. Supongo que ella esperaría que me avergonzara o algo, la verdad es que iba caminando tan tranquilo, con las chicas haciéndome fotos o videos con los móviles, y alguna guiri borracha, o haciéndose pasar por guiri borracha, caía en mis brazos. Al llegar a casa, Casandra estaba en la puerta preparada con la cámara de fotos, al ver el tumulto que me seguía de adolescentes salidas, dejó la cámara y salió con un mazo de amasar pan en la mano, espantando a todas. Pero serian meras anécdotas que alargarían esto sin más.

Pasé miedo al acercarse la fecha de mi cumpleaños, desde los 17 no había tenido uno tranquilo, y con Casandra podría pasar de todo. Pero no ocurrió nada, nada destacable, fiesta, tarta, familia y sexo animal con ella, ni antes, ni durante, ni pasadas dos semanas, estuve tranquilo, pero ya tenía 22 años y una relación formal y sólida con una belleza de mujer.

Llegamos ha hacer el año juntos, y lo celebramos con una fiesta con amigos de todos. Casandra había hecho nuevas amistades, menos problemáticas, e hicieron migas rápido con los míos. No faltó la refriega de Casandra con alguna chica, no sé si era ella que era muy celosa, yo que era muy afable y guapo, o una mezcla de todo, pero me estaba cansando  de tener que dejar la fiesta, para llevármela a casa a tranquilizarla, y ya no era un volcán de pasión,  si no de rabia, de sobre protección. Casandra me llamaba cada hora que estaba alejado de ella, me acompañaba al trabajo y se volvía conmigo. Al empezar su curso de peluquería iba bien, y hasta podía descansar las horas que no estaba con ella. Tenía que medir mis palabras, si decía que en el curro una me habían ayudado a colocar cajas, era sometido a un interrogatorio peor que la SS, o si la decía que Lara, o Alicia, me habían llamado, la siguiente vez que quedábamos terminaban a gritos. Aquella pasión y lealtad me estaban hartando, y lo peor es que no me callaba,  se lo decía, y ella me lo reprochaba, “Lo que quieres es que te deje andar con zorras por ahí” me decía, pero ya era excesivo. Cuando me llamaba mi madre, o mi hermana, exigía ponerse al teléfono para saber que eran ellas, y la tenía que entregar el móvil a menudo para que leyera los mensajes, y cualquier tontería tipo “A ver si nos vemos este finde” de alguna chica, aunque tuviera novio, desataba su ira.

La verdad, me estaba planteando dejar a Casandra incluso antes de querer reconocerlo. Me odiaba, por que ese no era el plan, el de ir despacio, que ahora sería llevarla al ático y vivir juntos. Pero si ya estaba así de histérica por separado, en el mismo techo no quería ni pensarlo. Buscaba excusas para alejarla e irme solo a los sitios para no discutir, pero era casi peor, mi hermana no se mordía la lengua y discutía con ella. Llegó un momento en que el vaso rebosó, y creo que fue cuando me llamó Alicia, un día cualquiera de inicios de octubre.

-ALICIA: ¿Hola Raúl, como va todo?

-YO: tirando.

-ALICIA: sigues a malas con  “tu churri” – bromeaba, por que así me llamaba Casandra cariñosamente.

-YO:  algo sí, pero en fin…¿Querías algo?

-ALICIA: pues sí, pero me da cosa pedírtelo…

-YO: suéltalo, hermanita.

-ALICIA: verás, ¿Sabes que andamos intentado sacarnos el carnet de conducir las chicas no?

-YO: sí, ¿Como os va el práctico? - en alguna de las veces que me dejaba Casandra hablar con ellas, me habían dicho que estaban hartas del transporte público y se iba a sacar los carnets, y comprarse un coche entre ellas, Alicia, Naira y Lara. Mara, su hermana mayor, ya tenía carnet, y coche.

-ALICIA: genial, yo ya lo tengo,  y estas se lo sacaran en breve…la cosa es que…andábamos practicando el teórico con las clases pero… ¿Recuerdas que te dije que Mara nos enseñaba en un descampado a conducir?

-YO: sí, bueno, algo recuerdo.

-ALICIA: es que tengo el práctico en dos semanas, y se le ha jodido el coche a mi hermana…- era como si su voz se endulzara, acercándose a la petición.

-YO: ¡No jodas!, ¿Y es grave?

-ALICIA: no, una chorrada, pero no lo tendrá hasta después de los exámenes y…- le daba cosa pedirlo.

-YO: …quieres que os deje el mío.

-ALICIA: ¡Sí!  Lo siento, no quería ser tan directa, pero nos vendría muy bien, ¿Te importa? Si no, las digo a estas que no y punto - lo sopesé mucho, sería hacerlas un favor, y despejar mi cabeza un rato, pero sería irme con tres mujeres a un descampado, Casandra querría ir, y necesitaba alejarme de ella.

-YO: a mí no me importa, hermanita, ¿Cuando podéis? – la intuía sonreír a través del teléfono.

-ALICIA: muchas gracias Raúl, pues estabamos dando clases por las tardes ¿Mañana te parece bien? O si no, cuando puedas…

-YO: mañana perfecto ¿Os paso a recoger a las...?

-ALICIA: pues sobre las 5 de la tarde, y muchas gracias, sabía que no me fallarais - lanzó un beso sonoro.

-YO: ya, por eso has llamado, anda lista, mañana nos vemos - al colgar, me sentí usado, no podía negarle nada a Alicia, y lo sabía, pero no solía pedirme nada que no necesitara realmente.

Casandra salió de la ducha, y al verme con el móvil, ya se puso histérica. Lo cogió, y miró las llamadas preguntando hoscamente.

-CASANDRA: ¿Con quien hablabas?

-YO: con Alicia y las chicas, necesitan que las haga un favor…- me arrepentí enseguida de esa elección de palabras.

-CASANDRA: ya…¿Y qué coño quieren?

-YO: se le has jodido el coche con el que practicaban para el carnet, y me han pedido que las ayude por las tardes, nada más.

-CASANDRA: pues que se busquen a otro pardillo, seguro que tienen a 1.000 a los que llamar.

-YO: no te pongas así, solo serán unas tardes, irnos a un sitio apartado, y enseñarlas como  va el coche – sentado, la cogí de la cintura, abriéndola el albornoz y besando su ombligo húmedo y fresco, estaba totalmente desnuda salvo por el albornoz.

-CASANDRA: un sitio apartado, ya…no me gusta, dilas que no.

-YO: ¿Que nos va a pasar? Ni que nos fueran a atracar o algo…- me sujetó del pelo cuando besaba entre sus senos.

-CASANDRA: no es por que os pase algo malo, idiota, es que no quiero que estés con ellas a solas,    por la tarde estoy en el curso, y  no puedo ir contigo.

-YO: tampoco es que te necesite allí para enseñarlas.

-CASANDRA: ¿Así que te quieres ir a una zona apartada con tres zorras y sin mí…? - me enfadé, y la zarandeé de la cintura.

-YO: no las llames así, son amigas mías.

-CASANDRA: ya, amigas tuyas, con una te acostaste, con otra casi, y a la otra le metiste mano en este baño - señaló el cuarto de dónde había salido, y bajé la cabeza, dándole la razón, y arrepintiéndome de haberle contado todo. Últimamente me arrepentía de muchas cosas.

-YO: lo de Lara era un juego,  con Alicia no pasó nada, y por el amor de dios, ni siquiera sabía que era Naira…- empezamos a subir el volumen de la voz.

-CASANDRA: pues no me gusta, no quiero que vayas, y no irás - me amenazó con el dedo, pero lo apartó rápidamente, conociéndome, y siendo consciente del error que había cometido. Para que hiciera algo, solo necesitaba que alguien me dijera que no podía hacerlo por imperativo.

-YO: oye, déjate de celos, soy tu novio y te quiero, si hubiera querido podría haber estado con muchas mujeres.

-CASANDRA: pues a mi me pasa igual, tengo a tíos babeando por mí, así que cuidado con lo que haces.

-YO: no me entiendes, no es lo que vaya a hacer, es lo que estoy haciendo desde que estoy contigo, ¿Por qué no te fías de mí?

-CASANDRA: me fío de ti, es de esas lagartas de las que no me fío - rebajamos un poco el tono, me levanté abrazándola por detrás, y besándola en el cuello.

-YO: solo hay una lagarta que me puede alejar de ti.

-CASANDRA: ¿Quien?

-YO: tú…– se giró azotándome en el pecho -...eres la mujer más cabezota, celosa y territorial que he conocido, y te quiero con locura – la besé.

-CASANDRA: y yo a ti, churri.

-YO: pues dame algo de aire, no puedo seguir siendo tu prisionero, no puedes impedirme que salga y haga cosas, ni puedes evitar que me relacione con otras mujeres, sólo te queda confiar en mí.

Pareció convencida, aunque los rescoldos de fuego en sus ojos no se apagaban. Los cambié por ojos de lujuria al ir acariciando su cuerpo, sentándola en  la mesa del PC, y quitándola el albornoz. Sus senos, ya totalmente desarrollados, eran algo más grandes que mis manos, y destacaban en un cuerpo tan fino y pequeño.

Me comí sus pezones sintiendo su dedos jugando en mi cabello,  sus manos acariciaron mi cara, y fueron bajando por mi cuello, mi pecho y mi abdomen, hasta llegar a mis pantalones y sacar mi rabo medio tieso. Lo masturbaba mientras nos fundíamos en uno solo, con un beso con lengua que me dejaba sin aliento. Terminé soltando uno de sus pechos, y acariciando su nuca, detrás del oído,  tal y como la excitaba, me susurraba cosas húmedas y calientes, pero siempre territoriales, “¿Quien te la pone así de dura mejor que yo?” o cosas por el estilo. No la escuchaba, sólo me perdía en sus ojos azules.

Cuando ya estaba empalmado, sus manos no podían  con mi verga apunando a su entrepierna, rozaban la parte interior de sus muslos y le producía gemidos al meter mis dedos en su húmedo y cálido interior. Ambos sabíamos que ya no había freno, sus suplicas por que acababa de salir de la ducha fueron fugaces, y se la introduje violentamente, sacándola un ronroneo. Había aprendido a sentir placer al ser penetrada así. Me aferré a sus caderas y desaté a una bestia comedida, la puerta estaba cerrada, pero mi padre estaba abajo.

Me ocupaba de tapar sus gemidos con mi boca y mi lengua, mientras hacía temblar su cuerpo y la mesa. La apreté contra mí con una mano firme en su trasero, sacándola la cintura, y otra mano en su pecho, al que me agachaba a mordisquear y lamer, mientras la follaba fuerte y con decisión. Llegado un punto, en el que las cosas menos pesadas de la mesa ya habían caído al suelo,  ella misma estaba separada de la mesa, colgada de mi cuello y haciendo fuerza para subir y bajar sobe mí, acompañada de embestidas continuas de mi rabo partiéndola en dos. La tenía que coger de las piernas por que no me rodeaba con ellas, pero daba igual, el sexo era brutal y morboso,  verla con sus ojos azules perdidos en el deseo, y sintiendo cada uno de sus largos orgasmos en sus labios mientras la besaba, en que siempre me mordía el labio inferior al acabar un beso después de un orgasmo, y  tiraba de él hasta hacerme sangre. A esas alturas, ya le metía y sacaba toda en cada vaivén,  y la llené de esperma a la media hora.

Se dejó caer en la cama, y me chupó la polla como mejor podía, masturbando hasta ponérmela dura otra vez, lamiendo el glande y todo los fluidos, para ponerse de rodillas a horcajadas sobre mí, y volver a penetrarla de forma grotesca. Le amasaba las nalgas mientras se cuerpo se vencía para lamerla los senos, plantando los pies y follándomela tan fuerte que la tenía que sujetar con cada golpe de cintura para que no saliera disparada. El sonido era claro y alto, mis huevos rebotando en su culo, solo sus lamentos ahogados y sus giros de cadera en momentos de excitación daban descanso a mi cintura. Sudábamos los dos mientras acariciada su trasero, jugando con mis dedos en su ano, y cuando volvieron sus orgasmos metiendo uno,  dos, o hasta tres dedos en su culo. Le gustaba esa sensación de abrirla el culo con los dedos mientras era perforada por el coño. Al rato, la puse a 4 patas y le volvía a embestir azotándola con fuerza, cada golpe la sacaba un suspiro de gusto y mordió una almohada para acallar la fricción de mi verga en el punto G. Se desvaneció sin fuerzas antes de poder correrme, así que los últimos minutos fueron como tirarse a una barbie, inerte y con una sonrisa fría y carente de vida. Descargué mi semen por segunda vez, y caí sobre la cama con ella encima, medio ida, acariciando mi pecho con los dedos.

-CASANDRA: seguro que ni esa guarra de Lara te folla mejor que yo - la acaricié la larga cabellera rubia sonriendo, no la iba a mentir,  le dejaría que pensara que sí.

Pero la verdad en que no, a Lara no le entraba toda, pero me duraba más, todas me duraban más con ese margen de tiempo, casi un año juntos,  y sí pasábamos del segundo polvo era de milagro. Lo cierto es que el morbo y el amor habían desaparecido, aunque por entonces no lo veía, o quería admitirlo. Ya solo era sexo, y respeto el uno por el otro, y el sexo no me llenaba ya. No habíamos evolucionado mucho, aunque esa era el plan, ya que Ana evolucionó,  hasta perderse, y no quería eso. Pero si después de tanto tiempo, Casandra no aguantaba más, nunca lo haría, y eso la restaba más puntos en la balanza de mi mente.

Pasó el día siguiente, y dejé a Casandra en su curso, despidiéndonos con un fuerte y largo beso, con caricias en mi verga, siempre lo hacía. Era un milagro que así vestida no me la follara todo el tiempo, le había cogido mucho gusto a los leggins ajustados y a ir con camisetas rotas, o holgadas, mostrando sujetador y escote, marcando su hermosa y atractiva figura. Por mi parte, los vaqueros y una camiseta, de manga corta, eran casi mi única forma de vestir, aunque siempre me ha gustado llevar una camisa o chaqueta abierta.

Luego fui al piso de estudiantes, y como aún era pronto, me dejaron subir a esperar. La casa olía a rosas, y estaba infinitamente mejor que cuando yo vivía allí. Cuatro mujeres juntas, y sin hombres, la tenían como una casa de muñecas.

-YO: vámonos, que son casi las 5  de la tarde – grité al entrar, para bromear, y para indicarlas que ya estaba por allí a todas, no era raro que entrara en esa casa y pillara alguna medio desnuda por los pasillos. Naira salió de su cuarto, ya vestida, como no, con un polo amarillo chillón, y un pantalón vaquero ajustado que realzaba su trasero.

-NAIRA: perdona, es que hemos salido tarde de la uni, y nos estabamos duchando – fui, y la di mi famoso único beso en la mejilla y abrazo, que distingue un saludo normal a una cualquiera, de las mujeres relevantes de mi vida. Naira no era la más cercana, pero si la tenía cierto aprecio.

-YO: ¿Entonces ya estáis? – una sonrisa avergonzada le salió de sus labios, finos y bonitos

-NAIRA: que va, yo acabo de salir, y aún me tengo que arreglar  – la miré a sus ojos azules apagados, y su cabello rubio, misma descripción que Casandra, pero ni de lejos tan guapa, aún así la halagué, a mi manera.

-YO: ¿Arreglar…qué? Si estás preciosa - se sonrojó con una leve risa espontánea.

-NAIRA: pues una, que si no sale con una crema en la cara, se siente fea – supongo que es el precio a pagar por ir mona siempre, esa mujer ya era guapa sin nada en la cara. Al darse la vuelta, e irse, la vi con los vaqueros ajustados un culo de infarto, y lo contoneaba andando de puntillas, lo que se conoce como “llenar la ropa”.

Al rato de oír puertas abrirse y cerrarse, secadores, risas y peticiones de maquillaje o ropa, apareció Lara por el salón, dónde estaba sentado, sólo con unas bragas y secándose el pelo con una toalla, sin sujetador ni nada. Aparté la vista, con algo de trabajo, de sus pechos, enormes y turgentes.

-LARA: no me digas que ahora te da vergüenza mirarme semi desnuda -  se reía traviesa, y cayó sentada a mi lado, con sus tetas rebotando todavía unos segundos más tarde.

-YO: no es vergüenza, Lara, es que tengo novia - se me acercó, pegándome sus protuberancias al brazo, pasando sus dedos por mí pecho.

-LARA: ya, esa perra rabiosa, ¿Qué diría si te viera así conmigo? – de un salto, se puso de rodillas sobre mí, con sus muslos apoyados en mis piernas, y con sus senos a la cara. Al tener el torso lejos, de forma instintiva la sujeté del culo y la espalda al tirarse hacia atrás, la cabrona sabía que la cogería antes de que se hiciera daño.

-YO: decir no diría nada, te abriría la cabeza con una silla – sonrió, al sentir mis manos en su cuerpo desnudo.

-LARA: no la dejarais…- tenía razón, pero por el amor que le tenía a Casandra,  no por defenderla a ella.

-YO: anda, bájate y ponte algo de ropa, que ya salimos tarde.

-LARA: relájate, Alicia acaba de meterse en la ducha, y aún tardará un buen rato en salir – sus manos fueron  a mi polla, acariciándola por encima de la tela,  y mi cuerpo me traicionó. No sé si era la situación con Casandra, sentir sus manos, y sus senos, en mi, o la imagen de Alicia duchándose que había proyectada en mi cabeza,  pero una erección bastante grande empezaba, “Joder, tenía que haberme puesto los slips, y no solo los vaqueros”.

-YO: ya basta - espeté con cierta furia, agarrándola de las muñecas con fuerza, y apartando sus manos.

Lara comprendió el tono, y se apartó, no sin regalarme una visión de su cuerpo desnudo alejándose, pero me metió en un lío, ya estaba medio empalmado, y  no se me bajaba.

Naira apareció 5 minutos más tarde, con un capa de polvos y pintalabios rosa chicle, estaba algo mejorada, pero seguía lejos de Casandra, sus ojos azules eran oscuros, y su rubio era menos brillante. Charlamos un rato de cómo iba todo, hasta que apareció Lara, vestida con una minifalda de cuero negro ajustada, zapatos altos, algo maquillada, con un peinado ondulado en su larga melena, y un top azul claro, ¡SIN SUJETADOR! Casandra tenía razón, al menos en parte, Lara era un zorra que iba detrás de mí sin descanso, usando sus dos mejores armas, sus enormes tetas apretadas por una prenda fina y elástica, en que  la gravedad seguía sin hacer efecto, perfectamente colocadas. Lara se sentó enfrente, y jugó conmigo como quiso, me la comía con los ojos mientras ella se movía, me pareció ver que debajo de la minifalda no llevaba nada cuando se cruzaba de piernas, como cierta película famosa, pero me negué a seguir mirando, más que nada, por evitar que mi erección aumentara, aunque creo que ya lo hacía.

Casi huyendo de Lara, fui a levantarme para ir al baño, y echarme un poco de agua fría, que ayudó poco, pero ayudó. Al volver al salón, salió Alicia en un pasillo oscuro, la pillé de espaldas y la di un pequeño susto. Se volvió con su sonrisa enorme, y sincera. Me abrazó con fuerza, la rodeé con los brazos besándola en la mejilla, Alicia  ya ponía la cara solo de ese lado, sabía de mi saludo especial, y para ella siempre el abrazo duraba algo más que el resto. Su larga cabellera castaña estaba húmeda aún, y olía a cerezas del champú. El problema fue que el abrazo fue tan afectuoso que mi polla medio tiesa se notaría en su piel.

-YO: hola, hermanita, ¿Lista ya?

-ALICIA: si…claro, dame 5 minutos que me arreglo y nos vamos ya…- otra vez aquella tontería, si íbamos a conducir por un descampado, ¿Qué se tenían que arreglar? - …oye, ya estás alegre, eh…- se sonrojó, señalándome el bulto de la pierna.

-YO: ya, lo siento, es que Lara…- rió, sin hacer falta decir más.

-ALICIA: ya, me imagino…- la seguía por el estrecho y oscuro pasillo, hasta llegar al salón, y verla vestida.

Casi rompo la bragueta, y lo poco que me había ayudado el agua en la cara, se desvaneció. Alicia iba con un corpiño negro sin tirantes, apretado en la cintura acrecentando aún más su poderosas caderas, y unos leggins blancos que no daban más de si en su tremendo trasero, tan tenso que la parte dónde se suele hundir, entre las nalgas, estaba tirante y se translucía un tanga negro muy fino. Le debió de costar un mundo ponerse esos leggins,  por que apenas le subía da la cintura, hasta podía intuir el inicio de la línea de su trasero.

-YO: hostia puta…- se me escapó.

-ALICIA: ¿Qué pasa?, ¿Voy muy mal? - encima se giró, para que la viera mejor, tuve que echar el culo hacia atrás para no evidenciarme, aunque creo que era inútil.

-YO: ¿Mal? Depende de para qué…si vas a cuidar ancianos, no, puedes matar a más de uno… - rieron las 3 – …¿Lo que no sé es por qué os arregláis tanto? – quise saber por qué, más que nada, por si aquello era una encerrona como se temía Casandra. Pocos hombres, o ninguno, se metería en un coche con esas tres así vestidas, y no haría nada.

-LARA: para ti  – soltó un beso al aire.

-YO: esto…- Alicia se rió la primera.

-ALICIA:  no la hagas caso, es que después hemos quedado para ir de cañas con unos chicos, ¿Te importa dejarnos allí luego? – suspiré aliviado. Aunque podría no ser cierto, tenía sentido.

-YO: ah…vale…en ese caso, dios se apiade de esos pobres locos, no seáis crueles con ellos, van a ir con un calentón todo el tiempo.

-LARA: ¿Como tú? – susurró, mientras se colocaba las tetas de forma sensual. Alicia y Naira la miraron, casi sin creerse que lo hubiera dicho.

-ALICIA: que boba eres…-  se contorsionó, tratando de poder respirar con semejante corpiño, y se giró a mí - … ¿Entonces no dejas allí luego?

-YO: mis señoras, seré su carruaje esta noche… – hice una reverencia -… pero antes de las 12, tienen que regresar, o se romperá el hechizo - rompieron a reír.

-LARA: yo a las 12, voy a tener un rabo en cada mano, a si que déjate de cuentos - rompieron  reír más alto, yo incluido. Lara no había perdido ese punto de socarronería, que me recordaba a mí.

Alicia se retiró, y a los 3 minutos salió con una leve sombra de ojos y pintalabios rojo pasión. No necesitaba más para ser la más bonita de las tres. Bajaron por el ascensor, y yo por las escaleras, no me sentía con poder como para meterme en esa cabina estrecha con tres mujeres vestidas para ir de caza,  y no arrasar con ellas.

Nos fuimos a una zona apartada que me indicaron, una especie de residencial para estudiantes, con un amplio descampado. Alicia fue la primera  valiente en coger el volante, ya tenía el examen práctico, y había dado varias clases con su hermana, y es lista.  Por seguridad, lo haríamos de uno en uno, por si pasaba algo que fuera solo a los del coche, la que conduciría, y yo.

Alicia se repetía una serie de órdenes memorizadas, y no la tuve que decir casi nada. Ajustó el asiento, el cinturón,  los espejos y repasó su cabeza en busca de más información, apretando los pedales con el coche apagado. Me hizo gracia que se llevaran las tres unas zapatillas de tela fina y suela lisa, para conducir, y luego unos zapatos de tacón enormes para la fiesta. Ya preparada, Alicia fue a arrancar, y la sujeté la mano de la palanca de cambios.

-YO: ¡Espera! – se asustó, pero no retiró la mano.

-ALICIA: ¿Qué pasa?

-YO: el freno de mano primero,  querida mía - abrió los ojos, sorprendiéndose y riéndose.

-ALICIA: puf…lo siento…estoy muy nerviosa, me pasó lo mismo con el profesor.

Solté su delicada mano,  quitó el freno de mano, y arrancó sin problemas en primera, dando vueltas amplias y lentas, cogiendo confianza. La indiqué la forma  mecanizada de cambiar de marchas,  lo aplicó genial, y a los pocos minutos ya conducía sin indicaciones dando vueltas,  bajando y subiendo de marchas.

Alicia sonreía sin parar, sintiendo esa velocidad y poder que te da el conducir, esa subida de endorfinas. Hasta que 20 minutos después, paramos, y la felicité. Salimos del coche, y corrió a  abrazarme besándome en la mejilla, luego me limpió el carmín de la misma, con un pañuelo. Alicia lo tenía dominado, así que le tocó a Lara, que apartó de forma brusca a Naira.

Hizo el mismo repaso mental que Alicia, pero no ajustó el asiento, nos reímos cuando al ayudarla a colocarlo a la distancia correcta, sus tetas tocaron el claxon. La alejé un poco, mientras me reía al mirarla, y ella se mordía el labio, la miré las tetas y tenía los pezones sobresaliendo ya, bajo la tela.

-YO: nena, ¿Ya estás cachonda?

-LARA: sí, dios, es que con el roce del cinturón y el volante…- tenía razón, el cinturón de seguridad apenas podía rodearla entre los pechos, así que lo tenía puestos por debajo, y le rozaba en los pezones.

-YO: pues céntrate, que no me quiero estrellar.

Comenzó a conducir, y de forma mucho más torpe,   pase media hora dándola consejos, que desobedecía, hasta que consiguió conducir de forma calmada y continuada, sin giros bruscos ni frenazos. Las marchas las dejaría para otro día, y solo fue en primera.

Llegó el turno de Naira, que esta roja de vergüenza, y aún no se había sentado al volante. Tuve que enseñarla, al ser un coche nuevo, como se ajustaba el asiento y espejos, rozándome con ella, pero estaba aún más nerviosa ante la perspectiva de conducir, que por mí. Cuando ya estaba lista, la hice contar hasta 100, con los ojos cerrados, su respiraron se serenó, y arrancó sin problemas, me sorprendió gratamente su habilidad, y dimos unas cuantas vueltas con ella tranquila y serena.

-YO: muy bien.

-NAIRA: gracias, es que mi padre de pequeña me dejaba aparcar el coche.

-YO:  pues nada, ahora metemos segunda y…- se tensó de nuevo, y frenó en seco.

-NAIRA: perdona…es que solo aparcaba, nunca he metido una marcha.

-YO: vale, tranquila, es muy sencillo, pisas/cambias/sueltas, es solo coger el ritmo …- asintió horrorizada, empezó de nuevo, y cuando le di la orden, repitiéndole  la secuencia, no sé que hizo, que al mover la palanca el coche crujió como una patata frita pisada,  dio tres tirones fuertes, y se caló.

-NAIRA: ¡Dios, lo siento, lo siento! ...- se pegaba cabezazos con el volante – …¿No me lo habré cargado?

-YO: no, tranquila, solo se ha calado, pero dime…¿De qué se rompió el coche de Mara? - se puso roja otra vez, al escuchar el tono de detective de libro de novela negra.

-NAIRA: fui…fui yo…me puse nerviosa…Mara insistía…y le rompí la caja de cambios.

-YO: ¿¡Muy bonito, y no me avisas!?

-NAIRA: lo siento, no quería decírtelo por si te negabas…

-YO: ¡Joder!, Que me conoces, no tienes que engañarme así ….- agachó la cabeza avergonzada,  me calmé unos segundos – …mira…esas cosas me las dices antes, y yo puedo actuar, si no me lo dices, no puedo ayudarte, y me jodes el coche también.

-NAIRA: lo sé…es que…Raúl, lo siento….- la besé en la frente para calmarla antes de que sollozara, “Recuerda, está frágil, no seas brusco con ella.”

-YO: no pasa  nada, déjame pensar…- Naira se había frenado delante de las chicas, estaba muy nerviosa, y Lara estaba de fondo, con un aparato de música y el sonido del compás me dio una idea -… está bien, vamos a probar.

Salimos del coche, y me metí en el sitio del piloto,  eché el asiento atrás hasta el tope, me abrí de piernas y llamé a Naira.

-NAIRA: ¿Qué hago?

-YO: siéntate aquí …- la señalé entre mis piernas – ….vamos no tengo todo el día - accedió con reservas, era estrecho pero por suerte el techo era amplio y se sentó entre mis piernas. Su fino cuerpo quedaba aún mal colocado, así que haciendo una  acrobacia ajusté el asiento, quedando pegado a su espalda con su prieto culo aplastando mi verga, y ella la estaba sintiendo tan claramente como yo, en  sus nalgas.

-NAIRA: no estoy muy cómoda…

-YO: ya lo sé, pero es esto o que me jodas el coche, así que calla y escucha, pon tus pies sobre los míos.

-NAIRA: ¿Cómo?

-YO: coño, que me pises los pies con los tuyos …– lo hizo palpando con la planta de los pies - …coge el volante y las marchas,  conduce y haz lo mismo que antes, pero usa mis pies de pedales - asintió y arrancó, costó con el poco espacio, pero con el traqueteo del camino nuestros cuerpos se fusionaron y yo ya veía por encima de uno de sus hombros y sentía mi polla crecer de nuevo en su culo, como ella, pero estabamos a otra cosa.

-NAIRA: vale, ¿Y ahora?

-YO: ahora vamos a cambiar de marchas… – se tensó, pero la sujeté del vientre, respirando con ella –…cálmate, lo haré yo, tú solo sigue mis movimientos.

La cogí una mano y la llevé a la palanca de cambios, sujetándola en ella, conté hasta tres, y lentamente cambié a segunda, moviendo el pie, y ella lo seguía, sintió como apretaba el cambio y soltaba. El coche trampeó, pero no se caló, más por la lentitud del movimiento, que por otra cosa.

-NAIRA: ¡¡¡¡Bien, voy en segunda!!!!

-YO: ¿Ves? No es difícil, pero ahora volvamos a primera… -  repetí el gesto un poco más rápido, y lo siguió mal, apretaba los 2 pies a la vez, así que  la agarré de los muslos -… no, así …- y usando mis manos, la moví la piernas con el gesto –…. 1,2,3… 1,2,3… 1,2,3… 1,2,3, ¿Lo ves?, Es solo ritmo, como música.

-NAIRA: vale, creo que lo tengo.

-YO: bien, volvamos a segunda - esa vez, ella guiaba, y yo la seguía en los gestos, pero metió segunda sin problemas.

La animé a meter la tercera marcha, y luego a bajar y subir según la marcha,  siempre seguida por mis pies. Poco importaba que tuviera la polla tiesa metida entre sus nalgas, lo importante era que había quitado los pies de los pedales, y lo hacía ella sola.

Yo quería colocárme el paquete disimuladamente, pero no podía con ella encima. Naira ya conducía bien, cambiaba de marchas y con seguridad, repitiendo “1,2,3” cada vez. Podía dejar de guiarla, y acariciar sus piernas y su vientre, sentir mi verga rozándose en su culo, inspirándola el pelo  y riéndonos.

Al terminar, se  sacó el cinturón, y saltó a mi cuello abrazándome y besándome en la cara por mil sitios, con su cadera rozándome la polla, mi maldito instinto llevó mi mano a sus mulos, muy cerca de su trasero.

-NAIRA: ¡¡¡Muchas gracias,  eres un sol!!! – se reía nerviosa.

-YO: un placer.

-NAIRA: no me puedo creer que ya no tenga problemas con la palanca de cambios.

-YO: pues a ver que hago yo con la mía….- mascullé.

-NAIRA: ¿Qué?

-YO: nada,  cosas mías.

Se bajó tan alegre, que se fue a abrazar a Alicia con felicidad extrema. Lara me pilló desprevenido, se sentó de golpe sobre mí, sintiendo mi polla presionada contra su minifalda de cuero.

-LARA: yo también quiero aprender así.

-YO: tú ya sabes, quítate de encima - se ajustó metiendo las piernas y cerrando la puerta, o más bien se frotó contra mí.

-LARA: venga, no seas malo, ya lo has hecho con ella, yo también quiero aprender las marchas.

-YO: ya sé lo que tú quieres…

-LARA: y veo que te gusta, o eso  siento en mi culo – me tenía cansado, sin palabras, y algo cachondo la verdad.

-YO: no estoy de humor para jugar, anda bájate de encima – quise parecer rudo y firme, el tono que me la sacó de encima en su casa, pero simplemente no me salió, se giró dejándome sus tetas en la cara, acariciándome la cara con su espesa melena  cayéndole por el rostro.

-LARA: por favor, solo unas vueltas y te dejo en paz...- quería negarme, pero dije que sí con la cabeza, aunque sabía que su promesa era vacía, no me dejaría en paz -…bien, deja que me ponga más cómoda – se sentó bien, pero se elevó un poco levantándose la falda de cuero, dejándome ya seguro que no llevaba nada debajo, sentándose sobre mi polla a punto de estallar.

-YO: ¿Qué haces?

-LARA: es que la falda no me da para mover bien las piernas, ¿Te molesta?

-YO: en absoluto – “¡¿Qué estás haciendo?!”, estaba tonteando, ya no solo con Naira, sino  dándole cancha a la más peligrosa de todas. Fue cuando percibí su olor, a vainilla, el que le había ordenado como juego cuando la tenía de esclava.

Más atenta a  restregarse contra mí, que a la carretera, dimos unas vueltas, de los botes y movimientos me estaba poniendo malo, y me descubría acariciando el inicio de sus senos,  vibrando por el terreno irregular. Me sacudía la cabeza negándome, y colocando las manos lejos de ella, pero se movía mucho, tenía que sujetarla.

Pasados unos minutos, que me parecieron horas, terminamos y paró el coche,  y aún así la cadera de Lara jugaba traviesa sobre mí. Con un esfuerzo titánico, cogí de su falda y se la bajé colocándosela, sintiendo en mis dedos su piel y con un fuerte olor a hembra necesitada.

-YO: se acabó por hoy - abrí la puerta y sacó sólo las piernas, de forma sensual y elegante las cruzó, mi maldito instinto otra vez llevó mis manos a sus caderas, me rodeó el cuello con sus brazos, venciéndose sobre mi cuerpo,  riendo y apartándose el pelo con movimientos eróticos,  sintiendo sus senos aprisionados contra mi cara.

-LARA: muchas gracias, profesor – se tumbó sobre mí,  buscando mis labios, pero sin saber como,   pude girar la cara y me besó la mejilla.

-YO: por favor, lárgate de aquí - sonó  a una orden férrea, aunque pareció una suplica. Al levantarse, se apoyó en el duro acompañante de mis piernas. Apareció Alicia por la puerta de al lado.

-ALICIA: ¿Todo bien? – disimulé, agachándome a ajustar el asiento,  una erección tan obvia que con su sonrisa denotaba ser consciente.

-YO: sí, todo bien …¿Tú no querrás…- temía, y deseaba a la vez, sentir el mejor culo que había visto nunca, embutido en unos leggins blancos dados de sí,  en mi polla.

-ALICIA: nooo tranquilo, ya te he visto “sufrir” suficiente – su alegre sonrisa sincera me alivió.

-YO: dios, hermanita, lo que se deja de hacer por amor – rió de forma agradable, comprendiendo que si no es por Casandra, ya me hubiera follado a dos de las tres.

-ALICIA: es el precio a pagar  por el amor – se subió al lado del copiloto.

-YO: pufff no sé si compensa.

-ALICIA: tranquilo, lo hace.

-YO: ¿Tengo pinta de sentir que compensa?

-ALICIA: pobre hermanito, no se te puede culpar de ser hombre, y que tu cosita se alegre, pero lo importante es lo que hace esto – me dio con un dedo en el corazón, quería ser agradable,  animarme, pero lo estaba empeorando, lo último que necesitaba era una dosis de dulzura y cariño, y menos   de ella.

-YO: pues mi patata está cansada ya…- se me escapó, por cambiar de tema.

-ALICIA: ya sé que estáis a la gresca, pero no seguirías con ella si no la quisieras.

-YO: es que últimamente ya ni sé por qué la quiero.

-ALICIA:  eso suele pasar, pero si no lo hicieras, ya habrías saltado al cuello de alguna de estas dos que están babeando por ti – suspire mientras miraba a sus tiernos ojos marrones. De Lara  sabía que me buscaba, ¿Pero Naira?

-YO: ¿Las dos?

-ALICIA: si, SÓLO las dos, a mí no me mires…- entendió mal mi pregunta.

-YO: no, es que me sorprende lo de Naira

-ALICIA: por favor, desde el fin de semana en tu casa está como loca contigo, pero es muy tímida.

-YO: cualquiera lo diría, con ese pedazo de culo encerrado con los vaqueros, y el tanga dorado sobresaliendo.

-ALICIA: oye, guapo…- sonrió, reafirmando su cuerpo con un leve encorvamiento de espalda. La di la razón al sonreírla, Alicia estaba de pecado.

La conversación se cortó cuando aparecieron las otras chicas, y se subieron al coche. Ya era tarde, y las llevé a la fiesta, hasta me invitaron a ir con ellas, pero no podía, tenía que recoger a Casandra, y necesitaba alejarme de ellas,  cuanto más lejos mejor. Tenía un calentón enorme, no es por que Lara hiciera lo que hiciera, o por que Naira fuera tímidamente atractiva, era por Alicia, me sentía cómodo hablando con ella, tranquilo, sin tener que estar alerta, lo que me pasaba con Casandra, pero que hacía días,  semanas…quizá meses, que no sentía. Me pegué en la cabeza sacando esas ideas de la cabeza, recogí a Casandra, y la llevé a casa, sin decir nada.

Subí a nuestra habitación, casi tirando de Casandra,  la desnudé violentamente, ella lo entendió como un juego, pero no lo era, yo ardía por dentro, y necesitaba vaciarme. Me desnudé entre sus piernas, mientras se tumbaba boca arriba en la cama, ataqué sus pezones, y con rabia, la penetré de golpe,  toda. Su grito sonó por  toda la casa, di gracias a dios que habían salido todos a cenar, y mientras la estrujaba entre mis manos, la follaba sin piedad. Estaba sediento, y solo tenía un precioso vaso de chupito.

A la media hora Casandra se corrió tantas veces, que salió de mí, y continuó con una mamada para poder aguantar más. La llené la boca de semen, y se lo tragó con lujuria, sus ojos azules parecían sorprendidos en todo momento. Apenas se me puso blanda, y ya la estaba ensartando a 4 patas, tan fuerte que se puso de rodillas para alejarse de mí un poco, pero mi pelvis la golpeaba sin piedad, y sus fluidos manchaban la sábana. La empujé a 4 patas de nuevo, metiendo el pulgar en su ano, masacrándola lleno de ira y vicio. Descargué en su coño con fuertes golpes de cadera, con ella, que  estaba agotada ya, y aún así mi polla no bajaba. Me la subí encima, y la empotré contra una pared, follándomela de cara, colgada del aire. La pobre ya no me devolvía los gestos o besos, era una mujer siendo humillada, sobrepasada  sexualmente por mí, jadeaba y se corría sin parar, pero apenas sosteniéndose de piernas abiertas, siempre parecía a punto de desmayarse, pero un orgasmo más la devolvía a la vida. Sentía sus uñas hundidas en mi espalda, y la levantaba por los aires, perforándola hasta correrme de nuevo. Casandra me miraba como a un desconocido, pidiendo clemencia con sus bellos ojos, mientras me acariciaba el rostro torpemente, empapada en sudor.

En un orgasmo brutal, que la hizo temblar los muslos, y abrir y cerrar las piernas muchas veces, la solté sin delicadeza alguna. Gateó hasta la cama, medio ida, y al ver su ano se me nubló la mente. La subí como a una gata aturdida a la cama, y metí mi cara entre sus nalgas, comiéndome todo lo que salía de su coño, y usándolo en su ano, follándomela con la lengua.

Apunté mi rabo a su ano abierto con mis dedos, y empujé fuerte hasta meterla el glande por el culo. Sus nulas fuerzas no la dejaron ni quejarse, solo lloraba. La iba metiendo en su culo hasta sentir el roce de sus nalgas en mi cuerpo, ella quería golpear la cama, pero no tenía fuerzas, solo lloraba, y ni sus lastimosas quejas  podía oír. Estaba gozando del culo más estrecho que había tenido nunca, penetrando cada vez más rápido. A esas alturas, a todas las mujeres que había dado por detrás ya gritaban de gusto, Casandra no, solo lloraba, veía mi polla salir llena de sangre, y  aún así continuaba. La azotaba el culo con cara de sádico, y cada nalgada era un gemido ahogado de ella.

Desaté mi ira final, sacando a la bestia dándola por el culo, Casandra ya no lloraba, ni gemía, ni nada, no estaba, se había ido, y me la estaba follando igual, o más duramente. Al correrme, casi me da un espasmo en la columna al sentir como la llenaba de leche hasta las entrañas, para justo después, caerme rendido a su lado. Estaba agotado,  sudando y me dolían los músculos,  pero había apagado el fuego de mi interior. La última imagen,  fueron los ojos de Casandra, aquellos pedazos de cielo azules me miraban, inertes, sin vida, abiertos y pestañeando por reflejo puro. Leía algo en su mirada, era pánico, hasta puede que fuera  horror.

-YO: así folla una mujer de verdad - encima la herí en su orgullo, no sabía que me había pasado, pero lo necesitaba.

A la mañana siguiente me desperté, y un fuerte olor me sacó de mis sueños. Casandra estaba tumbada a mi lado,  apenas se había movido, y lo peor, se había cagado encima, el agujero que le había hecho aún no estaba cerrado del todo, y un hilo de sangre reseca caía de él. La cogí en brazos, y la tumbé en la bañera, con agua tibia y sales, dejándola calmada y adormecida aún. Limpié la habitación, y me di una ducha rápida en otro baño. Me daba miedo entrar  dónde estaba ella, así que solo miraba de reojo. A las 2 horas oí movimientos, y salió Casandra, tapada por cuatro toallas y temblando, caminando de forma torpe y dolorida.

-YO: perdóname, rubia – fui a  abrazarla, pero se apartó.

-CASDNRA: aparta, pedazo de cabrón.

-YO: mira, lo siento, no sé que me pasó…

-CASANDRA: ¡Yo sí lo sé! Te aprovechaste de mí, me dejaste ida, y me abriste el culo hasta hacerme sangrar y cagarme encima, eso pasó.

-YO: lo sé, es que pasé mal día, y necesitaba un desahogo…

-CASANDRA: ¡Pues te vas a correr, ¿Pero cómo se te ocurre hacerme esto?! – me golpeó en el pecho.

-YO: está bien, perdóname…- la iba a abrazar, y  puso su mano en mi pecho.

-CASANDRA: no me toques… me das asco, no me toques.

-YO: vale, estás dolorida y magullada, me pasé, no volverá a pasar.

-CASANDRA: me da igual que me hicieras daño…- suspiró agobiada -…lo que más me duele es lo que dijiste, “Así follan las de verdad”, ¿Acaso yo no lo soy?

-YO: no es eso, fue una tontería.

-CASANDRA: ¿Entonces que coño es?, ¿Es que necesitas más? ¿Tengo que dejar que me folles mientras me metes una puta motosierra por el culo? -  gritaba demasiado alto.

-YO: no es sexo, eso nunca me ha importado.

-CASANDRA; nunca… hasta ahora.

-YO: no, ni antes,  ni ahora – mentía, y lo estaba viendo claro de golpe.

-CASANDRA: ¿O quizá es que ayer te zumbaste a esas zorras, y te quedaste con ganas de más? ¿Es eso? …- se acercó a mí,  acariciándome de forma lasciva - …¿Y necesitas a la buena puta de turno, para terminar el día?- la aparté de mí.

-YO: ¡Basta ya! No es nada de eso – iba a decirla que eso era estúpido, puesto que Lara follaba mejor que ella, pero me imaginaba, que eso, no la calmaría.

-CASANDRA: ¿Entonces que es? Dímelo …- sollozaba mientras me pegaba en el pecho - ….¡¡Dímelo!! ¡¡¡¡DÍMELO!!!!

-YO: ¡¡¡QUE YA NO TE QUIERO!!! – me obligó a gritárselo,  pero por sus ojos ya lo sabían.

-CASANDRA: ¡¡¡Eres como todos, un cerdo, me has usado hasta que te has cansado!!!

-YO: no es así, te he querido, y amado, pero… estoy harto ya.

-CASANDRA: ¿De mí?

-YO: ¡¡No!! Estoy cansado de sacarte de líos, de tus celos, de tu forma de tratar a los demás, de no poder salir de casa sin darte parte, y si hablo con alguien, tener que darte explicaciones de qué se ha dicho, y con quien…estoy harto, rubia, harto de no tener una novia, si no un perro guardián.

-CASANDRA: yo también estoy cansada …- se sentó a mi lado, llorando -…no puedo dejar de pensar en ti, y en lo  guapo, divertido, amable y buena persona que eres, y en que cualquier mujer lo ve como yo, y que cualquiera quisiera tenerte y apartarte de mí.

-YO: te lo he dicho mil veces, yo solo te quiero a ti.

-CASANDRA: ya no,  por lo visto.

-YO: nadie me ha apartado de ti.

-CASANDRA: alguien si…alguien te ha alejado de mí.

-YO: nadie, ¿Quien?

-CASANDRA: yo – rompió a llorar, y la abracé con fuerza.

-YO: no, rubia, eres algo cabezota y brusca,  pero nada más.

-CASANDRA: pero ya no me quieres, lo has dicho.

-YO: ha sido un calentón, no quería decirlo.

-CASANDRA: pero lo has dicho, ¿Acaso era mentira? – me miró con sus preciosos ojos azules, bañados en lágrimas, y me obligué a no mentirla, se merecía eso.

-YO: no es que ya no te quiera, rubia, pero algo ha cambiado, yo no me siento como antes a tu lado.

-CASANDRA: a mi…a mi me pasa igual…pero has sido tan bueno conmigo…

-YO: no he sido bueno…- me cogió de la cara.

-CASANDRA: sí lo has sido, te has portado bien, me has ayudado con los estudios, y ahora con el curso, me has aceptado en tu familia, y me has hecho feliz, solo espero haber sido lo mismo para ti - la cogí de la mano, y la besé en los labios, con un agrio sabor.

-YO: has sido mucho más que eso para mí, me rescataste, estaba perdido en medio del mar, por culpa de Ana,  y fuiste una balsa -  sonrió un poco, secándose la cara con la manga de una toalla.

-CASANDRA: pero ya estás en tierra firme – tardó en responder, pero no pudo ser más precisa

-YO: no sé ni dónde estoy, rubia, pero sé que es un lugar mejor que el de antes de conocerte.

-CASANDRA: ¿Y ahora, que hacemos?

-YO: pues no tengo ni idea…podríamos seguir unas semanas, a ver que tal…lo mismo remontamos – era ingenuidad falsa, ya sabía que eso se terminaba.

-CASANDRA: esto no lo levanta ni el Extasis, churri…se acabó.

-YO: ¿Estás segura? Yo no quiero dejarlo así…

-CASANDRA: nadie quiere, pero pasa…te…te devolveré el dinero del curso…no sé como…pero…- la besé, con un poco de dulzura.

-YO: es tuyo, te lo ganaste, por favor, aprovechado, tienes talento, busca un buen chico, y aléjate de tu familia.

-CASANDRA: no es mala idea, pero no puedo aceptarlo…es mucho dinero.

-YO: se me ocurre que puedes pagármelo de una forma…puedes pasarte por aquí cuando quieras, las puertas estarán abiertas para ti siempre, y así les haces tus peinados a mi madre y mi hermana cuando seas una experta, con la de veces que se tiñen o cambian de look, me voy a ahorrar más de lo que pagué por el curso – una sonrisa, algo forzada, dibujó su bonita cara.

-CASANDRA: está bien, hecho – me besó con ternura, y quedamos abrazados un buen rato, charlando del anal, y de lo mucho que la dolió.

Pasaron tres días, en los que Casandra se recuperó físicamente, antes de comentarle a mi familia que cortábamos. Mi madre disimuló muy mal una sonrisa, había llegado a cogerla cariño, pero no la quería de nuera.

Nos despedimos como amigos, Casandra era buena chica, y que nuestra relación se hubiera muerto, no cambiaba que era alguien digno de confianza para mí.  La acompañé a su casa, quise ir a montarle un pollo al padre, para que se tomara más en serio a sus hijos, y moviera un poco el culo, pero sería inútil.Nos besamos por última vez en su portal, fue el más dulce y cariñoso de los besos que nos dimos esos días, ni siquiera cuando hicimos el amor en forma de despedida, gozando  de algo que sabes que se termina.

Regresé a casa, y me senté en el sofá, mirando la TV junto a mi padre, con mi madre poniendo por las nubes a Casandra, y a la vez diciéndome que había hecho bien. Murmuraba cosas de fondo, pero fue mi padre el que me dio una palmada en la espalda,  y me sacó de la ensoñación en que estaba.

-PADRE: ¿Cómo estás, hijo?

-YO: bien…demasiado bien, de hecho,  no ha sido nada violento como con Ana,  me siento…bien, es raro ¿No? tendría que estar echo polvo - mi padre sonrió, rascándose la barba que se dejaba algunas veces, mirándome con uno de sus gestos, en que se notaba que buscaba en su cabeza lo que iba a decir.

-PADRE: ¿Te acuerdas de aquel viaje de críos que hicimos a Galicia?

-YO: sí,  claro, nos pasamos una semana dando vueltas por pueblos perdidos, y visitando monasterios.

-PADRE: sí, fue divertido eh, y al final cuando nos volvíamos, llorabas por que no querías volverte.

-YO: es verdad,  me lo estaba pasando pipa en aquel caserón, con la granja.

-PADRE: te pasaste todo el viaje de vuelta enfadado, y tu hermana  igual,  no entendíais por qué nos volvíamos tan pronto.

-YO: pues ahora que lo dices, sí, ¿No  teníamos más días libres?

-PADRE: sí, los teníamos…pero no sabíais que Mamá y yo estabamos muy cansados, y hartos de aquello, necesitábamos descansar un par de días, para tener vacaciones de verdad.

-YO: que jodios…¿Pero a qué viene ahora? – ya me olía algo.

-PADRE: me pasé todo el viaje de vuelta pensando en lo bien que me lo había pasado contigo, corriendo y jugando con los animales, comiendo en tascas perdidas, pero con una ganas locas de que aquello terminara…nos lo habíamos pasado bien, pero volvíamos a casa, y yo me sentía bien a pesar de que habíamos dejado aquello atrás, mientras tú llorabas y pataleabas por que nos volvíamos.

-YO:  ¿Y qué me quieres decir con esto? – sonreía de nuevo, atusándose el pelo de la barbilla.

-PADRE: nada hijo, son tonterías de un viejo cansado, recuerdos felices de un padre…- suspiró algo cansado -……Mamá, ¿Dónde tienes las maquinillas de afeitar? - se levantó, apoyando en mi hombro, y se fue detrás de mi madre. Se llamaban así, “Mamá” y “Papá”, desde que tengo memoria, aunque eran marido y mujer se llamaban así entre ellos.

Me quedé sentado, pensando en que a mi padre se le había ido la cabeza. Te solía pasar cuando hablabas con él, usaba demasiadas metáforas, y rebuscados argumentos para que fueras tú, el que descubrieras qué quería decir, en vez de decírtelo abiertamente.

Me tiré, no menos de una hora, buscándole sentido a sus palabras, ¿A que venía recuperar aquellas vacaciones? Hasta que me di cuenta, no eran las vacaciones, era la reacción nuestra al terminarlas. Mientras yo deseaba que no terminara nunca, y al hacerlo, estaba hecho polvo, él estaba bien, por que en el fondo,  aunque estaba disfrutando, deseaba que terminaran. Ese era mi caso, y el de Casandra, si se había terminado, pero no quería que pasara,  estaría mal, echo polvo, como con Ana. Pero ambos, Casandra y yo, estabamos bien, pese a cortar, por que en el fondo, ambos deseábamos que,  por bonito que fuera, aquello terminara.

(9,50)