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MI DON (43)

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Raúl – Nuevo trabajo, viejas amigas.

Bueno, ¿Y ahora, qué? Supongo que os lo estaréis preguntado. Después de haber cortado con Casandra, más o menos de forma tranquila y consensuada, se presentaba ante mí, de nuevo, un mundo lleno de posibilidades. Pero yo me preguntaba lo mismo, “¿Y ahora, qué?”, no tenía ni la más remota idea de qué narices hacer con mi vida.

Habían pasado unas dos semanas desde la ruptura, con mi pequeña rubia, y yo era un robot que iba de casa al trabajo y del trabajo a casa. Salía a correr, o en bicicleta, de vez en cuando para despejarme y mantenerme en forma, sin rumbo ni objetivo, solo parecía descansar. Ya os decía, sin un objetivo claro, me aletargo, y mi vida se vuelve aburrida.

La primera idea que se me pasó por la cabeza, era mandar un mensaje a todas las mujeres de mi móvil, como cuando oficialicé con Casandra nuestro noviazgo, pero con una foto de mi rabo, y un mensaje “Estoy libre”. Me parecía gracioso, y sin duda unas cuantas acudirían a tener sexo, pero sentía que eso era retroceder al pasado, volver a perderme en el mar del que Casandra, para bien o para mal, me había sacado. Descartado.

La segunda idea fue estar soltero, y sin sexo, un tiempo, un periodo de luto, o para aclarar mis ideas, pero fue casi tan mala decisión como la primera, y más con las habituales clases de conducir por las tardes con mis tres amigas. Alicia ya se había sacado el carnet, pero aún así nos acompaña, y menos mal, era una barrera psicológica, con ella allí no me atrevía a atacar a las otras dos. Lara se mostró aún más ansiosa, al saber que había roto con Casandra. A Naira todavía  me la tenia que meter entre las piernas para enseñarla a cambiar de marchas, ya lo hacía sola, pero “Así me siento más segura”, me decía, mientras apretaba su trasero contra mi polla. Así que descartado también.

La tercera idea fue consecuencia de la segunda, no aguantaba ni un minuto más sin follar, con un dolor de huevos enorme, y hasta tenía erecciones imponentes viendo anuncios de colonias o cosas así. Me masturbaba a diario dos o tres veces, pero dios sabe que no era lo mismo. Así que se me ocurrió que podría llamar a Eli, o a mi Leona, y desfogarme con ellas, estarían encantadas. Pensé que así, podría ir tirando.

El día que me decidí a llamarlas, casi escrito por un ser macabro, me llamaron del trabajo. Al parecer iban a cerrar el supermercado, y me mandaban a la calle. La noticia me sentó como una patada en los huevos, era un trabajo genial, pocas horas los fines de semana y buen sueldo, pero la crisis empezaba a asomar su feo rostro. Me pasé una semana de papeleos, aquello no me jodia la vida, con el ático en propiedad, y el sueldo del resto de mi familia, vivíamos más que bien, hasta ahorrábamos, y mi sueldo era entero para mí, que salvo pagarme gasolina y el móvil, me sobraba dinero todos los meses. De los 40.000€, que aún tenía en el banco de Madamme, había ahorrado otros 10.000€ de mi sueldo, y más que podía haber sido, si no hubiera pagado las vacaciones con Casandra, o algún capricho suelto. Además, me daban un finiquito bastante amplio por despedirme, y el paro máximo al llevar tres años trabajando allí.

Económicamente no era un problema, pero no me podía permitir estar en casa tirado todo el día, mientras los demás trabajan, y aunque tuviera mi propio dinero, mi orgullo no me dejaba. Así que hice lo que todo el mundo estaba haciendo últimamente, buscar trabajo.

Como os decía, la crisis empezaba, y se notaba, apenas llamaban para entrevistas, y todo era comercial, ventas telefónicas o a puerta fría, siempre a comisión, sin sueldo base. Aquello me parecía un atropello, así que decía directamente que no, pero había pasado un mes desde mi despido, y a mi hermana, pese a ser consciente de todo, se le empezaba a agriar el carácter, y su cara al verme tirado en casa cuando se iba y volvía de trabajar, era para echarse a temblar. La idea de volver a trabajar con Madamme para que, aunque fuera ficticio, me diera un empleo, se me pasaba por la cabeza a diario, pero el problema era el mismo que siempre, sería rescatar a Zeus, y me daba demasiado respeto, por no decir miedo. Incluso creo que la pobre Casandra soportó una fuga suya, el día antes de romper, aquellas cuatro veces seguidas, rompiéndola el culo sin prestar atención a sus suplicas y lloros…aquel no era yo, o eso quería creer.

Estaba algo hastiado de pasar todo el día en casa, y mi padre me dijo que, sin estar agobiados por el dinero, podría intentar meterme en algún trabajo de los que salían, de ventas a comisión, al menos sería mejor que nada. Oído en sus labios, y con su rotunda voz, no me pareció mala idea, la verdad era que en casi todas las entrevistas me habían cogido, aunque fuéramos muchos o solo yo,  mi labia y desparpajo les gustaba, era yo el que los rechazaba.

La siguiente llamada de un trabajo del mismo corte, no les colgué al preguntar si era a comisión y me dijeron que sí, concerté la entrevista y fui más o menos arreglado. No quería parecer ni muy serio ni muy descuidado, me puse dos slips de calzoncillos, para contener cualquier erección, que por esas alturas un abrazo me la ponía como una piedra, un pantalón de vestir, una camiseta y una camisa a juego, según mi madre me ordenaba, ya que yo de eso no entiendo, y un abrigo por encima, empezaba a hacer frío. No quería tampoco destacar, más de una entrevistadora se me había insinuado claramente, y no quiera conseguir un trabajo a golpe de sexo, me parecía denigrante.

Acudí a la zona financiera de Madrid, la famosa Castellana, casi a la altura del estadio Bernabeu, a las 8:55 de la mañana, como me gustaba, llegaría puntual. Era un bloque alto de 10 pisos con oficinas, pregunté al portero y me indicó que la empresa que buscaba estaba en la séptima planta. Me presenté a la recepcionista, entregándole el curriculum que pedían llevar, y rellenado otro personalizado que me dieron, sentándome en un descansillo en el que había varias sillas y un sillón, dónde había más gente. Rellené el formulario y lo entregué, y pese a llegar en punto, cuando me habían citado, habían dado la misma hora a por lo menos otras veinte personas, algunas ya esperaban de pie, y yo le di mi asiento a una señora algo mayor, casi con edad de jubilarse.

Me serené, y contemplé la escena. De fondo se veía un largo pasillo, y gente sentada a los lados, en habitaciones con mesas y teléfonos, llamando o charlando entre sí, detrás de la recepcionista, bastante mona todo sea dicho, había tres habitaciones pequeñas, y de ellas salíamos y entrábamos según les fueran llamando. Había tres entrevistadores, un hombre muy apuesto, de traje e impecablemente arreglado, una mujer baja y algo feúcha, también bien vestida, y por último, una  mujer, al verla maldecía mi suerte. Era una mujer con la piel blanca como la nieve, morena de pelo, con un largo peinado ondulado, de al menos 1,85 de alto,  con tacones negros, vestía de forma seria, de oficina, pero muy sensual, con una falda ajustada por debajo de las rodillas que estilizaban sus cartucheras, y una camisa abierta enseñando un ligero escote, con un chaleco de vestir por encima, cerrado a modo de corsé, que le realzaban un par de tetas muy bonitas, con el cuerpo fino y delgado, pero con curvas dónde tenía que tenerlas. No me dio tiempo a fijarme más, por que llamó a otro aspirante para entrevistarlo.

Comencé a rezar por que no me tocara ella, con el calentón que iba, parecería un retrasado delante de ella, y si no me pillaba con la polla tiesa, sería un milagro. Los tres entrevistadores iban saliendo, y cogiendo el formulario del siguiente cuando terminaban con el anterior, sin orden el primero del montón. Trataba de hacer memoria y cuadrar cuanto tardaba cada uno en entrevistar, para saber a quien le tocaría mi formulario, pero estaba demasiado tenso, y hasta empezaba a sudar. “Raúl” escuché de fondo, al mirar me encontré con el hombre de pie, y mi  formulario en la  mano, con la mujer atractiva cogiendo el siguiente formulario. Suspiré.

-YO: si…soy yo.

-HOMBRE: pasa conmigo…- aliviado, cerré el puño con alegría contenida, y entré  en el cuarto que aquel hombre me señalaba -… por favor, toma asiento -  me dijo mientras cerraba la puerta, y rodeaba una mesa para sentarse enfrente mía.

-YO: buenos días.

-HOMBRE: buenos días…soy Luis …– extendió su mano, y se la apreté con fuerza en el saludo – …bien, vamos a empezar la entrevista…– leyó en el formulario -…Raúl, primero te explico como funcionamos aquí, y luego me cuentas un poco de tu experiencia laboral.

-YO: de acuerdo.

-LUIS: perfecto, te comento, somos una empresa de seguros, nos dedicamos a todo tipo de pólizas, ya sean a particulares o empresas, ya sabes como funcionan supongo, ahora mismo mucha gente está necesitada de cubrirse las espaldas y necesitamos aprovecharnos de ello, necesitamos comerciales que hagan ventas, somos un grupo joven y relativamente nuevos, por lo que tenemos que ser más agresivos, algunos no lo soportan, ¿Tú como te ves?

-YO: depende de cómo se trabaje.

-LUIS: tenemos muchas formas, hay gente que solo llama por teléfono, otros que salen a la calle, o gente que hace las dos cosas, eso como veamos que cada uno  rinde mejor, como te digo, aquí buscamos beneficios, somos un poco tiburones, y quien no nos siga el ritmo se va fuera. No tenemos horarios,  hay gente que viene cuatro horas y con  llamar se hace el mínimo de ventas, y otros que se tiran todo el día pateando las calles y no llegan, ya depende de ti, y de  cómo vendas, tenemos nuestros balances y nuestros mínimos, si no llegas, se te agrace el esfuerzo, pero no nos compensa ni a nosotros, ni a ti, estar aquí, si llegas te mantienes,  empiezas a cobrar un tanto % de lo que vendas, dependiendo de qué tipo de seguro, y cuanto paga el cliente, recibes más o menos.

-YO: ¿Y todo es a comisión?

-LUIS: sí, aunque ya te digo que no aceptamos menos de x ventas, por ejemplo, una a día, sea de lo que sea, eso son como mínimo 400€, si es de los seguros más bajos, con eso podemos tirar, si no llegas a eso, es que no merece la pena, a ti el transporte y a nosotros el gasto. ¿Estás de acuerdo? – aquí es dínde solía salir corriendo en las otras entrevistas, pero ya puestos.

-YO: sí, no hay problema, aunque no sé cómo se me dará esto de vender.

-LUIS: ¿No lo has echo antes?

-YO: no.

-LUIS: bien, vamos a ver tu experiencia laboral…– leía el formulario, aunque no había mucho que leer –… veo que estudios tienes el graduado, ¿Sólo eso, o estás estudiando en la universidad?

-YO: no, solo eso, después me puse a trabajar.

-LUIS: lo decía por que tenemos varios chicos que vienen solo de tarde, y estudian por la mañana, pero bueno, no tiene importancia, aquí lo que importa es…- le corté.

-YO: …beneficios – sonrió al mirarme.

-LUIS: exacto, bien, después has estado en…- tragó saliva al leer el nombre de la empresa ficticia de Madamme, reconociéndolo. ¿Por qué lo puse en el formulario? Aunque fuera ficticia, era experiencia laboral - ….Now Services.

-YO: sí, un mes largo nada más – no sabía si que hubiera reconocido aquello, era bueno o malo.

-LUIS: y  luego…- pasó del tema de puntillas.

-YO: …un supermercado, los fines de semana.

-LUIS: ¿Y leo que llegaste a encarado por las mañanas?

-YO: sí, lo mío me costó – en concreto, tirarme y chantajear a mi jefa.

-LUIS: ¿Y por qué lo dejaste?

-YO: la empresa cerró, no sé que pasó, pero lo cerraron todo y nos echaron.

-LUIS: ¿Y ya está, nada más?

-YO: pues no.

-LUIS: es poca experiencia la verdad, pero como te digo, esto no tiene nada que ver con la edad o la experiencia, necesito saber que vendes, ¿Tú crees que podrías?

-YO: ponme a prueba – torció la cabeza, sorprendido y agradado.

-LUIS muy bien, véndeme algo  – se cruzó de brazos, desafiándome.

Sería muy largo, e intrascendente, poner cómo se lo vendí, pero se lo vendí…mejor dicho,  me vendí bien. Le hacia reír y seguir mis razonamientos, el me ponía las típicas trabas, “No tengo dinero ahora”, “No necesito eso”, “Estoy ocupado”, toda las iba saltando o esquivando. A los 5 minutos, me pidió que parara por que no me callaba.

-LUIS: está bien,  está bien, ya vale, veo que tienes madera.

-YO: no sé si es madera, sólo soy muy afable, y sé guiar conversaciones, supongo que eso es bueno.

-LUIS: pues más te vale, aquí cuesta mucho arrancar,  así que por mí,  empiezas ya.

-YO: ¿Me escogen?

-LUIS: tengo que hablarlo con mis compañeras, estamos buscando un número determinado de nuevos trabajadores,  y gente muy especifica, ellas también tendrán sus opciones, pero esta tarde te llamo y te digo sí o no, pero por mí, sí - me extendió su mano, y se la aferré con fuerza.

-YO: gracias.

Me despedí con un sabor a victoria en los labios, no me era raro dejar buena impresión, pero sí que casi me asegurara que me cogían.

Llegué a casa eufórico, y justo después de comer, me llamó Luis, diciéndome que me aceptaban,  y que empezaba un curso al día siguiente, todas las mañanas de la siguiente semana, tenía que pasarme por allí, y estudiarme los seguros que vendíamos, antes de ponerme a vender. De la alegría llamé a Eli para tirármela, y desahogarme, pero estaba de viaje, así que sin pensarlo, llamé a mi leona.

-YO: ven a mi casa, hoy, a las 17 horas.

-LEONA: sí,  mi león - oír como casi se corre al decirlo, ilusionada por mi voz, me la puso dura hasta que llegó, una par de horas más tarde.

Mi casa era un desierto por las tardes, mi padre volvía a la hora de cenar, mi madre salía con las amigas, y mi hermana salía de trabajar tarde y se iba con Liz a cenar, muchas noches ni se pasaba por casa hasta el día siguiente.

Al oír la puerta, casi me desnudo para recibirla, pero lo mismo venía con su crío, tendría un año y medio casi,  desde que la llamé y estaba dando a luz, la había llamado un par de veces para saber como iba todo, pero Casandra no me dejaba verla. Así que me puse unos vaqueros y una camiseta, sin más. Por suerte, al verla estaba sola,  de pie en la puerta, con un brillo en los ojos especial. Tal como la recordaba, Mercedes o mi leona, con el pelo medio largo, algo rizado, suelto, con ojos marrones claros, casi de caramelo, y cara hermosa de pómulos altos, vestida con un traje de los suyos, camiseta interior blanca algo escotada, y chaqueta y pantalón de vestir negros, con zapatos cómodos a juego de un bolso amplio.

-YO: hola, preciosa.

-LEONA: hola.

-YO: pasa, por favor - la acompañé al sofá, y nos sentamos en él, ella parecía asustada.

-LEONA: ¿Que tal…todo?

-YO: pues muy bien, estoy muy contento, sobretodo de tenerte aquí – la acaricié la rodilla, y la apartó con suavidad.

-LEONA: yo también…te…te he echado de menos.

-YO: y yo a ti… – tampoco iba a mentirla, diciéndola que no –… ¿Te ocurre algo?

-LEONA: es que…es que hace mucho que no…me siento rara, estoy casada, y ahora tengo un crío.

-YO: ¿Y que tal con el niño?

-LEONA: pues genial, es un sol y nos tiene embobados en casa - yo ni la escuchaba, me importaba una mierda el crío, sus ojos de color miel me hechizaban.

-YO: ¿Entonces…todo bien en casa?

-LEONA: pues sí, mi marido es un buen hombre, cuida del niño ahora  - su mirada, era de cierto pesar. Me entraron dudas de que mi leona siguiera allí, encerrada bajo esa apariencia triste.

-YO: mira, no he pensado antes de llamar, quizá…

-LEONA: ¡No!…te…te necesito.

-YO: ¿Estás segura?

-LEONA: sí, mi marido es cariñoso y atento, pero no es como tú, no es mi león, y desde que di a luz…no...no me llena, se esfuerza, pero no me corro con él - ahora era ella la que llevaba su mano a mi pierna.

-YO: ¿Le serías infiel?

-LEONA: no es infidelidad, yo me entregué a ti antes, como tu leona…– acariciaba ya mi verga, a punto de estallar bajo el pantalón – … ¿Sigo siendo tu leona? …– se incorporó sobre mí, lamiéndome el cuello, con timidez, yo estaba perdido ya, iba a reventar  a  mi ex profesora.

-YO: siempre lo serás - alzó la mirada, casi bendecida por los dioses, sacándose el hombro de la chaqueta, mostrándomelo, apartando la cinta del sujetador, dejándome ver su piel, suave e impoluta, sin la antigua marca de mis dientes en ella.

-LEONA: muérdeme …– se pegó a mi cuerpo, acariciándome con pasión, mientras yo hundía mi cabeza en su cuello, besándola y lamiendo con cuidado, mientras ella me sujetaba la cabeza – …muérdeme – suplicó entre suspiros.

Abrí la boca metiéndome su hombro casi entero entre los labios, chupándola mientras sentía su cuerpo temblar ante el amago, casi se elevaba para notar mis dientes, pero los apartaba, era cruel, estaba sediento de sexo, pero no debía de olvidar mi rol en aquella situación, yo mandaba y decidía.

-YO: no voy a morderte  – suplicó con la mirada.

-LEONA: ¿Por qué? – la sujeté de la cadera, y de un tirón  me la senté encima, a horcajadas.

-YO: por que no te lo has ganado – la azoté en el culo, tan fuerte que se me durmió la mano, en cambió ella gimió de gusto.

-LEONA: es cierto, mi león, llevo mucho sin merecérmelo, deja que te compense.

Comenzó a quitarse la chaqueta, la camisa, y luego el sujetador, dejando ante mí un par de tetas deliciosas, las acaricié y amasé con las manos, algo caídas por sus 38 años ya,  pero atractivas.

-YO: ¿Están más grandes?

-LEONA: sí, mi león, dar a luz me trajo este regalo – disfrutaba de  ello, antes eran normales, pero ahora eran algo más abombadas y sensuales.

-YO: están duras.

-LEONA: es que aún estoy lactando, están llenas de leche por que hemos empezado a darle el biberón al niño, me duelen un poco.

Ni pedí permiso, lamí sus pezones chupándoselos con fuerza, y apretando los senos como un pellejo de vino, y sus suspiros aparecieron junto a su leche materna. Brotaba un fino hilo de uno de sus pezones, y chupé de él, era delicioso, agrio pero con una textura tierna.

Al poco de empezar, gemía de gusto, y sentí en la otra mano, que agarraba su otro pecho, caer unas gotas, su otro pezón estaba goteando totalmente erecto. Los ataqué con más fuerza, y tragué todo lo que pude, me apretaba contra ella con sus manos mientras se retorcía entre el placer y el dolor que se desvanecía. Al terminar, sentía sus senos en las manos más blandos, pero igual de bonitos. Nos besamos con lascivia, limpiaba la leche de mis labios con su lengua y terminaba tirando de mis labios con sus dientes, pero no como Casandra, era mucho más dulce y sensual.

-YO: ¿Mejor?

-LEONA: mucho mejor, gracias mi león, déjame que  saque yo tu leche.

Resbaló su cuerpo hasta caer de rodillas al suelo, me puse en pie, bajándome el pantalón, y mi polla saltó endiablada ante su cara. Al verla se mordió el labio, se escupió en las manos, y se aferró a ella con ambas, masturbando velozmente mientras daba pequeños lametones a la punta.

-LEONA: ¡Dios santo! No la recordaba tan grande – la cogí de la nuca,  tirando de el pelo.

-YO: no hables, chupa - sonrió ante aquella frase, me costaba recordar como tenía que tratarla, pero le gustó.

Se metió el glande entero en la boca, chupándolo lentamente, casi me corro en ese momento, tenía tal atasco que me tenía que concentrar en otra cosa para no hacer el ridículo delante de ella. Sus labios recorrieron todo el ancho y largo de mi rabo, de forma lenta y lujuriosa, casi deleitándose, con los ojos cerrados de cada bocado, jugando con su lengua en la punta y haciéndome suspirar cada vez que pasaba sus blancos dientes por mi glande. Tenía que pararla o descargaría en ella demasiado rápido.

La cogí de la nuca y la senté en el sofá, mal recostada, le saqué el pantalón que llevaba con tanta fuerza que sus bragas fueron detrás, al sacarlas se abrió de piernas con el coño húmedo, y un línea gruesa de cabello bien cuidado. Me arrodillé entre sus piernas, besándola la cara interna de los muslos, lamiendo las gotas de sus fluidos que habían caído por allí, hundiendo mi boca en su pubis, succionando y chupando, pasando la lengua por cada rincón, haciéndola gemir de gusto, centrándome en un hinchado clítoris, mientras metía dos dedos buscando su punto G. Tenía claro que si yo estaba falto de sexo, ella también, se retorció sobre el sofá aferrada a un cojín mientras la metía la lengua por todos los lugares que podía, pero tuve que meterla cuatro dedos en el coño para generar fricción, lo tenía muy abierto, así que me incorporé, y apuntando a su coño, la susurré.

-YO: aquí está tu león.

La empalé tan fuerte que se movió el sofá entero, su gritó fue un aullido que la levantó del respaldo para abrazarme, hincando sus uñas en mis brazos, y volvía a sacarla y meterla lentamente. A la quinta entrada, se corrió tan fuerte que temblaba entre mis brazos.

-LEONA: ¡Ohhh dios, sííííííííííí!

No me contuve esa vez, y la follé salvajemente. Al minuto me corrí dentro de ella mientras me gritaba que la diera más duro, provocándole otro animal orgasmo al sentir mi leche llenándola.De poco nos sirvió a  ambos, a mí ni se me bajó la erección.

Caí sobre sus pechos, y al poco de estar besándolos la estaba percutiendo otra vez, el sofá dejó de moverse al toparse con un escalón, así que dejé de perseguirla de rodillas. Se estaba corriendo una vez tras otra, mientras yo la daba golpes de cadera que la levantaban medio palmo del sofá. Lamía sus pezones tiesos, mientras aún salía leche de ellos, aferrado a sus senos como un bebé. Ella tiraba de mi pelo con una mano, mientras me hacía largos arañazos en la espalda, gimiendo poseída, con espasmos leves al correrse.

La bestia, algo desentrenada, entró sin pedir permiso, me puse en pie con ella rodeándome con las piernas, colgada del aire en mi cuello, aferrándome a sus enormes nalgas, besándonos con pasión, mientras seguía subiéndola y bajándola hasta sentir su bello rozándome la pelvis. Un manantial de fluidos goteaba en el suelo, mi segunda corrida me tensó y ella la vio venir. Descabalgó y se arrodilló chupándomela con fuerza, descargándome en su boca, me la dejó limpia y tiesa de nuevo, tragándose todo. Por esas alturas, Casandra ya estaría desvanecida, pero ella se puso a cuatro patas sobre el sofá, abriéndose de nalgas.

-LEONA: dame por detrás,  mi león - la azoté de nuevo, fue un halago en forma de gesto, al ponerme detrás, su culo era una maravilla, opulento y desbordante, pero bien formado, apenas se la veía la vagina por sus nalgas.

-YO: yo decido por dónde.

La embestí por el coño, sujetándola por los hombros para llegar  profundamente. Sus alaridos al sentir la fricción eran rítmicos, encorvaba la espalda haciendo fuerza contra mí, se sujetó al reposa brazos del sofá por tener algo firme a lo que sujetarse, mientras la bestia la estaba matando. La azotaba cada vez que se corría, ralentizado las embestidas, para continuar cuando podía respirar de nuevo. El sudor caía de mi cara en su espalda, mientras ella pedía más, había olvidado que aquella no era una mujer normal, era una hembra sedienta. Metí un dedo en su culo de forma repentina, y se tensó al momento.

-LEONA: ten cuidado mi león, mi ano no ha sido abierto desde la última vez que nos vimos.

-YO: ¿Y tu marido? – soltó una carcajada brutal, casi histérica.

-LEONA: mi marido apenas aguanta media hora con mi coño, está más que feliz de su mujer, mi culo es solo tuyo.

-YO: buena leona – embestía lo más fuerte que podía mientras apretaba con la mano en el hombro, en que antaño una marca morada ensangrentada cubría su piel.

Fui trabajándome su culo con los dedos, abriéndolo casi de cero, sin dejar de follarla el coño y hacerla correrse. Se iba dilatando, ante sus lamentos ahogados por un placer descomunal. Al sentirlo listo, saqué mi polla de ella, lamiendo su ano para tenerlo bien lubricado, y apretando el glande con fuerza, se la metí. A mi leona se  le tensaba los músculos mientras gritaba de dolor, estiraba los dedos de los pies mientras golpeaba con ellos en el sillón.

-LEONA: ¡¡¡¡No pares, por dios, no pares, NO PARES!!!

Era casi orgullo lo que sentía al metérsela violentamente por el culo, su esfínter se relajó un poco al sentir media polla dentro, pero palpitaba sobre mi verga. Iba apretando según notaba menos presión, y su cara era de dolor, pero seguía diciendo que se la metiera, casi se desencaja la mandíbula para morder el reposa brazos, mientras unas lagrimas caían por su cara.

La estocada final la puso de rodillas, pegando su espalda a mi pecho, la agarré las tetas para mantenerla así, mientras bajaba la cadera y volvía a subir oyendo como su respiración se entrecortaba, besándola en la zona a morder. Se contoneaba lentamente, dolorida, pero a los pocos minutos ya estaba cabalgándola, con el sonido de mi vientre pegando en su culo. Ella se apartaba las nalgas, y yo la sujetaba de los senos, pellizcándolos.

Al soltarla, cayó de bruces, y se salió de mi tirándose al suelo, gateando aturdida, mirando  el agujero colosal en su tremendo culo. Me fui detrás de ella, casi quería huir de mí, pero de cuclillas detrás de ella la volví a meter del tirón en su culo, sacando a la bestia y martirizándola.

Me pasé así media hora, abriéndola el culo, hasta que unos orgasmos anales la hicieron reventar en una explosión de sensaciones, se encogía y estiraba según las corrientes eléctricas la recorrían el cuerpo, sollozando. La di la vuelta poniéndola boca arriba, y abriéndola de piernas, metiéndosela por el culo de cara, me rodeó con los muslos de forma instintiva, poniendo sus manos en mi pecho a modo de freno, pero era inútil. Estaba vencida, y yo aún tenía ganas de más. La follé sacándola varios orgasmos anales leves, hasta que fui yo el que se corrió enérgicamente en su culo, al sentirlo sus suspiros eran casi nulos, su mirada estaba perdida, pero no en el infinito, si no en mí, me acariciaba la cara y los brazos de forma torpe, mientras termina de vaciarme en ella.

-LEONA: ¡Oh dios…oh dios! - lo repetía entre respiraciones, cogió fuerza y aire para decir otra cosa - …¿Ya, mi león?, ¿Ya me lo he ganado? – la besé lentamente, mientras me recomponía.

-YO: no ha estado mal, pero esto me lo da una cualquiera, y tú eres mi leona.

-LEONA: fóllame otra vez, soy tuya, hazme el amor hasta que me lo merezca – me suplicaba que continuara.

La cogí en brazos, y la llevé a mi cuarto, cualquier familiar podía vernos allí al regresar. Arreglé un poco el salón, y me la subí en brazos, estaba casi agotada, pero me lamía el cuello lentamente, poniéndomela dura otra vez. La tumbé en la cama, boca abajo, totalmente estirada y me eché sobre ella metiéndosela por el coño, haciendo flexiones sobre ella mientras la penetraba bruscamente, hasta que la bestia aparecía de nuevo. Mi leona lloraba, pidiendo más, sus orgasmos eran casi inadvertidos, tenía el cuerpo rojo, y el culo marcado de mi mano, y la seguía follando. Estaba algo cansado, lentamente fui bajando el ritmo hasta llenarla el coño de semen, veía como un hilo de baba caía de su rostro por las sábanas. Ahora sí se lo estaba ganando,  me recosté sobre ella, apartándola el cabello del hombro.

-LEONA: ¿Ahora sí?

-YO: es un comienzo  – hinqué mis dientes en su hombro, mordiendo con fuerza, se retorció, no sé si de placer o de dolor, o de ambos, pero la mordí tan fuerte que salió sangre.

-LEONA: ¡Oh mi león, soy tuya! – jadeaba, mientras mi polla volvía a crecer en su coño. La puse a 4 patas, pero se venció de brazos dejándome el culo ofrecido. La saqué de su coño y la metí por el culo con facilidad.

Azotándola pasa saber que estaba consciente por sus gemidos, deleitándome de cómo hacía desaparecer mi barra de carne en ella. Creo que se desmayó, pero los orgasmos la devolvían a la consciencia. Estaba inerte, solo jadeaba y la levanté con los brazos para pellizcarla las tetas.

El remate final de 5 minutos, con la bestia,  que ya pedía clemencia, me dio para saborear el más absoluto desgaste. Estaba agarrotado y magullado, pero me dio para un sprint final glorioso haciéndola botar los senos, y al correrme, volver a morderla ferozmente el hombro. Esa sensación la resucitaba, sentir mis dientes la ponían en un estado casi hipnótico.

Caí rendido a su lado,  se arrastró hasta mí, y dándome un beso cansado,  se quedó dormida. Casi me duermo con ella,  habían sido cinco polvos en menos de 3 horas, pero no podía dejarla dormir, si mis padres se presentaban tendría que dar explicaciones. La cogí en brazos, y la metí en la ducha, el agua fría la despertó más que mis llamadas, y una vez despierta, se abalanzó sobre mí, besándome. Me metió en la ducha con ella, y me obligó a follarla el coño mientras repasaba mi cuerpo con sus manos, fue genial pegarla a la pared de la ducha y abrirla de piernas en el aire metiéndosela mientras no dejaba de mordisquearla el hombro. Sus reacciones eran de lo más entretenidas, luego, de espaldas, la abrí el culo gozando de cómo se corría, y pegaba a la pared al llenarle de semen, la mordí de nuevo, más fuerte que nuca, oí hasta  cómo mi mandíbula cedía.

-YO: ¡Eres mi leona, ahora sí!

-LEONA: soy tuya, mi león, ahora, y  siempre – se giró para besarme, tirando de mis labios con los dientes, arrastrada por un placer residual, que sólo ella comprendía.

La dejé sola, para que terminara de ducharse, se acariciaba la marca ennegrecida del  hombro, con orgullo, mientras se sujetaba a la pared de la ducha, aún estaba débil. Se vistió torpemente, y cuando lo hizo, se sentó en mi regazo besándome con pasión.

-LEONA: ¿Y ahora qué,  mi león?

-YO: dios, no lo sé, mi vida es un desastre, pero ahora sé que te quiero a mi lado - sonrió halagada.

-LEONA: mi león quizá quiera pasarse por mi casa cada tarde, mi marido se lleva a mi hijo con sus padres, y yo estoy sola en casa - me besó con lengua, casi ahogándome.

-YO: quizá, eso lo decido yo – mordía en su hombro, que se había dejado descubierto, y sus gemidos eran obscenos.

-LEONA: como gustes - la agarré una de sus tetas mejoradas, torciéndola el gesto.

-YO: y más te vale dejar de darle el pecho a tu hijo, estas preciosidades llenas de leche son mías a partir de ahora.

-LEONA: son tuyas, como yo - se bajó la blusa, dejándome un seno descubierto, no me resistí a lamerlo y chuparlo unos minutos.

La di un fuerte azote al morderla de nuevo el hombro, debía irse o me la tiraría de nuevo. Se terminó de vestir sin dejar de ser sobada y acariciada. Se marchó con el tiempo justo, a los 5 minutos apareció mi madre, diciéndome que se había cruzado con mi ex profesora en la calle, diciendo que la vio algo mareada, No dije nada para no darla pistas.

Ya tenía con quien desahogarme, pese a mostrar firmeza con ella, tenía toda la intención de ir cada tarde a follármela a su casa. ¡Que mujer!, con todas mis amantes y novias, ninguna soportaría 6 polvos en algo más de 3 horas, contando el de la ducha. Cierto era que, a partir del tercero, ella solo recibía, no hacía esfuerzo alguno, pero se mantenía consciente al menos.

Dormí como un lirón, y me desperté renovado y con ganas de comerme el mundo.

 

Leona y Lara – La horma de mi zapato.

Acudí al curso al día siguiente, Estaba Luis, mi nuevo jefe, en una gran sala, y me presentó a otros siete compañeros que iban a dar el curso conmigo. Me sorprendió ser tan pocos, ya que por lo menos vi a 30 personas el día anterior.

Luis  comenzó a hablarnos de los seguros, con nosotros tomando notas de todo. Teníamos un par de descansos dónde nos conocimos los nuevos, éramos solo dos hombres por cinco mujeres. Al parecer, ellas venden más, y de las cinco mujeres,  cuatro estaban muy buenas. Ya sabía por qué vendían más. Aparte, la que no estaba buena, tenia al menos una talla 100 de pecho, con un ligero escote tendría a cualquier tío firmando un papel sin prestar atención.

Como son muchas, hagamos un ejercicio sencillo. Símiles famosos, y uso sus nombres.

Teníamoa a una versión de Cameron Diaz, con el pelo corto y buen trasero. Una Penélope Cruz con gafas, y casi de mi edad. A otra, que era una  Jessica Alba, con un marcado acento peruano, y la piel más oscurecida. Una Kate Perry, de ojos verdes y alta, sin tacones estaría por el 1,80 de altura. Y la tetona, que era casi un calco de Pamela Anderson, pero a la actual, no a la de la época de los vigilantes.

Un grupo bastante atractivo, en que si no te fijabas bien, hasta la tetona no desentonaba. El otro hombre era también agraciado, se daba un aire a Hugh Jackman, aunque con canas y de más edad, destilaba sobriedad y respeto. Ya por concluir, y por si todavía no tenéis una idea mental de mí, el actor que más se parece a mi, aunque no es tan conocido, es Joe Manganiello, menos marcado muscularmente y el pelo más corto, pero la gente que me conoce, y ha visto cierta serie vampiresa, me lo ha dicho bastante.

Charlábamos un rato, y todos eran bastante amigables y abiertos, del mismo perfil diría yo. Creo que notaron en mi mirada, como me relamía de pensar en tirármelas a todas. Incluso a  Pamela, que tendría unos 43 años, y eran evidentes ciertas operaciones, por lo poco que la saqué, era la mujer florero de algún ricachón, hasta que se hartó de ella, y se buscó una más joven, y ahora buscaba trabajo por primera vez en su vida. Penélope  era algo más tímida, y casi no habló, pero tenía una sonrisa encantadora. Cameron era mucho más jovial, me sacaría cuatro años, y no paraba de reírse apoyándose en el brazo de los demás ante cualquier chorrada. Fue Kate la que me  tenía desconcertado, mientras que hablaba, y conversaba, de forma fluida, su rostro era impasible, casi no mostraba emociones, me estaba costando sacar conclusiones de ella, por que sus ojos verdes brillaban profundamente, casi muertos.

Quise tomar algo con ellos al terminar el curso, pero no accedieron, así que se fueron a casa cada uno por su lado. Yo ya había avisado en casa que, después del curso, me no pasaría por casa e iría un rato de paseo. No era mentira, iba a pasear, a casa de Merche, mi leona.

Al llegar, me abrió la puerta con una bata demasiado corta, pasé entre caricias, y al cerrar la puerta se abrió la bata mostrado su cuerpo desnudo. Era increíble que una mujer de 38 años, y con un parto hacía un año y medio, tuviera ese cuerpazo, afloraba cierta piel de naranja en sus caderas, y sus pechos caían ligeramente, pero era una visión muy agradable. Me acerqué a ella, acariciando con los dedos la zona de su hombro, totalmente morada. Al rozarla, siseó de dolor.

-YO: ¿Te duele?

-LEONA: un poco.

-YO: es que me volviste loco ayer.

-LEONA: lo sé - me acarició el pecho.

-YO: ¿Que te ha dicho tu marido al verla?

-LEONA: no la ha visto, hace meses que no me toca o me mira desnuda – pasé la mano por sus hombros, dejando caer la bata al suelo.

-YO: pues no sabe lo que se pierde.

-LEONA: ni lo sabrá jamás, nadie me folla como tú – me cogió de la cara, besándome dulcemente.

Pues no iba a perder el tiempo, mis manos se perdieron por su cuerpo, acariciándola con suavidad, una entre sus piernas. Ella parecía nerviosa, como la primera vez, pero cuando metí mis dedos en su interior ya estaba chorreando. Los llevé a su boca, y chupó como si fuera un rabo delicioso.

Me desnudé, y me senté en el sofá, a mi llamada, y no antes,  se movió, sentándose de rodillas sobre mí. A mi orden apretó sus senos contra mi cara, y  los chupaba comiéndome sus pezones duros, y la leche materna que salía de ellos. Gemía sin hacer nada que no la ordenara, mientras la acariciarla las tetas, que estaban casi más duras que el día anterior.

-YO: están muy duras y sale mucha leche.

-LEONA: es que hoy no he usado el sacaleche, la he guardado para ti - ¡Que delicia de mujer!

Mamé de ellos, no menos de 1 hora, dejándola seca y gimiendo de gusto, tenía los pezones sensibles y enrojecidos, y mi polla ya daba cabezazos. Me masturbaba con las manos hacía tiempo, y cuando dejé sus senos, nos besamos.

Sus labios eran fuego, y su lengua el diablo, me llenaba la boca con sus gestos, lentamente acariciaba la entrada a su cueva con mi rabo, y cuando ella no podía más, la penetré lentamente sacándole gemidos de agonía. Al tenerla totalmente empalada, hizo una serie de giros de cadera que fueron una maravilla, me vencía sobre ella sujetándola de su grandes nalgas, besándola el cuello, o la subía y bajaba la cadera rápidamente.

Estaba jadeando antes de darse cuenta, era un espectáculo verla rebotar abajo del todo. Cogí  el mando con la bestia, sin delicadeza,  plantando los pies y reventándola en 20 minutos que la hicieron correrse cuatro veces antes de que le llenara de semen. La mordí en el hombro, sintiendo el escalofrío que la recorría el cuerpo. Al instante se arrodilló comiéndomela de forma rápida y con fuerza, cuando la tuve tiesa se sentó sobe mí, dándome la espalda, la penetré el coño mientras se recostaba sobre mi torso abierta de piernas. La cogí por los muslos, y casi como a una rana, la estuve follando  una hora hasta que el sudor y el cansancio me hicieron descargar sobre ella.

Al soltarla, empezó a gatear contoneándose, fui tras ella metiendo mi cara entre sus nalgas, preparando su ano para, justo después, metérsela por el culo. Chilló tanto que se tapó la boca, para no alertar a los vecinos, aunque dentro del piso era audible hasta el “chapoteo” de su coño y los golpes de mis testículos en su piel. Aferrado a sus caderas, la abrí el culo violentamente, azotándola fuerte y provocándola orgasmos anales que la hacían dar golpes al suelo con llantos ahogados. Desatados los dos, la levantaba el cuerpo por los senos amasándolos y penetrándola sin descanso, hinqué los dientes de nuevo en ella, sintiendo como me vaciaba con fuertes espasmos.

Pasó un rato hasta que alguno reaccionó, ella se incorporó con una sonrisa enorme, y besándome, se tumbó boca arriba en el suelo, y me metió entre sus piernas. A base de caricias, logró una erección que buscaba, la metí por el coño follándola salvajemente, aquella mujer no tenia fin. Estuve una hora dándola tan salvajemente que me dolía la cadera, pero estaba gozando como hacia mucho que no disfrutaba, intercalando minutos de frenesí con algunos de cadencia lenta, que la hacían retorcerse de placer entre orgasmos. Me rodeaba con las piernas haciendo fuerza en el movimiento para llenarla, y sus senos rebotaban al compás de mis acometidas. Al correrme, tembló al explotar en un orgasmo que me bañó la pelvis, se salió de mí de la inercia, y me corrí en su vientre manchándola todo el torso.

Se pasó varios minutos recogiendo la mezcla de sudor, semen y fluidos de su cuerpo y chupándose el dedo, o dándomelo a mí para lamérselo. Me rendí a su cuerpo, ella misma me ofreció su cuello y mordí en él, como si fuera un vampiro. Los suspiros al hacerlo eran indescriptibles, mi leona sentía un placer depravado en ese gesto.

-YO: ¿Cuando viene tu marido?

-LEONA: no lo sé, ¿Qué hora es?

-YO: pues casi las 18 horas.

-LEAONA: ¡Dios!, ¿Tan tarde? Debe estar al caer.

-YO: joder, pues me largo.

Me vestí velozmente, con ella retozando por el suelo ronroneando, casi parecía que quería que la pillaran, por que tiraba de mi ropa al ponérmela. Se reía cuando la levanté del suelo, y la alcé por el aire, metiendo el dedo corazón en su coño, y luego al dejarla en el suelo, hacérselo lamer.

-LEONA: está muy rico.

-YO: tú si que estas rica…- la doblé la espalda de un fuerte besó, agarrándola del culo y jugando con sus nalgas. Pensé tenía que decirla algo morboso, antes de irme, no era una amante normal –… mañana te voy a follar sólo por el culo.

-LEONA: como desees – sonrió, gustándole la idea.

De un fuerte azote, me fui casi corriendo. Me pareció ver a su marido, con el cochecito del bebé, a lo lejos, pero no me iba a parar a hablar con él.  Me alejé con el coche, pensando en que  bien o mal estaba haciendo a esa pareja, hasta que me di cuenta que no era asunto mío, si no de ella. Si Mercedes quería jugar, jugaríamos,  ¡Por todos los dioses, cómo follaba!, que aguanté y que lujuria.

Lo que me esperaba no era mejor, era día de prácticas con el coche. Acudí tarde a la cita con las chicas del apartamento, para enseñarlas a conducir. Alicia ya se había ido, y Naira iba a salir, la pillé saliendo en tanga y sujetador del baño, pero por primera vez, no se sonrojó ni se tapó. Era estúpido, ya la había visto, y dormido con ella, desnuda. Me besó peligrosamente cerca de los labios, venciéndose sobre mi pecho,  lamentando perderse la clase, y se alejó a vestirse.

Entré de golpe en la habitación de Lara, estaba totalmente desnuda, secándose con una toalla. Al verme se asustó, pero se recompuso jugando sus bazas, sus enormes tetas, pero no hacia falta, iba más caliente que ella. Mi sesión con la leona había sido buena ¿Pero sólo tres  polvos? Necesitaba más,  y Lara me lo leyó en la cara.

-LARA: hoy no habrá clases, ¿No?- cerré la puerta tras de mí.

-YO: no.

Asalté su cuerpo, me recibió de brazos abiertos, besándonos. La tumbé en la cama, agarrando sus enormes tetas y lamiéndola los pezones, a  los tres minutos ya estaba con el coño mojado, y yo con el rabo fuera. Me rodeó con las piernas y la penetré demasiado, rozando su útero, medí bien, y ahora sí, comencé a follarla.

Su cara era de estar en el cielo, de nuevo me tenía follándola, hundiendo mi monstruosidad en ella, mientras mis manos y mi lengua la atacaban las tetas. A la media hora gritaba tanto que esperaba que Naira se hubiera ido, me daba vergüenza ajena como chillaba, pero ver sus enormes, y bien puestos senos, vibrando como un flan, me volvían loco. La besaba para acallarla, pero si lo hacía, la dejaba sin aire. La levanté, pegándola la espalda a una pared, y continuaba penetrando con cuidado de no pasarme, con ella golpeando la pared, absorbiendo mi energía. Sus orgasmos se perdieron en mi cabeza, a partir de seis dejé de contar, solo con trabajarla un poco los pezones se volvía loca.

Me corrí llenado de semen su interior, era increíble que aún me quedara después de los dos días que llevaba, pero casi un mes y medio sin follar, desde que Casandra se fue,  me tenían bien cargado. La dejé sobre la cama, pero resbaló quedando “rezando” sobre ella. Me arrodillé detrás de su cuerpo, amasando aquellas preciosidades que tenía por pechos, y mi polla reaccionó. Se puso dura metiéndose entre sus muslos, metí mis dedos en su coño y la acaricié el ano, jugando con él, sus suspiros se aceleraron, quería negarse pero lo deseaba, ella misma me lo dijo el fin de semana con, por entonces,  Lola.

Apunté a su ano y le penetré de tres fuertes estocadas, se aferró aún más fuerte a las sábanas con cada una de ellas, mientras yo le daba palmadas en los pezones, no  los pellizcaba, solo acariciaba. Lara estaba roja y compungida, pero ya me la estaba follando, levantándola las rodillas del suelo con cada arremetida. Un volcán en erupción salió de su coño con el orgasmo anal, y gritó tan fuerte que alertó a alguien. La puerta se abrió de golpe, y aluciné al ver a Mara, la hermana de Alicia que se había mudado a ese piso,  con los ojos  abiertos,  mirando como Lara chillaba al meter mi rabo en ella. No sabía que estaba en casa, o quizá ya se había hecho tarde, pero me daba igual,  no iba a parar,  ahora mis ojos estaban clavados en Mara, con la mano en el pomo sin saber que decir.  Lara chillaba,  parecía pedir auxilio unas veces, y otras gozar, así que Mara se quedó allí,  parada, mirando, y yo me fijaba en ella. Eso me puso más cachondo aún, y me puse en pie, cogiéndola de  las piernas a Lara, y tumbándome en la cama boca arriba, con ella sentada encima mía, como si fuera un juguete, follándola el culo, dejando un primer plano de mi falo enorme apareciendo y desapareciendo en Lara, a la intrusa de la puerta.

Sentía por momentos que  Mara iba a salir y cerrar la puerta, y en otras que se uniría a nosotros, pero no hacía nada, solo miraba. Le regalé un orgasmo anal de Lara,  que se quedó inmóvil respirando con dificultad, y al correrme salí de ella y Lara por instinto muscular buscó mi polla para tragársela. Tenía los ojos cerrados, y creo que no había visto a Mara, pero le dejó ver como me la chupaba. Fue cuando me percaté de que Mara iba en bragas, y una camiseta vieja encima que apenas le tapaba el vientre, por lo que sus pezones duros destacaban sin sujetador bajo la tela, y con una mano firme en el pomo, estaba acariciándose con la otra en el ombligo, cerca de la línea elástica de la prenda intima, frotándose los muslos entre sí. Lara sacó mi semen, y se lo tragó, como bien enseñada que estaba.

La dejé acostada en la cama, por que Mara había reaccionado y se había ido. Lara estaba agotada y jadeando, pero aferrada a mí, con miedo a que me fuera. Me costó soltarme de ella, tenía curiosidad por Mara, ¿Que estaría haciendo?, Ya era la segunda vez que yo sabía que me había visto follar, contando la del fin de semana antes de empezar con Casandra. Además quería saber si había alguien más en la casa. Me puse los slip por tener algo de decoro, y fui buscando y preguntando,  me encontré a Mara en la cocina,  de espaldas, apoyada en la encimera, parecía temblar tomando un vaso de agua.

-YO: hey, ¿Qué pasa?

-MARA: ah hola…- sonrío sin mirarme.

-YO: no te he saludado, te pregunto…¿Qué te pasa?

-MARA: ¿A mí? Nada  - me acerqué a ella por detrás, hasta que se estremeció al sentir mi presencia a escaso espacio de ella.

-YO: nada no, no te hagas la boba,  has estado mirando un buen rato.

-MARA: no seas payaso, solo he mirado por que oía gritos, pero nada más.

-YO: te has quedado mirando hasta el final…- mis manos pasaron por sus muslos desnudos, los apartó con una mano sin darse la vuelta aún - …y te ha gustado.

-MARA: no,  para, no he visto nada – me pegué a su espalda, dejando que mi polla descansara entre sus nalgas.

-YO: ya, como el fin de semana aquel, al menos hoy has tenido mejor plano - se giró sorprendida.

-MARA: yo…no…ósea…no vimos nada – me pegué tanto a ella, que mi polla se rozaba con su vientre y la parte alta de sus bragas, doblándola la espalda contra la encimera.

YO: ¿Vimos?, ¿Quien más estaba contigo?, ¿No me digas que Alicia también miró? - me hacía el tonto para tenerla descolocada, ya sabía, por las grabaciones, que habían mirado.

-MARA: no…ella no vio nada…ni yo…vamos que…- le aparté el poco pelo medio largo que tenía en el cuello, besándoselo,  estaba nerviosa y confusa, me reía por que nunca la había viso así, era un mujer fría y seria.

-YO: la próxima vez, te aviso con tiempo para que lo veas todo – me alejé de ella, dejándola aturdida y descentrada, con el vaso de agua vibrando en la mano. Yo ya tenía sexo suficiente por hoy, y a Mara la quería destrozar cuando cayera,  que ahora sabía que sería pronto.

Al marcharme, me fui a casa, y comí algo por primera vez en todo día, que no era producido por el sexo. Me di un chapuzón en la piscina climatizada, y me acosté agotado y feliz.

Los días se sucedieron igual, por la mañana curso, iba a comer al piso de mi leona,  y para follarla un par  de horas, me pasaba la primera  de ellas comiéndome sus senos lactantes. Luego acudía a las clases de conducir con las universitarias, la mitad de los días no  había clase, y me follaba a Lara degustando sus majestuosos pechos. Naira o Mara estaban en casa, si no las dos, y escuchaban gemir y gritar a Lara, pero ninguna se atrevía a mirar. Le dejaba el coche a Alicia, para que fuera cogiendo práctica,  y no tenerla en casa mientras Lara retoma mi cuerpo, aunque era lista y sabía lo que pasaba. Al acabar con Lara y sus pechos, me iba a casa a descansar. El  fin de semana lo pasé en casa descansando, y cogiendo fuerzas.

 

Alexis – Una jefa implacable.

Llegó el lunes y ya habíamos pasado el curso, lo tenía todo más o menos memorizado, y si no,  tenía los apuntes, un galimatías que sólo entendía yo. Luis nos hizo un examen, y todos, salvo Pamela, aprobaron. Aún así, la firmaron el contrato, entendí que no hacía falta que ella vendiera, con estar presente con otro vendedor, ya tendría a todos los varones más pendiente de sus senos que de la explicación, y tenía un tono de voz agradable.

-LUIS: bien, ahora que vamos a empezar os dividiremos, vais a hacer de todo un poco con algunos de mis compañeros, y depende de cómo os vean, os pondremos con teléfonos,  en la calle o ambas cosas, bien os presento a los tres superiores que os vamos a coordinar, yo llevo la centralita de teléfonos aquí, mi amiga de ira fácil …––  señaló a la hermosa joven de piel blanca -… se llama Alexis,  lleva los mixtos, y mi bella compañera… – señaló a la feúcha entrevistadora–… es Encarnación, lleva toda la venta en la calle y a puerta fría.

Nos saludaron, y nos comentaron como funcionaria todo. Obviamente le presté más atención a Alexis, pasé de tenerla pánico en las entrevistas,  a fijarla como objetivo. Es lo que hacía descargarme a diario con mi leona y Lara.

Alexis se movía de forma elegante y con clase, tendría unos 28 años, estaba de pie, hablando de cómo se harían las cosas con ella. Su cuerpo era fino y delgado, podría rodear sus piernas y brazos con las manos, unos tacones altos la estilizaban la figura, con una falda ajustada negra por debajo de la rodilla y una camisa con chaqueta de vestir por encima. Su ondulado y largo pelo me gustaba,   era morena pero con reflejos rojizos,  le agraciaba una cara algo rígida en los rasgos,  y con unos pómulos altos y sobresalientes. Sus ojos parecían negros, pero tenían una luz avellana muy bonita. Apenas maquillada, con ese tono de piel tan blanco, se notaria mucho, solo unos labios rojos brillantes destacaban, pero la embellecían, y una ligera sombra de ojos o algo de colorete para realzar los pómulos. Tenía lo que se llama una cintura de avispa, para luego salir disparados unas amplias caderas y un pecho turgente, con aspecto de Pin Up de los años 60. Estaba tan perdido en su figura, que debió percatarse y dejó la explicación.

-ALEXIS: oye, ¿Te pasa algo?

-YO: no, nada, es que es mucha información.

-ALEXIS: ya, pues ponte las pilas … – chasqueó los dedos –… por que como no me rindas ahí fuera, te mando a la puta calle.

-LUIS: bueno, cálmate mujer, solo se ha despistado.

-ALEXIS: no me gusta, es un novato, un crío que se cree que lo sabe todo – todos se miraron incrédulos, pero yo ya sabía que aquella mujer era una depredadora, la había visto dar voces  entre los pasillos esos días.

-LUIS: ya lo veremos, está aquí por que yo lo elegí, así que deja el tema, y continua  – Alexis suspiró exasperada, tenía ganas de decir más, pero Luis puso un tono seco, y debía de ser superior a ella en el escalafón, así que prosiguió su presentación.

Al acabar, nos dividieron, y yo me quedé junto a  Pamela y Penélope,   con Luis, en las llamadas por teléfono. Nos dieron un argumentario, un listado de números, y nos pusimos a ello. Encarnación planeaba una ruta pro las calles, con Hugh y Kate, mientras coordinaba todo con un grupo mayor de  Alexis, que estaba con Jessica y Cameron.

Los de Encarnación elegían una calle,  y se la pateaban, a puerta fría, pisos, edificios,  locales….etc. Mientras que los de Alexis, hacían llamadas hasta tener suficientes visitas a una zona, y se iban allí a vender, cara a cara. De inmediato, con el paso de los días, me di cuenta de que el mejor grupo, era el de Alexis, algo así  como la élite. Podías pasarte 7 horas llamando por teléfono, y no conseguida nada, o ir a puerta fría por las casas y los locales y no lograr nada, como me pasaba a mí, aunque sin presiones por ser nuevos, y nos dejaban de lado para que aprendiéramos, pero me jodía no empezar a vender.

Al llegar mi turno junto al grupo de Alexis,  nos pasaron a un habitación “vip”, dónde al entrar parecía un club de modelos, no había una sola persona fea o mal arreglada. Estaban tirados,  de risas,  charlando de cosas mundanas, de forma desenfadada. Estaban dos o tres horas llamando a posibles clientes a visitar, y cuando tenían varios en x zona, iban en parejas a esa zona. Sí tenían suerte, hacían una o dos  ventas, y ya habían cumplido el día, ni regresaban a la oficina, o a las 12  de la mañana, ya dejaban de trabajar. Tenía claro que eran los mejores, los que más vendían, y por lo tanto, a los que dejaban trabajar a su manera.

Me desahogaba con mi leona y Lara de las tremendas broncas que me caían de Alexis. Me tenía enviciado, y que no llevara ninguna venta por teléfono, o pateando calles, la mosqueaban, pero me mandó con otro compañero a un zona a la que tenían vistas, y al volver trajimos tres ventas. El compañero llevaba la voz cantante en dos  de ellas, pero la tercera me la hice yo solo, le debió decir algo bueno de mí a Alexis, por que al día siguiente me puso con ella, “Ven guapo y bien vestido,  o no vengas” me dijo.

Acudí con el traje de Eric, que me quedaba de cine, hasta al verme sonrió complacida. Yo era una mera mascota a su lado, acompañándola mientras se contoneaba por la oficina, y llamaba por teléfono, yo sólo cogía las notas que ella me indicaba. Me deleitaba con mis compañeras, y sobretodo con Alexis, hoy iba especialmente provocativa, con un vestido rosa chicle muy ajustado y un sujetador prieto con un escote bastante elegante, mostrando lo justo de unos senos que rebotaban sobresaliendo al caminar, con la falda acabando por la mitad de sus muslos, con una chaqueta de vestir por encima.

-ALEXIS: bien, ya tengo bastantes en la zona oeste, podemos ir allí y echar la mañana, quiero ver como te mueves.

-YO: por mi perfecto.

-ALEXIS: ¿Tienes coche? Por que  pagarnos un taxi ida y vuelta no es rentable y con estos taconazos no puedo andar mucho – se agachó, mostrándome sus senos ampliamente, cruzándose de piernas sensualmente,  acariciándose los tobillos con las manos, y se apartó el pelo para dejarme buena vista. Yo sonreía al darme cuenta de que me estaba “vendiendo algo”, y esas eran sus armas. Caí “inocentemente”,  siendo consciente de  lo que estaba haciendo.

-YO: si…te llevo yo…sin problemas – le añadí una pausa, para parecer más hechizado de lo que estaba, se incorporó dando un bote para que sus senos tardaran en reajustarse, sonriendo de una forma agradable, dulce, y falsa, “Ahora ya sé la cara que pone cuando logra  algo que quiere”.

-ALEXIS: bien, pues en camino – Se reía al caminar, conmigo detrás, lo mismo se pensaba que me tenía en sus manos.

Fui a por mi coche, dejándola en la esquina del trabajo, con esos tacones tampoco podía caminar demasiado, y no sin que al menos cuatro  coches la pitaran, y alguno le soltara alguna guarrada. No se podía quejar, estabamos a 15º grados e iba enseñando más pechuga en un pavo.

Al recogerla, y sentarse finamente en el coche metiendo su culo primero, me percaté del tanga en su vestido, tan ajustado, que se marcaba, y me esforcé por centrarme en la carretera y no en sus senos vibrando del movimiento del coche, o el roce de mis dedos en su pierna al cambiar de marcha. Al llegar al primer sitio, yo ya  iba derecho al piso.

-ALEXIS: ¿Dónde vas? vamos a desayunar algo, ¿No? – su tono no era una pregunta, ya se encaminaba a una cafetería, “Me tengo que hacer de su grupo como sea”, pensé, no solo trabajaban cuando, o como,  querían, si no que encima se iban a desayunar en vez de trabajar.

Alexis era increíblemente sutil, apartarse el pelo cuidadosamente del escote,  al pedir al camarero agacharse a escoger un bollo,  algo dubitativa ante el dependiente, un cruce de piernas lento para el de la barra, o al ir a pagar, sujetarme el brazo con delicadeza diciendo un “No, pago yo”, con los ojos torneados poniendo morritos. Eran detalles sutiles, que para el ojo no entrenado, pasaban como gestos normales, pero no lo eran. Al dependiente le sacó ir a la cocina y traerla un bollo recién hecho, al camarero le sacó que no nos cobró más que lo mío, borrando lo que ella había tomado,  y yo fingí de nuevo caer a sus pies, pagando la cuenta. Al salir me empecé a reír de todo, ella me entendía, se pasó todo el desayuno estudiándome con los ojos, y ya intuía, o eso parecía, que yo no era como los demás.

-ALEXIS: bien, vamos al primer sitio, era en ese piso, ¿No? – señaló al bloque de enfrente.

-YO: sí, un señor mayor, parecía interesado en un seguro de vida – tiraba de notas,  aunque lo había memorizado.

-ALEXIS: perfecto, déjame hablar a mí,  tú solo asiente y sígueme el rollo  – se paró enfrente del portal, se metió la manos en el sujetador colocándose las tetas más rebosantes, tiró del vestido para aumentar el escote, y se remangó la parte de abajo  hasta ser casi una minifalda.

-YO: ¿En serio? – me miró con desdén al reírme.

-ALEXIS: esto va así, novato, beneficios y ventas, y lo que más vende es el sexo – se me puso delante, y me quitó la corbata, me abrió varios botones de la camisa, dejando ver el nacimiento de mi trabajado pecho, y me atusó el pelo un poco.

-YO: ¿Y qué voy a hacer yo? – sonreía dejándola hacer.

-ALEXIS: quien sabe, lo mismo está la mujer, y podemos venderla algo, o el señor es gay, da igual, la cuestión es…

-YO: …vender, ya me ha quedado claro – me cogió de  la cara  con una mano, apretando mis carrillos,  como una bisabuela a su nieto.

-ALEXIS: mira al novato, como aprende… – con tono de burla –… ahora cierra la boca, y déjame a mí – llamó al timbre.

Sobra decir que al abrir la puerta casi se le cae la mandíbula postiza al hombre, de un solo vistazo ya le tenía en el bote. Alexis se presentó educadamente, y se identificó como la persona que le había llamado, logró que nos dejara entrar y se ofreciera a servirla algo de beber, a ella, a mí ni me preguntó.

Alexis se sentó, agradeciéndoselo cordialmente, y se cruzó de piernas ajustándose aún más el vestido,  yo estaba de pie a su lado, y le iba dando papeles según se los pedía. El hombre empezó atento a lo que le decían, pero Alexis le desviaba la mirada, no puedo culparle, aún así, no estaba seguro de contratarlo, al ser algo mayor le salía caro. Alexis argumentó con lógica, pero yo ya veía la venta perdida cuando el señor se puso en pie quejándose de que todos le cobraban mucho por ser mayor, pese a tener buena salud. Fue cuando Alexis le enseñó el mismo papel de antes, se sentó a mirarlo, y ella se puso en pie, a su lado agachándose, y señalándole el papel, pero apartándose el cabello para dejarle una primera línea de sus tetas. Al rato se sentó en el brazo del sillón del caballero, rozándole con el muslo en un brazo, la pasaba el brazo por detrás de la espalda acariciándole suavemente mientras hacía bromas sobre lo fuerte y sano que era, y le explicaba los increíbles beneficios del seguro.

A los 5 minutos el hombre ya había firmado una póliza de seguro de vida bastante caro al mes, y que solo cubría fallecimiento natural, no accidentes. Se pasaría al menos 10 años pagando si todo iba bien, y si le atropellaba un coche, no verían un duro sus familiares, y lo que hubiera pagado estaría perdido.

Me sentí mal al salir de allí, “Así son las ventas”, me decía Alexis. Repitió la operación con otros cuatro hombres en las vistas, con sus mujeres delante incluso, con más o menos coqueteo debido al interés real, o no, del cliente, y todos firmaron en menos de 30 minutos. Incluso una mujer convenció a su marido para que firmara, con tal de sacarle a esa señora de encima, ya que no podía competir con un albornoz largo y rulos.

-ALEXIS: ves, así se trabaja, con esto ya hemos compensado tu mierda de inicio, pero no puedo hacerte el trabajo siempre – me dijo al dejar la casa del último señor que había firmado, le vendió un seguro contra incendios, que incluía la piscina de su jardín.

-YO: cuando me dejes alguna libre.

-ALEXIS: ah, ¿Te crees listo?

-YO: no tengo tu escote, pero creo que sí – sonrió sin llegar a ofenderse.

-ALEXIS: muy bien, veamos qué sabes hacer.

Me acompañó al siguiente piso,  se colocó el vestido todo lo recatada que pudo, y cerró la chaqueta, para colmo, al abrir la puerta, un hombre de 35 años apreció. Seguí los pasos de Alexis, y nos invitó a pasar para explicarle el seguro, creo que era de coche, le  expliqué todo de forma sencilla y ágil.

El señor lo entendió, por que me hacía preguntas en caso de que ocurriera x cosa, y se lo rebatía, pero  nuestro seguro  era más caro que el que pagaba, al incluirle un servicio más. Cuando estaba a punto de echarme la venta abajo, ataqué su virilidad con un argumento, más o menos le llamé gallina y poco hombre, con palabras dulces y de seda, explicando que ese servicio era tan vital que merecía la pena, hasta salía barato. No sé como, pero funcionó, firmó encantado, y al salir le di la mano con firmeza, asegurándole que “Un hombre cuida así de su familia”.

-ALEXIS: vaya, no está nada mal, no había pensado nunca que llamar nenaza a un tío  iba a conseguir que firmara.

-YO: por que no eres hombre – reconocerlo chicos, si os dicen que no tenéis huevos para hacer algo, lo que más deseáis es hacerlo, para cerrar bocas.

-ALEXIS: muy bien, creo que  por hoy ya hemos terminado.

-YO: pero si aún son las 12:30, nos queda gente en la lista…- sonrió, regresó su mirada de “corderito”, y se me acercó contoneándose,  sujetándose de la solapa de mí traje.

-ALEXIS: no me voy a pasar más tiempo con estos tacones dando vueltas por ahí con un novato como tú, llevamos seis ventas en siete visitas, estoy cansada y dolorida, ¿No querrás hacerme sufrir? Llévame a casa – de nuevo usaba sus senos, rozándose contra mi pecho, se había vencido sobre mí, levantando una pierna de forma erótica, para mostrarme cuanto le dolían los pies, y de paso frotarse contra mi torso, alzando la mirada como un cachorro.

Era muy buena, mi cabeza me pedía a gritos obedecerla, cogerla en brazos y llevarla a su casa en brazos si hacía falta, deseaba cuidarla, ansiaba protegerla con mi vida, y todas esas estupideces que se nos pasan por la cabeza a los tíos cuando una mujer agraciada se muestra así con nosotros. Pero yo no era una venta, pensé que sería un buen momento, como cualquier otro, para plantarle cara a esa mujer.

-YO: déjate de juegos, no estoy aquí para tus tonterías de zorra presuntuosa, vengo a trabajar – casi se cae de bruces al suelo al escucharlo, se apartó ofendida.

-ALEXIS: oye, a mí no me hables así.

-YO: pues céntrate  y ponte a andar, nos quedan tres casas  – me importaban una mierda las casas, y las ventas, como ella decía, las que habíamos hecho eran suficientes para cubrir no el día, si no la semana, pero la iba a dejar claro que sus juegos no servían de nada contra mí.

-ALEXIS: no voy a ir, así que nos vamos al coche, ahora -   se cruzó de brazos, reafirmándose.

-YO: como quieras, el coche es mío, y tengo las llaves, me voy a esas casas, si quieres, ven, si no, quédate ahí bien quitecita  – antes de poder oír su respuesta, eché a andar, la escuchaba de fondo casi gritar, pero yo me reía.

No me siguió, y de las tres casas, hice una venta, y en una de ellas, si hubiera estado a mi lado, hubiera caído otra, el tío era un baboso impresentable que con solo verla, hubiera firmado su propia defunción sin enterarse. Al volver, la vi apoyada en mi coche, sentada sobe el capó, cruzada de brazos y moviendo el pie de forma ansiosa.

-ALEXIS: ¡Maldito cabrón, ¿Ya estás contento? Estoy congelada! -  estabamos a unos 14º grados, e iba muy ligera de ropa.

-YO: haberte vestido más – me reía al ver la furia en sus ojos.

-ALEXIS: ¿Pero tú de que vas chaval? Voy  a hablar con Luis, para que te eche.

-YO: perfecto, dile de paso que he vendido otra póliza más…sin ti – abrió los ojos, y me arrancó la carpeta de la mano.

-ALEXIS: no jodas, ¿Que has hecho? - leía atentamente el documento.

-YO: pues magia – me senté a su lado, apoyado en el  coche.

-ALEXIS: vaya, por lo visto no eres tan inútil  – se levantó, analizando la póliza.

-YO: bonito culo – se giró con rabia, pero me vio pasando el contorno del dedo por la figura,  en forma de corazón,   marcada de su culo en el coche,  que se desvanecía en el metal.

-ALEXIS: eres un guarro.

-YO: y tú una fresca, pero vendes bien, y por lo visto yo también.

-ALEXIS: un par de pólizas tú solo no te hace buen vendedor.

-YO: dame tiempo, o si no, habla con Luis para que me eche, sin duda le gustará oír como me dejaste solo y te negaste a seguir trabajando.

-ALEXIS:  no te creerá – sonrió de forma tenue.

-YO: a mi no, pero seguro que si hablamos con los clientes, y les preguntamos si estabas, le dirán que no, es difícil no recordarte  – fue a hablar, pero se vio pillada.

-ALEXIS: Luis no les molestará con esta chorrada...

-YO: ya viste como me defendió el primer día, le caigo bien, y soy convincente  – cerró la carpeta de golpe, y se cruzó de brazos,  no sin antes apartarse el pelo detrás de la oreja, pensativa.

-ALEXIS: está bien, no le diré nada…– caminó hacia mí, señalándome con el dedo –… pero no me vuelvas ha dejar tirada.

-YO: hecho, si tú dejas de usar tus artimañas conmigo, tus escotes y encantos tendrán locos a estos palurdos, pero yo no soy así, ¿Estamos? – extendí mi mano para dársela, me miró fingiendo sorpresa, pero ahora ya tenía conformación de que me había dado cuenta de todo.

-ALEXIS: hecho, aunque no puedo decirte que no se me escapen, los llevo dentro ya – sentí su delicada mano apretando la mía, con muy poca fuerza.

-YO: podré sobrevivir – sonrió, y por primera vez creo que fue sincera, me parecía que me había ganado su respeto, o al menos, que no me despreciara.

-ALEXIS: ¿Nos vamos ya? Estoy helada…– me quité la chaqueta y se la puse por encima, su mirada dibujaba una hilaridad –…¿Quien usa sus artimañas ahora? – aspiró el olor de mi colonia, con una mueca alegre en el rostro, si yo la tenia calada, ella a mi más, mi primer intento de acercamiento lo había visto venir.

-YO: solo soy educado, anda, sube al coche – disimulé.

Nos fuimos directos a su casa, al preguntarla por cómo había ido a trabajar, me dijo que tenía un “amigo” que la acercaba a diario y la pasaba a recoger. Al insinuar  si era su novio, dijo que no, que solo eran amigos, y ella no tenía pareja, pero fue una toma y daca. La conversación aparentaba ser cordial, pero indagábamos en la vida del otro.

Entendí que su amigo era un imbécil que había caído en sus redes, y le tenía de esclavo. Me hizo gracia por que vivía a cuatro calles de mi casa, se despidió con dos besos sacando pecho, acercándose peligrosamente, al instante se lo bajó con la  mano, disculpándose.

-ALEXIS: es que me sale solo – retrocedió, sin alejarse del todo.

-YO: no pasa nada, mientras no me la juegues, nos llevaremos bien  – sonrió devolviéndome la chaqueta.

-ALEXIS: pues nos vemos mañana…- jugaba con las llaves en la mano, pensativa, luego me miró a los ojos tratando de leerme la mente - …le voy a pedir a Luis que te asigne a mi grupo – sonreí por dentro, le había ganado la primera batalla.

-YO: pues será un placer – al apartarse, instintivamente observó mi pierna, y el bulto disimulado,  sería reflejo, pero me miró la polla.

-ALEXIS: hasta mañana -  su cara mostró algo parecido a una chispa, y se bajó regalándome una visión de su trasero, era   de calidad.

Me fui directo a celebrarlo con mi leona, descargando la ira acumulada en su coño, su boca y su ano. Más de 3 horas me tuvo follándola hasta que me cansé. Me dolía la mandíbula de tanto morderla, y hasta el hombro tenía mala pinta, con un color verde amarillento. Me fui directo a casa a descansar, pasando de Lara, y de las niñas de ese piso. Había encontrado a horma de mi zapato, Alexis era un tiburón, y yo era otro, y ahora los dos lo sabíamos.

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