Nuevos relatos publicados: 13

MI DON (44)

  • 41
  • 5.118
  • 9,80 (15 Val.)
  • 0

Penélope – Crisálida.

Lo que podría ser un problema, y de hecho lo es para mucha gente desde que empezó la crisis, quedarte sin un trabajo estable en mitad de una “recesión económica”, se había vuelto algo de lo más divertido. Sé que puede resultar cruel para esas personas, pero tampoco voy a disculparme por que me fueran bien las cosas.

Llevaba casi 2 meses trabajando en la venta de seguros, un empleo de tantos como salían de ese estilo, pero gracias a mi atractivo físico, y  mi desvergüenza natural, estaba ganándome algo de dinero extra para mis gastos, y seguir ahorrando.

Como os dije, la situación económica en mi casa era holgada, mi padre trabajaba, mi hermana también, y hasta mi madre se había montado una pequeña guardería clandestina, dónde las ricachonas del bloque de lujo en el que vivíamos le dejaban a sus hijos cuando no sabían que hacer con ellos. Era gracioso oír hablar a esas madres, diciendo que desde que dejaban a los niños con mi madre, se portaban mejor en casa. Más entretenido, era ver a mi madre meterlos en vereda, era como verme a mí mismo con 5 o 6 años, siendo regañado una y otra vez. Verla sentada, observado como hacían los deberes, y hasta los usaba para limpiar la casa si se portaban mal, era divertido, “Pobres críos”.

Así que por esa parte, sin gastos del piso, y habiendo vendido el coche antiguo de mi padre, (por piezas y no es que sacáramos mucho), todos en mi familia ganábamos lo suficiente para vivir sin agobios ni despilfarros, y ahorrar de hecho.

Por mi parte, entre el dinero  que me quedaba de Madamme, y lo que ahorré del supermercado tenia, 50.000€ para cualquier emergencia. Lo ganado ese mes de trabajo, me bastó para cubrir mis gastos, no era ideal, pero así trabajaba en algo y no tenía que tirar de mis ahorros. Eso, de por sí, ya sería bueno, pero lo mejor es que me lo pasaba bien en el trabajo.

Alexis, la jefa de ventas mixtas, como prometió, habló con Luis, el jefe de ventas telefónicas, (y me enteré que supervisor de esa sucursal), para asignarme a su departamento. A Luis no le gustaba que los novatos no trabajaran en todas los departamentos, supongo que tenia sentido querer que aprendiéramos de todo antes de asignarnos algo en concreto, así que esas semanas me pasaba 2 o 3 días en teléfonos, luego vendiendo en la calle, y otros días en mixto con Alexis, rotando con mis compañeros.

Hugh, el otro varón de mi “promoción”, era un desastre en ventas telefónicas, pero siempre que era en persona, ya fuera en mixtos o calle, se lucía, imponía un respeto sólo con su presencia y su voz grave. Cameron y Pamela demostraron que por teléfono eran muy buenas, sobretodo la voz dulce y acaramelada de Pamela, quien lo diría, cuando lo que mejor tenía era un escote y presencia increíbles para sus casi 50 años. Mientras, Cameron desprendía una alegría natural que te enamoraba oír por teléfono. A Kate le pasó lo mismo que a mí, Alexis la pidió para su departamento, aunque hacía ventas dónde la pusieras, sus ojos verdes arrasaban en las ventas mixtas. A la pobre Jessica la echaron a las dos semanas, hizo una sola venta, y no la perdonaron pese a que se rumoreaba que le había tirado los trastos a Luis, desesperación supongo. Penélope estaba en la cuerda floja, hacia una venta al día, pero muchas veces eran de bajo nivel, y estaba por tener un par de días malos, y que la echaran.

Yo no hacía tantas ventas por teléfono, hice  algunas, pero no se me daba bien, necesitaba tener a la persona delante para leer por dónde tirar. En la calle, con Encarnación, me iba mejor, incluso alguna venta mía se la pasé a Penélope para que, al menos, tuviera una. Era parte de mi plan de tirármelas a todas, no os confundáis, mi Leona y Lara me tenían feliz, pero no podía evitar desear a otras, y ya había perdido la oportunidad con Jessica antes de que la echaran.

Penélope era tan tímida que le costaba hablar con gente desconocida, pero me caía bien, así que la ayudaba con la esperanza de que se sintiera en deuda,  aparte, por que así mi número de ventas en calle era inferior a las mixtas, y así me pusieran con Alexis,  mi objetivo real.

Daba igual con quien fuera yo en las ventas mixtas, todos eran igual, trabajan a su manera, sin la frialdad de un teléfono o el “A,B,C” de la venta desde 0 a puerta fría. Ninguno de los compañeros que me pusieron en mixtas, vendía como Alexis, supongo que por eso era la jefa, pero todos eran muy hábiles, usando psicología, sexo o argumentos, cada uno tenía su manera, o improvisaban. Me gustaba aprender un poco de todos ellos, pero siempre era muy liberal, muy anárquico, sin prisas y más como colegas que como trabajo, y me atraía mucho esa forma de trabajar desenfadada.

Respecto a mi vida sexual no tenía queja. Más tarde o más temprano, salía de trabajar para   acudir a comer a casa de mi leona, y follábamos con cada idea depravada que se me ocurría, siempre sacándola mi ración de leche lactante de sus pechos, fue un ritual delicioso. Volví a ciertas páginas web en busca de ideas para seguir con el juego de dominación con mi leona, algunas me parecían demasiado denigrantes, pero cuando me quedaba sin recursos, recurría a ellas, y mi leona se mostraba encantada. Daba igual cuanto la menospreciara, si la mordía el hombro, ya endurecido de tanto hincar los dientes, podía pedirla lo que fuera. Su pobre marido cada día me importaba menos, era un cornudo y un payaso para mí, tener a semejante hembra y no disfrutarla era casi un pecado. Una de las pruebas fue que se grabara con una de mis cámaras haciéndolo con su marido, para después imitarle, pero siendo yo quien la follaba. La comparación era tan desigual que la humillación a su marido la puso aún más caliente.

Después de dejar a mi leona medio ida, normalmente acudía al piso de estudiantes con las chicas. Me sentía cómodo allí con ellas, seguía dándolas clases de conducir que ya no necesitaban a Lara y Naira, pero me gustaba. Alicia también se venía, pero últimamente salía con un grupo de chicos de la universidad, y me dijo que andaba detrás de un chico bastante mono. Me alegré mucho por ella, aunque en el fondo tenía un sentimiento de sobre protección o recelo, ¿Pero quien era yo para negarle seguir con su vida? Así que la di mis bendiciones, aunque no me las pidió, ni yo tenía potestad para dárselas.

Si estaba despejada la casa, Lara y yo nos dábamos a lo bestia. Me tenía que contener cuando la metía por su coño, para no rozarla la pared del útero, pero en ese mes ya tenía su culo más que dominado, y gozábamos de largas sesiones anales. Seguía gritando como un cochinillo, pero ni rastro del dolor de antes, o si lo había, lo gozaba. Además “inventé” una nueva posición con ella, a 4 patas metiéndosela por el culo, pero le cogía los brazos como riendas de un carro, teniéndola en vilo, con sus enormes senos colgando lo justo para que se movieran, pero rozando con los pezones en la cama, lo que la volvía loca y la hacía correrse sin parar. Por motivos obvios, cuando estaba Alicia en casa no hacía nada, pero si estaba sólo Mara, me incendiaba con la pobre Lara, para que el sonido de sexo,  sus gritos y los míos, se le metieran en la cabeza.

Los fines de semana, quedaba con mis amigos Teo y Manu, y alguna vez salíamos todos juntos con las chicas del piso de estudiantes, no era como antes de mis cambios, pero me divertía. Lara se ocupaba de mí sin problemas, y hasta algún iluso, puede que hasta la propia Lara, crea que estabamos saliendo, pero no era sí. Lara me caía bien, y se dejaba follar con gusto, hasta sus pechos son de lo mejor que he tenido entre mis manos, pero nunca la amé, y no empezaría ahora. La forma tan sumisa de ser conmigo de Lara, me hacía verla como una mascota, no como una mujer digna de mi corazón.

Esas Navidades pasaron tranquilas, nada a destacar, y fue Lara la que me mantenía cubierto. Mi Leona estaba con su marido y su hijo,  y la verdad, me estaba cansando de estar a escondidas con mi leona. Sí, tenía cierta dosis de riesgo y aventura al tener un marido, pero ni el sexo animal y brutal que manteníamos valía para compensar tener que vernos a escondidas cada vez.

Por lo tanto, acortaba las visitas a su casa hasta ser casi nulas, y me pasaba gran parte de aquellas fiestas en la casa de estudiantes, salvo las fiestas que se celebraban en mi ático, o mejor dicho, el de mis padres. Fue pasadas las festividades cuando empecé a maquinar cómo  llevarme al huerto a media oficina. Como me suele pasar, si no tengo un objetivo me aburro, me siento perdido, necesitaba un estimulo, y el mío era que cayeran todas las chicas del trabajo.

Jessica ya no estaba, pero aún quedaban Cameron, Penelope, Kate y hasta me daba morbo Pamela, pese a su piel arrugada y estirada de la cirugía, más que por ella sola, era por ganarle la partida a Hugh que iba detrás de ella según decían. Y cómo no,  la guinda del pastel,  Alexis, una vendedora implacable, cruel y déspota. Ya os conté que en nuestro primer flirteo tuve que descubrir mis cartas para que ella dejara de mangonearme, y me tomara en serio. Fue una buena jugada, por que no muchos hombres la hablarían con esa dureza y franqueza, pero me dejaba sin opciones claras de sorprenderla más adelante. Que Alexis  fuera una depredadora, era obvio para cualquiera que la viera  5 minutos seguidos, pero ahora ella sabía que yo también lo era, o al menos, lo suficientemente fuerte como para no solo no caer en sus juegos, si no tirárselos a la cara.

Pero  dejaría a Alexis para el final, sería el último partido de una liga muy larga. El primer objetivo debía de ser la chica más fácil, que a mi entender era  Cameron, era la candidez y la dulzura en persona, tan alegre como inocente. Sin duda era la mejor opción, si no fuera por que tenía novio,  era muy guapa y con esa personalidad no era raro. Así que fui  a por la segunda de la lista. Penélope, era muy tímida, y eso la hacía vulnerable, y a la vez de difícil acceso, le costaba soltarse, pero conmigo tenía un buen rollo natural. Se sentía agradecida por las ventas que yo le cedía, y era de los pocos de la oficina con los que hablaba, además, era muy posible que la echaran en cuanto decayera lo más mínimo en las ventas, tenía que darme prisa.

Tuve que esperar, para que en una de las rotaciones me tocara algo con Penélope, en la calle con Encarnación. Nos dividían en parejas y te pateabas una calle para vender seguros pro casas o locales. Hice pareja con ella, y nos metíamos en los locales o las casa a vender, yo llevaba la voz cantante, y gracias a su presencia femenina, mi corpulencia no asustaba tanto a una señora que abriera la puerta sola en casa. Yo intentaba, más que vender, meterla en la conversación, pero era monosilábica. Apenas participaba Penélope, vendí unas cuantas, y  al tener un número de ventas decente, y aún quedarnos unas horas para el punto de regreso, la invité a un café para charlar y resguardarnos del frío.

-YO: vas muy elegante hoy…- se lo dije con sinceridad, un traje de vestir azul marino con zapatos altos, pantalón campana y chaqueta a juego,  con una blusa blanca ligeramente escotada, con una coleta de carácter serio en su espesa melena oscura, y con unas enormes gafas que le daban un aire agradable al rostro, con unos profundos ojos negros.

-PENELOPE: gracias…- lo dijo al levantar la vista de la mesa dónde se había sentado, estaba algo abrumada - …tú…tú también…- pura cortesía,  ni se había fijado en mí.

-YO: no te sulfures mujer, ya remontarás…- la acaricié el codo apoyado en la mesa, algo que le sacó una sonrisa leve.

-PENELOPE: es que no sé que me pasa, me lo sé todo, recuerdo las técnicas y qué cosas decir, pero llega el momento y …y me bloqueo.

-YO: son nervios, le pasa a mucha gente.

-PENELOPE: ya lo sé, si en el colegio me pasaba igual, en los orales no daba una, pero no me lo puedo permitir aquí.

-YO: es cuestión de soltarse, tratarles a los clientes como amigos desde la primera vez.

-PENELOPE: ya, es fácil para ti, pero a mí me cuesta mucho……

-YO: ¿Y por qué crees que es fácil para mí?

-PENELOPE: por que eres listo, seguro, impones, no sé…eres tan abierto…yo no pudo ser así.

-YO: ¿Crees que no eres lista o segura? – torció el gesto.

-PENELOPE: no…bueno, sí, soy lista…

-YO: y muy guapa – aseveré, ella esbozó otra sonrisa.

-PENELOPE: ya, pero no como tú,  al hablar se te ve tan tranquilo y tan concentrado,  conectas con la gente… y yo no tengo eso.

-YO: eso es por que soy un desvergonzado.

-PENELOPE: ya te veo, y no sabes como te envidio.

-YO: no me tienes que envidiar nada, sacarías más ventas que yo si te mostraras así de abierta,  como ahora conmigo,  con los clientes.

-PENELOPE: pero no es lo mismo,  a ti te conozco.

-YO: no habremos pasado ni un día juntos desde que empezamos, y ya me tiras piropos y todo – sonrió de forma leve, tapándose los labios con la mano a medio cerrar, jugando con la otra mano en una taza de café.

-PENELOPE: no bromees, esto es serio para mí, necesito el dinero.

-YO: no pasa nada, mientras despegas, te puedo pasar un par más de ventas, hoy son cuatro, con eso tiras toda la semana.

-PENELOPE: pero son tuyas…

-YO: nuestras, hemos ido juntos, y en la última me has ayudado con el tema del seguro de casa que no me lo sabía – era verdad.

-PENELOPE: pero tú has hablado con los clientes mientras yo asentía como un loro amaestrado, no es justo para ti.

-YO: son tuyas, y así se las voy a pasar a Encarnación, yo ya tengo para cubrir el mes – su mirada era una mezcla de decepción y gratitud, quería seguir negándose, pero realmente necesitaba el dinero.

-PENELOPE: muchas gracias, de verdad que te las devuelvo en cuanto…puf…o sé ni cuando – me cogió de la mano con delicadeza, la acaricié con los dedos.

-YO: no te preocupes, que sería de un caballero si no ayudara a una dama en apuros.

-PENELOPE: que bobo, pero no puedo aceptarlas sin más, eso es caridad… ¿Y si me enseñas?

-YO: ¿A vender?

-PENELOPE: claro, se te da bien, puedes enseñarme trucos… – puso la espalda recta, atenta –… dime, ¿Qué puedo hacer para mejorar?

-YO: no te puedo enseñar a vender con trucos, como dices ya te los sabes, y los seguros los conoces mejor que yo, ya lo has demostrado, no es eso lo que necesitas.

-PENELOPE: ¿Y qué necesito, según tú? – vi la primera oportunidad de “meterla mano”.

-YO: tienes que hacer el tonto, y en público.

-PENELOPE: ¿Qué?

-YO: así  de fácil, te sabes los trucos y las pólizas, lo que te impide vender es tener vergüenza,  si dejas de tenerla, la información fluirá por tu cabeza y no te quedarás pasmada.

-PENELOPE: ¿Pero cómo, alguna técnica de relajación o…?

-YO: pufff no me jodas, eso es de gurús baratos y vende libros de auto ayuda…te hablo de  hacer el tonto, sin más, gastar una broma a alguien, tensar  la cuerda, dar vergüenza ajena, y que no te importe.

-PENELOPE: ¿Eso crees?

-YO: claro que sí, venga, empezamos ahora…elige a alguien -  señalé el local.

-PENELOPE: ¿Pero aquí y ahora? - se agachó hablando en voz baja.

-YO: ¿Por qué no? Es un buen sitio.

-PENELOPE: ¿Y para qué  voy  a elegir?

-YO: tú señala a alguien – se le  ponía el rostro amarillo,  mirando a su alrededor.

-PENELOPE: no sé…¿A ese anciano de ahí? – lo señaló con disimulo, un hombre mayor sentado solo.

-YO: está bien…déjame pensar que podemos hacerle…- lo tenía claro, pero debía  que parecer natural - ….ya sé,  sígueme el rollo y no te rajes, ¿Vale? – sonrió bebiendo del café caliente, escondiéndose tras la taza.

-PENELOPE: ¿Pero que le vas ha hacer?

-YO: yo no, los dos, ven, dame la mano…– me puse en pie, y me la dio temblando,  la puse en pie,  y nos “disfracé”. Yo algo más desenfadado, abriendo la camisa y sacándola por fuera de los vaqueros, a ella, por inercia la abrí la chaqueta y le quité la coleta azuzándola el pelo. Penélope se dejaba hacer, estaba tan nerviosa que  la podría desnudar y me hubiera dejado –… bien, ahora nos acercamos y nos sentamos, finge que somos novios, cógeme la mano y habla raro, como mascando chicle  – no la di tiempo a decir nada, la cogí la mano y tiré de ella, andando con zancadas amplias y chulescas.

La di un azote en el culo antes de dejarla pasar y sentarse enfrente del señor, para luego sentarme a su lado negándola el paso, la cogí de la mano pasándola por detrás de su cabeza con los dedos entrelazados.

-YO: ¿Hey, qué pasa abuelo? – mi tono era el justo de…payaso tontaina.

-SEÑOR: ¿Dis…Disculpe?, ¿Nos conocemos de algo? – nos miraba perplejo, Penélope tenía la cara seria, escondiéndose tras el flequillo,  pero seguía el papel.

-YO: pues no sé,  churri, ¿Nos suena su cara? – la azucé con el brazo, para que hablara.

-PENELOPE: pu…pues no sé…su geta no me hace…- sonrió al oírse hablar.

-YO: ya ha oído abuelo, no nos suena de nada su cara, ¿Me entiende?

-SEÑOR: no os entiendo, ¿Queréis algo?

-YO: pues algo si queremos, pero nos da palo pedirlo sin más, no sé, queremos conocerle antes y eso…

-SEÑOR: perdonad, pero estoy muy ocupado, y no tengo tiempo para tonterías.

-YO: puffff muy ocupado dice el vejestorio…- reía mientras le daba un beso en la mejilla a Penélope.

-SEÑOR: un poco de respeto, chaval.

-YO: cierra la boca viejo, que cuando te diga lo que se nos ha ocurrido, te vas a cagar…

-PENELOPE: eso…que no te enteras…yayo – firmó la frase con un chasquido con la mano libre.

-YO: pos eso, escucha, a mi nena y a mi nos molan los jueguecitos y tal.

-SEÑOR: ¿Y a mí que más me da?

-YO: pos a eso voy, mira al ansioso, es que nos ha dado por lo del…ya sabe…probar cosas nuevas y eso, y nos molaria mucho que nos ayudara.

-SEÑOR: no te  entiendo…

-PENELOPE: joe con el tronco, no se pispa…- esta vez fue ella la que, roja de vergüenza, me besó la mejilla casi golpeándome con los labios

-YO: si es que…ajuste el sonotone, que no se entera, a mi nena le mola eso de …los tríos y tal…- Penélope cerró la mano de golpe apretándome la mía,  totalmente asustada, manteniendo la fachada - …y yo por mi nena mato, ¿Entiendes? Si ella quiere polla se la doy, y si quiere droga se la doy, por que la quiero, y si le molan estas cosas…pues se las doy – daba un golpe sobre la mesa más fuerte que el anterior con cada cosa que decía, llamando la atención de todos en el bar.

-SEÑOR: calmante, no hace falta que des golpes, me parece muy bien que la quieras, pero esto no tiene nada que ver conmigo – la cara del señor era un poema.

-YO: pos si que tiene que ver, a mí no me mola que ningún chorbo se meta en mi cama con la Juani …– moví a Penélope para señalar que me refería a ella –… pero si meto a otra en mi cama esta me corta las pelotas…así que hemos pensao que un abuelete sería buena idea, para que no nos pongamos celosos, te hemos visto y nos has molao, así que… ¿Qué me dices? – casi se le cae la dentadura postiza al suelo al pobre señor, y sentía las uñas de Penélope clavadas en mi mano.

-SEÑOR: ¿Pero tú estás mal de la cabeza? – se encolerizó, por que se daba cuenta de las risas de fondo de los demás clientes.

-YO: pero tranqui yayo,  a ver si te va a dar algo, ¿Qué es lo que te molesta?

-SEÑOR: mira….- suspiró profundamente -  …voy a ser educado y no mandaros a la mierda, como os merecéis, a mí no me van esas cosas, gracias por la oferta, pero buscar a otro, eso se hace en privado.

-YO: ¿¡¡Pero no va y dice que no!!?  …-  miraba a Penélope, mezcla de actuación, mezcla para que metiera baza, pero estaba demasiado congestionada, aguantando no reírse – …¿Pero tú has visto a mi Jeni? Mírala qué cara…– le cogía de los carrillos –… y qué labios… – la besé en ellos dejándola blanca – …y por dios,  ¡Mira que tetas tiene!... – se las agarré con tanto descaro que hasta a mí me dio apuro  - …¿Es que la pasa algo a mi Jeni? ¿No es buena para ti? – me puse en pie, encolerizado.

-SEÑOR: no, por dios, no me mal interpretes, es muy guapa, pero yo no…- se puso en pie, dejando el dinero en la mesa mientras las risas del local eran unánimes.

-YO: pero no te vayas tronco, que te lo pido de rodillas… – me arrodillé,  y según se iba le perseguía – …¡¡¡Por favor, no me rompas el corazón, tío!!! – salió casi corriendo del bar.

Al ponerme en pie, alguno hasta seguía grabando con el móvil, yo me estaba tronchando de risa mientras Penélope se tapaba la cara totalmente abochornada. La cogí de la mano,  me miró odiándome sin dejar de reírse, la tranquilicé con la mirada y la puse en pie, mosteándonos a todo el bar, como al finalizar una obra de teatro.

-YO: disculpen si les hemos incomodado, mi nombre es Javier y ella es Lucía, somos actores del teatro Apolo, a la vuelta de la esquina, esto ha sido una mera muestra de lo que podrán disfrutar desde la próxima semana en la nueva obra de teatro que estrenaremos, “Así no se vende”, muchas gracias por su apoyo, y por favor, recuerden, el teatro es vida – tiré de su mano para hacer la típica reverencia.

Mientras todos rompían en aplausos y risas, pagué los cafés, y salimos de allí doblados de risa. A mí me dolía la tripa de reírme, y a Penélope apenas se la entendía al hablar. Nos sentamos en un parque, resguardados del aire frío hasta tranquilizarnos.

-YO: ahí dios mío…no puedo…no puedo más…- me costaba respirar y todo.

-PENELOPE: ¡¡¡¿Pero que has hecho, pedazo de animal?!!!

-YO: el tonto, lo que mejor se me da….dios...no puedo…- lagrimas caían por mis mejillas.

-PENELOPE: ¡¡¿Pero cómo se te ocurre? Pobre hombre, lo que habrá pensado de mí!! – se tapaba la cara doblándose sobre las rodillas.

-YO: ¿Y que más da? – me quería poner serio, pero apenas podía.

-PENELOPE: te has pasado, yo creía…

-YO: ¿Qué te creías?, ¿Que con pedirle la hora a un señor sin reloj bastaría? No, tenía que tirar el muro de un solo golpe, ¿Qué importa que piense de ti? No te conoce, seguramente no volverás a verle en tu vida, ni sabe quien eres.

-PENELOPE: pero está mal.

-YO: ¿El qué?, ¿Reírnos un rato, bromear?, ¿Le hemos hecho algo malo? Ahora se irá pensando que casi se monta un trío contigo… – me empezó a pegar, sin hacerme daño, en un brazo.

-PENELOPE: eso, encima metiéndome mano.

-YO: era para el papel…– “sí, claro” -… mira, da igual como o lo que hagas, no puedes vivir, y menos vender, si te pasas todo el rato pensando en qué opinarán de ti, eso da igual, engaña, miente, omite, usa tu cuerpo y tu mente para vender, se cruel, dulce, amistosa o sobria, invéntate personajes, lo que sea con tal de vender, y si no vendes, te largas y a por otro.

-PENELOPE: pero eso no está bien.

-YO: ya, nadie dijo que sería fácil ni honrado, pero no puedes vivir de encontrarte mágicamente a un tío que justo necesite lo que tú vendes, eso no pasa nunca, has de convencerles de que lo desean, aunque sea mentira.

-PENELOPE: nunca lo había visto así.

-YO: puede que ahí esté el problema, eres una niña buena, tímida e introvertida, y eso no te va a servir de nada para vender…- la cogí de la pierna, acariciadora con suavidad –,,, y perdóname si soy brusco, no pretendía ofenderte, ni hacerte pasar un mal rato – me sujetó la mano en su pierna con delicadeza, levantando la mirada, asimilando  lo ocurrido.

-PENELOPE: lo sé, no pasa nada, y muchas gracias por todo.

-YO: anda, ven aquí y dame un abrazo – me lancé a sus brazos sin apenas darla tiempo de abrirlos, y nos fundimos en un cálido y duradero juego de manos antes de separarme.

Nos reunimos en el punto de vuelta con los demás, y al volver a la oficina, ya tenía el número de Penélope en el móvil.

Durante unos días la dejé tranquila, esperando ver su reacción, me llamaba y me mandaba mensajes pidiendo consejos, y se los daba. En una semana subió como la espuma, siempre que me veía corría a darme un abrazo para decirme lo bien que le había ido, y  no  paraba de decir cómo la había ayudado, Alexis pensó que podría seguir ayudándola en los mixtos, y nos puso juntos para ir a un zona dónde había tres entrevistas. Al salir de trabajar la tarde previa a ese día, insistí en acompañarla a casa con el coche, para hablar del día siguiente.

-YO: pues mañana va a ser duro, son sólo tres visitas, tenemos que volver al menos con una, si no queremos que Alexis nos mate.

-PENELOPE: pufff, ya ves, estoy temblando y todo, no se me dan nada bien las mixtas.

-YO.: ahora vendes mejor.

-PENELOPE: gracias a ti, pero en las mixtas nunca me han dejado hablar.

-YO: es mejor, tú calla y aprende de los buenos, pero va siendo hora de que juegues con los mayores.

-PENELOPE: me alegra mucho de ir contigo.

-YO: y yo  contigo – pensaba que nos alegrábamos de formas diferentes, mientras le acariciaba el rostro con el dorso  de la mano. Cada día aumentaba el roce  para ver hasta dónde me dejaba.

-PENELOPE: ¿Y cómo lo hacemos mañana?

-YO: son pocas visitas, ¿Te paso a recoger a las 10:00?

-PENELOPE: perfecto.

-YO: bien, vamos allí, y nos estudiamos con calma cada caso antes de entrar, una vez dentro, pues toca improvisar, no sabes por dónde te van a salir, ni quien es el que manda, así que necesito varias cosas.

-PENELOPE: dime.

-YO: la primero  es que estés atenta, y que no te quedes bloqueada, no me puedes dejar tirado, así que no te duermas.

-PENELOPE: hecho

-YO: lo segundo es que abras bien los ojos, y reacciones, si tenemos críos dando por culo, juega con ellos y alejados de la discusión, si tenemos a una  pareja, siéntate a mi lado, si está solo, rodeamos para despistar…trucos.

-PENELOPE: bien, esos me los sé.

-YO: y lo último, y más incomodo…

-PENELOPE: no me asustes – la sonreí, apretándola en el muslo.

-YO: puede pasar de todo, y ser cualquier tipo de persona, así que tenemos que acudir elegantes y arreglados.

-PENELOPE: ya lo sé.

-YO: no…tenemos que impactar, dejarles sin aliento y aturdirles para que sean manejables, mañana necesito que vayas rompedora, que enseñes carne o que insinúes descaradamente – se tensó un poco.

-PENELOPE: ya l he visto cuando salen a vender los del grupo de Alexis, pero no sé si…

-YO: mira, no quiero ser borde, pero si mañana la cagamos nos vamos al hoyo, necesito saber que estás conmigo.

-PENELOPE: está bien…haré lo que pueda.

-YO: así me gusta, no te resultará difícil, eres preciosa y estás muy buena – lo dije sin mirarla.

-PENELOPE: gracias…

-YO: no es un halago …– ahora si la miré –… si aciertas vas a tener a cualquier tío más pendiente de tus curvas que de lo que firma, y necesitamos eso, si notas que te comen con los ojos,  regala algo que puedan admirar, no te pases, no eres un puta, solo insinúa, juega, roza, muestra…¿Entiendes?

-PENELOPE: vale, ok.

Al llegar a su casa, la di un fuerte abrazo pasando mi mano por toda su espalda, casi llegando a su culo. Luego la acaricié el rostro mirándola a la cara a escasos milímetros.

-YO: confío en ti, no me falles.

-PENELOPE: no lo haré - asintió con la cabeza, y la di un beso en la frente, sintiendo un suspiro de decepción en ella, había cerrado los ojos y elevado sus labios. Pero la haría sufrir un poco, aunque ya era mía.

Me fui directo a casa de mi leona, ese día necesitaba purgarme, me sentía victorioso, con un arrebato animal. Me follé el culo de mi leona sin parar  dos horas largas, hasta ella se rindió a mi ferocidad.

Me fui a casa a dormir,  al levantarme me puse bien arreglado con el traje de Eric, eso me recordó que tendría que pasarme por su taller, su segunda de abordo me tenía unos trajes nuevos guardados, pero ese día iba arrebatador. Fui a buscar a mi acompañante, y la encontré puntual, con un abrigo largo de vestir, solo dejando ver unos zapatos de tacón rojos, y un peinado muy bonito con una diadema brillante, algo maquillada, con sombra de ojos y un pintalabios rojo fuego, con sus gafas grandes. Estaba preciosa.

-YO: hola guapa, ¿Cómo estás?

-PENELOPE:  puf helada – tiritaba mientras ponía las manos cerca de la calefacción del coche.

-YO: perdona,  ¿Llevas mucho esperando?

-PENELOPE: no, que va, si acabo de bajar.

-YO: ¿Entonces? – sonrió alegre.

-PENELOPE: es que… no llevo mucha ropa – casi se me sale la polla del pantalón, me serené por que iba conduciendo.

-YO: tampoco es ir desnuda.

-PENELOPE: es que no tenía nada tan…sugerente, y le he cogido la ropa a mi hermana pequeña, y me queda un poco …justa.

-YO: está bien….– aparqué, por que no quería tener un accidente –… enséñamelo – se puso roja mientras se quitaba el cinturón de seguridad.

-PENELOPE: pero no te rías.

-YO: sólo quiero ver como te queda – “Como si reírme fuera lo peor que te puedo hacer”

Asintió desabrochando el abrigo, se puso medio en pie y se abrió la prenda. Me tuve que colocar el paquete disimuladamente, era un vestido rojo pasión, al menos dos tallas menos que la suya, los tirantes nacían en su nuca en un nudo y caían por su pecho en dos tiras cubriéndola los senos, mientras seguían bajando cruzándose en su vientre terminado en una falda con algo de vuelo por encima de sus mulos. Se quitó el abrigo dándome la espalda y mostrándome toda su columna vertebral al aire, sin sujetador por que quedaría horrible, y por que era tan ajustado que de por sí, ya se le mantenían bien colocadas, casi aplastadas, pero con el punto rebosante justo.

-PENELOPE: ¿Que tal me queda?

-YO: perfecta, no existe varón que no se quede mirándote pasmado.

-PENELOPE: ¿No me queda algo apretado de pecho? – se las estaba recolocando, por que de moverse se salían por el escote, bien apretadas una contra la otra, aproveché descaradamente para meter mis manos en sus tetas ajustando mejor, soltándolas antes de que se quejara.

-YO: que va, no se salen pero, pero no puedes dejar de mirar por si acaso, bien jugado… – suspiré unos segundos mirándola allí, encorvada, de pie en el coche, con ese minúsculo vestido pegado a su cuerpo - …anda, tápate que si no, no me centro – sonrío cubriéndose, para luego vencerse sobre mi dándome un beso en la mejilla.

Me la iba a follar ese mismo día, no tenía dudas, pero lo primero eran las ventas. Así que conduje hasta la zona de las casa dónde íbamos a vender, sin poder apartar la imagen de Penélope y su vestido de mi cabeza.

Nos quedamos en el coche repasando notas, la primera visita era una venta tirada, una pareja ansiosa por un seguro de hogar. La dije que en este caso se tapara hasta saber si estaba la mujer, eso podría tirarnos la venta abajo por celos.

Al llamar estaban los dos, así que se sentó a mi lado, y me fue ayudando con los temas más técnicos explicando todo con calma y sencillez. La mujer se ofreció a ponernos algo de beber, fui a ayudarla para ver la cocina, y venderle que el  seguro le cubría tal cosa o la otra. Alguna broma simple para hacerla reír, y un ligero contando en el brazo para generar confianza. Al regresar no se percató de que su marido tenía clavada la mirada en el incipiente muslo que se abría entre las dobleces del abrigo de Penélope, para mi gusto demasiado poco enseñaba, pero lo justo para que un varón mirara. Entre los dos se lo vendimos sin problemas, y al salir saltó de alegría sobre mí, dándome un ligero abrazo.

-PENELOPE: ¡¡¡Bien, la primera!!!- chocamos las manos.

-YO: muy bien, ¿Ves como no es difícil?

-PENELOPE: ya, pero te los has ganado enseguida.

-YO: a la mujer, el marido hasta que no te ha visto a pierna no cedía.

-PENELOPE: ya…me he dado cuenta como me miraba, y me he abierto un poco el abrigo, ¿Se ha notado?

-YO: un poco, pero la venta ha caído, eso se merece un desayuno – sonrió al sentir mis manos en su cintura al caminar.

Fuimos a tomar algo caliente para seguir, ella no se quitaba el abrigo, y aún así muchos hombres se quedaban mirándola, iba hermosa, sencilla pero elegante. Charlamos de la segunda visita, esta no me daba buena espina, una señora mayor, de las que quedan para hablar, no para comprar. Acudimos siendo lo más amables y tiernos posibles, sonriendo y escuchando anécdotas un buen rato, pero pasada media hora yo ya sabía que aquello no iba ningún lado, le tiré un par de bromas subidas de tono que la hicieron reír, pero no había manera.

Nos fuimos algo decepcionados, y estudiamos la tercera visita. Eran un pack de seguros de coche, por lo visto un padre quería renovar todo, por que su hijo se había sacado el carnet y querían asegurarle. Nos paramos en frente de la casa y le abrí el abrigo, metiéndola mano, levantando las tetas y subiéndola aún más el vestido, ella reía, pero no se quejaba.

-PENELOPE: para, por dios, que me vas a dejar en pelotas.

-YO: cierra la boca y escucha, aunque esté la mujer,   tienes que exhibir, son seguros de coche, la competencia es brutal y no podemos perder la oportunidad, son padre e hijo mínimo, tienes que dejarles con la boca abierta,  si ves la oportunidad ponte entre ellos, apártate el pelo a menudo del escote, y crúzate de piernas con gestos amplios, eso siempre atrae, coquetea apretándoles del brazo para indicar que te diriges a uno en particular, o acaríciales la espalda para que se inclinen a ver los folletos, sobretodo céntrate en el hijo, él convencerá a su padre, y no des precios exactos sin que te los pidan, “Somos ligeramente más caros, pero compensa proteger a la familia”, cosas así , ¿Vale? – asintió riendo nerviosa.

-PENELOPE: ¿Y si está la mujer?

-YO: ella es cosa mía – llamé el timbre.

Nos abrió el marido, un cuarentón que peinaba canas. Al vernos, nos presenté y nos dijo que pasáramos. Penélope se lució al entrar, dejó caer el abrigo por su espalda y se lo dio para que lo colgara,  con una amplia sonrisa sacando pecho. Ya se la comía con los ojos al verla caminar por el pasillo.

Nos invitó a sentarnos en el sofá, mientras él se sentaba enfrente de nosotros. Llamó a su hijo, y salió la mujer de la cocina con un bebé en brazos. Penélope se ruborizó al observar como la miraba. Cuando bajó el hijo, casi se tropieza al sentarse al lado de su padre, un adolescente con granos en la cara y pasado de kilos. Se reunieron todos, y ante la frialdad de la situación, rompí el hielo con un alegato a la seguridad vial.

Penélope se metía entre medias con algún apunte bien metido, pero yo hablaba sin parar, era inútil, o al menos no productivo, tenerlos a todos allí, pese a que el adolescente le dedicaba miradas furtivas a Penélope,  con la mujer allí no se perderían detalles obvios, como que éramos más caros. Así que pasados unos minutos de improvisación pura, le pedí con la mano en el hombro a la mujer, si tenia un vaso de agua, sonrió con el bebé en brazos, y se levantó  acompañándome a la cocina. Al menos ya le daba vía libre a Penélope, que empezaba a hablar antes de irme.

Extendí la conversación en la cocina un poco, viendo como la madre dejaba al crío en una cuna, apenas tendría un año, y la mujer era bastante mona, unos 37 años y rubia de pelo corto. Se notaba que se había arreglado esperando visita, con un blusa de flores estampados apuntando unos senos grandes,  y una falda negra larga con vuelo hasta los gemelos, con un figura atractiva, pero no exuberante.

-YO: ¿Y el crío es suyo?

-MADRE: pues sí, ¿De quien va a ser?

-YO: no, perdone, es que es tan pequeño que no pensaba que fuera suyo.

-MADRE: ¿Por qué soy muy mayor para tener hijos?

-YO: no, discúlpeme, por que está usted muy bien como para haber tenido ya a dos hijos,  y uno hace tan poco – sonrió halagada, a mí no me interesaba, pero solo tenía que alejarla del salón.

-MADRE: muchas gracias, la verdad es que sí, me he recuperado muy rápido con algo de ejercicio, aunque he perdido mi figura…

-YO: no la creo, está usted estupenda, si eso es cierto, antes tenía que ser una autentica rompe corazones – esa sonrisa que me dedicaba, de mujer embaucada, siempre parece igual en todas las mujeres.

-MADRE  que va …– entrecerró los ojos leyendo mi belleza. Con el paso de las mujeres en mi vida, ya leía en sus rostros cuando me miraban, cuando me veían o  cuando me observaban, parece lo mismo, pero no lo es -… aunque te has confundido.

-YO: ¿En que?

-MADRE: este renacuajo es mío y de mi marido…- se agachó un poco para acariciar la cabeza del bebé - … pero el de fuera, es de su ex mujer, no es mío.

-YO: perdóneme.

-MADRE: no pasa nada – se alzó, y acarició mi brazo levemente.

-YO: no, tenía que haberme dado cuenta, es usted demasiado joven como para tener un hijo de esa edad – su sonrisa no se le borraba, como si nadie la dijera ya  cosas bonitas.

-MADRE: ¿Volvemos al salón?

-YO: puff…verá…es que a mí, estas cosas de los coches me suenan a chino, no sé mucho de eso…- me recosté sobre la encimera, cruzando los brazos marcando bíceps.

-MADRE: ya…ni a mí…es cosa de estos dos…– se acercó a susurrarme –…es que el hijo es un poco cabra loca, y no queremos que se meta en líos.

-YO: ya, la entiendo, por eso mejor les dejamos a ellos hablar, que saben más del tema, mi compañera iba para mecánico, pero con esto de la crisis…

-MADRE: ¿Mecánica? si parece tan…- fresca, parecía que iba a decir

-YO: qué cosas…a mí hasta me dicen que es lesbiana – pura mentira, pero así eliminaba el factor celos de la ecuación.

-MADRE: que desperdicio…vamos, que a mí haga lo que quiera…

-YO: ya, si eso la digo yo, pero en fin, como saben más de estas cosas, les dejamos a solas y charlamos aquí amigablemente, dígame, ¿Como va con el crío? – decir eso a una madre, es ganar mínimo una  hora de charla.

Fue así, casi una  hora, hablando de cambiar pañales, noches si dormir, del parto, de la vida en casa…hasta me dejó coger a su hijo, y ayudarla a cambiar  pañales, riendo mientras jugábamos a rozarnos.

Pero el tema se agotaba, así que la puse la mano en la espalda, y la pedí que me acompañara al baño, ya que necesitaba ir. Salimos al salón, y dejó al bebé en un cesto para niños al lado de su padre. Sonreí disimuladamente a Penélope, que hábilmente se había encajonado entre padre e hijo, y les estaba explicando punto por punto todo. El padre seguía la conversación, no le gustaba nada que fuéramos tan caros,  pero el hijo estaba babeando sobre las tetas de ella.

Subí detrás del culo contoneándose de la madre, me parecía que en los roces de cambiar pañales estaba sacando el culo para notar mi verga, y aquel vaivén en sus caderas denotaba cierta predisposición. Por lo que había averiguado, desde que nació el crío su marido no la tocaba,  y yo era joven y apuesto, lanzándola piropos, algunos más picantes de lo aconsejable.

Me acompañó  a la puerta del baño, y entré con prisa, para no dejarla apartarse al encender la luz y rozarme con ella, sus senos, presumí que sensibles como los de mi leona por la lactancia, con mi pecho, y  mi verga levantando el vuelo de la falda,  la sacaron un suspiro leve. Ella se quedó en la puerta, pero yo no la cerré, tenía claro que en cuanto saliéramos de allí, bajaríamos al salón, y Penélope aún estaba lejos de ganarse al padre por lo que había escuchado. Necesitaba tiempo y se lo iba a dar.

Oriné con la puerta abierta, y ella mirando de reojo en el rebote de un cristal, estaba nerviosa, pero la curiosidad y el peligro la atraían. Al terminar, me aseguré, sin mirarla, de que me viera la polla en el rebote del espejo, y luego al lavarme las manos salpiqué agua en mi camisa.

-YO: mierda…

-MADRE: ¿Pasa algo? – entró deseando ver más de lo que vio.

-YO: nada, que me he mojado la camisa al lavarme.

-MADRE: ah, bueno, eso no es nada, se pone en el radiador y listo.

-YO: ains…lo que no sepa una madre…- de inmediato, me quitó la chaqueta, y ella era la que desabrochaba mi camisa, mostrando mi torso trabajado a su alcance. Ahora babeaba la madre ante mí, y al quitarme la camisa se la di –…. ¿Hay algún cuarto discreto dónde poder meterme? No quisiera que su marido pensara mal al verme así.

-MADRE: sí, claro, al fondo una…una habitación azul, es un gimnasio que tenía…tengo…- lo decía nerviosa mientras ponía la camisa junto a un radiador pegado al suelo, agachada. La cogí de la cintura y pasé mi polla claramente en su culo al rodearla para salir, y me fui a buscar la habitación, dejándola pensar. Escuchaba de fondo a Penélope vendiéndole el seguro al padre, que seguía lejos de convencerse por el precio.

La madre salió, y me vio dando vueltas por el  pasillo, se acercó cogiéndome del brazo, y me metió en un cuarto apartado y muy silencioso. Fue a cerrar para irse, pero comencé a hablar.

-YO: vaya, es un gimnasio muy completo.

-MADRE: sí…bueno...me gusta…aunque ahora ¿Quien tiene tiempo?

-YO: se nota que hace ejercicio, está usted muy bien.

-MADRE: gracias…- su sonrisa era rara, pero la mantenía en la habitación.

-YO: ¿Y esto como funciona? – señalé una maquina, que realmente desconocía.

-MADRE: eso es…bueno, para fortalecer el vientre.

-YO: ¿Y como va? – se mordió el labio temerosa, pero entró, y disimuladamente echó el pestillo.

-MADRE: es un poco lío, va así – se sentó, aferrándose a unos asideros  haciendo un par de giros.

-YO: qué fácil.

-MADRE: ya, bueno, esa es la idea, para no aburrirte.

-YO: ¿Y su marido también hace ejercicio?

-MADRE: puf…que va, es un vago – se puso en pie, y ocupé su lugar, empezando el ejercicio, y sin parar, seguía charlando dejándola que viera mis músculos trabajar.

-YO: ¿Ni siquiera viene a mirarla?

-MADRE: no…se queda abajo…y no…

-YO: yo me pasaría horas mirándola – empezaba el partido.

-MADRE: ya…ahí, toda sudada y oliendo mal… – se giró apartando la vista de mí.

-YO: sí, seguro que  con ropa ajustada y elástica pegada a su piel, con poses sugerentes en estos aparatos… – subía la temperatura, pero se podía decir que era broma pro que al menos yo me reía.

-MADRE: pues si… y no has visto la peor – se acercó a una maquina que parecía más un potro de tortura que otra cosa.

-YO: ¿Y esa como va?

-MADRE: pues te metes entre estas barras, haciendo palanca con las piernas, y usas la tabla para doblar el cuerpo…

-YO: no lo pillo.

-MADRE: ya, es que es difícil de explicar…

-YO: pues enséñemelo.

-MADRE: que va, ¿Así vestida? Qué vergüenza, y con la falda me resbalo.

-YO: venga, yo la sujeto.

Sonrió acalorada, se lo pensó medio segundo, pero se metió entre las barras, levantándose ligeramente la falda para apoyar los gemelos en la primera barra,  y la segunda en la parte delantera de sus muslos, apoyando su pecho en la tabla. Me puse detrás agarrándola de la cintura con fuerza, y agachó el torso haciendo fuerza contra el vacío, al bajar la tabla, la barra de los muslos sobresalía y le obligaba a sacar el culo. Tenía razón, aquello era obsceno.

-MADRE: ¿Ves? Y así vas haciendo repeticiones, y endureces las piernas – subía y bajaba,  ofreciéndose.

-YO: parece que no le cuesta nada…

-MADRE: es la repetición, no es tan fácil al principio.

-YO: a ver…- me pegué  a ella por la espalda, plantado mi verga semi erecta en su culo, y rodeando su vientre con las manos. Se tensó de golpe, pero no dijo nada cuando apreté mi cuerpo haciendo el mismo ejercicio que ella a la vez.

La cosa no podía ser más sensual, me la estaba “follando” con ropa puesta. Sacaba el culo  entre risas, y al volver era yo quien sacaba la cintura para hundir mi rabo en su trasero. Las risas eran leves, y como ella no paraba, yo no lo hacía.

Mis manos en su vientre no estaban quietas, subían y bajaban, repasando desde cerca de sus senos hasta sus mulos, y ella seguía sin decir nada, sólo suspiraba entre risas. Mi polla, ya a punto de reventar, era tan evidente que ella se ajustó sobre mi cintura para metérmela entre sus nalgas, y así no generar molestia.

Pasaron unos 15 minutos así, en los que estuve tentado de penetrarla, no pondría pegas. Sería tan fácil como levantarla la falda y bajarla las bragas, no se molestaría en objetar, ya era demasiado tarde para hacerse la estrecha, me estaba pajeando usando su culo.

-YO: uf…así da gusto hacer ejercicio…

-MADRE: sí -  se retorció sobre sí misma, gozando aquel juego.

-YO: me duele todo, sobretodo aquí…– sujeté en sus muslos muy cerca del nacimiento de sus piernas –… ¿Lo nota?

-MADRE: oh si…como para no notarlo – jadeó con un suave movimiento de caderas.

-YO: bueno, creo que mi camisa ya estará – me separé lentamente.

-MADRE: ¡¿Ya?!....Bueno, sí, supongo…- salió del aparato, roja, caliente y sudando, intentado despegarse de la piel la blusa floreada. La marca de su cuerpo en sudor sobre la plancha me convenció de sus dos senos bien redondos.

-YO: es una pena que me tenga que ir…- me sequé el pecho con una toalla que había por allí -…me ha caído usted muy bien.

-MADRE: y tú  a mi…¿Sabes?…También andamos pensando en…un seguro de hogar - sonreí, le importaba poco eso, quería que yo volviera.

-YO: genial, se me dan mucho mejor que los coches, y podría hablar con usted directamente, ya que se ve que manda en casa.

-MADRE: ¡Sí! ...– ilusionada –…claro que sí.

-YO: pero será difícil que vuelva si no firmamos lo de hoy – mentí, poniendo cara de pena.

-MADRE: bueno, aunque no se haga este, podríamos hablar del otro.

-YO: ya, pero a mis jefes no les gusta que molestemos mucho a los posibles clientes, si no sale, preferimos no insistir, en cambio si hacemos uno, nos dejan volver para ver si están interesados en más.

-MADRE: una lastima…aunque…puedo hablar con mi marido.

-YO: no quiero importunarles…

-MADRE: no es molestia, es un pesado con eso de que sale más caro, bastante que ha pagado con el carnet de conducir de su hijo, tres veces suspendió…nada, hablo con él y listo - se acercó posando su mano en mi pecho, relamiéndose.

-YO: es usted increíble, si fuera así de amable le debería una, no sé ni como se lo agradecería…- sus ojos echaban chispas, ella si se imaginaba cómo.

Fuimos al baño, y ella misma insistió en ponerme la camisa. Se pasó tres minutos metiéndome mano en el torso trabajado, y balanceando su cuerpo frotando la cadera contra mi polla.

Al bajar al salón, la madre se sentó al lado del padre, y le comenzó a susurrar cosas al oído. Tuve miedo por un segundo, pero al final, el padre la decía que era demasiado caro. Penélope me miraba sin entender qué había pasado, pero mientras la madre se camelaba al padre, ella tenía al adolescente en la mano, rozándole los pechos en el brazo al girarse para hablar con él.

A los 20 minutos salimos de la casa con tres seguros, de coche,  los dos de carnet de padre e hijo,  y con la posibilidad de hablar del seguro de hogar, “Si  volvíamos a visitarles”, según la madre. Al salir, Penélope saltó a mis brazos y me besó la mejilla, manchándome de carmín.

-PENELOPE: ¡No sé que has hecho, pero la mujer ha claudicado! El padre no cedía.

-YO: vender, hija mía, vender – mis manos se posaron en su culo de forma instintiva,  y ella se sonrojó.

-PENOLOPE: verás cuando volvamos a la oficina, ¡Se va a enterar Alexis!

-YO: te has portado como una autentica depredadora, estoy orgulloso de ti, te besaría aquí mismo – ladeó la cabeza con suavidad, mojándose los labios.

-PENELOPE: muchas gracias, no podría haberlo hecho sin ti… – fue ella la que de puntillas buscó mis labios, la dejé recrearse en un  tímido y largo beso. Una sonrisa leve la apartó la cabeza al sentir mi polla dura en su piel, por debajo del vestido, sobre su pierna.

-YO: era una forma de hablar…

-PENELOPE: pues parece que te ha gustado - rascó con las uñas en mi pecho la solapa del traje.

-YO: eso no lo niego, ¿Pero por qué lo dices?

-PENELOPE: detalles…la forma de besar, que no te hayas apartado, que tengas las manos en mi culo… o por  eso que está palpitando en mi pierna, esas pequeñas cosas…- subí mis manos a su cadera, fingiendo algo de vergüenza.

-YO: perdona, es que… estás preciosa.

-PENELOPE: no pasa nada, te lo debo – me sujetó la cara, y volvió a besarme con lentitud y cariño, esa vez mi lengua se abrió paso entre sus labios.

-YO: aún quedan unas horas para regrsesar, podemos ir a algún sitio más tranquilo a descansar, necesito despejarme.

-PENELOPE: claro – limpió con sus dedos las manchas rojizas en mis labios, y cuando la solté, se aferró a mi brazo. Aquella inesperada madre me había dejado caliente, con ganas de sexo, y Penélope era mi presa.

A subir al coche, felicité sobradamente  a Penélope, pasándome en el contacto físico sin que ella se quejara, acariciando con descaro su pierna. Me indicó que su casa estaba vacía, así que no hacía falta más. Infringí algunas leyes de tráfico para llegar a su casa. En el mismo portal, me pegué a su trasero, metiéndola mano sin dejarla ni entrar en el ascensor hasta saber que llevaba tanga.

 Subimos a su casa, parecía un piso alquilado por varias estudiantes, eso me hizo gracia. Dejamos un reguero de ropa tras nosotros, al llegar a su cuarto yo ya estaba en calzoncillos, y la tenía delante, contoneándose con aquel vestido demencial.

-PENELOPE: eres muy bueno conmigo.

-YO: no, no lo soy…

-PENELOPE: ¿Por qué lo dices?

-YO: por que llevo unas semanas detrás de ti, quizá me haya pasado contigo.

-PENELOPE: ¿Te gusto?

-YO: claro que sí, ¡Mírate! Eres una belleza – me paré en seco, para que la inercia la pusiera frente a mí, rodeándola con mis brazos.

-PENELOPE: pero somos compañeros…

-YO: somos hombre y mujer, y yo te deseo…- la besé sin más preámbulos, y me devolvió el beso, con ternura y cariño.

-PENELOPE: no podemos salir juntos…

-YO: ¿Y si solo te hago el amor? – asintió, mordiéndose un dedo de forma sensual.

La besé metiéndola la lengua muy dentro, dobló la espalda acariciándome la cara con su dedos fríos, y me la subí encima abriéndola de piernas y sujetándola por el culo.

Me senté en la cama de su habitación,  con ella encima a horcajadas, metí mis manos por debajo del vestido sintiendo el tacto de la piel de sus nalgas. Solo con rozar el nudo del vestido en su nuca se deshizo, y  sus senos salieron disparados, unas aureolas oscuras y duras aparecieron en los pezones, los ataqué con mis labios provocándola gemidos dulces. Me saqué el rabo ante ella, y contuvo el aliento unos segundos,  se lo devolví al meter mis dedos por dentro del tanga, acariciando su clítoris hinchado. Empezaba a humedecerse mucho.

Me quitó los slips,  cogió mi rabo y descendió para chupármela, no daba a basto con tanta barra de carne, apenas se metía le glande y poco más, pero sus manos se movían bien, y usó sus senos de buen tamaño para una cubana  ensayada. Al rato, saltó sobre mí apunto de empalarse sola.

-PENELOPE: llevo deseando esto desde que te vi.

-YO: pues no lo demores más – aparté el hilo del tanga a tirones, y ella apuntó mi glande a su coño.

Embestí con fuerza metiéndola media polla de golpe, y sentí la punta de su cabellera larga en mis rodillas al doblarse por la espalda. Después se  recostó sobre mi pecho cuando caí al tumbarme,  besando mi pecho, mientras seguía percutiendo en su coño.

A los pocos minutos ya me cabalgaba violentamente mientras se la metía toda del tirón, aseverando que tenía buenas caderas. Quien lo diría, qué bien follaba para ser tan tímida, o quizá fuera el morbo, entre el vestido aún medio puesto en su cintura,  las gafas enormes con aire a estudiante,  y la forma en que se quitó la diadema del pelo…me tenía ardiendo.

Me aferraba a sus curvas, y mientras acariciada su trasero con las manos, empezó a correrse sin parar, multiorgásmica, casi se desmaya en menos de media hora, pero se mantenía al sentir mis dedos pellizcando los pezones. Era colosal verla rebotar sorbe mí, y sus tetas chocar entre ellas, se fue a quitar las gafas por que la molestaban con el sudor, pero se lo negué,  y enardecido, solté a la bestia los últimos minutos, haciéndola tener un solo orgasmo durante  tres minutos finales. Me manchó las piernas de sus fluidos,  y cuando me corrí dentro de ella, comiéndome sus senos,  sentí  una explosión de sensaciones agradables y placenteras.

-YO: un buen día, si señor…

-PENELOPE: ¡Madre mía!……….Qué pedazo de polla…y cómo te mueves…- permanecía apoyada sobre mi pecho, transpirando, y aún con calambres entre sus muslos. La aparté el pelo por detrás de una oreja, dejando su espalda al aire y recreándome con los dedos por su columna.

-YO: eres magnifica  – sonrió de forma deliciosa, justo antes de besarme.

Nos vestimos entre carantoñas,  apestaba a sexo y a hembra. La dejé en su casa, y entregué las ventas a Alexis, que sonrió, creo que se me notaba en el rostro el placer de tener a Penélope ensartada, o al menos, ella era capaz de verlo.

Me fui a por Lara de cabeza al salir del trabajo, y me desahogué como dios manda unas dos horas. Un  polvo rápido con Penélope  no me calmaba, Lara y sus senos enormes, sí. Al acabar con Lara, me quedé dormido en su cama, con ella jadeando retozando  a mi lado,  sus senos me volvían loco, y durante toda la noche tuve arranques de pasión. Me la follaba una vez, y la dejaba tranquila, pero se me ponía dura al sentir sus senos pegados a mí,  y volvía a por ella. A partir de la tercera vez, dejé de contar.

Por la mañana me pasé por casa a darme una ducha rápida, y e ir al trabajo. Alexis nos felicitó en persona a Penélope y a mí, sobretodo a ella. Según mi informe, había sido crucial para las ventas. Al salir de la reunión, mi nueva pieza de caza se me abrazó, susurrándome cosas muy subidas de tono, pegando sus senos a mi pecho, y rozando conscientemente un muslo en mi entrepierna.

-PENELOPE: nos vemos  pronto – me dijo con voz acaramelada, antes de besar y lamer mi oreja.

Se alejó contoneando el trasero en unos pantalones de vestir, y sonreí al verla guiñarme un ojo antes de perderla de vista.

Pensé, “Ya tengo a la primera”.

(9,80)