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Fantasía de Spirou (1 de 2)

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Jesús se dio cuenta de una cosa: no quedaba dudas de que su padre le excitaba más que ninguna otra persona. Todas sus pajas terminaban con imágenes de Fran, que así se llamaba su padre, de su altura, de su torso desnudo, de sus fuertes manos, de su pequeña barba bien recortada, de su culo bien formado...

Y es que su padre estaba realmente bueno. Con 40 años de edad estaba de muy buen ver, no ya para alguien de su edad, sino como hombre en sí mismo. Sólo había que ver el éxito que tenía con las mujeres. El divorcio le había sentado muy bien y si no ligaba más era porque no quería, pero tenía a todas las mujeres en su palma. Y a él, claro, que no le podía seguir el ritmo cuando jugaban alguna partida de tenis.

Su imaginación febril se desató por dos motivos que hasta entonces habían dejado sus erecciones al verle en slip en un segundo plano: los relatos incestuosos en la red fue el desencadenante clave. Lo segundo fue verle en la ducha desnudo. Mmm... Si en reposo ya era considerable su tamaño, 12 centímetros como mínimo, ¿cómo sería en erección? Además le volvió loco comprobar que como él, estaba circuncidado.

El problema era obvio. Conseguir follar con él era casi imposible. Se llevaban a las mil maravillas, compartían juegos, bromas y parecido físico, pero de ahí a algo más estaba lejos de su alcance. O eso creía. Ni siquiera cuando compartían cama ambos en slip creía poder estar cerca de algo. Bien, no le costaba demasiado pedirle que se acostara con él en la cama como cuando era pequeño, pero insinuar algo más podría destrozar su amistad. Por mucho que su obsesión fuera más allá, no se atrevía a forzar la situación. Si ocurría algo debía ser espontáneo.

Aquella noche ocurrió algo nuevo. Estaban acostados los dos. Habían estado hablando durante la cena de muchas cosas y se les hizo tarde. Después de no quitarle ojo mientras él se desnudaba, viendo cómo su camisa y luego sus pantalones dejaban ante su vista un ejemplar fabuloso (su verga se hinchaba sin remedio y por eso él se acostaba dándole la espalda y procuraba ladearse si hablaba con él, no fuera que sus 17 centímetros de pene le delatara por culpa de las sábanas), no dejaron de hablar ni cuando se acostaron.

De repente, su padre le preguntó que si ya se había fijado en alguien porque hacía mucho que no la veía con una chica, desde hacía un año. Sabía que Jesús sólo tenía 15 años, pero al mismo tiempo sabía que a esa edad los chicos están que se suben por las paredes. Le dijo que fuera sincero con él y que no le importaba que tuviera relaciones, siempre y cuando tomara precauciones y todo eso. A Jesús le dio un poco de vergüenza y aunque era muy abierto se sonrojó más de la cuenta y evitó contestarle. Intentó esquivar sus preguntas preguntándole que por qué venía con esas ahora, que ya sabía que no le ocultaría nada. Su padre no le contestó al principio.

- Mira, no te estoy hablando de amor, simplemente de sexo. Todos tenemos nuestras necesidades, pero no te veo masturbarte, no tienes revistas ni manchas las sábanas. Pero casi todos los días te veo empalmado. Y debes estar a punto de reventar... Masturbarse no es malo, hijo. Ni tener sexo con alguna persona de vez en cuando.

- ¿Tú te acuestas a menudo con otras personas?

- Sí, claro. Y tú eres un joven muy guapo, seguro que pretendientes no te van a faltar. Eres alto, guapo, simpático... Lo tienes todo, cabrito.

- ¿Tú crees que soy guapo?

- Claro, pero tú sabrás.

- Papá, yo sí que me masturbo, lo que pasa es que no voy a hacerlo delante de ti.

Ya había recuperado Jesús su tono habitual y su calentura quizás le hacía ser más arriesgado.

- Ya me suponía... Yo cuando era chaval sobre todo me la pelaba por las mañanas antes de levantarme. Pero tú te acuestas casi siempre empalmado. Aunque te dé vergüenza y trates de ocultarte, te he visto más de una vez.

- Vaya, no sabía yo que mi padre me miraba el paquete...

- Idiota...

Por desgracia, su padre se dio la vuelta y le dio las buenas noches. Pero ahora Jesús estaba como pocas veces. Respiró profundamente y salió disparado de la cama, dirección al cuarto de baño. Sabía que era un poco fuerte salir a masturbarse de ese modo, pero su verga le iba a reventar. Se bajó el slip y sus 17 centímetros de verga parecían mucho más. Miraba de reojo a su padre, al que sólo veía sus hombros, y redoblaba sus fuerzas. Era tanta la fuerza con que lo hacía que hacía un enorme ruido y se le escapó algún gemido. Su padre entonces apareció en el cuarto de baño:

- Joder, sí que estabas caliente. ¿Siempre te masturbas así? Así te vas a correr a la primera de cambio cuando te encuentres con alguna chica.

- No sé pajearme de otro modo.

Su voz sonó agitada y no dudó en detenerse aunque le estaba hablando su padre.

- Tienes que tomar un ritmo e intentar controlarte.

- Oye, ¿crees que mi pene es demasiado pequeño? A mí me lo parece.

Estaba sentado en la taza del váter y su padre le miró su polla, hinchada de venas.

- Tiene un buen tamaño y además todavía te puede crecer más, dijo tras mirarlo un poco en ese estado. Lo único raro es que lo tienes depilado...

-¿Puedo ver la tuya? Seguro que es más grande que la mía.

-Yo soy mayor que tú.

-Venga, porfa, nunca he visto una.

- Está bien, está bien.

Se incorporó un poco y se puso como él de rodillas. Se bajó el slip hasta las rodillas y mostró su verga. Estaba semi flácida.

- ¡Qué pequeña la tienes!

- Mira este gilipollas. Como que no estoy empalmado.

- Joder, yo quiero vértela bien, vamos, que se te ponga dura.

- ¿Tú te crees que me voy a empalmar enseñándosela a mi hijo?

Se acercó a él y estiró su brazo hacia su polla: "venga, papi, a ver si lo que pasa es que eres impotente". Su comentario fue justo para evitar la protesta de Fran, que se dejó hacer un poco picado. Pero Jesús no conseguía ponérsela dura.

- Es que no la tienes lubricada.

Jesús retuvo la respiración y se agachó. Abrió la boca y se tragó el glande de su padre como pudo. Lo ensalivó todo lo que pudo y empezó a mover su cabeza. Oía a su padre diciéndole que si estaba loco, pero aquella verga empezaba a reaccionar y ya no iba a dejarla. Le acarició sus testículos y su ano y le encantó notar las manos de su padre en su cabeza guiándole. Ya su polla le estaba follando la boca, y vaya que lo estaba haciendo. Se le hizo muy corto el momento pese a que pasaron varios minutos así cuando notó que su verga se endurecía.

¡Iba a correrse en su boca! Ni siquiera le avisó de que llegaba el momento. Su semen viscoso y agrio lo recibió en la garganta. Absorbió con maestría aquel pene que no dejaba de chorrear hasta que no quedó ni gota. Su padre se recostó sin decir nada, pero él seguía caliente como nunca. Le pidió que ahora él se la mamara, pero él se negó al principio. Le fue acercando la polla y al final consiguió, aunque con cara de asco, que lo hiciera, eso sí, procurando que le avisara cuando eyaculara.

La boca de su padre no era una boca experta y se notaba, pero aún así fue la mejor mamada que le estaban dando, pues era su padre el que se la estaba haciendo. Le avisó de que se iba a correr y terminó apuntando a otro sitio. Vio que su padre había vuelto a excitarse. "Ahora o nunca, pensó".

- Fóllame el culo, papá.

- ¿Qué dices?

- Estoy a cien y tú también. Fóllame, por favor, quiero tener una verga dentro de mí para ver lo que se siente, creo que es muy estimulante. Y lo más seguro es que mañana nos vamos a arrepentir de esto (mentira, pero bueno) y ya mejor arrepentirnos por todo.

Se dio la vuelta y puso su culo en pompa. Su padre repetía que no era una buena idea, pero le tomó de la cintura y guió su pene hacia su culo. Lo hacía con mucho cuidado y miedo.

-Como si fuera una puta, métemela como si fuera una puta.

Y dicho esto la verga de su padre se hizo paso entre sus nalgas y abrió su culo al máximo. El glande le pareció como una flecha que le partía y el grito que dio le hizo retroceder a su padre. Él le pidió que siguiera, que no se preocupara por sus gritos. Y su glande volvió a entrar. Ayudaba algo su culo dilatado por otras ocasiones y la lubricación que de por sí el pene de su padre tenía. En otra arremetida la mitad de esos 20 centímetros de verga estaba dentro. Increíble, la mejor polla que había probado. Otro arreón y ya casi estaba toda. Le pidió que quería sentir sus huevos en su culo.

A la tercera fue la vencida. Durante las primeras embestidas el dolor que sentía era casi insoportable, pero poco a poco notó que su polla se iba endureciendo y sentía como una corriente eléctrica que le hacía pleno. Su padre le follaba sin contemplaciones, nunca había tenido dentro una verga tan grande y gorda y se sentía en la gloria, se corrió incluso sin tocarse y cuando lo hizo su padre no podía ser más feliz.

Su padre se fue al baño y luego se fue a su cuarto. Jesús creía que las cosas con su padre se congelarían, pero ni mucho, a la mañana siguiente despertó a su padre con otra mamada. Le pidió a su padre que no le dejara de follar ningún día y a Fran el culo de su hijo le había parecido una gran experiencia, un conducto durito que presionaba su polla como ningún otro. Esa misma tarde, en la piscina... Esa misma tarde se produjo la segunda parte de este relato con un invitado especial...

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