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MI DON (47)

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Raúl – Malas noticias.

Tenía muchos frentes abiertos, todo sea dicho, entre  mi familia,  alguna visita a mi leona,  Lara en el piso de estudiantes, en el trabajo las ventas con Penélope, la escapada con Cameron, y ahora Pamela y algún día suelto de la semana con ella…casi no pasaba por casa, y apenas dormía. Descansaba los fines de semana con mi familia, me equilibraba estar con ellos esos días, no solo físicamente, sino que mentalmente me tenían centrado y con la cabeza bien amueblada.

Por eso, cuando Dani, la sirvienta rumana de las mañanas de ático de mis padres, me dijo que necesitaba hablar conmigo, estuve pensando mucho sobre qué. El problema es que con el horario de mi trabajo no coincidíamos nunca, así que  invité a Dani, y su familia, a venir un sábado a comer a casa. A mi madre le pareció una idea genial, habían hecho migas muy bien, en parte, por que  Dani se llevaba un pellizco de los beneficios de mi madre con los críos que cuidaba, de las vecinas ricachonas.

Ese sábado, por un día, Dani fue la señora y mi madre la criada, no la dejó ni ayudar a poner o quitar la mesa, y eso que Dani lo intentó. En la sobremesa, aproveché que mi padre charlaba con su marido, con el crío entre los brazos, y me llevé a Dani a la terraza. Iba preciosa, con un vestido de flores holgado de cintura para abajo, un ligero escote y lo más arreglada que la había visto nunca, sin excentricidades que no necesitaba, con unos zapatos elegantes de vestir, no tacones de vértigo, pero sí la estilizaban, con un recogido sencillo en el pelo rubio, dejando caer un mechón en su flequillo, y sus ojos azulados tan despiertos.

Me senté en una hamaca de la terraza, y ya que era sábado, y era mi casa, iba con unos pantalones cortos, camiseta de manga corta y chanclas veraniegas. Con Dani pasándose sus manos desde el bonito culo hasta la parte trasera de los muslos para recoger el vuelo de la falda, y sentarse a mi lado, cruzándose de piernas y cogiéndome de la mano con ternura. Me estaba muy agradecida, supongo,  lograba que con esas tonterías no la quitara ojo de encima.

-YO: ¿Que tal todo?

-DANI: muy bien…lo estoy agradecida a ti – ya conjugaba, pero tardaba en hablar y no siempre tenía concordancia.

-YO: no se merecen, te has portado bien con mi familia y conmigo.

-DANI: y tu familia conmigo también, ser buenos y no tratarme como dueños, si no como familia.

-YO: sí, nunca hemos sido muy señoritos…

-DANI: madre ser increíble, me quita trabajo, y ahora esto de hoy, yo muy feliz – casi sollozaba y me abrazó dejándome sentir su cuerpo pegado al mío, y un olor afrutado que me agradó, le devolví el abrazo levantándola un poco del asiento.

-YO: ¿Entonces…todo te va bien? – algún motivo tendría para reunirnos.

-DANI: yo sí, marido no trabaja, no encuentra de lo suyo, pero  lo que yo ganar aquí nos va bien, y él cuida de nuestro hijo.

-YO: ¿Se portará bien contigo…? - no me gustaba como la miraba algunas veces.

-DANI: sí, sí, el bueno, se enfada conmigo por que dice que yo soy muy servicial con ustedes.

-YO: espero que no se moleste.

-DANI: no pasa nada, él no sabe… nuestro acuerdo, nadie sabe.

-YO: ¿Y por eso  quieres hablar conmigo, por nuestro acuerdo? – era una de las ideas que se me habían pasado por la mente.

-DANI: sí, yo ser feliz aquí, y ganar dinero suficiente…yo sólo quiero decirte que gran señora mandar mensaje, y ofrecerme mucho dinero por volver a decir cosas de ti, pero yo rechazo dinero – cerré los ojos.

Eleonor volvía a la carga, la MILF colombiana multimillonaria, gracias a mí todo sea dicho, que destrozó mi vida cuasi perfecta con Ana, volvía a mi vida,  y desde que Dani me dijo que teníamos que hablar,  presentía que podía ser por ella. No es que fuera adivino, ni nada así, es que Eleonor salió escaldada, primero con Ana, y luego con Yasira, la hija de su sirvienta que enviaron a joderme, y me la terminé follando y volviéndola en su contra. Una mujer así de rica y orgullosa,  no le gusta perder, y si estaba tan locamente enamorada de mí, no dejaría que me fuera tan fácilmente.

-YO: ¿Y por qué me lo dices, y no has cogido el dinero? – Dani me cogió de la mano, casi echándose a llorar.

-DANI: yo estar contenta aquí, se han portado bien conmigo y mi familia, no ser normal en mi vida, y yo querer agradecer, aunque venir bien dinero, pero ser más importante  familia… – casi me echó a llorar yo, aquella extranjera con un sólo sueldo, dando de comer a tres bocas, rechazaba una oferta de dinero por sentirse en deuda, no sólo conmigo, si no con mi familia - …en estos meses, yo sentirme querida y respetada, madre ser apoyo, padre ser cariñoso y amable,  hermana defenderme de señoras en ascensor muchas veces.

-YO: te lo agradezco de corazón, Dani, esto significa mucho para mí.

-DANI: yo sentir mal, recibir mensaje hace semanas, y no decir nada, no quería, pero necesita pensar – cuando se ponía nerviosa, costaba seguirla hablando. La besé la mano para tranquilizarla.

-YO: no pasa nada, es normal, primero  has mirado por tu familia, no te puedo culpar por ello, pero ahora estás aquí y me lo has dicho, ¿Qué es lo que quería saber?

-DANI: ella pedir que yo informara de tu  vida otra vez, ella decía que enterarse de despido en supermercado, y de que señorita Lola…o Casandra, se fue.

-YO: ¿Y qué la has respondido?

-DANI: yo decir que sí, pero para no levantar sospecha, si digo que yo pienso oferta, quizá no se  crea sí después acepto – “Tiene sentido”.

-YO: ¿Y le has informado de algo?

-DANI: sí…– dijo triste –… pero yo sólo confirmar que tú trabajo perdiste, y Casandra no volver, pero eso ya me dijo ella, yo sólo  afirmé.

-YO: joder, esa loca no me va a dejar nunca…- pensé unos segundos -…bien, por ahora infórmala de todo… - pensé mejor -  …menos de la guardería  de mi  madre… – negó rápidamente con la cabeza para que supiera que no había dicho nada de eso, tenía lógica, si Dani se llevaba un pico de ese negocio, no querría quedarse sin ese dinero -…si hay algo que dudes en decirla, me llamas y te digo si se lo cuentas o no, por ahora no tengo nada que ocultar de ella, o no que sepas tú, así que tranquila, coge el dinero y gástalo bien.

-DANI: ¿Tú no enfadado? – parecía casi sorprendida.

-YO: no me ha hecho gracia que no me lo dijeras desde el primer día, pero lo que cuenta es que me lo has dicho – nos puse en pie, besándola en la frente.

-DANI: tú ser muy bueno, yo ser tonta – s me abrazó sollozando, la calmé rodeándola con las manos y tranquilizándola, pasando mis manos por su espalda.

Quería serenarla antes de volver dentro, para que no se la notaran las lágrimas, así que como ella no se separaba, yo tampoco. Estaba rodeando mi cuello secándose con mi camiseta, y con el roce, mis dedos notaban su espalda y el sujetador bajo el vestido,  o al bajar por su cuerpo, el inicio de sus bragas, con sus senos aplastados contra mí,  moviéndose  con cada respiración entre cortada, y  sus muslos apretados contra los míos, con mi verga palpitando en uno de ellos. Una cosa es lo que mi mente quisiera, y otra a lo que mi polla reacciona, así que notaba como se me empezaba a poner dura.

Quise apartarme de ella, pero me tenía tan firmemente agarrado que me daba cosa separarme bruscamente, así que pensaba en cosas poco eróticas, incluso parecía que bailábamos. No sé cuanto pasó, a mi me parecieron días, pero seguramente fueron 10 minutos de tenerla entre mis brazos, gimoteando, hasta que por fin se separó de mis brazos, ya más tranquila. La sujetaba de la cintura, mientras la decía alguna broma para ver su bella sonrisa, y se retocaba los párpados para evitar que se le corriera el ligero  maquillaje.

-DANI: ¿Estoy bien? – me preguntó, pensando en su aspecto.

-YO: eres preciosa – fue lo que me salió, sonrió un poco, alejándose del todo, y di gracias a dios, un par de minutos más y me la cepillo  delante de su marido. No me resistí y la acaricié la cara con una mano, mientras le secaba un resto de lágrima de su mejilla.

Entramos a casa,  y charlamos un largo rato entre todos, tomando un café y compartiendo bromas y anécdotas. Mi padre se ofreció a darle trabajo al marido de Dani en la empresa en que él trabajaba, mi padre no era el dueño pero si llevaba tanto tiempo allí que era muy respetado. El marido dijo un  “sí, muchas gracias”, muy semejante al “ya le llamaremos” de las empresas en las entrevistas.

Al acabar la tarde y despedirse, la di otro fuerte abrazo para que Dani se fuera tranquila. Recogí el salón por orden de mi madre, me vestí con unos vaqueros junto a una camiseta limpia, y me fui de cabeza al piso de estudiantes,  sin llamar a Lara para avisarla ni nada, iba encendido por ese abrazo tan emotivo de Dani. Me abrieron para subir, me daba igual que fuera fin de semana, iba a destrozar a Lara, pero al subir,  y saludar sin mirar,  fui a su cuarto y lo encontré vacío. Busqué a otro ser vivo por el piso de estudiantes, y me encontré a Naira sentada en el sofá del salón, viendo una película de  dibujos, enterrada bajo tres mantas.

-YO: hey, canaria, ¿Cómo te va?

-NAIRA: pues aquí, de fiesta, ¿No lo ves? – la ironía no era su fuerte.

-YO: ¿Y Lara? -  me miró con cierto desdén.

-NAIRA: no está, ha salido con Alicia, andan detrás de un chico que le gusta a Alicia…Lorenzo o algo así.

-YO: ya, algo me dijo…- ya me lo había presentado, y su sola mención me daba repelús, un chico majo, agradable, apuesto y bien parecido. “Un capullo”, pensaba cada vez que lo veía agarrándola.

-NAIRA: así que hoy te quedas sin fiesta…- repito, la ironía no era lo suyo –…además, ¿Qué haces aquí un fin de semana?

-YO: joder, ¿No puedo venir a ver a mis amigas?

-NAIRA: no… vamos, que nunca vienes si no está Lara, como andáis…liados.

-YO: bueno, que tengamos nuestras cosas no significa que no pueda venir a verte a ti, por ejemplo.

-NAIRA: ¿Has venido a verme a mí? – me miró conociendo la respuesta.

-YO: está bien, tienes razón, pero también eres mi amiga, y he estado dando clases de conducir gratis – la broma la relajó el rostro.

-NAIRA: es verdad, lo siento…es que estoy en esos días…de las mujeres, ya sabes - era obvio, sus amigas salían de caza en fin de semana, y ella sola en casa sentada en el sofá, con el pijama y mantas, viendo películas de niños y con una tableta de chocolate a la mitad en la mesa.

-YO: pobrecilla, ¿Y te has quedado sola?

-NAIRA: sí, Mara andaba por aquí, pero ha salido de fiesta con unos amigos que han venido de Ibiza, tenias que haberla visto, iba rompedora …– Mara, la hermana de Alicia,  no tenía pecho, pero sabía vestirse para dejar boquiabierto a quien fuera –…y mírame a mí, aquí echa un asco …– la miré girando la cara, no se lo podía negar, despeinada, con la cara lavaba y ojeras, con una mueca de dolor constante. Me dio tanta lastima que se me bajó el empalme de golpe.

-YO: ¿Y puedo hacer algo por ti? – sopló agarrándose el vientre, mirándome pidiendo auxilio.

-NARIA: no, bueno…no puedes hacer que no me duela…- en eso tenía razón, pero no iba a dejarla allí, como una cría de oso pillada en una trampa.

-YO: no puedo hacer que no te duela, pero puedo estar contigo – me senté a su lado en el sofá, su cara era confusa.

-NAIRA: ¿Y qué vas ha hacer, estar ahí sentado?

-YO: eso mismo… y lo que necesites, me lo dices – sonrió levemente.

-NAIRA: no puedo pedirte eso…

-YO: una suerte que no lo hayas hecho.

-NAIRA: es sábado, y tendrás planes…si venias a por Lara…

-YO: eres mi amiga, y ya he sido demasiado descortés contigo… ¿Que peli es? – sonrió, entendido que me importaba una mierda la película, sino que daba por concluida la discusión, me iba a quedar con ella.

-NARIA: eres un imbécil…- me dio un ligero puñetazo en el hombro - …es la segunda de la china esa que se hace pasar por hombre…

-YO: ¿No jodas?, ¿Hicieron una segunda?

-NAIRA: sí, hijo mío…y es mala como el demonio…- se acurrucó en el sofá, doliéndose  y tapándose con las mantas.

Trataba de no molestar mucho, y solo hacerla reír un poco, distraerla, traerla bebidas calientes, alguna pastilla que me mandó a buscar, y tuve que bajar a por más chocolate. Como no sabía cual le gustaba, le compré 1 tableta de todas las que encontré,  casi se le salen los ojos al ver tanta chocolatina, y me abrazó dejándome  ver por fin como iba vestida, saliendo de debajo de la montaña de mantas. Lo menos erótico del mundo, un pijama usado de lana gorda, manga  y perneras largas, estas, metidas por dentro de doblez de los calcetines y con una camiseta interna, disimulando por completo todas sus curvas, solo de verla me daba calor. Naira  era canaria, el final del  invierno de Madrid la mataba, pero yo era una estufa, emanaba calor, así que se quedó abrazada a mí unos segundos.

-NAIRA: dios, que calentito estás – me frotó con las manos.

-YO: ya, es uno de mis dones.

-NAIRA: jo, además hueles genial – inspiró profundamente mi ropa.

-YO: gracias, al final me vas a sonrojar…

-NAIRA: que bobo, no, en serio, huele muy bien.

-YO: es el desodorante, de esos que dicen que atraen a las mujeres en los anuncios.

-NAIRA: ya, como si a ti te hiciera falta – se soltó, y de inmediato se hundió en la torre de mantas. Me senté a su lado, como me suele gustar, con un brazo apoyado en el respaldo.

-YO: pues no me va mal con el desodorante…

-NAIRA: no es el desodorante,  capullo, eres tú.

-YO: ya lo sé, soy irresistible – me encanta decir las cosas como si fueran una ironía para hacer la gracia, pero que, en realidad,  son ciertas.

-NAIRA: pues sí, tonto, podrías estar por ahí con cualquiera colgada del brazo, y te pasas la tarde del sábado aquí cuidando de mí, no es justo ¿Qué mujer se resiste a eso?  – lo decía en broma, pero no había nada de mentira en lo que decía, y aunque yo no lo había buscado,  era un detallazo.

-YO: oye, pues nada, si quieres me voy y que te den…- amagué con levantarme, pero me cogió de la mano y  me tiró al sofá de nuevo, pasándose mi  brazo por encima de los hombros

-NAIRA: ni de coña te vas, tú cierra la boca y abrázame.

Se pegó ocupando el hueco bajo mi brazo en el respaldo, y descansado su cuerpo  sobre mi costado, con  la cabeza en mi hombro, la rodeé con los brazos frotándole la espalda con una mano. Naira buscaba calor, por que al minuto nos tapó a ambos con las mantas, ella parecía contenta con esa sensación de calidez y seguridad, pero yo me estaba asando, comenzaba a sudar y ella no tenía intención de moverse, había encontrado un estado de comodidad y no podía quitársela. Así que aguanté viendo un programa de TV sobre los jóvenes de ahora y sus relaciones, un bodrio que ella puso, yo estaba sudando como un pollo, mientras ella le gritaba a la TV por cualquier tontería, yo le daba la razón y la seguía la corriente.

-YO: ¿Y por qué ves esta mierda si no te gusta?

-NAIRA: por que así me desahogo, son unos niñatos y las tías son retrasadas.

-YO: ¿No estarás celosa por que esas encuentran novio… y tú no?

-NAIRA: para tener de novio a un yonqui que me trata mal, prefiero estar sola.

-YO: joder, ahora que lo dices, no tienes novio ni nada, y no te he visto con nadie.

-NAIRA: ¿Y qué?

-YO: no sé, me parece raro, eres guapa y estás buena…- lo entendió como un halago, aunque para mí era una mera observación.

-NAIRA: gracias, pero es que no encuentro a… nadie especial.

-YO: es que eso de alguien especial es muy difícil, mírame a mí, Ana era el amor de mi vida,  después Casandra, y ahora estoy solo otra vez.

-NAIRA: no estás solo, estás con Lara…- se separó un poco, cambiando la postura.

-YO: no estoy con Lara, solo follamos – me miró torneando los ojos,  confusa.

-NAIRA: es lo mismo.

-YO: no lo es, Lara no es mi novia, ni jamás lo será, es inmadura, dependiente  y una mujer débil.

-NAIRA: ¿Y por qué te acuestas con ella?

-YO: por que tiene unas tetas magnificas – me volvió a pegar.

-NAIRA: ¡Oye! Que es mi amiga, no te pases.

-YO: es la verdad.

-NAIRA: ¿Y si se le digo que has dicho eso…?

-YO: ¿Te crees que no lo sabe ya? Quizá aspire a que algún día me enamore de ella perdidamente, pero eso no pasará.

-NAIRA: entonces estás jugando con ella.

-YO: no, los dos sabemos lo que hay, nunca le he dado pie a más, y si podemos divertirnos, no veo el problema.

-NAIRA: entonces, ¿Sólo tenéis sexo?

-YO: exacto.

-NAIRA: ¿Y si ella se acuesta con otro?

-YO: bravo por ella, ya ves lo que me ha importado que haya salido de caza con Alicia.

-NAIRA: ¿Y tú…te acuestas con otras?

-YO: unas cuantas…- “¿Por qué mentir?”

-NAIRA: ¡Que cabrón!…- fue una reacción espontanea, pero luego la pudo la curiosidad -… ¿Con cuantas?

-YO: pues ahora mismo con Lara y un par de chicas de la oficina.

-NAIRA: ¿Sólo?

-YO: ¿Y cuantas esperabas?

-NAIRA: es que Alicia me ha contado cosas, de cuando Ana te dejó…- lo decía de puntillas, temiendo abrir alguna herida.

-YO: bueno, estuve jodido un tiempo y se me fue la olla, iba detrás de cualquiera, pero gracias a dios se me pasó con Casandra.

-NAIRA: ¿Y con cuantas llegaste a acostarte a la vez?

-YO: pues…puf…a ver…estaba Jeni, Eli, Yasira, mi ex jefa del super…

-NAIRA: ¿Te tirabas a tu jefa?

-YO: sí…además de la hija del panadero, la vecina de abajo, la de la tienda de ropa…ah y las amigas de mi hermana…alguna más que no recuerdo… y Casandra al empezar – me miraba atónita.

-NAIRA: pero qué bestia, ¿Cómo podías…?

-YO: pues tenía un calendario,  horarios y tal, aunque siempre caía alguna otra y me descuadraba todo…- reía sonoramente.

-NAIRA: no, idiota, digo…ya sabes…con todas esas mujeres…

-YO: pues con cansancio y mucha bebida energética,  de dos en dos o incluso tres a la vez…

-NAIRA: ¿Pero se conocían?

-YO: algunas sí.

-NAIRA: ¿Y no les importaba?

-YO: pues sí y no, a Jeni le terminó por hastiar, alguna no quería saber nada de lo que hacía con las demás, mientras tuvieran su rato conmigo, y a otras les encantaban los tríos.

La conversación duró horas, se retorcía y volvíamos al principio. Me sentía muy cómodo hablando con ella, no sabía por qué, pero estaba conociendo una parte de Naira que hasta ahora no la había visto nunca. Además,  parecía que así la entretenía.

Luego hice la cena, la preparé uno de mis platos estrella, la tortilla francesa con queso rayado, pero al oler el queso  casi vomita, así que me   la comí yo,  mientas le preparaba una ensalada con frutos secos y una manzanilla para calmarla el dolor, (Gracias Internet). Le sentaron bastante bien, por lo que nos acurrucamos de nuevo en el sofá,  yo ya, después de oler mi camiseta sudada,  me la quité , secándome el pecho con una toalla al ir al baño. No le importó lo más mínimo apoyarse en mi torso desnudo.

-NAIRA: muchas gracias por todo, eres un sol.

-YO: ojalá pudiera hacer más, ¿Te duele?

-NAIRA: ahora un poco menos, pero no se va, nunca se va, odio ser mujer…

-YO: no está tan mal, sois bellas, oléis bien, nos tenéis embobados durante horas y lo mejor de todo, tenéis tetas…- rió alegre.

-NAIRA: ya, pero cada mes tenemos que desangrarnos, y este dolor…¡¡¡Además meais de pie!!! – ante eso ningún hombre tiene respuesta, y si la tenéis, por favor, decídmela.

-YO: lo siento…

-NAIRA: dios, no es culpa tuya, es que es tan molesto…

-YO: ¿Pero dónde te duele…por dentro?

-NAIRA: sí…no…..no lo sé…puffffff ¿Me haces  un favor?

-YO: claro, dime…

-NAIRA: en el cuarto de baño de mi habitación hay una manta eléctrica, ¿Me la traes?

-YO: ¿Una manta eléctrica?

-NAIRA: sí, dicen que si aplicas calor en el abdomen se calma – sorprendido por esa revelación, me fui a por ella, la enchufé cerca y se la di, ella se la puso por debajo del pijama, directamente sobre la piel.

-YO: ¿Mejor? – sonreía feliz.

-NAIRA: no…esta mierda no hace nada…- me senté ofuscado y cansado, arrepintiéndome de haberme quedado, a que no podía hacer nada ara calmarla - …lo siento.

-YO: es que no sé que más hacer.

-NAIRA: ni yo…esto es un suplicio…- se doblaba sobre sí misma -  …¡¡¡¡Dios, que asco!!!! -  empezó a pegar un cojín con demasiado fuerza.

-YO: para, para, que te vas ha hacer daño –  aparté el cojín, y me miró con auténtico odio, luego se rindió sobre el sillón, sollozando de mentira, pero sentía que no estaba lejos de echarse a llorar de verdad.

-NAIRA: joder…no lo aguanto…

-YO: ¿Y qué hago?…no sé…¿Te doy un masaje o algo? – como un resorte, se incorporó con cara de niña pequeña pidiéndole dinero a  su padre.

-NAIRA: ¿Me darías un masaje?

-YO: si te ayuda…

-NAIRA: peor no me  irá.

-YO: pues tú dirás.

Sonrió odiándome menos en su mirada. Con la habitual elegancia de una dama, se desabrochó el sujetador y se lo sacó por debajo del pijama, soltando un bufido de placer  y libertad que me hubiera costado sacar a alguna follándola. Se dio la vuelta sujetándose el pelo, y me senté a su espalda, comenzando un suave masaje relajante encima de la tela.

Pese a que todo parecía llevar una connotación sexual, Naira tenía el periodo, y desde el principio sabía que no tendría sexo con ella, así que fui meramente un masajista en busca del bienestar, sin repasar las zonas erógenas, sólo destensaba y colocaba sus músculos. Sus gemidos de gusto se hacían claros, y como me enseñó Eli, la zona del  sujetador fue la más trabajada. Al final metí el puño en la corva del final de su espalda, y apreté lentamente escuchando sus lamentos hasta que crujió, soltando un alarido de inconmensurable gozo.

-NAIRA: ¡Oh, dios…que gustazo!

-YO: ¿Mejor? – temía preguntar.

-NAIRA: pufff mucho mejor.

-YO: ¿Ya no te duele?

-NAIRA: no, sí que me duele, pero al menos un masaje que me llevo, ¡Vaya manos tienes! Deberías ser masajista.

-YO: no podría contenerme con clientas tan guapas como tú – se dio la vuelta,  doblando la espalda y regalándome una sonrisa que la iluminó la cara.

-NAIRA: como sigas así, al final te hago venir cada mes – seguía retorciéndose la espalda.

-YO: ¿Te ocurre algo?

-NAIRA: no, es que noto el lado izquierdo algo adormecido, será la postura.

-YO: ¡A ver si te he jodido algo! Siéntate de lado – obedeció,  palpaba pero no notaba ni veía nada dónde ella me decía.

-NAIRA: no, es más abajo…- como no veía nada, fui a subirla el pijama, pero se giró algo avergonzada.

-YO: ¿Qué te pasa?  Ni que no te hubieras quedado dormida borracha desnuda en mi cama…- se puso roja al recordar que eso mismo la pasó el fin de semana que Casandra y yo empezamos.

-NAIRA: eso fue la bebida…

-YO: no pasa nada, no voy a ver nada que no haya visto ya.

Cedió, girándose para darme la espalda de nuevo, soltando la parte baja del pijama, levanté con cuidado hasta ponérselo en la nuca, dejando su bonita espalda al desnudo. Palpé con las yemas de los dedos hasta que en un zona noté un bulto, fui dando ligeros masajes por la zona notando como se disipaba aquel punto, lentamente el masaje fue haciendo efecto, y la dejé como nueva, bajándole el pijama.

-NAIRA: pufff ahora sí que estoy en la gloria.

-YO: te sigue doliendo, ¿No? – no me la iba ha hacer ilusiones a esas alturas, todo lo que había intentado resultó, no solo inútil, si no exasperaste.

-NAIRA: sí, pero menos …– se giró de nuevo, y me dio un abrazo con los morritos puestos – …eres increíble.

-YO: lo sé – me palmeó en la espalda por seguir bromeado.

-NAIRA: ¿Es que no te tomas nada en serio?

-YO: no, es más divertido así – sonreía al separarse de mí.

-NAIRA: no, en serio, te agradezco mucho esto, lo necesitaba, ningún amigo hace esto.

-YO: es que en realidad quiero acostarme contigo, y así gano puntos…- abrió la boca falsamente ofendida, y empezó a pegarme con el cojín en la cabeza.

-NAIRA: ¡Eres de lo que no hay, ¿No puedes dejar de gastar bromas?! – esquivaba “cojinazos” riéndome por que, de nuevo,   siendo una broma, técnicamente era la verdad. Esas horas junto a ella me habían gustado.

-YO: deja de pegarme, que te vas ha hacer daño - esperó a que bajara la guardia, para darme un último golpe en la cara.

-NAIRA: así aprenderás…- se volvió a doblar sobre sí misma, escondiéndose de una posible represalia entre las mantas, riéndose, hasta que el gesto de dolor reapareció en su cara.

-YO: ¿Ves? Ya se te ha pasado por pegarme…– puso morritos de niña buena  -… no me mires así,  ni que tuvieras lava ahí dentro…

-NAIRA: pues lo  parece - espetó furiosa.

-YO: ¿Y si combinamos todo?

-NAIRA: no entiendo….- me senté en el esquinazo del sofá, abriéndome de piernas.

-YO: ven aquí, siéntate, como cuando conducimos… – me miraba de forma extraña –… vamos.

-NAIRA: obedeció pegando su culo a mi entrepierna, y la apreté del pecho para que se recostarla sobre mi torso desnudo.

-YO: bien, ponte la mierda esa eléctrica.

Obedeció poniéndose la manta eléctrica en el vientre, y luego nos tapamos con las mantas. La rodeé con los brazos por el vientre pegando la manta eléctrica, haciendo fuerza y soltando de forma rítmica, parecía que la calmaba.

De pronto recordé una de las películas que habíamos visto, en que un mago se frotaba las manos con fuerza y al aplicarlas en la zona herida, sanaba. Me pareció gracioso, así que saqué mis manos de la montaña de mantas y las frotaba delante de su cara con energía.

-NARIA: ¿Que haces?

-YO: curarte

-NAIRA: para, eso no funciona – se reía al ver mis manos.

-YO: tú deja que cojan temperatura.

Sonreíamos, mientras ella se movía junto a mi respiración. Más de tres minutos frotándolas hasta que las sentía apunto de echar arder, metí mis manos debajo de la manta eléctrica por dentro del pijama, piel con piel, sintiendo el calor y su húmeda piel llena de sudor en su estómago.

-NAIRA: no, por dios, que asco, estoy toda sudada – se tapaba la cara avergonzada, era irrisorio que, teniendo  mi polla creciendo en su trasero, habiéndola metido mano desnudos en una ducha  o haber dormido una noche completamente desnuda en mi cama, mientras a un metro Lara era destrozada a polvos, se avergonzara de eso.

-YO: tranquila, no eres la primera mujer a la que hago sudar entre mis manos – no era broma, ni puse tono de broma, aún así, sus labios dibujaron una sonrisa muda al susurrárselo al oído.

Al sentir como las palmas de mis manos quemaban, suspiró aliviada, y fui dando pequeños apretones en la zona del vientre bajo, metiendo los dedos por dentro de la parte inferior del pijama, notando claramente la goma de sus braguitas.

Me aferraba con fuerza unos segundos, y soltaba, como antes, pero directamente sobre la piel. Al sentir la presión, aguantaba la respiración junto a ella, y al aliviar las manos, soltábamos el aire a la vez, una y otra fue sucediéndose el mismo gesto. La susurraba cosas bonitas al oído, o directamente le daba un beso en la mejilla, mientras que por mi pecho resbalan gotas de sudor. Mis manos estaban ardiendo, entre las mantas, Naira, y la manta eléctrica, era el interior de un horno, pero a fuerza del masaje le había hecho cerrar los ojos y suspirar aliviada cada una de las veces, con sus manos agarradas a mis rodillas apretando y soltando conmigo, y mi polla a punto de estallar en su espalda.

Naira debía de ser tan consciente como yo de esa fricción, pero no dijo nada, solo estaba recostada sobre mi cuerpo, con los ojos cerrados y haciendo fuerza para mantener ese vaivén, casi se podría decir que me estaba masturbando usando su cuerpo. Me pasé hora y media así, me estaba gustando darla placer sin necesidad de sexo, sintiendo ahora la gotas de sudor cayendo por su vientre, entre mis dedos, el tacto de su ombligo y casi juraría que al meter los dedos por debajo de sus braguitas sentía el comienzo de su vello púbico.

-NAIRA: para ya, debes estar cansado.

-YO: conozco maneras peores de estar cansado – rió halagada, metiendo sus manos junto a  las mías, entrelazando los dedos, siguiendo el ritmo un par de minutos más.

-NAIRA: no, en serio, me encuentro mucho mejor.

-YO: como quieras…- saqué las manos al aire, y al verlas se echó a reír, yo me quedé asustado, parecían las manos de un viejo, totalmente arrugadas y deformes, como si hubiera pasado un día entero en el agua.

-NAIRA: dios, ¿Qué te he hecho?

-YO: me has quitado la juventud de las manos, ¡¡¡Devuélvemela!!! – la hice unas ligeras cosquillas con la nariz en el cuello.

-NAIRA: pobre mío, míralas – sujetó mis manos,  húmedas aún de su propio sudor.

-YO: no es nada,  boba, ¿Tú como estás? – se giró, y pude sentir por fin mi polla despegarse de mi muslo, libre al fin de la presión que ejercía su cuerpo. Se sentó de lado sobre mis piernas, y me volvió a abrazar con mucha fuerza.

-NAIRA: mucho mejor, de verdad, casi no me duele.

-YO: ¿Casi? – el tono era de agotamiento desesperado, se separó lo justo para seguir abrazado a ella y estar cara a cara, deleitándome con su sonrisa.

-NAIRA: no se me irá hasta que pasen los días, pero te lo agradezco un montón …– se quedó mirándome a los ojos, jugando en mi pelo con los dedos, ya que tenía las muñecas apoyadas en mis hombros, mientras yo la mantenía erguida con una mano en  su espalda y la otra acariciándola en una de sus piernas,  desde la rodilla hasta su cintura, recorriendo todo su contorno,  sentada en mi regazo…y de golpe, me besó, fue corto, alegre, inocente y rápido, pero al instante le cambió la cara –… perdona…dios, lo siento…- se quiso quitar de encima mía, pero la sujeté como pude, ya que, momentáneamente,  no tenía manos.

-YO: tranquila,  canaria, no pasa nada.

-NAIRA: no, sí pasa, te he besado, ¡Dios! Lara me va a matar.

-YO: ya te he dicho que no te preocupes por ella… ¿Por qué lo has hecho? – conocía la respuesta, pero iba a jugar un poco.

-NAIRA: ¡¡¡No lo sé…se…se me ha escapado…estás aquí,  conmigo…me estás cuidando…el calor…tus manos….dios…que vergüenza!!! – se tapaba la cara de nuevo con las manos.

-YO: no tienes que avergonzarte…besas muy bien.

-NAIRA: no…calla…esto no ha pasado, ¿Vale?....- era una pregunta y una orden a la vez.

-YO: como quieras, no diré nada a nadie…no le diré a nadie que eres preciosa, que eres una buena chica,  que tienes unos labios carnosos y apetecibles, o que besas como lo deben de hacer las damas, lo suficientemente corto para no ser una más, pero lo justo para enamorar – me reía al decirlo por que se estaba poniendo roja a más no poder, sin saber que cara poner, si halagada, ofendida o simplemente confusa.

-NAIRA: eso…no digas nada  - atinó a decir ruborizada.

-YO: nadie lo sabrá, pero una persona ya lo sabe.

-NAIRA: ¿Quien?

-YO: yo  - se le escapó un suspiro de quinceañera, mordiéndose el labio, si no estuviera con el periodo ya estaría abierta de piernas, con el sonido de tragaperras de bar al dar el premio.

-NAIRA: no me digas esas cosas…

-YO: ¿Por qué no? Son ciertas.

-NAIRA: pues por que no está bien.

-YO: ¿Qué es lo que no está bien?

-NAIRA: tú y yo…Lara…es muy confuso…y tú no eres de fiar – “No es tonta”

-YO: en absoluto – hacía bien en no fiarse, llevaba un rato elevando las piernas para que lentamente se venciera sobre mí.

-NAIRA: usas a las mujeres.

-YO: no más de lo que me usan ellas a mí – estaba resultando, su cara cada vez estaba más cerca, una de sus manos dejó mi nuca para hacer fuerza contra mi pecho.

-NAIRA: sería otra  de tu lista, no me quieres, eso lo sé.

-YO: no estoy enamorado de ti, y tú no lo estás de mí, pero deseo besarte de nuevo, ¿Y tú? – jugó con uno de sus dedos en mi mentón, venciéndose al fin sobre mi pecho, con su cadera aprisionando mi rabo.

-NAIRA: no lo sé…¿Me harás daño?

-YO: sólo si me pides más de lo que pueda darte, ya sabes que no soy como los demás, tengo a muchas ahí fuera esperándome,  pero ahora estoy aquí,  a tu lado, sabiendo que no podré acostarme contigo, rogándote por un simple  beso – se derritió como un hielo en verano, rascó con las uñas mi incipiente barba,  cerró los ojos justo antes de volver a besarme, esta vez de forma lenta, sonora, con ternura y sensualidad.

-NAIRA: ¿Por qué los malos nos gustan tanto? – sonrió antes de volver a besarme, unas cuantas veces.

Mientras seguía acariciándola, al cuarto  beso nuestras lenguas hicieron contacto y la provocaron una sonrisa nerviosa, pero me sujetó la cabeza para elevarse un poco y besarme desde arriba. Me gustó  la sensación de tener el cuello estirado mientras le metía mi lengua para jugar en su boca, y pasamos unos minutos así, besándonos de forma caliente. Mi mano en su espalda fue a su nuca, y la de la pierna a su culo, amasando con delicadeza, pero ella quiso parar, fue descendido su calentura dando pequeños besos cortos, y tan lentos que sentía como sus labios se despegaban de los míos, hasta que se separó abriendo los ojos con un brillo especial, mordiéndose el labio, mirándonos sabiendo que los dos deseábamos algo que no podía pasar, recorriendo con las yemas de sus dedos  mi pecho.

-NAIRA: mira cómo estás…- creía que se refería a mi brutal erección, pero señalaba mi pecho, brillaba de sudor con gotas haciendo carreras ayudadas por la gravedad.

-YO: necesito una ducha…de agua fría a ser posible – por si no lo había visto, me agarré el paquete.

-NAIRA: y eso solo con unos besos…

-YO: claro que tener tu culo pegado a mi rabo una hora larga, mientras te metía mano, no ha ayudado nada – soltó una carcajada nerviosa.

-NAIRA: pues dónde quieras, están todos los baños libres.

-YO: ¿Qué hora es? Lo mismo me compensa irme a casa…– se lanzó a abrazarme.

-NAIRA: no…por favor…quédate…duerme conmigo – “Por lo visto hoy el tema va de abrazos”, mascullé,  la rodeé con delicadeza metiéndola mano con cierto disimulo en la cintura y un muslo.

-YO: ¿Estás segura? ¿Qué pensarán las demás?

-NARIA: me da igual, te has portado genial, te necesito a mi lado esta noche.

-YO: está bien, pero deja que me de una ducha… – la cogí de la barbilla con el índice y el pulgar -…  besas demasiado bien como para poder dormir a tu lado tal como estoy – sonrió bajando la vista,  sonrojada al sentir mis dedos pasar por sus labios.

Me estaba enamorando de su sonrisa, no me perdonaba no haberme fijado en ella antes. Se puso en pie,  y yo tras ella, con la barrera bajada, un vaquero dando de sí,  sin slip, ya que iba a por Lara e  iba en modo “abre fácil”. Naira soltó una carcajada al verme la tienda de campaña. La perseguí entre risas, y luego me metí en la ducha de uno de los cuartos vacíos.

Literalmente, me di un agua fría, ni encendí el calentador del agua, y me pasé cinco minutos tiritando bajo el agua hasta que mi polla me concedió un respiro y se bajó. Me puse de nuevo el vaquero medio desabrochado, y al salir al pasillo oí la puerta de la calle abrirse. No se me ocurrió esconderme, pero tampoco me hubiera dado tiempo.

Mara apareció junto a un tío que la metía mano por mil sitios, Mara reía como solo hacía cuando iba borracha, y entraron haciendo ruido, golpeándose con un mueble de la entrada y mandándose callar el uno al otro. Serian como las cuatro de la mañana, y al pasar a mi lado, les saludé, ni me habían visto. Al mirarme, a Mara se le pasó la “borrachera” de golpe.

-YO: muy buenas noches, ¿Qué,  a terminar la fiesta?

-MARA: sí…este es…ju…ju…- o no se acordaba, o no le salía.

-RUBÉN: soy Rubén…- me dio la mano, estaba tan borracho que no acertó a la primera al apretarme la mano.

-MARA: eso…Rubén, lo iba a decir ahora mismo…- se tambaleaba por que su amigo no la sujetaba tan fuerte como antes, y los tacones eran de vértigo. Mara era la mujer a la que perores zapatos había visto llevar, y por peores, me refiero a tacones altos, dolorosos e incómodos. De por sí, ya casi rondaba el 1,80, pues alguna vez llegaba a superarme en altura debido a unos zapatos brutales con plataforma.

-YO: pues nada,  que os lo paséis bien, y usar protección…- Rubén se puso azul.

-MARA: ¡Y a ti que coño te importa!…No eres nadie, ¿Sabes?...Así que me voy a llevar a este hombre a mi cama, y me lo voy a tirar,   te guste o no…- tentado estaba de echar al tío, y dejarla dormir la mona, pero era su vida, y estaba muy rara desde que me vio follando con Lara. Ahora la veía, y parecía que quería devolvérmela.

-YO: pues que lo disfrutares…- Rubén se la llevaba a la fuerza, por que seguía recriminándome algo, no sé el qué.

Al quitarla el abrigo antes de entrar a si cuarto, supe que Mara era el premio del día. Aparte de los tacones, iba con un pantalón largo de cuero negro ajustado que  le hacían las piernas más evocadoras del mundo, con el culo respingón  redondeado,   coronado por un tanga bien marcado bajo la tela, la parte de arriba era un top banco con toda la espalda al aire, y como siempre, bien peinada y arreglada, aunque se apreciaba que había salido mejor de lo que había vuelto. Se metieron en el cuarto, y no volví a ver a Rubén en mi puta vida.

Me fui a la habitación de Naira, y al entrar, vi como Naira estaba  cambiándose el pijama por un camisón de satén. El pijama estaba empapado en sudor, mío y suyo,  y como se había quitado el sujetador, estaba en bragas, amarillas chillonas para variar. Se puso el camisón largo, y se tumbó haciéndose una bola en la cama.

-NAIRA: ¿Qué esperas, una invitación? Ven a la cama – era una cama de 1.80 x  90 centrimetros, individual, así que no es que hubiera mucho sitio. Me tumbé a su lado y me tapó con dos sábanas, una manta y una colcha nórdica, para terminar abrazándose  a mi pecho.

-YO: pufff vaya noche me vas a dar con tanta manta.

-NAIRA: es que tengo frío.

-YO: ni que estuviéramos en el polo norte…

-NAIRA: ya sabes, soy de canarias y este tiempo a mi me sienta fatal…no sé…además recuerdo que tú dormías desnudo…- sentía su pelo hacerme cosquillas en la barbilla.

-YO: déjame el pantalón puesto, lo hago por ti, si no, no respondo.

Nos quedamos abrazados el uno al otro, ella se acurrucaba, y de vez en cuando se levantaba para darme un cariñoso beso en los labios,  pero a mi el calor me estaba sofocando. Saqué un pie por debajo de las mantas para sentir algo de frescor, ya que la otra  pierna estaba aprisionada entre los muslos de Naira.

Fue cuando empezaron a oírse los sonidos, primero eran solo risas y comentarios inaudibles, Naira me miraba fijamente sonriendo, pidiéndome silencio con los dedos en la boca, pronto reconocí los sonidos típicos de sexo. Mara dormía en la habitación contigua, y pese a ser muros gruesos, el ruido era inconfundible, y la cama empezó a  rebotar contra la pared, con gemidos y risas, casi todos parecían de Rubén, a Mara no se la escuchaba.

Yo no aguantaba más, con Naira sobre mí con su cuerpo cálido y sensual, escuchando como Mara follaba, me sentí como debió sentirse Lara cuando Ana y yo estabamos viviendo allí, excitado y ansioso, pero sólo tenía a una mujer con la regla a mano. Mi polla estaba tiesa a punto de sobresalir por al bragueta abierta de los vaqueros, y las manos de Naira acariciándome por el pecho no me ayudaba. Al moverse Naira, y sentir mi verga dura, se alzó sobre la cama para volver a besarnos, y mis manos recorrieron todo su cuerpo, sintiendo como ella se excitaba pese al dolor de la menstruación, y notando  como yo no podía más, con su lengua ahogando mis suspiros.

-NAIRA: deja que te compense – una de sus manos bajó a mi polla, la acarició por encima de la tela.

-YO: ten cuidado, no quiero hacerte daño.

-NAIRA: me duele la tripa, pero una paja sé hacerla – me besó con tal fervor que ni sentí como me apartó el pantalón y se aferró a mi polla.

Aquella sonrisa, casi venenosa, que me tenía loco, aparecía cuando dejaba de besarme. Su mano era hábil, y masturbaba con tenacidad, con cierto asombro en los ojos al sentir todo el largo de mi verga en sus dedos. Por mi parte, le había quitado el camisón, y la acariciaba las tetas con delicadeza con una mano, mientras la otra iba a sus nalgas. Fue un vaivén maravilloso, con su mano subiendo y bajando lentamente por mi polla, unos  10 minutos.

Los ruidos de la habitación de al lado se apagaron, y por primera vez escuché a Mara, parecía enfadada y cabreada, Naira y yo nos reíamos escuchando mientras no dejábamos de acariciarnos. Estuve tentado de meter mis dedos en su entrepierna pero me contuve, la lentitud y la sensualidad de su mano me estaban matando, y llevar un calentón de más de 7 horas, ayudaba a querer destrozarla.

Escuchamos una bronca de Mara, o eso parecía, no se entendían las palabras pero sí el tono. Estaba ofuscada, le gritaba, y al poco tiempo sonaron un par de portazos por el pasillo, mientras permanecíamos en silencio, pero no quietos.

Nuestras lenguas se fundían y sus senos coronados por unos pezones rectos y duros, eran masajeados sin piedad, mientras que mi polla ya daba cabezazos. Al sentirlo, cogió su camisón y me tapó la polla con él, mientras seguía masturbando, haciéndome correrme de forma tan placentera en su mano que cerré los ojos deleitándome de la sensación, con ella lamiendo mi cuello, dando un par más de pasadas con su mano en mi rabo. Di gracias a dios por esa idea, me limpié con el camisón sin manchar nada más que su mano, y dándome un último beso, largo y sensual, se levantó para ir la baño a lavarse.

Cuando regresó, se quedó dormida casi instantáneamente, yo me fui a echarme agua fría, y con algo de sed, y curiosidad, me dirigía a la cocina. Al pasar, escuché unos sollozos, bebí algo de agua y al  volver afiné la vista, era Mara sentada en un sillón del salón, encendí una lampara y la vi llorando con una servilleta en la mano, y el rímel corrido.

-YO: ¿Qué te pasa preciosa? ¿Rubén te ha hecho algo? – bufó, secándose las lagrimas.

-MARA: ojalá…el muy imbécil iba tan borracho que ni se le ha puesto dura… – rompí a reírme, aunque se me pasó al mirarla a la cara.

-YO: no me creo que con una mujer como tú no se le levante…

-MARA: ni yo… ¿Sabes, te puedes creer que  me he pasado 20 minutos comiéndole la polla, y ni así…? - “Ahora sé por qué sólo se le escuchaba a él”. Me reí de nuevo, iba tan borracha que me  lo dijo tal cual, Mara era muy seria y sobria, nunca hablaba de su vida privada.

-YO: vaya,  no sabes cuanto lo siento…- sonreía por dentro, tanto, que se notaba por fuera.

-MARA: no finjas compasión…eres un imbécil.

-YO: ¿Y yo que culpa tengo?

-MARA: por que vienes aquí y te follas a Lara, y nos pones cachondas a todas y…y…y luego salgo y pasa esto…

-YO: pues elige mejor, Mara, ni que tuvieras que emborrachar a un tío para meterlo en tu cama.

-MARA: ya ¿Y que hago?, ¿Me voy a un bar, elijo a dedo, y le digo que se venga a casa…? – lo dijo tan convencida de que eso no serviría, que solté una carcajada enorme. Si me viene en una discoteca  una Olivia Wilde, de ojos negros y arreglada, como era ella, no hacía falta ni que me lo dijera, con señalarme dónde ir, iría.

-YO: de cada diez tíos a los que hagas eso, nueve se irán detrás de ti.

-MARA: pues no, eso no va así, te invitan, bebes, los conocéis…pero hoy…¡¡¡¡Joder!!!

-YO: tú misma…- no me interesaba el tema, y me iba a levantar para volver con Naira.

-MARA: de verdad que no lo entiendo…– me senté otra vez –…cómo puedo estar comiéndosela y que se le baje, ¿Tan horrible soy?

-YO: eres guapa, no digas tonterías.

-MARA: ya, pero no tengo tetas…

-YO: ¿Y si tuvieras tetas él hubiera bebido menos y se le hubiera levantado?

-MARA: sí…no…no lo sé…- se venció sobre mi, abrazándome, “Joder,  vaya día llevo”.

La serené dulcemente, tanto que se quedó frita sobre mi pecho, la movía y no reaccionaba. Apareció Naira con los ojos inyectados en sangre.

-NARIA: ¿Qué coño haces?

-YO: aquí, tu vecina, que su chico ha tenido un gatillazo.

-NAIRA: ¿Y  pretendes relevarle? – estaba enfadada,  entendía la confusión,  y a mí me parecía graciosa.

-YO: no, estaba consolándola, y va tan bebida que se ha quedado frita.

-NAIRA: ah…vale…pues habrá que meterla en la cama, ya te ayudo, no es la primera vez.

-YO: ¿Le pasa a menudo?

-NAIRA: desde que te tiras a Lara está rarísima, sale hasta tarde y viene con un chico diferente cada fin de semana – me incorporé, con  Mara en brazos, aferrándose a mi cuello de forma inconsciente, mientras Naira me abría camino. La dejé en la cama.

-YO: ya está.

-NAIRA: no, idiota, ayúdame a desnudarla.

-YO: ¿Seguro?

-NAIRA: no te pongas modoso ahora, no puedo yo sola, y no la podemos dejar así, esos pantalones la van a cortar la circulación.

Disfruté demasiado de ver a Naira, sólo con unas bragas, desnudar a Mara mientras yo la tenía sujeta. Volví a ver los senos que engañaban de Mara, casi no le abultaban con ropa,  pero estar estaban en su sitio, con unos pezones oscuros y duros mirando al cielo. Al quitarla el pantalón de cuero, mi polla se frotó con sus nalgas duras y firmes, dejándola sólo con un minúsculo tanga, me quedé mirándola más de lo debido, tumbada casi desnuda en la cama. De inmediato, Mara  cogió la postura de medio lado sacando el culo, siempre que la había visto dormir era así.Naira me dio una colleja y la tapó, mandándome al salón a esperar, mientras la despeinaba y la desmaquillaba.

Estaba tan tranquilo, guardando en mi memoria el cuerpo de Mara, que   cuando entraron de la calle Alicia y Lara, tan borrachas como los últimos visitantes, al verme, se sentaron a mi lado en el sofá. Alicia con una falda elástica hasta las rodillas y una blusa negra atrevida, Lara con un vestido negro muy elegante con un escote descomunal,  sin sujetador.

-LARA: ¿Que haces aquí? – apestaba a bebida,  y pasado mucho tiempo desde la última vez, olía  a porros.

-YO.: he venido a buscarte, pero no estabas.

-LARA: ya, hemos salido un rato.

-YO: ya veo, ¿Ya estás drogándote otra vez?

-LARA: sí, ¿Algún problema?

-YO: ya sabes que no me gusta.

-LARA: me importa una mierda, tú no eres mi novio ni nada, solo vienes a follarme – agarró mi rabo, que no estaba aún relajado del todo, y se puso duro de nuevo.

-YO: es cierto, pero no deberías fumar esa mier…- se alzó a besarme, y pese al mal sabor de boca, la devolví el beso con lengua, acariciándola. No podéis culparme, no sin ver a esa mujer y sus tetas aplastadas contra ti.

-ALICIA: vale, ya veo que sobro…

-YO: ¿Y tú enamorado? - aparté a Lara, su lengua, y sus senos, de mí un instante para hablar con mi hermanita.

-ALICIA: Lorenzo es un patán, tontea con nosotras pero luego nada, es él que le da porros a esta, y me mete mano como un bebé …– suspiró al soltar un hipo, que apestaba a ron con limón -… y yo estoy muy cansada, me voy a la cama – me besó en la mejilla, y se fue. Clavé mi mirada en su trasero mientras se alejaba, aquella falda se ceñía tanto que podía verse el temblar de las nalgas a través de la tela, “Lorenzo es retrasado”.

-LARA: vamos a mi cuarto…- pasó sus dedos por mi pecho.

La cogí de los muslos levantándola sobre mi cuerpo, me rodeó con las piernas mientras se agarraba de mi cuello, besándonos. La llevé a su cuarto, y la tumbé boca arriba, sacándola el vestido de los hombros lamiendo su senos poniéndoselos duros. Ya gemía antes de terminar de quitárselo, y descubrir que tampoco llevaba bragas.

-YO: ¿Sales así?

-LARA: no, se las he regalado a ese  chico, Lorenzo,  me las ha pedido a cambio de porros.

-YO: niña traviesa…

Hundí mi cabeza entre sus senos, lamiendo y chupando cada recoveco, amasando con las manos sus enormes pechos. L diferencia entre los suyos, naturales, y los de Pamela, operados, es cómo la diferencia ente una paella recién hecha y una recalentada, sí, ambos están ricos, pero recién hecho es un pecado.

Me detuve, suspiré profundamente, y me alejé ante sus quejas, pero iba demasiado bebida como para levantarse a ir a por mí. Regresé al cuarto de Naira, estaba sentada hecha una bola en la cama, y  me miró con rabia.

-NAIRA: ya tienes lo que querías, a Lara, ¿No?

-YO: no, solo  he acostado a Lara, aunque sus tetas son increíbles, dios…es verlas y me vuelvo loco.

-NAIRA: ¿Y por qué no te vuelves loco conmigo? – que fuera tan directa me confundió.

-YO: estás con la regla, no podemos…

-NAIRA: no, ya…hoy…pero otros días…

-YO: ya hemos hecho algo, pero no sé si podríamos, eres una buena chica, y no me gustaría estropear la amistad que tenemos.

-NAIRA: ¿No soy suficiente mujer? ¿Es eso?

-YO: no es eso…muchas se sienten abrumadas y no es justo para ti, estás dolorida y confusa, sería aprovecharme de ti.

-NAIRA: no soy un niña, sé lo que quiero.

-YO: está bien, cuando estés mejor, y si quieres, podemos intentarlo – se le iluminó la cara.

-NAIRA: ¿En serio? – se puso en pie abrazándome.

-YO: sí, créeme que no me cuesta nada, es más,  sería un placer, pero comprende que yo no busco una pareja estable ahora mismo, si buscas eso, no lo encontraras en mí.

-NAIRA: tal vez…con el tiempo…- la separé cogiéndola de la cara con ternura.

-YO: no, no quiero engañarte ni que te hagas falsas esperanzas, como Lara, te tengo cariño y aprecio, eres lista y no quiero hacerte eso,  no te quiero de esa forma – puso cara de niña decepcionada.

-NAIRA: pero tú me gustas.

No la dije nada más, no hacia falta, no quería que ser brusco con ella. Nos acostamos de nuevo, y ahora sí logré dormir unas cuantas horas del tirón.

Al despertarme, tenía a Naira subida encima de mí dormida y con una cara preciosa. La besé en la frente cariñosamente, apartándola el pelo de la cara, pensando en lo dulce e inocente que era. “Quizá en otra vida te amaría”, pensaba eso a menudo de las mujeres de mi vida, algunas no merecían la pena, pero otras…Quizá si Ana no me hubiera roto el corazón antes, podría haber llegado a amar a Naira, y como a ella, a varias mujeres que se merecían mejor trato de mi parte, como Penélope o Cameron, buenas chicas que se ganarían que las amara, pero  no lo hacía. Casandra me ayudó a seguir con mi vida, pero una mujer tenía que hacer mucho para escalar la montaña que significaba ganarse mi amor, y no me juzguéis en esto, son sentimientos personales, egocéntricos e injustos, pero reales, pensaba que me merecía a la mujer perfecta, y no versiones menores de ella.

No podía dormir más, así que me pasé horas acariciando a Naira, pero más que por algo sensual, era una manera de centrarme, como si fuera una mascota. Mi cabeza empezó a  volar, con tanto abrazo, sentimientos, menstruaciones y líos, no me había parado a razonar  algo, algo que ahora con calma, era  claro y evidente.

“¿Cómo coño sabe Eleonor que me echaron del trabajo del supermercado, o ni siquiera quien era Casandra? No tenemos relación alguna, ni conocidos o allegados comunes. Corté relaciones con Eleonor antes de que ocurriera todo aquello, y Dani dejó de informarla meses antes, ¿Cómo lo sabía?”.

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