Nuevos relatos publicados: 18

Nota: Colegas de trabajo.

  • 26
  • 13.618
  • 9,52 (21 Val.)
  • 0

Capítulo 10

 

Alberto:

Había quedado con Carlos hoy en la tarde para hacer unas prácticas de manejo, argumentándole que ya era mayorcito como para aprender a manejar, desde que me dijo unas semanas atrás, le prometí que nada más hubiese algo de tiempo libre, le enseñaría a conducir.

Salimos de la ciudad, con ambas ventanillas abajo, el aire nos pegaba directo en la cara, una sensación de libertad muy placentera. Yo iba al volante, de vez en cuando lo miraba, hacia lo mismo que cuando íbamos a visitar a su madre, sacaba su mano por la ventana y comenzaba a moverlo en zigzag.

-Veo que aún no se te ha quitado esa costumbre ¡Mete la mano! –Lo regañé-

Obedeció muy rápido, era una ternura. En las últimas semanas nos habíamos tratado más, y no me arrepiento de todo lo que hemos pasado, me ha demostrado que es un chico dulce, sincero y respetuoso.

Canalizando mi mente ahora, lo veo efectivamente como al hijo que nunca tuve y que muy en mi interior siempre quise, Eduardo lo acepta, y ya no veo celos de su parte, sé que ambos tienen una relación ahora, y eso me alegra, porque está en buenas manos, y con alguien que lo quiere mucho, al igual que yo lo quiero.

Ver su cara ser golpeada por el viento, como sus ojos se entrecierran para que no entre una basura en ellos a pesar de llevar los lentes, se mira muy lindo. Ha crecido mucho como persona, bueno, ha madurado, en muy poco tiempo lo veo más activo, más feliz, más emocionado y poco a poco va saliendo de su caparazón, aunque no le puedo quitar su forma de ser, a la vez tan tonta y tan tranquila.

-¿Enserio nunca has manejado un auto? –Lo miré por poco segundos-.

-Pues no, es más, nunca aprendí a subirme a una bicicleta.

-No juegues –Sonreí-

-No, no juego, es verdad –Me devolvió la sonrisa-.

……………………………………………….

Carlos:

Las últimas semanas han pasado muy rápido. De un lado para otro, con la escuela, con el proyecto que presente al lado de Michelle, y que ganamos el 3er lugar en la feria de ciencias. Ahora Eduardo y yo estamos bien, somos pareja, pero no oficial, ambos tenemos miedo al rechazo de las personas, y él aún más al de sus padres. La última vez que habló con ellos fue para felicitarle por sus calificaciones.

-¿Esta seguro que podemos practicar aquí? –Miré a Alberto que estaba en el asiento del copiloto-.

-Sí, ya te dije que a esta hora casi no pasan automóviles, ya no repitas que me pones de nervios peque –Yo estaba a punto de manejar su auto, como habrán podido adivinar, me está dando clases de manejo. Se le metió en la cabeza que necesito una licencia de conducir que ya casi tengo 20 años.

-Como digas viejo –Alberto me mató con la mirada. No le gustaba que le dijera así, pero a mí tampoco me agradaba mucho que me dijera peque, así que estábamos a mano-.

La carretera era la que estaba en las afueras de la ciudad, casi nadie la transitaba a esas horas de la tarde, era la que llevaba al aeropuerto, según Alberto no me encontraría con ningún imprevisto.

Seguí todas las indicaciones que me daba, comenzamos a avanzar lento, aun no sé cómo él permitió que yo practicara en su auto. Qué valor.

-Gira el volante suavemente –Me indico al ver que se encontraba una curva. Le hice caso, hasta ahí, todo parecía bien, el camino fue en línea recta, pero poco a poco empezaron a aparecer las curvas. Tenía que girar el volante con más fuerza y más rápido.

-Esto es pan comido –Lo miré, estaba entusiasmado-.

-No despegues los ojos de la carretera –Me regañó-

Había un letrero que señalaba una curva peligrosa al frente, ahora sí que estaba nervioso. Tenía a Alberto a un lado indicándome cada cosa, me tranquilizaba un poco. Yo tenía la mirada puesta en la carretera, Alberto estaba concentrado en los movimientos de mis manos.

-Alberto…… -Un auto venia en el mismo carril que nosotros, pero en dirección contraria-.

-Alberto……… -Observé al sujeto, me hacía señales con la mano de que me hiciera a un lado, pero era una curva y yo sin saber manejar del todo bien. Estaba helado-.

-¡Joder, Alberto! –Y regreso a ver, entró en pánico cuando vio la situación y como pudo giró el volante, dando el pase al otro carril, dejando que el hombre siguiera por el suyo, pero nosotros quedamos prácticamente a media carretera-

Por instinto lo único que hice fue obedecer lo que mi viejo me pedía a gritos, pisar el freno del auto, quizás fue por eso que no salimos de la carretera. Estaba completamente helado, pero Alberto lejos de eso, parecía molesto, se bajó del auto y se dirigió al otro coche, que también se detuvo, para ver si estábamos bien supongo.

Me bajé tras Alberto, el otro hombre también venía a nuestra dirección, no parecía de aquí, mucho menos latino. Un hombre alto, de rasgos más bien europeos, un tono de piel blanco, y con una mirada penetrante color café.

-¿En qué pensabas? ¡Eh! –Grito Alberto al hombre que ya se acercaba-.

-Venir ustedes lado contrario –Si, adivine, era extranjero-

-¿Qué no te dijeron que aquí en Estados Unidos los carriles se intercambian? –Alberto estaba que echaba chispas- Dudo que no te hayas encontrado con algún otro automóvil antes –El hombre me miraba confuso, parecía no entender-.

-No encontré otro automóvil, ser muy grosero –Ahora él también se estaba enojando-.

-¿Qué hubiera pasado si nos matas? –El hombre frunció el ceño con la pregunta de Alberto-

-Yo no matar nadie –Pero Alberto sí que estaba molesto- Disculpa, ya no repetirse, no acostumbrado a la forma norteamericanos viajar -Hablaba gracioso, y aunque estuvo a punto de chocar contra el auto, creo que mi viejo está exagerando-.

-Alberto, debemos irnos, ya te dijo que fue un error –Pero este no me hizo caso, mira, quien lo iba a pensar, el señor Psicología que siempre piensa las cosas antes de actuar, ahora parecía animal-.

-Esto no se queda así, levantaré una demanda contra ti –Lo amenazó-.

-¡Scheiße! No joderme, que no estar de humor albern –Conocía un poco esas palabras, eran alemanas-.

Se acercó más a Alberto, cambio su pose de persona comprensible a macho cabreado, y créanme que no era nada agradable verlo así, parecían que se fueran a golpear. Ambos como dos gallitos de pelea, se comían con la mirada, esto pasaría a mayores.

-Alberto, creo que será mejor irnos, necesito mi inhalador –Mentía. Lo tomé del brazo y lo arrastré hacia el coche. Que si lo dejo allí, se agarraban como perros y gatos-.

……………………………..

Eduardo:

Después de la práctica me dirigí al cuarto, esperaba que Carlos ya hubiese llegado de sus clases de manejo. Todo iba bien, nos estábamos conociendo más, y las cosas entre nosotros se daban más fácil, después de aquella noche, de aquella combinación de emociones, digamos que ambos sentamos cabeza, pero no como yo quería.

-¿Cómo te fue? –Cuestionó Carlos, estaba en la mesa comiendo algo-.

-Lo mismo de siempre, ¿Y por qué regresaste tan pronto? –Me quité la camisa que llevaba, estaba toda sudada-.

-Hubo un pequeño problema, pero no pasó a mayores –Eso me preocupó-.

-¿Qué problema? –Tomé una botella de agua del refrigerador-

-Nada importante, que Alberto tuvo una discusión con un alemán, y comenzaron a gritarse, pero nada más –Siguió comiendo su pasta-.

-¿Seguro? Por lo que se a Alberto no le gustan las discusiones –Nunca había escuchado que el fuera una persona que le gustara discutir- ¿No pasó nada grave? –Insistí-

-No. ¿No quieres? –Levantó un poco su plato con algo de espagueti- Lo acabo de hacer, esta rico.

-Se ve rico –Y me senté a su lado-  Déjame probar –Y empecé a besar sus labios, él se retiró-.

-¡Eduardo! Te ofrecí algo de comer –Arregló sus lentes-.

-Sí, eso ya lo sé, quiero comerte a ti –Sonreí-

-No te hagas el gracioso –Sonrió levemente mientras con el tenedor jugaba con la pasta- Además –Levantó la mirada- Apestas a sudor, mejor báñate –Me ordenó-.

-Ya hemos discutido esto antes –Lo miré picaron- Aquí se hace lo que yo diga –Alboroté su cabello- Además, yo sé que te encanta verme sudado, te excita.

-Es que tu….. –No lo deje terminar-

-Esa frase de “Es que tú haces trampas” ya no te queda –Se paró de la mesa, llevo su plato al lavadero y lavo sus manos. Se dirigía al sofá, pero me atravesé en su camino-.

-Dame permiso, necesito investigar algo en internet –Dijo serio pero sin regresarme a ver, ambos sabíamos que todo era un juego divertido-

No contesté nada, me gustaba tenerlo así, a pesar de que el sexo se había convertido en algo cotidiano en nuestra relación, que parecíamos conejos, Carlos siempre se notaba algo torpe al momento de que lo seducía y lo calentaba. Eso me gustaba, jugar rudo con él, excitarlo y que al final cediera ante la tentación. Me volvía loco.

Los vellos de mi pecho y mis brazos, aún estaban empañados por el sudor, así que me acerqué poco a poco a él, caminaba hacia atrás, y sin darse cuenta, choco contra la pared, dejándole arrinconado, como siempre.

-Te gusta el lado difícil verdad Carlitos –Levante mi brazo y lo sostuve contra el muro, dejando a Carlos a unos centímetros de mi cuerpo- Aquí me tienes soy todo tuyo –Me acerqué a su oído y le susurré-.

-Necesito secarme las manos –Miraba mi pecho, pero ignoré sus palabra, era obvio que trataba de evitarme o más bien, trataba que lo hiciera mío de todos modos-.

-Hace tanto calor y necesito algo de aire –Respiré sobre su cuello- No es tan complicado –Mi cuerpo se sincronizaba al suyo- Sé que lo estas esperando, no necesito tocarte, solo respirar –Soplé desde sus hombros hasta su cuello-.

-¿Solo r-respirar? –Un ligero suspiro salió de su boca, cálido como el infierno-

-Solo une tus labios, y sopla –Lentamente me acerqué a su boca, su cara estaba roja como tomate, me presioné contra él, parecía que me lo fuera a comer y a él le encantaba.

Sus deditos fueron bajando lentamente hasta el pantalón de lino suelto que llevaba, los metió suavemente entre este, no dejaba de besarme, sentía su calor tan cerca, su lengua jugando con la mía y dientes morder mis labios. Sus yemas rozando mi verga, esparciéndose como si fuera su territorio, hasta sentir como la envolvió en su mano, apretando y aflojando continuamente.

Entre besos lograba soltar pequeños gemidos, empezó a subir y bajar el pellejo, mi pene ya estaba comenzando a producir baba. Su otra mano jugaba con una de mis tetillas, acariciaba los vellos de mi pecho, jugaba con mi cordura. Había bajado mi pantalón, lo tenía hasta mis rodillas.

Era tanto el deseo que ninguno se atrevía a separarse, pero él lo hizo, dejó de besarme, me miró, me encanta su mirada, con ese atributo era imposible negarle algo. Debido a que estaba recargado en la pared, Carlitos se deslizo fácilmente al suelo, quedando en cuclillas frente a mi verga.

-Tómala, chúpala, haz lo que quieras –Sin esperar a que termina de decir se la llevo a la boca, cerré los ojos por el placer y me curvee un poco. Su boca era sensacional.

Mis dos manos se recargaron contra la pared, Carlos seguía jugando con mi glande, subiendo y bajando mi tallo y lamiendo mis bolas. Era un experto, poco a poco fue aprendiendo como meterla toda a su boca, y me sorprendía, miré hacia abajo, su nariz se perdía en mis pelos púbicos, la trago completa, mi verga era bienvenida por su garganta.

Llevé una de mis manos a su cabello, empecé a bombear su boquita, dentro, fuera, muy lento, quería sentir cada espacio, cada rincón. Escuchaba como gemía, yo estaba en el cielo.

-Como me encantas –Dije entre gemidos. Él había sacado mi verga de su boca, dejando un hijo de saliva y presemen que desprendía unido a mi glande. Lo tomé de la barbilla y se puso de pie-.

Cuando lo tenía frente a mi comencé a chupar su cuello, a besar mentón. Nuestro beso se prolongó, sus labios y su lengua tenían una textura un poco más viscosa, para nada desagradable, era algo que nos encantaba compartir. Él tenía la ventaja de llevarme a lugares a lo que nunca había estado antes.

-Sigamos jugando –Dije vicioso-

Le di la vuelta, quedando su pecho pegado a la pared, miré su espalda, estaba completamente sudado, al igual que sus brazos. Deslicé mis manos hasta llegar a la curva de su cintura, seguí por su cadera y apreté sus glúteos. Comencé a acariciar su ano, mojando mis dedos con saliva y mimándolo lento pero continúo. Sus manos estaban en su frente, las usaba para protegerse de la pared. Un dedo entró de golpe, resbaló perfecto.

-Ah-ahhhhh –Gimió, parecía que le faltaba el aire-

-Es solo un dedito, tranquilo bebé –Giré su cabeza y besé sus labios-

Comencé a moverlo rítmicamente. Me acogía perfecto, contraerse, estaba caliente, y cuando lo sentí aún más dilatado metí el segundo dedo, Carlos gritó, pero rápidamente lo saqué, no aguantaba, lo tenía que follar ahora.

-Basta de comodidades, ahora, sólo quiero partirte este culito –Dejé caer una nalgada y me posicioné tras él-.

Mi glande estaba en su entrada, lubricado sólo con mí saliva, comencé a presionar, noté como su ano se abría y mi glande iba entrando muy lento. Parecía un poco cerrado aún, eso me encantaba, alucinaba ver como mi pene va entrando en él y más me encantaba cuando lo miraba de esa forma, tan sumiso, tan quieto y a la vez tan deseoso.

-Me duele –Dijo entre dientes- O-ohhhhh –Cerró sus puños y separó más sus piernas-.

Aumenté la presión contra su esfínter, logré que mi glande entrara y poco a poco fui bajando, sintiendo sus paredes amoldarse a mí pene, todo aquello me hizo aun excitar más, deslizando mis manos por su cadera lo apreté más a mí. Intenté mover un poco, casi nada, al ritmo de un vaivén suave y calmado, a los pocos minutos Carlos dejó de quejarse y comenzó a lanzar pequeños quejidos de placer, armonizando el ambiente en compañía de mis embestidas, complementando el sonido de mis huevos que se pegaban  contra su perineo.

-C-como me gusta –Escuché decir-

-Te encanta, eres un vicioso –Mire dos gotas de sudor rebotar sobre su espalda-

-Sí, me encanta, tú me encantas…

El arqueó su espalda y yo pasé mi brazo por su pecho curvándole un poco más hasta el punto de poder besar sus labios. No paraba de gemir, parecía que le gustaba, las gotas de sudor caían, el olor de nuestros cuerpos era penetrante, y su culo se abría por completo a mí.

-Ohhhhhh –Grité- Me corro... Joder ¡Ohhhh! –Aprecié como salían disparados chorros de leche, los cuales se vaciaban dentro de él-.

-A-ahhh…. –Soltó un grito y sentir su ano contraerse, eso me hizo exprimir hasta la última gota que había quedado dentro de mi pene. Su cuerpo también se tensó, él se había corrido y temblaba. Comencé a besar su espalda, acaricie todo su cuerpo sin salirme de él.

………………………………..

Estábamos en una práctica de baloncesto, era miércoles por la tarde, por lo general ese día era cuando pocos integrantes del equipo se presentan a practicar, no había un torneo cerca y los chicos no le daban mucha importancia. Sólo estábamos Austin, Luke y yo. Practicábamos uno que otro tiro libre, y de vez en cuando nos retábamos para ver si era posible que alguien pudiese esquivarnos.

-Y…. –Di un salto, arrojé el balón y este cayo justo en la cesta- Lalo ¡Encesta! ¿Escuchan a la multitud? –Comencé a presumir-.

-¡Poh! Cualquiera lo puede hacer –Austin camina hacia mi-

-Digas lo que digas, pero el movimiento a mí se me es muy difícil –Comentó Luke-.

-Digamos que en estos últimos días he tenido mucha energía –Comencé a trotar en mi lugar y sonreí-.

-Sí, es lo que veo –Austin me miraba agotado- Me vendría bien salir este fin de semana –Se sentó en la banca-.

-Yo lo apoyo –Levantó la mano Luke y a paso cansando también se fue a sentar-.

-Lo siento chicos, que no me alcanza el tiempo –Tomé el balón y comencé a botarlo-.

-Sí, eso lo sabemos –Dijo Austin entre risas-

-¿A qué te refieres? –Fallé la canasta-.

-Nada importante –Seguía diciendo, pude notar una mirada de complicidad entre ambos, después volvieron a reír-.

-¿Pero que les causa tanta gracia? –Los miré desconcertado-.

-Hermano, te diré algo –Austin se acercó a mí- Pero que quede claro que son rumores que se dan en la escuela- Puso su mano en mi hombro-.

-Suéltalo de una vez, que me tienes con la intriga –Sonreí nervioso-

-En los pasillos se dice que te andas comiendo a tu compañero de cuarto –Me quedé helado- Ese alumno latino –Se quedó pensando- ¡Ah, sí! El becado –Chasqueó los dedos-.

-¿Quién mierda te dijo eso? –Lo tomé del cuello de su camiseta-

-Hey, tranquilo –Se acercó Luke- Son solo rumores en la escuela, pero ¿Por qué te enojas tanto? –Sonrió-

-Síguele jodiendo Austin, que te voy a partir la cara –Y lo solté-.

-Mira Edu, no es que creamos las cosas que se dicen, pero –Hizo una larga pausa, yo sólo lo miraba con rabia- Todo encaja muy bien, digamos que, ya llevas meses sin novia, sin salir con nadie y ni se diga con nosotros, porque casi ni nos haces caso –El muy maldito me estaba provocando-.

Me había descuidado tanto tiempo, claro que en todo momento Carlos y yo tuvimos presentes el cuidar nuestra relación, él lo hacía más que nada por mí, porque sabía que  me conocían mucho en la escuela, pero vamos, a él también le conocían  en demasía, aunque éramos de diferentes polos. Yo era uno de los mejores jugadores de la escuela a pesar de ser alumno nuevo. Carlos era un genio, tal vez muchos de los alumnos lo ignoraban, pero entre los maestros siempre tenía la atención.

Aunque Hernández haya avanzado mucho en este tema de la discriminación, debido a que él también es Latino, eso no quiere decir que los alumnos hagan caso a las reglas de la escuela, e ignoren el racismo.

-Carlos, necesito hablar de un tema importante contigo –Él acababa de llegar de la biblioteca, pero para mí desgracia no venía solo-.

-Uhhhh, entonces creo que me tendré que ir ahora –Detrás de él venía una niña muy linda, supuse que era su amiga Michelle-.

-No no, disculpa –Me paré del sofá- Yo tengo que salir por uno minutos –Le di la mano-.

-Entonces, tú debes ser Eduardo –Me sonrió- Carlos me ha hablado mucho de ti-.

-Así –Mire a Carlos nervioso- ¿Qué te ha dicho? –No dejé de verlo, él también estaba nerviso-.

-No nada –Contesto en tono despreocupado- Solo que son muy buenos amigos, pero digamos que tú sabrás que él no es muy bueno mintiendo –Vaya, vaya, estaba que hervía del coraje, lo más seguro es que esa tipa supiera algo-.

-Me acabo de acordar que lo que tengo que hablar con él si es importante –Sonreí- Así que tienes que irte –Carlos me miraba muy confundido-.

-Pero es que… -Trató de decir la chica, pero no la dejé terminar-

-Sí, mira, mejor vienes mañana, o cualquier otro día –Gruñí mientras la tomaba del brazo y lo sacaba del cuarto-.

-Oye, me estas lastimando…. Además…

-Además nada –Y cerré la puerta-

…………………………………

Carlos:

Michelle tenia curiosidad por conocer a Eduardo, así que como habíamos terminado mucho antes de lo pensado, y como teníamos un buen tiempo de amistad, decidí presentárselo, ella sabía que él y yo estábamos juntos, no fue porque yo le quise decir, pero si me hubiera quedado callado, me lo sacaría a golpes. No entiendo a las mujeres.

Entrando a la habitación me encuentro con el mal humor de Eduardo, me tenía confundido, además de nervioso, porque desde hace semanas que no se comportaba de esa manera, prácticamente corrió a Michelle, ¿Por qué estaría enojado? Me pareció muy grosero.

-Oye pero que te pasa –Lo miré furioso-.

-No, ¡¿Qué te pasa a ti?!

-Bueno, ¡Estoy molesto! –Di media vuelta y comencé a caminar-

-¿Por qué dijo eso? –Levantó la voz-.

-No querrás que discutamos por una tontería Eduardo –Lo miré-

-No es una tontería -Aclaró Eduardo- ¿Ella está enterada de nosotros? –Se paró frente a mí-.

-Es mi amiga, confió en ella –Su mirada era profunda, algo andaba muy mal-.

-Ya se lo que es para ti, pero dime, y quiero que seas honesto, ¿Ella sabe de nosotros? –Suspiró e hizo una pausa- ¿Si o No? –Me tomó de los hombros-.

-Si… -Me quedé callado, no podía mirarlo a los ojos. Sentí como el calor se fue esparciendo por mi cara, espera sus grito, esperaba sus insultos bien merecidos-.

-Eres un tonto…. –Me abrazó, pude sentirlo aferrado a mi espalda-

-Pensé… Pensé que estabas molesto…

-Claro que no, pero vamos, tú me conoces y estaba exaltado, muy preocupado –Susurró a mi oído-.

-¿Ha pasado algo?

-Ha pasado que tenemos que tener más cuidado. Es peligroso, y no exagero –Me encanta el color verde que tenían sus ojos- Tu sabes que no te aceptan mucho en esta escuela, entiendes los motivos, y si supieran que ambos tenemos algo, nos irá mal.

-Ya lo sé –Rasqué mi cabeza-.

Eduardo tenía mucha razón, desde mucho antes me había planteado eso, las cosas buenas y malas que podrían traer consigo esta relación, cosas que nos perjudicarían a ambos, de distintas maneras.

Me explicó que sus compañeros de equipo se expresaron de una forma no muy agradable sobre mí, y que hay rumores de una relación entre ambos, si me duele, me duele tener que ocultar todas estas cosas lindas que siento, pero prefiero que fuera así a tener que separarnos por lo que digan afuera.

……………………………………

Alberto:

Se me había pasado el mal trago, ahora estaba más calmado, era jueves, por lo general los días de Marzo eran muy agradables, no hacia tanto frio y el verde adornaba los árboles. Era un buen día, podría dar clases cómodamente y por la tarde seguir con las prácticas de manejo de Carlos, aunque estoy considerando que vaya con un profesional y en una pista apta para esas cosas.

“Te necesito en la oficina lo antes posible” Un mensaje de Hernández. Desde hace unos días para acá me sentía algo estresado, algo paranoico y no me gustaba para nada, ¿Seria por el trabajo? Supongo que sí.

Caminaba hacia la oficina, me preguntaba si él era el director o que pasaba, siempre era el único que daba las órdenes, y del director, muy rara la vez que le miraba en la escuela. Entré a la oficina, una grata sorpresa me esperaba.

-¿Me necesitaba? –Miré que estaba acompañado-.

-Quiero presentarte a Edel, el supervisor extranjero –El sujeto se dio la vuelta, quería que me tragara la tierra, la cereza que adornaba el pastel-.

-Conozco tú –Si, era el sujeto que casi nos mata- Tu eres americano no cortés –Entendía lo que me decía, pero se me caía la cara de vergüenza-.

-Parece que ya se conocen –Dijo Hernández-

-Sí, tuvimos un pequeño problema –Reí nervioso-.

No lo podía creer, estaba anonadado con esta nueva aparición de este sujeto, que la última vez que lo vi quería molerme a golpes y a mí no me quedaban ganas, tenía que aprender a que estábamos en otro país, no en el suyo, donde los carriles se intercambian, aunque sé que aquí en Estados Unidos también pasa eso, pero me parecía increíble que en el aeropuerto no tuvieran la amabilidad de avisar por donde tenía que viajar y como.

-Acusarme da asesino –Su pronunciación era pobre-.

-Disculpe Hernández, pero no se le hace un poco tonto mandar a alguien a supervisarme sin que siquiera hable el mismo idioma que yo –Hernández me miró sorprendido-.

-Entiendo lo que decir, cuidado con tu boca –Me seguía mirando con esa penetrante mirada color azul-.

-Alberto, no sé si leíste los documentos que te mandaron –Si, lo olvidé- Pero él entiende perfectamente el inglés, sólo que en pronunciación tiene problemas –A mí me pasa lo mismo con el español, lo entiendo pero no sé cómo pronunciarlo bien-.

-Mucho gusto, mi nombre es Alberto –Extendí mi mano-

-El gusto mío, mi nombre es Edel –El sujeto me apretó más de la cuenta, su inquietante forma de verme, no dejaba de analizarme, con cautela, con precaución.

-Creo que ya entendí –Quité mi mano para poderme zafar-

-Tomen asiento por favor –Invitó Hernández-.

-Supongo que leyó el informe, pero le daré un repaso general….

Empezó a explicar todo el plan de trabajo que yo por mi descuido había olvidado leer, se me notaba a leguas que no sabía ni lo más mínimo de las reglas y las cuestiones que me iba a evaluar el alemán.

-Edel tiene que estar todo el tiempo con usted –Genial, muero de felicidad, ¿es enserio? El alemán tenía una amplia sonrisa en el rostro-.

-Sí, entiendo, pero no me quedó claro la segunda parte –No sabía ni lo que decía, pero aparentaba que había leído los documentos-.

-Explicarte –Interrumpió el Alemán- Son 2 áreas, primera basarse…

-Bueno, Hernández, me decías… -Ignoraba lo que el otro balbuceaba-.

-Como el Sr. Edel decía, son 2 áreas de evaluación –Me dio una hoja con una gráfica circular-.

Explico que cada una de ella consistía en el desempeño específico en cada área como docente, compañero y profesor. La primera se basaba en una evaluación de aula, Edel tendrá que estar presente en cada de una de mis clases, tomando nota de la fluidez, la forma, y el desarrollo de todo el tema, además de cómo se comporta el alumnado cuando estoy parado frente a ellos y mi lista de cotejo para evaluar.

La segunda en como preparo la clase. El supervisor tiene que revisar las fuentes de información, la preparación anticipada, la coordinación con cada actividad y todo lo que se haga fuera del aula refiriéndose al tema.

Lo que me faltaba, tener a un extranjero que no supiera ni como hablar mi idioma, con una libreta todo el día tras mío apuntando lo que hago bien y lo que hago mal. Lo tendría como sanguijuela pegado a la piel.

-Ese es el programa señalado –Hernández guardo los documentos- La evaluación comienza desde ahora, podrán estar libres en la tarde, pero en la noche se tendrán que volver a juntar para repasar el plan de clases de mañana –Argumentaba-.

No dijo nada más, pensaba en lo que me esperaba, no me dejará respirar, se nota en sus ojos, pero todo te pasa por andar de boca suelta, si te hubieras quedado callado no hubiera pasado eso, pero no, tenías que andar ladrando. En unos instantes ya ambos estábamos fuera de la oficina.

-Bueno –Llevé mis manos a los bolsillos- Te iré mostrando la escuela cuando tengamos tiempo libre, ahora tengo clases y tienes que acompañarme-.

-Alemán bruto ya lo sabe –Escribía algo en su tabla de notas- Te sigo –Sonrió-.

El primer grupo de estudiantes paso, el Edel se fue a sentar hasta atrás, yo estaba nervioso, era mi primera clase con supervisión de alguien, no me incomodaba el hecho de que él estuviese ahí, pero era no podía concentrarme, su maldita mirada de cielo no se me quitaba de encima. Cada movimiento me lo observaba, las únicas veces que me dejaba de ver era para anotar cosas en su libreta.

Así paso la mañana, entre grupo y grupo las horas fueron pasando, lo llevé a la cafetería para comer algo, el parecía calmado y muy relajado, así que dejé de preocuparme acerca del accidente que tuve con él el fin de semana.

-¿Alemania es bonita? –Ambos estábamos frente a frente en una mesa vacía de la moderna cafetería-

-Creo –Jugaba con la gelatina –Asesino no saber mucho –Me miró burlón-

-Mira –Me encogí de hombros- No le veo sentido, no quiero tener problemas con nadie, no me gustan, es sólo que estos días me han tomado por sorpresa –Di un trago al agua-

-Entiendo –Tomo una servilleta y limpió su boca- Tengo que lavar manos –Me preguntó dónde estaba el baño y le indiqué, dejó su libreta encima de la mesa, tenía curiosidad sobre sus reseñas, sabía que estaba haciendo las cosas bien, pero no que tan bien-.

Tomé la libreta de color rojo, busqué entre las pocas hojas escritas, había unas notas, y para mi grata sorpresa, todo estaba en puntuación mínima, ¡¿Pero qué!? Detalles totalmente erróneos de mi clase, falta de información, mal control del aula. Este tipo me estaba tirando.

Dejé todo como estaba, pero dentro de mí sentía un calor que durante lo que quedaba del día fue subiendo desde mis pies y para las 4 de la tarde se me notaba en toda la cara. Echaba chispas, aquel alemán estaba siendo muy injusto en las evaluaciones, estaba desquitándose de mi grosería, pero es mucho, me estaba perjudicando.

-Irme de vuelta a mi hotel, en la noche ir a tu casa –El muy hipócrita me sonreía- ¿Me das dirección?

En una hoja de papel le di mi dirección, nos dimos un apretón de manos al despedirnos, quería dislocarlo, no podía sacarme de la cabeza que en sus manos estaba mi futuro y sólo porque empezamos con el pie izquierdo, estaba en la cuerda floja. Todo el estrés y las vueltas de un lado al otro me provocaron dolor de cabeza.

Mirar como anotaba sus cosas en clase me sacaba más de quicio, apostaba que lo que sea que estuviese escribiendo con esa pluma, era algo negativo, era una mentira. Más sin embargo, se escudaba en esa sonrisa de 10 millones, en sus ojos de perla, se hacia el maldito inocente.

…………………………………….

Carlos:

Estaba esperando a que Alberto pasara por mí, habíamos quedado que hoy practicaríamos de nuevo, esta vez iremos a una pista especializada. Desde que el domingo tuvimos el problema con el extranjero no volvimos a salir, hoy es jueves y parece que lo podre hacer mejor, estaba más tranquilo.

Me había dicho que a las 4 de la tarde, ya eran las 4:30, no me gusta que a las personas se les haga tarde, un atraso significa que habrá problemas, créanme que ya he tenido experiencias de ese tipo. El clima era muy agradable, estaba sentado en la fuente, a un lado estaba el equipo de porristas y del otro unos chicos montados en sus patinetas. Alberto se acercaba en su coche, bajó la ventanilla.

-Vamos, sube –Y rápidamente obedecí-.

-Buenas tardes –Me monté en su coche y le sonreí-

-Buenas tardes –Su contestación fue áspera y seguía mirando hacia el frente. Parecía cansando e irritado, muy raro verlo así-.

-¿Se encuentra bien?

-Sí, eso creo –Dijo en tono serio y bajo-.

Al otro lado de la ciudad había una pista diseñada especialmente para conductores amateur, también contaban con profesionales pero Alberto prefirió enseñarme por sí mismo. Encendí el auto, di marcha y este comenzó a avanzar. Como la vez pasada, mi viejo era quien me iba indicando que hacer, pero admito que era más difícil esquivar los conos que estaban esparcidos por toda la pista.

-Bien, ahora gira el volante lento –Le obedecí- Bien bien –Su voz sonaba extraña- Ahora da la vuelta a aquella, recuerda, como lo hicimos hace unos minutos –Ordenó-.

-Es un poco más difícil –Mis manos empezaron a sudar, la curva era muy cerrada-.

Traté de hacerlo como él me había indicado, pero me puse muy nervioso, mi corazón se aceleró y al momento de girar, creo que mi error fue girar el volante de más, provocando que más de un cono saliera volando, como pude apreté el freno para no chocar contra la pared grisácea que esta frente a nosotros.

-¡Carlos! ¡Acaso no escuchas! –Empezó a gritar Alberto-

-Disculpa es.. –Y ni siquiera me dejo terminar-.

-Claramente te dije que –Me tomó una de las manos y con fuerza las acomodó sobre el volante- esa era la posición correcta para agarrar el volante ¡Te lo repetí muchas veces!

-Sí, lo sé, pero mis manos comenzaron a sudar –Traté de justificarme y sonreí nervioso-.

-Con esos nervios no podrás hacer nada, de por si no puedes hacer mucho –Seguía diciendo- No estoy gastando mi tiempo aquí para que te des el maldito lujo de perderlo –No me gustaban sus palabras- ¿Quieres aprender o qué? –No lo miraba, pero sentía su voz justo en mi oído-.

-Si…. –Conteste bajo, con la mirada en mis piernas-

-Sabes que, nos vamos a la Universidad, bájate del coche, yo manejaré –Escuché como abrió su puerta, abrí la de mi lado, no me atrevía a mirarlo, tan solo abordé el asiento del copiloto-.

Entendía la rabia de Alberto, y tiene mucha razón, en todos los sentidos soy muy torpe para aprender cosas nuevas, pero él fue quien me insistió en las clases de manejo, no yo. Si estaba desperdiciando su tiempo, y me dolió mucho que me lo echara en cara, pensé que le gustaba pasarlo conmigo pero veo que me equivoqué.

La ventanilla venia baja, sentía el aire acariciar mi cara, y con ese compañero incondicional fue que mis lágrimas empezaron a resbalar sin hacer ni un sólo ruido, únicamente miraba los edificios que se iban perdiendo entre los grandes muros de la ciudad, las personas, las calles.

A lo minutos llegamos a la Universidad, Alberto aun no decía nada, aun se quedaba callado, no lo regrese a ver, sólo me bajé de su auto, cerré la puerta y al momento de darme la vuelta para despedirme, él ya se había ido. Lo miré perderse entre los arboles de la entrada. Me quedé parado como tonto.

..................

(9,52)