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MI DON (51)

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Raúl – Desesperación.

Seguía sin entender cómo, después de hacer añicos el intento de Eleonor con  Kate, estaba en aquel parque apenas unos meses más tarde, esperando hecho un asco.  Ya había asegurado que Eleonor tenía tratos con narcos  de cocaína, y una de sus trampas había fallado. Lo de Kate había sido muy evidente, pero lo que llegó después, no lo fue.

Pasaron días en los que estaba entrenando a Alexis, jugaba al despiste con acercamientos inocentes a mi nueva  esclava, aunque si soy sincero, fue la primera esclava de verdad. Entre la forma de dominar a Alexis, y la de Eleonor en su día, o Madamme, había un abismo de diferencia. Con Alexis sentí como nunca el poder total sobre una persona, en todos los aspectos. De forma lenta y pausada, la iba pidiendo y ordenando cosas, y a todo decía que sí, sin rechistar, cosas simples y ligeras para ir midiendo,  como ir vestida de determinada manera, o acudir a un lugar y estar horas sin hacer nada. Era un poco cabrón, lo justo de no pasarme, y lo suficiente para humillarla.

Esa era mi vida en esos momentos. De casa al trabajo, jugar con Alexis, y vuelta a casa, tratando de reconocer alguna cara repetida que me siguiera a mí alrededor, y alejándome de casi todos mis conocidos para que no cayeran en alguna trampa de Eleonor. Quizá, más que alejarme para cuidar  a los que quería, me alejaba para no descubrir a más traidores a mi alrededor, me dolía como, con algo de dinero, Eleonor había sido capaz de ir colocando personas a mi alrededor en mi contra, y me daba miedo que alguien realmente cercano me vendiera. La única mujer con la que me acostaba era Lara, y era por no volveré loco. Quedábamos algún fin de semana, me desahogaba con ella, y sus senos de escándalo. Poco más, Penélope, Cameron, Pamela, o cualquier mujer con la que mantuve relaciones, pasaron a ser recuerdos lejanos para mí.

Un día de tantos, estaba trabajando, y me llamó Naira, muy asustada, me pidió que acudiera al piso de estudiantes,  por que  Alicia estaba muy mal. Fui volando, dejando una venta a la mitad, y a Penélope con la palabra en la boca. Al llegar, Alicia estaba de los nervios, llorando y siendo consolada por Naira. Tan rota parecía Alicia, que apenas se la entendía al hablar. Ver así mi hermanita,  me rompió el corazón.

-YO: ¡¿Qué ha pasado?!

-NAIRA: no lo sé, he salido  y al volver, Alicia estaba así – me senté delante suya, cogiéndola de la mano, Alicia estaba llorando a mares.

-YO: oye, hermanita, tranquila, ya estoy aquí, ¿Qué ha pasado? – me miró tratando de serenarse, pero no podía.

-ALICIA: yo…Lara…dios…no sé que ha pasado…snifff – estaba temblando, el tono de voz era como un silbido fuerte y penetrante.

-NAIRA: venga, tranquilízate, tienes que contárnoslo.

-YO: Naira, hazle una tila – se  fue a la cocina.

-ALICIA: ¡Por favor…ayúdala!

-YO: ¿A quien? ¿A Lara?... – asintió –… ¿Qué la ha pasado?

-ALICIA: ¡¡¡No lo sé…estabamos…estabamos paseando…y …y…Lorenzo no estaba…y una furgoneta…se paró, no sé quienes eran…dios…no sé dónde está!!!.

-YO: Alicia, cálmate, y dime exactamente que ha pasado – un sudor frío me comenzó  a caer por la nuca, Alicia era una mujer muy equilibrada, su estado de nervios no era natural.  Aún así, la cogí de la mano, se aferró tan fuerte que me hendía las uñas en la piel.

-ALICIA: íbamos ella y yo, por la calle…y se pararon a nuestro lado…nos asaltaron…a mi me pegaron… – se alzó la espesa cabellera caoba revuelta, mostrando que tenía un lado de la cara más rojo que el resto - …y a ella se…se la llevaron...

-YO: ¡¿QUÉ?! ¡¿Nadie os ayudó?!

-ALICIA: fue muy rápido, casi no pudimos gritar…Lara  tiene problemas…y…y no sé si…..¡¡¡Dios!!! - me abrazó desconsolada.

-YO: ¿Pero habéis llamado ya a la policía?

-ALICIA: ¡¡No!! Me dijeron que no llamáramos a nadie, la matarían…dijeron que solo hablara contigo…¿Por qué? …Lara se ha vuelto a  drogar…y se ha metido en algún lío….¿Tú sabes algo?

-YO: no, ¿Pero tan grave es? Parecía estar bien.

-ALICIA: sí, pero…pero…Lorenzo le pasa mucha mierda, le da porros y ella fuma, pero no pueden pagarlo, ¿Y si…y si tienen a Lorenzo también? ¿Y si por no pagar se los han llevado? Lorenzo no me contesta al móvil, ¡¿Qué hago?! – Naira apreció con la tila, al cogerla Alicia, tintineaba en sus manos, se las cogí y la obligué a dar un par de sorbos.

-YO: ¿Dónde vive Lorenzo?

-ALICIA: no…no lo sé, él siempre viene aquí.

-NAIRA: ¿Quien ha podido ser? – esa pregunta ya la tenía en la cabeza, igual que su respuesta, “Eleonor”, pero ir a por ella, sería justo lo lógico, llamarla a su número  y caer en su juego. La pista de Lorenzo era mejor opción.

-YO: ¿Dónde suele salir?, ¿Qué hace?

-ALICIA: alguna vez ha hablado de un bar, cerca del estadio Calderón, pero no sé si estará allí, ¡No me coge el teléfono! ¡¿Y si les ha pasado algo?! – lo poco que se había calmado se fue al traste y se abrazó a Naira, a su lado, tratando de comprender por qué  su novio no le cogía el teléfono, y quienes eran esas que se llevaron a Lara.

-YO: dame la dirección de ese bar – Alicia me la dio, y las dejé allí a ella y a Naira, llamando a Manu, para que se quedara con ellas. Alicia estaba de los nervios, y aunque  Naira estaba tranquila, le dije  a Manu que las echara un ojo. Y  nada de decírselo a nadie, me ocupé de que entendieran que no dijeran nada a nadie.

Me fui directo a ese bar, al entrar no le vi, y como era lo único que tenía, esperé en una esquina, comiéndome la cabeza. A al par de horas, apareció Lorenzo, colgado de su brazo tenía a una rubia de escándalo, con la que se mostraba muy cariñoso. Alicia y él salían, se acostaban, hasta se llamaban novios, “No tiene sentido, ¿Le está poniendo los cuernos?”. Lorenzo  sacó un fajo de billetes enorme, presumiendo de que le habían pagado por un trabajo, y lo comprendí.

Esperé escondido otra hora a que Lorenzo saliera de allí, con aquella rubia que parecía una modelo sin cerebro. Les seguí con cuidado,  ya era de noche pero mantuve distancias. No me contuve más, y los asalté en un callejón. La chica cayó al suelo asustada por los tacones, y estampé a Lorenzo contra un coche, le di la vuelta cogiéndole de la pechera,y  cuando enfocó, y me vio, literalmente se orinó encima.

-LORENZO: ¡¡¡Oh, mierda!!! – yo no era mucho más alto que él, y Lorenzo aparentaba  estar en buena forma física, si hubiera hecho frente, hubiera sido complicado doblegarlo, pero algo en mi mirada le debió de asustar hasta convertirlo en un crío asustado.

 

-YO: ¡¿Dónde está?!

-LORENZO: oye tío…lo….lo siento…- le di un puñetazo tan fuerte que le partí el labio y cayó de rodillas.

-YO: ¡¡¿Dónde!!? – lo levanté del suelo cogiéndole del cuello.

-LORENZO: no…no lo sé…me pagaron…tenía que ganarme a Alicia, y…y meter en líos a Lara, de drogas…- le di otro puñetazo, esta  a la boca del estómago. La rubia no sería su pareja, por que en vez de acudir en su auxilio, salió disparada sin mirar atrás, ni avisar a nadie.

-YO: ¡¡¿Por qué?!!

-LORENZO: ¡No lo sé! Te digo la verdad, me pasaban drogas y yo se las daba a Lara, nunca pagaba, y tiene una deuda con mala gente, me pagaron ayer y me dijeron que cortara relaciones – trató de zafarse de mi agarre,  pero no podía.

-YO: ¡¡¿Quien te pasaba la droga, QUIEN?!!....- una  marca húmeda  de orina se hacía grande a cada segundo en sus pantalones,  cuando un latigazo en mi espalda me tiró al suelo, “¡No, otra vez!”. Sentía el táser  azotándome con una segunda descarga, no sé ni como, pero  me levanté e intenté darme la vuelta. Una tercera descarga me hizo desmayarme.

Me desperté en una habitación sucia y oscura, apenas iluminada, atado a una silla de madera vieja y que crujía, las manos atadas a los reposabrazos, y los pies a las pastas de la silla, con un cuerda rodeándome varias veces por el pecho al respaldo. Estaba magullado y dolorido, sentía un escozor en la espalda, sin dudad del táser, y me habían quitado la chaqueta, dejándome con los vaqueros y una camiseta, aparte de los zapatos.  Me costó un buen rato centrarme, pero delante de mí había un catre, y reconocí a Lara, tumbada boca arriba y desnuda, atada de  manos juntas  a la cabecera de hierro de la cama, a la altura de su cabeza,  y los pies separados por cuerdas en sus tobillos. Lara estaba llorando, con el rímel corrido, y un golpe en la mejilla, su pose era preparada para algo horrible. Traté de moverme, pero no podía, hacía fuerza pero estaba bien sujeto, miré a mí alrededor para buscar con qué soltarme,  peor solo había una silla más, tuberías y paredes llenas de moho, con sólo un pesada puerta de metal cerrada, y nadie más en la habitación, que parecía un cuarto de calderas común.

-YO: Lara, tranquila, estoy aquí, ¿Cómo estás?

-LARA: …por favor…Raúl…sácame de aquí.

-YO: lo haré, te lo juro, ¿Cómo estás?

-LARA: bien…por ahora…pero…me tienen aquí desde hace un día…me…me han dicho que debo dinero.

-YO: ya, nuestro amigo Lorenzo tiene la culpa.

-LARA: ¡Pero yo no sabía nada! El me dijo….Raúl, dicen…dicen que me van a violar, que me van  usar de puta hasta que pague la deuda, por favor… ¡Sácame de aquí!

-YO: tranquila, eso no va a pasar…yo estoy aquí…no dejaré que te pase nada – la pesada puerta de metal crujió, y un par de hombres ocultos tras pasamontañas entraron, vestidos de negro de arriba a abajo como ladrones. Detrás de ellos, Carlos apareció, impoluto de traje y corbata, y junto a él,  Eleonor. La mirada que lancé fue tal, que Eleonor se atragantó, quedándose agarrada al pomo de la puerta sin atreverse a entrar del todo. Era extraño ver a una mujer tan bella y hermosa,  con un elegante vestido color crema, escotado y sin mangas, que le llegaba por las rodillas, con unas medias suaves y unos zapatos a juego con el vestido, estar allí de pie, en mitad de un cuarto sucio y apestoso.

-CARLOS: vaya, vaya, mira a quien tenemos aquí.

-YO: ¡Qué coño estáis haciendo! Esto es secuestro,  como la toquéis un pelo…- Carlos me soltó un revés directo a la mandíbula, que me hizo tambalearme en la silla.

-ELEONOR: por favor, la violencia no es necesaria, le quiero entero.

-YO: ¡Para esto! Eleonor, aún estás a tiempo – Eleonor se hinchó su bonito pecho, de aire y valor, y entró  cogiendo la silla vacía para sentarse frente a mí, con elegancia y clase,  levantándome  la cara con los dedos en mi mentón, viendo el golpe que me había dado Carlos.

-ELEONOR: el único que lo puede parar eres tú, te lo dije, esto no me produce placer, pero serás mío… - suspiró cruzándose de piernas y apretándose las sienes - …esto, esto  no tenía que salir así, tenias que haberme llamado según supiste lo del secuestro, pero no, tenias que ir de listo y buscar a Lorenzo, le he tenido que pagar el doble a ese renacuajo para cerrarle la boca, le has provocado un ataque de ansiedad…

-YO: ¡¡PUTA CHIFLADA!! – uno de los encapuchados me golpeó en el vientre.

-CARLOS: ¡¡Basta!!  Estás llegando muy lejos, Eleonor, no podemos seguir con esta locura.

-ELEONOR: lo haremos, aunque me arruine, aunque lo pierda todo, incluida a Carolina.

-CARLOS: ellos la matarán, y a ti, como se enteren…de todo – se hizo el silencio, y  guardé esa frase a salvo en mi cabeza.

-YO: ¿Qué hago aquí?

-ELEONOR: aprender una lección, me has obligado a actuar precipitadamente al ir a por Lorenzo, tenias que llamarme, pero bastará.

-YO: de acuerdo, pero a Lata dejadla en paz, soltada y dadle algo de ropa.

-ELEONOR: ella es la lección Raúl, pero puedes salvarla, ven a mi lado, para siempre, y la dejo libre, aquí y ahora – suspiré, casi llorando, mirando a  Lara tan asustada que solo temblaba y gimoteaba, “Se acabó, me tiene”.

-YO: está bien, tú ganas, seré tuyo…- me quemaban en los labios esas palabras - …pero suéltala.

-ELEONOR: ¿Estás seguro?

-YO: sí, lo haré, pero dejadla en paz – Eleonor sonrió orgullosa, y se puso en pie.

-ELEONOR: ¿Ves? No ha sido tan difícil.

-YO: desátala.

-ELEONOR: oh…no, verás, les he prometido a estos dos…”caballeros”, que van a abusar de ella cuanto quieran, como pago por las drogas que nos prestaron.

-YO: te he dado mi palabra, Eleonor, si no cumples la tuya, no cumpliré la mía.

-ELEONOR: querido, no ibas a cumplirla de ninguna manera, eso lo sé, aún me destetas y buscarías la manera de jugármela, solo quiero que aprendas la lección, no tienes opción alguna, ya no…– se giró hacia Carlos - …vámonos… – ahora miró a los dos encapuchados - …chicos, disfruten de ella, por lo que sé,  le encanta el anal y sus pezones son muy delicados, asegúrense que él vea todo…- me acarició del cabello - …cuando acabéis, soltados a los dos.

-YO: Eleonor…- se apoyó en la puerta al salir, y me miró - …si haces esto, se acabó, iré a por ti.

-ELEONOR: buena suerte – se fue, con Carlos detrás, sin apreciar el cambio  de tez en mi rostro

-YO: escuchadme, chicos…- al cerrarse la puerta, me dirigí a  los encapuchados, con el tono de voz más serio y taimado que pude -…no sé quien sois, ni qué pintáis en todo esto, yo pagaré su deuda, tengo algo de dinero, pero no la toquéis…– parecían no escucharme, y uno ya se estaba desabrochando el pantalón –…¡¡EHHHH!! – ambos se giraron – …al que la toque,  le castro – tras unos segundos en que la amenaza pareció surtir efecto, se echaron a reír.

Ignorando mi amenaza, susurraron entre ellos. Al parecer, a alguno le daba vergüenza hacerlo delante del otro, así que se lo jugaron a suertes. El que ganó, se bajó los pantalones, una buena herramienta de unos 18 cm ya dura, pero me fijé en el tono de piel, morena, sudamericano, árabe quizá.

Lara se retraía sobre el catre mugriento, alejándose lo que podía, y el otro hombre, salió del cuarto. Yo no paraba de moverme, quería insultar pero no serviría de nada. El hombre  se echó sobre Lara, ella pedía clemencia, pero no había nada que hacer, maniatada y  abierta de piernas, “Como la puse yo la primera vez con Ana”.

El tipo buscaba su cara para besarla, Lara le huía, y al cansarse, le soltó un bofetón que la dejó tranquila. Lara pasó a negociar, decía que si se la chupaba la dejara irse, pero el hombre fue acariciando su cuerpo. Ella se resistía, pero cuando le agarró las tetas y acarició sus pezones se mordió el labio, “No puede evitarlo”, bien lo sabia yo. Se sonrojaba cerrando los ojos, no quería gozar, pero lo estaba haciendo, y el tipo metió una mano en su coño. Sonrió sonoramente al sacar los dedos mojados,  se arrodilló entre sus piernas, y de una fuerte estocada la penetró.

Él gritó de placer, ella de vergüenza,  y yo de rabia, seguía moviéndome sobre la silla, no estaba anclada al suelo, pero yo estaba bien atado al respaldo, a los asideros y a las patas de la silla. Hacía tanta fuerza que me estaba haciendo sangre en las muñecas, y la silla crujía, pero no cedía.

Entre gritos de humillación y suplica, aquel tipo ya se follaba a Lara delante mía. Lara aguantaba la respiración, pero el hombre no soltaba sus pezones, y se le escapaban ligeros gemidos de placer entre los de lastima, incluso me parecía que se estaba abriendo de piernas para facilitar todo. Pero no podía verlo, no podía actuar, no podía hacer nada.

Me asusté cuando el tipo sacó un cuchillo, pero solo cortó las cuerdas de los pies, y la dio la vuelta, la obligó a ponerse a 4 patas mientras Lara  pataleaba, hasta que el cuchillo se acercó a uno se sus ojos. Lara admitió la derrota, y el tipo se la metió por el ano, no le costó demasiado, estaba acostumbrada a mi polla, una de tamaño estándar no seria problema. Al rato, dejó de amenazarla con el cuchillo, por que Lara, queriendo o no, rebotaba disfrutando de aquel placer que yo le había enseñado. Entre gimoteos, susurraba que la follara más fuerte, y que tenía una polla pequeña, no sé si para excitarlo o para enfadarlo, sin duda su rabo era menor al mío, pero nada desagradable en longitud y grosor.

El tipo no duró ni 10 minutos, y se corrió en su culo. Exhalando aire  se le escapó alguna palabra latina de sexo, pero sin quitarse el pasamontañas era difícil saberlo. La decía que tenía un culo genial y unas tetas preciosas, pero se puso en pie y me miraba. Reía al ver mi rostro enfurecido, con Lara llorando desconsolada por la violación, o por haberla disfrutado, quien sabe.

-ENCAPUCHADO1: ¿Te gustó? – apenas se le entendía.

-YO: …- susurraba.

-ENCAPUCHADO1: ¿Qué has dicho? – se acercaba.

-YO: …

-ENCAPUCHADO1: te estoy hablando – se agachó a mi altura.

Eché la cabeza hacia atrás, orgulloso, y él se reía, no entendió que era para coger impulso. Lancé mi cabeza contra su cara,  golpeé con la frente en su nariz, que crujió, y él cayó hacia atrás tropezando, desorientado.

Me volví una bestia, no sé de dónde hice tanta fuerza,  me sentía estallar, las rodillas me chirriaron y se me cortaba la circulación  de los brazos por la tensión, las venas del cuello me palpitaban y un grito atronador creció del fondo de mi alma, vomitándolo con tal fuerza que me pitaban los oídos…y la silla cedió.

Una de las patas que me tenía atado se astilló, dejando la pierna parcialmente libre, el tipo se sujetaba la nariz en el suelo, y se quería poner en pie con los pantalones bajados. Me balanceé lo justo como para que, cuando se puso en pie, hice palanca con la pierna libre y me estrellé contra él. Los dos caímos al suelo, y la silla volvió a ceder por el impacto, caí encima de él de espaldas, y mi otra pierna quedó libre. Me puse en pie, pero el respaldo medio desmenuzado seguía reteniendo mis brazos y el torso.

El ruido hizo entrar al segundo  hombre de fuera, al ver la escena desde  la entrada se sorprendió, lo justo para quedarse en la entrada. Me lancé al bulto contra la pesada puerta, que se cerró de golpe sobre su pecho, aplastándole contra el marco, dónde se golpeó en la cabeza. De espaldas, dejé que el rebote abriera la puerta, y empujé de nuevo, lo hice un par de veces hasta que hombre al otro lado del metal dejó de quejarse por cada golpe.

El primer hombre se puso en pie, quitándose el pasamontañas de la cara, no le reconocí, tenía la nariz rota y sangrando sin parar. Trató de caminar, pero los pantalones por los tobillos se lo impedían.  No dudé, como una bola de demolición, caí sobre él con todo mi peso, del golpe contra la pared soltó el cuchillo que aún tenía en la mano. Solté rodillazos y patadas sin parar, aguantando su cuerpo aplastado contra la pared con el pecho, no sabía ni dónde daba ni si tenía que parar, estaba cegado de rabia. El tipo se mantenía en pie, y hasta que no le hice caer, no paré, acelerado y con el corazón a mil por hora. Vi el cuchillo en el suelo, y me tumbé de espaldas hasta agarrarlo con una mano y poder desatarme los brazos.

Lo primero fue coger las cuerdas y atar a los dos hombres, con nudos marineros de un campamento de verano que hice. Eran dos sudamericanos, de unos 30 o 35 años, de un aspecto muy similar entre ellos, aunque uno llevaba el pelo más corto, y el otro tenía una fuente de sangre brotando de su nariz.

Lara aún lloraba, y la calmé como puede. Al tocarla me huía, pero teníamos que darnos prisa. Miré con cuidado por la puerta, era un pasillo largo, vacío, con unas escaleras al fondo que subían a la calle. Había una mesa con mis cosas y las de Lara, no habían tocado ni cogido nada,  ni los móviles ni las carteras. Desaté a Lara, vistiéndola con cuidado, se puso en pie apoyada en la pared, mirando con odio a aquellos tipos. El que la había violado, estaba volviendo en sí, y me puse de cuclillas a su lado.

-YO: ¿Te gusta? – mostraba su cuchillo en mi mano.

-ENCAPUCHADO1: oye…tío…lo siento…son cosas de este mundo….por favor…no…me pagaron.

-YO: todo el mundo me dice lo mismo, “me pagaron”, pero que yo sepa os lo advertí – el tío se cerró de piernas automáticamente, recordando mi amenaza de golpe.

-ENCAPUCHADO1: vamos, brother, no me haga eso…tenga compasión…somos machos…- una mancha de orina crecía en el suelo a su alrededor, de nuevo provocaba esa reacción, él solo me miraba torciendo la cabeza a modo de suplica. Sin duda,  verme llorando de rabia,  jugando con el cuchillo en mis dedos, era una  imagen que debía de ser aterradora.

-YO: yo soy un hombre, tú eres escoria – temblaba, y miró a Lara.

-ENCAPUCHADO1: mira, niña, te…te pido disculpas…por favor…tengo familia – al mirarla, la vi un gesto de repugnancia que evaporó cualquier esperanza de ayuda de su parte para el hombre que rogaba en el suelo.

- YO: quizás no quieras ver esto…Lara.

-LARA: hazlo…- asentí al ver la seguridad de Lara en que eso era lo que necesitaba en ese momento. Me giré al hombre, arrodillándome a su lado.

-YO: ¿Tienes hijos?

-ENCAPUCHADO1: ¡Sí, tengo dos! – albergó una esperanza de que eso me detendría.

-YO: mejor… por que ya no podrás tener más – le abrí de piernas y clavé con fuerza el cuchillo en su bolsa escrortal.

No me creo que Zeus no tuviera nada que ver con aquello, fue brutal, asqueroso, inhumano… pero lo estaba haciendo, y sus gritos llenaron  la sala. Sus chillidos despertaron al otro hombre, que de frente,  lo vio todo, y se puso a gritar como una niña. Dio igual, suplicaban, pero  la mancha de orina se volvió roja. Lara sonrió, y yo les susurré algo al oído cuando dejaron de gritar. Cogí en brazos a Lara,  y la saqué de allí.

Lara  estaba avergonzada, asustada y mil cosas más, no podía caminar. Al llegar a la calle, vi que estabamos en el barrio latino de Madrid,  y llamé a la policía. Acudieron varios efectivos y una ambulancia, estuve tentado de callarme sobre los dos tipos a mi espalda, dejar que se pudrieran, pero estaba harto de luchar solo, era hora de involucrar a la policía. Atendieron a Lara, y sacaron pruebas de todo, incluso para el ADN.

Alicia y Naira aparecieron, junto a Manu y Teo. Mi familia llegó después,  y nos pasamos la noche en el hospital. La policía me tomó declaración, y debido a mis antecedentes gracias a Jeni, su tono se volvió brusco. Lara me exculpó de todo, y advertida por mí, nos callamos sobre Eleonor dando una versión creíble y consensuada de todo, incluso de cómo ese cuchillo terminó clavado en los testículos de aquel hombre. Lara me preguntó por qué guardar silencio, “Esa zorra es mía”, la dije.

Me hicieron identificar a los agresores mientras una enfermera me seguía tratando de curarme unos feos cortes de las ataduras en las muñecas.  Lara no podría, hasta varias semanas después, identificar a nadie. Cuando el nuevo castrati me miró, asentí con la cabeza, y él hizo lo mismo, al igual que  su compañero. Aquello era un mensaje, para todo aquel que se aliara con Eleonor, y él se ocuparía de divulgarlo, “Te corto los huevos, pero te dejo vivo…dile a todos que se alejen de mí y de mi gente, o no seré tan bueno con ellos.” Fue lo que les susurré antes de salir de ese cuarto de calderas.

Lo sé, estáis alucinando, con un “Venga ya” en la cabeza, pensando que desvarío, y que estas cosas no pasan. No soy un super agente, ni nada parecido, solo era un tío muy cabreado, y que había visto muchas películas. Estando aún en el hospital, recibí la llamada de Eleonor.

-ELEONOR: ¡Lo has empeorado todo!

-YO: tú empezaste.

-ELEONOR: me has comprometido, esos hombres podrían identificarme.

-YO: ojalá lo hagan – “Mentira, te quiero para mí”, pero con su poder, y apenas un par de testigos asustados, el juicio  sería como empotrarse contra un muro de mármol

-ELEONOR: no lo harán, y si se atreven, no llegaran al juicio, no sabes dónde te estás metiendo.

-YO: me has metido tú, te has vuelto loca…se acabó todo… ¿Querías guerra? Pues aquí la tienes.

-ELEONOR: ¡No me hables así! No comenzaste esto…eres mío, y no podrás evitarlo

-YO: no comencé esto… pero lo terminaré – colgué bruscamente.

Fue unas horas más tarde cuando el corazón dejó de latirme a toda prisa, y pude pararme a pensar. De todo lo ocurrido, lo primero nítido que me llegó a la cabeza, fue una pregunta, “¿Cómo sabían que iba  a por Lorenzo? Eleonor esperaba que la llamara, eso era lo lógico, hasta ella me lo dijo, nadie sabía que iba a por Lorenzo…¿Nadie?”. Cogí a Manu,  Naira y Alicia,  los arrastré hasta las escaleras de emergencia del hospital.

-ALICIA: ¿Qué haces?

-YO: ¡Quien fue!

-NAIRA: ¿De qué hablas?

-YO: ¡¿Quien les avisó?!

-MANU: tío, tranquilizante… – di un puñetazo a la pared entre ellos, y un extintor cercano se tambaleó.

-YO: ¡Sabían que iba a por Lorenzo, ¿Cómo? Solo lo sabíais vosotros tres!

-ALICIA: quizá le siguieran…

-YO: no tendría sentido, ya le habían dicho que se apartara.

-NAIRA: o quizá te siguieran a ti – eso tenía sentido, pero llevaba meses sin reconocer a nadie.

-YO: no, llevan meses sin seguirme…- me dolía la cabeza, estaba furioso -…los móviles…sacarlos.

-MANU: mira tío, esto es una locura,  estás alucinando, descansemos  y mañana…- otro puñetazo a la pared.

-YO: ¿Para que podáis borrar los mensajes o las llamadas? Los movibles fuera, ¡AHORA! – Manu sacó el suyo y lo miré, estaba limpio,  al ver el de Alicia casi me muero, 10 llamadas a la misma hora, al número de Lorenzo.

ALICIA: ¡Claro que le llamé, estuve llamando desde que se llevaron a Lara, pero no me cogía el teléfono! Mira, todas son de 0:00 segundos, no me contestó – lloraba, estaba tan ofuscado que no me di cuenta.

-YO: vale, Naira tu móvil…- se apartó.

-NAIRA: yo…es que está sin batería y…- “No puede ser”, no me lo creía.

-YO: no…no, no, no…dame el puto móvil – se lo arranqué de la mano, y al ver los mensajes enviados lo vi. El mismo número que me dio Eleonor en su tarjeta, decenas de mensajes y llamadas desde hacia siete meses, incluyendo un aviso minutos después de que saliera de su casa, “Va a por Lorenzo”.

-NAIRA: por favor….puedo explicarlo…yo…- la cogí de cuello, casi se lo parto, y  la empujé contra la pared. La levanté medio palmo del suelo, Manu quería detenerme pero no podía, solo Alicia, al interponerse, evitó que hiciera una locura.

-YO: ¡¡¡¡¿Has visto lo que has hecho?!!!! -  me puse a darle puñetazos a la pared de granito hasta que me sangraron los nudillos.

-NAIRA: ¡¡¡Y tú!! …– logró toser - …te pasas el día entrando y saliendo de mi casa, follándote a Lara delante mía, delante de todas, te pasas un día cuidándome y luego desapareces, ¡¡Me dijiste que lo intentaremos y me dejaste de lado!! – “Esa es Eleonor”, le había comido la cabeza, como a Liz.

-ALICIA: ¡¡Pero no te das cuenta de que está loca!!!

-NAIRA: ¡Ahora sí! ….  - lloraba -…pero empezó antes, Eleonor  me dijo que podría estar contigo, Raúl, que me enseñaría, pero que tenía que ayudarla.

-MANU: ¡Dios, ¿Que la has dicho?!

-NAIRA: todo…- tono fuerte - …todo… - tono leve - …ella me enseñó a seducirte, a sonreírte como te gusta, y a ser vulnerable para que me cuides, fue idea suya, y funcionó…pero…

-YO: felicidades Naira, has logrado que violen a Lara,  nos has engañado a todos – sentí la tensión de los músculos de mi mano al soltarla el cuello del todo.

Me fui de allí, no soportaba más, quería evadirme, pensé en drogarme otra vez, al menos así los problemas se evadían, y hasta en el suicidio se pasó por mi cabeza en el corto tramo de las escaleras a la calle. Así Eleonor dejaría a todos en paz.

Así pasaron varias semanas en que no hice movimiento alguno, era un zombi, de casa al trabajo y viceversa, Alexis lo interpretó  como un juego,  le gustaba que la ignorara. Mi familia nunca me había visto así, pero lo peor estaba por llegar.

A la tercera semana de  aquel incidente, y cerca de mi cumpleaños, sin darme cuenta, regresaba a casa por el camino de siempre, que pasaba por la calle del piso de estudiantes. Solía coger ese camino para ir a ver a Lara, pero hacía días que no pasaba por allí, no sabía nada, ni quería, de Alicia, de Mara,  de Lara… y menos todavía de Naira.

Al pasar por su esquina, vi sirenas, y no me gustó, traté de llamar a Alicia para saber si estaban bien. Cogí el móvil, puesto en silencio por que no quería que nadie me molestara, y al ver 15 llamadas perdidas de Mara, y 39 mensajes de texto, no me paré ni a mirarlos. Aparqué y me fui corriendo al piso de estudiantes.

Un cordón policial cortaba la calle, y un foco apuntaba al cuarto piso, al ático, a una de las terrazas dónde estaba Alicia… ¡Por fuera de la barandilla! No pudieron pararme pese al cordón policial, entré en el edificio al galope, y  al llegar al tercer piso estaban Naira y Mara, abrazadas, llorando.

-YO: ¡¿Qué ha pasado?! – Mara me abrazó rompiendo a llorar.

-MARA: ¡Raúl, joder, te estaba llamando! Lara…Lara…se…se ha cortado las venas, estaba en la bañera, Alicia ha entrado y la ha visto, ¡Dios!…los médicos están con Lara, pero Alicia…ha salido al balcón, no sabemos que hacer.

-YO: ¡¡¡Sacarla de ahí!!!

-NAIRA: no dejan, Alicia dice que si alguien se acerca, saltará – la miré con odio, era la primera vez que hablaba con ella desde el hospital, pero el odio se transformó en lastima, los ojos de Naira eran tan tristes que no hacía falta cargarla con más peso.

-YO: tienen que dejarme hablar con ella – un policía me escuchaba.

-POLICIA1: no pueden pasar, es una situación delicada.

-YO: yo puedo convencerla.

-POLICIA1: ¿Eres su novio?

-YO: no…sí…da igual, déjeme entrar – me debió de ver convencido, habló por la radio.

-POLICIA1: aquí 2.15, ¿Cómo va ahí arriba?

-VOZRADIO: aquí 16, no hay avances, la chica no deja acercarse a nadie, y los bomberos aún tardarán 10 minutos en poner el inflable – el policía me miró.

-POLICIA1: os mando a un chico, quizá gane tiempo, corto – me cogió del hombro y me hizo pasar. Mara me volvió a abrazar.

-MARA: por favor, sácala de ahí…te lo ruego como hermana…por favor,  ¡No dejes que caiga! – me arañó el brazo cuando la sujetaron para no dejarla entrar junto a mí.

Subí como el rayo, me cachearon y se me acercó una especie de negociador, me dijo varias cosas que ni recuerdo, creo que eran consejos, y me fui acercando despacio al balcón. Las luces y los sonidos eran atronadores, al asomarme,  vi a Alicia, aferrada de espaldas al balcón, con un destello del foco de abajo, deslumbrándola.

-YO: hola, hermanita - se giró y se sorprendió al verme, tenía la cara demacrada y llena de lágrimas, vestida con un camisón largo gris.

-ALICIA: ¡¿Qué haces aquí?!

-YO: suelo pasarme, ¿Qué haces tú ahí?

-ALICIA: voy a saltar.

-YO: una lastima…que desperdicio.

-ALICIA: ¡¡¡¡¡No hagas broma de esto Raúl!!!…- suspiró desesperada - …¿Qué…que sabes de Lara?

-YO: los médicos están con ella, no se más, estoy aquí por ti.

-ALICIA: sabes…iba a disculparme con ella…cuando he entrado en el baño.

-YO: ¿Sí?, ¿Por qué?

-ALICIA: seguro que se siente muy mal, pobrecilla…yo…solo quería disculparme…por todo…es culpa mía.

-YO: no es culpa tuya, nada de lo que pasó es culpa tuya.

-ALICIA: Lara está viendo a una psiquiatra, le dice que tiene que ser fuerte y no sentirse una víctima, ¿Pero como voy a poder sobrellevarlo yo? Fui tan tonta de pensar que un chico como Lorenzo se interesaba por mí…no vi como jugaba con nosotras, es culpa mía, yo le metí en nuestras vidas…al ver la sangre lo he comprendido… esto un camino fácil, sencillo, un instante y se acabó.

-YO: no digas tonterías, eso es de cobardes, y tú no lo eres.

-ALICIA: pues soy una cobarde.

-YO: no lo eres, solo estás confundida, entra y lo hablamos – di un paso hacia ella.

-ALICIA: no, ¿Por qué debería? Nadie me quiere, me usan…soy una estúpida.

-YO: claro que te quieren, yo estoy aquí,  a tu lado, te hermana está ahí fuera, muerta de miedo, preocupada  por ti, tu familia, la mía, nuestros amigos, ¡No nos  hagas esto!

-ALICIA: somos personas, y tenemos sentimientos – “No me escucha, me oye, pero no me escucha”

-YO: si te sientes mal, te pido disculpas, fui yo, todo esto es por mí, cúlpame, ódiame… pero no lo hagas,  yo traté de alejarla de vosotras, pero…pero no pude, por favor, hermanita,  dame la mano… y entra aquí – otro corto paso, “Uno más y es mía”.

-ALICIA: no es culpa tuya, es mía, “Tendencia a idealizar a los hombres de su vida”, lo decía el informe de Eleonor…- me miró con la más absoluta desesperanza –…adiós.

Cogió impulso, y reaccioné  como un rayo, no recuerdo un momento en toda mi vida en que me moviera más rápido. De una zancada, salté sobre Alicia cuando ya empezaba a caer, la cogí de un brazo y un alboroto general sonó por la calle. Alicia colgaba del balcón del cuarto piso, solo sujetada por mis manos en su muñeca izquierda, tuve que soltar una mano  para agarrarme a la barandilla y no vencerme con ella. Alicia no hacía fuerza ninguna,  no podía sujetarla, serian unos 60 kilos a pulso con un solo brazo, se me resbalaba con una mano solo, y ella no hacía nada por sujetarse a mí.

-YO: ¡¡¡ALICIA, POR DIOS, SUJÉTATE!!!

Tuve que soltarme de la barandilla para agarrarla con dos manos,  o Alicia caería. Sabía que mi cuerpo se vencería con ella, pero no la soltaría. Me moví como una balanza, mi cadera hacía de eje, con todo el peso de Alicia a un lado, y nada al otro. Alguien me cogió de las piernas a tiempo,  evitando que cayéramos, usando mi cuerpo como polea. Yo tenía medio cuerpo fuera del balcón, con la cintura haciendo equilibrio sobre la barandilla, y soportando todo el peso de Alicia en vilo. No sé cuanto pasó, unos segundos o cuatro horas, me dolía el hombro del tirón inicial y del peso, pero la frase de Mara se repetía en mi cabeza,  “¡No dejes que caiga!”.

-ALICIA: ¡SUÉLTAME, O CAEREMOS LOS DOS!

-YO: ¡PUES CAEREMOS,  NO VOY A SOLTARTE! – cada palabra iba acompañada de soplidos de esfuerzo, sentía la sangre en mi cabeza y un hormigueo doloroso en los brazos, pero antes los perdería que dejarla caer.

Alguien apareció en el balcón del tercer piso, un bombero, creo, y la cogió de la cintura. Balanceamos a la vez, y a la cuarta intentona vi como Alicia y el bombero entraban por la terraza. Entre tres policías, que me sujetaban de los pies,  lograron volver a meterme en el balcón, con sonidos de aplausos y gritos de ánimo de la calle. Yo  solo lloraba, no sabría decir por qué, solo lloraba, allí tirado en el suelo del balcón, con los tres policías retomando el aliento en el suelo conmigo, y más gente felicitándome, “¿Por qué? ¿Por qué me felicitan? Esto es culpa mía… todo es culpa mía”. Naira entró  y se me echó encima, llorando junto a mí,  y la abracé, pese a odiarla.

-NAIRA: la has salvado, lo hemos visto, Alicia está en shock, Mara está con ella, pero está bien…¡La has salvado!

-YO: ¿Y Lara? -  se echó a llorar de nuevo.

-NAIRA: Lara ha  perdido mucha sangre…- me abrazó desconsolada - …ha muerto.

No recuerdo un cumpleaños más triste, y eso que los he tenido jodidos. No hubo fiesta, ni tarta, ni regalos,  ni felicitaciones…nada. Solo un funeral en Granada al que no pude asistir, no podría mirar a su familia  a la cara, y Ana estaría allí, todo el mundo me acusaría con la mirada, o eso  creía.

Pedí la baja  del trabajo, y no salí de mi cuarto en dos semanas, escondido en el agujero más oscuro de mi mente que os podáis imaginar. Mi madre me iba contando cosas. Alicia estaba en un centro psiquiátrico recuperándose. Mara insistía en verme para darme las gracias, pero yo no la dejaba.  Y Naira se mudó, no volvimos a verla.

Sumido en todo aquello, alguien me llamó, me dijo que tenía que hablar conmigo, que ya era hora,  y que quedábamos en un parque cercano,  a una hora determinada.

Y aquí estoy, esperando, dolorido,  magullado, con el hombro casi dislocado, o eso creo, por que  me negué a que un medico me viera, con aspecto de vagabundo, sentado en un banco del parque, esperando. Allí a lo lejos veo una figura, “Por fin”. Me resulta familiar, es alta, y camina hacia mí, se sienta a mi lado, y miro tratando de adivinar quien es, le reconozco, pero me cuesta.

-DESCONOCIDO1: ¿Qué?, ¿Un mal día?

-YO: un mal año.

-DESCONOCIDO1: siento todo lo ocurrido, no he podido recibir tus mensajes antes.

-YO: ya, supongo que estás muy ocupado.

-DESCONOCO1: mi trabajo es así, pero ahora puedo ayudarte.

-YO: te necesito.

-DESCONOCIDO1: no fue buena idea hablar con Felipe, has podido poner en peligro todo…aquí podemos hablar.

-YO: no sé a quien recurrir, tú eres mi única esperanza de acabar con esto.

-DESCONOCIDO1: tú mensaje era  muy detallado, te lo agradecemos, pero es una locura, abandona.

-YO: no sé cómo,  y aunque lo supiera,  no quiero… ya no.

-DESCONOCIDO1: mi gente y yo tenemos algo en mente, la información es cierta, pero no será rápido ni fácil.

-YO: lo que sea.

-DESCONOCIDO1: si es cierto, no tendremos una oportunidad como esta nunca, nos ahorraríamos 10 años de investigaciones…pero no estás preparado, no puedo pedirte que hagas esto.

-YO: una suerte que no me lo hayas pedido, y sea yo el que se ofreció.

-DESCONOCIDO1: está bien…esto es peligroso y necesitas dinero, mientras no tengamos algo sólido que dar a mis jefes, no moverán un solo dedo.

-YO: estoy listo.

-DESCONOCIDO1: más te vale, por que va a ser muy duro, si todo va bien, no nos veremos más,  hasta que esto acabe, y cuando me veas, sabrás que estará todo preparado, pero antes de eso…estás solo, o lo parecerá, cuidaré de ti como pueda, pero nunca en acciones directas.

-YO: me las apañaré – se puso en pie.

-DESCONOCIDO1: pues buena suerte – se alejó caminando.

Yo  estaba hecho polvo, y  era por mi culpa, pero no me compadecería  ni un minuto más. Si creía que hasta ahora lo estaba pasando mal, se cernían nubes aún más oscuras.  Raúl ya no daba de sí, estaba físicamente hecho un desastre, y mentalmente era aún peor, no comía, no hablaba y casi no dormía. Trataba de recordar cada instante al lado de Lara, la última vez que fue mía, la última vez que la besé, las últimas palabras que me dirigió, o la última vez que la vi… pero no lo recordaba con nitidez, estaba atormentado y desecho.

Si tenía que hacerlo, Raúl ya no era suficiente,  tendría que ir con todo, y eso sólo significaba una cosa. Cogí mi móvil, y marqué un número al que nunca quise volver a llamar. Al tercer tono, se descolgó.

-YO: hola…- suspiré profundamente y me cambió la mirada -…soy Zeus.

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