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El amigo de mi hijo

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Me llamo Julia, tengo 37 años, soy canaria y estoy casada desde los 20, mi marido (Javier) tiene 39 y tenemos dos hijos una niña de 19 (Yurena) y un niño de 18 (Yeray). Estoy lo que dice buena para la edad que tengo, hago natación dos veces por semana y camino una hora todos los días. Mido 1,75, peso 68 kilos, llevo una 95 de sujetador, aún tengo el pecho bastante erguido, soy morena de piel, tengo el pelo corto y castaño y mis ojos son marrones claros.

Trabajo en la administración (soy funcionaria) y mi tiempo libre lo dedico a mi familia.

Bueno vamos al grano, todo comenzó un buen día que estaba sola en casa a eso de la 5 de la tarde, mis hijos estaban en la facultad y mi marido estaba de viaje (es también funcionario) en un curso de formación.

Hacía calor (eran finales de mayo) y estaba medio domitada en el salón viendo la tele cuando de repente sonó el timbre y me levanté a ver quién era, y resulto que era Daniel un compañero de clase de mi hijo, de su misma edad y que se conocen desde que tenían 8 años. Venía preguntando por mi hijo y le dije que no estaba que había ido a la facul pero que no tardaría en llegar y que si quería podía esperarlo en casa hasta que llegara. Primer error…

Le dije que pasara y que se sentara en el salón, que iba a la cocina a por algo de beber. Cuando llegue a la cocina me di cuenta de por que Daniel me había mirado de aquella forma tan descarada y es que llevaba puesta una camiseta sueltita bastante desgastada sin suje y mis pezones no se disimulaban mucho. Al principio me dio vergüenza pero luego pensé en poner un poco malillo al amigo de mi hijo, total así el pobre tendría material para pajearse durante algunos días. Cuando salí de la cocina con los refrescos me di cuenta de que las tetas (uso una 95 de suje) se me movían escandalosamente y en vez de recapacitar, volverme y aprovechar para ponerme un suje y algo más decente, decidí ser un poco putilla y poner al nene cachondo. Segundo error...

Mientras caminaba sentía mis tetas libres bamboleándose a cada paso y mis pezones se empezaron a poner duritos (los tengo granditos y gorditos y se me notan mucho si voy caliente). Cando llegué al salón Daniel me clavó la mirada en las tetas y no la desvió hasta que estuve delante de él con el refresco. Caramba con el nene y su descaro. Reconozco que aquello me excitó un poco más y decidí seguir con el juego. Le di su refresco y me senté frente suya de manera despreocupada (llevaba una faldita corta y dejé que viera mis braguitas negras de vez en cuando). Empezamos a hablar de varios temas y como no terminamos hablando de lo único (el sexo). Tercer error...

Empezamos hablando de relaciones sexuales, yo pensaba que era virgen, pero pronto me di cuenta de que estaba equivocada, me dijo que se había "tirado a un par de guarrillas del barrio" y que lo "había flipado cuando una de ellas se la comió", también me dijo que "las pibas que se había follado se habían quedado locas con el tamaño de su rabo", ese lenguaje no me parecía el más adecuado para un niñato de 18 años, pero enseguida recordé que mi hijo me había dicho que Dani se había convertido en un macarilla y que solía meterse en líos de los que luego el tenía que ayudarle a salir, así que intenté reconducir la conversación por otros derroteros, pero Dani haciendo gala de un descaro y una insolencia inusuales para un chico de su edad me dijo

-¿que pasa Julia, te pone nerviosa la conversación? ¿no quieres que te cuente algún polvo de los que he echado?

La verdad es que sí estaba poniéndome un poco nerviosa, o más bien cachonda en realidad, la jodida conversación. Trate de cortarle el rollo y le dije

-no te hagas el gallito Daniel, que puedo ser tu madre y no creo que me vayas a enseñar nada nuevo con respecto al sexo.

Me miró sonriendo y me dijo

-si fueras mi madre ya hubiera mandado a mi padre al extranjero, pero tranquila Julia que tienes razón no creo que pueda enseñarte nada nuevo pero te aseguro que si te enseño "algo" lo vas a flipar- y mientras lo decía se agarró la polla con la mano.

Ya me estaba sintiendo incomoda, estaba en mi salón con un niñato de 18 años, amigo de mi hijo sentado enfrente de mí, insinuándoseme y tocándose con descaro los genitales.

-mira niñato no sé con quién te has creído que estas hablando pero te recuerdo que estoy casada y que además soy la madre de tu mejor amigo, así que no seas insolente y maleducado

-ya, ya y eso lo pensaste antes o después de estar aquí sentada dejándome ver esas tetas que tienes y esos pedazo de pezones que quieren romper la camiseta y de abrirte de piernas y enseñarme esas braguitas negras tan lindas que por lo que se ve esconden un coñito que debe estar riquísimo de lo mojadito que parece.

Mierda. El cabrón se había catado de cómo me tenía y lo peor es que tenía razón, estaba muy cachonda y mi cuerpo me había traicionado. Traté de retomar las riendas de la conversación y demostrar quién era la adulta y le dije

-vamos a ver Daniel, haré como que no he escuchado lo último que has dicho. Voy a ir a la cocina a dejar los vasos y luego voy a cambiarme de ropa, esto ya se ha pasado de castaño oscuro. En cuanto regrese te acompaño a la puerta y ya vienes a buscar a Yeray en otro momento.

Me levanté, recogí los vasos y fui a la cocina a dejarlos en el fregadero. Mientras caminaba hacia la cocina no me podía quitar de la cabeza los ojos de Daniel mirándome con descaro las tetas mientras recogía los vasos y sabía que ahora me estaba mirando el culo.

Llegué a la cocina y dejé los vasos en el fregadero, les eché un poco de agua y aproveché para mojarme la nuca y refrescarme un poco. Apoyé las manos en el mármol y eché la cabeza hacia atrás sopesando la situación. Cuarto error...

Contaba con que podía ocurrir, pero realmente me cogió por sorpresa cuando Daniel llegó por detrás y me abrazo cogiéndome de las tetas y apoyándome su paquete en el culo.

-¿Qué coño estás haciendo cabrón? Suéltame enseguida o te meto una hostia que te viro de patas.

-Tranquila Julia, no pasa nada ¿no te gusta lo que estás sintiendo en tu culo? ¿no te mola que te magree estas tetonas que tienes? Anda nena, no me seas una zorra calientapollas y déjate hacer que te va a gustar.

-Por favor Dani, no me hagas esto, por favor, soy la madre de tu amigo y no está bien que estemos haciendo esto.

-Pero si no estamos haciendo nada malo, al contrario, verás lo bien que lo vamos a pasar, tú sólo relájate y disfruta que del resto me encargo yo.

-Esto es una locura, ¿qué es lo que piensas hacerme? No seas loco, suéltame por favor.

-Puede que sea una locura, pero ya de perdidos al río Julita, ¿o no?. Me sorprende que estando tan buena no sepas lo que pienso hacerte. Mira nena vamos a hacer una cosa, vamos a ver que nos dice tu cuerpo ¿de acuerdo?

Y dicho eso me subió la falda y me metió las bragas entre las nalgas y dejo que su paquete descansara directamente sobre mi culo, también me subió la blusa y me agarró los pezones. Luego pasó una mano por mi coño y levantando la telita de la braga comprobó que estaba empapada en flujo.

-Señoritaaaaaaaaaaa, creo que está usted cachondísima o al menos eso me dicen sus durísimos pitones y su chorreante coño. Es hora de hacer algunas presentaciones. Tachááááááánnnnnnn.

Y dicho eso me bajó las bragas a las tobillos y sacó su rabo durísimo que primero colocó en la raja de mi culo y luego acomodó entre mis piernas rozándome el coño con el. "Joder, que pedazo de rabo tiene el niñato este, grande y gordito" pensé y no pude evitar ponerme colorada.

-DANI POR FAVOR, PARA (grité). Ya está bien, que nos estamos pasando joder, que me tienes aquí de espaldas a ti con las bragas en los tobillos y con el rabo me estás rozando el coño mientras me magreas las tetas. Que esto es una locura, o no lo ves.

-Yo lo único que veo es que desde hace mucho tiempo me muero de ganas por echarte un buen polvo y hoy te aseguro que no te me escapas.

-Ni lo sueñes Dani, eso sí que no, no vamos a follar y menos en la cocina de mi casa con la falda en la cintura y las bragas por los tobillos como si fuera una vulgar ramera.

-Tú te callas y te abres de piernas que te la voy a meter puta.

-No Dani por favor no me la metas, eso no, por lo que más quieras no me la metas.

Y a continuación me cogió en volandas y me tiró boca abajo en la mesa de la cocina abriéndome las piernas con la rodilla y de un empujón me la metió entera. No sé si el chillido que dí fue de dolor o de placer.

-Ahhhhhhhhhhh, hijo de puta que estás haciendo, te dije que no me follaras cabrón, eres un hijo de perra.

-Te equivocas nena creo que aquí el único hijo de puta que hay es mi amiguito Yeray ¿no crees? Joder que rica estás Julia, que pedazo de coñito más estrechito tienes, eres una verdadera perrita.

El cabrón disfrutaba humillándome pero ya me daba igual, me estaba jodiendo de maravilla y no quería que parara, me la estaba metiendo y sacando despacito y cada vez que entraba y su capullo gordo volvía a abrirme los labios vaginales me volvía loca del gusto.

Siguió follándome un buen rato, hasta que me llegó un orgasmo que no pude contener y empecé a correrme contrayendo mi coño y apretándole el rabo, lo que bastó para que el también se corriera y me regara de leche por dentro. Quinto error...

-¿Pero tú estás tonto o que niñato? ¿cómo se te ocurre correrte dentro sin preguntar? Mierda, que estoy descansando de las pastis y me puedes preñar. Lo último que me faltaba era quedarme preñada de ti, con lo "parecidito" que eres a mi marido. Joder Julia joder Julia, es que eres tonta tonta tonta tonta.

-Y a mí que cuentas tía, lo menos que pensaba yo era que había riesgo de hacerte un bombo, si hasta las más putillas que me he follado me dicen siempre que me calcé un condón si no van seguras, como iba yo a saber que una pureta que me deja que me la folle a pelo no tomaba precauciones. Habérmelo dicho nena y me hubiera puesto una goma. Bueno me voy que ya es tarde y este no viene. Ya cuando llegue le dices que estuve por aquí pero que ya vendré en otro momento.

-Lo que faltaba, me follas sin mi consentimiento, me la metes a pelo, te me corres dentro sin avisar, me llamas pureta y encima te largas tan campante como si la cosa no fuera contigo.

Y sin mirarme siquiera, se guardo la polla, se cerró la cremallera y se marchó dejándome tirada en el suelo.

Y allí me quedé sentada en el suelo de la cocina viendo como del coño me salía un reguero de lefa de un niñato de 18 años justo en el mes de descanso de la píldora y precisamente en las más que probables fechas de mi ovulación. Y con 37 años.

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