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MI TIA BALMA (version completa en pelicula de animación)

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Los últimos rayos de un mortecino sol de junio iluminaban mi habitación del college cuando abría la puerta. No había podido evitar la salida de viernes a tomar unas pintas después de la última clase pero ni por asomo sentía la alegría colectiva habitual de mi gente. Desde la llamada telefónica de mi madre mi corazón estaba encogido. A pesar de los intentos de Ann, mi última "girlsex", todo me resultaba indiferente. Cuando sentadas en el pub sus dedos ágiles se introdujeron entre mis muslos disimuladamente solo encontraron sequedad. Harta de no sustraerme a la noticia me despedí del grupo. Tenía una tarea pendiente desde hacía mucho tiempo, y aprovechando que Sara, mi compañera de cuarto, estaría el fin de semana fuera, decidí que ya era hora de realizarla.

 

 

Querido diario, ayer murió Balma, mi tíaBalma como tú la conoces. Después de años luchando contra el cáncer, perdió la última batalla. Ya es hora de que te cuente lo que significó para mi nuestro último encuentro. Todo empezó un mes de junio...

Tres años antes, Ángela, mi amiga del alma, y yo salíamos juntas de la penúltima clase del curso.

—jolín Jara, otra vez propuesta al premio final de curso. Podrás elegir la carrera que quieras.

—sí, pero otra vez me quedo sin ver a mi padre. Tendré que preparar el trabajo. Me quedo sin Londres otra vez.

Mi padre vivía en el Reino Unido. Diplomático de profesión llevaba en excedencia varios años dedicándose a ganar dinero. Yo vivía con mi madre en un barrio residencial a costa de la espléndida pensión que él nos pasaba. La situación de mis progenitores era un tanto heterodoxa. Formalmente estaban separados, pero pasaban juntos unos días al año, algo parecido a la película "Cuando llegue septiembre". Habitualmente yo les acompañaba, pero era ya el segundo año que algo me retenía.

—bueno, míralo de otra forma. Te quedas en mi casa, y podremos ir a las party beach, je je

—no me va nada ese rollo Ángela. No me gusta desnudarme delante de esos salidos.

—Ya estamos. Jara, tu no eres una mojigata. Qué pasa, lo de siempre, que estás gorda, no?

—no, no es eso.

—entonces, qué es? oye, estoy hasta el pirri de oírtelo decir. Hay una tira de tíos que están coladitos por ti, sabes?

—no quiero discutir contigo Angie. Cuando quieras ir a la playa OK, pero a las partys ni hablar

Nos despedimos para ir a la última clase. Ángela era posiblemente la chica más popular del instituto, amén de la más atractiva sin duda. Yo me sentía siempre muy inferior a ella. Eso no era obstáculo para que entre nosotras hubiera desde siempre una sincera amistad sin secretos.

Unas horas más tarde...

—mamá, tu crees que soy atractiva?

—Jara, eres una auténtica belleza.y no estas gorda!!

Mi madre y yo estábamos en el cuarto de baño. A ella le gustaba cepillarme el pelo antes de irnos a la cama, y a mi que lo hiciera. Entre ella y yo nunca había existido una relación intensa madre-hija. Ambas éramos de carácter discreto y poco extrovertido. Era una mujer muy consciente de su atractivo y sabía nadar y guardar la ropa. Yo no juzgaba su vida ni ella se entrometía en la mía. Eran detalles nimios como ese acto de cepillar mi melena, las dos en ropa interior, en los que más a gusto nos encontrábamos.

—Ángela me ha dicho que puedo ir a su casa en tu ausencia, aunque yo creo que me las puedo apañar sola.

—Ah, se me olvidó decírtelo. Viene Balma unos días. Se quedará aquícontigo

—la tía Balma...Qué guayY como es que viene?

—líos de ahogados, creo... Bueno, esto ya está; voy a preparar el equipaje

Balma era una vieja amiga de mi madre. Yo la llamaba tía Balma. Para mi era la más guapa,elegante, inteligente... y desde que mi edad me hizo ver otros aspectos, la más sexyMe llevé una gran alegría al saber que estaríamos juntas unos días. Me fui a la cama muy contenta.

El día antes de la partida de mamá llegó Balma. Llamaron al timbre. Yo estaba en mi cuarto preparando el material para mi trabajo. Tenía la puerta abierta y oí perfectamente la conversación.

—hola Helen...

—Balma, qué alegría... Pasa

—Jara se muere de ganas de verte.

Bajé como si me hubieran puesto un cohete en el culo.

—mira, ahí está

—hola Jara...

Cuando la vi me quedé sin habla. Era tan hermosa. Todo lo contrario que yo. Alta, guapa, con unos ojos penetrantes oscuros, cabello negro, tez morena... Vestía un vaporoso vestido de seda palabra de honor sin aderezos. Deslumbrante.

—hola tía... ¿Puedo seguir llamándote tía Balma, como cuando era pequeñita?

—claro que puedes, pero ya no eres pequeñita. Estas hecha una mujer.

—esta noche tendréis que compartir cama. Mañana podrás dormir en mi habitación. Te parece bien?

—por mi no hay ningún problema. Bueno, si Jara está de acuerdo

—claro que no. La cama es grande. Cabemosde sobra.

—pues hala, vamos a subir el equipaje

—si, vamos. Jara y yo estaremos muy bien

Después de pasar el resto del día entre pitos y flautas llegó la hora de irse a dormir. Al día siguiente mamá tenía que tomar el avión. Yo estaba en el cuarto de baño con mi pijama. El hecho de que Balma y yo compartiéramos lecho me causaba una gran emoción, ya que siempre me había gustado dormir acompañada, asíque imagina como me sentía.

En estos pensamientos estaba cuando se abrió la puerta. Era Balma. Entró sin llamar. Estaba completamente desnuda.

—Jara, por casualidad no tendrás preservativos?Me los he dejado en casa, y mañana quizás los necesite.

Me quedé alucinada por la pregunta. Tanto que tardé en reaccionar.

—no tía.Yo no tengo esas cosas. Quizás mi madre pero...

—Tu madre se hizo la ligadura de trompas después de separarse, no lo sabias?

—pues no, no lo sabía

Esta confesión fuera de tiesto me había dejado ciertamente incómoda. Balma debió percatarse y se vio forzada a dar una explicación

—perdona por la indiscreción. Tu madre es joven y guapa y no quiere tener más hijos,compréndelo.

A pesar de la gran discreción de mi madre, yo era muy consciente de que era sexualmente activa. No me venia de nuevas que usara métodos anticonceptivos. Lo que me chocaba era la torpe excusa de Balma por haber hecho una pregunta tan inapropiada.

—si tía, si no pasa nada, de verdad...

—bueno, me voy a dormir. Buenas noches

Tarde mucho en meterme en la cama, y cuando lo hice fue con una rara sensación, como si de repente Balma y yo estuviéramos a años luz de distancia. Su inhibición, su desparpajo, su crudeza ante determinados temas, no me habían gustado nada. Ella dormía profundamente. Sentí aversión a rozar su cuerpo desnudo, así que me acurruqué en mi esquina. No tarde en caer en sueños de Morfeo.

Cuando desperté, toda mi ilusión por quedarme con Balma estaba por los suelos. La idea de quedarme sola con ella ya no me hacía ninguna gracia.Me había decepcionado profundamente.

Esa mañana teníamos que llevar a mi madre al aeropuerto. Después me quedaría en el instituto hasta la hora de cenar, en que Balma pasaría por mi. A la hora acordada vino en un taxi.

—tienes hambre Jara?

—un poco.

—pues elige donde quieres cenar.

No lo pensé dos veces. Al Hollywood, mi restaurante favorito. Balma también me dejó elegir para las dos, así que pedí dos hamburguesas.

—no me puedo creer que me vaya a comer una hamburguesa.

—pero tía, en que mundo vives?

—las hamburguesas solo llevan grasas malas. Y además, engordan.

—tía, eso es una forma caritativa de decirme que estoy gorda?

—No. Es es una forma realista de decirte que comes muy mal, y lo de gorda, es una ironía? Porqué yo te veo muy apetecible.

Eso de "apetecible" me había llegado al alma. De repente todo cambió. No sé porqué pero fue así. Visto después llegué a la conclusión de que todos queremos que nos deseen, y el adjetivo "apetecible" era muy significativo en ese aspecto. Animada por el giro copernicano que se produjo en mi estado de ánimo me lancé con algo que me reconcomía.

—tía, que forma más rara de hacer un piropo. Gracias...oye, hay una cosa. Perdona pero es que soy muy curiosa. Lo de los preservativos...

No me dejó terminar

—Lo de los  preservativos era porque hoy he ido a ver al abogado y me iba a acostar con el. Por cierto, lo he hecho. ¿Satisfecha?

—Perdona tía. Si, bueno... Puedo hacer una pregunta más?

—claro, hazla...

—desde cuando duermes desnuda?

—te lo contaré muy claro: desde que me di cuenta que tocarme me producía placer. Fíjate si hace años que ni tenia vello en el coño. Me quitaba el pijama al meterme en la cama. Me tocaba y tocaba. Me quedaba dormida con mis dedos acariciándome. Por la mañana me lo volvía a poner.

En unos minutos mi actitud preventiva hacia Balma se había transformado en admiración. El hecho de que me hablara como a una adulta, con ese desparpajo, me había conquistado.

—yo nunca podría hacerlo . Necesito que algo me cubra. No me sería posible dormir.

—pues esta noche lo vas a probar, sabes?

—vale, lo intentaré.

—bueno, ahora me toca preguntar a mi...has estado alguna vez con alguien?

—lo dices por lo de los preservativos?No tía, soy virgen.

—no me refiero al coito. Quiero decir estar con otra persona, sentirla, excitarse con ella, entiendes?

—bueno, si... Una vez. Pero me da mucha vergüenza contarlo.

—quid pro quo Jarita. Yo contesté tus preguntas. Venga, cuenta...

—vale, es verdad...

—Fue hace dos veranos, en una una fiesta de disfraces en el pueblo. Fui con mi prima. Había mucha gente. Un chico me sacóa bailar. El era mayor, muy alto y guapo. Imagina como me sentía yo, una criaja. Nada más empezar me agarró  de forma que entre nosotros no cabía un alfiler. Yo me dejé, claro. Me gustaba. Nadie me había cogido así nunca...

—sigue.

—El baile se celebraba en el inmenso jardín de la casona de un conde. Él me fue llevando hacia un rincón oscuro. Menos mal, porque si me pilla mi prima.Yo iba disfrazada de India, con el vientre desnudo, y un chal haciendo de falda, como las bailarinas de Bollywood, dejando medio muslo a la vista El iba de romano. Su pierna la tenía entre las mías, piel contra piel. Nos estábamos quedando solos, y él fue poniéndose cada vez más osado. Ay tía, me da mucho corte.

—Venga, no seas tonta. Sigue, que está muy interesante.

—Empezó a besarme el cuello, y metió su mano por dentro de mi falda, bajándola hasta mis nalgas. Mientras, apretaba su muslo contra mi pubis, y me lo frotaba...

—Yo me dejaba hacer. Tenía las braguitas muy mojadas. Yo me masturbaba desde un año antes, o así, pero era muy distinto. Nada parecido. Era tan... excitante...

—Él... Jolin tia, me voy a poner como un tomate. Él lo tenía súper duro, aplastado contra mibarriga.Cuando puso sus dedos dentro de la rajita acariciándomeme fui haciendo la idea de que perdía la virginidad. Y no me importaba. Mamá me había aleccionado sobre las relaciones sexuales, y ya estaba deseando que se decidiera y lo hiciéramos de una vez; solo pensaba si él llevaría preservativos pero me hubiera dado igual. Entonces...

—entonces?.. Entonces qué

—Pues que noté de repente que algo muy caliente mojaba mi vientre...Se había corrido tía, había eyaculado. Me dejó, uff, con un malhumor. ¿Es muy normal en los tíos?

—pues es más frecuente de lo que crees. Oye, y dices que te masturbas desde... ¿Los doce?

—si, por ahí

—Quien te enseñó?

—una amiga más mayor. Quería que lo hiciéramos juntas pero yo no quise. Me dijo como hacerlo nada más.

—y sabes llegar al orgasmo?

De repente, me sentía predispuesta a contarle todas mis dudas e inquietudes sexuales sin la más mínima objeción. Nunca había hablado de estas cosas con otra persona, ni siquiera con Ángela.

—no lo sé, no creo. Es una sensación muy placentera, pero. No, no lo sé.

—Si lo dudas es que no lo has tenido.

—oye tía, ¿Podrías enseñarme a tenerlo?

—Por supuesto Jara, puedes confiar en mí, pero tómate tu tiempo. Sin prisas, entiendes?

—Sí tía, sin prisas.

Mi actitud hacia Balma había pasado de la decepción a la admiración profunda. La forma de hablarme, de tratarme casi de tú a tú, me tenia arrobada. Cuando tocó irse a la cama, ni imaginaba que esa noche iba a cambiar mi vida.

Yo estaba en el baño tal como habitualmente hago antes de acostarme. No me había olvidado de la promesa que le hice a Balma, pero pensé <no me voy a quitar el pijama. Seguro que ni se acuerda> pero...

—aun estas ahí?

Entró desnuda como siempre. Me había pillado.

—vas con el camisón? Creía que probarías a acostarte sin nada.

Se acordaba, claro que se acordaba. Esgrimí una pobre excusa.

—es verdad. La fuerza de la costumbre.

—Jara, hazlo porque quieras hacerlo, no porque yo te lo diga vale?bueno, me voy a la cama

Sí, tía.

Alargué mi estancia en el baño todo lo que pude. Sentía una extraña opresión en mi pecho. Era como si presintiera que algo inevitable fuera a pasar, algo que yo no controlaría. Me quité el camisón y salí, esperando que Balma ya durmiera.

Pero no. Balma estaba despierta.

—al final te has decidido.

—sí, voy a probar. Pensé que ya estabas dormida.

—Quería ver si estabas gorda como tú dices.

—jolín tía, no te burles.

No supe captar que Balma lo había dicho para rebajar mi evidente tensión. Me tumbé en la cama. Hacia calor o es que estaba muy alterada? Balma permanecía de lado mirándome.

—Te veo muy nerviosa Jara. Qué pasa por  tu cabeza?

Me volví hacia ella. Podía sentir su calor, oler su exquisito perfume corporal. Mi respiración se hizo dificultosa. La excitación hizo su aparición a borbotones.

—De veras tía te parezco apetecible?

—eres muy apetecible Jara, mucho.

La palabra apetecible de labios de Balma, produjo un efecto demoledor en mis entrañas. Mi vientre se estaba licuando literalmente. Ahora el deseo se hizo insoportable. Eso me dio ánimos para...

—Tía, me muero de ganas de... ¿Puedo acariciarte?

—Espero que lo hagas.

Nunca en mi vida había llegado a imaginar lo que sentiría al acariciar un cuerpo desnudo, ni habría sospechado jamas que el primero fuera el de otra mujer. Recuerdo que derramétanto líquido que manché hasta el colchón. El recuerdo vivo del contacto de mi mano deslizándose por la curva de las caderas de Balma es algo que siempre me viene a la cabeza unos instantes cuando estoy con alguien, sea hombre o mujer. Es mi pequeña traición a mis muchos compañeros de lecho.

—Tía... Podría besarte?

—ya sabes que sí.

Yo misma me asombraba de mi atrevimiento.Mi historial sexual antes de ese momento, aparte del fiasco del baile de disfraces, se reducía a dos torpes besos en los labios y un toqueteo de mis tetas por un noviete que me monté el año que empecé el bachillerato. No sabía como empezar. Sin embargo Balma me allanó el camino.

—me vas a besar de una vez?

Así que me incliné sobre ella y la besé. Noté el sabor de sus labios, solo eso. Era lo más maravilloso que me había sucedido nunca, pero... pero tenia mucho que aprender.

Así que Balma tomó la iniciativa.

No soy capaz de describir el cúmulo de sensaciones que me produjo esa noche en todas y cada una de las partes de mi cuerpo. Seria tan ocioso como intentar plasmar en palabras la belleza de una tormenta sobre un mar embravecido. Sólo puedo decir que cuando desperté me había convertido en otra persona.

Y al fin tuve mi primer orgasmo. Quien iba a decirme que sería con una mujer.

A partir de ahí me convertí en un juguete para Balma. Yo era su Barbie particular. Y gozaba siéndolo. Ella me cambiaba el peinado, me depilaba las cejas, me enseñaba a caminar, me pintaba los ojos, las uñas, incluso los pezones. Mi abundante vello púbico se convirtió en un gracioso penacho coronando el inicio de mis labios externos. Cuando me afeitaba las axilas con cera, me las besaba delicadamente. Cuando cepillaba mi pelo acariciaba mi nuca. Yo enfermaba de deseo con cada caricia, con cada beso... Balma despertó en mí tantas zonas erógenas que cuando estábamos juntas me ponía en estado permanente de excitación sexual solo con verla.

Fueron sin duda los días más felices de mi vida. Después de desayunar, Balma me llevaba al instituto, donde yo ponía a punto mi proyecto. Trabajaba prácticamente sin descanso. Quería apurar el tiempo hasta que Balma viniera a recogerme a media tarde.

Ydespués de cenarmasajes, y... Sexo... Sexo... Mucho sexo.

Era tan feliz que deseaba que el tiempo se parara. Solo una cosa echaba de menos: tener noticias de mi madre.

Un día sonó el teléfono...

—hola mamá... Qué alegría... Qué ganas tengo de verte

—¿Qué dices?no venias en una semana?

—y no sabes cuando volverás?

—lo comprendo mamá, de verdad...

—Si mamá... Se los daré

—Yo también te quiero... Adiós mamá.

No estaba segura si la noticia de que mi madre se retrasaba me alegraba o me entristecía. Era una sensación difícil de explicar. Yo no era una persona soñadora y a pesar del estado de felicidad en que me encontraba era muy consciente de que tenía fecha de caducidad. Y que ese finiquito tendría lugar a la vuelta de mamá. Era una premonición a lo que sucedería, más pronto o más tarde?

—qué pasa Jarita?

—mi madre... No sabe cuando volverá.

—como es eso?

—no me lo ha querido decir. Al menos eso deduzco.

—tu padre quizás?

—no lo sé, puede...

—Jara, no le des más vueltas... oye, tengo un regalo para ti...Está en el sofá

—te lo agradezco tía, pero no tenias porqué hacerlo.

La caja rosa no llevaba papel de regalo. La marca "La Perla" hablaba por si sola. La abrí. Era un precioso bikini-tanga fucsia, mi color favorito. Era tan exiguo que cuando me lo puse allí mismo y me vi en el espejo...

—Oh tía, es...Precioso, me encanta, pero... no crees que voy un poco...Desnuda?

—tonterías y paparruchadas. Estas magnífica.

—Ah, y hoy no hay cole...Nos vamos a la playa. Venga,vístete...Que no tenemos todo el día.

Feliz como unas castañuelas me puse un vestidito playero sobre mi bikini. Cuando bajé Balma ya me esperaba. Subimos a su cabrio rojo y partimos hacia la costa.

No había mucha gente pero la suficiente para sentirme el centro de todas las miradas. Yo siempre había sido muy discreta en el vestir: enseñar barriguita por la moda, alguna minifalda... Poco más.

—tía, tengo la sensación que todos me miran.

—miran lo buena que estás Jara. Seguro que a más de uno se le está poniendo tiesa de verte.

—oh tía...

Me dieron tantas ganas de besarla que lo hice allí mismo, y no de forma discreta. Hundí mi lengua buscando la suya, y ella me respondió. Balma me había transformado en un ser totalmente desinhibido.

—la próxima vez iremos a una playa nudista tía.

Disfrutamos un rato del cálido sol de junio. Una imagen surgió de las dunas.

—hola Jara.

—mira tía, esta es Ángela, mi mejor amiga.

—Y esta es Balma.

—encantada de conocerte Angy. Jara me ha hablado mucho de ti.

—espero que bien, supongo. Yo también me alegro mucho de conocerte.

—venga, siéntate con nosotras.

—qué bien Jari, hace siglos que no nos vemos.Ah... y vaya tangui que llevas.

—me lo ha regalado Balma...Me encanta

—menos mal, porque tanto llevar bañador...Por fin enseñas algo.

—a Jara hay que empujarla un poquito de vez en cuando.

—bueno, tengo que irme, espero que nos veamos otro día.

—a ver si es verdad. Adiós Ángela.

—eso espero yo también. Adiós Jari.

Ángela se alejó de nosotras con un caminar inusualmente afectado. No era su forma habitual de proceder.

—tu amiga... Es muy atractiva.

—si lo es. Tiene mucho éxito... No como yo.

—Jara, te prohibo que hables así; te lo dije una vez, eres una chica muy apetecible. ¿Lo recuerdas?ademas, diciendo eso me ofendes. ¿Crees que yo me acuesto con cualquiera?

—tía, perdóname... Soy una tonta.

La verdad es que siempre había sentido cierta envidia por el físico de Ángela. Su aparición y, sobretodo su "desaparición"me había causado un gran desasosiego y una sensación de inferioridad difícil de explicar.

Al día siguiente de la excursión a la playa, como cada mañana, Balma me dejaba en la puerta del instituto.

—hoy no voy a poder recogerte para comer. Tengo cosas que hacer.

—OK. Aprovecharé para adelantar lo que no hice ayer. Nos veremos en casa. Volveré en bus. No hace falta que vengas.

—donde comerás?

—en el bar del instituto. No te preocupes.

Ese día la wifi iba a pedales. Yo tenía todavía mucho por hacer y me estaba poniendo nerviosa. Pensé <joder, qué mierda. No funciona la red, y con lo que me queda... Casi me voy a casa y trabajo allí>

Así que cogí los bártulos, tome el primer bus y ande un corto trecho hasta mi casa. Me extrañó ver el inconfundible coche de mi tía .

<qué raro. El cabrio de Balma.>

—Ya estoy en casa...

Nadie respondió. Pensé <quéraro. No contesta. Estará en el baño> subí las escaleras y abrí la puerta.

—tía?

Lo que vi me dejó de piedra: Ángela dentro de la bañera, y Balma, desnuda, haciéndole uno de sus masajes.

—Qué hacéis...

—no puedo creerlo.

—y con mi mejor amiga, joder.

—CÁLLATE ESTUPIDA!!!

La atronadora voz de Balma no me amilanó.

—me llamas estúpida? A mí?Después de pillarte con mi mejor amiga?. puta es lo que tú eres... Una puta.

Después de estas palabras los ojos de Balma se transformaron en dos lanzas de fuego, y su rostro en una mueca demoníaca. Quedé aterrorizada. Todavía siento miedo al recordarlo. Me respondió con palabras muy suaves.

—te atreves a llamarme puta?Vete de mi vista.

Salí del cuarto de baño mansa como una cordera. Bajé al salón y me senté a llorar. Oí a la pobre Ángela, que nada podía saber de nuestra relación, bajar las escaleras. Al pasar tras de mi balbuceó una disculpa.

—Jara... Yo no sabía...Perdona

—vete a la mierda

Cuando Balma apareció, presentí que algo serio me esperaba.

—Jara, ven inmediatamente.

—Cuantos años tienes?

—dieciséis.

—no me mientas.

—quince, casi dieciséis.

—y crees que tengo que supeditar mi vida a los deseos de una cría como tú? RESPONDE!

—no tía, no...perdóname

—dime...¿Qué debo hacer contigo?

—no se tía...Lo que quieras.Castígame.

—eso es exactamente lo que voy a hacer...

Mis temores  se estaban cumpliendo. Pronto comprobé que se revelarían mucho peores que lo imaginado.

—Quítate la ropa...Voy arriba a por un cinturón

—oh mierda, mierda...Qué he hecho.

En toda mi vida nadie me había puesto la mano encima. El dolor físico era algo desconocido para mí, y eso me aterrorizaba. Y ahora iba a sufrirlo por primera vez en mi vida. Me desnudé y esperé la vuelta de Balma. Portaba un cinturón de cuero. No quise verlo. De haberlo hecho me hubiera desmayado allí mismo. Estaba repleto de remaches metálicos.

—arrodíllate.

De la misma forma que no se puede explicar tu primer orgasmo tampoco se puede hacer con sufrir una flagelación. No se cuantos latigazos pude soportar hasta pedir clemencia.

—para tía.. Para, por favor...

Supliqué, rogué, pero Balma siguió azotándome, cada vez más duro... Hasta que el dolor me hizo perder el sentido.

Cuando desperté Balma no estaba. No sabía la hora que era. Me fui a mi habitación, y lloré... Hasta que el dolor y el cansancio me derrumbaron.

No volví a ver a Balma el resto del día. Ni comí ni tuve consuelo. Sin darme cuenta ya había anochecido. Apenas pude conciliar el sueño. Esa noche también lloré amargamente, no tanto por los latigazos, sino por haberle fallado.Y es que después de mucho cavilar lo comprendí: yo me consideraba de su entera propiedad. Balma podía hacer conmigo lo que quisiera o antojara. Y esa situación, lejos de entristecerme, era lo que me tenía permanentemente mojada.

Y por nada del mundo deseaba cambiarla.

Balma apareció justo para desayunar. Continuaba muy enojada.

—hoy no me esperes a comer. Tengo que ir al aeropuerto a recoger a un amigo; se quedará aquí, con nosotras.

—¿Dormirá en la habitación de mamá?

—dormirá donde yo quiera¿Vas a empezar otra vez a cuestionarme?

—Lo siento tía.

Vinieron a por mi para ir a cenar. La verdad, Nico era un chico encantador, guapo y apuesto. Pasamos una velada muy agradable. Balma se comportaba conmigo como si nada hubiera ocurrido. Yo estaba feliz, pero al llegar a casa...

—Nico, tu te vas a la habitación de Jara. Dormirás con ella.

Nico me miró.

—de acuerdo, pero lo haré si ella lo quiere.

—es eso lo que deseas que haga?

—eso es lo que te ordeno que hagas¿Ibas a dejarte desvirgar  por un niñato impotente, y pones pegas a que lo haga un hombre de verdad?

—es verdad, lo haré. Nico, quieres acostarme conmigo?

—para mí será un placer hacerlo, Jara.

—espero que estés a la altura y no le vengas con ñoñerías.

Subí a la habitación en estado febril. No se si porque iba a ser la primera vez que me acostaba con un chico, o por sentirme usada como una esclava sexual. Él entró después de mi. Se sentó en el lecho. Me desnudé.

—Jara, aun estas a tiempo.

Agradecí sus palabras pero no era eso lo que deseaba.

—Nico, estoy muy excitada. Empecemos ya por favor.

—Ok, si algo no te gusta dímelo.

Nico se desnudó lentamente. Cuando se desprendió de su ropa interior su verga estaba en estado de gran erección. Eso acrecentó mi calentura. Ese enorme pedazo de carne dura y caliente.

—puedo?

Por toda respuesta sonrió.

La tomé con mis manos, rígida, ardiente. Me la puse en mi boca. Temblaba. Paseé mi lengua por sus comisuras. Mordisqueé su tronco palpitante.Nico gimió. Eso acabó de ponerme febril. La mamé con furia. A duras penas intente tragarla toda. Imposible. Su cabeza rosada crecía a mis caricias.

—para– ordenó.

Me apartó la cabeza. Me tomó de las axilas y me tumbó delicadamente en la cama.

Estaba deseando desvirgarme, y yo que lo hiciera.

Abrió mis muslos totalmente mojados. Apoyó un brazo tumbándose sobre mí, y con el otro ayudó su proa con el ángulo correcto para abrirse paso con la menor dificultad posible. Sentí apenas un pinchazo y algo de escozor cuando se hundió en mi barriga. Después todo.

Estuve a la altura como me pidió Balma. No hubo por mi parte objeción o traba alguna a cuanto Nico quiso hacer con mi cuerpo. Es más, colaboré con entusiasmo a pesar de mi escaso bagaje. Ni un solo centímetro cuadrado de mi piel o mis entrañas quedaron sin explorar. Su sabio instrumento desflorótodas mis puertas y su lengua alivió todos mis pesares. Nunca mis pezones endurecieron ni crecieron tanto, jamás mi vulva alcanzó ese hinchado tamaño. Saboreé con delectación su esperma cada vez que quiso depositarlo en mi boca, alguna vez después de extraerlo de mis cavidades tras eyacular dentro de ellas. Jadeé con cada una de sus fuertes palmadas en mis nalgas, y gemí hasta correrme cuando lo hizo en mis pechos. Si Balma fue mi bautismo, Nico fue mi confirmación. Esa noche me convertí en la mayor de las putas, y nunca me he arrepentido de ello.

Me desperté sin saber donde estaba, oliendo a sudor, semen y efluvios anales y vaginales. Me duché y bajé a desayunar. Níco me estaba esperando.

—buenos días Jara.

—hola ¿No está Balma?

—No está. Se ha ido y no volverá en unos días.

—no te ha dicho nada para mí ?

—si. He de cuidar de ti en su ausencia. Ya sabes lo que quiere decir eso, ¿Verdad ?

Ese era el paso siguiente : Balma me donaba, si puede llamarse así, a Níco, en usufructo como dicen los juristas. ¿Cobraría por ello? Nunca lo supe, pero quise imaginar que si. Me sentía una puta, y eso me excitaba.

—se cuidarme muy bien sola, pero me gusta como lo has hecho hasta ahora.

Y repetí mi rutina diaria, solo que Nico reemplazaba a Balma: Me llevaba al instituto, ultimaba mi proyecto, comíamos, y... follábamos hasta agotarnos... hasta el día siguiente.

Pasaban los Dias. Finalmente terminé mi trabajo extraordinario y... mi madre no aparecía. Por increíble que parezca no echaba de menos a Balma. Nico me trataba con cariño y respeto, y en la cama me hacía sentir más mujer que en lo que me había convertido con mi tía: una Barbie.

Con él descubrí que el sexo carece de límites. No estaba enamorada ni fascinada. Era para mi un animal sexual salvaje y osado. Gracias a él yo me había trasformado en una perra viciosa. Y me gustaba.

—Bueno Jara, mañana entregas el proyecto no? Tendremos que celebrarlo.

—Si, pero mi madre... Es inexplicable que todavía no haya vuelto, ni responda mis llamadas. Y no sé el modo de localizar a mi padre por si sabe algo.

Por una de esas casualidades de la vida, justo en ese instante sonó el teléfono.

—¿Mamá?... Ah, papá, eres tú.

—No aquí no está. Yo creía que todavía estaba contigo.

—¿Que vino con Balma hace una semana? Ni idea papá.

—Vale, se lo diré. Un beso. Te quiero.

Colgué el teléfono casi mareada. No podía creerlo, pero... até cabos. Solo alguien podía resolver ese galimatías: la persona que me compró, Nico.

—Era mi padre. Me ha dicho que madre está con Balma. Tú lo sabias verdad ?

—Sí, lo sabía.

—y sabes donde están?

—sí, lo sé.

—por favor Nico. Llévame con ellas... Te lo ruego.

—de veras quieres ir?

—si... Llévame, por favor.

—está bien, te llevaré.

Subi al coche con una terrible premonición. Algo de mi se resistía a pensar que mis negros pensamientos se materializaran. Era demasiado sórdido. Nos dirigimos al centro hasta llegar a un vetusto edificio.

—es este portal. Segundo piso. Apartamento 2 c

—gracias Nico, no me esperes por favor

—llame a la puerta, deseando con todas mis fuerzas que todo tuviera una explicación lógica. Me abrió Balma, envuelta en una toalla.

—hola Jara

—Quiero ver a mi madre.

Se hizo a un lado, invitándome a pasar.

—Ahí la tienes, toda entera.

Entonces la vi. Mis peores presagios se habían cumplido. Allí estaba, pintarrajeada como una furcia barata, enfundada en un corsé-faja vintage, con el pelo teñido de rubio. Todo lo contrario a la imagen que yo tenía de ella.

—Jara, ¿Qué haces aquí ?

—¿Tiene mucho poder sobre ti, verdad? Tanto como para entregarle a tu hija. Un bomboncito a estrenar... Me voy mamá. No intentes detenerme.

No me detuvo. Cuando salí del apartamentoNico me estaba esperando. Se lo agradecí. Me llevó a casa. Pude localizar a mi padre para decirle si podía irme con él. Gracias a Nico conseguí billete para Londres. Mi padre me esperaba en el aeropuerto.

No tuve ningún problema para adaptarme a mi nueva situación académica.

Pasado un año mi madre me escribió. No se disculpó ni tampoco a Balma. La perdoné,aunque no había vuelto a mantener ninguna relación con ella hasta su llamada de esta mañana comunicándome la muerte de mi tía Balma. Me contó que le diagnosticaron cáncer de pulmón justo cuando tuvimos nuestro encuentro. No había venido a casa por asuntos de abogados. Le habían dado seis meses de vida.

Recuerdo esas semanas como las más intensas y felices desde que nací. De aquello aprendí algo. Se puede vivir sin amor, pero no sin sexo. Balma y Nico me transformaron en un animal sexual sin escrúpulos, como ellos. Mi voracidad no tiene limites. Hombres, mujeres, da igual. De vez en cuando recibo la visita de Nico. Por unos días dejo mi actitud dominante y vuelvo a ser lo que más me gusta ser, una puta sumisa. 

 

(9,50)