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Una velada para compartir

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Cuando por primera vez leí, hace dos años, un relato en el que un hombre decía sentir un enorme placer al ver a su esposa mientras era penetrada por otro, lo primero que me vino a la mente fue que se trataba de un desquiciado y que esa relación no era precisamente la de un matrimonio, muy pronto me iba yo a dar cuenta de lo equivocado que estaba sobre el asunto.

La curiosidad por saber mas de esto se fue convirtiendo en obsesión y mientras más relatos leía poco a poco empecé a desear explorar nuevas sensaciones con mi pareja, un día mientras hacíamos el amor y ella se encontraba montada sobre mí, aproveche el momento de mayor excitación y le dije que me gustaría mucho ver su rostro de placer mientras era penetrada por algún compañero ocasional estando ella en esa posición.

La reacción lógica que esperaba de mi mujer era un; estas loco?, pero cual va siendo mi sorpresa que abriendo desorbitadamente los ojos, simplemente guardó silencio y aceleró sus movimientos hasta tener el mejor orgasmo que jamás había tenido, según me dijo mas tarde.

Así fue como nos iniciamos en esas fantasías y cada vez que hacíamos el amor experimentábamos mas formas de provocarnos la imaginación, con nuevas sugerencias imaginarias sobre nuestro acompañante ocasional, unas veces era en un bar, otra en la playa, unas mas en el super y las mas, en nuestra propia casa y con algún amigo nuestro.

La posibilidad de llevar a cabo nuestra fantasía se dio de la manera más espontánea e imprevista que hubiéramos imaginado, con ocasión de una boda a la que fuimos invitados a un pueblo cercano a donde vivimos.

La fiesta seria un viernes y unos amigos nuestros nos habían sugerido no llegar a hotel sino quedarnos en su casa de campo, que a fin de cuentas no era utilizada sino para esporádicas reuniones de familia o para hospedar a amistades como nosotros. Así lo hicimos, no solo por la relación sino porque en ese pueblo a duras penas podía decirse que había un hotel.

Llegamos a la casa poco antes del anochecer del jueves y nos instalamos, desde el momento de entrar a la casa la atmósfera nos embargo, una grata sensación de llegar a un lugar escondido en las entrañas del campo e inundado de silencio ancestral. Según nos comento el caporal de la finca, se trataba del casco de una antigua hacienda y en el lugar no había luz eléctrica, ni gas, ni sofisticaciones de ciudad, el agua corriente fluía a la casa como resultado de una bomba a gasolina que la extraía de un poso cercano, se cocinaba con leña y se alumbraba con velas, fascinante el ambiente, además la casa estaba preparada solo para nosotros, no había mas personas que la familia del caporal de la finca, aunque ellos vivían en una pequeña casa ubicada a unos 500 metros de la casa principal.

Nos instalamos y nos dispusimos pasar el día al estilo puramente campirano y a vivir la experiencia de depender casi solo de lo natural, claro que la finca tenia sus comodidades en las habitaciones y baños, pero el resto era tal cual lo había sido quizá durante los últimos 100 años.

Paso el día y nos preparamos para la boda de nuestros amigos, nos fuimos un poco tarde pero conscientes de que en ese pueblo la gente llega a las fiestas al menos dos horas después de cuando fueron citados, una rara costumbre que tenemos muchos mexicanos y que no es mal vista por la mayoría.

Cuando nos dirigíamos a sentarnos, para primero explorar el ambiente, reconocer caras y planear conversaciones, nos dimos cuenta de que acomodados en la misma mesa que nos habían asignado ya estaban otras dos parejas amigos de los novios, una era de Guadalajara y la otra del DF, se conocían entre sí e incluso habían viajado juntos para la boda. Nosotros, como típicos norteños llegamos a romper el hielo y de inmediato empezaron las presentaciones, los intercambios de tarjetas y la entrada en confianza.

Pasaron las horas y las copas, aquello se empezó a relajar y el ambiente que suele propiciarlo todo se empezó a sentir, desde locuras sexuales desenfrenadas hasta peleas y reclamos que echan a perder cualquier fiesta. En eso, una de las pareja nos dice que aunque saben que no somos de ese pueblo, no agradecerían la recomendación de un hotel ya que habían llegado directo desde Guadalajara y se habían venido preparados para la boda, aunque si pensaban quedarse al menos un día mas.

De inmediato Irene y yo nos miramos a la cara, la complicidad no tuvo que expresarse de otra forma y estoy seguro que ambos imaginamos de inmediato alguna situación erótica. Los dos respondimos al mismo tiempo que se podían quedar con nosotros, estábamos seguros que nuestros amigos, los dueños de la casa, no tendrían inconveniente pues además era bastante grande. Ambas parejas se miraron y aceptaron la invitación, no sin antes prometer que en compensación la agenda del día siguiente correría por su cuenta.

Por nuestra mente pasaba todo, Irene y yo empezamos a desinhibirnos, nos besábamos y nos acariciábamos sin importarnos lo que nuestros acompañantes podrían pensar, Irene es una mujer alta, morena clara y de excelentes formas, una mujer que es difícil dejar de voltear a ver, sobre todo cuando usa minifalda, por su gruesas piernas y sus redondas y duras nalgas.

Nuestro agasaje no pasaba desapercibido y por supuesto que terminamos contagiando a la pareja de Guadalajara, Sofía y Luis, los del DF preferían hacerse de la vista gorda y de vez en vez parecía que preferían irse a bailar.

La ventaja para nuestras fantasías, era que ambas parejas eran jóvenes, mas o menos de nuestra edad (alrededor de los 35 años en promedio), además de que ambas eran parejas muy atractivas.

Irene se puso cachonda a mas no poder, las copas y mis manos se encargaron de llevarla a ese punto, tanto que me pidió que nos fuéramos de inmediato y que les inventáramos cualquier cosa para ya no recibirlos en la casa, pero en lugar de eso les sugerí a todos irnos juntos y continuar la fiesta en la finca. De inmediato aceptaron todos, tomamos las botellas de vino que aun quedaban en nuestra mesa y nos marchamos.

Ya en casa, pusimos música y mientras Irene y yo bailábamos y nos acariciábamos delante de Sofía, Luis, Gloria y Ernesto, ellos iniciaron un juego de cartas.

Al poco rato Sofía y yo decidimos unirnos al juego, momento que aprovecharon Gloria y Ernesto para despedirse y dar por terminada su participación en la velada, los demás seguimos jugando y las cosas empezaron en ese momento a ponerse realmente candentes.

Sofía estaba frente a mi y la mesa, apoyada en unas bases de piedra, no era otra cosa que una cubierta de vidrio, así que podía con toda claridad ver los encantos de Sofía, que muy gustosamente empezaba a querer mostrarme sin inhibiciones.

En principio me sorprendí y trate de evitar la situación, no quería ser descubierto por Luis y terminar mal lo que tan bien iba, trate de acercarme mas a Irene y cual va siendo mi sorpresa al descubrir que Luis estaba comiéndose con los ojos la tetas de mi mujer. Eso mas que molestarme, termino por despertar un deseo irrefrenable de tirarme a Irene mi esposa en ese mismo instante.

De pronto Sofía me pide la acompañe a la cocina a buscar botanas o algo para comer, como puestos de acuerdo Luis e Irene dijeron de inmediato que tenían hambre y estaría perfecto. Como pude me levanté tratando de disimular mi erección mientras seguía a Sofía hasta la cocina.

Ya en la cocina, iluminada tan solo con unas cuantas velas, nuestras figuras se perdían en la negrura de la noche, aparentando mucho el buscar a ciegas en los gabinetes, no falto el manoseo accidental, aunque muy calculado como para llegar directo a las nalgas o a las tetas de Sofía, y ella igual para dimensionar lo que entre mis piernas luchaba por salir.

Ni uno ni otro pudimos aguantar y sin mas, no abrazamos, la cargué entre mis piernas y le levante la falda como pude, no traía nada mas que unas medias y una ligero negros que en la oscuridad de ese lugar se perdían pero no dejaban de sentirse eróticamente provocadores. Me bajo los pantalones hasta las rodillas mientras yo luchaba por treparla en la cubierta de azulejo de la cocina, en esa posición la penetre y no entregamos como locos, estaba totalmente mojada y se comió con un ansia desesperada mi miembro mientras apretaba sus piernas sobre mi cadera. Con el temor de ser descubiertos o escuchados, aquello fue creciendo en placer e intensidad hasta que ambos reventamos en un orgasmo interminable, cuyos gritos solo pudimos acallar moviendo alguno que otro traste que se encontraba al alcance de nuestras manos.

Después de eso nos arreglamos de inmediato y regresamos a la sala con las manos vacías, tanto Irene como Luis simplemente preguntaron y las botanas?, la respuesta de Sofía fue, no encontramos nada ¿que comeré Irene? no atino a decir mas que tanto tiempo para no encontrar nada?. Sin decir mas, nos incorporamos al juego, pero repentinamente Sofía se levanta y decide irse a descansar diciendo con una sonrisa encantadora para mi la noche ha terminado. Nos volteamos a ver, nos sonreímos y antes de que nadie dijera nada se marcho.

Irene había seguido tomando, así que era evidente que no podía ocultar su deseo de tirarme aunque fuera delante de Luis, tanto que sin mas volteo a verme y dijo vamos a jugar el póker strip, no atiné a decirle no y Luis de inmediato respondió que seria fabuloso. Irene se me acerco entonces y me susurro al oído, me veras encuerada delante de otro, eso me encendió de nuevo y empezamos a jugar el dichoso póker de prendas.

Por supuesto que Irene se dejo ganar, hasta el punto en que ya solo estaba en tanga, su formas eran devoradas por mi, pero sobre todo por Luis que no dejaba de mirarla. Entonces Irene sugirió un ultimo juego, pero el que perdiera debía quitarse todo, Luis y yo aun estábamos en pantalón. Lo que suponía era que Sofía tratara nuevamente de dejarse ganar, pero la sorpresa nos la dio Luis a ambos, se dejo ganar y simplemente se levantó diciendo ;he perdido y debo cumplir, pero no si antes hacer la petición del condenado, quiero bailar con Irene; me dijo, mientras la veía a ella de reojo. Irene no me dio tiempo a nada y respondió concedido;, mientras me cerraba un ojo.

Mientras Luis se quitaba toda la ropa, la cara de asombro de Irene iba en aumento, un tipo musculoso, muy bien formado y; por Dios; mas que bien dotado, aquello debía medirle al menos un 25 centímetros y de un grueso impresionante. Irene no dejaba de mirarlo mientras Luis le dice ;bailamos?;.

Aquello fue un espectáculo erótico que nunca olvidare, la música era suave y aunque no se abrazaron, de vez en vez el miembro de Luis rozaba el vientre de Irene y la hacia pegar un respingo inevitable, Irene volteo a verme como esperando mi rechazo y a falta de él simplemente se abalanzó con sus dos manos, se hincó frente a Luis y se lo empezó a mamar como loca.

Tal era la cara de placer de Luis que yo juraba que se vendría ahí mismo, pero en lugar de eso la levanto, la cargo hasta la cintura tal y como yo lo había hecho hacia apenas una hora con su esposa. Se sentó en el mueble de la sala y de un solo golpe se ensarto a Irene, que solo atinó a pegar un grito mezcla de placer y de dolor.

Se la empezó a tirar como loco, ambos se movían con desesperación, para ese entonces yo ya me había quitado las ropa y estaba con una erección que reventaba, me acerqué por detrás de Irene y me di el placer de observar por primera vez como era penetrada en esa forma por aquel monstruo, no se cuanto tiempo realmente estuve observando, solo recuerdo que después de mucho rato me fui acercando a Irene y la penetre por detrás, en ese momento Irene pego otro grito, estaba teniendo un orgasmo de loca, seguí moviéndome a ritmo con Luis y así continuamos hasta que los tres terminamos en el mismo momento, la sensación de esa penetración, lo que estaba viendo y el ambiente me hicieron explotar como nunca lo había hecho.

Para sorpresa de Luis y mía, Irene no dejaba de moverse, parecía no querer bajarse del potro en el que se había montado, yo me separe y me dirigí al baño mientras escuchaba los gemidos de ambos, parecía que Luis se había puesto a tono nuevamente gracias a la lujuria de Irene.

Cuando salí del baño, me quede helado, en el pasillo estaba Ernesto, había estado ahí todo ese rato observándonos, nos miramos sin decirnos nada. En ese instante, se empezó a quitar la ropa y se acerco por detrás de Irene, ella, envuelta en su locura de placer y en su borrachera, no se dio cuenta de quien era y simplemente se dejo penetrar nuevamente por detrás, yo no sabia como reaccionar y me quede otra vez observando.

La visión ante mis ojos hizo queme encendiera de nuevo, me acerque por de tras de Luis y de frente a Irene, le puse cerca de su boca mi miembro y sin mas me lo empezó a mamar, ni siquiera se percató de la situación. De pronto, Irene pareció reaccionar, me soltó y volteo hacia atrás como para ver quien era entonces el otro que tanto placer le estaba dando y sin mas gesto regresó a la mamada mas deliciosa que jamás me haya dado. Terminé en su boca, al mismo tiempo que Luis y Ernesto terminaban en sus entrañas. Al final, solo se escucharon unos profundos suspiros, Irene se levanto, recogió su ropa y al pasar junto a mi me dijo; te espero en cama cariño.

Nosotros tres nos quedamos como idiotas, solo viéndonos y sin decir palabra, la sensación de la borrachera ya se nos estaba pasando y estaba a una o dos horas de amanecer. Recogí también mi ropa y me retire.

A la mañana siguiente, Ernesto y Gloria no estaban, habían decidido ir a pasear por el campo muy de mañana, solo estábamos Luis, Sofía, Irene y Yo, desayunamos juntos, pero nadie dijo una sola palabra, los rostros de satisfacción lo decían todo.

Desde entonces, cada vez que podemos, Irene y yo nos damos nuestras escapadas de fin de semana para encontrar aventuras tan espontáneas y eróticas como esa.

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