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Un joventio lindo

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El año pasado, comenzó a gotear agua del cespol del fregadero de la cocina. Pedí al conserje que fuera a repararlo pero como es velador en un taller nunca disponemos de él tan pronto como deseamos. Estaba sola en casa y como a las 11:00 llamaron a la puerta. Me fui a asomar por la mirilla y vi que era el hijo del conserje, un mozo de 1.70 que regularmene se la pasaba en la calle pues ya había dejado la escuela según me platicó un día su papá.

En ese momento dudé en abrir pues tal y como lo he relatado gusto de traer poca ropa en casa, pero como me gusta divertirme decidí abrir. Llevaba un vestido corto y de vuelo amarillo y una tanga debajo. Desde el primer momento el chiquillo me miró con lujuria, pero me pidió permiso para dejar la herramienta en la cocina mientras venía su papá.

Allí lo esperó pero se quedó mirando hacia la sala comedor donde yo estaba. Yo me hice la loca acomodando cosas y haciéndolo sufrir pues me agachaba intencionalmente para que me viera mis piernas. el chico de verdad ma miraba con deseo y en eso fui a la cocina a ofrecerle un refresco que aceptó con gusto. Le di un vaso para que se sirviera y pude notar que debajo de su pantalón había una erección. Le pregunté si estaba nervioso y me dijo que no, pero yo sabía que mentía y entonces me lancé.

Le toqué su pene y pude notar que estaba duro y lo acaricié y le pedí que me tocara las nalgas. En un principio no quería hacerlo quizá por pena o porque llegaría su papá, pero al final lo convencí y sentí sus manos ásperas en mi delicado culo. le pedí que se bajara un poco el pantalón y allí le comencé a mamar su miembro duro. Me levanté y lo besé en los labios y pude sentir un fuerte olor a sudor que me excitó más. Volví a mamarle el pene y se excitó tanto que ya estaba a punto de eyacular. En ese momento tocaron a la puerta y yo no fui a abrir pues él comenzó a lanzar su semen en mi boca. Yo quería que terminara pero una gran cantidad de semen le salió de su pito y por fin, me tragué la miel y fui a abrir, mientras él se acomodaba el pantalón. Abrí la puerta y su papá me sonrió y me miró como siempre me miraba, con deseo y sonrió pues creo que se imaginó lo que había pasado.

A partir de ese día, el chico no dejó de ir a la casa y en ocasiones llegaba a medianoche a tocar despacio para que le abriera. Yo abría y le decía que mi marido descansaba y él me suplicaba que le hiciera sexo oral. Lo hice varias veces a sabiendas que mi marido podía despertar pero no ocurrió. Durante dos meses tuvimos encuentros furtivos en la puerta del departamento hasta que decidí que era hora de pasar a otro nivel.

Fue a verme una mañana y yo le abrí pero esta vez estaba yo con una tanguita amarilla y me cubrí los senos con las manos. le pedí que se desnudara y le pedí que me lamiera la vulva y lo hizo. Era torpe pero sabía que tenía que aprender. Le mamé su pene y le pedí que me cogiera en la posición de perrito. Lo hizo pero muy mal. Le pedí que me metiera el pene y me permitiera moverme. Yo lo volví loco al menear el culo y apretar su palo y eso lo hizo gemir y por supuesto que yo también gemí. El chico aprendió rápido y cuando estuvo a punto de venirse me tragué su semen, delicioso y abundante.

Estuvimos así como siete meses, hasta que le pedí que no fuera más, pues podrían descubrirnos. Supe que embarazó a una muchacha y que ya vive con ella.

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