Nuevos relatos publicados: 13

Nota: Carlitos

  • 36
  • 11.195
  • 9,70 (20 Val.)
  • 0

Capítulo 15

.............................

Carlos:

Ahí me encuentro yo, pensando, meditando o simplemente haciéndome el despistado, tratando de ignorar lo que está pasando a mí alrededor, y si no me doy cuenta podrá estrellarse justo a mi cara.

Tomé una bolsa y metí la ropa que pude en ella, después de que Eduardo se fue, me quedé hablando como un desquiciado, me sentí mal, no por el hecho de que se haya ido, si no por quedarse callado cuando le pregunté los motivos de su conducta, no podía explicarme, sólo se había quedado mirándome, y si seguía frente a él, estaba seguro que lo abrazaría y olvidaría lo sucedido.

-Esperar momento –Escuché que respondían después de que toqué la puerta- ¿Qué se le…

-Hola Edel –Traté de sonreírle- ¿está Alberto?

-No está –Abrió la puerta por completo- ¿Qué pasar niño ojos miel? –Se miró preocupado, supongo que por verme con la bolsa de ropa-

-Nada –Dije entre dientes- Sera mejor que vuelva en un rato, le dices por favor que vine a buscarlo-

-No ser tonto niño ojos miel –Me sobó el hombro- Pasa y esperar Alberto aquí dentro –Obedecí y entre al departamento-.

Tenía algunos meses que no pisaba ese lugar, parecía que lo había remodelado, pero no me concentre en eso, solo me eche sobre el sofá, que la caminata desde la universidad hasta allí fue muy larga, y estaba muy cansado. Edel me trajo agua.

-¿Cómo estar Carlitos? –Se sentó en la pequeña mesa de centro frente a mí-

-Bien –Di un sorbo al vaso- Dime, ¿Alberto salió desde hace rato? –Traté de desviar la plática-

-Estar en ciudad vecina con asuntos de Inglaterra –Miró la ventana- Pero tú no saber mentir, así que decirme –Regreso de nuevo a verme, no me sorprendía su comentario, es tan común como respirar-

-Y dale con lo mismo –Puse el vaso junto a la mesa donde estaba sentado Edel- Es que creo que las cosas no salen como quieres que salgan –Suspiré-

-Chico, tu saber que si así fuera la vida no tener sentido –Trató de sonreír-

-Problemas, siempre problemas –Evité su mirada-

-¿Con Eduardo? –El buscaba el contacto con nuestros ojos-

-Sí, con Eduardo –Lo miré- Es que siempre es lo mismo, pareciera que no podemos estar juntos por X o por Y motivos –Traté de explicar, pero tenía un nudo en la garganta-

-Tranquilízate –Tocó mi pierna- Trata de calmarte y respirar.

-Es que no quiero hablar ahora, lo siento Edel –Me llevé mi mano a la cara para limpiar una de mis lágrimas- Lo que sí sé, es que no vuelvo a poner un pie en esa escuela.

-Esta difícil niño ojos miel –Colocó su codos sobre sus rodillas estaba muy cerca de mí- Alberto no permitir eso, mucho menos si sólo ser un capricho tuyo –Se echó para atrás-

-No es que sea un capricho Edel, es que me han lastimado demasiado y sabes algo, creo que ya tuve suficiente de esta mierda –Llevé mis manos a mi nuca-

-Carlos, creo que estas exaltado, mejor relajarte y esperar Alberto –Sobó de nuevo mi rodilla y se puso de pie-

…………………..

Alberto:

Estaba de regreso a la ciudad, pensé que estos trámites durarían mucho tiempo, pero no me llevé más de 5 horas con todo y el viaje. Dejé los documentos dentro del auto, no les pasaría nada, además, moría del hambre y quería tomar una ducha, eran las 4 de la tarde de un domingo. Gracias a la desvelada de ayer con el alemán y mi peque, estaba exhausto, sólo pensaba en un banquete y correr a dormir.

-Engendro del mal ya llegué –Grité para avisar a Edel que ya estaba en casa-

Me di la vuelta y me sorprendí al ver a Carlos en el sofá, estaba dormido, eso me dio un aire de extrañeza.

-Pzz Pzz –Edel me llamaba desde la cocina, me acerqué-

-¿Qué hace Carlos aquí? –Lo miré preocupado-

-El ojos miel tener problema con Eduardo –Frunció el entrecejo-

Regresé a verlo, estaba dormido en el sofá, era increíble como en estos meses había crecido tanto. Me senté en el otro sillón para mirarlo más detenidamente. Su rostro infantil se había ido difuminando con el paso de estos meses, a sus casi 20 años se miraba muy bien, ahora con una ligera y casi imperceptible barba cerrada. Su tono de piel blanca, sus dientes de conejo se asomaban entre su boca entreabierta. Me paré y me acerqué, no hice ruido y me dejé caer en el suelo, recargando mi cabeza junto a la de él, lo tenía a escasos centímetros de mi cara, sentía su respiración rebotar en mis mejillas.

-Ahora que paso peque –Dije entre risas y le di un beso en su frente, Edel nos observaba con una dulce sonrisa en sus labios-

Carlos comenzó a moverse, tal vez mi beso fue el que lo estaba despertando. No me moví, me quedé sentado y esperé a que terminara de estirarse hasta que por fin abrió los ojos. Quizás todos sus rasgos pudieran haber cambiado, pero era imposible no ver la ingenuidad y la inocencia reflejada en sus ojos, como el primer día, no me cabía en la cabeza como podía ser un chico tan inteligente y a la vez tan novato para vivir la vida.

-Buenos días –Apreté una de sus mejillas-

-Hola –Me miró y me sonrió-

Me senté junto a él en el sofá, Edel se sentó en el otro sofá. Carlos parecía perdido, trató de reincorporarse, teníamos que hablar, y en primera, saber que estaba pasando con Eduardo, que para venir aquí con una bolsa de ropa, quiere decir que tal vez y fue algo fuerte.

-¿Y bien? –Miré al chico- Necesito que me digas que pasó, y que seas honesto –Edel y yo mirábamos atentos-

-Es que… -Carlos jugaba con sus dedos, no nos miraba a ninguno de los dos- Hubo una discusión con Eduardo –Trató de hablar- Las cosas no se salieron de control, pero… -Guardo silencio- No quiero decirlo porque ya me da pena con ustedes, siempre acudo por su ayuda y siempre me ven llorar, no quiero eso –El chico comenzó a mover más rápido sus dedos y pude notar en el tono de su voz que estaba muy triste-

-A ver Carlos, sabes muy bien que ambos estamos para ayudarte, así que por favor, dilo, déjalo salir de una vez –Di unas palmadas en su espalda-

El silencio fue abrumador, ambos esperábamos una respuesta, a los minutos Carlos se propuso a hablar. Trataba de hacerse el fuerte, nos mencionó un video, no entendía claramente a que se refería, decía una cosa y después otra, parecía nervioso y eso no ayudaba para nada.

-Peque, trata de calmarte y cuéntanos ¿Qué pasó?

-Anoche cuando salí con ustedes, Eduardo fue a una reunión con sus amigos, él es el capitán del equipo y les pareció buena idea festejar –Tomó el pequeño cojín del sofá y lo abrazó- Al final cuando regresé hoy en la madrugada todo parecía bien, pero a casi a medio día revisé un mensaje que me llegado, en él había un video donde Eduardo estaba besándose con una chica, la tocaba…. –Se quedó callado, en ningún momento levanto la mirada para vernos a los ojos-

-¿Estar seguro era él? –Comentó Edel-

-Sí, era él, llevaba la misma camisa, era su cara, no estoy loco –Por fin levantó la mirada, parecía muy lastimado-

De nuevo ese maldito silencio, no me dejó ni siquiera concentrarme, a duras penas me centré en Eduardo, en un punto, dudo mucho que él hubiese hecho eso, adora a Carlos, no tiene motivos y ha sacrificado mucho por ambos. No me cabe en la cabeza, pero para que Carlos esté así, tienen que ser motivos sólidos. No, no entiendo para nada que es lo que pasa.

-Carlos –Él volvió a verme- Piensa las cosas, tu mejor que nadie sabes que han enfrentado mucho, en lo personal creo que tienes que hablar con él.

-Ya lo hice, no sabe ni siquiera que responderme cuando le pregunto. Estoy decidido, y me vas a perdonar, pero no pienso volver a esa escuela, no quiero verlo.

-Niño ojos miel, recuerda la beca que yo decirte… -Hice un gesto de molestia a Edel, le estaba metiendo ideas en la cabeza-

-Sí, es por eso también que vine a verlos –Trató de calmarse- Voy a aceptar la propuesta, será mejor así para ambos –Edel me miró preocupado, sabía que había metido la pata-

-Carlos, peque, creo que estas tomando una decisión muy apresurada –Coloqué mi mano en su hombro-

-No lo creo –Negó con la cabeza- Pónganse a pensar, todo encaja perfecto, él y su idea de que mantuviéramos lo nuestro en secreto, bueno, hasta ahí yo le creí porque pensé que quería protegerme, pero me pongo y analizo, tal vez solo quería callarme para que nadie supiera de sus cositas…

-Pero Carlos –Interrumpí- Si Eduardo también tuvo que aguantar todos los rumores que se decían en la escuela, mas, sin embargo, ¿Por qué no consiguió una novia para callar la boca de muchos? Digo, te hubieses podido dar cuenta –Él frunció el entrecejo-

-Eso lo sé, pero estoy seguro que lo que sale en ese video fue hecho con plena conciencia, me prometió que no bebería ni una gota de alcohol, y le creo –Me miró desafiante- Tal vez y ese video era para callar la boca de los demás…

-Claro, como tú dices –Suspiré- ¿Tal vez y lo drogaron? –Carlos se quedó paralizado- ¡Sí! Tiene sentido, además de que….

-¡No! No tiene sentido y no trates de justificar lo que hizo –Edel y yo nos quedamos callados ante su conducta-

Sólo se escuchaba el viento golpear en la ventana, parece que Carlos estaba pensando mejor las cosas, analizando con la mirada fija a la nada, que niño, enserio que un buen par de nalgadas no le harían daño, necio, burro y muy terco.

-Carlos, quiero que sepas que te apoyo, pero primero tienes que pensar las cosas, muy muy bien, y más que nada estar seguro de que es lo que quieres…

-Me quiero ir con ustedes, lejos de aquí, lejos de todo… -Se le miró triste de nuevo-

- Te entiendo, pero ¿Por qué haces lo mismo que Eduardo? –Me miró confuso-

-No entiendo –Miró la alfombra-

-Me refiero a que, según tú, Eduardo lo que hace es huir de los problemas –Hice una pausa- Ahora dime, ¿Qué haces tú? –De nuevo, se quedó callado-

-Pensar las cosas, no sé, ¡No trates de confundirme! Enserio Alberto, no es lo mismo…

-Bien Carlos, me encargaré de tramitar tu pasaporte, pero no sé si se demore –Miré a Edel-

-No haber problema, hablar con universidad en Inglaterra –Edel se puso de pie, pero lo detuve-

-Le daremos unos días a esto, piensa bien y nos dices ¿Qué opinas? –Le sonreí-

-Gracias viejo –Y el chico me abrazó-

……………………………

Eduardo:

Estuve con Luke toda la tarde, se me había pasado el sentimiento y tenía que hablar con Carlos, esperanzado a que también se le hubiese enfriado la cabeza. Le pedí a mi amigo que me dejara solo, que era algo que ambos teníamos que resolver, y estaba seguro que entendería, confío en él, y sé que el confía en mí.

-Osito, creo que tenemos que hablar –Entré a la habitación, era un tema serio y no podíamos dejarlo para otro día-

No había nadie en el cuarto, pensé que tal vez estaba en el baño así que fui y me asomé, pero me sorprendí al darme cuenta de que tampoco había nadie. No pienses mal, de seguro y salió con Michelle, o también quiso tomar algo de aire, no te preocupes, sólo espera a que llegue, sería una impertinencia que salgas a buscarlo. No habían pasado ni cinco minutos, no regresaba y ya me había preocupado, no un poco, diría que en demasía.

Miré el reloj, eran las 10 de la noche, no es posible, Carlos aun no regresaba y yo tenía la preocupación encima. Tengo que ir a buscarlo. Me paré del sofá y me dirigí a la puerta.

-Hola… -Sonrió Luke con Michelle cuando abrí, parecían que estaban al pendiente-

-¡Michelle! ¡Qué bueno que te veo! ¿Y Carlos? –Pregunté desesperado-

-No pues no se tú –Me miró confundida- Apenas veníamos con Luke a hablar con ustedes, que vi el video y quería partirte la cara, pero este tipo que tengo aquí –Señaló a Luke- me lo impidió, pero ganas no me faltan….

-¿No sabes nada de Carlos? –Insistí en mi pregunta-

-No Eduardo, ya te dije que no nada de nada…

-Pero yo pensé que estaba contigo y bueno… ¡Alberto! –Qué idiota soy, si siquiera se me había ocurrido hablar con Alberto, tal vez y él sabía algo. Dejé a la visita en la puerta, corrí a levantar mi celular y marcar su número-

-Está sonando –Dije nervioso a Luke y Michelle-

Escuché su voz algo apagada, pregunté por Carlos, y gracias a Dios me había dicho que estaba con él, tomé un respiro y miré a los chicos, me sentía aliviado.

-Me alegro que este bien, ¿Puedo hablar con él?

-Lo siento Eduardo, creo que no es el momento, y lo que se tengan que decir debe ser cara a cara, en persona –Me quedé frio-

-¿De qué hablas Alberto?

-Ni yo mismo sé que digo, sólo dale tiempo a mi peque –Por mas calmadas que trataran de sonar esas palabras no lo logró, me sentía inquieto-

-¿Lo perdí Alberto? –Sentí lo húmedo de una lagrima inundar mis ojos-

-Haré lo que pueda Eduardo –Y colgó el teléfono-

Miré la pantalla del móvil, no quería ver a los chicos, se me notaba la vergüenza en la cara, la impotencia, y esa tendría que ser la metida de pata de mi vida. No sé qué hacer, no sé qué pensar, y no se ni siquiera como actuar. Ahora sólo siento los brazos de Michelle y Luke que me abrazan.

………………………..

Los últimos cinco días han pasado lento, ahora que me doy cuenta, lo más seguro es que haya tomado un cambio de ropa, y una bolsa para irse, pero que va, no lo culpo, yo he hubiese hecho lo mismo de haber sido el caso.

Pensé en la situación, en las teorías que eran descartadas y las que se acercaban a alguna realidad, pero al final, tampoco me convencían. ¿Qué pudo haber pasado esa noche? Aun no me cabe en la cabeza, no recuerdo, no, no sé nada, y ni una pizca llega a mi mente.

Luke y Michelle eran los únicos de quien recibo visitas, de nadie más, y es mejor así. No me he presentado ni a las practicas, ni a clases, que me importa, sólo quiero descansar, pensar y dejar de sentir por un rato, que tal vez para muchos sea el macho de la escuela, que soy todo un Don Juan, y me imagino, los rumores de que soy gay han desaparecido.

-Comienzo a sospechar de que Austin tiene algo que ver aquí, aunque me resisto a creerlo ya que somos amigos –Luke y yo estábamos sentados sobre la alfombra-

-No lo creo –Me quede pensando- Además, estoy seguro que era soda lo que me dio –Lo miré ligeramente confundido-

-¿Ehhhh? –Abrió los ojos como dos sartenes- ¿Qué estás diciendo Eduardo? –Se me quedaba viendo- ¡¿Por qué lo comentas hasta ahora?!

-Pues nada, que esa noche, cuando yo estaba en el club, bueno, me dio algo de sed y como prometí a Carlos, no tomé alcohol, me paré por un vaso de refresco, pero Austin me dio uno que llevaba en su mano, además si sabía a refresco –Traté de explicar-

-¡No seas tonto! –Comenzó a notarse una felicidad en su rostro- ¡Ahí tienes la respuesta! ¡Por que ahora es cuando decides hablar pedazo de idiota!- Comenzó a reír- ¡Fue Austin!

-No –Bajé la mirada- Te digo que sabía a refresco…

-Y dale con tu ignorancia –Me interrumpió- ¿Qué más te llevaste a la boca esa noche aparte de los pezones de la chica? –Dijo en tono burlón-

-¡No hice eso! No digas cosas que ni al caso Luke –Lo miré molesto- Ese… Ese refresco fue lo único que bebí en toda la noche –Me quedé pensando un rato-

Tal vez y este tonto de Luke tenía razón, fue lo único que me llevé a la boca esa noche, ese vaso, pero, sinceramente no creo que Austin sea de ese tipo de personas, no, son estupideces de tu amigo, no le hagas caso.

-Estoy seguro que fue él, es más, ¿Apostamos? –Luke parecía demasiado seguro de lo que decía-

-Déjate de tonterías –Comencé a dudar-

-Le hablaré a mi detective privado –Empezó a marcar en su celular-

-¿A Michelle? –Lo miré sarcástico-

-No me mates la pasión

……………………………….

Este par me tenía atacado de los nervios, desde ayer que ninguno de los dos viene, según Luke él tenía la razón y trataría de demostrar que Austin puso algo en mi bebida, ya sabía yo, no sé por qué pero creo que drogar a alguien es mucho, y dudo que un compañero de la misma escuela me lo haya hecho, no se ni que pensar.

¿Dónde estará mi osito ahora? Hace casi una semana que no sé de él, me siento raro, pasamos de decirnos cuantos nos queríamos cada 5 minutos y ahora, creo que no se acuerda de mí, tal vez ni siquiera sabe que existo, así que, Eduardo será mejor que lo dejes pensar, dale tiempo al tiempo.

En mi mente brincaban unos recuerdos recientes, uno de ellos de cuando estábamos en la mesa, una de tantas noches que hablábamos de tonterías, reíamos y discutíamos de estupideces sin sentido, las cuales eran resueltas al instante con toneladas de besos, que una cosa sí, Carlos es muy celoso, no me sorprendía algo reproche.

********************

-Así que… ¿Qué hiciste hoy? –Carlos me preguntaba, lo tenía justo enfrente cuando estudiábamos-

 -¿Cómo qué que hice hoy? –Lo miré risueño- Estuve toda la tarde estudiando contigo, además de que sólo salí por algo de comer, porque un flojo de por ahí no le quiere hacer de comer a su hombre –Reí- Y pues, a ver, la practica –Levanté la ceja- ¿Se me olvida algo?

 -No, creo que nada –Me evitó y siguió escribiendo- Oyes, y ¿Por qué tardaste tanto en regresar de la práctica?

 -Porque tu bien sabes que el entrenador nos lleva al límite con eso, además, ¿A qué viene todo esto? ¿Estas celoso? ¿Piensas que te engañé con el entrenador? No me gustan los maduros –Comencé a hacerle muecas, me encantaba verlo enojado, su cara se tornaba roja, pero no de pena, si no de rabia-

 -No juegues conmigo Eduardo, es enserio –Y seguía escribiendo-

 -Vaya osito, tu sabes que es mentira, además, yo soy heterosexual, es sólo que tú eres una cosa hermosa y linda que hace que cualquier humano sobre la tierra se babee por ti, y no hablo de la baba de la boca, si no de la baba de mi verga –Saqué la lengua-

 -Ya, mejor déjame estudiar –Trató de ocultar su sonrisa-

-Bueno osito tú te lo pierdes –Le tiré una bola de papel-

-Eduardo…. –Interrumpió, estaba concentrado-

 -¿Hmm? –Seguía escribiendo-

 -No crees que ya estoy algo grande para que me digas osito –Su voz se tornó algo suave-

 -¡Claro que no! -Exclamé- No digas estupideces –Levanté la cara- Además, sólo te diré oso cuando tengas más de 100 años, a esa edad te consideraré mayor y maduro para dejar de ser un osito y pasar a ser mi sensual oso –Carlos se sonrojó-

 -Eres un tonto –Y siguió escribiendo-

 -¡Ay sí! Bien que te gusta, a mí no me engañas –Di un beso al aire-

*******************

-¡Abre la puerta! –Escuché la voz de Michelle-

Interrumpió mis recuerdos, reaccioné de inmediato y me levanté del sofá, esta mujer siempre tenía esa costumbre, era un poco acelerada, pero gracias a eso tenía una personalidad única. Ahora que recuerdo, ¿Michelle? ¿Está aquí? Eso quiere decir que tal vez pueda traer noticias.

-¿Qué paso? –Abrí la puerta-

-¿No está aquí Luke? –Parecía cansada, como si hubiese corrido 5 kilómetros de un sentón-

-No –La miré extraño-

-¡Victoria! He ganado y te traigo la última copucha –No entendía a qué se refería-

-¿A qué te refieres? –Michelle entró a la habitación, cerré la puerta-

-Lo que pasa es que me dediqué a investigar con las chicas, ya sabes, a pesar de que casi ha pasado una semana, hay un rumor un poco fuerte –Me miró entusiasmada- Desde ayer me dediqué a escuchar lo que la gente dice, y en los pasillos comentaban que por lo perdido de tu mirada, se asegura que es una droga, así que hay un punto a favor, por lo menos sabes que estabas drogado –Se sirvió un vaso de agua y lo bebió hasta el fondo-

-Le gané a Michelle… -Luke abrió la puerta y entró de golpe, pero su sonrisa se apagó cuando la vio sentada frente mío-

-Creo que ya te ganaron –Traté de simular una sonrisa-

-¡Ja! ¡En tu cara tonto! –Michelle se paró y comenzó a burlarse-

-¿Ya le dijiste que lo drogaron? –La miró serio-

-Sí, ya le he dicho –Sonrió con superioridad-

-Como sea, yo te daré la versión de los compañeros de equipo, no me importa que coincida o no coincida –Sacó la lengua-

Cuando se trataba de esta parejita era seguro que habría un pleito por la más mínima idiotez, así eran, como ya dije, Michelle es muy perfeccionista y siempre que dice algo, trata de averiguar todo lo posible, pero Luke, no sé por qué, siempre busca la forma de ganarle.

-Bien, ¿Me vas a dejar hablar Michelle? –Luke me miró-

-A ver chicos, enserio, esto es serio, y me gustaría que Luke –Lo señalé- Me diga lo que sabe, de todas formas sea como sea Michelle ganó, ¿Ya? ¿Felices?

-Como sea –Comentó Michelle- Mejor me siento y le cuentas –De verdad, de la nada estos hacen una guerra, ni se cómo son pareja-

-El caso es que, entre una plática que tuve con los chicos después de la práctica ayer, traté de que Austin no estuviera y comencé a investigar disimuladamente, estaba a punto de sacar algo de información, pero Austin se acercó y cambié el tema muy rápido para que no se diera cuenta. Como sea, hoy aprovechando que el chaval no había llegado –Michelle y yo lo miramos atento- Me acerqué de nuevo, y entre bla, bla, bla, uno de los chicos por fin comento “Pues según dicen que quien lo drogó fue Austin”, se presentó un apoyo hacia el muchacho, argumentando que por envidia fue que se realizó el acto, me quedé escuchando y participaba de vez en cuando con un “Enserio”, “No lo creo, eso es demasiado”, y los demás del equipo insistían en que si, que han tratado a Austin más tiempo y no les sorprende para nada –Hizo un silencio- ¡Ahora ven y dime que estuve equivocado todo este tiempo! –Se alteró-

-Es que no lo creo… -Me quedé mirando al vacío-

-No seas idiota Eduardo, ¿O quieres que te dé una cachetada? –Se levantó Michelle enfadada, supongo que por mi conducta-

-Vamos a golpearlo, ahora está en la cancha, con los demás del equipo, quiero molerlo a golpes –Dijo Luke también exaltado-

-No, tengo que ir yo, es algo que sólo yo puedo arreglar –Me paré del sofá, estaba temblando-

-No me digas que tienes miedo –Me miró Luke-

-Claro que no, tengo rabia, mucha rabia –Ahora todo tenía sentido, y me vale que no tuviera pruebas, mas creía en la palabra de mis amigos, y basta de hacerme el de la vista gorda, necesito hablar con él, si no, explotaré-

……………..

Alberto:

Me encontraba en camino a la escuela, hablé con Hernández, los papeles de Carlos ya están listos, al igual que su matrícula. Al final de esto, y de, según él, pensarlo lo suficiente, accedió a irse con Edel y conmigo, y pues, Carlos piensa que estoy resignado, pero primero tengo que hablar con Eduardo.

-Eduardo –Comencé a tocar la puerta, pero nadie atendió, insistí, pero aun nada, tal vez y no estaba, sería mejor que lo buscara en la escuela-

Me dirigía a la cafetería, supuse que tal vez ahí estaba, eran las 4:40 de la tarde, era lo que se me ocurría como más probable.

-¡Hey! –Grité a una chica que caminaba cerca de los jardines, era Michelle-

-¿Pasa algo profesor? ¿Carlos está bien? –Se acercó preocupada, pero parecía llevar algo de prisa-

-Si él está bien –Sonreí- Lo que pasa es que no encuentro a Eduardo, ¿No sabes dónde puede estar? –Y a la chica se le iluminaron los ojos, me tomó de la mano y comenzó a jalarme-.

………………….

Eduardo:

No voy a negar que llevaba los puños listos para partirle la cara a Austin, pero no, Eduardo, recuerda esto, tú eres otra persona, como Alberto te dijo, los golpes no llevan a nada, solamente habla con él y ponlo en su lugar, pide una explicación.

Sería la ausencia en la última semana a las prácticas del equipo que hizo que todos depositaran su atención en mí cuando llegué a la cancha, y sí que me habían ido a buscar, pero nunca atendí a sus llamados.

-Vaya –Dijo Austin en tono burlón cuando me vio entrar- Aquí viene Eduardo, el “Capitán” –Hizo unas comillas con los dedos- del equipo –Empezó a reír-

-Necesito hablar contigo –Lo miré frio, también me encontraba muy nervioso-

-¿Sobre qué? –Se exaltó-

-Sobre la noche donde tú me drogaste –Por fin pudo salir de mi boca, sé que es una acusación grave, pero tenía que acorralarlo-

-A ver –Se acercó- Ni siquiera sé de lo que hablas –Sonrió- No me quieras echar la culpa de que te ha dejado tu amigo –Levantó la voz- Mejor dicho, ¡Tu novio! –Y fue que todos se quedaron atentos a lo que salía de su boca-

-Austin, cállate… -Cerré con fuerza los puños-

-¿Qué? –La sonrisa no se borraba de su cara- ¡Qué te de vergüenza confesar que ese latino, Carlos, era tu novio! –Me miró burlón- A quien te follabas todas las noches o ¿te follaba él?

-¿Por qué lo hiciste? –Dije entre dientes- ¿Por qué quieres joderme la vida? –Lo miré con rabia-

-Sabes que, lo hice para demostrar que el nuevo capitán del equipo es un pedazo de maricón –Su mirada era penetrante- Y no iba a permitir que contagiaras con tus cosas de nena a mis chicos –Su cara se tornó roja de tanto que gritaba-

Alrededor mío se escuchaba a los compañeros reír, susurrar, no sé qué salía de sus bocas, pero sabía que no era algo bueno, me daba por vencido, a la mierda las personas, a la mierda los prejuicios, a la mierda el mundo y sus idioteces.

-Te agradezco Austin –Mi mirada se volvió borrosa por las lágrimas, pero me aguanté- ¡Te agradezco por hacerme perder a la persona más importante en mi vida! –Me acerque a él, en mi voz había una combinación de rabia y dolor- ¡La única persona que me motivo a ser más en la vida! –Traté de calmarme pero no pude- Y saben algo, por si les quedo alguna duda ¡Soy gay! –Abrí los brazos, mientras daba un giro en 360 mirándolos a todos. Me costaba contener las lágrimas, pero la furia era mucho mayor- Me vale una mierda lo que piensen lo demás, porque me di cuenta de que muchas personas no valen la pena –Regresé a ver a Austin- Que destruyen y pisotean a los demás para alcanzar puestos que no lograran con sus propios méritos –Tú lo sabes-

-Cállate maldito marica –Dijo en tono amenazante-

-No es justo ¿Sabes? –Era imposible evitar que mi mano temblara mientras lo señalaba con el dedo- No es justo que me sea imposible formar una vida con alguien que me mostró algo que nadie más pudo mostrarme –Mi voz temblaba- Y que tú nunca conocerás.

-No seas tan marica Eduardo, comportarte como hombre –Seguía riendo-

-Sabía que tu querías ser capitán del equipo, también sé que este es tu tercer año de intentos –Traté de reír- ¿Hasta cuándo te vas a dar cuenta de que eres un mediocre?

-Esta es la última vez que te digo, cállate –En su mirada se sentía acorralado-

-Dime Austin –Me acerqué un poco más- ¿Acaso no soportas que un marica, como dices, sea mejor que tú?

Lo que sentí después fue un fuerte puñetazo por parte de Austin en mi quijada, me llevé las manos a la cara por reflejo, me dolía, casi hizo que balanceara y cayera al suelo. Recuerda Eduardo (la voz de Alberto), tú eres mejor persona que él y… ¡A la mierda! Preparé mi mano y le regresé el cariñito. Tremendo golpe que le di en la boca, no pensé que haya sido tan fuerte, pero me percate que sí, cuando lo vi caer al piso de la cancha, ahora sí, me lancé aprovechando que estaba tirado y lo golpeé como loco.

Nunca se me dio la violencia, pero no podía entender como de mi interior salía una furia que se desataba en mis puños los cuales eran recibidos por ese demonio, ese maldito que me acaba de echar a perder la vida. Trataba de defenderse, también logró golpearme un par de veces.

Una fuerte patada en el estómago me hizo separarme de él y caer al suelo. Voltee a ver, Luke tenía a un chico sostenido de los brazos y sometido entre sus manos, supuse que había sido quien me golpeo hace unos segundos.

Me puse de pie como pude, Austin hacia lo mismo, lo miré atento, sin pensarlo y al igual que él, nos lanzamos de nuevo a partirnos la cara, ahora que lo pienso, ¿Qué necesidad había de eso? Muchas, ¡Dejarle el recuerdo al hijo de puta!

Me tomaron de los brazos y me arrastraron hacia atrás, miré que a ese bicho le hacían lo mismo, eran los del equipo, tal vez y ya habían tenido suficiente show. A lo lejos pude notar como el labio de Austin estaba hinchado, escurría sangre de su boca y de su frente. Me empecé a marear, Luke se acercó, ayudó a los muchachos a sostenerme y agarrarme para no correr a molerlo de nuevo.

-¿Y qué mierda pasa aquí? –Entró el entrenador-

-Este Maricon me golpeó primero –Gritó Austin-

Los muchachos me soltaron, lo veía tan estúpido seguir con su juego, mejor me di la vuelta y limpié la sangre que escurría de mi nariz, me dolía el cuerpo, el muy maldito si me golpeó varias veces. Traté de reponerme, me detuve frente al entrenador, lo miré, y aunque mi expulsión era más que evidente, tenía que decir algo.

-Renuncio al equipo –El entrenador me miraba confundido-

-No puedes renunciar Eduardo, te hemos insistido mucho, aún hay tiempo para entrenar –Parecía convencido de mi potencial-

-No soy capaz de jugar en el mismo equipo con personas que son capaces de clavar un puñal por la espalda –Miré a Austin- sólo por envidia –Él se empezó a reír-

-No te puedes ir, eres el mejor del equipo, te necesitamos –Trató el entrenador, pero no lo logró-

-Ahí esta Austin, su nuevo capitán

-Yo también me voy del equipo –Dijo Luke y me tomó del hombro- Eduardo es mi hermano en la vida y mi compinche en el juego, si estoy en esto es por él, sin él no me interesa.  

-Genial, ¡Tú también! No me pueden hacer esto, los necesitamos. Eduardo, piénsalo mejor, no te vayas –Este hombre sí que era cerrado de la mente-

-Lo siento entrenador, pero como le dije, no puedo estar en un equipo así –Y como pude me encaminé hacia la salida y Luke me ayudó-.

……………………..

La sangre había sido limpiada, Luke, Michelle y Alberto se quedaron un rato en el cuarto, ahora que lo pienso, ¿Qué hacía Alberto ahí? ¿De dónde salió? Se me paso preguntarle, se fue hace como 20 minutos, ni saliéndole a buscar lo encuentro.

Me duele el cuerpo, pero no la mente, eso nunca me dolerá porque sé que es el lugar infinito donde el rocío de mis recuerdos cobran vida cada vez que quiero, cada vez que lo necesito, aunque tal vez estoy viviendo en un pasado, es la única forma de anestesiar mi estupidez.

En verdad no quería estar en la cama, pero a la vez deseaba estar entre las sabanas. Esas sabanas tenían impregnadas un olor a sexo, a pasión, a sudor, el aroma natural de mi Carlitos, por eso me encantaba pasar mi tiempo en ese lugar, porque ahí hemos hecho el amor innumerables veces, ahí lo marqué como mío, ahí peleamos como un par de tontos, ahí pasó de todo. Sé que esa habitación nos llenará de más hermosos recuerdos, algo en mi me lo dice, puedo asegurarlo.

Me paré como pude, me sostuve con uno de los tubos que sostenía la litera, caminé un poco, el dolor era inmenso, sólo algunas molestias. No quería ver televisión, no tenía hambre, ni mucho menos, quería no sé, quería a mi peluche, a mi osito.

Justo frente al sofá tenía esa litera, recordando como Carlos una vez por tratar de hacerme una broma cayó al suelo y yo me comencé a reír, acusándole que jugaba sucio y que eso le pasaba, por andar haciendo trampa. Una sonrisa se dibujó en mi rostro, ahí fue que mi di cuenta de esa pequeña caja que estaba bajo la cama, había rayones de crayolas por toda esta, de muchos colores, ahora que me cuerdo, ¿Esa caja es?....

*********************************

-No chaval, ¿qué haces? –Alboroté su cabello, él no me contesto nada, parecía sorprendido por mi presencia, así que rápido cerro la caja y se limpió sus lágrimas con la playera que llevaba puesta-

-No me s-sigas –Sollozó-

-No te sigo, ¿pero qué es eso? –Señalé la caja-

-Que te importa –Se dio la vuelta, su tono de voz fue agresivo-

-Mira, que no me contestes así, porque me harás enojar, solo te quiero ayudar cabrón…

-Disculpa –Bajó el tono- Sólo que esto es un asunto de mi familia, y personal.

*******************************

Esa fue la caja de aquella noche, la que miré en sus manos, la había olvidado por completo. Me acerqué, me puse de cuclillas al lado de la cama, la tomé entre mis manos y me senté en la mesa.

Una caja de cartón, no tan grande, no tan pequeña, había rayones de crayolas por donde sea, estaba seguro que era de él, nunca me la mostró, tal vez y le traía muy malos recuerdos, eso explica sus lágrimas esa noche. Comencé a abrirla, estaba llena de polvo

Había pocas cosas, todas antiguas, eran unos juguetes viejos, gastados, tal vez juguetes de mi niño cuando aún usaba pañales, tal vez juguetes que lo acompañaron durante toda su infancia, tal vez sus únicos amigos. Me imagino a mi bebé jugando con ellos, me imagino a mi osito. Mierda, no llores, no ahora Eduardo.

Justo encima había una figura de porcelana, estaba trizada por un costado, era un ángel, antiguo, una de sus alas estaba manchada con pintura. Le di la vuelta, en la parte de abajado traía la frase escrita con un plumón “De tu abuela para mi Carlitos”. Un recuerdo azotó mi memoria, Carlos me había dicho que su abuela murió hace tiempo, lo peor de todo fue que el día que ella murió su madre no pudo pagar su viaje a México, si Carlos regresaba a su país, era imposible que volviera por un largo tiempo, esa era su excusa, mi osito me dijo que fue muy injusto, que no estuvo con ella, que no pudo despedirse.

Entre otras cosas había una camisa muy gastada, parecida que enrollaba algo, desenvolví para encontrarme con un pequeño transporte de juguete, una pequeña locomotora a vapor bien cuidada, un poco opacada por el polvo, pero eso no le quitaba el brillo.

********************

 -¿No extrañas a tu papá? –Susurré en su oído-

 -Sí, lo extraño, cada día desde que murió he extrañado a mi padre –Dijo entre dientes-

 -Lo siento mucho mi amor –Se acurrucó en mi pecho-

 -Sabes algo –Levantó ligeramente la voz- Me acuerdo de mi papá me regaló una vieja locomotora cuando tenía 5 años, desde ese entonces, la he cuidado mucho –Sonrió-

****************

En una esquina, miré un pequeño montón de hojas de colores, estas no parecían empolvadas, más bien, las cubría otra cajita de plástico trasparente, no concordaba con lo demás, ¿Qué hacía ahí? La tomé entre mis manos, la miré con atención y me di cuenta de que era, eran notas…

No entendía de que se trataba, algo rondaba en mi cabeza, el pequeño cuadro de papel tenia escrito con color “Nota:” y más adelante lo que correspondía, abajo un pequeño anexo, seguía sin entender hasta que las acomode en orden numérico.

  1. Nota: El alumno
  2. Nota: Juego de Niños
  3. Nota: Adolescente despreocupado
  4. Nota: Depredador
  5. Nota A que no te atreves
  6. Nota: Ahora me toca a mí
  7. Nota: Vértigo
  8. Nota: Habitación de Universitarios
  9. Nota: Amor de Padre
  10. Nota: Es peligroso y no exagero
  11. Nota: La rueda de San Miguel
  12. Nota: Abuso de Autoridad
  13. Nota: Brindemos por mi hijo
  14. Nota: Pequeño, ojos de miel
  15. _____________

La nota quince no decía nada, sólo tenía el número escrito. No podía creer que este pequeño tuviera esto en sus manos, es sólo que, me llega al corazón. Cada frase, cada escenario, cada palabra, no sé, pero son dudosas, explicitas y sustanciosas al tal grado de sentir algo extraño en el pecho.

     15. Nota: Carlos, mi osito – Espero que nunca lo olvides, tonto. :)

Tomé el bolígrafo que estaba justo al lado y fue lo que escribí en la hoja sobrante, no había más, eran las 15 notas enumeradas, solo quedaban pedazos de hojas en blanco, y por alguna razón, me sentí mal. Después de observarlas un buen rato, una sonrisa se dibujó en mi boca y una sensación de ternura me invadió al comprender que mi osito escribía nuestra historia.

En el fondo de la caja, miré algo que me partió el corazón, algo que me regreso al primer día que lo conocí, al día que lo bese, que lo hice mío, que discutimos, que nos amamos, que nos odiamos….

Un pequeño oso de peluche en muy malas condiciones reposaba en una esquina de la caja. El peluche estaba gastado, maltrecho, le faltaba un ojo, descosido por unos lados.

-¿Qué haces tan solo por acá? –Mi voz se notaba ligeramente quebrada-

No era más grande que la palma de mi mano, se veía sucio y abandonado por años, imaginé que ese osito acompañó en las noches a Carlos cuando era pequeño y espantaba a los demonios que venían a asustarlo o perturbaban su sueño.

-Así que –Un nudo se formó en mi garganta- me imagino que tú eras el guardián del castillo de juguetes de mi osito –Hablé a la figura inanimada, malditas lagrimas no aparezcan ahora-

Debe haber sido su compañero de juegos, siempre incondicional,  lo veo como el fiel amigo que recogió sus lágrimas cuando lloraba en la oscuridad de su habitación, quien acompañaba en su soledad, la misma maldita soledad que estoy sintiendo ahora.

En verdad, no podía, cerré la caja y coloqué todo como estaba, solamente deje al diminuto peluche. Metí el cartón bajo la cama y me introduje entre las sabanas de nuevo, pero ahora tenía compañía, no me sentía tan solo. Sé que suena estúpido, idiota, infantil y todo lo que puedas pensar, pero me sentía a la deriva, tan desierto, y saber que ese oso fue el que mi Carlitos estrujo cuando era pequeño, me volvió a dar calma, me permitió respirar, me hizo perderme entre miles de sueños que ahora miraba como caían en picada.

Todo se iba difuminando ante mí, la puerta, las cortinas, el sofá, estaba cayendo en un sueño completamente profundo, cada vez miraba más borroso, cada vez abrasaba más al oso a mi cuerpo, cada vez me acordé más de mi osito tamaño real y el dolor de no sentir su calor, su suave piel, y al final, me quedé dormido.

……………………………..

Carlos:

Miraba por la ventana, Alberto iba manejando. Desde los últimos días mi mente estaba llena de cosas, una de ellas era la beca que me ofreció Edel, ya está todo listo, solamente mi pasaporte es lo que está en trámite, ¿A quién engaño? Lo que ocupaba mi mente por casi todo el día era Eduardo, nadie más, es que no sé, no sé qué se pasa con él, a pesar de que me duele lo que paso, no puedo dejar de quererlo simplemente no puedo.

-¿Vas a estar bien? –Alberto interrumpió mis pensamientos-

-Sí, estaré bien –Me quedé un rato callado, miré hacia el vacío- Hablaré con Eduardo, será lo mejor, como dice Michelle –Ella fue quien me insistió-

-Toma las cosas con calma, todo tiene que salir, más que nada, piensa y analiza peque, piensa en ti, en tu felicidad –Alberto tomó mi mano-

-Lo haré, gracias viejo –Me dio un beso en la frente y bajé el auto-

Mis manos sudaban, mis pies se aguadaron, sinceramente no tenía idea ni que pensar, mi mundo se fue al revés, después de una semana sin verlo, trataré de calmarme y no comerlo a besos, eso haré, sólo tranquilo.

Entré al local, lo miré, estaba sentado al fondo del lugar, entrecerré los ojos para distinguir bien si era verdad lo que estaba viendo, incluso limpié mis lentes mientras me acercaba, y me di cuenta de que no era un espejismo, Eduardo estaba con un ojo morado, parecía como si alguien le hubiese golpeado, estaba más delgado y demacrado.

-Hola Carlos –Me dijo en un tono de voz por demás triste- Siéntate por favor –Preparó una silla para mí, yo me senté y lo miré atento-

-Hola, ¿Cómo estás? –Lo miré, hubo una larga pausa entre ambos, él me miraba-

-B-Bien… -Se quedó callado-

-¿Qué te paso en la cara? –Señalé su ojo-

-He… peleé con Austin –Bajó la mirada-

-Algo me comento Michelle –Dije entre dientes- Sólo que no me menciono que te dejaron todo golpeado, nada más mírate Eduardo –Pasé mi mano por su mejilla-

Eduardo junto mi mano con la suya, la apretó, enredó nuestros dedos y vi una lagrima caer, después, me miró, tan profundo como nunca lo había hecho jamás. Mi mano junto a la suya fueron resbalando por su cara, hasta que llegaron a su boca. Comenzó a besar mi palma, los dedos y después mis nudillos, daba besos cortos pero muy intensos. No dejaba de verme en ningún momento, lo que primero fue una lagrima dio paso a muchas más, sabía que trataba de contenerse, pero era inútil, no sólo de su parte, si no también de la mía, que tanto deseaba verlo, tocarlo, que me acariciara, como lo extraño, como lo quiero.

-Te amo osito –Dijo entrecortado-

-Yo también mi Eduardo –Respondí entre dientes-

No nos importó que fuera un lugar público, besó mis manos, acaricié su mejilla. Verlo con el ojo morado y su labio hinchado me partió el corazón. Ambos tratábamos de no hacer mucho ruido, sólo mirarnos.

-Gracias Eduardo –Traté de calmarme- por enseñarme a amar.

-Gracias osito –Besó de nuevo mi mano- por amarme.

A los pocos segundos nos soltamos, mi mano y la suya dejaron de tocarse, solamente bajamos la mirada, ambos limpiamos las lágrimas, tratamos de calmarnos por última vez, necesitábamos hablar como dos personas civilizadas.

-Sé lo que ha hecho ese maldito…

-No te preocupes –Me miró, que hermosos ojos de color esmeralda tenia- Ya le he dado su par de golpes –Trató de sonreír-

-No lo hubieses hecho, tonto –Le regalé una sonrisa, en mi voz y en la de él aún se nota la melancolía, él tampoco sabe mentir-

-Que va –Nuestras manos se encontraron de nuevo sobre la mesa-

-Me gusta tu tacto Eduardo –Dije yo después de una larga pausa sintiendo el roce-

-A mi también Carlitos –Me regaló una sonrisa cálida-

-Eduardo… -Traté de separarme un poco de su mano- Quiero decirte algo, quiero ser directo –Él asintió con la cabeza-

-Dime

-Supongo que ya estas enterado que me voy a Inglaterra –Noté una decepción en su mirada-

-Sí, lo supe hace unos días –Miré la cadenita que aún tenía en su cuello, esa que le regalé-

-Lo siento mi amor –Tomé de nuevo su mano, su cara se acercó a la mía- Es sólo que tú te mereces ser feliz, te mereces estar con alguien que te haga feliz…

-Tú me haces feliz –Me interrumpió, su mirada era de una dolorosa súplica-

-Ahora estamos sufriendo, y no es la primera vez –Miré hacia un lado, tratando de esquivar la mirada-

-Pero estamos juntos, eso es lo que importa –Trató de controlarse-

-No Eduardo –Apreté su mano- Tienes que ser feliz con alguien que te merezca, que te ame, con la que puedas mostrarte libremente y orgulloso, con quien puedas ver de frente a los demás y sin temor al qué dirán ni a que te puedan dañar o discriminar, mostrarte al mundo con confianza, y sabemos que conmigo no será así, tu padre jamás me aceptará en cambio a una chica si, así podrás recuperar a tu familia –No llores, Carlos por favor, ahora no llores-.

-Nótame, toma mi mano –Apretó con sus dedos- ¿Por qué somos extraños, cuando nuestro amor es tan fuerte? –Suspiró- mi alma está unida a la tuya, mi amor siempre será tuyo.

-Cada vez que trato de seguir, caigo sin mis alas, tú eras mis alas y me siento tan pequeño, creo que desde ahora deberé aprender a caminar, solo –Era mucho dolor el que estaba sintiendo, el peor de mi vida-

-Gracias mi Carlos, gracias por todo –Se acercó a mí, un poco, y planto un beso muy suave, delicado y tierno en mis labios-

-Esto se acabó Eduardo, gracias y deseo con todo mi corazón que seas muy feliz –Y le di un beso más en los labios, no pude evitar que mis ojos siguieran mostrando mi dolor-

-Todo el mundo necesita inspiración, todo el mundo necesita una hermosa melodía –En sus labios había felicidad, en sus ojos dolor-

-Eduardo, por favor… -Pero no me hizo caso-

-Es que no hay garantía –Tomó mis manos- que esta vida fácil sin ti –Sonrió- Cada noche que mi mundo se cae a pedazos –Las besó de nuevo- Cuando no hay luz que rompa la oscuridad –Rio- Ahí es cuando te miro a ti…

-No quiero, no quiero Eduardo, tu sabes que no quiero –Traté de aguantar el sentimiento, pero no sé por qué no pude, simplemente tenía que actuar, y dejar de meditar las cosas, la decisión estaba tomada-

-Te amo –Dijo bañado en lágrimas-

-Te amo –Acaricié su cabello, me paré de la silla y comencé a alejarme sin mirar atrás-

………………………..

Eduardo:

Miré como caminaba rumbo a la salida del pequeño lugar, su caminar de pato que tanto me gustaba, ahora, se había ido, lo había perdido, se iría al otro lado del mundo, sin saber de él, argumentando que, tal vez, era lo mejor, aunque muy dentro de nosotros supiéramos que no era así.

Mi osito se miraba distinto, como no me di cuenta, ya no es un niño, ya ha crecido y pronto será su cumpleaños, todo un hombre de 20 años, que bien se mira, con esa piel color blanca, ese bello lunar en su rostro y sus hermosos ojos de color miel. Si ha cambiado, lo vi de arriba abajo en el restaurante. Bello, muy bello. Mantendré mi promesa, para mí siempre será mi osito, hasta que él cumpla los 100 años.

Llegué a la habitación, miré todo el lugar, toda la esencia, la vibra, no sé qué pasaba pero era lo más suculento que jamás experimente jamás. Le debo tanto, que no se ni como pagarle, no sé qué decir, simplemente que me sentí pleno, feliz en esas cuatro paredes donde viví tanto y todo, pero ahora,  pienso que mi vida pierde color, él se va, ya no está.

Las sensaciones de la primera vez que estuve con él llegaron a mi cuerpo, solamente que no entendía el por qué me sentía tan vacío, me siento jodido, mi vida se fue a la mierda. Perdí el amor de mi vida, a mi lindo osito. Mi padre me desprecia. Será mejor vivir mi vida en un sueño, sólo despertar cuando esté dormido.

Me hubiese gustado ser un adolescente artificial, si hubiese sabido que lo hice sufrir tanto, ¿no hubiese sido lo mejor jamás habernos encontrado? Me hubiese gustado que él no fuera tan noble, quiero estar en este cuarto todo el día, quiero que el mundo se vaya a la mierda, necesito agallas, fuerza, pastel de chocolate. Las bellas mentiras, la espantosa realidad, no miraré hacia abajo, pisa en falso, déjate caer sobre el peso de tu cuerpo y por fin duerme en el valle de las muñecas.

(9,70)