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Rosalba

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Llegué a su casa y ella estaba llorando mucho. Lamentó que el hombre se hubiera ido. Nunca lo traté pues ella lo guardaba muy en secreto. Rosalba era divorciada y nunca logró tener hijos. Su carácter era dulce pero tenía el problema de beber licor en demasía y eso la perdía.

Me recibió muy triste y lloró en mi hombro. Me lo contó todo. Obvio, no faltaron las cervezas y el tequila, pues así quería consolarse. Después hablamos de los hombres en general, un tema que no se lleva horas, sino días.

Ya eran como a la 1:00 del sábado y yo me quedé, mi esposo llegaría la tarde de ese día y Obdulia, mi sirvienta, cuidaría a los niños. Corría el año 2012.

Nos fuimos a acostar y decidí quedarme con ella, pues seguía llorando mucho. Me puse una blusita corta cómoda y llevaba una tanguita en tono amarillo pues ese color me fascina. Ella se puso una blusita corta. A decir verdad casi se le veían los senos, pues éstos son caídos y son bellos, pues con blusas pegadas se le ve más de lo que tiene. Se puso un short de lycra y se acostó.

Yo intenté dormir pero ella continuaba sollozando y le pedí que volteara pues me daba la espalda. Ella lo hizo y le toqué la barbilla y le dije que tratara de dormir, que al otro día hablaríamos de ello.

La abracé y ella cerró sus ojos. Así estuvimos un rato y por fin pensé que se había calmado. Mi sorpresa llegó poco después, pues ella se acercó a mí, besó mis labios y lo repitió. Yo había tenido sexo con mujeres, no me espanté, pero no sabía qué hacer pues se supone que ella estaba muy triste. Como pensé después que eso le ayudaría le correspondí.

Nos besamos y comenzamos a acariciarnos senos y nalgas así todavía vestidas o medio vestidas pues estábamos muy provocativas para dormir. Los escarceos continuaron. Seguí besando sus labios, disfrutando esa lengua que comenzó a recorrer mi cuello. No había duda, mi dulce y triste amiga sabía besar muy bien y poco a poco iba haciendo que me encendiera.

Llegó el momento en que nos quitamos las blusas y todo, pues es incómodo tener sexo con ropa puesta. Seguimos tocándonos hasta que sus dedos llegaron a mi vulva. Parecía una experta jugueteando con mi vagina. Introdujo sus dedos mientras seguía chupando mis tetas.

Yo hice lo mismo y disfruté su rico olor. Sus tetas estaban muy ricas y también bajé a su vulva. Nos colocamos al revés, a manera de que chupáramos nuestras vaginas al mismo tiempo. Yo me excitaba cada vez más.

Justo en el momento más intenso, ella saltó de la cama y abrió uno de los cajones del buró y de allí sacó su kit de auxilio que consistía en un vibrador del tamaño de un lápiz labial, otro vibrador que simulaba un pene, un pene largo y grueso y otro consolador azul de unos 35 centímetros con dos cabezas.

Lo que continuó después fue fabuloso, pues estuvimos jugueteando con sus aparatos hasta que ambas, sentadas frente a frente, nos introdujimos el consolador largo. Fue sensacional cuando ambas comenzamos a movernos frenéticamente con aquella cosa clavada en nuestras vaginas. Tuvimos orgasmos maravillosos y al final, sellamos ese rato de pasión con un beso.

Por fin, después de todo esto logramos dormir plácidamente. Durante la madrugada cuando alguna de las dos nos movíamos nos dábamos un beso en los labios. En algún momento la vi sonreír y creo que por lo menos su problema se le olvidó un poco.

Dos semanas después me habló, feliz. Conoció a un hombre que se enamoró perdidamente de ella y entablaron una relación que ha durado hasta hoy.

De lo que pasó entre las dos, lo recordamos con mucho agrado, no hay duda de eso.

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