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Tras el partido

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Ocurrió una mañana de mayo de gran calor en la que las temperaturas no eran menores de los 34°. Yo tenía clase de Padell en el Club deportivo de la zona.

Llevaba una minifalda blanca de raso que me acariciaba los muslos dandome cierto frescor altamente necesitado. Una camiseta ancha de color gris que dejaba mi tripa ligeramente al descubierto y mis deportivas para jugar. Me puse un moño mal hecho.

Cuando terminé mi clase de Padell me dispuse a caminar por dentro del club hasta llegar al coche. Crucé por pistas en las que jugaba gente de todos los tipos y edades sin mirar especialmente a ninguno hasta que escuché mi nombre.

- Alicia - oí que me llamaban- ¡cuanto tiempo sin vernos!

Era Yago, un excompañero del colegio. Yago era rubio y alto. Caracterizado por ser muy delgado y llevar el pelo siempre revuelto. Al contrario que su hermano mellizo Juan que era pelirrojo y cuidaba de musculares y peinarse siempre. Durante mi etapa de pubertad en el colegio siempre me había gustado Juan pero ambos hermanos siempre fueron de los más guapos de la escuela y la envidia de todos sus compañeros.

Me fijé en desee donde me llamaba Yago. Se encontraba en la pista de Padell de mi izquierda y acababa de parar el partido para saludarme. Al lado de Yago había otro chico de pelo castaño pero tuve que desplazarle hacia delante para ver a sus contrincantes había otro chico rubio platino y de ojos azules que hubiese sido el príncipe azul de cualquiera y a su lado estaba Juan.

Cuando Juan me vio se acercó a la puerta de la pista para saludarme.

-  ¡Alicia! No nos veíamos desde...

- La fiesta de Isabel - le corté-.

Asintió con la cabeza y entonces Yago me presentó a sus acompañantes.

- Ali estos son Jorge- dijo señalando al castaño- y Nico.

Les saludé con la cabeza en gesto de despedida y pensaba irme cuando Juan dijo.

- Chicos estoy cansado creo que abandono... Alicia ¿te apetece jugar por mi?

Me hice de rogar un rato diciendo que no era muy buena y que debía irme a casa. Pero al final accedí y Juan se sentó a ver el resto del partido mientras to me coloqué junto a Nico.

Le tocaba sacar Yago y yo les devolví el saque. Noté que todos jugaban con cuidado de no mandármelas fuertes. No me consideraban capaz. Sin embargo yo se las mandaba tan fuerte como podía y ellos me las devolvían perfectamente. A medida que íbamos jugando los chicos sudaban más y más y las camisetas se les quedaban pegadas al torso. Yo por mi parte solo sudaba de cara y mis mejillas empezaron a estar cada vez más sonrosadas marcando mi fatiga.

A medida que me volvía competitiva descuidaba un poco mis modales. Llegué a agacharme a por una bola dándoles la espalda a los chicos sin ni siquiera doblar las rodillas. Por supuesto que sabía que estas faldas tienen pantalón por debajo pero no dejaba de hacerme gracia como se des concentraban del partido cuando lo hacía. Por su parte Juan no cabía en su asombro desde el banco.

Íbamos ganando cuando me di cuenta de que Yago y Jorge fallaban tonterías. Me estaban dejando ganar de una forma bastante obvia y decidí dejarles claro que no necesitaba que lo hiciesen.

- No estoy hecha de cristal chicos- anuncié- podéis jugar conmigo como queráis.

Me di cuenta del doble sentido de mis palabras cuando ya las había pronunciado y no había vuelta atrás. De todas formas me dio igual. Entre el calor que hacía y el espectáculo que yo les ofrecía los cuatro chicos ya hacía tiempo que se habían empalmado.

Yo empecé entonces a jugar más fuerte y así lo hicieron también mis contrincantes. Me defendí bastante bien siendo rápida al coger cada bola que me mandaban e intentando apartarme de las peligrosas.

Mi error fue sin embargo subir a la red para bolear. La verdad es que lo hice porque era la posición más cercana a Juan y así tendría una vista completa de mi sudoroso cuerpo.

Desde aquella posición devolvía cada bola que podía y la verdad es que no me quedé corta en mandar algún que otro bolazo que les diera problemas a Jorge o a Yago. Fue tras uno de estos bolazos cuando Yago en un ataque de fuerza me lo devolvió mandándomelo directamente al cuerpo de manera que no me dio tiempo y me dio justo en el centro del pecho izquierdo. Cualquier mujer puede corroborar que eso duele muchísimo.

No pude evitar soltar un grito de dolor. Me había dado justo en el pezón e instintivamente me llevé las manos al pecho. 

- ¡Yago eres un bestia!- gritó Juan poniéndose de pie para ayudarme-.

Yo dije que no pasaba nada separando a Juan un poco de mi. Escuché a Yago pedirme perdón mientras me marchaba hacia el baño del club para mirar si me había quedado un hematoma y poder si fuese necesario echarme agua en la zona.

Cuando llegué al baño me quité la camiseta y saqué por encima de mi sujetador mi pecho. El pezón estaba tremendamente rojo. Me agache para que mi pecho quedase a la altura del grifo del baño para mojarlo. Cuando el agua corría por él escuché como se abría la puerta del baño y pude ver a Juan allí.

Me incorporé tratando de devolver el pecho a su sitio dentro del sujetador pero entonces se me acercó. Con cuidado acarició el rojo pezón.

- Solo quería ver si estabas bien- me dijo-. 

- Sí- contesté- me estaba echando agua para calmarlo.

- En eso puedo ayudarte.

Así Juan hundió su cabeza entre mis pechos y comenzó a chupar el herido con cuidado. Yo me empecé a excitar muchísimo con la situación. Pronto dejó de chupar solo el pezón izquierdo y decidió pasar al pecho entero y después a ambos pechos.

Yo por mi parte le quité la camiseta y le devolví el favor a base de besos en el cuello que fueron bajando progresivamente por su pecho y vientre hasta llegar a los pantalones. Fue entonces cuando di el paso definitivo y se los bajé dejando su enorme y erecto miembro al descubierto.

Me coloqué de rodillas frente a él para chupársela primero a base de pequeños lametones y después bombeandosela dentro de mi boca.

Entonces  la puerta del baño se abrió. Pude ver a Yago con cara de absoluto asombro. Nos miraba desconcertado pero por toda respuesta seguí mamando la verga de Juan. Yago tenía detrás a Nico y a Jorge que en lugar de marcharse decidieron sentarse en el baño a observar la escena.

Yago cuando salió de su asombro de bajó también los pantalones. Enseñándome un pene no tan grande como el de Juan pero para nada despreciable. Giré mi cabeza levemente y comencé a trabajarme aquella verga.

Juan debió de darse cuenta de que ahora él no era mi prioridad porque decidió ponerse por detrás mio. Por respuesta me coloqué a cuatro patas sin cesar de chupar. Así fue como de una sola estocada Juan me la metió por mi coño húmedo.

El primero de los restantes en unirse fue Nico que en un arrebato de morbosidad se tumbó debajo mío de forma que me chupaba la vagina mientras Juan me penetraba. Después de un rato Yago decidió que quería penetrarle antes de correrse así que djó mi boca libre para la verga de Nico que buscaba donde asentarse y se tumbó debajo de mi para penetrarme el coño. Pensé que Juan estaría exhausto pero al contrario comenzó a dilatar mi ano.

Con sus manos llevaba mis jugos hasta el ano con la intención de dilatarlo para meter poco a poco sus dedos. Tardó bastante tiempo pero al final decidió que por fin tenía el ancho apropiado y me metió su verga por el culo. Grité de placer dejando que la verga de Nico se me saliese de la boca unos segundos pero él volvió a colocarla rápidamente para que siguiese.

Noté en mis adentros como las vergas de ambos hermanos se rozaban separadas solo por un tramo de mi piel. Yo gritaba muchísimo de placer mientras se la seguía mamando a Nico. Les avisé de que me iba a correr de un momento a otro así que aceleraron todos el ritmo.

Cuando llegó el mentó solté la verga de Nico y cerré los ojos. Empecé a gritar y noté como mi vagina chorreaba jugos. En ese momento noté el semen de Juan recorriendome los adentros. A este le siguieron el semen de Yago y finalmente Nico me bañó entera con el suyo.

Me tumbe en el suelo. A disfrutar de esos últimos minutos de placer. Nico y Yago se marcharon con Jorge mientras Juan se acercó a mi, me abrió las piernas y comenzó a chuparme la vagina de manera que se tragaba mis jugos junto con el semen de su hermano y de su amigo. 

Fue entonces cuando noté que Jorge se estaba pajeando. Le hice un gesto para que se acercase dado que había demostrado ser bastante tímido y mientras Juan terminaba de limpiarme con su lengua de cualquier jugo le chupé la verga a Jorge de manera que él también tuviese un final agradable. 

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