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Un viaje apretado con final feliz

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Por cuestiones de trabajo tuve que viajar a Alvarado, una ciudad cercana a Veracruz. Hubo un evento y yo fui auxiliar en una oficina que organizaba festejos. Como en ese evento sería una especie de edecan decidí viajar con una falda corta, azul marina y de vuelo. Una blusa blanca de tirantes y unas zapatillas que me provocaron mucho cansancio pues estuve de pie como tres horas.

Se hizo de noche y tuve que ir a la terminal de autobuses. Eran las 8:30 de la noche y el autobús iba llenísimo, no cabía nadie más y para colmo, tuve que ir de pie. Yo tenía 18 años y pues tuve que aguantar ir de pie. Sería un viaje de una hora más o menos. Ya en carretera, sentí que alguien se acomodó detrás de mí. Apenas de reojo me dí cuenta que era un señor de unos 50 años que se amoldó perfecamente a mí pues no era alto. Con el vaivén del viaje sentí como su pito se fue poniendo duro y me lo repegaba mucho. Zorra como era y soy, decidí disfrutar el momento, aunque pensé que en algún momento se bajaría en alguna parada intermedia.

No fue así. Los chicos que iban sentados frente a mí se iban besando enmedio de la oscuridad del interior del autobús y vi como el chico le acarició uno de sus pechos, importándole poco si lo veíamos. No había mucho qué decir, pues el tipo que iba atrás de mí se repegó más y yo podía sentir su verga muy erecta. Se sujetó de tal modo que, aprovechando la oscuridad me tomó con su mano derecha de la cadera. Yo estaba excitada, no me importaba que me llevara quizá 30 años o más, yo estaba caliente y me calenté más cuando resopló sobre mi nuca, eso me erizó...

Yo esperaba que alguien pidiera bajar del autobús, pues no tenía margen de acción, este hombre me calentaba y yo casi deseaba quitarme la ropa o por lo menos chupársela. Hubo un momento en que el bajó su mano derecha y me acarició la pierna y yo lo deseaba más. Nunca me ha importado si los hombres son guapos o feos, soy más bien alguien que reacciona al físico y este tipo me estaba agasajando de una manera muy particular. Su atrevimiento fue tal que me acarició la vulva y yo me sentía morir de placer. Mi coño ya estaba muy húmedo y quería más.

La pegazón siguió hasta que llegamos a Boca del Río y el autobús se quedó con unas 15 personas y yo decidí sentarme y el tipo se sentó junto a mí. Era regordete y olía bien, pues no se veía vulgar ni nada por el estilo. Me sugirió muy discretamente que nos bajáramos adelante de la última parada en la que casi se había vaciado la unidad y yo le dije que sí.

Nos bajamos y cruzamos la calle. No me tomó de la mano, casi el caminó adelante de mí. Entramos a un motel barato. Era de noche pero se sentía bochorno. Pagó y pidió dos copas de brandy y apagó las luces y sólo dejó prendida una lamparita de buró. Me ordenó que me desnudara y lo hice rápidamente y le frotó el pantalón para sentir su pene. Ël me alejó y se bajó los pantalones hasta quedar en Calzoncillos. Se quitó la camisa y se bajó su ropa interior. Vi un pene grueso que aún no se erectaba. Me sorprendí, ya había probado muchas vergas grandes y duras, pero esta no era tan grande pero sí era gruesa y la cabeza era un poco deforme. Me pidió que se la chupara y lo hice. Casi enseguida se pudo dura mientras el me tomaba del cabello y me obligaba a meterme todo su pedazo de carne en mi boca o por lo menos, hasta donde fuera posible. Disfruté mucho esa mamada y él más.

Me penetró delicadamente tras colocarse un condón y sentí muy rico como su verga me traspasaba como lanza y me hacía moverme con una loca hasta casi hacerlo venirse. Me contuve y él se acostó boca arriba y yo me senté en su pene tan rico. A partir de alli fui yo la que se movió de muchas formas, como una licuadora que lo hizo enloquecer y gritarme "mi amor". Logró eyacular y lo vi poner sus ojos en blanco que hasta pensé que le sobrevendría un infarto pues se agitó mucho y lanzó muchos gemidos. Yo también llegué al clímax y disfruté esa palo. Se quedó dormido un rato y yo entonces me duché. Salí de allí y me vestí. Cuando volví mi vista a la cama me di cuenta que había puesto allí 500 pesos y los tomé. Disfruté tomarlos, no porque los necesitara, sino porque lo sentí como un agradecimeinto de un hombre que quién sabe cuándo fue la última vez que logró un orgasmo como el de esa noche. Nunca más lo volví a ver.

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