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Historia en capítulos 22 Cursillo de verano

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Gonzalo duerme plácido en el asiento de al lado, nos entregaron una matita para tapar nuestros cuerpos al dormir y pasar la noche calientes, bueno la noche o el día que no hay quien se aclare, yo duermo y despierto continuamente, no sé cómo puede dormir él, tan tranquilo.

La llegada y el tránsito en Montreal es de rutina, el equipaje ha sido facturado de origen a destino y no tenemos que ocuparnos más que de nuestro pequeño equipaje de mano.

Un pequeño problema en emigración, que se resuelve mostrando nuestra documentación de la escuela, donde vamos a recibir el curso, la gente es amable y hablan en francés, no el nuestro, un poco distinto, pero muy bien.

Nos acaba de dejar el taxi ante la puerta de la Residencia, un edificio de tres plantas, está cerca del puerto, hemos transitado por una calle y he podido ver el ambiente marinero.

La habitación es austera pero con bonitos muebles, dos pequeños pupitres, dos camas no muy grandes, dos mesitas, un armario y dos sillones componen la sobria, pero a la vez elegante composición y un baño con dos lavabos, un inodoro y la ducha con mamparas de cristal, tendremos que acordar horarios para su uso.

Gonzalo dice que va a comer algo, no puede aguantar y marcha sin sacar la ropa de la maleta, yo, que voy a dormir un poco, es 29 de Junio domingo, mañana tenemos el examen para situarnos en la clase según el nivel que demostremos.

Cuando despierto Gonzalo está colocando su ropa en el armario, me desperezo y voy a tomar una ducha rápida, parece que el cansancio ha remitido y se ha bajado la hinchazón de mis pies.

Imito a Gonzalo y también dispongo mis cosas en el armario y el neceser en el baño. Mientras, oigo la ducha llover, está tomando también una ducha, debo haber dormido unas seis horas, suficiente para que ahora este relajado.

Aparece con una toalla sujeta a su cintura con su largo pelo sin secar, busca en el armario ropa limpia para ponerse, tengo que forzar mi vista para apartarla de él, que difícil va a ser esto.

-Tendremos que hacernos un programa para el uso del baño, ya que nos han metido en una habitación doble, tendremos que compartir.   –le hablo para comprobar lo que piensa.

-A mi me es indiferente, pero si tu lo deseas así puedes elegir el momento como quieras.   –parece disgustado.

-No es que yo lo desee Gonzalo, ¡leches!, eres tú el que fuerza a que las cosas sean así. Y sí, creo que es lo mejor, yo lo usaré por la noche y te lo dejo para ti a la mañana.    –me ha molestado que ahora pretenda que soy yo el raro, igual no debería haberme enfadado.

-Debemos bajar a recepción y ver cómo funciona esto, la lavandería, las comidas y luego ver el entorno de la escuela. ¿Vas a venir conmigo o te quedas?    -ya se ha colocado su ropa y está preparado para salir.

Nos informamos de todo, o al menos eso creemos. La Escuela es una serie de pequeños edificios, rodeados de jardines, la Residencia forma parte del conjunto, están todos cerrados y volvemos a recepción. La información está allí y no nos habíamos dado cuenta, el examen de valoración es a las 09:30 en el edificio 3, luego veremos que los edificios están numerados.

Vamos a dar una vuelta y unas calles más abajo nos encontramos el mar, aquí hay edificios muy altos de acero y cristal, es curiosa la convivencia, en tan reducido espacio, de torres tan modernas con los bajos edificios que hemos visto en la Escuela y alrededores.

Encontramos un Hard Rock Café. A esas horas de la tarde hay bastante público, tomamos asiento en una mesa y una linda camarera nos atiende, siento curiosidad por probar uno de esos raros cafés, con leche, crema, chocolate que, sabe muy bien, pero para mí, muy poco a café.

Permanecemos apagados, escuchando la música y la algarabía que organiza el grupo de camareras y clientes. Pagamos y nos hacemos un pequeño lio con el abono en dólares canadienses, mejor dicho, en buscar su equivalencia en euros, la impresión es de que el precio es barato, hemos traído los dólares de España y desconocemos el cambio.

La cena en la Residencia es rápida, al menos para mí que no pruebo nada de lo que se me ofrece, Gonzalo sí y lo hace con apetito.

Según hemos acordado, vuelvo a ducharme para estar preparado para el día siguiente y cepillo mis dientes, escojo la cama que me ha dejado, que remedio, está tumbado en una de ellas, la más cercana al cuarto de baño.

Intento dormir cuando él apaga la luz.

-Álvaro, buenas noches.   –menos mal que ha dicho algo, parecemos dos extraños.

-Sí, hasta mañana Gonzalo.

Lunes, 30 de Junio, 09:15 hora local, entramos por la puerta del edificio 3, hay un grupo numeroso esperando hasta que una chica, que supongo es una profesora, nos orienta hacía una sala con pupitres, nos entrega unas hojas que debemos rellenar y luego cumplimentar el examen.

La suerte no está de nuestra parte, nos ponen en el mismo nivel y en la misma aula, yo creía que sabía más que él y, que era en lo único que le ganaba. Todo esto es a última hora de la mañana y después de comer, en el bar o cantina de la Escuela, debemos volver al aula para que nos entreguen el programa.

Acerté al suponer que era una profesora la chica que nos atendió para hacer el examen, ahora la tengo delante, encima de la tarima, se presenta como Julie.

Las clases serán de lunes a viernes.

El horario de 09:00 a 13:00.

Tiempo para comer, o lo que cada uno desee, 2 horas.

Los viernes a primera hora evaluación de la semana.

A las 15:00 Actividades que se comunicarán durante alguna de las clases de la mañana.

 Julie nos pide que cada uno haga una pequeña presentación de sí mismo, para que nos vayamos conociendo.

Hay pocos alumnos de nuestra edad, la mayoría son mayores, es el nivel superior.

Según nos vamos presentando hay dos personas que llaman mi atención, por motivos diferentes.

Se pone en pie una chica delgadita, rubia, con melena hasta los hombros, guapa de cara y porte bonito, de joven adolescente, elegante aún cuando lleva vaqueros, tiene algo que obliga a mantener la vista fija en ella.

Me llamo Verena, tengo quince años, soy de Suiza.   –hace un gesto de cansancio con su mano apartando un mechón de pelo de la frente.

-Estás mal Verena se te ve pálida.    –le dice la profesora, Julie.

-No solamente que estoy muy cansada, he llegado en este momento y no he podido descasar.

Me llamo Nain, tengo diecinueve años, soy de Kuwait, estoy y vivo en Canadá desde hace un año.

El muchacho es alto y delgado, un poquitín más alto que yo y algo más fuerte, moreno, de pelo un poco ensortijado no muy largo, de pobladas y gruesas cejas, cara un poco alargada y una incipiente barba en la perilla y bigote, sin mucho pelo, como si hubiera empezado hace poco a crecerle, vestido con ropa que se nota más fina y elegante que la mía.  Su perilla, si puede llamarse así a unos pocos pelos, y su bigote poco poblado también, le dan apariencia de intelectual joven y su porte es hasta un poco altivo.

Lo que me ha llamado la atención de él es que no le he visto en todo el día hablar con cualquier otro estudiante. Desconozco si es su porte altivo el que causa algún tipo de rechazo o es ese, improbable rechazo, lo que motiva su porte de cierta altivez. He dicho, improbable, porque a mí no me produce ningún tipo de rechazo. Simplemente me ha llamado la atención su soledad, bien es cierto que al ser el primer día, todos la experimentamos, después comprobaría que ese era su habitual comportamiento.

Al día siguiente, con un profesor distinto, la clase se imparte en la calle, sentados sobre el verde del jardín, formando un círculo, a mi derecha está colocada Verena y a su lado Gonzalo, enfrente de nosotros Nain.

La clase consiste en hablar entre nosotros, del tema que prefiramos, el va sugiriendo ideas para que las conversaciones fluyan. Gonzalo y yo, como tenemos entre nosotros a Verena, tenemos que hablar con ella, lleva hoy una falda que le está un poco corta, será la moda, y el problema se agrava al tener que sentarse en el suelo. Por lo que podemos ver, que es bastante, tiene unas estupendas, bellas y bien torneadas piernas.

-¿Cómo es que estabas tan cansada ayer, tuviste algún problema con el viaje?   -inicia la conversación Gonzalo.

-No, no hubo problemas pero, el aeroplano partió de Zúrich con el tiempo justo para llegar, me trajeron desde el aeropuerto cuando entrabais al examen y por poco no llego a tiempo.   –Gonzalo la mira extrañado por el raro viaje.

-¿Pero tú has venido en un avión para ti sola desde Zúrich?   -pregunta incrédulo y no lo entiendo, su abuelo también lo tiene.

-También venían los pilotos y un auxiliar.   –Verena ríe divertida por la cara que se le ha quedado a Gonzalo.

Roto el hielo y ante la chica, que puede decir que tiene un avión para ella…, vale, tiene, o alguien de su familia lo posee, la conversación fluye espontánea, además ahora cada vez que mira a la cara de Gonzalo lo hace con una sonrisa de ligera burla.

Donde vive, lo que hace, como se divierte, nos va dando la información y nosotros, por nuestra parte, hacemos lo mismo. Una vez finalizado el tiempo de clase me levanto con prontitud, para ayudar a Verena, le ofrezco mis manos y de un salto se pone en pie.

-Gracias Álvaro, no sé cómo me hubiera arreglado para ponerme en pié sin tu ayuda y sin enseñar…  -ríe divertida.

Verena y Gonzalo van caminando hacia el edificio, veo a Nain que se ha tumbado en el césped y está fumando un cigarrillo. Me acerco hasta donde esta él, me mira curioso, poniendo su mano sobre sus ojos haciendo visera, cuando tapo con mi cuerpo el sol que se reflejaba en su rostro la retira y me sonríe.

-Gracias, con este sol es imposible mirarte.   –su voz suena vibrante y viril, marcando un poco las erres.

Le tiendo la mano que acepta pero sin moverse de su posición.

-Álvaro, encantado.   –sonríe más abiertamente.

-Nain, encantado también.  

-Ya conocía tu nombre por la presentación.   

-¿Español?   -asiento con un gesto. Retiro mi mano ya que no parece interesado en cambiar de posición y decido adoptar la que él tiene, me tumbo a su lado.

-Un nombre muy corto el tuyo y muy bonito.   –lo digo para que la conversación no decaiga y lo cierto es que, cuando él lo pronuncia suena diferente y realmente llamativo.

-El nombre es corto, el significado largo: “De gran belleza”.   –ha girado su cabeza para mirarme a la cara.

-¿Qué dices, no te entiendo?   –no me enterado de lo que me quiere decir.

-Que mi nombre significa: “De gran belleza”, un poco largo, ¿no crees?   -sale de su boca una risa socarrona. 

Tu nombre, ¿qué significa, o representa?     -me quedo un momento suspenso y pensando que decir.

-Mi nombre no tiene un significado, es un nombre que deriva de centro de Europa de origen germánico y eslavo, puede ser: “guerrero elfo”.     –parece sorprendido por mi explicación e interesado.

-Y elfo, ¿qué es?   -vaya, me a coger infraganti desconocedor del término.

-Puede ser según la mitología: “hombres y mujeres jóvenes, de gran belleza, que viven en cuevas y en los bosques y son inmortales”.

-Es mucho más largo que el mío.    –suelta su risa socarrona otra vez.  

-En ti se cumple en parte, por la belleza, no creo que también por la inmortalidad.

Ha conseguido que me ponga rojo como un tomate y desvíe la mirada avergonzado. Termina de fumar el pitillo y se pone en pie con agilidad felina. Me tiende su mano para ayudarme a levantar.

-Perdóname Álvaro, lo que dije fue una broma y veo que te ha molestado.   –lo dice mirando mi cara.

-No te preocupes no es nada.    –un nuevo golpe de calor pone mi cara más roja cuando noto que sigue sujetando mi mano.  Se da cuenta y me suelta, su mano es delgada y fuerte, de largos dedos con abundante vello negro en las falanges de los mismos.

-Vale, Álvaro, vamos a recoger nuestras cosas de clase que hemos terminado por hoy, esta tarde hay una excursión en barco por la bahía y a la isla McNab, para visitar un viejo fuerte que hay allí, ¿vais a ir, tu amigo y tú?   -con lo de amigo se refiere a Gonzalo.

No sé por qué, pero un impulso me obliga a afirmar que si, que si iré.

-Mi amigo no lo sé, pero yo sí que iré, supongo que tú irás.

-Sí, voy a ir, ahora marcho al hotel, ¿quieres que os pase a recoger después de comer, para ir a los muelles del puerto?     -vaya, no está hospedado en la Residencia de la Escuela.

-Imagino que habrá un medio de transporte desde la Escuela, no te preocupes, iremos con los demás, luego te veo.

Ya hemos hecho nuevos amigos y amistades, amigos: Verena y Nain “De gran belleza” y amistades: el resto de la clase. Le pregunto a Gonzalo sobre su intención y contesta que sí, que va a ir y que además, había quedado con Verena en el puerto, está hospedada en un hotel e iría por su cuenta.

Ciertamente, la Escuela ha dispuesto un bus que nos lleva a la terminal de los barcos que recorren la bahía y al final nos devolvería a la Escuela. Nos espera Nain y Verena hablando entre ellos.

Cuando accedemos al barco hace un poco de frío, por el viento que se había levantado de la mar y aunque todos llevan una prenda de abrigo, menos yo, se cobijan en el departamento acristalado dispuesto al efecto, tienen experiencia de que eso sucede. Me maldigo mentalmente por mi falta de previsión y pienso que no me volverá a pasar.

Observamos el paisaje ciudadano y como el barco sale de los muelles para adentrarse en el agua. Nain ha desaparecido y quedamos los tres, lo busco con la mirada y lo encuentro en el lado más cercano a la popa del barco, sentado, mirando como los muelles se alejan. Me acerco hasta donde él esta y me siento a su lado.

-Pareces un lobo solitario Nain, no quieres tener nada que ver con el resto.   –otra vez su risa que se convertirá en sonido cotidiano, cuando quería retrasar una respuesta o, simplemente, no quería contestar.

-Puede ser al revés, puede que la gente me haga ser solitario.    –me fijé, tenía los ojos color de miel, aunque se veían muy poco por las pobladas y largas pestañas que a veces los cubrían.

-No veo un trato diferenciador hacía ti, yo ahora estoy hablando contigo y antes hablabas con Verena.

-Ya…, puntualmente y con algunas personas puede ser, pero llevo aquí un año y se de lo que te hablo, no es que me importe tampoco, cada uno tiene que hacer su trabajo y yo hago el mío.   –vuelve a quedarse callado.

-No quiero investigar tu vida, pero ¿qué haces aquí un año?, ¿no tienes que estudiar?, ¿no trabajas?   -su risita nuevamente.

-He estado estudiando para sacar el SAT, lo exigen en las universidades americanas para estudiar en ellas, ahora con el problema que hay por mi zona y la guerra, en América no miran con buenos ojos a los árabes, aunque seamos amigos de los americanos, mi padre prefiere que me quede en Canadá, no te aprecian tampoco pero es más aséptica.

-Y ¿dónde vas a estudiar?    -igual estaba indagando demasiado, pero de algo hay que hablar y yo le preguntaba hasta donde él quisiera contestar.

-De hecho ya me he examinado, estoy pasando un poco el tiempo, he arreglado los papeles y me iré a Montreal, a finales de Agosto tengo que ir a vivir allí.   –y ahora, ¿qué le pregunto?

-Tanto tiempo y sin amigos tiene que ser duro y difícil el pasar un año así.

-¿Difícil?, no te lo creas…   -vuelve a reír-.   -Con dinero Álvaro, no es difícil, todo lo puedes comprar.

-Si…, pero amigos, relaciones…, afectivas…, tú me entiendes, eso no se puede comprar.   –ahora suelta una sonora carcajada, como si hubiera dicho la cosa más graciosa del mundo o la mayor tontería.

-¿Cuántos años tienes Álvaro?…, ¡aahh!, si, ¿quince?, ¿catorce?, estás igual de alto que yo y te llevo muchos años. Ya…, ya te lo voy a mostrar, como todo se puede comprar.

Bueno, había sido una larga charla, también me explicó cosas sobre su país, cómo cuando era pequeño tuvieron la invasión de Sadam Husein, igual antes no hablaba con nadie pero, ahora ya no había quien lo detuviera.

Se estaba a gusto a su lado, era culto y educado, con mucha personalidad o, eso me parecía a mí, igual era por la diferencia de edad.

Habíamos llegado a la isla y nos unimos al grupo, y ahora estaba siempre a mi lado, haciendo sordos reproches de que vaya lugar donde nos habían traído, que no había nada interesante, y era verdad, si quitabas el magnífico paisaje, se quedaba en cero interés.

Es posible que en Europa estemos enviciados de fabulosos monumentos, museos y palacios. La excursión había servido para ver la hermosa bahía, los grandes bosques que se extendían a lo largo de la costa, y fomentar el conocimiento entre estudiantes, no estaba mal.

Ya de vuelta nos despedimos, Nain y Verena volvían por su cuenta a sus respectivos hoteles, los demás a la Residencia, esa noche no salimos, entendí entonces el significado de las mesas o pupitres que había en la habitación, de vez en cuando nos encargaban tareas. Cumplimos con el acuerdo adoptado y tuve el baño a mi disposición.

Después de ese día era patente la simpatía que despertaba en Nain y Verena o la que ellos me inspiraban. En los descansos entre clases Nain me esperaba siempre para, paseando por los jardines, fumarse un cigarrillo. No fumaba mucho tres o cuatro cigarrillos al día. Le contaba mis aventuras, mis vivencias con mis amigos, le debían parecer juegos o chiquillerías por las risas que le arrancaba.

El me hablaba de su país, sus costumbres, lo que se esperaba de él en su familia, de guerras, muchas guerras, como si hubiera vivido toda su vida inmerso en ellas. Se sinceró y admitió que a pesar de estar muy bien en EE.UU y Canadá echaba en falta su país y se sentía, a veces, muy solo.

Para mí era extraordinario, la diferencia de edad se notaba y sentía que me hablaba como si fuera un hermano mayor. Al tener ese contacto conmigo le abría a otros estudiantes, hablaba, sobre todo, con Verena y Gonzalo.

En las clases participaba hablando más y rebatiendo ideas que no iban con él, cuando las clases se celebraban al aire libre procuraba sentarse a mi lado, yo también al suyo, había un motivo práctico, si te cansabas podías apoyarte en el otro y este, a su vez, en ti, evitabas el cansancio de la postura del loto que, en una hora, molía mis riñones.

El viernes tenemos un control y en la última clase nos entregan la nota, un diez, pienso que me quieren tener contento para que vuelva el próximo año.

Ese día, a la tarde, fuimos a ver practicar windsurf, después, hablando en grupo Nain nos invitó a cenar esa noche.

-Me ha encantado como ha estado la exhibición, alguna vez lo he practicado, en mi país.   –indica Nain y se le ve emocionado.

-En suiza utilizamos los lagos, no es de tanta vistosidad, es más tranquilo pero bonito también.   –Verena aporta la nota de color entre tres chicos.

¿Qué les iba a decir yo? ¿Qué hasta hacía nueve meses lo veía y disfrutaba desde la ventana de mi habitación?, ¿qué aún me dolía por la pérdida?   –Gonzalo no nos aportó su visión.

-Os invito a cenar está noche y podemos seguir la conversación.  –ofreció Nain.

-Lo siento, yo no puedo me han llamado de mi casa, vienen a buscarme esta noche, mañana debo estar en Zúrich.

-¿Ha sucedido algo grave, algún problema?   -Gonzalo preocupado coge su mano.

-No debe ser importante, el domingo volveré para las clases del lunes, no os preocupéis.   –eleva la mano de Gonzalo que aprisiona la suya.

-Si os interesa podéis hacer algo por mí, me acompañáis a Suiza y el domingo volvemos.   –sonríe esperando una respuesta afirmativa y mirándonos.

-Yo no puedo Verena, no me lo permitirían y lo siento.   –realmente Nain parece sentirlo y Verena fija su mirada en nosotros.

Miro a Gonzalo, él me mira a mí, y no sabemos qué decir, ella resuelve nuestro dilema.

-No os preocupéis, otra vez será.   –sonríe un poco azorada por haber provocado semejante confusión.

-¿Y de mi cena que decidís vosotros?   -Gonzalo vuelve a mirarme.

-No, por esta vez no, voy a repasar un poco.  –la negativa de Gonzalo deja un poco cabizbajo a Nain.

-Yo si la acepto Nain, iré a cenar contigo.    -ahora Nain esboza una sonrisa y Gonzalo pone cara larga, como si se hubiera enfadado.

-Tendré que ir a la Residencia para prepararme un poco y cambiarme de ropa.   -le digo a Nain-.

-No hace falta, puedes asearte en mi hotel y tampoco tienes que cambiarte de ropa, así evitas el ir y volver, además mi hotel está aquí cerca, podemos ir andando.    –miro a Gonzalo, como pidiendo se aprobación, se encoge de hombros dando a entender que no le importa.

Nos despedimos de Gonzalo que se va con el resto de los estudiantes a la Residencia, Verena nos acompaña porque su hotel está por allí cercano, antes de llegar al de Nain, luego nos despedimos de ella y llegamos al hotel donde se hospeda Nain.

El hotel es muy moderno y elegante, Nain recoge la llave en recepción que radica en un gran hall con Galerías Comerciales, cogemos el ascensor, su habitación, que no es tal, podría denominarse suite, al acceder tiene una especie de sala, su tamaño es el doble que la habitación que compartimos Gonzalo y yo en la Residencia, un dormitorio muy amplio, baño y vestidor. Nain me muestra las distintas piezas en un rápido paseo.

-Mientras me doy una ducha rápida, busca en el vestidor la ropa que te agrade, pero un poco formal.

-¿Para qué quiero ropa formal, si has dicho que no era necesaria?   –Nain está en el baño y oigo su sofocada risa.

-Porque te voy a llevar para que veas donde paso mis ratos libres y agradables, después de cenar.   –sigue emitiendo su risa socarrona.

El vestidor, o mejor dicho, gran armario, es una especie de pasillo que hay antes de entrar en el baño, con puertas en los dos laterales. Comienzo a abrirlas pero me mareo con la cantidad de ropa que puede haber allí.

Decido esperar a que Nain salga del baño y curioseo por la sala. La decoración es moderna con detalles de mobiliario y adornos árabes, tiene dos ambientes diferenciados de sala y bar.

 En la zona de sala, flanqueada por dos sofás, hay una mesa que contiene multitud de objetos de adorno, estatuitas, cajas de distintos materiales y, entre todo aquel ordenado revoltijo hay una cajita pequeña, de madera, consta de dos mitades unidas por una dorada bisagra, la parte inferior contiene una brújula y la superior o tapa, un minúsculo reloj.

La cojo en mis mano y me maravillo al ver que la aguja, que señala el norte, se mantiene en un equilibrio milagroso a pesar del movimiento que la imprimo volteándola incluso.

Nain sale del baño con una toalla anudada a su cintura y secando su cabeza con otra, tiene un cuerpo ligeramente marcado y mucho vello muy oscuro, en las tetillas y la hendidura que verticalmente recorre sus abdominales, las piernas y brazos parecen negros, su cuerpo me recuerda ligeramente el de Gonzalo pero menos marcado.

-¿No has escogido la ropa que te vas a poner aún?

-Es que no se qué ropa crees que debo ponerme.    –Nain abre los armarios y saca algunas prendas de vestir que coloca encima de una silla.

-Esta será suficiente, tienes la misma altura que yo aproximadamente y te servirá, ¿qué número de calzado usas?

-Creo que es el cuarenta y cinco.

-¡Ay!, mi calzado no te va a servir, llamaré a recepción para que den el encargo en las boutiques del hall, que te suban algún calzado de color negro de tu número.

-Ahora, mientras llegan con los zapatos, ve al baño y toma una ducha.   –se sienta en una silla para realizar la llamada y continúa secando su cabello con la toalla.

-Nain, ¿tú crees que esto estará bien?

-No solo estará bien, estará genial, rápido vete a la ducha que no tardarán en llegar.   –obedezco y voy al baño, para no ser menos, también es enorme, con cantidad de elementos sanitarios imposibles de nombrar.

Después de la ducha, magnífica y estimulante, vuelvo a la habitación, Nain está prácticamente vestido y me señala la ropa que tiene preparada para mi, al lado, varios pares de zapatos. Dejo deslizar la toalla que me envuelve quedando totalmente desnudo, el calzoncillo es con perneras, como un traje corto de baño. Nain me observa curioso.

-Un elfo realmente hermoso, no hay duda.   -me sonrojo ante su observación.

La ropa me sienta realmente bien, ligeramente ancha, Nain tiene más cuerpo que yo, hace un gesto aprobatorio cuando me ve vestido, pantalones muy delgados azul oscuro y una americana beis, camisa de color rosa pálido con botonadura y escojo unos zapatos mocasines de mucho brillo, en la chaqueta es donde más se nota que sobra tela.

-Está muy bien, procura no abotonarte la chaqueta y que te caiga suelta. Deberás llamar a tu amigo y advertirle que llegarás un poco tarde esta noche.   –da un par de vueltas a mí alrededor y me tiende un cinturón.

-Con éste estarás mejor, te sujetará más el pantalón al ser de goma y de cuero. Estás muy elegante Álvaro y muy guapo.

Me estoy mirando en el espejo y compruebo que es verdad, la imagen que me devuelve el reflejo es totalmente diferente de lo que soy yo habitualmente, menos la cara, claro está.

-¿A qué hora le digo a Gonzalo que llegaré?

-Dile que tarde.   –hago la llamada, está ya en la habitación, su tono no es muy amable pero me dice únicamente.

-De acuerdo.

-Ahora nos vamos a cenar, en el restaurante del hotel ponen el Steak Tartaro que creo que te va a gustar y además es una cena ligera. Esta ropa te hace mayor hay que ir elegantes donde tenemos que ir después.

En el restaurante hay poco público, desconozco de que se compone ese plato, confío en Nain y verdaderamente me gusta, pero como siempre, como poco y unas patatas fritas, tipo paja, llaman más mi atención, un sorbete de limón y listos, volvemos a subir para lavarnos la boca, antes compramos un cepillo en las tiendas que hay en la galería del hall.

Un taxi nos lleva a un destino desconocido para mi, tarda en el recorrido como unos veinte minutos.

-La cena ha estado exquisita, gracias Nain y tienes que darme el ticket de los zapatos para que te abone lo que han costado.

-No te preocupes Álvaro, lo cargarán en mi cuenta y lo abonarán los que deban hacerlo, tú tranquilo.

Llegamos a una calle secundaria, no es una gran avenida, el taxi nos deja enfrente de un establecimiento que en su fachada figura el rótulo de Split Crow y lo cubre un gran toldo dorado, un joven y elegante portero uniformado, recibe con una sonrisa a Nain, este desliza unos billetes en las manos del portero y cuando yo paso delante de él mira para otro lado, como si yo no existiera.

El interior asemeja a cualquier pub que puedes encontrar en las calles adyacentes, hay algunas mesas ocupadas, por lo regular por hombres mayores a quienes acompañan hermosas chicas y, en alguna mesa, esos señores mayores son acompañados por guapos y elegantes chicos.

Sale a nuestro encuentro una preciosa muchacha negra, enfundada en un breve vestido rojo, guapa y provocativa a rabiar, parece conocer a Nain por su forma de dirigirse a él, se han retirado hacia unas mesas laterales y yo permanezco en la barra del bar, con el murmullo de las conversaciones no es posible escuchar, se que están hablando de mi porque en algunos momentos miran hacía donde estoy.

La preciosa morenita nos dirige hasta una mesa en un rincón del fondo, tiene cuatro butacas dispuestas a su alrededor y Nain y yo tomamos asiento.

-Bueno Álvaro, este y otros lugares como él, son en donde paso mi tiempo cuando tengo necesidad de amistades “afectivas”. Son lugares muy discretos, las leyes aquí son muy estrictas sobre estas cosas pero son inevitables y se dan en todas partes.

-Nain, ¿Pero este es un lugar de chicas y chicos, todo junto?

-Ya ves, pero que aquí no se hace nada, tu contratas la persona que deseas y luego hay habitaciones que están en otra calle al fondo, ¿a ti que te apetece, una chica, rubia o morena, un chico?, los hay muy guapos y te puedo aconsejar.

-Pero Nain, ¿tú vas con chicas y chicos?

-Más bien con chica o con chico, de momento no me gusta mezclar. Pero te tienes que decidir si quieres chica o chico, Basmala va a venir en un momento y lo querrá saber.

-Lo dejaremos por esta vez, te he de confesar que nunca he estado con una chica y estoy un poco confuso, confuso y nervioso, si no te importa para mí no pidas nada, ¿tú que vas a preferir hoy?   -Nain ríe suavemente y me mira con sus ojos miel chispeantes.

-Hoy ya le he pedido una chica, casi siempre son chicas y de vez en cuando un chico, solo de vez en cuando.

Nos interrumpe la llegada de un joven camarero, trae una botella de champán con cuatro copas que sirve hasta la mitad y también un vaso con agua. Nain deja unos billetes en su bandeja y se va, antes he captado una sonrisa cómplice que ha dirigido a Nain.

-Gracias por el agua Nain, ¿para qué ha traído cuatro copas si solo vas a beber tu, supongo?

-Así son las normas, venimos dos, cuatro copas, se supone que vamos a tener compañía.

Realmente es así porque se acerca Basmala y la acompaña una joven pelirroja, muy, muy joven. La chica es guapa, pero Basmala lo es más, debe tener ascendencia sobre el resto del personal por el respeto con que la hablan. Toman asiento en las otras butacas.

-Esta es Pascale, de la que ya te hablé.   –le ha presentado la tal Pascale a Nain que se saludan con un gesto de cabeza, la chica sonríe nerviosa.

Un rato después ya han acabado la copa, Basmala lleva el peso de la conversación hablando, sobre todo con Nain. La chica y Nain marchan, los veo dirigirse a una puerta cercana de un extremo de la barra y por allí desaparecen.

Basmala charla conmigo, mejor dicho me hace preguntas que voy respondiendo, la mayoría, con monosílabos y observo lo que sucede alrededor. Chicas y chicos muy bellos, todos jóvenes hablan con los señores mayores, por lo general, bastante mayores, y luego encaminan sus pasos hacía la puerta del extremo.

El negocio está muy claro y todo se hace discretamente, sin estridencias, entran nuevos parroquianos y quienes han usado el género abandonan el local, es un trasiego continuo.

Basmala debe, o cree haberme visto nervioso  y coge mi mano que acaricia suavemente, de todas las chicas que voy observando es la más guapa por derecho.

Habrá transcurrido una hora y Nain y Pascale salen por la puerta donde desaparecieron. Basmala se pone en pie y se adelanta a recibirlos, charlan unos momentos y mi amigo entrega discretamente unos billetes en manos de la chica pelirroja y a Basmala una tarjeta de crédito que saca de su cartera.

Nain llega a la mesa y el camarero que ha aparecido, como si le hubieran llamado, vuelve a rellenar las copas, luego regresa Basmala y devuelve la tarjeta, después de charlar un rato hasta que Nain finaliza su copa, nos levantamos, ahora sí, para despedirnos, la morenita me da un beso en la cara. Ya en el taxi de vuelta al hotel.

-Le has causado muy buena impresión a Basmala y le has gustado bastante Álvaro, pero piensa que debías tener algunos años más.

Me he puesto rojo, muy rojo, menos mal que en la oscuridad del coche no me puede ver. En el hotel, ya en su habitación, recojo mi ropa, me quito la que es prestada, ahora lo hago en el dormitorio mientras Nain, en la sala, fuma un cigarrillo.

-Ya estoy listo Nain, preparado para ir a la Residencia y aquí tienes la ropa que me has prestado.

-Puedes quedártela si te gusta, los armarios están llenos. ¿Qué opinas ahora de lo que te dije sobre el dinero?, que se puede comprar todo.

-Bien…, vale, se pueden comprar mucho o casi todo pero, todo, todo, no.   –me mira muy fijamente, primero al rostro, luego me recorre con la vista todo el cuerpo.

-Tienes razón Álvaro, todo no. Bueno si dejas aquí la ropa ya la volverán a colocar en su lugar, otro día igual la vuelves a necesitar. Vamos, te acompaño a la Residencia.

Cuando el taxi me dejó a la puerta de la Residencia, él no se bajó.

-Os llamaré mañana antes de comer, por si os apetece ir a algún lugar, y se despide hasta mañana.

La confianza deposita por Nain en mí, después de mostrar, de desnudar prácticamente sus preferencias y sentimientos ante mí, hicieron que, en parte, me considerara indigno de ella. Recurrió a la representación gráfica para mostrarme su alma.

Volvimos en varias ocasiones donde, Basmala que nos acogía encantada, no solo por el indudable buen cliente que era Nain, también porque aprecié un sentimiento de respeto y cariño entre ellos.

Tengo que ser sincero y reconocer que, a pesar de que Basmala me gustaba y de que, al parecer, no le hubiera disgustado estar conmigo, no se llegó a materializar y que todo se limitó a agradables charlas durante mis esperas y a que ahora, cuando nos despedíamos era con un muy cariñoso beso.

Las clases discurrían con normalidad y los controles, o no eran muy exigentes, o resultábamos fenómenos, cosa poco probable.

Sucedió el día 24 de Julio jueves, una semana antes de que el cursillo terminara, cuando Nain me comunico que el viernes no podría estar en clase, sus familiares venían a visitarle y tenía que recibirlos.

La sorpresa se produjo cuando al día siguiente, después de la última clase, nos esperaba a la salida. Se dirigió hacia nosotros muy sonriente, nos saludamos.

-¿Qué haces tú aquí, no tenías que estar con tu familia?   -le pregunto yo.

-He estado y estoy, vengo a preguntaros si os apetecería ir a una excursión programada para el sábado y domingo.

-¿A qué lugar hay que ir que yo estoy encantado?   -sigo respondiendo yo, Verena y Gonzalo están expectantes escuchándonos.

-Mi familia quiere conocer la Gran Estampida, la fiesta de rodeo en Calgary.

-Pero hay que atravesar el continente, son muchas horas de avión.   –Gonzalo parecía interesado hasta que ha sabido el destino.

-El programa preparado es salir esta noche hacía Calgary, viajar de noche, llegar al hotel para dejar nuestras cosas, tener el sábado para ver el rodeo, cabalgatas, lo que podamos y el domingo a la tarde volver.

-Pero Nain, los vuelos, el hotel, no hay tiempo para encargar todo eso.  –indico yo.

-No tenéis que preocuparos, vamos en el avión de mi padre y el hotel está reservado, sobrarán habitaciones, seguro, siempre sobran.

Me quedé con la boca abierta, jolín, no era solo Verena la que podía tener un aeroplano para desplazarse, también Nain y el propio Gonzalo. Ya me había dado cuenta de que nuestro amigo no era un cualquiera, se veía fácilmente pero tanto…

-Lo lamento Nain pero no podré acompañaros, tengo que recibir a unas amigas que estarán de paso por aquí. Ya lo siento.   –Verena no puede y Gonzalo parece dudoso, y no sé el porqué, le animo.

-Venga Gonzalo lo pasaremos muy bien, nunca hemos visto un rodeo, anímate.   –mira a Nain, luego a mí y niega con la cabeza.

-No…, no, si tú quieres, será mejor que vayas tú.   –a pesar de la insistencia de los tres no logramos convencerle y Verena, para que no se quede solo el fin de semana le ofrece una alternativa.

-Si no te molesta estar solo entre chicas, puedes acompañarme a mí para atender a mis amigas.

-Mejor, si mejor, me quedo contigo Verena.

Nain pasa a recogerme al anochecer, he recogido alguna ropa en una bolsa para estar todo el día en la calle, es lo que se prevé que va a suceder, el taxi nos lleva al aeropuerto y en este nos recoge un vehículo del servicio aeroportuario que nos lleva a la rampa de salida a pista, el aeroplano no es muy grande, cuando accedemos calculo que para unos cincuenta ocupantes pero los espacios son muy amplios entre asientos, ocupan la mitad del aparato, luego hay unas puertas que, comprobaré después, conducen a otros departamentos.

La portilla del aeroplano se cierra al acceder nosotros, hay doce personas, todos hombres, charlando entre ellos en árabe, se ponen en pié todos ellos, menos dos, hacen una inclinación de cabeza a Nain y esté realiza el mismo saludo hacía los dos que permanecen sentados, luego me dirige hacía dos asientos un poco apartados.

-Nain, ¿No hay mujeres?   -ríe en tono bajo y me habla también en el mismo tono.

-Estas cosas no les gustan a las mujeres de mi casa, prefieren quedarse en Halifax y mañana hacer sus compras. Solo tienen hasta el martes para abastecerse y las mujeres, en todas las culturas, necesitan sus tiempos de compras, bello elfo.    –luego me va señalando a los distintos señores, uno de los que no se ha levantado es su padre, el otro un tío paterno, y de los que se han levantado, dos son primos y el resto colaboradores de su padre.

Ya en el hotel, en un ascensor suben alguno de ellos y el resto abordamos otro, un empleado del hotel sube con nosotros en cada uno de los ascensores, nos dirige por una de las plantas abriendo las puertas de las habitaciones, la que me han destinado es como un salón de baile, para mí solo. Me tumbo un rato pero no duermo, ya he dormido en el aeroplano durante el vuelo y luego tomo una ducha, el cuarto de baño es en consonancia con el resto.

A partir del momento en que salimos del hotel se produce el maremágnum, nos recogen en varios coches que nos llevan de un lugar a otro, una espectacular cabalgata con vaqueros, carros de la época de los colonos americanos, distintos animales sobre todo caballos, el olor a carne asada impregna el aire  creo que se pega a nuestras ropas, luego el rodeo con sus domas, comida en el hotel donde volvemos, y la tarde tan atareada como la mañana. El público es numeroso, mucho americano, mejicano y muchísimos turistas, como nosotros, supongo.

Cuando regresamos al hotel creo que estamos todos rendidos y sudorosos, hay que prepararse para una cena en el mismo hotel, menos mal porque volver a salir a la calle, llenas de público sería hasta demencial.

Durante la cena es cuando me hablan por primera vez sus primos, que se han colocado cerca de Nain, son preguntas corteses, lo que me ha parecido el rodeo, cuánto tiempo voy a permanecer en Canadá y cosas por el estilo. En el transcurso de la cena y después, cuando finaliza, hablan en árabe que, como es lógico, no logro entender, me inclino hacía Nain.

-Se molestarían si me retiro ya, no estoy entendiendo nada y quizá queráis hablar en privado.

-No…, tu tranquilo, puedes retirarte, enseguida subo yo y si quieres damos una vuelta por la ciudad para ver su vida nocturna.

Cuando me levanto para marchar algunos miran hacia mí, sus primos y algún otro inclinan su cabeza, su padre y su tío ni me miran.

Estoy en la ducha de nuevo, hoy ha estado muy caluroso el día en Calgary, creo que es la tercera ducha de hoy, después de lavarme la boca salgo con una toalla enredada en la cintura, me queda poca ropa que ponerme y decido quedar como estoy para no manchar lo último que me queda, golpean en la puerta y voy a abrir, es Nain que llega sonriente.

-Vamos a coge un taxi y que nos dé una vuelta por la ciudad, los lugares más típicos de la noche, luego vemos si nos apetece quedarnos por ahí, si te parece bien.     -se ha sentado en un tresillo que hay al lado del gran ventanal que ocupa casi toda la pared, desde el techo al suelo, voy hasta el ventanal y apoyo en él mi brazo.

-Estoy muy cansado Nain, casi prefiero quedarme en el hotel y dormir.

-Muy bien voy a encargar que nos suban algo.   –encarga una botella de champán y una de agua, ya lo va tomando como una norma a cumplir y vuelve a tomar asiento.

-¿Qué tal te lo has pasado Álvaro, te has sentido bien?

-Pues un poco raro, tu padre y tú tío no me han dirigido la palabra en todo el día, creo que igual son ellos los que no están bien conmigo aquí.

-No se lo tengas en cuenta, en mi país es así, pero les has agradado, sentarte a su mesa para mi padre es muy importante, son otras culturas Álvaro.

Llaman a la puerta, es el servicio de habitaciones, traen lo que Nain ha encargado, lo sirven y se retiran, vuelve a sentarse en el sillón, enciende un cigarrillo y toma una copa en su mano.

-Bebe un poquito de champán Álvaro, si se es prudente no es tan malo.   –me señala la copa que han servido para mí y para complacerle bebo un pequeño sorbito, no está mal pero las burbujas al salpicar me hacen cosquillas en la nariz y por poco estornudar,

Vuelvo de nuevo a admirar la ciudad que bulle a mis pies, Nain viene por detrás, posa su mano en mi desnuda cintura y me acompaña a mirar. Con mucha suavidad va llevándome hacía él hasta que los cuerpos se juntan y reclino la cabeza en su hombro percibiendo su calor, la mano que sujeta mi cintura parece fuego de lo caliente que está.

Permanecemos así un rato gozando y viviendo la proximidad. Me gira para que lo mire de frente con ambas manos ahora sujetándome.

-Álvaro…, puedo besarte…, me permites que te bese.

Miro muy cerca la miel de sus ojos, sus pestañas tan largas y tan oscuras, sus labios que son cerezas a punto de reventar, la blancura de sus dientes, su rostro adornado con esa rala y escasa barba que le confiere ese atractivo tan especial, huele a tabaco y champán y soy yo el que va a su encuentro para lamer y chupar.

Tiene los labios calientes, el aliento sofocado por las ganas de explorar, su lengua busca la mía y empiezan una cálida batalla, locas por acariciar, los pelillos de su barba y su bigote barren mi rostro al pasar.

Nain es muy dulce besando, en un momento que se separa, para poder respirar, me dan miedo esos labios que parecen sangrarle ya. Me tiene loco en la nube de su aliento, en el calor de su boca, de sus manos que no cesan de acariciar, mi espalda, mi cuello, todo. Suavemente me retira la toalla, me deja desnudo y frágil, vulnerable a su mirada de miel, ahora fiera, que me devora.

Se retira unos pasos para poderme apreciar y consigue que los colores cubran mi rostro y se me encienda, de vergüenza, de placer, de locura que me abrasa.

-Estás bellísimo Álvaro, si te pudiera comprar, que fueras para mí solo, joven elfo.

Abraza mi cuerpo entero y me aprieta, a mi pesar, porque me ahoga su fuerza y no puedo respirar.

-¿Elfo joven?, no Nain. El elfo es inmortal y es eterno.   –le sonrío pícaro y beso su nariz, tan fina, que le vibra al respirar.

-Quiero hacerte el amor, ¿me dejas?   -no me deja contestar, se toma la autorización por su cuenta abrazándome muy fuerte y, en ese fuerte abrazar, noto que algo en su pantalón se yergue en un loco despertar.

Bajo mi mano y lo palpo y lo tengo que mirar, con  temor en mi mirada.

-Pero Nain, ¿esto qué es?   -no puedo creer lo que palpo, en mi mano hay un ser vivo, es bestial.

-No te preocupes Álvaro que lo se manejar.    –ríe alborozado y me abraza más y más.

Impaciente le desnudo, quiero ver lo que se oculta tras la tela que, ahora solo puedo adivinar, empiezo por la camisa e impaciente el pantalón y el slip que van unidos y se atrancan sin poderse deslizar.

-Espero, espera un momento Álvaro, que me la vas a romper.

Tiene que meter su mano y pegar la verga a su vientre para que la ropa pueda bajar y, cuando la deja suelta.

-Jo…, jo, Nain eso no me lo puedes meter, eso no cabe en mi culo.

La veo larga, ya está descapullada, larga muy larga, me parece hasta delgada al comparar una dimensión con la otra, con unos huevos enormes, rotundos, deben de estar llenos, si en el resto del cuerpo tiene vello, esto parece un marjal de floresta hirsuta y recia. Es una obra de arte que me calienta y la deseo y atemoriza a la vez. Nain me ve preocupado y aunque quiero echarla mano, no lo hago del respeto que me da.

-No te preocupes Álvaro, ya has visto que otros chicos han estado conmigo y no los has visto pidiendo socorro.

-Jo…, pero estarán acostumbrados, es que me vas a matar Nain.

-Prometo no hacerte daño, igual algo si pero no tengas miedo, confía en mi Álvaro, de verdad que yo la se manejar.

Me atrae hacía él y pega su cuerpo al mío, cuando siento su verga aplastada contra mi abdomen se me van todos los miedos, es tan suave, tan caliente, se siente en mi piel tan agradable.

Resolutivo tomo su mano y lo arrastro hasta la cama y lo empujo para que se desplome en ella y le sigo con un salto cayendo encima de él.

Nain, está a mi merced, me monto en su duro y peludo abdomen, sus pelos cosquillean en mi culo, chocan nuestras miradas, verde contra miel-ámbar con deseo incontenible. Antes de comer sus labios miro la piel que le parece estallar, finísima y transparente y ver su sangre pasar y como riega y alimenta su boca tan sensual.

Aplasto sus labios con los míos, los chupo y me los como y creo que no me voy a saciar, mordisqueo los pelos de su bigote y su barba y aspiro el olor a tabaco que le ha quedado pegado y le arrebato el champán.

Su verga, esa pitón enorme me golpea por detrás, tengo unas ganas locas de tenerla, hasta mi vientre, horadándome, llenándome todo, entero. Llevo mi mano hacía atrás, el precum que sale a chorros llena mis dedos haciéndoles resbalar, me los llevo a la boca, me sabe a cielo a misterio, a humedad, a la esencia de los ángeles.

Le descabalgo para ver la maravilla, la sujeto con mis manos, con las dos y sobran dos manos más, es delicioso tocarla, por su fuste poder subir y bajar.

-Déjame que te la meta ya Álvaro, déjamelo disfrutar,   -me pide Nain ansioso.

-Pasa tu pierna por debajo de mi cintura  ahora la otra por arriba.   –me pide y me indica ayudando a hacerme hueco entre su cuerpo y la cama, ya estoy  en la postura que quiere, mirándonos cara a cara, abrazado con mis piernas rodeando su cintura y tumbados de costado. Noto, siento la fuerza que tengo abajo. Lleva su mano a la boca y la llena de humedad que traspasa a mi entrada jugando allí con sus dedos.  Estoy ansioso y mi culo quiere tragar, tragarle toda su mano y sobre todo lo que noto palpitando más atrás.

Pone la punta en la entrada y hace fuerza para entrar, para, me besa y lo vuelve a intentar y por fin, ¡que delicia!, ha entrado ya, poco pero ya la siento como me abre en canal y resbala por mi ano.

-Ahora tú, vas metiendo lo que aguantes, yo te espero a que me digas si te ayudo.

-Nain, que delicia, estás ya dentro de mí, que feliz me siento.  –voy de nuevo en búsqueda de su boca, para agradecerle el placer que me da.

Cierro mis ojos y respiro entrecortado, hago esfuerzos por bajar y su delicia resbala y entra profundo, hasta el fondo creo yo, pero mi mano me dice que ha entrado hasta la mitad. Y recurro a mil argucias, a cerrar y abrir mi culo para que se ensanche más para que se estire entero y así meto un trozo más, ya me duele y me tengo que parar.

-Para, para ya Álvaro, nunca nadie se ha metido tanto.  –y sonríe placentero y me da felicidad de haber sido el primero en contener toda la potencia de su verga.  

-Ahora tranquilito elfo, deja que sea yo el que trabaje, ya sé hasta dónde puedo llegar.

Poco a poco Nain se mueve, tiro mi pecho hacía atrás, suave y enérgico sin buscar hincarse más, me transporta a las estrellas, es un brillar y brillar, es tan difícil decirlo, es tan difícil expresar ese querer alcanzar, sentir el gozo profundo, arrullador y letal.

Nain, tan dulce, tan suave y sin embargo, a veces, se deja llevar y una punzada de dolor me alcanza que se mitiga al sacar su polla. La emoción me llena el alma, entra sin parar en mí, el éxtasis me extravía cuando llego al final, eyaculo y el orgasmo me comprime y me deja encogido del placer que siento.

 ¿Qué me haces Nain del alma?, vierto entera mi semilla en su pecho, mi semen cae sobre su abdomen y no puedo respirar y me comprimo y me expando y me llena tan profundo.

Le noto llegar y no importa que me mueva porque, me llega hasta el fondo aunque me quiera apartar. Ciño mi boca a la suya para chupar sus labios rojos y arranco entera su vida, me llena enteras mis entrañas, su esperma resbala fuera de mi y cae por mis piernas y su sofocado aliento abrasa mi boca.

Hemos quedado exhaustos, destrozados y sin poder respirar pero él me sonríe tierno y yo lo vuelo a arropar, en mis brazos que le acunan. Ya ha pasado un rato, no paramos de besarnos, de acariciar nuestros rostros de extender en su pecho la señal, que le he dejado, marcando mi propiedad.  Su polla sigue muy dentro, a veces pierde su dureza e intensidad pero, unos cuantos besos la vuelven a levantar, una y otra vez, ¡Ay Nain que no te cansas!

-Álvaro voy a volver a follarte, te necesito, quiero volver a llenarte y derretirme en tu interior,

Si yo lo estoy deseando, entra y sale ahora, con enorme suavidad, esta todo humedecido, su semen me ha lubricado y ya todo es placer, pienso que entra algo más pero siguen los dolores que mueren con los placeres al derramarnos de nuevo...

Cuando me baña mimoso y juega en la profundidad, queda asombrado de ver que sus dedos entran y salen con total tranquilidad y toca y acaricia gozoso y noto que quiere más.

-Me gustas Álvaro, me gustas más que cualquier hombre o mujer de los que he follado.

 

No le puedo responder, mi boca está ocupada besando su rostro, pero me siento estremecer de placer y gozo.

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