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Historia en capítulos 23 Vuelta de Calgary

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-Nain…, por favor, habíamos venido a ducharnos.     –está jugando con la espuma que extiende suavemente por mi cuerpo.

-Eso estoy haciendo, ducharte, darte el gel, aclararte.   –mete su mano entre mis nalgas y vierte más gel en su mano.

-Sí, y meterme la mano, así no acabaremos, nunca.   –tiene otra vez la polla tiesa golpeándome en las piernas.

-Nain eres incansable.   –se aproxima y me abraza por detrás, su verga me llega a la cintura y con sus manos acaricia mis tetillas, mi pecho y abdomen.

-Juguemos otro poquito, sin salir de aquí, y así aprovechamos, que el agua se lo lleve todo, y luego a dormir, voy a dormir contigo, en tu cama.

La lluvia de la ducha cae muy caliente, no deja de tocarme el cuerpo, sujeta fuerte mis nalgas, a veces suave y tranquilo y otras como un desesperado. Separa un poco mis piernas y mete entre ellas su verga que me asoma por delante.

Quiero tocarle también y no deja que me mueva, solamente con mis manos echándolas hacia atrás, logró agarrarle las nalgas que se me escapan de nuevo. Me está follando utilizando mis piernas, justo donde nace el vértice. En el ir y venir de su polla, masajea mis pelotas. Sabe cómo ponerme caliente, con sus besos en mi cuello, comiéndome las orejas, acariciando mi pecho.

De vez en cuando baja alguna de sus manos para agarrarme la polla, y frotarla con la suya, proyectándomela hacia abajo porque la tengo tan dura que me golpea el abdomen. Luego tira hacia arriba de mis huevos para dejar todo el camino expedito y que su polla pase, de adelante hacia atrás, sin obstáculo alguno.

-Álvaro, saca un poco el culo para atrás y apoya las manos en la pared, te la voy a meter.

Obedezco y hago lo que se me ordena, no puedo decir que no, ha conseguido que tenga necesidad de él, de su verga, de su semen, de todo lo que me dé y me tiene loco de deseo, me entrego sin reservas y le ofrezco mi culo como mejor puedo.

-Abre un poco más las piernas.   –pero impaciente no espera y me las separa él.

Tengo el culo aún abierto y dilatado de la follada anterior pero él lo comprueba utilizando la mano y metiéndome sus dedos.

-¡Ay! Nain, saca por favor la mano y dame, dame tu polla.

Siento la punta de su verga en la entrada de mi ano pero resbala y se va, y constante vuelve a intentarlo otra vez. A pesar de tenerlo dilatado cuesta que entre la punta y me causa un muy ligero dolor.

-Nain, con cuidado, que me estás haciendo daño.   –cierra el grifo de la ducha, y moja en saliva su mano, y la pasa por mi culo en la entrada, dejando allí su natural lubricante.

Sujeta su polla con la mano y por tercera vez, apunta certero a la diana, ahora empuja y le ayudo proyectándome hacia atrás y la punta entra victoriosa por la puerta, a pesar de su estrechez, estaba deseoso de tenerla dentro.

-¡Ahh!, ya la siento Nain, ahora ve despacio.

Poco a poco, él empujando y yo resistiendo su avance, va entrando suave y sin brusquedades, pero me llena y tengo que buscar aire que llevar a mis pulmones. Se detiene y espera un poco para que me vaya adaptando.

-Ya no te la meto más Álvaro, es suficiente…, para no hacerte daño.

-No…, no, Nain métela un poco más que aún resisto.   –vuelve a empujar y entra otro trozo más, hasta que le digo que pare.

Estoy pletórico y lleno y sudo a mares, Nain también suda, y respira muy profundo en mi espalda mientras acaricia mis costados, y hace movimientos suaves, de izquierda a derecha, para que mi culo se acostumbre al tamaño de su verga.

-Álvaro…, Álvaro, estoy temblando de placer.   –se le nota en la voz que le palpita entrecortada.

-Venga Nain, dale ya.   –para soportar la fuerza de su empuje, pongo mi cuerpo casi en un ángulo recto, apoyando las manos en la pared y Nain inicia el movimiento, el eterno movimiento que lleva a perpetuar la especie, poco a poco y ahora con rapidez dándome un placer exquisito.  Es el roce de su magnífica verga entrando y saliendo de mis honduras y rozando, delicioso, los anillos de mi ano.

Ronroneo de placer con grititos sofocados animándole a que siga, ahora fuerte, ahora despacio, más afuera y más adentro.

-¡Ay!…, sí, sí, Nain precioso, un poquito más deprisa, ¡ay!…, no la metas tan adentro, que delicia, sigue…, sigue.

Tengo que separar una mano de la pared para llevarla a mi boca y morderla, para reprimirme los gritos, para ahogarlos.

-Nain…, Nain…, Nain…, me voy…, me voy.   –entre temblores de piernas, que no sostienen mi cuerpo, mis huevos se tensan y endurecen para exprimir lo que queda de mi semen.

Sale poco de mi polla pero el placer es intenso. Nain debe parar porque de la fuerza que ejerzo apretando los anillos de mi culo, no le permito moverse para que entre y salga su polla. Al cabo de dos minutos puede reiniciar su trabajo, en algunas embestidas noto que sus huevos, ahora colgones, se golpean con los míos y, eso quiere decir que la tengo, casi toda muy, muy adentro.

Aumenta la velocidad, la largura de la estocada y no me quejo, aunque en algún momento me daña y causa dolor, solo quiero que disfrute de mi culo, como yo lo hago del prodigio de su verga, se apoya en mi espalda a veces y otras sujeta mi cintura para meterse profundamente.

Me siento de maravilla con un macho tan viril y potente penetrándome de esa forma dominante,  su fuerza es descomunal tirando de mis caderas y sujetando a veces mi cabello pera que mi culo se le entregué sin reservas.

Se viene a chorros, a mares, salen de él dulces ríos de miel, de crema fundida, de fecunda esencia que resbala por mis piernas y se pierde y desmigaja en el charco de la ducha.

Giro el tronco de mi cuerpo para buscar su mirada y ver allí su satisfacción reflejada y para acercarle mi boca y que la bese y la muerda que lleva mucho tiempo abandonada.

-Álvaro, esto ha sido una locura, ¡wau!, como me he corrido, que gusto y placer me has dado, no quiero que te me vayas.  –y frenético me abraza, y me besa y vuelve a acariciarme, una, y otra, y otra vez, como si fuera a faltarle.

Abro de nuevo la lluvia con el agua muy caliente, nos estamos enfriando, y poco a poco, con pena, remisa, renuente, su verga me va saliendo y me deja muy abierto, boqueando por el culo, buscando algo que supla lo que se va, y salen los últimos chorros antes de que el diafragma se cierre.

Ahora sí, la ducha es rápida, me lava con energía y yo lavo acariciando lo que no he podido en ese tiempo, lo que por mi postura entregada no me permitía.

Con nuestro cuerpo ya seco y reposando en la cama, le miro encantado y dulce y veo lo que temía, tiene su labio sangrando, se le ha roto la tersa, fina, y roja piel de cereza.

-Se te ha partido y tienes sangrando el labio Nain, con esa piel tan delicada que tienes, los tendrás siempre sangrando.

-No…, normalmente no beso mucho, no beso nada, hoy porque has sido tú, y a ti si quiero besarte.   –y con su labio sangrante y roto quiere volver a intentarlo.

Esta noche me parece que no vamos a dormir, se coloca de costado, apoyado en el codo de su brazo y su mano se desliza por mi espalda hasta el inicio de las dunas de allí abajo, las acaricia y mis nalgas reaccionan abriéndose para que él las acaricie.

-Álvaro, no quiero separarme de ti, ¿tú, no puedes hacer algo, para poder estar juntos, para poderte quedar aquí?

-Tenemos obligaciones Nain, tú más que yo, seguro.

-Me tienen comprometido, Álvaro, con una niña de diez años.

-Pero, ¿eso es legal?, es una niña muy pequeña, si estará aprendiendo a escribir.

-Comprometerse es legal, pero casarte, hasta que la niña tenga quince años no es posible, no voy a casarme ahora, dentro de seis, siete años puede ser.

-Y…, ¿puedes tener más mujeres?      -ríe suavemente mirándome pícaro, a los ojos.

-Mi padre tiene, no sé, diez o doce… Sí, puedo tener más mujeres.

-¿Y…, hombres?, como yo, ¿cómo está el tema de la homosexualidad en tu país?

-Verás, lo que nosotros hacemos aquí, en mi país podría costarte la vida, está restringida por ley, la ley y la religión. Claro está, siempre hay, es inevitable pero es muy arriesgado, no sé si yo me podría librar del castigo, ni lo que podría pasarme. Siempre hay formas de soslayarlo, puedes irte a Europa, o como yo hago aquí, ahora.

-Ya ves Nain tú tienes tus obligaciones y yo tengo las mías, menores, pero las tengo.

-Tengo que usar mucho esto.    –señala con la mano su verga.    -Y dar nietos a mi padre.

Su verga esta en reposo, pero enorme, y descansa sobre la sábana, no puedo evitar el pasarle la mano y acariciarla, tiene la piel tan oscura, tan fina y tan sedosa.

Cuando despierto veo a Nain boca abajo en la cama, girada la cabeza hacia el otro lado, desnudo, oscuro, resaltando en el blanco de la sábana, tiene un cuerpo tan hermoso. Guardo silencio y le observo deleitando mi mirada.

Se revuelve y se gira perezoso, me sonríe sorprendido, tiene la polla algo tiesa, será para la descarga mañanera, tendrá que ir al aseo para que le baje el volumen.

-Nada más de levantarte y ya estás así Nain.      –se lo digo, para gastarle una broma.

-Tengo que ir a orinar, me pasa siempre a esta hora.    –parece no haber entendido la sátira  y me acerco un poquito a él, para mirarle el labio herido y el radiante de los ojos.

-Tienes los ojos de miel, tan acariciadores, debías de abrirlos más para que la gente se endulce de ellos.

-Dátil, son de color dátil, Álvaro, más oscuro que la miel y también más nutritivo.

Me arrimo más a él y me detengo en el brocal de sus ojos, y me precipito cayendo en ellos.  No son de miel, ni de dátil, son de ámbar brillante, que en lugar de tener vegetales fosilizados, atrapó y retuvo los rayos del sol hace millones de años.

-No son color de miel ni de dátil, Nain, son de ámbar, como los ojos del león del desierto, con el sol quemándose en ellos.

Quiero besar de nuevo esos labios pero, me apena que se vuelvan a romper, y en su lugar, me adueño de su mirada y los beso aunque para ello apague el fuego que allí arde.

-Nain, tienes el labio fatal, no vas a poder besar en un mes.

-No te preocupes, me pasa mucho en invierno, por el frío, y también cuando los tengo mucho tiempo mojados, tengo una pomada que hace milagros y en un pispas estarán como nuevos.

-Tenemos que levantarnos, igual te andan buscando y no te van a encontrar en tu habitación, se creerán que te han raptado.

-Tenemos toda la mañana para nosotros, mi padre tiene una comida de negocios, ¿no creerías que mi padre ha venido únicamente a ver el rodeo hasta Calgary? Esta es la ciudad más importante en petroquímica de Canadá y tiene que firmar acuerdos.

-Voy a mear, ahora vuelvo y podías ir encargando algo para desayunar, para que nos lo vayan subiendo.

Me hace gracia verle caminar, con esa verga tan enorme, danzando de un lado al otro y ya me están entrando ganas de ella pero tengo el culo dolorido, ¡joder!, no va a poder volver a metérmela, por lo menos por hoy. Llamo a la recepción y encargo dos desayunos, no sé lo que le apetece y les pido que lo que consideren normal.

Vuelve estirándose, como un gato perezoso, hermoso y juguetón, que cuerpo tan bonito tiene, se tira en plancha en la cama ronroneando mimoso, besando mi pecho, con besos suaves y húmedos.

-Te  voy a comer a besos, elfo hermoso.   –y no para en su juego delicioso.

-Para un poco Nain, he encargado el desayuno y van a venir de un momento a otro.

-No me importa, ya estoy acostumbrado a que me vean desnudo.   –el cochino se agarra la verga.

Llaman a la puerta, y a la fuerza, le tapo con la sábana. Entra un camarero joven portando una mesita de ruedas, con disimulo nos mira esbozando una sonrisa y se va dejando allí el desayuno. Hay una enormidad de viandas, entre ellas zumo de naranja, leche y croissant, para mi es suficiente. Nain come varias tostadas, café y también zumo, el macho tiene que recuperar su fuerza.

-Vamos a la cama Álvaro, te necesito, ya he recuperado energía suficiente.   –me aparto, me quiere sujetar y llevarme de nuevo al tálamo y no lo puedo evitar, me eleva en sus brazos como si fuera un niñito y me deposita suave en la blancura de nieve, ahora muy revuelta. Me da tanta pena tener que decirle que no que soportaré el dolor.

-No va a poder ser por ahora Nain, me duele un poco el culo, me lo dejaste anoche…, dolorido.

-Podemos hacer otras cosas, sabrás hacerlas, ¿verdad? Deja que te mire el culo.

Me hinco de rodillas exponiéndole el trasero y abriendo mis montañas con las manos.

-Sí…, lo tienes un poco rojo, pero no se ve nada mal.  –aparta mis manos, y él me abre muy fuerte los glúteos, y los pelos de su barba me hacen cosquillas en la entrada, y me da un beso sonoro, y saca a pasear su lengua, muy tierna y ensalivada.

-¿Qué me estás haciendo Nain?   -no puedo aguantar y me está calentando todo, su lengua en mi ano está haciendo milagros.

-Sí, estoy haciendo cosas muy raras, que no he hecho jamás y contigo no me las puedo aguantar, tienes razón, no te la puedo meter.

-Besas tan dulce, tan suave, si quieres puedes meterla, no me importa que me duela.   –pero abandona mi ano después de besarlo otra vez y me da la vuelta para ponerme de espaldas sobre la cama.

-Me tienes que ayudar tú Álvaro, mi experiencia no llega más allá de tener este pollón, usarlo para meter y que me la mamen a veces, en lo demás soy un poco ignorante, no lo he hecho nunca, no lo he necesitado, pero contigo es distinto, es todo tan diferente, y siento como mi cuerpo no es mío.

Su confesión me enternece, es tan simple, tan sincera, tan humilde y mira que tiene aspecto de soberbio, de mandar, de dirigir, de ser el que a todo se impone, casi me saca una lágrima al verle tan rendido y entregado.

Y tomo la iniciativa, besando suave su rostro y sin tocarle sus labios, con gran pesar por mi parte, beso y chupo su cuello con la nuez de Adán tan pronunciada, que ya el placer la desplaza, se mueve deglutiendo su saliva nacarada.

Maravillosas tetillas que tiene un poco abultadas, con el vello circundante y su abdomen tan bonito y la gran maravilla, el Príapo que destaca, tan potente tan vívido en su pujanza, tan viril.

Es una exquisitez sujetarle con mi mano, bajar su pellejo moreno y admirar su ciruela ya morada, la suavidad tan templada, su deslizar asombroso.

Acerco mi rostro para olerlo y embriagarme de él, huele a maderas exóticas y recojo, con la lengua, lo que vierte por la punta de su uretra, e intento meter la puntita de mi lengua, y recoger lo que llega, antes de que fluya como un manantial.

Meto la punta en mi boca y me la llena del todo. Un placer inenarrable espasmea mi columna y, si la he tenido en el culo, puedo tenerla en la boca, y me esfuerzo y me dan arcadas y renuncio enfadado, si me entrenara entraría, ahora no consigo que se deslice más allá de la mitad en mi boca.

-Álvaro, vas a hacer que me corra, déjala un rato que casi me sale la leche.

-Pues no voy a dejar de chupar, date la vuelta y entrégame tu culo.

Me mira un poco asustado pero deja que le dirija. No veo más que un gran bosque y, en la humedad más profunda, la exuberante floresta donde brotan los pimpollos, de sus vellos, su aroma me vuelve loco, más fuerte que el del balano, más excitante e insufrible y me atrae para que entierre mi rostros buscando los entresijos escondidos, los pliegues que le palpitan.

Juego allí con mi lengua, con mis dedos, acaricio y recojo en mis manos esos cojones de toro, que seguro han fabricado torrentes de espuma blanca, la simiente de la vida para entregármela a mí.

-¿Te gusta Nain?, ¿te agrada lo que te hago?, dime algo por favor.   –hablo perdiendo la vida, ansioso por qué me diga como se lo está pasando.

-Es que no puedo ni hablar Álvaro, esto debe ser la gloria y nunca me había pasado, pero tengo ganas de correrme, hazme como yo te hago, fóllame, mete  tu polla en mí.

Abandono el dulce culo y los cojones ya llenos, para que no se me derrame, lo coloco mirando al techo, y le abro y me mira, respirando como un pajarillo asustado.

Pienso que está preparado, mis dedos han hecho camino y apunto mi polla que es un juguete, ahora que las comparo, y apunto, aprieto, ¡joder!, que cara tan bonita se le pone de la sorpresa, al notar, que la punta ya le ha entrado. 

Le sonrió y me devuelve su mirada confiado, voy empujando, hasta llegar al final, hasta que el vello de mi base acaricia sus cojones que se mueven espantados.

-Ya está toda dentro Nain, ahora todo es placer ya verás.   –lo digo no sé por qué, si su cara me confirma que lo está pasando genial, por decir algo, por rebajar la tensión, tiene su verga terrible y la acaricia con su mano que retiro, tiene depositado un charco enorme de precum más arriba del ombligo que recojo con mi mano para llevarlo a mi boca y a la entrada de su culito y haga de lubricante.

Poco a poco voy entrando y saliendo, suave, fuerte, profundo, mirando siempre su cara, buscando su parecer y sus ojos, antes felinos, se contraen al igual que su verga que empieza, temblorosa, a descargar como jamás haya visto, los trallazos le llegan hasta la cara y tiene que ocultarme los ojos, ahora agarro su verga para exprimirla, es tan placentero tenerla en la mano que olvido que estoy todo dentro de él.

Sus últimas contracciones casi me han hecho correr y solo me muevo un poquito para empezar a descargarme en su culo. Retira con su mano el esperma, que le cuelga de sus párpados, y me mira  como si fuera maravilla lo que voy depositando en su interior hasta hoy virgen, le he desvirgado su culo.

Descanso para recuperar el resuello, y me agacho para recoger las perlas que penden, colgando de sus vellos para llevarlas a mi boca y alargar la mano luego y que pruebe de su esencia, y me mira, con un poquitín de asco en su mirada, pero le insisto, lo prueba, le gusta y caigo sobre él para abrazarle y quererle.

-Álvaro, esto ha sido genial, gracias, gracias mil, nunca había sentido este placer tan extremo, y eres tan delicado, tan atento y exquisito, me tienes enamorado.    –río gozoso al oírlo, me gusta que la gente lo pase bien conmigo, darle placer a quien quiero, y haber conseguido su gozo para mi es ya la gloría, añadida a la que he tenido y me pone el corazón henchido, del banquete de sentimientos que me he dado.

Ahora a la ducha, se hace tarde, tenemos que ducharnos y recogerlo todo para dejar la maleta preparada, ponerme la única ropa limpia que me queda y jugar un rato, sí, porque Nain no para de tocarme, hacerme bromas, parece un chico cambiado.

-Voy a mi habitación, a cambiarme de ropa y dejarlo todo recogido mientras tu terminas lo tuyo, vamos a dar una vuelta por la ciudad y luego a comer un poco antes de emprender el viaje de vuelta.   -me besa suave, creo que le duele el labio y se va casi saltando.

El aeroplano surca el espacio a velocidad de vértigo en el viaje de vuelta, Nain esta tumbado a mi lado, respirando acompasado con la sonrisa en sus labios, se ha aplicado la mágica poción que dice le cura rápido los labios.

El paseo por la ciudad fue una repetición de olores, de gente andando rápido para no perderse un ripio de la fiesta, y la comida muy frugal, como a mí me gusta y creo que en esta ocasión, Nain no comió para no perderse el detalle de observarme, truncándose los papeles de ser yo siempre el que mira.

Le veo mirarme, observarme en detalle y sonreírse para él mismo. Cuando salimos a la calle y de vuelta al hotel pasa su mano por mi cintura posesivo y me causa desazón, no quiero que dentro de unos días lo pase mal, deseo que cuando desaparezca me borre de su cabeza.

Hay varios vehículos esperando cuando abandonamos el hotel, deben haber conseguido alguna autorización especial ya que, los mismos, nos llevan a pie de escalinata del aeroplano.

Mientras le observo respirando placido en su sueño, me despido de Calgary. Desconocía que tres años más tarde volvería a visitarla, en Julio de 2006, Gonzalo y yo, volveríamos a vivir el rodeo y los desfiles. Sería un año sin acontecimientos reseñables y no se relatará en la historia. Para entonces estarán restañadas, o aliviadas, las heridas que dejaron el atentado a las torres del World Trade Center el 11 de septiembre de 2001, hace dos años.

 

Cuando llegamos al aeropuerto de Halifax nos esperan varios coches a pie de pista, al ir a abordar los coches algunos se despiden con un gesto de cabeza, Nain me empuja suavemente para que acceda a uno de ellos, se acerca a su padre y luego vuelve después de hablar con él, partimos solos directos a la Residencia.

 

Durante el viaje Nain toma mi mano.

 

-Mi padre quiere que mañana esté con él, a la salida de clase vendré para estar con vosotros y ver qué actividad nos han preparado en la Escuela.

Al llegar quiere besarme y se lo impido, me da miedo que su labio vuelva a sangrar, le beso en la comisura de la boca.

-Siento una pena tremenda por dejarte aquí Álvaro, tenemos que hablar mañana.

Gonzalo está en la habitación, estudiando o revisando papeles y no levanta su vista cuando penetro en ella.

-Hola…, Gonzalo, ¿habéis despedido ya a las amigas de Verena?

Sigue a lo suyo y parece no hacerme caso, contesta con una respuesta que no espero.

-Ayer llamó tu tío, preguntó por ti.  –sigue centrado en lo que tiene encima del pupitre.

-¿Era para algo importante?, ¿qué le dijiste?

-No…, no, para saber cómo estamos y si necesitábamos algo, que te diga que la tía está muy bien y cosas así, recuerdos de María y…, le dije que estabas por aquí, dando una vuelta.    –todo esto sin mirarme.

-¿Por qué no le dijiste la verdad de donde estaba?   -estaba empezando a ponerme furioso su actitud. 

-Gonzalo, no tenías que mentir por mí, joder, no estoy haciendo algo malo, no me gustan las mentiras.  –le he hablado con rabia, con ira contenida.

Ahora levanta la vista para mirarme y puedo ver el fundido chocolate de sus ojos, la sorpresa en su mirada de perro apaleado por su dueño, estoy arrepentido al instante de haberle hablado así, el enfado me ha ganado y me siento miserable y ahora me enfado conmigo mismo por dejarme llevar, por haber caído tan bajo.

-Perdona…, perdóname Gonzalo, no he debido hablarte así, si tú no tienes la culpa.  –pero joder, no debía haber mentido, parece que me estaba encubriendo un delito y, para no volver a hablar del tema salgo de la habitación, igual con un paseo por el jardín logro organizar mis pensamientos.

Cuando vuelvo a la habitación Gonzalo continua trabajando sentado en el pupitre, cumpliendo nuestro acuerdo voy a tomar mi ducha, luego me pongo mi pantalón de pijama y me meto en la cama, Gonzalo hace uso del baño y luego se acuesta, todo en silencio, ya con la luz apagada.

-¿Gonzalo?

-Dime Álvaro.   –su voz suena quejumbrosa, húmeda, aguada.

-Quiero volver a pedirte perdón por lo de antes, me dejé llevar por los nervios, realmente tú no tienes la culpa de nada, si hubiera estado aquí no hubiera surgido el problema.   –le hablo muy suave, le oigo llorar y me levanto, voy hasta su cama y me siento en un borde.

-Por favor Gonzalo, no llores, por favor.   –me rompe el alma, parece que se ahoga y yo sin poder hacer nada, allí sentado sin poder tocarle.

-Es que tienes razón Álvaro, no debí mentir.   –me ha sido imposible oír todo lo que dice, la congoja no le permite articular bien las palabras y continuó a su lado acompañándolo y sintiendo que yo he sido el causante y provocado ese estado. Al cabo de un rato parece tranquilizarse y voy a ponerme en pie para volver a mi cama.

-Álvaro, puedes dormir conmigo, por favor puedes quedarte aquí a mi lado.

-No, no…, no debo Gonzalo, te prometí que no te iba a volver a tocar, no me pidas eso.   –los sollozos vuelven a sacudir su espalda y simplemente me dejo deslizar para tumbarme a su lado, se retira un poco para que me acomode y cubre mi cuerpo con la ropa, se pega a mí y pasa su brazo por mi pecho colocándolo encima, abrazándome.

Se mantiene pegado durante un tiempo y los cuerpos en contacto van entrando en calor, yo me había quedado frío por tanto tiempo sentado en la cama, su aliento llega a mi hombro sin ropa y logra que me estremezca.

-¿Álvaro, vamos a ser amigos, amigos de verdad, o mejor, como dos primos o hermanos?   -ahora es por mi rostro por el que bajan, mudas, en silencio, la amargura de las lágrimas.

Así será, si tú lo quieres. Te querré como quieras que te quiera. Y te protegeré y ya, sin que tu lo sepas, te amare, porque no podré dejar de amarte, y al no poder dejarte, ni apartarte, ni enterrarte, amordazaré mi amor para que no grite el dolor, de no poder olvidarte, tenía que ser así.

-Sí, Gonzalo, como hermanos.

-Gracias Álvaro, quiero que compartamos el baño, y todo, por favor.

-No te preocupes Gonzalo, así será, tranquilo.

Me abraza más fuerte y posa sus labios en mi brazo, poco a poco noto que su respiración cambia, y se vuelve suave llegando en algunos momentos a desaparecer, como si hubiera muerto, reposa tranquilo sin dejar de abrazar mi pecho, como un niño pequeñito, tan puro, tan inocente y tan hombre también.

Gonzalo, necesita tanto cariño y amor y hemos pasado un año evitándonos, haciéndonos tanto daño. Tanto dolor que ha sufrido y lo único que quiere es lo que no ha tenido, quizá eso es lo que él desea, un hermano que lo quiera, mi cabeza sigue aún divagando cuando las horas pasan lentas y ha retirado su brazo y se vuelve de costado, y pasa el tiempo y cambia la posición y veo su cara relajada, feliz, sonriente y sale de mi pecho una promesa: No te preocupes Gonzalo, si no puede ser de otra forma y me quieres como hermano, lo seré, e intentaré estar siempre a tu lado para ayudarte y quererte, hasta que dejes de necesitarme, se que va a ser muy difícil y sufriré trompicones y que a veces no estaré a la altura pero lo voy a intentar, lo prometo y la oscuridad me envuelve.

Cuando despierto miro al lado, Gonzalo sigue durmiendo, sonríe como un bendito.

-Vamos Gonzalo. -le sacudo por el hombro y abre los ojos asustado pero el chocolate hierve alegre.

-Venga tenemos que bajar a desayunar perezoso.  –salto rápido de la cama y me sonríe encantado.

-Me meto ya en el baño y voy adelantando.  –le hablo avanzando hacia la puerta.  

Y aunque me bañé anoche, para que vea que se hace realidad su deseo, que vamos a compartir y que ya todo ha cambiado voy de nuevo a desgastar mi piel. Él viene detrás de mí, viene retirando su ropa, lanzándola sobre la cama y quedándose desnudo y yo hago lo mismo.

La lluvia de la ducha moja nuestros cuerpos y no quiero ni mirarle y me ducho sin jabón ni champú para que sea más rápida, y salgo, y lavo mi boca, y entonces sale él a ocupar el otro lavabo.

Durante el desayuno me cuenta todo el detalle, de lo que les pasó el sábado con Verena y sus amigas, los sitios que visitaron, que eran unas chicas guapas y muy simpáticas que estuvieron hasta tarde, que bailaron, que Verena pagó todo porque eran sus invitados, que llegó tarde a la Residencia y que el domingo le buscaron y que, y que, y que, no había quien le parara.

-Cuéntame tu  Álvaro, cuéntame cómo lo habéis pasado en Calgary. 

Y se le voy detallando, omitiendo lo que no debe de saber, pero lo quiere conocer todo, y cómo era el avión, y cuanta gente fue a La Estampida, y como era el padre de Nain, y en el rodeo que había y vamos al encuentro de la clase y no paro de explicar, de contarle, los detalles, los desfiles…

-Caray Gonzalo debías de haber ido si tanto te interesaba, si parece que te gusta todo, te lo hubieras pasado de aúpa.

Tenemos que entrar en clase y la charla se interrumpe.

-Luego me sigues contando.  -y sonríe divertido.

Hemos hablado en una hora mucho más que en todo un año y, si para verte así, feliz, tengo que renunciar a mi vida, lo haré, lo que pueda.

Ese día las clases fueron alegres, tenía al lado a Gonzalo contento y dicharachero entre clases, y en la que se impartió en el jardín, imitó a Nain, colocando su costado contra el mío para sostenernos ambos, para sentirnos más fuertes, Verena nos miraba encantada, y cuando acabó la clase jugamos los tres tumbados, imaginando las figuras que nos formaban las nubes, viendo imágenes distintas cuando eran tan iguales.

Era 28 de Julio y Verena partiría el 31 jueves así es que, cuando Julie nos dijo que el viernes iban a celebrar la fiesta de fin de curso, le pedimos que fuera el miércoles, para que Verena pudiera acudir, además había algunos estudiantes, sobre todo los mayores, que el viernes dejarían de acudir por motivo de sus vuelos.

Así quedamos, el miércoles treinta el examen final y la fiesta de fin de curso. Julie nos leyó el programa, cenaríamos ligero en un restaurante del centro, no en plan serio, de picar algo en la barra y luego sala de fiestas, iban a acudir algunos de los profesores, los jóvenes y Julie.

Y nos fuimos a comer a la Residencia, Verena nos acompañó hasta que llegó Nain, hoy había como actividad visitar la ciudad y casi toda la clase partía para explorarla.

Fuimos a pie, dicen que las ciudades se paladean mejor dando un paseo, Halifax no iba a ser distinta. Contemplamos el entorno desde el National Historic Site, nos divertimos en el Maritime Museum of the Atlantic, vimos edificios singulares, nos envolvió la riqueza histórico-marítima de la ciudad y para acabar el día y aunque ya habíamos estado, entramos en un bar de los muchos que hay para escuchar música en vivo.

La tarde había transcurrido maravillosa, alternando compañías y disfrutando unos de otros, cuando volvimos a la Residencia Nain dijo que tenía que mostrarme algo y que debíamos ir a su hotel, para aprovechar el taxi llevamos a Verena hasta el suyo y de allí, andando, llegamos al de Nain, en el camino le pregunté por el motivo de que deba acompañarle.

-¿Qué es eso tan importante que me tienes que enseñar?

Pasa su brazo por mi cintura y la aprieta con dulzura, transmitiéndome su calor y produciéndome un escalofrío a la vez.

-Quería tenerte un rato para mí solo Álvaro, para poderte besar y abrazar.   –hemos llegado a su habitación y sin detenernos me lleva hasta el dormitorio, abrazándome y besando todo mi rostro. Tengo miedo por su labio se le ve muy delicado aún.

-Nain…, Nain, para ya, te vas volver a abrir el labio.   –luce una postilla en él, que raspa un poquito y se le va a desprender.

-Mira que ayer comía cerezas y hoy voy a tener que comer un hojaldre.   –lee digo en broma besando su cara.

-No puedo vivir sin ti Álvaro, quiero tenerte, poseerte y quererte, te adoro, no sé que me ha pasado en tan poco tiempo.

-Ya lo hemos hablado Nain, no quiero que me ames, además es imposible, quedamos en que tú tienes tus obligaciones y yo tengo las mías, ¿recuerdas? Lo de este fin de semana fue una locura, bonita pero locura y tiene que acabarse.

-Lo sé Álvaro, lo sé y lucho contra mis sentimientos, pero ya ves como me tienes, al menos déjame que te tenga estos días que faltan, un rato por favor, se mío.   –la verdad, se le ve un bulto impresionante que no deja de excitarme, que me produce revoloteo de mariposas en el estómago y que me empieza a angustiar de deseo.

Me abraza apasionado besando mi cara, tocando mi cuerpo como si le fuera la vida en ello, excesiva pasión que me obnubila y me impide negarme a sus deseos, estoy turbado y no puedo pensar, me dejo llevar por mis sentimientos y logro mi perdición. No puedo evitar abrazarle porque el deseo y la lujuria son más fuertes que mi razonamiento.

Le adoro y permito que me adore, después de sus caricias, de sus besos, de sus abrazos no puedo negarme cuando me pide implorando.

-Álvaro…, por favor, deja que te ame, te necesito, quiero estar dentro de ti penetrarte y que tú me lo hagas a mí.

Cuando comenzó a retirar mi ropa no lo evité, le ayudé, fui actor voluntario, porque deseaba fundir mi cuerpo en el suyo, ser uno y que la unión de nuestra piel me permitiera cumplir ese sueño. En nuestra lucha y desvarío caímos sobre la cama, quiero creer que fue él quien me situó en el altar, pude ser yo que, extraviado, y sin saber de mis actos, le hice yacer en el lecho.

Muerde mis pectorales, mi abdomen con ansia y glotonería, sus manos no deja de moverse buscando en mi cuerpo recovecos ocultos, que ya conoce y en su locura le parecen nuevos.

Intento tomar la iniciativa y participar del festín y no me lo permite, aparta mis manos cuando locas cual mariposas que no deciden en que rosa posarse, pasan rozando, etéreas, su pulcra y tersa piel.

-Déjame Álvaro, si tengo que renunciar a ti, déjame que te guarde en mi recuerdo, tengo que tocarte y así quedarme contigo.    –sus manos de finos dedos se deslizan por mi cara, por mi pecho, por mis brazos, todo yo lo va guardando en su recuerdo.

Pobre, su boca de guinda que ahora chupa de mi verga, aprieta fuerte el capullo y su lengua hace círculos en los pliegues del frenillo, el placer me desenfrena, es tanta la intensidad que mi vientre parpadea, se comba, tiembla.

Es terrible el placer que experimento, con el toque de su lengua, en un lugar tan sensible y él nota que lo hace bien por mis grititos y arrullos y aumenta la intensidad de los toques. Creo que voy a correrme, tanto es el gusto que siento y abandona su labor para mirarme sonriendo.

-Ponte bien Álvaro que te voy a hacerte como me hiciste tu ayer.   –y con sus manos me guía para que le ofrezca el culo, me posiciono como él quieres y lo primero que hace es, abrirlo con sus manos, pasar lo que noto su barba, suavemente y después posar sus cálidos labios que son rojas cerezas de mayo.

Una dulzura exquisita me recorre todo el cuerpo, cuando logra penetrar la barrera con su lengua, la siento empujando y lamiendo alrededor de mi ano, y me provoca temblores de excitación y de ganas, ganas de que me penetre, de que me entre todo dentro, de sentirlo muy profundo y de acariciarle luego.

-Ya…, ya…, ya vale Nain, métemela, fóllame.   –no necesita preguntar cómo, aprovechando su descuido, me tumbo mirando al techo, y ahora a él, que se me acerca, para besarme en la frente, en los ojos, en los labios, en el cuello.

-Tómame Nain, no esperes más.

Noto en mi abdomen su verga, larga, dura, babeante, maravillosa y divina, el ámbar de su mirada me pide la aprobación y le sonrío en respuesta, abro al máximo mis piernas para cederle el terreno. Su mano sujeta la dura verga, y la apunta, y hace fuerza, y causa dolor. Lleva saliva a la entrada, con la mano la acaricia y hunde un dedo, y otro dedo, y el tercero, y juega con ellos para adentro, para fuera, como si ejecutara un baile, sigue el ritmo en su mano y en sus dedos.

Prueba de nuevo, y enrojece del esfuerzo, y por fin, me traspasa la barrera, ha vencido, toma la plaza. No mete toda la verga de momento, sabe que puede dañar y comienza lento a entrar y salir, a mirarme con ternura y lleno de sentimiento, para darme lo mejor. Suda Nain del esfuerzo, no es fácil para mí el aguantarla, tampoco para el moverla pero nos da tal placer a los dos, que se esfuerza y le ayudo relajando mis esfínteres para darle más entrada.

-¿Cómo vas Álvaro?, yo estoy ya que no aguanto.   –me pregunta sin aliento, sudando a mares, con temblores en los brazos que sostienen todo el peso.

-Nain córrete cuando tú quieras, yo ya estoy en la gloria.

A la vez que mi vientre se contrae y entre espasmos surge el géiser, lanzando los chorros blancos en mi pecho y en mi vientre, Nain se hinca profundo, ¡como duele!, y se pasa el dolor que ahora se para en el fondo de mi vientre, y se agarrota y se afianza a mis piernas mientras va depositando el contenido de sus huevos cálido y abundante. Es maravilloso sentir, en mi culo, el discurrir de su esperma por el tubo prodigioso. Tiene los ojos cerrados pero sonríe gozoso, sabe que ha cumplido su propósito, darme y darse placer.

-Ven, pósate encima de mi Nain y descansa.   –cuando une nuestros cuerpos lo abrazo fuerte y lo beso para recompensarle por su fuerza y su deseo de hacerme feliz.

-Me has hecho muy feliz y me has dado mucho placer Nain.   -y Nain me mira contento.

Le cuesta salir a su verga, es un macho muy dotado y con mucha fuerza y la noto como juega todavía en mis entrañas cuando él se mueve por algo y la sigo disfrutando y me siento lleno, pleno, satisfecho.

-Nain, por favor, vamos a tomar una ducha, tengo que volver a la Residencia.

Y no hay juegos, se hace tarde y ya tengo que marcharme.

-Mañana tengo que acompañar a mi familia que se van, no iré a la Escuela y a la tarde iré por allí, como hoy.  -me comenta mientras se coloca la ropa.

-Te acompaño hasta la Residencia.   –no deseo que me acompañe, prefiero llegar yo solo.

-¡No!,  por favor, cogeré un taxi y en cuatro minutos estoy allí, quédate.

El taxi me deja en la puerta de la Residencia, es tarde y voy directamente a la habitación, Gonzalo está en su cama durmiendo, procuro no hacer ruido para no despertarlo. Su voz somnolienta me dice que no está dormido.

-Has venido tarde Álvaro, ¿qué quería Nain?

No le contesto y me meto en mi cama y me coloco de costado, acto seguido noto que Gonzalo está en el borde de la cama, retira la ropa y se tumba a mi lado volviendo a cubrir los cuerpos, se pega fuerte a mi espalda y me abraza la cintura.

-¿Qué quería Nain?   -Vuelve a preguntar-.

-Hablar, quería charlar un rato.   -abre la boca y bosteza.

-Mañana me contarás, hasta mañana.

-Hasta mañana Gonzalo.

Hoy es Gonzalo el que despierta primero y me zarandea del hombro.

-Álvaro, es la hora, venga, vamos levanta.

Abro los ojos para encontrármelo sonriente, enseñándome sus dientes nacarinos, uno de ellos ligeramente mellado por algún golpe fortuito, retira la ropa de cama y a mi pesar tengo que levantarme para caer sentado de nuevo.

-Buenos días Álvaro, hoy te has quedado dormido y soñabas en tu sueño.

-¿Yo?…, ¿soñaba?

-Sí, soñabas, pero no se entendía, vamos a la ducha.

Según va andando quita su ropa de él, y cuando llego ya está bajo el chorro de la ducha, me entretengo en el lavabo, lavándome la boca y haciendo tiempo para que salga del plato.

En el comedor le hablo de lo que pienso que debemos hacer y contrastamos opiniones.

-Prácticamente hoy es el ultimo día que Verena está con nosotros, he pensado que yo puedo invitar a Nain y tu a Verena y llevarles a cenar esta noche, mi tío no nos informó del crédito que teníamos en la tarjeta que nos entregó a cada uno, si no llega con mi crédito podemos utilizar el tuyo, ¿tú qué opinas?    -me mira fijo y sé lo que está pensando.

-Tienes razón porque mañana con la fiesta de fin de curso, se le acabaron los días, se lo diremos luego, conforme, me gusta que nos lleves a cenar.    –le miro sorprendido por su razonamiento, ¡qué yo los llevo a cenar!

-Que tú también tendrás que pagar.   –le digo en tono de broma.

-Es igual, la idea ha sido tuya.   –Gonzalo ríe contento, nuestro trato esta cambiándolo, ahora es abierto y alegre, está pasando por una metamorfosis asombrosa.

Cuando estamos con Verena, comentamos el proyecto y que Gonzalo quiere invitarla, devolverle su atención del fin de semana.

Siendo sincero y viendo la mirada que ha dirigido a Gonzalo, no cabe mucha duda de que la preciosa rubita esta colada por él. Tienen pocas posibilidades, su tiempo en Canadá se agota y después hay mucha distancia entre España y Suiza. Pero el amor no se fija en estas cosas menores.

Transcurren las clases ahora monótonas, los alumnos van perdiendo interés, estamos todos más ocupados en el examen de mañana, en la fiesta posterior y en la preparación de la vuelta a nuestros países de origen.

Hemos elegido un restaurante que no resulta muy caro, lo real es que el miedo que tenía sobre el pago se resuelve enseguida, tienen menús de cuarenta dólares, estupendos, y ni siquiera tengo que utilizar la tarjeta de crédito.

Pasamos un rato en un café oyendo música en vivo. Descubrimos que Verena sabe tocar y muy bien el piano, solicitan voluntarios entre el público para participar con los músicos en el pequeño escenario, y atrevida se brinda a subir y consigue un fuerte aplauso.

Lo más bonito que tiene Verena, no es el físico, que sí es bella, rubia con pelo ondulado no muy largo, cara redondita de porcelana y nariz chatita adornada con unas pequitas sueltas que lo otorgan un aire pícaro, delgadita, piernas largas y viste siempre descuidada, o aparenta un descuido que seduce la mirada.

Lo más bonito de todo son unos enormes ojazos, azul zafiro muy claro. No es lo físico lo mejor, como decía, es su carácter alegre, extrovertido, y derrochadora de simpatía a raudales.

Se inclina en agradecimiento a los aplausos que recibe y ríe con el resto de los músicos, aparta el pelo de su cara y hay algo que he olvidado, tiene unas orejas preciosas, muy pegadas y las adornan unos pequeños pendientes, con un diamante incrustado, que ahora brilla en rutilantes destellos por las luces que tienen muy fuertes, iluminando el escenario.

A la salida tenemos que retirarnos, Nain y ella cogen un taxi, a Nain le va de paso y la dejará segura en su hotel, Gonzalo y yo otro para ir a la Residencia, Nain me mira en silencio, con un ruego en la mirada que no le puedo atender.

Gonzalo vuelve a repetir lo de dormir en mi cama, yo preferiría que lo hiciera en la suya, me produce desazón su calor y sus abrazos, no me atrevo a volver a repetirle que es mejor que cada uno duerma en su cama, quedan pocos días para compartir habitación.

La mañana del miércoles se dedica a los exámenes. Transcurren lentos, por el esfuerzo que supone, pero no tememos que haya problemas en obtener una buena nota, después de los exámenes que hemos tenido los viernes.

Es la tarde, estamos de fiesta, salvo algunos alumnos. Julie nos dirige en la cena, que transcurre distendida y luego tenemos el baile, en una sala de fiestas para jóvenes menores, algunos de los mayores nos abandonan después de cenar, Julie como responsable se queda con nosotros hasta volver a la Residencia. En un aparte, cuando todos bailan como locos, Nain me lleva a un rincón algo oscuro para abrazarme y pedirme que vaya luego a su hotel, ya tiene el labio curado y aprovecha para robarme un cálido beso, pero no cedo.

-Por favor, por favor, Álvaro, ven un ratito a mi hotel, no pediré que te quedes pero un rato, por favor.

-No puedo Nain, no puedo, tengo que estar con Gonzalo.   –y le he puesto de disculpa cuando no es cierto, ya no sé cómo decirle que debemos olvidarnos.

-¿No nos veremos más?    -hay una tristeza tan grande en su voz, un dolor tan reprimido.

-El sábado Nain, el sábado podremos estar, iré a tu hotel, lo prometo, ahora vamos con los demás que nos están esperando.

 

La despedida a Verena es triste, hemos ido a despedirla a su hotel y tomamos un refresco, nos abrazamos y llora sobre el pecho de Gonzalo y le besa y le abraza. Amistades que se hacen en los meses de verano y ésta parece ser fuerte. Luego vienen a por ella y se la llevan.

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