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La bodega del amor

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No llevaba ni una semana trabajando en una papelería y ya había compañeros que querían algo conmigo. Con 19 años y algunos kilitos de más no dejaba de arreglarme sexy, para gustarle a los hombres. Siempre me han gustado mayores pero cuando había oportunidad me entregaba a cuanto jovencito podía.

Trabajábamos muchas dependientas en lugar. Yo me encargaba de surtir las listas escolares y en ocasiones cuando se terminaba algún material había que acudir a la bodega. Supongo que le caía mal a la jefa de la papelería pues seguido me enviaba a la bodega a acomodar cosas. Eso era un trabajo para hombres pero bueno, yo lo hacía porque me lo ordenaban.

En alguna ocasión yo entré a la bodega y me dirigí al área de libretas, estaba más o menos al fondo. La bodega era inmensa y se sentía mucho calor. Llevaba un vestido de vuelo que me hacía lucir las piernas. El delantal que nos daban le quitaba elegancia a mi vestuario pero tenía que aguantar.

Tenía que bajar paquetes y paquetes de libretas y como era hasta el fondo ningún caballero se dignó a ayudarme. Si acaso pasaban por allí para hacerme un poco de plática y para mirarme las piernas. Yo por supuesto trataba de provocarlos pues siempre me ha gustado coquetear. Había dos tipos que me gustaban aunque creo que me gustaban todos. Uno era flaco y alto y muy callado y otro era lo contrario, bajo de estatura pero muy alegre. Yo sabía que ambos me tenían ganas y en ocasiones trataba de cruzarme en su camino.

Un día era la hora de los alimentos y la jefa y varias dependientas se iban a comer. Nos quedamos en bodega ambos chicos y yo. Casi no había gente en ese momento y lo peor de la temporada escolar había pasado. Como varios compañeros preveíamos nuestro despido decidimos hacer nuestra labor lo mejor posible y esperar a que nos dijeran que el trabajo se había terminado. Pero yo no iba a marcharme de allí sin algo a cambio, así que esa tarde de sábado decidí irme a fondo. A media luz, seguí bajando paquetes y en ese instante pasó Pablo, el chavo flaco y yo fingí que me caía. Rápidamente corrió hacia mí y me preguntó si me había hecho daño. Le respondí que no y le pedí que me auxiliara. Me tomó de las manos y yo hice un esfuerzo por irme hacia atrás a manera que me tomara de la cintura. Lo hizo y sentí sus brazos fuertes a pesar de su flacura.

Le di las gracias y me repegué a él para que sintiera mis tetas y mi pierna casi la meti entre sus piernas. De inmediato él se puso duro de su palo y era un buen palo según lo sentí. Yo apenas le llegaba al hombro pero no lo pensé más y le acaricié su bulto. Él se emocionó y aunque no supo qué decir me tomó de la cintura y me besó el cuello, luego los labios, estaba excitado.

Froté su pene y le pregunté si podía bajarle la cremallera de su pantalón y accedió. Me puse en cuclillas y saqué su verga. Era larga y delgada y me ocupé de que se pusiera muy dura. Me levanté y me quité el calzón y el delantal y le pedí que se acostara en unos cartones que estaban allí. Le dí la espalda y me senté en su pene y sentí delicioso. Alguien me dijo que las gorditas sentíamos más placer y éramos más calientes, no lo sé, yo he sido caliente desde que comencé a pensar en sexo.

Sentada sobre Pablo comencé a menearme y luego me salí y volví a sentarme en él sólo que de frente. Él estaba extasiado de placer pues mi vagina succionaba su pene de manera voraz. Luego me puse en posición de perrito y él me cogió con muchas ganas, arremetiendo fuerte. Le pedí que cuando se viniera lo hiciera en mi boca y así ocurrió. Derramó muchísimo semen en mi boca y lo disfruté hasta la última gota. No habían pasado ni 30 segundos cuando apareció Emilio, el otro chico que me gustaba. Se sorprendió y pretendió alejarse, pero yo le pedí a Pablo que lo llamara. Se acercó y le mostré mis senos para atraerlo hacia mí. Por supuesto que se rindió ante lo que veía frente a sí.

Ante la mirada de Pablo, le pedí a Emilio que me penetrara de pie y lo hizo. Tenía una rica verga y me hizo el amor muy bien, pues ya era un chico de más experiencia. Sorprendidos, les pedí que me penetraran los dos. Ambos se preguntaron cómo y decidí que Emilio me cogería por el culo, así que le pedí que se acostara y me senté lentamente sobre su pito, gocé mucho que me clavara con su verga y posteriormente me recosté en su pecho dándole la espalda y entonces casi suplicando le pedí a Pablo que introdujera su delicioso pito en mi coño. Lo hizo y entonces ambos me traspasaron con sus vergas duras hasta que casi me hacen gritar de placer. Allí, en la oscuridad de la bodega ambos lograron que tuviera un delicioso orgasmo. Pablo se salió y me derramó su semen en boca y pechos y Emilio eyaculó en mi culo. Fue un momento delicioso, de mucho placer.

Tal y como lo pensé, el gusto no duró mucho, pues a los pocos días, los dueños me entregaron mi liquidación pues sólo había sido contratada por la temporada escolar. Sin embargo, la experiencia lograda dentro de la bodega de esa papelería no me la podía robar nadie. De alli, fui a trabajar a una tienda de conveniencia en donde, no tienen que adivinar, también hice de las mías y logré coger muy rico en su bodega.

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