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Mis primos

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Recuerdo que viajé con mi hermana Karen a Totutla, con unos tíos que producían café. Ese era su modo de vida. Mi tío Esteban era un buen hombre, muy trabajador. Su hija mayor, Elsa se había fugado con su novio y terminó embarazada y el tipo la regresó, sin hacerse cargo del niño. Mis primos Esteban y Juan era unos jóvenes muy trabajadores cuya mayor diversión era tener dinero para irse a poner una buena borrachera el fin de semana. No tenían otra aspiración.

Cuando llegamos a casa de mis tíos, como era lunes mi tío y mis primos ya se habían marchado a realizar las faenas del campo. Mi tío es dueño de varias hectáreas y es agricultor. Siembra café y en aquellos tiempos le iba muy bien. Mi tía Elsa nos recibió con mucho cariño y nos destinó el cuarto donde dormía mi prima con su bebé. Ese día fue de mucho trajín pues nos prepararon un delicioso mole con pollo y arroz rojo. Mi hermana y yo estábamos encantadas y pensamos que nos pasaríamos un mes muy divertido.

Sin embargo, la instrucción era otra, pues mi hermana se encargaría de ayudar a mi tía en la compra y preparación de la comida y yo iría a cortar café. Mi tío me recomendó que utilizara unos tennis y un pantalón de mezclilla. Como es una zona en donde el calor y el frío pueden ser extremos, me pidió que llevara una blusa cómoda y yo decidí ponerme una blusa strapless. Mis primos siempre andaban de buen ánimo y lanzaban muchos chistes. Ambos son altos y muy morenos. En ese entonces Esteban tenía 27 años y Juan 22, eran buenos chicos.

Mi tío regularmente comenzaba la faena y luego tomaba su caballo para acompañar al ganado, tenía un torete y varias vacas. Mis primos recogían la leche -muy temprano- y mi tío subía entonces los peroles con leche para irla a vender. Así pasaba toda la mañana.

Ese día había mucho sol y yo me puse una mascada para cubrirme de sus intensos rayos. Tenía mucho calor y me dediqué a cortar café, así le dicen. Mis primos andaban por otra zona del lugar y más tarde nos encontramos. ¡Ayúdame prima! me dijo Juan para que le auxiliara con un canasto que se le estaba cayendo. Le acompañé a un pequeño galpón en donde mi tío guardaba sus herramientas. Allí había algunos sacos con maíz y sorgo y también pastura, pues en ocasiones no llovía o no crecía el pasto y había que dar de comer a las vacas.

¿Te gusta estar aquí? me preguntó mi primo y yo le respondí que sí. En realidad el lugar era hermoso y a mí siempre me gustó la libertad, sobre todo para hacer lo que más me gustaba. Como aún muy temprano, Esteban llegó y me preguntó si tenía sed. Habíamos desayunado en casa y en ese momento sólo quería tomar agua o lo que fuera. Mi primo mayor se ofreció a traer bebidas y tomó una bicicleta y se marchó. Mientras llegaba yo platiqué con Juan.

Así se nos fue el tiempo hasta que Esteban regresó. Traía un morral y allí sacó tres cervezas grandes (caguamas) y una botellita de 250 ml. de Don Pedro: ¡Sé que te gusta el Don Pedro, primita! exclamó y le agradecí el gesto. Yo me tomé muy rápido la cerveza y me dí cuenta que me embriagué porque dije una que otra incoherencia. Mis primos aprovecharon para hacerme preguntas relacionadas al sexo. ¿Ya has tenido sexo? me preguntó Esteban.

- Sí, ya he tenido sexo, realmente es raro que una chica de mi edad no lo tenga ¿no creen?

Ambos se miraron sorprendidos, pero siguieron haciendo preguntas. Yo también aproveché para hacerles preguntas íntimas y me contestaron con pena, pero supongo que me decían la verdad. El ambiente fue subiendo de tono hasta que Esteban me destapó la botellita de Don Pedro: ¡Anda prima, sigue en ambiente y cuéntanos! Pude notar que estaban excitados pues Juan se cuando en cuando se acomodaba su pene, trataba de hacerlo discretamente pero el deseo lo vencía.

Esteban se acercó y me pidió que le diera un gran trago a la botellita y yo lo hice. El ambiente subió de temperatura y tono y ambos se lanzaron con toda confianza a preguntarme si alguna vez lo había hecho en el campo.

- Lo he hecho en la calle, pero no en un lugar como este, les dije.

Como estábamos dentro del galpón, voltée hacia donde estaba el tractor de mi tío. Ya estaba mareada y le pedí a Esteban que me ayudara a subir: ¡Ya estoy peda, ayúdame para que me pueda sentar! le dije y me ayudó a subir. Puso sus manos en mis caderas para impulsarme al asiento del tractor y yo pensé que se me queria ir encima. Mi tío tardaría unas dos o tres horas en volver así que pensé que quizá cuando volviéramos a la faena ya entonces no me sentiría tan borracha. Yo reía y lanzaba bromas y perdía más la compostura.

Ellos se acercaron al tractor, uno de cada lado del vehículo y de repente Esteban se bajó el cierre del pantalón y lo dejó caer, quedando en calzoncillos. Yo reí sin parar y me burlé: ¡Ja, ja, ja, se te cayeron los pantalones! Juan hizo lo mismo y ambos, de repente, sacaron sus vergas. Ya estaban duras y comenzaron a frotarse. Subieron al tractor y me pidieron que se las chupara. Hay que entender el momento, siempre he sido caliente y con copas encima bastaba una pequeña mecha para encenderme. Froté sus pitos que estaban durísimos y comencé a mamarlos.

El ambiente era de mucho calor, mis primos estaban bien calientes y sólo deseaban cogerse a su prima, la zorra, que les mamaba muy rico sus vergas.

¡Prima, chúpamelo putita! me dijo Esteban que me acariciaba el cabello y que empujaba hasta el fondo de mi garganta su instrumento. Igual Juan que me obliga a voltear para que le lamiera su verga. Ambos estaban bien dotados y lo mejor es que estaban bien calientes.

No había ruido. Sólo se escuchaban los gemidos de ambos y mi ¡mmmm! cada que introducía sus vergas en mi boca.

Ambos me desnudaron y me ayudaron a recostarme en la pastura. Les seguí chupando sus vergas hasta que comenzaron a introducir sus dedos en mi vagina y culo. Yo estaba excitadísima. Sí, estaba ebria pero también estaba caliente ante tanta caricia y esas vergas duras.

Seguí chupándole sus miembros y de pronto sentí que comencé a escurrir. Mi vagina estaba lista para ser atacada por esos duros pitos. Fue Esteban el primero que me ensartó. Yo estaba abierta de piernas y él se dejó caer duramente en mi vagina, mientras seguía chupando el pito de Juan que ya me había arrojado líquido pre-seminal. Yo estaba frenética de placer al sentir ese rico miembro dentro de mí y Juan me besó en la boca. Nunca lo pensé pero lo besé con una pasión tremenda. Juan le pidió a su hermano la oportunidad de cogerme y éste lo permitió. Juan arremetió también con mucha fuerza. Cuando introdujo su pito grité de placer pues era grande y duro.

Así permanecimos un rato hasta que, obvio, llegó el momento más tremendo. Me senté en el pito de Juan y moví mi culo fuertemente. Esteban lamió mi culo y se untó saliva en la punta de su verga y me penetró por detrás. Fue un momento intenso. Dos pitos duros dentro de mí y yo gritaba como loca, realmente excitada al tener dos vergas. Hasta la borrachera se me quitó y les pedí que siguieran. ¡No se salgan, sigan, sigan! les rogué y ellos me obedecieron, estaban ebrios de placer.

Me cogieron ambos durante un rato. Cambiaron. Yo me senté en el pito de Juan, dejando que entrara en mi culo, me recosté de espaldas en su pecho y Esteban me clavó su pito en mi vagina. Fue un delicioso emparedado que me hicieron ambos, que disfrutaron mi boca, vagina y culo. Hasta que llegó el clímax. Yo gemí a más no poder y ambos sacaron sus vergas y apuntaron hacia mi boca. Me arrojaran su rico semen en mi boca y yo le disfruté. Los tres quedamos extasiados y eso era indicativo de que pasaría un mes delicioso.

Fue un mes espléndido. Me cogieron unas cinco o seis veces. Mi primo Juan manoseaba a mi hermanita hasta que la convenció y también se la cogió, aunque ellos estuvieron a punto de ser descubiertos. No ocurrió pero fue una experiencia emocionante. De allí no los volví a ver hasta años después, cuando se casó Juan. Sé que ambos son felices y sé que son mis primos pero eso sí, sus cogidas no me las quita nadie.

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