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Sexo con mi suegra

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Cuando comencé a salir con mi mujer, de novios, y me presentó a sus padres, su madre, es decir, mi suegra, no me llamó la atención en absoluto. Era una buena mujer, eso es cierto, buena madre, buena esposa, etc., pero físicamente pasaba bastante desapercibida. A mí siempre me han gustado las mujeres maduras, pero mi suegra, teniendo alrededor de los 50 años, no entraba en mis gustos. Era y es una mujer menuda, delgada, con poco pecho, no se, pienso que una mujer normal poco o nada exuberante.

La relación con mi mujer seguía su normalidad, estábamos muy enamorados, en la cama era maravillosa, seguía deseando a otras mujeres, pero decidí serle fiel, hasta que decidimos casarnos. Mi relación con mi suegra era, aunque educada y respetuosa, era distante. No hablábamos más allá del típico saludo o como esta el tiempo y cosas así. Hasta que ocurrió algo que lo cambio todo.

Recuerdo que llevábamos un año de casados, yo tenía 30 años, y mi suegra, si no me equivoco, 52. Fue en una de las visitas que hacíamos a su casa, era verano. En verano, mis suegros quitan la mesa camilla con el brasero, dejando el salón libre. Era una calurosa noche, estábamos todos sentados viendo la tele, en el sofá, estaban mis suegros, al lado, en un sillón, mi mujer y yo, sentado enfrente del sofá, en otro sillón. Mi suegra vestía un delgado pero decente vestido de verano.

Siempre ha sido muy cuidadosa con lo que muestra, pero aquella vez, no se por que, tenia las piernas entreabiertas, seguramente por descuido, cuando reparé en ello, observe que se le veía parte del interior de sus muslos, descubrí unos muslos apetecibles, delgados, blanquecinos.

No se por que, pero me quedé como hipnotizado viendo sus piernas, no se cuanto tiempo, solo recuerdo que cuando me di cuenta de lo que hacia, levante la mirada y me sentí descubierto, mi suegra se había dado cuenta, mire a los demás, estaban absortos en la televisión. Rojo de vergüenza, volví a mirar la televisión. Entonces pensé, pensé en lo sucedido, y reparé en que, aun habiéndome descubierto, mi suegra había seguido con las piernas entreabiertas, no las había cerrado.

No me lo podía creer. Cogí valor y mire a ver como tenía ahora las piernas, cerradas, pero, en ese instante, en que mi suegra vio como giraba la cabeza hacia ella, las abrió, y las abrió más que antes. Me quedé asombrado, mi suegra, tan recatada, tan decente, tan discreta, me estaba mostrando sus piernas. Entonces me quede mirando, con cuidado por si mi suegro o mi mujer se daban cuenta, pero confiado en que era mi suegra la que me lo mostraba, y ahora podía ver más, podía ver incluso la blancura de sus bragas. En ese instante, mi erección era increíble, descubrí que mi suegra me excitaba.

Ahí la tenia, mirando a la tele pero mostrándome el interior de sus muslos, con las piernas entreabiertas, cuando alguien le hablaba, las cerraba, pero las volvía a abrir, mirándome de vez en cuando para asegurarse que la observaba. No ocurrió mas aquella noche, pero al llegar a mi casa, tuve que masturbarme para quitarme aquella excitación, follándome también a mi mujer, pero sin quitarme de la cabeza a mi suegra.

Los días siguientes, me obsesione con mi suegra, con sus piernas, deseaba acercarme a ella, pero me daba miedo, no me atrevía, pensé que debía de ser ella la que siguiese dando pasos. Pero no llegaban esos pasos, hasta que pasó un mes.

Desde que conocí a mi mujer, mi suegra me cortaba el pelo regularmente, cada dos o tres meses, y tocaba ahora. Siempre estaba mi mujer, y aquel día no fue una excepción. En el cuarto de baño, frente al espejo, y sentado en una silla, mi suegra me estaba cortando el pelo junto a mi mujer que observaba como lo hacia mientras hablaba con ella. Yo estaba concentrado en los movimientos de mi suegra, preocupado en notar algo especial, pero no, con mi mujer allí la cosa era imposible. Pero la suerte a veces se alía con uno, y llamaron a la puerta, naturalmente fue mi mujer, y entonces, automáticamente, noté como mi suegra, sin dejar de cortarme el pelo, se apretaba a mi, notaba su cadera en mi hombro, su vientre, aquello me puso a mil, notaba como se pegaba por detrás, sintiendo su cuerpo en mi nuca, pero vino mi mujer y en seguida se separo un poco. Pero yo ya sabía que mi suegra había movido otra pieza. Ahora me tocaba a mí mover, y esta vez sí lo iba a hacer.

Fue unos días mas tarde, de nuevo en su casa, estábamos sentados en la terraza, tomando el fresco, mi suegra en la cocina, cuando decidí ir a por unas cervezas. Mi suegra estaba de pie, preparando la cena, cogí las cervezas del frigorífico, y en lugar de volver por el lado de la mesa por el que había entrado, decidí pasar por el otro lado, justo por el lado donde estaba ella, y me atreví, no me explico como lo hice, pero al pasar por su lado me pegue a ella y me las ingenia para, aun siendo mas alto que ella, rozar mi paquete contra su culo, al notarlo, se sobresalto, pero no dijo nada, yo me quedé, se lo apoye, apreté, haciendo que sintiera mi erección, sentí que pegaba su culo hacia mi, y con la mano que tenia libre, la agarré de la cintura y comencé a hacer el movimiento como si la estuviera follando, sentí como suspiraba, como gemía levemente, pero se rompió el encanto al llamarme mi mujer desde fuera, dije que ya iba y me metí en el baño para hacer que pasara mi erección. Esa noche mi suegra rehuyo mi mirada, se la notaba muy ruborizada. Pero ya sabía que podía follarmela.

Solo era cuestión de buscar la ocasión. Tenia que ser a una hora que estuviera sola. Y eso era algunos días, por la tarde, una vez a la semana, mi suegro iba al pueblo de sus padres, y mi cuñado, el hermano menor de mi suegra, por las tardes trabaja. Tenia que esperar, por lo tanto, uno de esos días que mi suegro se iba e ir por la tarde para intentarlo.

Y llegó el día. Era martes. Mi mujer se fue a trabajar a las cinco y yo me dirigí a su casa. Iba nervioso, no sabía que excusa poner, aunque ella ya sabría a lo que iba. Pero se me ocurrió decirle que me cortara el pelo de nuevo. No lo tenia muy largo, hacia poco que me lo había cortado, pero era la única excusa. Le extraño, pero en el fondo sabia a lo que iba. Lo preparo todo, la silla, me senté, enfrente del espejo, y comenzó a cortarme el pelo. Se mantenía distante, nerviosa, y se me ocurrió poner una mano en mi rodilla, espere a que pasase por allí, y, al pegar su pierna a la rodilla, fue mi mano la que la toco.

Se quedó parada, sin decir nada, yo también, fueron unos instantes de tensión, finalmente siguió cortándome el pelo, sin mover su pierna. Con cierto temor, moví mi mano, acariciando su rodilla, me dejo hacer, seguí acariciándola, subí un poco, ahí mi suegra paro de cortar el pelo y suspiro. Ya no había vuelta atrás, acaricie sin miedo todo el muslo, subiendo, poco a poco, era muy suave, llegue al culo, lo acaricie por encima de la braga, mi suegra gemía mas fuerte, la mire y tenia los ojos cerrados, metí los dedos por dentro de la braga sintiendo la piel de su trasero, adentre mas mis dedos y sintieron la humedad de su coño, estaba muy mojada, los moví, masturbándola.

-Quieres que siga?-le dije mientras la masturbaba.

-Sigue, sí, por favor!-

Seguí masturbándola, allí, de pie, hasta que explotó en un orgasmo, casi en silencio, pero su cuerpo vibraba. Entonces, la cogí y la subí a la encimera del baño, le subí la falda, le baje las bragas, y vi. su coño, todo mojado, no me pude resistir, me agache y lleve allí mi boca, me encantó su sabor, me dedique a él en cuerpo y alma, metiéndole varios dedos mientras le comía el clítoris, ella gemía, pero sin decir nada. Explotó en un nuevo orgasmo. Me incorporé y me saque la polla, estaba mas dura que nunca, ella la vio, ví que sonreía, la mire como rogándole y la cogió, la apretó y la masturbó lentamente, y la acercó lentamente a su coño, comprendí que quería metérsela, yo estaba fuera de mi

-Quieres que te folle suegra?

-Siiiiiiiii, es lo que mas deseo, desde hace mucho!!-

Se la metí de un solo golpe, entonces si gimió mas fuerte, se apretó a mi, y yo la apretaba del culo, empujándola fuerte, mientras con una mano descubría sus tetas y las agarraba fuerte, se volvió a correr justo antes de que yo me derramara dentro de ella, fue uno de los orgasmos mas intensos que he tenido. Nos quedamos en esa posición un rato, abrazados, relajados, hasta que nos separamos.

-Espero que no cuentes esto a nadie-me dijo

-Y yo espero que lo volvamos a hacer-

-Yo también- me dijo mientras se vestía.

Termino de cortarme el pelo, pero ahora con la confianza y el valor de acariciarla en todo momento.

Los encuentros se sucedieron. He descubierto en ella a una buena amante, que aunque no sea un portento físico, en su delicadeza, en su madurez, me colma de placer.

(9,25)