Esta historia comienza un dÃa domingo que estaba aburrida y se me ocurrió salir a ver tiendas para distraerme sin imaginarme la aventura que tendrÃa.
Ese dÃa habÃa estado viendo televisión toda la mañana y aburrida de no hacer nada más, decidà salir a dar una vuelta por un centro comercial que tiene tiendas, restaurantes y cines.
Me di una ducha antes de vestirme y mientras lo hacÃa recordaba que hace tiempo que estaba dedicada a mi trabajo por completo y no daba tiempo a mi vida personal, tal es asà que hace tiempo que no tenÃa un novio y el agua tibia que caÃa en mi cuerpo, me hacia fantasear que tenia un hombre guapo y fuerte acariciándome con sus manos.
Antes de vestirme me puse una crema hidratante en el cuerpo para que mi piel se conserve suave y tersa. A mis 25 años estaba en la plenitud de mi vida y podÃa ver ante el espejo mi cuerpo desnudo. Mis pechos son de talla 36 y no han sido vencido por el peso de la gravedad aún y los veÃa firmes, coronados por unos pezones grandes y rosados. Debido a que me ejercitaba continuamente, mis piernas siempre estaban tonificadas y mi trasero es redondo y paradito sin llegar a ser grande.
Me puse un sujetador blanco sin encajes ya que querÃa sentir algo de libertad esta tarde, aunque esto hacia que tuvieran cierto movimiento al caminar y era el centro de las miradas de los hombres cuando esto sucedÃa. Me puse unas braguitas del mismo color, pero lo que no me gustaba mucho de ellas es que al caminar se me metÃa la parte de atrás de la tela en la raya y eso a veces me causaba algo de incomodidad.
Como estábamos en otoño, me puse en las piernas un par de medias de nylon del color de mi piel y era difÃcil saber si las tenia puestas o no, pero eso hacÃa que se vean uniformes y perfectas. Finalmente me puse una minifalda floreada de gasa y rogaba que no hubiese viento en la calle, ya que se levantaba con facilidad. Me puse unos zapatos de taco sin talón y después de peinarme, tomé un bolso tipo mochila y salà a pasear.
Llegué a este centro comercial y a medida que avanzaba podÃa ver a las parejas demostrándose su amor en sentados en alguna banca o en alguna heladerÃa. El lugar donde me encontraba tenÃa varios niveles y para acceder a ellos debÃa subir por unas escaleras eléctricas. Después de un rato de caminar distraÃdamente, sentà que me observaban o que alguien me seguÃa y cuando estaba subiendo una de las escaleras, voltee disimuladamente y pude ver que un hombre me miraba desde abajo de la escalera y seguramente ya habrÃa disfrutado de la visión de mis nalgas debajo de mi falda.
El hombre tendrÃa como 35 años, estaba bien vestido y era atractivo, por lo que supuse que habrÃa sido una coincidencia y continué mi recorrido hasta llegar a un snack bar donde me senté en una mesa, y de pronto lo vi nuevamente y se sentó en una mesa frente a mà donde seguramente intentarÃa ver mis braguitas, ya que la minifalda era muy corta.
HabÃa escuchado hablar sobre algunos fetiches sobre los pies o que se masturbaban en los zapatos de mujer, a otros le gustaba las pantimedias y me preguntaba si este sujeto no serÃa uno de ellos, asà que mientras tomaba mi refresco abrà un poco mis piernas para ver cual era su reacción y efectivamente su mirada estaba clavada entre mis piernas y desde su posición habÃa podido ver que traÃa medias y también el color de mis braguitas.
Una tarde que al principio parecÃa aburrida se podrÃa tornar en algo excitante y decidà provocarlo mas aún. Crucé mis piernas pero antes mi pie se quedó atorado en la pata de la mesa asà que para destrabarlo tuve que abrir las piernas un poco y lo miré a la cara en ese momento y lo vi que se pasaba la lengua por los labios. Terminé mi refresco y de reojo vi que él se levantaba de su mesa y seguà recorriendo el centro comercial y en todo momento sentà que me seguÃa. SerÃa simplemente un voyeur o se atreverÃa a hablarme en algún momento, me preguntaba.
Me detuve un momento en un escaparate donde vendÃan ropa intima de mujer y entré a ver, ya que me gusta mucho. El entró detrás mÃo y aprovechó de hablarme en ese momento con la excusa de que querÃa hacer un regalo y que no sabÃa cual color le gustarÃa más a una amiga suya. La pregunta me pareció un poco tonta, pero le dije que a mi me gustaba el color negro ya que es el que mas resalta con mi piel blanca.
Se notaba por su forma de hablar que tenia educación y además tenia una sonrisa muy pÃcara que me gustaba, asà que le seguà la corriente. Me dijo que tenÃa muy buen gusto y que eso se notaba en mi forma de vestir y yo le devolvà una sonrisa. Se presentó diciéndome que se llamaba Eduardo pero que sus amigos le decÃan Edu y yo le respondà diciéndole que me llamaba Kathy.
Salimos de ahà sin comprar nada y caminamos un rato más mientras nos Ãbamos conociendo. Le pregunté a que se dedicaba y me dijo que era importador de ropa, pero que le costaba saber a simple vista como combinar la ropa y me dijo que si no era mucha molestia, yo le podrÃa dar unos consejos.
Me propuso tomar una copa y me invitó a su departamento que quedaba cerca de ahÃ. Puesto que no tenÃa nada que hacer, acepté la invitación y nos dirigimos a pie hasta el lugar. Debido a que el edificio solo tenia cuatro pisos no tenÃa ascensor y tuvimos que subir a pie hasta el tercero y estoy segura que él hubiese deseado estar debajo de las escaleras para ver lo que yo traÃa debajo.
Entramos y tenÃa una sala pequeña con muebles de cuero y un comedor con una mesa que tenÃa plataforma de vidrio. Antes de sentarme di una mirada a los estantes que él tenÃa y podÃa sentir su mirada fija en mis piernas y mi trasero. Sirvió dos copas y puso música de ambiente y nos pusimos a charlar. Cualquier movimiento que yo hacÃa el miraba hacia abajo para ver si podÃa ver algo y esta situación me estaba calentando y se me humedeció de pronto el coño. Me comenzó a decir que era una chica linda y que le perdonará la franqueza pero tenÃa unas piernas hermosas. Este piropo tan directo me sorprendió y solo atiné a agradecerle.
Como ya habÃamos bebido algunas copas, él empezó a desinhibirse y se atrevió a proponerme que me probará una lencerÃa que habÃa comprado en una anterior oportunidad. Le respondà que no me parecÃa que pudiera hacer eso ya que recién nos conocÃamos y no era cosa de andar mostrando mi cuerpo a cualquier persona en ropa intima. Insistió casi rogándome, prometiéndome que no intentarÃa nada y que solo querÃa mirar como me quedaba.
No sabÃa que hacer, pero ya que me habÃa prometido no intentar nada le dije está bien, pero solo puedes mirar y por último no iba a ser el primer hombre que me hubiese visto vestir ese tipo de ropa. Sacó de sus cajas varios modelos y me los entregó para que yo escogiera que ponerme. Mientras estaba en el cuarto cambiándome pude notar que mi calzón estaba humedecido y esto era por que muy dentro de mÃ, me gustaba lucir mi cuerpo y que lo apreciaran.
QuerÃa que él se chorreará del gusto y ver hasta donde podÃa aguantar, asà que escogà el de color negro, que es el que tiene una carga erótica mayor. Me desnudé y vi que las braguitas y el sujetador eran se satÃn de tamaño muy pequeño y las braguitas resaltaban muy bien mis nalgas y en general la textura de la tela se sentÃa muy fresca sobre mi piel. Me puse las medias que tenÃan una pretina de trama muy bonita y me coloqué los zapatos que traÃa, y como eran negros, combinaban con lo que me habÃa puesto. Al mirarme al espejo pude notar que se me notaban los pezones a través de la tela, pero ni presionándolos se achataban.
Se le iban a salir los ojos a Edu cuando me viera asÃ. Le dije detrás de la puerta que ya iba a salir y me respondió que me estaba esperando impaciente. Salà de la habitación y lo vi parado en el centro de la sala y se me quedó mirando de arriba abajo y me dijo, que monumento de mujer eres y yo me sonreà y me pidió que diera una vuelta para ver como me quedaba por detrás y me quedé asà dándole la espalda. Que agradable era ser deseada asà y querÃa que me metiera mano pero solo me miraba y eso hizo que mi respiración se comenzara a agitar un poco.
Voltee y se acercó hacia mi y me tomó de la mano, levantando mi brazo y haciendo que dé un giro. Al girar mi otra mano chocó contra su pene encima del pantalón y parece eso fue el detonante, ya que al quedar frente a él metió directamente su mano entré mis piernas y con sus dedos me masajeaba el coño. Agarrada asà de la concha, se me acercó más y me besó en la boca chupándome los labios y metiendo su lengua alocadamente. Yo le respondà el beso también, porque a esas alturas también mi cuerpo querÃa guerra y separé un poco mis piernas para que el masaje me diera mas placer.
En un momento me dijo, te voy a comer el ojete y se puso detrás mÃo y arrodillándose me bajo las braguitas, quedando mi culo a la altura de su cara. Lo contempló durante un momento y luego pegó su cara entre mis nalgas y empezó a lamerme el ano. Que húmeda se sentÃa esa lengua y yo me incliné un poco hacia adelante, para que también me lamiera la chucha y asà lo hizo y me mordisqueaba y lengueteaba los labios vaginales.
Se incorporó y se quedó quieto, asà que me arrodillé ante él y desabroche su pantalón y le bajé la truza, haciendo que su pene saliera como impulsado por un resorte, tanto asà que casi me da una cachetada con su verga. La tenÃa toda mojada por la excitación y con una mano se la empecé a correr lentamente, mientras le decÃa si le habÃa gustado verme las braguitas en el centro comercial y me dijo que sÃ, que me habÃa visto las nalgas cuando subÃa por las escaleras y que solo pensaba en lamerlas. Fue entonces cuando me metà su verga a la boca sin dejar de masturbarlo y lo escuchaba jadear.
Vamos a desnudarnos me dijo y me quité el sujetador y las medias quedando peladita ante él y asà desnudos los dos, empezamos a hacer el amor. Me volteó asà parada como estaba e hizo que pusiera mis manos contra la pared para apoyarme y el vino por detrás y me metió la verga en la chucha, me agarró por las caderas y empezó a bombear y yo sentÃa que su verga entraba y salÃa de mi coño. Debido a la posición en que estaba empecé a sudar por el esfuerzo, pero valÃa la pena por el placer que sentÃa. Luego hizo que me diera vuelta y asà parados me puso de espaldas contra la pared y me levantó una pierna poniéndola sobre uno de sus brazos y me la empezó a meter mientras que mis tetas se bamboleaban por el movimiento y como estaba de frente aprovechaba también para chuparme los labios salvajemente y podÃa sentir la respiración que salÃa de sus fosas nasales sobre mi rostro.
Nunca imaginé que esa tarde me iban a culear de esa manera y me sentà feliz de que se me haya ocurrido salir de paseo esa tarde. Mientras pensaba esto, me rodeo la cintura con su brazo y yo rodee su cintura con mis dos piernas y me sujetaba con ambos brazos de su cuello, mientras él me sostenÃa de las nalgas y seguÃa metiendo y sacando su verga hasta que sentà que se corrÃa dentro de mi. Quedamos un momento apoyados sobre la pared y luego descansamos un rato para luego dejarlo que me culee todo lo que quiso durante esa tarde.
De ahora en adelante visitaré más seguido otros centros comerciales, ya que seguramente tendré una que otra sorpresa en mis paseos.