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Mi primer día.

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Llegué 10 minutos adelantados a la dirección que S me indicó el día antes. Casi que prefería haber llegado con tiempo, que ir justo o lo que habría sido peor… llegar tarde. Aproveche esos 10 minutos para relajarme en mi coche y entrar decidido a la que sería mi iniciación como perro-sumiso. Había estado fantaseando con ese momento miles de veces y no podía dejarlo escapar, así que me acabé de preparar, cerré el coche y me acerque a la puerta.

Llamé a la puerta y me abrió ella, estaba incluso más guapa que la última vez que la ví. Sin decir palabra alguna me hizo entrar en casa y me llevó al salón.

-Tienes un piso muy bonito - dije con voz tímida, quizás algo forzada, lo dije con la intención de romper ese silencio que me estaba matando-.

-Nadie te ha dado permiso para hablar, aquí mando yo, acuérdate de eso de hoy en adelante.

-Perdón, no volverá a ocurrir.

En ese momento agaché la cabeza arrepentido, sentía que estaba fallando y que la estaba decepcionando, y eso era lo último que quería.

-A partir de hoy, me seguirás hablando de usted como has acostumbrado a hacer, y cuando te dirijas a mí, lo harás como “dama”.

-Si, dama.

-Además cuando llegues a esta casa o allá donde te llevé, llevarás puesto este collar para perro que elegí expresamente para ti.

Nunca me habría imaginado que el momento de colocarme ese collar sería tan intenso, estaba lleno de significado para mí, y me sentía muy orgulloso de estar bajo sus órdenes. No quería ni quiero defraudarla.

-Hoy es el día en el que empezaremos tu adiestramiento. Te resultará duro y a veces injusto, pero estoy segura de que lo superarás con creces, y si no es así, tu culo sufrirá las consecuencias de todos tus errores.

-Si, dama.

-Ahora, quiero que empieces a lamer mis pies, centímetro a centímetro, dedo a dedo. Empieza!

Sin contestación alguna incliné mi cuerpo hacía sus pies, me coloqué de rodillas frente a ella y besé sus pies. No veía nada más sus pies, pero en mi mente había una imagen completa de lo que estaba pasando en ese salón: ella de pie, erguida, y yo de rodillas en el suelo, con el culo levantado y besándole los pies.1610946_1444813765815660_6905069694330501445_n.jpg

A medida que fui besando sus pies y su calzado, ella se sentó en el sofá para estar más cómoda, me dijo que me colocará enfrente de ella, de rodillas, y me ordenó descalzarla.

Una vez descalzada empecé a lamer la planta de sus pies, suavemente, pasando mi lengua por toda su planta, desde el talón hasta el principio de los dedos. Realmente estaba muy excitado, era un sueño cumplido. 

Mientras yo lamía, besaba y succionaba sus dedos, S se encendió la televisión y mientras yo trabaja se entretenía viendo un programa y tecleaba en su teléfono móvil. De vez en cuando me daba una indicación o me metía el pie en la boca. Estuve así un buen tiempo, quizás unos 15-20 minutos hasta que me dijo que me tumbara boca arriba en el piso. Me coloqué y me puso los pies en la cara, se pasó un buen rato metiendo sus deliciosos pies en mi boca, haciéndome lamer su planta una y otra vez.

Hubo un momento que se cansó, me quitó los pies y se levantó.

-Quítate la ropa y déjala en ese rincón.

-Si, dama.

Me desvestí ante su atenta mirada y cuando acabé me acerqué a ella con una erección inevitable.

-Vaya, veo que hay algo por ahí que no me obedece, no he dado orden para que se levante.

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Me agarro el miembro con su mano y empezó a juguetear con él, lo movía, lo acariciaba y clavaba débilmente sus uñas en mi tronco. También agarraba mis bolas y las movía a su antojo, pegando algún tirón que me mantenía alerta.

-Bueno, veo que habrá que adiestrar a esta parte de tu cuerpo también. - Se marchó y volvió con una bolsa de hielo y me colocó en mi miembro haciendo que mi erección bajara prácticamente de golpe.

Después de eso me hizo tumbarme en el sofá, boca arriba. S se quitó las mallas que llevaba y se quedó en bragas.

-Es hora de usar tu lengua, no quiero que pierdas práctica. Como buen perrito quiero que deleites de mi ano, espero que lo hayas entendido, mi ano, nada más, no te estoy dando permiso para probar “el jardín de las delicias”. Utiliza tus manazas para abrir bien mis nalgas y deleitate, quizás sea lo poco que comas hoy.

-Si, dama.

Puso cada rodilla a un lado de mi cuerpo y empezó a bajar suavemente su culo hacia mi cara. Abrí bien sus nalgas y comencé a lamer su dulce ano. Metía mi lengua con fuerza, rodeaba toda su zona sin llegar a la zona prohibida, aunque la tentación era muy grande. Con el rato acabó dejándose caer, dejando su culo en directo contacto con mi boca.

Cada vez jadeaba más y me decía que siguiera, estaba disfrutando y yo no tenía mayor placer que el verla disfrutar. Mi miembro se levantaba y ella aprovechaba para masturbarme suavemente por momentos para terminar utilizando la bolsa de hielo.

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Cuando se cansó, podían haber pasado 10 minutos aproximadamente, se dió la media vuelta y me obligó a lamer su bien más preciado. Estaba realmente húmedo y ella bastante excitada, ahí lo di todo. Tenía la lengua algo cansada del esfuerzo al que la estaba sometiendo hoy, pero no podía parar, quería demostrarle que quiero ser su sumiso y que me esforzaría para ser el mejor perro-sumiso que ella podía desear.

La humedad iba en aumento, y yo proseguía bebiendo cada gota de néctar que ella iba soltando, lamiendo sus labios y clítoris como si fuera la última vez que lo hiciera en mi vida.

De tanto en tanto separaba mi cara y soltaba saliva en mi boca, obligándome a tragar, una vez veía que lo había cumplido volvía a colocar fuertemente mi cabeza contra sus zonas íntimas para seguir con mi trabajo.

Después de un largo tiempo, tuvo un orgasmo largo y prolongado, creo que hice bien mi trabajo, se le vio con satisfacción.

Después de aquello me ató una correa al collar y me paseo por la casa, hasta que finalmente me llevó a su cuarto. Allí me hizo subir a su cama y colocarme a 4 patas, con el culo en pompa.

Me coloqué y ella me corrigió la postura hasta conseguir que estuviera realmente como ella quería, con el culo bien expuesto, mis huevos y mi miembro, (o mejor dicho sus huevos y su miembro, porque me dejó claro que ya no eran míos, que ahora ella los controlaría), quedaban colgando a su disposición.

-Voy a tener que darte un pequeño castigo, no me gustan los perros que no saben colocarse correctamente sin tanta ayuda, tendrás que mejorar.

Después de esa frase cayeron unos primeros azotes con su mano que rebotaban por toda la habitación. “ZASS, ZASS”. Me estuvo repartiendo los golpes por todas mis nalgas, alternando golpes fuertes y secos con golpes rápidos y continuados. Iba notando como mi culo iba calentándose, debía estar adquiriendo un color rojizo que a ella debía irle gustando, porque a medida que avanzaban los golpes más se reía y burlaba de mí.

De pronto dejó de golpear y una tanda de caricias relajaban el ardor de mis nalgas.

-Vamos, esto no ha sido nada para lo que te espera. Esto es una pequeña muestra de lo que te espera si me enfadas o no obedeces mis órdenes.

A medida que dijo esas frases, noté como un líquido frío y viscoso caía desde arriba de mi cadera por toda la raja de mis nalgas, donde ella removía el líquido alrededor de mi ano. Se había colocado un guante desechable típico de los que hay en los centros médicos y poco a poco fue introduciendo un dedo en mi culo vírgen.

-Relájate, esto no es más que un recordatorio de quién manda aquí. Tu culo también me pertenece y para ser un buen perro debo sodomizarte aunque sea lentamente, ¿O prefieres que te castre? Jajajaja

-No, dama. Mi culo como todo mi cuerpo es suyo, dama.

-Así me gusta.
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Continuó moviendo su dedo por mi agujero cada vez más dilatado, poco a poco fue introduciéndolo más hasta que consiguió que entrara y saliera con facilidad. Iba refrescando la zona con algo más de lubricante y poco a poco metió un segundo dedo, con ellos me iba mostrando lo que me iba a esperar. Me sentía totalmente humillado y entregado a su persona. Agarró mi pene y comenzó a masturbarme mientras seguía introduciendo y sacando sus dedos. Alternaba mi masturbación con cachetadas en mi culo que me dejaban estremecido y con la piel de gallina, estaba disfrutando como un loco.

Sacó sus dedos, se quitó el guante y me hizo levantarme, se sentó enfrente mío a la altura de mi polla que ya no podía más y se quitó la camiseta, quedándose tan solo con las bragas que se volvió a colocar justo antes de llevarme al cuarto.

-¿Quieres eyacular perrito?

-Si, es lo que más desearía dama.

-Pero no te he dado permiso aún… - Acompañaba sus palabras masturbándome ligeramente y dándome suaves mordiscos por el glande y el resto del miembro.

-Por favor, dama no puedo más me gustaría llegar…

-Está bien,-cogió una galleta y la acercó- échalo todo, hasta la última gota sobre la galleta.

No tardé mucho en llegar, lo solté totalmente todo, no quedó ni una sola gota en mi. Sus pechos quedaron inundados de mi corrida, que fue bastante abundante.
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-Veo que no te has reservado nada, así me gusta. Ahora ya sabes que debes hacer con la galleta, espero no tener que explicártelo.

-Si, dama

Nunca había probado mi propio semen, y nunca me había llamado la atención, pero en tales circunstancias no podía decirle que no podía comermela, así que me la acercó a la boca y pegue un bocado.

No era algo agradable para mi, pero intenté no saborear mucho, así que mastiqué todo como pude y me la comí en dos bocados.

-Buen chico, ahora vístete y vete. Te escribiré para darte nuevas indicaciones de cara a los próximos días.

-Si, dama.

Me vestí y cuando me disponía a salir por la puerta siguiendo sus indicaciones escuché su voz:

-¿No se te olvida algo?

Me acerqué y besé sus pies en un beso prolongado, mostrando mi total adoración y sumisión.

Así me gusta, el próximo día seguiremos tu adiestramiento, cada vez serás mejor y nos lo pasaremos mejor, o al menos yo. Jajajajaja. Pasa una buena noche y prepárate para lo que viene, el próximo día tendrás un nombre adecuado para lo que has demostrado ser hoy.

Si, dama.

Me quité el collar, se lo dí y me marché con unas ganas inmensas que pasarán las horas y poder servirla. Me gustaría poder servirla 24h, quizás algún día. Al llegar al coche sentí el quemazón de mis nalgas aún resentidas, creo que no olvidaré este día.

 

Quiero agradecer a Dama69 por dejarme compartir este relato. Máxima devoción por usted.

(9,20)