Las cosas en los últimos seis meses no me habÃan salido como las habÃa imaginado y para que tengan una idea relatare brevemente mi historia con Cesar.
Todo comenzó hace año y medio. Nos conocimos por internet gracias a un grupo llamado zona XXX, en el cual ambos estábamos. Comenzamos a hablar por MSN, al principio del trabajo, de los mensajes que ambos publicábamos en los foros del grupo y en general de todas esas cosas que hablan dos personas cuando recién se están conociendo por ese medio. El me dijo que era de Madrid, 44 años, casado, yo a mi vez le dije que era de Bogotá, 26 años casada.
Poco a poco nuestra amistad se fue fortaleciendo, hablábamos de todo un poco, especialmente de nuestras respectivas relaciones y mas adelante de nuestras penas y tristezas, asà como de nuestras alegrÃas y logros. Luego intercambiamos fotos e incluso el me pidió que me tomara fotos desnuda para el, cosa que nunca habÃa hecho, pero algo en mi me motivaba a hacerlo, me nacÃa, asà que tome mi web cam y me tomé un álbum completo de fotos para el, de mi trasero, mis tetas, hasta de mi chochito peludo, pues me comentó que le gustaban mas asÃ, peluditos y al natural; me tome fotos en todas las posiciones imaginables, cosa que le gustó mucho por supuesto. Posteriormente el me envió fotos desnudo, se demoró un poco en hacerlo pero valió la pena la espera.
Ese hombre me atraÃa demasiado pues como sucede en las relaciones virtuales uno se conoce desde adentro y yo con el sentÃa mucha afinidad, afinidad que poco a poco y con el pasar de las semanas y los meses se iba convirtiendo en algo mas fuerte, mas profundo. Sin embargo me lo negaba a mi misma una y otra vez pues nunca pensé que uno pudiera sentir algo por alguien que nunca habÃa visto y mas por una persona con la cual al principio pensé que tenÃa muchas diferencias.
El cibersexo entre nosotros era estupendo, nos compenetrábamos muy bien y lo mejor de todo era que hablábamos de las otras personas que conocÃamos en el plano sexual fuera del matrimonio, nos dábamos apoyo y consejos al respecto. El por ejemplo me comentó que motivado por la indiferencia de su esposa habÃa decidido colocar un anuncio que decÃa mas o menos asÃ:
"hombre madrileño 44 años, serio, culto y bien parecido, busca mujer con caracterÃsticas similares para amistad y algo mas"
Gracias a ese anuncio su vida comenzó a cambiar para bien y los largos meses de abstinencia terminaron para dar paso a innumerables citas con mujeres de todas las edades, tamaños, sabores y colores.
Me gustaba compartir mucho con el esos momentos en los cuales me describÃa un poco algunos de esos encuentros excitantes, variados y clandestinos.
Yo con el compartÃa aparte de mis relatos eróticos detalles que iban un poco mas allá de las palabras que publico, los sentimientos y razones que me motivan a actuar como lo hago, a ser como soy y eso nos comenzó a acercar mas.
Hablábamos casi a diario, eran encuentros muy especiales, interesantes y apasionados, podÃamos pasar horas hablando pero si alguno estaba ocupado el otro sabÃa respetarlo.
Un dÃa el conoció gracias a los anuncios a una mujer diferente a las demás, llamada Clara, una mujer especial, dulce, tierna de la cual comenzó a enamorarse, en parte por su forma de ser y en parte porque le recordaba a mi, su amiga virtual mas especial, pues según me comento nos parecÃamos mucho tanto por fuera como por dentro.
No pude evitar sentir celos y envidia por no poder ser yo esa mujer, por no poder tenerlo y sentirlo, por estar tan lejos pero a la vez tan cerca de mi y de mi corazón.
Tuve una discusión conmigo misma preguntándome que sentÃa y en que grado y me di cuenta que estaba locamente enamorada de mi españolito, soñaba con el dormida y despierta, imaginaba miles de encuentros de una u otra forma, miraba sus fotos, escuchaba su voz y lo peor de todo era que no podÃa sacarlo de mi cabeza ni un minuto.
Decidà un dÃa confesarle mis sentimientos y el a su vez me confesó los suyos por mi y fue muy lindo sentirme correspondida pero la tristeza se apoderó de mi al aterrizar de la nube y darme cuenta que lo nuestro no podÃa ser nunca por tantas cosas que nos separaban, empezando por un mar completo.
Nos comenzamos a alejar poco a poco. El se separó de su esposa para irse a vivir con Clara a los pocos meses motivado por lo que sentÃa por ella y por la soledad.
En nuestras últimas conversaciones me comentó las raras manÃas de Clara de gritar de manera desaforada durante el sexo, lo cual lo desconcertaba bastante. El temÃa que despertara a los vecinos con sus alaridos pero por lo demás la relación marchaba bastante bien.
No puedo negar que me dolió muchÃsimo el saber que estaba con ella pero por otro lado entendà que era lo mejor sobre todo para el, yo no le podÃa ofrecer nada mas que una hora o a lo sumo dos cada dÃa para leernos a través de las lÃneas de un computador y encuentros los sábados cada 15 dÃas para hacer guarradas con la web cam.
Era triste, me sentÃa impotente por no poder ir a verlo, para raptarlo como tantas veces le dije, para olvidarnos de todo e irnos juntos como un par de locos. Pero la vida real no es tan fácil, habÃa mucho en juego en nuestras respectivas vidas "reales" como para dejarlo todo por una ilusión virtual.
Yo a mi vez comencé a salir con otros hombres puesto que mi relación con mi esposo hacÃa años habÃa muerto.
He salido con muchos hombres en mi vida, con algunos he tenido sexo, con otros no pero con ninguno me habÃa involucrado sentimentalmente como con Cesar. Por esa razón a pesar de estar en circulación nuevamente después de mi divorcio no pude iniciar nada en serio con nadie, ese hombre me tenÃa jodÃa como dicen deliciosamente los españoles; además no querÃa buscarme mas problemas de los que tenÃa, estaba recién divorciada y no querÃa saber nada del amor ni de los hombres por un buen tiempo.
…
Por fin el dÃa mas esperado de mi vida llegó y conocà a Cesar quien en tantas ocasiones durante aquellos largos meses habÃa llenado mi soledad con sus tiernas palabras a través del MSN, con las fotos que me enviaba, con sus llamadas o los mensajes de voz por correo.
Me esperaba en el aeropuerto de Madrid impecablemente vestido, soberbio y hermoso, mejor aún que en las fotos…
Nos reconocimos enseguida y nos acercamos con timidez al principio para luego fundirnos en un tierno abrazo y un corto beso en los labios producto de la emoción del momento. Nos separamos algo confusos pues a pesar de la confianza que tenÃamos era la primera vez que nos veÃamos frente a frente.
Escuché su voz dándome la bienvenida, su voz que tantas veces habÃa oÃdo por teléfono…
Me ayudó con mi maleta, pequeña por cierto pues allà en Madrid comprarÃa lo que pudiera necesitar, además era un viaje de trabajo y no pensaba demorarme más de dos semanas, tiempo justo tanto para el trabajo como para el placer de conocer a mi amor platónico, a mi fantasÃa como solÃa llamarlo…
Nos dirigimos a su coche y me llevó al hotel donde me hospedarÃa. Aún era temprano y el tenÃa un par de cosas que hacer en la oficina asà que me dejó allà y quedamos de vernos para cenar en un sitio especial según me dijo…
…
Riiiiinnnnnnnnngggggggggggg
Era el bendito despertador, justo en la mejor parte del sueño, el sueño recurrente que tenÃa desde hacÃa meses y que nunca concluÃa, nunca podÃa soñar ni imaginar que pasaba al vernos… antes lo imaginaba, cuando estaba con el… ahora sentÃa como todos esos sueños se desvanecÃan como un bonito y castrado recuerdo.
Imaginaba que hacÃamos el amor en el mismÃsimo aeropuerto, a veces delante de todos que nos miraban envidiosos, a veces que corrÃamos al baño mas cercano para amarnos encima del water... en fin… que no habÃa imaginado. A veces pensaba que tenÃa tantas expectativas con respecto a ese primer encuentro que quizás nunca las verÃa colmadas o si ese momento se llegaba a dar no serÃa tan maravilloso como en mis sueños.
HabÃan pasado unos seis meses desde que el se fue a vivir con Clara y el destino quiso que yo tuviera que viajar a Madrid por cuestiones de trabajo, como en mi sueño, con la "pequeña" diferencia que Cesar no me estarÃa esperando en el aeropuerto, es mas, ni siquiera sabrÃa de mi viaje, era mejor no enredarle la vida ni confundirlo ahora que estaba tan establecido.
Llegué a Madrid a finales del verano, odio el calor y esto sumado a que Cesar no estaba y a los problemas en el aeropuerto por ser colombiana hacÃa que tuviera un genio de los mil demonios.
Logré por fin tomar un taxi y llegar hasta el hotel que habÃa reservado hace unos dÃas. Tiré mi maleta en un rincón y me arrojé bocabajo sobre la cama, una cama demasiado ancha para mi sola, parecÃa un estadio.
Nunca habÃa estado tan cerca de Cesar, podÃa estar a metros o a kilómetros, no lo sabÃa pero lo que si era seguro era que ya no nos separaba un mar completo.
Como cosa rara me dejé llevar por la imaginación y comencé a recordar una de nuestras charlas por MSN…
Cesar says:
por estar contigo cruzarÃa el mar
Marcela says:
y yo contigo... aunque fuera un dÃa...
Cesar says:
mi fantasÃa eres tu, mi niña
Marcela says:
y tu la mÃa... en serio... en serio... eres mi mayor fantasÃa...
De verdad el era mi mayor fantasÃa, mas que mi fantasÃa mi ilusión. No me interesaba pensar porque lo amaba, eso no tenÃa explicación pero era la mas hermosa locura.
Aparté de mi mente esos recuerdos que me dolÃan (soy una masoquista sentimental) y decidà al menos cumplir una pequeña fantasÃa. Cuando me imaginaba haciendo el amor con Cesar soñaba (no se por qué) que estábamos sobre unas sábanas de satÃn rojas. HacÃa poco habÃa comprado unas con esas caracterÃsticas las cuales llevaba en la maleta. Las saqué y tendà la cama con ellas; luego me acosté desnuda aferrada a un almohadón como si fuera el, bien metido entre mis brazos y piernas... comencé a frotarme contra el excitándome cada vez mas con el roce de la tela sobre la piel. Froté las sábanas delicadamente por mis pezones simulando sus besos, pasé mis manos por mis muslos, por mi pecho, por mis labios enrollada en esas sábanas, para sentir un poco su presencia… Luego pellizque mi clÃtoris hasta hacerme daño y venirme en un orgasmo violento y doloroso. Envuelta aún en espasmos comencé a sollozar estropeando las sábanas con el maquillaje. No se cuanto tiempo estuve asà durmiendo a ratos y abriendo los ojos sin recordar en donde estaba.
Al dÃa siguiente recuperé la cordura y me levanté de un brinco. Me estaba pasando lo que todo el tiempo querÃa evitar: sufrÃa. HacÃa meses me habÃa prometido no sufrir mas, dedicarme a vivir y a pasarla bien y no iba a convertir mi viaje en un infierno. Me iba a sacar a Cesar de la cabeza y del corazón de una vez por todas.
Estuve en reuniones todo el dÃa con mi mente afortunadamente muy ocupada como para pensar en otra cosa que no fuera el trabajo. Asà pasé mis dÃas allÃ, quince en total que era lo que tenÃa programado. Llamaba a mi hijo a diario, trabajaba durante el dÃa, salÃa a pasear de noche a veces sola, a veces en compañÃa de alguien del trabajo, procurando no pensar demasiado en Cesar.
El dÃa anterior a mi partida comencé a empacar mi maleta. Fue entonces que recibà una llamada en mi móvil de uno de mis primos que vive en Madrid. Acababa de enterarse de mi viaje y me regañaba por no haberle dicho nada para habernos visto. Me disculpé con el como pude, pero no tenÃa excusa, asà que decidimos vernos esa misma noche para ir a tomar algo.
HacÃa calor asà que me puse un vestido de tirantitas y unas sandalias.
Desde la Puerta del Sol hasta la Plaza de Santa Ana, pasando por la calle Huertas me encontré con una zona animadÃsima que aún no conocÃa, paseando del brazo de mi primo.
Pasamos el rato saltando de local en local, cenamos y fuimos luego a tomar un café a una terraza de la Gran VÃa. Fue allà donde dos mesas mas allá lo vÃ. TenÃa que ser el… se paseaba con el teléfono en la mano mientras fumaba un cigarrillo. Sin duda era el. Me quedé de piedra; de todos los lugares posibles tenÃa que estar el allà esa noche, justo antes de mi partida. De todos los encuentros posibles que habÃa imaginado este era el mas inverosÃmil.
Después de hablar se sentó de nuevo mirando justo hacia donde yo estaba. Lo acompañaba una mujer joven la cual podÃa jurar que no era Clara aunque no la conociera. Se portaba con ella muy coqueto y solÃcito, de ahà deduje que las cosas con Clara no debÃan estar en su mejor momento o que Cesar era un infiel sin remedio. Decidà pensar esto último para olvidarlo mas fácil.
Sin decirle nada a mi primo y con esa teorÃa simplista en mi cabeza me paré de golpe dispuesta a marcharme de inmediato; grave error pues mi brusco movimiento me delató. Levantando su cabeza me vio. Al parecer le pasó por la cabeza lo mismo que a mi pues no podÃa ni moverse. Reaccioné yo primero y tomando a mi primo del brazo di media vuelta y comencé a caminar casi arrastrándolo, demostrando con esto lo mucho que me importaba, pues si no fuera asà simplemente me habrÃa acercado a saludar, pero al verlo habÃa sentido de nuevo un flechazo y un dolor intenso que creÃa olvidados.
Mi primo atinó a preguntar que me pasaba y yo solo le decÃa que nos fuéramos enseguida, que luego le explicaba. Camino al hotel le conté a mi primo lo que habÃa pasado, abreviando la historia que les acabo de contar. Después de despedirnos efusivamente subà a mi habitación temblorosa aún por la impresión que habÃa tenido.
Sonó mi móvil…, era Cesar…, contesté…
Cesar: Marcela, dime que eras tu la que estaba en el café hace un rato, por favor dÃmelo…
Marcela: Que mas da…
Cesar: En donde estas, iré a verte enseguida, hablemos, no dejemos las cosas asÃ, no es justo después de todas las cosas bonitas que vivimos.
Marcela: Bueno, veámonos en el bar del hotel donde me hospedo en media hora. La verdad, aunque quiera negarlo me muero por verte.
Cesar: ok
A medida que los minutos pasaban mi nerviosismo iba en aumento. Bajé antes de la media hora estipulada y me senté en la barra para tranquilizarme con un trago de alguna bebida fuerte, lo que fuera... El primero lo tomé de golpe, pedà otro y lo tomé un poco mas despacio mirando hacia la puerta. Llegó el y se sentó a mi lado, por fin mi ilusión se materializaba y cobraba forma de hombre. Por unos segundos nos dedicamos solo a mirarnos, a reconocernos y contemplarnos.
Marcela: Eres mas guapo en persona.
El me miró fijamente a los ojos, de manera pÃcara y nerviosa a la vez, bajó un poco la cabeza, sus ojos me dijeron mil cosas…
Cesar: Gracias, tu estas hermosa, te ha crecido el cabello, estas mas delgada – y dirigiéndose al barman- Un trago por favor, lo mismo que toma ella…
Marcela: Por fin nos conocemos, de pronto no de la forma que esperábamos pero al menos tenemos hoy la oportunidad de cerrar este capÃtulo de nuestras vidas. Cómo van tus cosas con Clara?
Cesar: Al principio bien, ella es una mujer maravillosa, es perfecta, el problema soy yo, supongo que no he dado todo de mi en la relación o no se que diablos pasa o que me hace falta.
Marcela: Por favor Cesar no te engañes a ti mismo, no puedes echar a perder una relación con esa excusa ridÃcula, siempre habrá algo faltante en una relación, somos seres humanos no seres perfectos, Clara tampoco es perfecta, pero las imperfecciones enriquecen la relación y…
Cesar: No se por qué noto algo de reproche en tu voz, yo nunca te prometà nada.
Marcela: Si, si.., tienes razón, no arruinemos el momento, mas bien brindemos como dos viejos amigos que acaban de reencontrarse.
Cesar: Muy sensata tu propuesta,… salud. Brindo por el placer de haberte conocido.
Marcela: Salud.
Y diciendo esto brindamos mirándonos a los ojos por encima de la copa. Aparté los ojos de su mirada penetrante y pedà otra copa.
La conversación fue bastante fluida toda la noche, sazonada de risas y recuerdos bonitos, al igual que de pequeñas confesiones de parte y parte acerca de nuestras aventuras.
Cualquier curioso que nos mirara habrÃa pensado que éramos un par de buenos amigos y no que estábamos locos por poseernos el uno al otro en ese mismo instante.
Nos despedimos de forma muy cordial y quedó de llevarme al aeropuerto al dÃa siguiente.
Pasó a buscarme temprano y camino al aeropuerto no nos dijimos mayor cosa. Cuando llegó el momento de despedirnos no podÃa irme y el no querÃa que me fuera, al menos no asÃ.
Cesar: No te vayas…
Marcela: Yo tampoco quiero irme pero te das cuenta lo que me estas pidiendo? hace 15 dÃas no veo a mi hijo, tengo asuntos pendientes en Bogotá…
Cesar: Al menos una semana más… si?
Marcela: Esta bien, creo que puedo arreglarlo y quedarme unos dÃas.
A el no podÃa negarle absolutamente nada, me volvÃa aún mas vulnerable, doblegaba mi voluntad, mi razón no opinaba cuando estaba a su lado, solo mi corazón tenÃa la palabra.
Nos devolvimos para el hotel, el hizo un par de llamadas, yo también y salimos a caminar sin rumbo fijo por "la villa".
Los dÃas siguientes fueron la repetición del primero aunque me daba la impresión que cada vez estábamos mas cerca; caminábamos por el parque, comÃamos juntos, el pasaba conmigo todo el tiempo que podÃa llevándome a conocer la ciudad, todos y cada uno de sus museos, monumentos, restaurantes y demás sitios de interés pero ninguno de los dos daba el primer paso para acercarse al otro de una forma mas Ãntima. En el fondo ambos tenÃamos miedo del otro, de su reacción, del futuro.
Contrario a mi forma de ser fui yo quien dio el primer paso. Decidà que si no lo verÃa mas al menos darÃa rienda suelta a mi pasión por el reprimida sin darle mas vueltas.
Fue una noche que después de cenar nos fuimos a un lugar bastante acogedor y discreto a tomarnos una copa. Las sillas estaban muy cerca, sentados frente a frente nuestras rodillas quedaban muy juntas, no podÃamos dejar de mirarnos a los ojos. Mis ojos pasaban de los suyos a su boca la cual estaba entreabierta como esperando un beso, nuestro primer beso. No pude dejarla esperando y me acerqué buscando esos labios que tanto habÃa soñado. Un escalofrÃo recorrió todo mi cuerpo cuando comencé a saborear su labio inferior, posteriormente su labio superior y mas adelante su lengua. El me devolvió beso a beso con una pasión indescriptible. No recuerdo que nadie me haya besado jamás de esa manera, con ese cuidado y a la vez con esas ganas, como si quisiera arrancarme los labios de un mordisco y al mismo tiempo sin querer hacerme el mas mÃnimo daño. Siempre que beso a alguien por primera vez suelo pensar que es el mejor beso que me han dado pero ese beso fue superior a mis pensamientos porque con el nos dijimos miles de cosas, vibré con el y sentà que nacÃa de nuevo, que comenzaba a abrirme como una flor para el.
Sin decirnos nada nos paramos y nos fuimos para el hotel. Ya en la habitación apenas si pudimos esperar a cerrar la puerta. Nos abalanzamos sobre las sábanas de satÃn rojas, sin dejar de besarnos desaforadamente.
No querÃamos que la pasión nos traicionara, siempre imaginamos ese momento de mil formas y cuando sucedió nos entregamos simplemente, en cuerpo, alma, mente y corazón. En ese instante no importaba si habÃa o no otra persona en nuestras vidas, no importaban nuestras diferencias, solo importaba la piel, las caricias, los besos…
Rodamos por la cama sin despegarnos aún vestidos y quedé sobre el. Me separé de su cuerpo y me arrodillé frente a el sobre la cama. Comencé a desvestirme lentamente, igual no llevaba mucha ropa puesta, asà que me saqué el vestido por arriba quedándome en ropa interior que para su gusto era color negro. Sin dejar de mirarlo fijamente a los ojos desapunté mi sostén de broche delantero para liberar mis pechos inflamados de deseo, luego bajé mis braguitas quedando completamente desnuda mientras el hacÃa un esfuerzo sobrehumano por contenerse; luego proseguà a desvestirlo… desapunté su camisa botón por botón, luego la abrà para admirar su pecho, lo acaricié y luego me agaché para pasar mi lengua por sus tetillas completamente paraditas.
Lo ayudé a quitarse la camisa para proseguir con mis maniobras, mi misión era besar, lamer y acariciar todas y cada una de las partes de su cuerpo, centÃmetro a centÃmetro sin dejar una sola zona sin explorar, sin oler y palpar, deseaba volverme una experta en su cuerpo que tanto habÃa soñado, debÃa aprovechar pues no sabÃa cuanto podÃa durar mi dicha. De su pecho mi boca subió por su cuello lentamente, por un lado y luego por el otro, lamiendo y mordisqueando esta sensible zona hasta llegar a sus orejas. Succioné los lóbulos y pasé mi lengua por todo su contorno dejando caer en su oÃdo mi aliento. El no pudo contenerse mas y me agarró por el trasero apretándomelo con fuerza abriendo y cerrando mis nalgas y bajando sus manos por mis piernas.
Marcela: (susurrándole al oÃdo) Me vuelven loca tus caricias pero quiero que tu disfrutes primero, quiero hacer que me pidas clemencia…
A regañadientes trató de quedarse quieto, casi me toca amarrarlo a la cama pero se controló pensando en la explosiva recompensa que vendrÃa mas adelante.
Le pedà que se pusiera bocabajo y comencé una seductor masaje en su espalda, con mis manos y mis ávidos labios y lengua, bajando cada vez mas, en zigzag por su columna, deteniéndome en algún lugar inesperado aprovechando que no podÃa verme para succionar y chupar alguna parte que me provocara mas, su omoplato derecho, bajo la axila izquierda, que mas daba, todo el se me antojaba como nunca nadie antes.
Continué bajando por sus ricas nalgas aspirando su aroma, lamiendo sus caderas y deteniéndome un momento en su ano, peludo y rosadito, abierto esperando mis besos. Jugué con el un rato y le di unos lametones en las bolas. Para ese momento los dos estábamos demasiado excitados, mi respiración estaba cada vez mas acelerada y la velocidad de mis besos habÃan aumentado al sentirlo. El por su parte se agitaba sobre la cama y gemÃa también, con ganas de voltearse y dar fin a nuestra mutua agonÃa. Pero me contuve y proseguà mi recorrido mas hacia el sur por sus muslos y pantorrillas, acariciando cada vello corporal hasta llegar a sus pies, lamer cada dedo y besar ardorosamente sus tobillos.
Me dijo que hiciéramos una de esas cosas que tanto habÃamos querido. Me acosté entonces y colocó su polla frente mi boca mirando hacia mis pies la cual recibà con deleite tragándomela hasta donde podÃa. TenÃa mis ojos bien abiertos observando como su pene entraba y salÃa de mi boca, mis piernas completamente abiertas, levantadas, el frotando mi clÃtoris con el pulgar mientras con el dedo Ãndice estimulaba por dentro mi cueva. Con la otra mano mientras tanto acariciaba mis pechos agitados… mis pezones estaban completamente duros. Metió dos dedos en mi húmeda vagina por completo, hasta el fondo, moviéndolo en el interior, sintiendo la fricción.
Sacó la verga de mi boca para poder consentirme mejor, colocándose de rodillas entre mis piernas. Uno sus dedos continuó jugando dentro de mi concha mientras otro comenzó a introducirse tÃmidamente en mi ano. Sacó el dedo de mi vagina y lo chupó, lo metió de nuevo y me dio a probar mis propios fluidos, recorrà su dedo con la lengua mientras el seguÃa jugando abajo en mi agujerito. Se bajó entonces hasta el y le pasó la lengua, lo lamió haciéndome gemir una y otra vez cada vez mas intensamente mientras yo restregaba mi chocho en su cara.
Inclinado como estaba podÃa ver mi vagina completamente abierta, mi ano y mis nalgas. Yo no podÃa dejar de mover mis caderas para sentir aún mas el placer de su lengua y sus manos, me agitaba y gemÃa como si ya estuviera dentro de mi, ya querÃa que lo estuviera, mi vagina estaba extremadamente hinchada y húmeda y su verga ni se diga, completamente tiesa y con ganas de entrar en mi cálida cueva.
Acercó su cara a la mÃa, nuestras lenguas estaban fuera esperando ese loco beso, a la vez que me penetró por fin en un glorioso momento que recuerdo como uno de los mejores de mi vida. Nuestros ojos despedÃan fuego, no dejábamos de mirarnos mientras el empujaba una y otra vez dentro de mi, no querÃa perderme ni un solo instante. A ratos sacaba su polla y la pasaba por mis labios mojados y mi clÃtoris haciéndome pedirla de nuevo, acercando a ella mi cadera para ir metiéndomela yo sola de nuevo trozo a trozo devorándomela poco a poco. Lo agarré con mis piernas colgándome de el para que no la sacara mas,… sentÃa sus bolas chocando contra mi culo, muy dentro de mi. Se restregó contra mi vagina apretándome fuertemente contra su cuerpo, mi boca, completamente abierta, jadeando, mi espalda arqueada sin poder controlar los movimientos espasmódicos del primer orgasmo. Noté entonces su primer chorro y de su boca salió un gemido largo y profundo que se mezcló con el mÃo… un chorro y luego otro, las contracciones de mi vagina junto con las de su verga hasta inundarme por completo.
Al fin exhaustos nos recostamos, el sobre mi un momento, apoyando su cabeza en mi pecho, yo consintiéndolo, sintiendo nuestra respiración agitada calmarse poco a poco.
Unos minutos después se paró para ir al baño.
Regresó del baño y yo lo miré seductoramente desde la cama donde retozaba después de nuestro primer round de pasión. No me pude resistir y me puse de pie acercándome a el.
Lo abracé y comencé a besarlo suavemente. El trató de llevarme a la cama de nuevo pero yo lo detuve con una mirada pÃcara que anticipaba lo que me disponÃa a hacer.
Me puse de rodillas frente a el y tomé su polla aún flácida entre mis manos. Saboreándome me acerqué a ella y le di unos cuantos lametones con mi lengua. De allà pase a besar la parte interna de sus muslos, rozándolos con mis labios, pasando mi lengua por su piel, desde la rodilla para terminar en las bolas, dedicándole apenas un poco de atención a su verga que comenzaba a mostrar sÃntomas de querer crecer; de allà volvà a bajar lentamente por la otra pierna infinitamente despacio como si no quisiera terminar nunca de saborear esa parte de su hermosa anatomÃa.
Mis manos mientras tanto jugueteaban libremente acariciando sus nalgas, su raja, su abdomen, incluso sus pies. Comenzó a gemir un poco y a respirar mas fuerte, tratando de alcanzar mis tetas con sus manos. Me erguà un poco para que pudiera lograrlo y comenzó a apretarme los pezoncitos y a pasar la yema de sus dedos por toda la aureola, cosa que me vuelve loca…
Comencé un mete y saca constante con mi boca en su polla. Literalmente comencé a follármelo con la boca, metiéndomela casi toda o saboreando solo la punta mientras lo agarraba por las caderas para acercarlo mas a mi.
Me tomó entonces por el cabello suavemente, me colocó unos mechones tras las orejas para ver mejor mis ojos y mi boca maniobrando en su miembro que ya estaba completamente erguido como premio a mis esfuerzos.
Era delicioso sentir como ese bocado crecÃa en mi boca, como se movÃa y latÃa. Su verga estaba completamente humedecida con mi abundante saliva y mis labios se resbalaban por ella como si de un helado se tratara. No tenÃa que esforzarme demasiado para hacerle una buena mamada, pues su verga era mi mayor antojo sin que con eso diga que no querÃa devorarlo completito a besos y mordiscos, como hacÃa rato lo habÃa hecho.
Nos fuimos entonces para la cama y se acostó bocarriba. Metà de nuevo mi cara entre sus piernas y reanudé mis besos y caricias, saboreando una a una y delicadamente sus bolas. El abrió las piernas para que yo tuviera acceso un poco mas abajo. Mi lengua comenzó a bajar como si tuviera vida propia, serpenteando, deleitándose con cada nuevo sabor y sensación que su cuerpo me ofrecÃa.
Mi cálida lengua acarició su ano en cÃrculos mientras lo pajeaba con una mano. Subà de nuevo la lengua por sus bolas y de allà de nuevo a su verga que ya se notaba a punto de estallar y en su punta brillaban unas gotas de fluido preseminal. Pasé un dedo en cÃrculos esparciendo esas gotitas por toda la punta.
Para ese momento estaba yo demasiado excitada de nuevo y mi chochito húmedo no querÃa otra cosa que frotarse contra su pierna como una perrita en celo o estacarse sobre su completamente erecto y tieso miembro. Me decidà por esto último y me puse en cuclillas sobre el metiéndome solo la puntita al principio y luego el resto de golpe y sin previo aviso, provocando que de nuestras bocas saliera al unÃsono un pequeño gemido de triunfo.
Comenzó de nuevo un sube y baje sin tregua. QuerÃamos acabar de una vez y a la vez no querÃamos que tanto placer se acabara nunca, prolongar ese momento lo mas que se pudiera. Pocos minutos después acabó dentro de mÃ. Fue maravilloso sentir de nuevo su calor, su palpitar, su miembro agradecido que me entregaba su espeso premio lácteo.
Exhausta me acosté mientras el satisfecho, se acostó bocabajo con mi chocho húmedo e inflamado como almohada y comenzó a lamer a conciencia halando mis labios interiores con los suyos. Su lengua se paseaba desde el clÃtoris hasta el ano haciéndome ver las estrellas. SentÃa que la cama comenzaba a girar y que comenzábamos a elevarnos hasta el techo o hasta el cielo.
El momento de la gloria se acercaba, no hay nada como ese momento previo al orgasmo cuando uno sabe si reÃr o llorar y quisiera que ese momento fuera eterno.
Comenzó a presionar mi clÃtoris con su lengua mientras sus manos acariciaban mis tetas. Sus manos cubrieron todo mi pecho con ternura y suavidad pero su lengua peleaba con mi clÃtoris de forma salvajemente deliciosa y sin tregua.
Se acostó a mi lado y atrapó uno de mis pezones en sus labios, mordisqueándolo y estirándolo con sus labios. Me rodeo con sus brazos, una de sus manos me agarraba las nalgas mientras la otra acariciaba mi clÃtoris en cÃrculos y se hundÃa en mi vagina.
No soy de palo, asà que me vine en un explosivo orgasmo, me sacudà violentamente en sucesivos espasmos gritando su nombre hasta que le pedà que se detuviera o me iba a matar…
Se acostó a mi lado y dormimos abrazados un par de horas, desnudos, disfrutando del calor y suavidad de nuestros cuerpos relajados.
El se despertó primero y comenzó a acariciar mi cabello usando sus dedos como peine. Acarició mi cuerpo que daba la espalda al suyo. Pasó sus dedos por mi raja y luego acercó su polla a ella separando un poco mis piernas. Se pegó un poco mas a mi cuerpo y colocó mi pierna sobre las suyas.
Ya para entonces yo me estaba desperezando y colaboré separando mas mis piernas, abriéndome por completo para el y rodeando su cuello con un brazo. El a su vez metió un brazo por debajo de mi para acariciar mi pecho. Introdujo su verga despacito en mi vagina ya húmeda y con la otra mano comenzó a masajear mi clÃtoris suavemente en forma circular.
Repuestos por el reparador descanso comenzamos un lento y cadencioso movimiento de nuestras caderas, el empujando y yo pegándome a el mas y mas para sentirla dentro por completo.
De los movimientos lentos salen los mejores finales y asà fue. Los espasmos de mi vagina apretaron su verga que estallaba de nuevo en un rÃo interminable.
Nos acostamos de nuevo frente a frente mirándonos, hablando un poco de asuntos sin importancia, solo querÃamos disfrutar mutuamente de nuestros cuerpos sin preocuparnos de nada de lo que pasara de la puerta de la habitación hacia fuera. Lo abracé recostando su cabeza sobre mi pecho y comencé a rascar su espalda, sus hombros y brazos. El estaba demasiado feliz para dormirse de nuevo y yo ni se diga, no tenÃa palabras para describir lo que sentÃa, podÃa quedarme de por vida en aquella protectora posición, consintiéndolo, sintiéndolo, recostado de modo que escuchara los latidos de mi corazón que por primera vez saltaba de gozo y felicidad.
Definitivamente no hay nada como hacer el amor de verdad, con la persona que uno quiere, eso es mil veces mejor que el sexo por placer porque no solo te entregas en cuerpo sino en alma, mente y corazón a ese ser que amas y que te ama.
Mi vida se detuvo en esa maravillosa noche, nuestra primera noche, donde no hubo palabras, solo nuestros sentidos y nuestros sinsentidos. Esa noche a su lado redescubrà el significado de la palabra amor y todos mis temores y dudas se disiparon. Qué pasó después? Eso se los dejo a su imaginación o a lo mejor es tema de un futuro relato.
Un beso a todos…
Horny