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14.1 El inicio de un prostituto I

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Lunes     

Para mí era inevitable, los nervios podían conmigo, sé que no debo ponerme así y que a media mañana todo habrá pasado, o eso espero, mi primer día de trabajo en la nueva empresa me está destrozando.

Mi madre me contempla preocupada aunque ya me conoce de sobra, a las siete menos cuarto cojo el coche y a las ocho estoy ante la puerta de la fábrica.

Tengo que esperar hasta las ocho y media ya que es la hora de la entrada del personal de ese turno.

La fábrica no detiene su actividad y trabaja a tres relevos.

En recepción, una señorita me acompaña hasta un despacho y me pide que espere, al cabo de un momento llega un señor, me saluda presentándose y me sugiere sin palabras que le siga. Me lleva al despacho del director de la fábrica y me presenta, éste se muestra efusivo, nos conocemos de haber mantenido una videoconferencia, dice que mi acompañante es el que va a ser mi jefe, André, y dirigirme en mi proceso de aprendizaje. Me da la bienvenida, recuerda como nos conocimos en aquella charla que mantuvimos a distancia, desde España.

Volvemos al despacho donde me habían dejado al llegar, ese va a ser mi lugar de trabajo, al menos por el momento, se comunica con otro por una puerta que es el de este señor, mi jefe le llamaré desde ahora o André; la mantuve abierta todo el día y así seguirá los siguientes.

Me muestra algunas dependencias de esa planta, la sala de fotocopias, lo que hay en el despacho y el que será mi ordenador y como se conecta y funciona, un vistazo al entorno más cercano, me deja porque le reclaman y para que trasteé con el ordenador una vez que lo ha puesto en funcionamiento, el teclado es diferente y me cuesta adaptarme, mis dedos se pierden entre las teclas, los números se pulsan con la tecla de mayúsculas a la vez, menuda diferencia y engorro.

A las diez de la mañana vuelve a entrar en mi despacho, quiere que acuda a una reunión donde están los distintos directivos de la fábrica, para presentármelos y que comience a participar en las reuniones. Son los directores de las distintas líneas de producción y de otros servicios de la empresa, como administración, recursos humanos y mantenimiento.

Han alabado mi francés que, luego en la realidad, no resultará tan bueno, preguntan cómo he podido guardarlo si no lo hablo desde los dieciséis años, claro está, ellos no saben de Marie mi profesora de casa, son amables y la reunión comienza, la verdad no me entero de nada.

En la calle y hablando con la gente he notado que me falta vocabulario, y en eso no me corto para preguntarle a cualquiera lo que tengo dudas. Porque hablo, según ellos muy bien, me tratan como si fuera uno de ellos y hablan en susurros.

También me llama la atención ciertas costumbres que tienen, vimos en Béthune a dos barrenderos que a la mañana se estrechaban la mano y luego se daban dos besos en la cara enfrente del Ayuntamiento. También en la oficina los chicos con las chicas se besan y a mi jefe le besan algunas. Eso no lo había visto en el Liceo, me parece novedoso al menos.

Mi extrañeza viene de que ni Evans ni sus amigos en un primer momento me besaban, aunque ahora no dejan de hacerlo y por descontado mi jefe tampoco me besa, hasta ahora. Las chicas sonríen mucho, quizá demasiado y me da la impresión de que no son sinceras. Es mi impresión del momento y mi falta de costumbre de verlo. La mayoría se trata de usted y hasta ahora, solamente un chico me ha pedido que le trate de tu.

Cuando terminamos, me lleva acto seguido a otra reunión, en este caso sobre seguridad con el personal de fábrica, No entiendo de lo que hablaban, lo hacen muy rápido y tampoco vocalizan, es gente obrera, no es que tenga algo contra ellos, por descontado que no, aquí no tendré casi contacto pero en la depuradora les trataba todo el día y me llevaba muy bien. Tengo que hablar algo y me veo obligado a hacerlo en inglés por los nervios que me pueden, mi jefe me hace de traductor.

Tenemos comedor en la fábrica, no tienes que pagar en ese momento la comida, te lo descuentan de la nómina y hoy, como primer día, me ha invitado mi jefe.

Estamos en una mesa varias personas, algunos de los directores que he visto esta mañana. Mi jefe, creo que en broma, dice que haber si no hay trabajo en España, que tenemos que ir allí a quitárselo a los franceses. No me agradan las bromas de este tipo y le contesto, que en todo caso será, a quitarles el trabajo a los ingleses, la fábrica no deja de ser inglesa y todos trabajamos para ella. Sonríen algunos de ellos y asienten divertidos con la cabeza.

No dan importancia al comentario pero, en broma o en serio, lo dejó saber.

Después me lleva a otra reunión sobre producción, hablan sobre algunas quejas que se están recibiendo sobre un producto concreto y deciden desplazar a alguien del departamento de calidad para recoger unas muestras.

Mantenemos una videoconferencia, en una sala y con una pantalla gigante, con las oficinas de Yorkshire, están otros directores, también al otro lado hay varias personas, el único que sabe inglés es mi jefe, y yo claro está, este hace de traductor para el resto, cuando termina hablamos los dos a solas.

 Le transmito mis temores de si seré capaz de seguir ese ritmo tan tremendo que él lleva, y me dice que no debo preocuparme, que allí todo el mundo está aprendiendo cosas todos los días.

Al parecer, hacía el día 9 de Octubre, tendré que acompañarle a U.K., él volverá al día siguiente y yo deberé permanecer allí unos días más. Esperó que me lo comuniquen oficialmente desde la oficina en U.K. que es de donde debo recibir mis órdenes para desplazamientos.

También me dice que me van a adjudicar un proyecto para que vaya trabajando sobre él, pero no lo tienen concretado, que tendré que ir bastante a los distintos centros de la fábrica y al laboratorio, para que vaya con ropa cómoda y apropiada, vamos que no vaya vestido de salón como voy hoy.

Quiere que mañana intervenga en una reunión a la que me va a llevar, no creo que yo pueda aportar mucho, además de que no me gusta hablar más que cuando tengo algo de interés que decir.

Es un hombre muy trabajador y que mete muchas horas en su trabajo, para ganar tiempo y tener más vacaciones me asegura; yo no quiero que sea así, deseo tener un horario más o menos fijo, del que no dispondré cuando tenga que salir fuera, además mis días están contados allí, no preciso más vacaciones que mis veinticinco días, ya comienza la marcha atrás, el día 7.09.15 termina mi estancia aquí y eso está ya determinado.

Llego cansado y en parte triste, muy tarde, mi madre para animarme sugiere que salgamos, para tomar algo y hablar, todo está cerrado en los alrededores del aparta hotel.

Tendré que ver cuál es el horario más regular entre el personal y hacerme uno a mi medida, ayer fuimos, mi jefe y yo, los últimos en abandonar la fábrica.

No he visto máquinas que expendan infusiones o café, que es muy corriente y habitual en U.K., lo tengo que preguntar. Son tantas cosas, mi madre y Nico me dicen que necesito unas semanas para adaptarme, como sucedió en la depuradora.

En la carretera no hay mucho tráfico, por lo menos hoy no lo ha habido, quizá por la hora tan tardía.

Quiero mantenerme fuerte y no preocuparles pero me oprime cierta congoja.

Nico está en Bilbao y dice que hace mucho calor, que Carlos es un tesoro y después de estar en el estudio de arquitectura le llevó a comer y le presentó a Borja, éste como representante de los intereses de Gonzalo y su abuelo, le explicó los detalles de la reunión que Gonzalo no dejo claros, el padre de Nico votó afirmativamente el proyecto y fue el tío de Ál el que produjo el empate, como deferencia para que Gonzalo, en nombre de su abuelo, tuviera la disculpa de asumir el exceso de costo. ¡Cómo hacen las cosas!

Tendrá que quedarse aún un par de días en Bilbao antes de volver a Barcelona.

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Martes

El segundo día no es mejor que el primero, sé que mucha culpa la tengo yo por mi impaciencia.  He constatado la cantidad de conocimiento que he perdido en estos tres años. Finalicé la carrera y me dedique enteramente al máster sobre tratamiento de aguas, y luego los dos años siguientes trabajando en esta línea. Cosas básicas aprendidas y sabidas se me han olvidado, practiqué otras y ahora tengo que comenzar a recodar y a estrujarme el cerebro.

A pesar de haber salido de casa treinta minutos más tarde, he tenido que esperar en la puerta. La mayor parte del tiempo lo paso junto a mi jefe, en reuniones y siendo su sombra, espero que definan pronto el proyecto sobre el que quieren que trabaje.

Nico sigue en Bilbao, quizá, cuando mi madre vuelva a casa tenga que remitirme apuntes de mi carrera, menos mal que está todo bien ordenado en la sala de estudios. No se lo quiero pedir,  me gustaría que mi madre se quedara hasta que me instale definitivamente, la agencia inmobiliaria aun no nos ha llamado.

Quería abrir la cuenta bancaria en la misma entidad con la que trabajo en U.K., pero no abren los sábados y cierran a las cinco de la tarde el resto de los días, ¿cómo quieren que se opere así? Tendré que escoger otro banco.

Lo más preocupante es la falta de noticias de ese adorado amigo de Nicaragua, le escribo un correo y luego otro sin conseguir obtener una respuesta. El caso es que le digo que lo comprendo, que se que cuando no lo hace es porque no podrá, pero quiero saber como está y a menudo me sorprendo llorando.

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Miércoles

Hoy hay más tráfico en la carretera pero llego a tiempo y en hora.

Continúan presentándome gente, voy a tener que ir colocando los nombres en una agenda. Me han presentado a una compañera, comenzó a trabajar el día uno, o sea que estamos en las mismas condiciones, a ella la han cogido directamente y por otro sistema diferente al mío, aquí mismo en Francia.

Tiene un periodo de cuatro meses de prueba y que espero lo supere, es simpática y abierta. También encuentro agradables al resto de la gente, totalmente diferentes, así como el ambiente de trabajo, al que se respiraba en Chapel.

Mi jefe nos ha estado impartiendo a los dos una charla sobre productos que se fabrican y quiere que vayamos a visitar alguna planta de extracción que la sociedad posee.

Aprovecho algunos momentos de descanso o relax entre charlas, para escribir a Nicaragua, intento tender puentes que me permitan seguir el proceso del estado de mi amigo por otro conducto que no sea él.

La suerte me acompaña y al fin se apiadan de mi para aportarme información que no es nada agradable, pero si esperanzadora.

Hoy he salido pronto del trabajo y a las seis y cuarto estaba en casa, he salido con mi madre para tomar un té y luego me ha llamado ese chico español, el que nos encontramos en la inmobiliaria y que quería cambiar su residencia a Lille, también se encuentra solo y aunque no quería dejar abandonada a mi madre, me ha convencido para que vaya a dar un paseo con él.

Me presenta a un grupo de chicos y chicas españoles, están estudiando en Lille, son todos muy jóvenes, se han agregado franceses para poder hablar y practicar el español.

Nico me comunica que mañana jueves vuelve a Barcelona, la semana próxima estará en París.

Evans me llama para saber cómo me ha ido en el trabajo, no ha querido llamarme antes para dejarme tiempo y poder tener un mejor conocimiento de cómo será. El jueves vendrá a Lille tiene que hablar con Lucas y traerá con él a su amigo Alan.

El lunes le comunicaron a este la muerte de su madre y está destrozado, quiere entretenerle y que esté distraído. Pregunta si dispongo de tiempo para que me ocupe de Alan mientras está con Lucas. Quedamos en que los recogeré en Béthune y vendremos juntos a Lille aunque ellos traerán su coche para la vuelta.

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Jueves

Hoy seguimos recibiendo clases, me refiero a la chica nueva y a mí, mi jefe se entretiene casi toda la mañana instruyéndonos sobre los productos que fabrican.

Resulta que tiene suma importancia, para mi trabajo actual, la química orgánica, aquella asignatura de primero de carrera a la que todo el mundo tenía un miedo terrible y que me contagiaron, tanto fue así que renuncié a presentarme a su examen y la dejé para Septiembre. Ese año volví de Canadá a primeros de Agosto, tenía que encararla y estudiar todo el mes como un desesperado. Conseguí una nota muy buena, no un diez que para mí eso es desconocido, pero si casi un nueve.

Ahora me asombro de que casi no recuerdo nada, tendré que empaparme de ella, y al menos, no deberé que pasar un examen.

Mi jefe ha estado de lo más desagradable al hablar sobre este tema, ha llegado a decirme que él no lo ve tan difícil y que a ver si yo no entiendo.

He salido del trabajo un poco molesto con André mi jefe, por lo desagradable de su tono al hablarme, me recompongo y para cuando llego donde he quedado en recoger a Evans y Alan vuelvo a estar tranquilo, no quiero añadir más preocupación a la que ya tiene consigo mi amigo.

Me esperan en la puerta de su casa preparados, bajo del coche para abrazarlos, al pobre Alan se le nota una tristeza tremenda y para no ahondarla solo le abrazo con un beso donde deseo que note mi condolencia sin nombrarla.

Cuando llegamos a Lille suben a nuestro departamento, Evans quiere saludar a mi madre, mientras hablan voy a la habitación para cambiarme de ropa y ponerme una más cómoda, Alan me ha seguido y no me importa desnudarme ante él para darme una ducha rápida, ya me conoce y me ha visto desnudo, no tenemos nada que ocultarnos.

Está triste y me mira distraído, creo que sin fijarse en la ropa que me coloco. Acompañamos a Evans hasta la Gran Plaza y le dejamos allí mientras nosotros con mi madre vamos hacia la catedral, mi madre se queda en ella y nosotros seguimos andando.

Lo cierto es que resulta difícil romper el silencio en que se ha enclaustrado y le sujeto del brazo con una apretón cariñoso mientras caminamos callados y solo puedo acompañarle en su dolor que adivino es tremendo.

-Me ha hablado Evans de la muerte de tu madre, lo siento Alan, lamento mucho lo que te ha sucedido.  –nos hemos sentado en un banco de los jardines del Parque Henri Matisse y cojo su mano que a pesar del calor la tiene fría, le acaricio el dorso y me sujeta la mía con fuerza.

-Lo peor ha sido que me he enterado después del funeral y no la he podido ver, no hemos mantenido mucho contacto después de que me marchara de casa, en realidad nada.  –es impresionante ver su hermoso rostro con el que sabe expresar tan bien sus sentimientos ahora de infinita tristeza.

Le atraigo hacia mí para abrazarle y comienza a llorar con unos sollozos profundos que rompen el alma. Le tengo en mis brazos un largo tiempo hasta que se va calmando y limpio la humedad de sus lágrimas.

-La quería, de verdad la quería muchísimo a pesar de todo lo pasado.  –se queda un momento en silencio casi sin respirar, mirando el azul del cielo que dejan ver los árboles.

-¿Quieres hablar de ella, puedo escucharte si lo deseas?  -me mira y vuelve a abrazarme,  pensaba que volvería a llorar.

-Eres muy bueno Daniel, pero es muy largo, te voy a cansar.  –sujeto su mano con fuerza.

-Hazlo, por favor. ¿Cómo era?  -se recuesta en el asiento sin dejar de sujetar mi mano.

[Era una madre maravillosa, siempre decimos esto de nuestras madres pero es verdad. Nací en Tours de Carolane madre soltera, al principio su madre, mi abuela, viuda a su vez, la ayudó en lo que pudo y vivimos algún tiempo con ella, no la recuerdo muy bien y desconozco el motivo de que nos fuéramos a vivir a una casa de cercana.

Mi abuela murió cuando yo era muy pequeño, si la recuerdo es por las fotografías que me enseñaba mi madre. De aquella época recuerdo que me dejaba en casa de una vecina amiga suya, esta tenía un hijo Olivier y me sentía muy bien con ellos, con su familia perfecta, un matrimonio que se quería con un hijo que era mi mejor amigo, como un hermano para mí y yo para él.

Mi madre era visitador médico y trabajaba para unos laboratorios médicos, ganaba muy bien pero tenía que viajar toda la semana, volvía los viernes y era entonces cuando me llevaba a nuestra casa.

Era feliz, cuando estaba con mi familia prestada y cuando podía estar con ella. Hasta los siete u ocho años fui el niño más feliz del mundo, por aquella época mi madre, algunos fines de semana, venía acompañada, siempre se trataba de hombres diferentes, yo no tenía trato alguno con ellos pero comencé a sentir celos, ya no me permitía que durmiera con ella en su cama, eran esos hombres los que ocupaban su cama que antes era mía.

Un día que me desperté para ir al baño vi lo que no me esperaba, dormía con una pequeña lámpara encendida, era muy miedoso y en la casa de Olivier tenía la solución fácil, meterme en su cama y dormir abrazado a mi amigo. Salí al pasillo y escuché sonidos extraños que venían de la habitación de mi madre.

Pensé que podía estarle pasando algo malo, o quizá el hombre que estaba hoy con ella la estuviera haciendo daño porque eran gemidos lo que escuchaba. Era sábado y el viernes vino con él, se trataba de un hombre muy grande con bigote, moreno y asombrosamente ancho de espaldas, me daba miedo y después de cenar me escabullí a mi habitación para jugar hasta que llegó mi madre para meterme en la cama.

La puerta de su habitación estaba abierta, con las luces encendidas y el hombre estaba encima de mi madre, tirado encima de ella, estaban los dos desnudos. Al principio quedé sorprendido de la escena y paralizado, escuchaba gemir a mi madre y pensaba que la estaba causando daño, iba a intervenir cuando la escuché hablar.

-Sí, métemela hasta el fondo, dame tu polla tan rica.  –lo que escuche me dejó clavado en el suelo.

Sus gemidos no eran por el dolor que sintiera, ella quería lo que aquel hombre le hacía, se lo estaba pidiendo. Permanecí como una estatua ante la puerta sin que notaran mi presencia. Por la posición que mantenían podía ver al hombre entre sus piernas que a veces agitaba suspirando y gimiendo, el hombre levantó su cuerpo y salió de ella una verga que yo nunca había visto de ese tamaño, gorda y larga con dos huevos enormes pegados a ella y todo lleno de pelos negros.

Las únicas vergas que yo había visto eran las de Olivier y la mía, algunas veces la de su padre cuando se metía en la ducha después de bañarnos a nosotros, pero nada parecido a los que mis ojos miraban en ese momento. Bajaba para meterla y luego subía que era cuando la veía saliendo brillante de dentro de mi madre.

Después de estar unos minutos presenciando el espectáculo, sentí en mi vejiga el motivo d haberme levantado y fui al baño procurando no hacer ruido para que no me sintieran. No pulsé el botón del inodoro para no hacer ruido y mi curiosidad me impelía a volver a mirar lo que sucedía, tuve miedo de que me descubrieran y me fui a mi habitación.

No podía dormir pensando en lo que sucedía en la habitación de mi madre y prestaba atención para escuchar los ruidos que amortiguados me llegaban. No me sentía molesto, ni asqueado, solo sentía curiosidad y cierto nerviosismo, sentía como después de orinar mi pequeño pene se me ponía tieso y lo comparaba con el del hombre encontrándolo ridículo.

El lunes siguiente cuando estuvimos en la cama Olivier y yo, su papá nos había metido a cada uno en la nuestra y después de darnos un beso y salir por la puerta salté al suelo para ir donde Olivier, sus padres me querían muchísimo y no veía diferencia en el trato que tenían con mi amigo y conmigo.

- Olivier, tengo que contarte una cosa.  –le expliqué todo lo que había visto esa noche, notaba como la respiración de mi amigo se volvía agitada.

Cuando terminé los dos quedamos en silencio hasta que Olivier soltó una risita.

-¿Mis padres harán también eso?  -seguíamos callados y sentí la mano de mi amigo que se metía en mi slip y agarraba mi verga, la volvía a tener tiesa con el recuerdo de lo que terminaba de decirle.

De alguna forma aquello había despertado nuestra curiosidad por las cosas del sexo, aunque sin saber de qué se trataba, nos comenzamos a tocar nuestras pollitas y jugar un poco con ellas. Ahora no dormía cuando los viernes y sábados mi madre me llevaba a la cama, esperaba hasta que ella se metía en la suya con los hombres, casi siempre diferentes, que llevaba.

A veces tenía suerte y dejaban la puerta abierta y otras la encontraba cerrada, escuchaba lo que sucedía y el resto lo imaginaba. Poco a poco fui aprendiendo lo que eran los besos de amor que se daban en la boca,  y pude ver a algunos de sus amigos que la sodomizaban metiéndola las tremendas vergas por el culo.

Me di cuenta de que me gustaba ver esas escenas y sin saber de lo que se trataba me sentía intranquilo pensando en  tener esas pollas en mis manos. Olivier yo seguíamos jugando, tocando nuestros penes, besándonos como veía que hacían los mayores.

Éramos niños y no íbamos más allá, a pesar de que Olivier me propuso hacer lo que le hacían a mi madre, nuestro interés no era continuo, teníamos nuestros juegos de críos, pero cuando estábamos en la cama me trataba a veces como los hombres de mi madre. Me decía que era su puta y todas las palabrotas que yo, en mi inocencia le decía que escuchaba.

Fue pasando el tiempo, siempre lo mismo, había algunos fines de semana en que mamá llegaba sola y pasaba todo el tiempo conmigo y la familia de Olivier y otras traía a sus amantes ocasionales, era entonces cuando la sentía más contenta y alegre.

Con el tiempo fuimos aprendiendo todo lo relativo al sexo, todas esas cosas que  enseñan en las clases del colegio y las que aprendes de tus amigos. Olivier y yo llegamos a cansarnos de nuestros juegos, mejor dicho, fue él el que se cansó, se interesaba por una compañera del colegio, eso me producía unos celos horrorosos.

Una noche me abracé a él en su cama, siempre era yo el que me desplazaba a la suya. Le besé en los labios y me apartó la cara.

-¿Ya no te gusta que te bese?  -me sentía terrible de mal y me puse a llorar en su hombro.  Entonces me abrazó y me besó en la frente como si fuera mi hermano.

-Somos dos chicos y me gusta Nadine, ella es una chica y es diferente.  –me abrazaba con ternura, como siempre, Olivier me quería y hasta ahora había sido mío.

-Pero antes te gustaban mis besos.  –me abrazó muy fuerte, en estos años nuestros penes había crecido aunque no fueran espectaculares y lo notaba apretado en mi costado.

-Me siguen gustando Alan, me encantan mucho tus besos y acariciarte, pero no creo que esté bien, nosotros no somos maricones.  –su polla decía otra cosa e incluso movía su cadera haciendo movimientos como si me follara.

Agarré su verga con mi mano y comencé a masturbarle, ya lo habíamos hecho más veces y jugábamos para saber quien sacaba más semen, o la tenía mayor, y nos contábamos los pelos del pubis para ver quien tenía más o cuáles eran los testículos más gordos, todo hasta ahora como un juego de niños curiosos ensayando con nuestros cuerpos y disfrutando de nuestras caricias y besos.

Comencé a desnudarle, a pesar de bañarnos juntos aún a nuestra edad, resultaba diferente verle desnudo en el baño a contemplarle en la cama, tenía un poco de vergüenza pero deseaba verle desnudo y acariciar su polla. El morbo y la emoción hacían que fuera rápido bajándole los pantalones del pijama, no llevaba nada debajo.

Terminó de quitárselos él mismo y me quedé paralizado viendo su juvenil cuerpo, perfecto para su edad y su polla de unos dieciséis centímetros empinada mirando al techo, siempre me sucedía lo mismo, le adoraba y sin yo saberlo estaba enamorado de mi amigo aunque confundía los sentimientos muchas veces.

Me miraba de distinta forma que hace un momento, ahora estaba dominado por el deseo de que mis manos se ocuparan de su verga mientras él me acariciaba y mimaba mi cuerpo con sus manos.

-No esperes más, desnúdate, quítate el pijama y comienza.  –se agarró su polla y comenzó a menearla dándose golpecitos con ella en el abdomen. Dejé de mirar y como si me hubiera dado una orden comencé a quitarme mi chaqueta y pantalón.

Sabía que le gustaba que me exhibiera poniendo poses de chica que a veces veíamos en internet, y que moviera mi culo provocándole y entonces se quedaba absorto mirando mis movimientos, era cuando comenzaba a llorar su polla y salirle el precum con el que se acariciaba el glande.

Comencé a provocarle y ralenticé el quitarme mi ropa jugando con ella, sobre todo con el pantalón retrasando el momento de enseñarle mi culito, de espaldas a él, me incliné y saqué mi culito abriéndolo con mis manos.

Yo no podía verle pero notaba su mirada pendiente de mis movimientos y estaba seguro de que se le caía la baba mirando el espectáculo que le ofrecía. Le escuché suspirar y miré hacía él, sus manos agarraban con fuerza la ropa de la cama, estaba muy excitado y caminé hacía la cama, moviendo mis caderas como había visto y yo fuera una chica. Sabía que lo tenía controlado y que ahora no pensaba en Nadine, que solo quería que llegara hasta él y agarrara su polla con mis manos y se la masturbara hasta que sacara su leche.

Estaba totalmente erecto y con su pene muy rojo, parecía que el glande le iba a reventar de lo hinchado que lo tenía. Sonreía viéndome llegar.

-Olivier, estás guapísimo tan rojo como tu pene.  –me eché a reír y él intentó tapar su verga con sus manos, sus testículos no habían quedado cubiertos por ellas y se les veía tentadoramente ricos y sabrosos.

Cogí sus manos y se las quité para admirar su verga que tanto me gustaba aunque no fuera tan poderosa como las de los hombres de mi madre, me tendí a su lado y pasé mi brazo por su cintura pegando nuestros cuerpos.

Me coloqué de espaldas a él y entonces me abrazó pegando su pecho a mi espalda y su polla picaba en mis nalgas hasta que la colocó en la raja de mis glúteos, podía sentirla caliente entre mis nalgas.

Se arrimó más hasta que sentí su aliento en mi hombro y empezó a besar mi cuello y mi oreja, giré mi cabeza para que hundiera su cara en mi cuello y luego sujetó mi cara y me dio uno de esos besos que me volvían loco, el mejor que me había dado hasta ese momento. Me introdujo su lengua y jugamos con ellas, luchando como siempre hacíamos hasta que las cansábamos y se nos quedaban secas.

Era magnífico como pasaba por mis dientes y mis encías en movimientos acariciadores, habíamos aprendido a besar muy bien de tanto ensayar, disfrutaba con sus besos que ya no me quería dar porque no era una chica como Nadine.

Yo sería una chica para él y le daría todo lo que pudiera entregarle una muchacha. Seguíamos besándonos con deseo y pasión como locos, así le quería tener siempre, entregado a mí y sin que necesitara a otra persona.

Se movía deslizando su verga por mi raja como si me estuviera follando, sentía divino el roce de su polla con mi ano y su calor entre mis nalgas. Arqueé el cuerpo para echar mi culito hacia atrás y tener más roce y que él me disfrutara.

Así estuvimos un rato y solo le escuchaba suspirar y gemir a mi espalda mientras la besaba y lamía. Me dio la vuelta para quedar enfrentados y podernos acariciar y besarnos mejor, tiritaba del placer que sus caricias me proporcionaban y me besaba devorando mi boca y mordiendo mi barbilla.

Comenzó a decirme las palabrotas que los hombres le decían a mi madre, mientras abrazaba mi cintura y mordía mi cuello.

-Menéamela, quiero correrme en tus manos.  –notaba que no podía aguantar más y busqué su verga con mi mano para comenzar a hacer lo que me pedía, resultaban inigualables las emociones que sentía al tocar esa dureza tan suave, que palpitaba como si tuviera vida, tan vigorosa y potente pero de un niño.

Comenzó a gemir muy fuerte mientras le masturbaba y decidí dar un paso más allá, Olivier tenía que ser mío y estaba dispuesto a hacer lo que fuera preciso.

-Quiero comerte tu polla.  –no dijo nada pero sus ojos brillaron de excitación y deseo, vi su aprobación en su mirada, él lo deseaba más que yo.

Me deslicé hasta quedar con mi cara enfrente de su pene y me detuve a mirarlo y a la gota que colgaba de su glande, saqué mi lengua y la acerqué hasta entrar en contacto con la punta de su verga, la tenía totalmente descapullada y pasé mi lengua por ella llevándome la gota de precum que le colgaba.

Tenía una forma parecida a un hogo puntiagudo y cogí la mitad entre mis labios para ir saboreando el precum que le manaba sin cesar, me encantaba y quedaba extasiado por el sabor tan rico que inundaba mis papilas gustativas.

Olivier gemía sin parar.

-Está riquísimo Alan, se siente exquisito.  –gozaba sintiéndole feliz, nunca había mamado una polla, había soñado con hacerlo con mi amigo y me había imaginado muchas veces su verga en mi boca y lo que le haría, siempre que veía en internet una mamada me imaginaba como la realizaría yo y movía mi lengua y boca como si lo estuviera haciendo.

Me esmeraba y esforzaba queriéndolo hacer de la mejor manea posible, no podía resistir la tentación y metí en mi boca su rica y olorosa verga, comencé a hacer mi mejor labor, no era lo mismo la imaginación que la realidad y lo comprobé muy pronto cuando constaté que no me cabía toda ella y no podía mover la lengua como yo quería hacerlo.

Se estremeció cuando la mitad de su polla estuvo al abrigo del calor y la humedad que le brindaba mi boca, me esmeraba en hacerlo lo mejor que sabía y podía, movía mi lengua por todo su contorno y me la metía lo más profundo que podía hasta que me producía arcadas.

Masajeaba sus testículos donde ya brillaban algunos pelos, los sentía pesados y duros y no los apretaba para no causarle daño aunque los hubiera estrujado en mi mano, con la otra acariciaba sus tetillas y bajaba hasta su ombligo y abdomen acariciándole sin parar.

-Mámala como la puta que eres, está muy rico.  –me excitaban sus palabras y me sentía como mi madre, una puta al servicio de su macho, golosa de su verga y entregada a mi labor y entrega.

-Sigue mamando putita, me gusta tu boca como mama, lo haces mejor que tu madre. –atendía sus sugerencias y órdenes, aceleraba mi mamada hasta cansarme y entonces paraba para pasar mi lengua y labios por todo su tallo, desde los huevos hasta el glande de donde quitaba el precum antes de que se precipitara y se perdiera.

También paraba el ritmo para que no se corriera, quería seguir disfrutando de mi primera y rica mamada que empezaba a sentir como una parte de mi mismo ser, de mamador loco por la verga. No quería que se vaciara muy pronto pero me cansaba de mamar a pesar de mi placer y comencé a acelerar las mamadas batiendo su glande en mi boca, golpeándole con la lengua a la vez que absorbía con ansias para sacarle su semen.

De repente le noté temblar violentamente y comenzó a sollozar.

-Me voy, me corro Alan.  –intentó separar mi boca de su polla y no le dejé, continué mamando hasta que me llenó la boca con su leche, chupaba y tragaba como una niña golosa, intentando no dejar que saliera una gota de mi ansiosa boca, era el néctar de mi chico, lo más precioso que me daba.

Alguna vez había probado su leche por curiosidad, lamiendo algunas gotas que dejaba sobre su vientre cuando le masturbaba y se corría, pero como ahora nunca. Era diferente recibir en la boca su simiente calentita, llena de aromas y de dulzor y sabores incomparables.

Después de limpiarle su verga con mis labios y mi lengua me la volví a meter para sacarle todo lo que tuviera, mientras él temblaba al sentir mis labios sobre su sensible glande. Llegué hasta su rostro y me miré en sus ojos.

-Te ha gustado Olivier, lo he hecho bien.  –le miraba como si fuera mi dios y yo estuviera para adorarle y servirle.

-No creo que Nadine lo hiciera mejor, ¿te gusta mamar la verga y beber la leche?  -me miraba con una misteriosa sonrisa en sus labios.

-La tuya sí, me ha encantado su sabor y ya quiero más. Creo que te quiero Olivier.  –me abrazó recargado sobre mi pecho.

-Igual que yo te quiero a ti. Ahora más con el gusto y placer que me das.  –me besaba apasionado mientras su respiración se iba calmando.

-Yo pienso que te amo, quiero ser tu mujercita, tu novia, que no tengas a nadie más, yo haré lo que quieras para darte placer.  –reía halagado por mis palabras.

Me abrazó muy fuerte a él y luego llevó sus manos a mis nalgas y me colocó encima de su cuerpo, masajeaba mi trasero metiendo sus manos en mi raja acariciándola, masajeaba y estrujaba mi culo y colocó un dedo en la entrada de mi ano, comencé a suspirar y a levantar mi culito para permitirle el acceso.

No dejaba de manosearlo mientras yo suspiraba en su hombro.

-Tienes un culito bien lleno, se siente duro y delicioso.

-Quiero lamerte el culito Alan, me dejas que lo haga.  –me puse a temblar de la emoción, no era posible que me estuviera pidiendo comerse mi culo, no lo dudé y me coloqué de rodillas en la cama ofreciéndoselo entero.

-Levántalo bien, me lo voy a comer todo.  –sus palabras me llegaban al alma. Hundí mi cabeza y arqueé la espalda para sacarlo más.

Se situó detrás de mí, se inclinó y abrió mis nalgas, se quedó unos segundos mirando mi ano como si lo estuviera estudiando y luego sopló sobre él, sentí el calor húmero de su aliento y apreté mi culo, le sentía aspirar profundo.

-Huele deliciosamente.  –comenzó a dar lametazos en mi ano y creí desfallecer de placer, y gusto, y gozo.

Gemía y suspiraba tanto que tuve que morder las sábanas para que sus padres no escucharan mis lastimeros suspiros de placer, no dejaba de pasar su lengua por mi anito que se estremecía como si tuviera fiebre.

-¡Qué rico culo!, me encanta su sabor, tenía que habértelo comido antes. Vas a ser mi putita y solo dejarás que te lo coma yo.  –me sentía en el cielo, entre algodones que me acariciaban todo el cuerpo y sobre todo la entrada de mi culo donde su lengua se empeñaba en entrar.

Comenzó a meterme un dedo que al principio me dolió ligeramente, estaba muy húmeda y dilatada la entrada, había tenido su lengua dentro de mí, luego fueron dos y me encogí del dolor que pasó enseguida y quiso meter un tercero y no pudo.

-Tu culito va a ser mío, te voy a follar el culo putita.  –me gustaban todas las guarrerías que salían por sus tiernos labios.

-Seré tu macho y no dejaras que alguien más te la meta, te quiero para mí.  –nunca me había hablado así y se comportaba como un hombrecito posesivo y dominante, mi hombrecito al que estaba seguro amar y no querer como a un hermano.

-Sí, sí, soy tuya y puedes hacerme lo que quieras.  –moví mi culito sacando y metiendo sus dedos sin que él los moviera, era un placer tan explosivo sentir sus dedos en mi recto que creí perder el sentido pero continué moviéndolo como había visto hacer a mi madre con sus hombres.

Sacó sus dedos y sujeto mi cintura abrazándose a ella besando mi espalda.

-Eres muy puta, más que tu madre, sabes cómo ponerme caliente.  –su verga estaba entre mis piernas rozando mis testículos.

-Te la voy a meter, ¿quieres que te dé por el culo?  -golpeaba con su polla en la entrada de mi ano llevándome a un estado de desesperación. Habíamos aprendido mucho en internet y ahora nos decidíamos a ensayarlo.

-Méteme tu polla, lo estoy deseando, folla a tu mujercita.  –Olivier reía cuando escuchaba mis respuestas y ahora me dio una palmada en la nalga que me dolió y solté un ahogado grito.

Llevó su verga a la entrada de mi ano con su mano y trató de meterla sin conseguirlo, se le escurría para arriba hasta golpea con sus testículos en mi culo.

-Relájate putita, no me dejas que te folle, quiero desvirgar tu culito ya.  –volvió a apuntar y dio un golpe fuerte de cadera, su glande entró y me dolió un montón pero no me quejé.

No podía protestar por lo que yo había buscado y quería y me dispuse a aguantar lo que viniera.

-Tienes el culo muy prieto, me encanta tu virgen anito. –gemí y con mis manos separaba mis nalgas para que pudiera entrar mientras el apretaba. Cuando llegó a la mitad aproximadamente paró.

-Está riquísimo aunque me vas a romper la polla si aprietas tanto.  –me relajé suspirando profundamente mientras tiraba mi culo para atrás ofreciéndome todo.

Siguió empujando hasta que estuvo todo él dentro, completamente metido en mi culo que estaba muy estirado por la presión de su verga.

Sudaba mi pobre Olivier del trabajo que había tenido para estar en mi interior, pero al fin lo había conseguido como todo un hombre.

-¿Me sientes? Estas muy caliente.  –me dolía un poco pero todo soportable.

-Sí, claro que te noto dentro, me has roto el culo pero estoy a gusto, párate un momento por favor quiero acostumbrarme.

Tiró de mi cabello para que levantara mis hombros de la cama y le ofrecía mi boca, la besó con ansia y sentía como su polla palpitada en mi recién desvirgado ano. Se lo había entregado a mi hermano, a mi amor a mi hombre que había tomado posesión de mí.

Me besaba sin abandonar un milímetro su posesión y me tenía clavado por completo en su verga. Moví mi trasero en círculos y se sentía resbalar su polla un poco, comenzó a gustarme tener el culo taponado por un tapón tan maravilloso y vivo.

-Dame por el culo despacio.  –se separó de mi espalda y comenzó a entrar y salir de mi, a bombear sin descanso pero suave. Resultaba delicioso, excitante y placentero, pasaron minutos así, él resistía no estaba tan excitado al haberse corrido abundantemente cuando se la mamé.

-Dame más duro, quiero sentirla más fuerte.  –se sujetó en mi cintura y tiraba de mi con fuerza entrando hasta estrellar sus huevos contra los míos, me sentía dichoso y en la gloría poseído y perteneciéndole. Los golpes de nuestros cuerpos comenzaron a sonar escandalosos cuando estrellaba su cuerpo contra el mío y al chocar con violencia.

Se nos había olvidado que a unos metros estaban sus padres, no nos preocupaba en esos momentos, solo pensábamos en follar y ser follado, entregados a nuestro placer que nos superaba, ¡qué importaba el mundo en esos momentos de placer y entrega total de la mujer al hombre, de la hembra al macho!, solo pensaba que disfrutara de mi cuerpo que a partir de ahora sería suyo.

Jadeábamos y gemíamos al compás de sus embestidas hasta que comencé a ir a su encuentro porque quería que me la metiera más.

Me follaba sin parar mucho tiempo aunque parecían segundos, vigorosamente como yo le había pedido, a veces sin sujetarse de mí, tendido sobre mi espalda acariciando mis tetillas y pasando sus manos por mis costados.

Llegaba hasta mi cuello para besarme y murmuraba en mi oído.

-Eres mi mujercita y mi puta, te voy a dar la verga que necesitas y llenarte de mi leche.  -me gustaba, sí, me encantaba que me tratara como si fuera suyo y que lo hiciera como si yo fuera una chica sometida a él.

No pudo más y temblando se clavo en mi culo y comenzó a vaciarse dentro de mi recto, notaba como se iba vaciando y dejando su preciosa semilla en mi culo, llenándome de él, de su elixir de vida, los chorros de su leche salían de mi culo cuando él entraba con su verga desplazando lo que contenía mi recto.

Cuando creyó que se había dejado toda su carga en mi interior me abrazó llevando su mano a mi verga, la movió un par de veces y me vacié sobre la cama.

Me sentía maravillado por las sensaciones que tenia y me hacían encoger la espalda como una yegua al ser domada queriendo tirar a su jinete. Se dejó caer sobre mi espalda mientras me daba besitos tiernos y pasaba su lengua por ella.

Su pene se fue ablandando y saliendo de mi culo a la vez que su esperma resbalaba por mis muslos, entonces recordé que sus padres podían habernos escuchado, estábamos sudando pero un frío sudor me cubrió pensando en las consecuencias que nuestro acto nos pudiera reportar.

-Hemos dejado tu cama perdida de sudor y semen, vamos a ducharnos en un momento.

Cuando terminamos de ducharnos salimos del baño, cambiamos las sábanas, no sé cómo le íbamos a explicar a su mamá el motivo, nos metimos en la cama y me abracé a él.

-Seguramente tus padres nos han escuchado, ¿Cómo lo vamos a explicar?  -me besó en la boca para callarme.

-Mis padres nos adoran a los dos, ¿qué van a decir por nuestros juegos?, todos los jóvenes exploran para aprender, no pasara nada, ya lo verás.  –me tranquilicé y me quede dormido entre sus brazos.

Cuando despertamos al día siguiente su mamá estaba de pié delante de la cama con las sábanas sucias en sus manos, nos miraba detenidamente, me di cuenta de que estábamos desnudos ante ella, con nuestras pollas tiesas queriendo ir al baño para vaciar las vejigas.

Nos mirábamos en silencio hasta que Olivier soltó una risita.

-Mamá nos miras como si fuéramos fantasmas.  –no sonrió para nada, se volvió y al salir de la habitación.

-El colegio y el desayuno os esperan, ya tendremos tiempo para hablar de lo ocurrido esta noche.  –hablaba muy tranquila, pero se la veía preocupada y no sonreía como siempre hacía.]

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