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Diario de una adolescente I

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Ya sabes lo que toca ahora.

Vale.- me contesto tímidamente.

Cerramos la puerta de, baño y empezó tócame los pechos. Tenía desde siempre la costumbre  de no utilizar sujetador, me encantaba la sensación de libertad en los pechos, de hecho desde que me desarrollé no los usaba. Por ello, a marta le fue fácil sobarme las tetas.

Marta era una chica de mi clase bastante mona, tenía el pelo negro azabache y la melena la llevaba bastante larga que solía llevar en una coleta, tenía el pecho en su justa medida aunque si nos ponemos puntillosos un poco pequeños, suelo preferir las tetas de la 95D y ella gastaba la 90. Lo bueno es que en constante con su cintura y su culo quedaba bastante proporcionada ya que era estrecha de cintura y culo.

Me encantaba el tacto de sus manos a través de la tela de la camisa blanca del uniforme... No tardaron en ponerse mis pezones duros nada de tiempo mientras me tocaba a través de la camisa. Se notaba muchísimo que estaba cachonda, de hecho, esas era otra de las ventajas de ir sin sujetador, cuando me ponía cachonda siempre se me notaba y conseguía que alguien me aliviase en el colegio y además me gustaba rozar con las tetas a los chicos del colegio para ponerlos cachondos.

Me apoyé sobre la pared del baño y me deje hacer. Me estaba dando mordiscos en el cuello mientras me sobaba las tetas. Empezó a pellizcarme los pezones como a mi ma gustaba, a través de la camisa me los pellizcaba fuerte mientas tiraba hacia arriba y abajo para bambolearme las tetas. No le falto un segundo para desabrocharme la camisa y empezar a lamérmelos, se paraba largo rato en cada uno, succionaba y mordía cada uno, mientras me sujetaba las tetas por abajo.

Mientras tanto, le metí la mano entre las piernas, y noté su coñito depilado a la perfección tal y como le había ordenado no tenía ni un pelo, además estaba muy mojada.

- Muy bien pequeña, está como a mi me gusta. - con la otra mano le tire de la coleta para que dejase de comerme el pezón y levantase la cabeza. - Muy bien, mi pequeña zorrita, así sin bragas me gustas mas. Seguro que te gusta pensar que te voy a dejar correrte en cualquier momento.- asintió con la cabeza.

Le bese en la boca mientras metía un dedo en su empapada vagina, y tal y cómo yo me había enseñado no paro de sobarme las tetas mientras le metía el dedo en el mojado coño y la lengua en su húmeda boca. Gimió muy bajo, dejé de besarla y mientras hacía círculos con el dedo de dentro de su empapado coño le dije:

- Si eres buena, lo mismo hasta dejo que te corras. Ella asintió de nuevo, mientras le sacaba el dedo del coño. -Cómemelo y si quieres correrte más te vale que yo me quede agusto con el orgasmo.

Rápidamente abrió las piernas y se agachó y me miró desde abajo. En esa postura con la falda a cuadros del uniforme le podía ver su brillante coño. Me encantan cuando me miran así desde abajo con ganas de darme placer a mi antes que a sí mismas. Me subió la falda  ya que yo como ella tampoco llevaba ropa interior y empezó a chuparme por fuera del coño sin llegar al clìtoris, su lengua es muy suave y mojada. Qué me mordiesen los labios exteriores era algo que me encantaba, y ella ya lo sabia, me metió dos dedos dentro, y empezó a pasar en círculos la lengua por el clítoris mientras movía los dedos de dentro de mi coño. Empece a gemir cada vez más alto, subí un pie al retrete para ayudarla a entrar mejor mientras me daba pequeños golpecitos con la lengua en el clìtoris y yo subía y bajaba para follarme sus dedos.

Activé el consolador con mando a distancia que desde que nos acostábamos la obligaba a llevar y que yo guardaba en el bolsillo de mi falda. Noté como mientras yo subía y bajaba para darme placer, ella abría más las piernas y me comía el coño con más fuerza. Me corrí en cuestión de segundos mientras gritaba de placer.

Le tiré de la coleta para que se pusiese a mi altura, ella seguía gimiendo porque sólo le había puesto el consolador al uno. Comencé a lamerle la boca, lo subí al nivel máximo y le pellizqué un pezón.

No paraba de gemir y a susurrar que si se podía correr mientras restregaba su coño contra mi pierna.

- Venga anda, correte que sino vas a estar todo el día zorreando.

Acto seguido empezó a gritar mientras se corría y me daba las gracias.

- ¡¿Quién anda ahí?!- dijo la Señorita Carla.- ¡Salid ahora mismo del baño!- gritó.

Marta y yo nos miramos, le sonreí tranquilizándola y salimos.

- ¡Pero...!- se quedó sin palabras. Miré a Marta y vi que tenía toda la cara roja de haberme estado comiendo el coño, además de mojada de mis fluidos, la miré más abajo y vi que le caía un reguero entre las piernas de los suyos que prácticamente le llegaba a los calcetines.

Yo llevaba toda la camisa abierta y se me veían los pechos con los pezones muy erectos, me notaba la vagina toda hinchada y húmeda del orgasmo, y me estaba mojando cada vez más. Me había puesto cachonda.

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