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Diario de una adolescente II

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- ¡¿Quién anda ahí?!- dijo la Señorita Carla.- ¡Salid ahora mismo del baño!- gritó.

Marta y yo nos miramos, le sonreí tranquilizándola y salimos. 

- ¡Pero...!- se quedó sin palabras. Miré a Marta y vi que tenía toda la cara roja de haberme estado comiendo el coño, además de mojada de mis fluidos, la miré más abajo y vi que le caía un reguero entre las piernas de los suyos que prácticamente le llegaba a los calcetines. 

Yo llevaba toda la camisa abierta y se me veían los pechos con los pezones muy erectos, me notaba la vagina toda hinchada y húmeda del orgasmo, y me estaba mojando cada vez más. Me había puesto cachonda.

Tengo que decir que la Señorita Carla era una de mis profesoras preferidas, lucía una media melena castaña con matices rubios junto con sus ojos azul resplandecientes y sus labios carnosos Era un poco culona pero lo tenía perfectamente puesto y un pecho enorme, que incluso con sujetador se le movía graciosamente al andar. Además era bastante joven, no llegarían los 30.

Marta, la Señorita Carla y yo cruzamos el umbral del despacho de la jefa de estudios, previo al despacho del director. La Señorita Carla nos dijo que nos sentásemos en las sillas de la puerta y así lo hicimos, mientras ellas entraba a hablar con el director del colegio.

 La maestra nos había dado tiempo de limpiarnos un poco, pero yo me notaba cada vez más mojada, no podía evitarlo. Miré a Marta que tenía cara de circunstancia y se encontraba al borde de las lagrimas y me acordé del consolador que aun llevaba metido y del mando a distancia. Disimuladamente metí la mano en el bolsillo de mi falda y lo puse en la posición 1. Ella pego un pequeño respingo y me miró con cara de asombro desde la silla de al lado. 

Es que has sido muy buena. - le dije, y ella me contestó con una sonrisa a la vez que abría levemente las piernas y dejaba caer un poco la boca con un suspiro. La Señorita Carla salió del despacho y nos dijo que teníamos que esperar allí a que viniesen nuestros padres. Marta se echó inmediatamente a llorar. La señorita Carla se sentó junto a nosotras a vigilarnos mientras Marta lloraba desconsoladamente. Volví a meter la mano en el bolsillo y pulse el 2, ahora lloraba y gemía a la vez. Fue dejando de llorar, aunque seguía gimoteando y entonces pulse el máximo a la vez que le pegaba un codazo para que dejase de hacer ruido. 

Notaba como se revolvía, como tenía ganas de correrse pero aún no le había dado permiso a mi pequeña. Que alguien esté a tu disposición las 24 horas del día es algo que no tiene precio, la sensación de poder sobre una persona es algo que me excita soberanamente. 

- Ahora.- Le susurré. Entonces empezó a revolverse en la silla.

- Pero...- Vi perfectamente como la Señorita Carla se daba cuenta de lo que estaba sucediendo y para mi sorpresa dejo caer su mano encima del muslo de Marta, era evidente que se esta excitando. Yo puse la mano en su otro muslo. Y entre las dos la arropamos mientras comenzaba el orgasmo. 

En ese instante aparecieron sus padres, seguido del mío. Tanto la Señorita Carla como yo quitamos las manos de encima de Marta, pero su orgasmo no paró. Creo que eso era una de las cosas que más me gustaban de ella, daba igual lo que sucediese, seguía mis ordenes. 

Tanto sus padres como el mío se quedaron en el umbral de la puerta, los de ella con cara de estupefacción. 

- No digas nada, todo se arreglará.- Asintió con la cabeza

- ¡Marta!.- exclamó su madre.- ¿estas bien? ¿Qué ha sucedido? 

La Señorita Carla se puso en pié, estaba claramente excitada. 

- Buenas tardes, señores esperen un momento que voy a avisar al director de que está aquí. - entró en el despacho del director y salió a los pocos segundos.- pueden pasar. 

Tanto Marta como sus padres entraron en el despacho junto a la Señorita Carla. Ya solos, mi padre me miró desde arriba con cara muy serio. 

- ¿Qué has hecho ahora?.- tenía la mirada fría.

No conteste, simplemente me encogí de hombros. Esperamos un rato a que saliesen del despacho los padres de Marta iban muy enfadados porque ella no cooperaba, solo decía "yo no he hecho nada".

Entramos en el despacho y nos sentamos al otro lado de la mesa del director. Esperé mientras me relataban los "cargos" de los que me acusaban. Mi padre se iba cabreando por momento. Me iba a castigar seguro. 

Por alguna extraña razón la Señorita Carla no estaba presente. 

- ¿Es eso cierto? - me miró a los ojos y no pude mentirle. Asentí con la cabeza. 

Me agarro rápidamente del pelo y me puso la cabeza sobre la mesa del director (que estaba con los ojos como platos) dejando mi culo en pompa. 

- Bueno, tampoco hay que perder los papeles... - dijo mientras le echaba un vistazo a mi escote, ya que s e podían apreciar mis grandes tetas sobre la meta estrujadas. Eso fue lo que llamó la atención de mi padre.

- Es que si no pierdo los papeles y la castigamos, no aprende, y ella es muy puta. Director, coja la regla que tiene encima de la mesa. 

El pobre hombre no daba crédito a lo que escuchaba, pero aún así la cogió. Mi padre aprovechó para subirme la falda y dejar al descubierto mi culo y mi chorreante coño. 

- Encima está cachonda. Pues que sepas que no te vas a correr. - dirigiéndose al director le dijo - dele, y que sea fuerte. 

El cabrón no se lo pensó dos veces, me dio con la regla de lleno en el culo y parte en el coño. 

- Que sean 18 veces, los años que tiene, y 2 más por las veces que ha repetido. Y tu ve contando. 

- Uno.- ¡plas!

- Dos.- ¡plas!

Tras quitarme la camisa y dejarme con la falda solo a la altura de la cintura, mi padre se sentó a mirar mientras recibía el "castigo". El bulto entre las piernas del director era evidente. 

Terminó de darme con la regla y yo estaba empapada, mi padre y el director estaban los dos empalmados a más no poder. 

- Ahora, metérsela, pero que no se corra.- aclaró.

El director se saco la polla de entre los pantalones y lo miré de refilón, aunque era pequeña era gorda. En seguida me di cuenta de que aunque quisiese, no iba a tener un orgasmo. Con ese tipo de penes necesitaba tocarme o tener otro igual en el culo, pero dado que me estaban castigando veía poco probable que me dejase hacerlo.

Me la metió de un tirón mientras gemía, mi padre se saco la suya y empezó a pajearse, le encantaba castigarme, había veces que mientras veía la tele me ponía sobre sus rodillas para poder darme cachetes en el culo. 

El director no follaba nada bien, pero yo estaba tan húmeda que algo de gusto sí que me daba. Terminó en 10 minutos, y se quedó jadeando encima mía. Yo seguía a mil por hora porque seguía sin correrme. Se retiró y se guardo la polla en los pantalones. 

- Bueno.- dijo el director carraspeando.- Hablemos de la expulsión de su hija.

- ¿Qué expulsión?.- se puso serio de nuevo.- Acabamos de castigarla, y creo que ha sido muy placentero para usted. 

El director se quedó boquiabierto. Mi padre sin perder la calma, sacó su teléfono móvil de última generación, busco algo en la memoria del teléfono y continuó. 

- Tengo un video de usted violando a mi hija.- dijo tranquilamente mientras el director abría la boca de par en par.- así que vamos a hacer un trato. Yo guardo este video en la memoria sin enseñárselo a nadie, y usted las castiga por haberlas pillado fumando en el baño, sólo un día de expulsión. ¿Estamos de acuerdo?

- Si. - dijo mientras asentía con la cabeza.- Vale. 

- Estupendo, en tal caso haga el parte de las niñas y llame a los padres de Marta para comunicárselo, recuerde que mañana no vienen. 

Se levantó y me miró para que le siguiese. No mediamos palabra de camino al coche ni en el trayecto a casa. 

Entramos en casa y mi perrita Nana vino a saludarme, me olisqueó debajo de la falda. 

- Quieta- le dijo mi padre.- Nada de juegos en dos días, y por supuesto como se corra, os castigaré a las dos, y como sabéis no os recomiendo desobedecerme, ni tú Nana ni a tú Elisa. 

Las dos asentimos con la cabeza. 

 

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