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Mi primera vez con una trans

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Aunque soy heterosexual, siempre había querido estar con una trans. Ha sido mi fantasía desde que recuerdo. Sin embargo, no conocía a ninguna, no sabía donde buscarla y si me encontraba con una probablemente no podría vencer mi timidez. Pero por fin llegó mi día de suerte. Volvía a casa, y hacía un calor terrible. En la puerta del portal me encontré, para mi sorpresa, a una mujer enorme, de al menos 1,90 de altura. Pelo negro azabache y piel morena. Un tatuaje en el brazo. Cuerpo musculoso y macizo. Un culo redondo y enorme, unos pechos firmes y duros y dos piernas como columnas que desembocaban en unas sandalias de tacón de al menos una talla 44. Llevaba gafas oscuras, una camiseta ajustada y un pareo atado que dejaba ver su figura con todo detalle. Sus grandes manos y pies, su cuerpo y su cara dejaban claro que era una transexual, que antes había tenido cuerpo de hombre pero se había convertido en una amazona como las qie habitaban en mis más lujuriosas fantasías. 

Mi impresión fue tal que me quede sin habla, y la observé durante unos segundos que me parecieron años. El corazón me latía con fuerza y no era capaz de articular palabra. Se quito las gafas, me miró y, mientras extendia la mano hacia mí, dijo:

- Hola, guapo. Me llamo Leslie, me acabo de mudar. ¿No funciona el ascensor, podrías ayudarme a subir estas maletas?

- Con gran dificultad y una voz ridícula pude articular "Claro" y "Con mucho gusto" mientras estrechaba una mano casi el doble de grande que la mía.

Cogí una de las maletas y hablamos un poco subiendo la escalera.

Al llegar, yo ya estaba pensando en despedirme y bajar corriendo a mi casa a desfogarme como pudiera, cuando dijo que por favor pasara a tomar un refresco, que no podía dejarme ir así con ese calor. 

Entré en su casa y me pidió que me acomodara, me sirvió un refresco y me dijo que iba a refrescarse un momento.

Al poco rato, oí que volvía y cuando miré estaba apoyada en la puerta, llevandonsólo puesto las sandalias de tacón, un tanga y un sujetador. Al ver mi cara, se empezó a reir con una carcajada masculina. Yo no sabía como reaccionar,y entonces dijo: 

- Si quieres el agradecimiento completo y no sólo el refresco, vas a tener que venir aquí. No te morderé, por lo menos al principio. Y se metió en la habitación. 

Cuando entré en la nueva estancia, estaba sentada en la cama, con los pies en el suelo, las piernas abiertas y las manos apoyadas en el colchón. 

-¿No hace mucho calor para estar tan vestido? ¿Por qué no te desnudas para mí?

A estas alturas yo me sentía fuera de mi cuerpo, reaccionaba de manera automática, y de una manera muy torpe me desvestí. Dejé al descubierto mi cuerpo fofo y rellenito y a la vista mi severa erección en mi pene de tamaño medio.

Ella me miró y se pasó la lengua por los labios. No sé como no me corrí en ese instante. Me hizo un gesto para que me acercara con una mano, y sin pensarlo, me puse a cuatro patas, agarré uno de sus pies y le quité la sandalia. Comencé a besárselos, primero suavemente, luego a dar lametones y meterme en la boca sus dedos. Me empujó suavemente para que siguiera subiendo por sus robustas piernas y llegué a su tanga. Era la primera vez que mi cara estaba tan cerca de una polla, aunque estuviera cubierta por la tela. Empecé a besar el bulto, y a darle lametones. Ella deslizó el hilo del tanga y sacó su miembro, que flaccido ya era mucho más grande que el mío. Notar como crecía en mi boca casi hace que me desmaye. Después de chuparlo un buen rato, sus fuertes manos me agarraron y, sin apenas esfuerzo, me subió a su regazo, poniendo sus labios en los míos y metiendo su lengua hasta mi garganta. Mientras, me agarraba las nalgas con las manos, manteniendome a un centímetro de su pene erecto, del que notaba el calor en mi ano. Poco a poco fue bajándome y me penetró de manera suave, aunque dolorosa, pero tremendamente excitante. Tardé un poco en acostumbrarme, pues estaba perdiendo mi virginidad, pero cada vez me encontraba más agusto y comencé a mover mi culo arriba y abajo. En un momento noté como me invadía el interior un líquido caliente y abundante. Estaba tan excitado que estaba mareado y gimiendo y gritando. 

Me apartó, se dió la vuelta sobre el colchón, me mostró su culo y me dijo que me tocaba. Sólo con acercarme me corrí sobre su culo y su espalda, expulsando una cantidad inusitada. Se rió sonoramente, se dió la vuelta y se recostó. Me hizo un gesto para que me tumbara con ella, me envolvió con su fuerte brazo y hablamos y nos fumamos un cigarro. Me vestí, nos despedimos y me fuí a casa. 

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