Nuevos relatos publicados: 7

16.2 Encuentro de Nico y Evans

  • 24
  • 14.072
  • 9,65 (34 Val.)
  • 0

Sábado

Son las once de la mañana, nos miramos con fijeza, retiro el cabello de su cara con mi mano izquierda y no evito la tentación de besar su cara negra por su barba que me raspa los labios.

-Tendremos que levantarnos e irnos preparando, los del servicio de habitaciones estarán esperando para prepararla.  –me acerco de nuevo y beso su nariz exenta de pelos, encuentro algún lugar donde no los tiene.

-No hemos dicho ni una palabra de lo que teníamos que decirnos, ¿o no hace falta?  –me mira y sonríe, sus blancos dientes, envueltos por el rojo de sus labios me tientan. Me quedo absorto, mirándole, retratándole en mi mente.

-Creo que hemos hablado mucho esta noche.  –sonrío  acariciando los pelos de su pecho y me coloco mirando al techo con las manos en mi nuca, observando a la nada, ensoñadoramente disfrutando del momento y los recuerdos recientes.

-No nos hemos dicho tantas cosas.  –prosigo.  –Pero las hemos expresado con nuestros cuerpos y deseos, te necesito, quiero estar a tu lado y muchas cosas más. ¿Y tú?

-Más o menos lo mismo.  –continúa envolviéndome en su mirada y sus labios siguen tentadores, ahora más al humedecerlos su lengua, a veces tiene unos gestos que me enervan.

-Entonces lo importante ya está dicho, lo demás puede esperar.  -y como sus labios siguen siendo una tentación irresistible, tan rojos, tan brillantes y tan tibios, los aplasto con los míos.

Esperamos en el estudio la llegada de mi madre después de ducharnos e ir paseando desde el hotel.

-O sea, ¿que aquí  vas a permanecer un año?  -señala el entorno del estudio.

-A no ser que me echen de la empresa en este tiempo, así será.  –toma asiento en el sofá, yo permanezco de pie al lado de la mesa de la cocina.

-Me gusta, es pequeño pero céntrico, está a dos calles del núcleo central y alejado a la vez, con ese patio particular que tenéis, sin ruidos y todo nuevo. Como si vivieras apartado del mundo estando en el centro de la ciudad.

-Ven siéntate a mi lado. -palmea el sofá con su mano donde quiere que me siente, me abraza y apoyo mi cabeza en su pecho, unos minutos solamente,  mi madre está abriendo la puerta  y nos encuentra abrazados y sonríe, creo que de alegre gozo.

El camino resulta corto hasta Béthune, dejamos estacionado el coche al lado del parking del hotel y nos acercamos a la plaza del centro, no queremos ir al hotel  hasta que Evans esté preparado. Enseñamos las calles centrales a Nicolás y queda encantado, resulta como una Lille liliputiense. Evans nos espera en el bar, está tomando algo en la barra y hablando con el barman, nos mira un poco cohibido y abraza a mi madre, luego me tiende su mano, la evito y abro mis brazos. Me da las gracias y me envuelve ente los suyos.

Les presento y aprietan sus manos en un cálido saludo, Evans parece intimidado y está nervioso ante la presencia de mi chico, nos pregunta por lo que deseamos tomar, pido un refresco de naranja, Nico solicita un vino blanco que deja a su elección y mi madre declina la invitación.

Evans es ligeramente más bajo de Nico, como de mi estatura pero más cuadrado. Está muy guapo con su rebelde pelo caído sobre la frente que tiene que retirar a menudo, me hubiera gustado alborotárselo como otras veces pero no le quiero violentar más de lo que ya está, ha cambiado de peinado y ahora parece más clásico. Quizá lo que menos me guste de él, es que su nariz es muy fina y afilada terminando en un corte recto, como si le hubieran cortado la punta con una cuchilla, pero para nada le hace feo.

Para iniciar la conversación le pregunto por Alan y Lorian, éste ha quedado satisfecho del trabajo para el que le llamaron, ahora tendrá que esperar a que guste a los clientes de la agencia para que soliciten su presencia en anuncios de publicidad,  la agencia misma irá llamándole cuando precise su participación. Nos encaminamos al restaurante que está cerca, ya habíamos estado alguna vez mi madre y yo.

Hablamos de banalidades, de política, Evans ha escogido la comida para todos.

-Me ha dicho Daniel que tienes intención de montar algún día un restaurante en España.   – Nico se dirige a mi amigo y levanto mi mirada del plato mirándole asombrado, me está sonriendo y lanzando mensajes que no entiendo con su mirada.

-He hablado con una persona que puede orientarte y ayudarte en lo que deseas, me habló de que antes de que tomaras una decisión debías conocer el sector en España, trabajar en él y estar un tiempo cocinando y aprendiendo.

Evans le da las gracias emocionado, voy traduciendo a mi madre parte de lo que hablan. Lo cierto es que Evans no tiene las ideas muy claras, ni tiene adoptada una decisión concreta, lo que dijo en su día era la manifestación de un sueño.

-En todo caso, esta persona puede darte trabajo en algún restaurante, nunca está mal acompañar al local con el nombre de un cocinero francés.  –indica Nico sonriendo.

Les miro comer y pongo a mi madre al corriente de la charla, Nico no me había comentado que ya había realizado gestiones sobre este tema. Hablan mucho y yo intervengo poco. De vez en cuando Nico me hace gestos, señalando mi plato para que coma. Está sentado enfrente de mí, si  le hubiera tenido a uno de mis costados su pie estaría sufriendo con mis pisotones.

Evans quiere pagar la cuenta y mi madre se opone, estaría bueno, es ella la promotora de la comida y va a resultar la invitada, ni hablar, buena es ella para admitirlo. Cuando salimos del restaurante me emparejo un momento con Nico.

-No me habías dicho nada sobre lo del restaurante y el trabajo de Evans.  –pasó su brazo por mis hombros para apretarlos levemente y se agachó para decirme quedo.

-Era una sorpresa, ¿no te ha parecido bien?

-¿Y cómo va a parecerme mal? Fui yo el que te lo pidió.

-Por eso, quería que fuera una sorpresa, para ti.

-Gracias Nicolás, te lo agradezco muchísimo, lo pronto que te has preocupado de buscar algo.   –descendió su brazo y cogió mi mano.

-Si no ha sido nada, hablar con un par de personas y mi padre. No tiene la menor importancia.    –esperamos a mi madre y Evans, van en silencio por el problema del idioma. Nico y Evans se emparejan, van hablado como si fueran viejos amigos y Nico alguna vez, para remarcar lo que dice o hacerse entender, le sujeta del brazo, parecen conocerse de siempre.

Estamos un rato en un café y después de un largo tiempo de charla vamos a buscar el coche, nos ofrecemos para llevarle hasta su casa pero dice que se va a quedar en el hotel,  tiene que hablar con un compañero o desea dejarnos. La despedida es emotiva entre mi madre y Evans, yo aprieto su brazo mientras se abrazan y voy a entrar en el coche, sin pensarlo me vuelvo y me abrazo a él besando ligeramente sus labios, y entonces sí, me meto en el coche, si continúo delante de ellos voy a llorar, Nico y él se estrechan la mano hablando en ese momento de cuándo volverán a verse y ríen para diluir la tensión. Le digo adiós con la mano. Dejamos a un amigo que espero lo sea para siempre, lo mejor que me pasado desde mi llegada a Francia.

Dejamos a mi madre en el estudio, tiene que preparar su maleta, no tiene muchas cosas que recoger pero quiere dejarlo  todo limpio y preparado, creo más bien que desea dejarnos para que estemos solos.

Nos despedimos de ella, iremos a recogerla a las nueve de la mañana, a las 12 parte su vuelo de Bruselas y el viaje hasta allí nos llevará más de una hora.

Llevamos el coche hasta el hotel para mañana recoger el equipaje y llevarlo al estudio. El paseo posterior hasta llegar a la Gran Plaza resulta tranquilo y continuamos paseando dando vueltas y agarrados de la mano. Antes de volver al hotel, en un bar lleno de personas jóvenes, pedimos un sándwich vegetal simple para mí y Nico pide un par de ellos de varios pisos, para beber tomo té y Nico cerveza. Volvemos pronto al hotel.  Al entrar en la habitación le cojo de la mano, le llevo ante la cama y le empujo para que caiga sobre ella, entre risas me desplomo encima de él, sus piernas cuelgan en el lateral.

Le beso y muerdo su barbilla, sabe a sándwich, sabe delicioso y su aliento está igual de suculento.

-Podías haberme dicho que habías hablado ya sobre lo que te pedí para Evans.

-Era un regalo sorpresa.  –sonríe y beso sus labios.

-Te pusiste a trabajar enseguida para tener algo que ofrecerle, te adoro Nico, me mimas demasiado.

-Las cosas es mejor hacerlas antes de que envejezcan y no recuerdes lo que tienes pendiente.  –intenta quitarse méritos pero sé que es una maravilla de hombre, no sabe lo que hacer para tenerme contento.

-Te voy a quitar los zapatos para que puedas tenderte.  –bajo de encima de él y hago lo que he dicho, luego levanto sus piernas para empujarle al centro de la cama. Me tiendo a su lado, acaricio su cara que ya raspa con su barba las yemas de mis dedos.

-Mírame Nico.  –cuando se gira hacia mí fija su vista en mis ojos y habla en susurros.

- Daniel, te quiero muchísimo, te amo.   –no atiendo su información y le pregunto.

-¿Tú crees que soy una buena persona?   -me sonríe  con una gran sonrisa y hace gestos con la cabeza asintiendo.

-Sí, se eres una buena persona, todos tus amigos lo dicen, o lo piensan. Para mí eres la mejor.  -quedo pensativo unos segundos.

-No lo sé y no estoy muy seguro de ello. El domingo pasado estaba enfadado, molesto conmigo mismo y tú fuiste el que recibiste mi enfado.

-Calla, fui violento contigo, yo fui el culpable y además no debí haber venido.  –deposita varios besos en mi frente.

-¡Shisss!, mantente en silencio y escúchame.   –coloqué mi dedo índice en su labios.

 -Hace unas semanas comencé a cartearme por mail con un chico, hablando de relatos eróticos que él también escribe, comienza a hacerlo ahora y todas esas cosas.

-No sé lo que pudo suceder, a él le encantaba lo que yo le escribía y a mí me ocurría lo mismo. El agrado iba aumentando a un ritmo terriblemente rápido y muy intenso, a un nivel que temí que sucediera lo peor.

-Al cabo de unos días le pregunté si se estaba enamorando de mí. Lo que sospechaba se materializó en ese momento y me dijo que si que ya lo estaba.

-Lo cierto es que en ese mismo instante debía haber finalizado lo que no tuve que haber permitido que comenzara, pero me encantaba hablar con él, por muchos motivos y me halagaba sentirme querido sin que me conociera.

-Me decidí a dejar las cosas claras. Lo hablamos muy someramente y le indiqué que debíamos bajar la intensidad de nuestros correos. No llegué a dar el paso definitivo y estaba pasándolo mal, no por mí, por él. Es un chico de veinte años, un niño, y no lo supe o quise ver. Me halagaba todo lo que me decía y como me veía en su imaginación, como un príncipe azul.

-Ese domingo había decidido finalizar todo, pero tenía miedo, vergüenza y arrepentimiento por todo el mal que le estaba haciendo a él, a ti también y llegaste tú en el mejor momento, por ese motivo no quería que vinieras, necesitaba estar tranquilo y arreglar o que ya no tenía solución.

Guardé silencio en ese momento y me abracé a él ocultado mi cara en su cuello, esperaba que me abrazara, pasó su brazo por mi cintura sin apretarlo y allí lo dejó quieto.

-¿Y qué habéis hecho?, ¿tú que has decidido?  -su voz suena cariñosa y comprensiva.

-Le escribí una extensa carta, está en mi correo, si lo deseas puedes leerla, realmente todo está archivado y a tu disposición, desde el primer mail hasta las muchas decenas que hubo, quizá, o seguro que así será, habrá cosas que no te agraden. Le pedía perdón,  le hablaba de la imposibilidad de seguir manteniendo nuestra correspondencia y le pedía que no me volviera a escribirme.

-Volvió a escribirme, una carta conmovedora, corta, aceptando mi decisión y que la acataría porque yo se lo pedía.

Nico  continuó en silencio y pasó su mano con suavidad por mi espalda.

-Bueno, ya lo sabes todo más o menos. Ese domingo estaba, me sentía realmente mal, mi conciencia me decía que te traicionaba a ti y de alguna forma también a ese chico, tuve que cortar todo eso antes.

-¿Le llegaste a querer, a sentir algo por él?  -no cesa de pasar su mano por mi espalda, sin apretarme contra él, como si jugara con sus dedos.

-Sí, ¿cómo no lo iba a sentir?, continúo queriéndole y doliéndome lo que le he hecho y pensando en cómo lo estará pasando de mal.

-Pero tú quieres a mucha gente, a todos tus numerosos amigos. Eres así y no sé si podrás cambiar.

-¿Y tú qué opinas de todo esto?   -me separa de él para mirarme a los ojos.

-Mira Daniel, ahora mismo no opino nada, ni quiero pensarlo de momento, lo iré meditando, pero yo sé que tú eres así, lo he sabido desde poco  tiempo después de conocerte.   –se calla, querría besarle y parar el ligero temblor de sus labios. Habla y sus ojos se ven velados y arrastra humedad cálida en su aliento, como si tuviera una caldera a punto de reventar dentro de su pecho.

-Pero no pasa nada, yo te sigo queriendo, en realidad no ha sucedido nada, ven aquí.  –ahora sí que siento su abrazo, fuerte y tierno a la vez, besando mi cabello y mi frente.

-¿Y sabes una cosa? Aunque a veces me matas, quiero que sigas siendo así, como eres. Esos correos son tuyos y puedes hacer con ellos lo que quieras, no necesito leer nada de ellos.  –ya no puedo aguantar sin llorar, me consuela en silencio y resulta un bálsamo delicioso, a pesar de que me sigue doliendo el mal causado.

Acariciado por sus manos me voy quedando dormido, el cansancio de la noche pasada me ha vencido, cuando abro los ojos la luz continua encendida, Nico me ha quitado la ropa sin yo notarlo y estoy envuelto en sus brazos, al calor y al abrigo de su pecho, su mirada está fija en mi embelesada.

-Aún continuas despierto.  –ronroneo como un gatito de lo a gusto que estoy y beso el vello de su pecho.

-¿Me estas vigilando?  -me aprieto contra él y escondo mi cara en su pecho, mi mano se mete en su axila y el la aprieta guardándola entre sus pelos.

-¡ Nico!, te quiero.  –beso mimoso su boca y me acerco a su oído.

-Me gustaría comerte el culo y follarte.  –me pongo un poco nervioso y me sonrojo, me parece violento  tener que pedírselo de esta forma.  Esperaba su aprobación pero no de esta manera, me sube encima de él y me estrecha sobre su pecho.

-¡Joder, joder! Daniel, esperaba que me lo pidieras alguna  vez, lo deseo yo también mi amor.  -me comía la cara a besos y notaba bajo mi vientre como crecía su verga.

-Espera un momento, voy al baño. –saltó de la cama como un felino y corrió había la puerta del baño, sonreí cuando escuché el sonido del agua corre y supe que se estaba preparando.

Unos minutos más tarde volvió y me sonreía muy tierno, se tiro en la cama para abrazarme y morderme el cuello.

-Espero que hagas bien tu papel de macho mi tesoro.   –después de un largo momento de besos, donde nos comimos nuestras bocas hasta cansar nuestros labios, se deshizo del abrazo y se tendió boca abajo en la cama.

Admiré su culito respingón cubierto de vello negro, la curva que formaba su espalda al unirse con sus poderosas nalgas y el movimiento provocador de sus pompas formado esos bonitos hoyuelos en sus laterales.

Me incliné sobre él y olí profundamente entre sus nalgas, olía a jabón y a la crema que se había aplicado, se lo masajeé con mis manos.

-Tienes un culo muy varonil y bonito.  –abrió un poco sus piernas y su polla y huevos aparecieron entre ellas.

Separé  sus nalgas con mis manos y admiré la profusión de pelos que adornaban el encuentro de sus nalgas y ocultaban el botón de su ano, me parecía una visión muy erótica, tenía delante de mí un verdadero culo de macho peludo y apetitoso, metí mi cara  en su raja y busqué con mi lengua su agujero.

Lamía sus pelos humedeciéndolos y apartándolos de su ano, varió de postura para abrirse más las nalgas y ofrecerme de mejor forma su culo. Me ayudaba a que le penetrara tirando su culo con fuerza hacia atrás deseando que mi lengua entrara más en su fruncido anito, sentía estremecerse sus pliegues debajo de mi lengua y le besé aspirando de él, se abrió como una rosa su goloso ano, quería sentir toda mi lengua.

Notaba como relajaba su ojete y moje en saliva mis dedos para metérselos. Sobre la piel tan blanca que rodeaba su ano, destacaba el profundo negro de sus pelos, su redondo culito se veía suculento y me dieron ganas de morderlo, lo hice y quedaron señalados mis dientes en sus pompis, me lo hubiera comido como un caníbal.

Estaba encantado de cómo le chupo y lamo el culo, mi chico tan varonil y tan macho entregado a mis deseos,  y sus susurros de placer me animaban a continuar comiéndole la lengua, su sabor resultaba una delicia y jugaba apartando con mi lengua los pelitos de la entrada  su ano.

Nico comenzó a moverse nervioso cuando sintió mi dedo moviéndose en su interior.

-Tranquilo cariño voy a ser suave y dime si te causo dolor.

-¡Joder Daniel! Estoy en el cielo, sigue.  –sacó un largo suspiro y enterró la cabeza en la almohada. Su culo se abría y cerraba notando las caricias de mi dedo en las pareces de la entrada de su recto, lo movía con lentitud para que fuera acostumbrando su culo, al cabo de unos minutos era él el que jugaba con mi dedo expulsándolo y engulléndolo mientras gemía y hacía fuerza con los anillos de su ano.

-¡Qué bien me siento!, intenta meterme otro dedo.  –resultó fácil y al poco rato tenía dos de mis dedos dentro de él, su culo no estaba acostumbrado como el mío a recibir estas caricias y tenía que avanzar muy despacio.

Puso de costado su cara sobre la cama y me miró, se apoyó sobre sus codos y elevó los hombros.

-Bésame.  –me lo pedía con la boca y la mirada, antes de buscar su boca lamí la entrada de su culo y luego me acerqué para morder y lamer sus labios como había hecho con su culo.  Suspiro y metió todo su aliento en mi boca.

No podía creer el verle tan entregado a lo que yo le hiciera, él está acostumbrado a mandar y ser el macho activo, me asombraba su disposición y rendición a mi persona. Veía sus ojos llorosos por el placer que recibía y una sonrisa agradecida florecía en sus rojos labios.

Cogí sus testículos y comencé a acariciarlos sin dejar de meter mis dedos en él, cayó su pecho sobre la cama y elevó más su culo, luego deslicé su prepucio para dejar libre su glande, no tenía la verga muy dura y llevé la punta hasta  su ano para dejar allí el precum que le salía y que sirviera de lubricante natural.  La metí en mi boca besando su capullo antes, era delicioso sentirla tan empapada de precum, pasaba de sus huevos a su verga relamiéndolos con mi lengua. Se movía follándose su culo con mis dedos y volvió a girar la cabeza, notaba sus ojos vidriosos y no creo que me viera. Su respiración resultaba agitada y buscaba con su mano entre mis piernas hasta agarrar con fuerza mi pene.

Sentí un latigazo de placer que corrió por mi espalda y tiré mi cabeza para atrás jadeando con la boca abierta, su mano no dejaba de acariciar mi glande envolviéndolo a tientas en los jugos que salían de mi pene. Sin avisarle metí un tercer dedo en su culo, podía haber protestado pero no lo hizo, solo sentí  el trémulo temblor de sus piernas y el agarrotamiento de su ano alrededor de mis dedos. De su garganta brotó un profundo lamento. Pensé que le había hecho daño y paré un momento hasta darme cuenta de que movía su culo queriendo meterse mis dedos.

Comencé a masturbarle mientras lamía toda la raja de sus nalgas, su verga se había puesto muy dura y desde mi posición me parecía estrambótica por su forzada posición tirada hacía atrás por mi mano. Quería sacar mi mano para volver a chupar su sabroso culo.

Volvió a elevar su cabeza y adiviné su necesidad de tener mi boca, estaba desencajado de placer, con los ojos donde solo se veía una línea, jadeaba convulso y sus labios sonreían llenos de saliva que escurría de ellos. Saqué mis dedos de su ano y suspiró entrecortado arrugando su cuerpo, abracé su vientre y me apoyé  sobre él tocando con mi polla sus huevos y me alargue para llegar a besar su boca.

-¿Quieres que te la meta ya?  -yo también hablaba entrecortado por la excitación y el deseo de profanar su agujero con mi pene.

-¡Por favor!, ¡por favor! Sí, dame por el culo ya.  –estaba muy alto para mí y así no podría metérsela, se dio cuenta y fue abriéndose de piernas para bajar su postura hasta tener el glande de mi verga en la entrada de su culo.

Miré mi dura polla y recogí mi precum para masajearla y envolverla en el precioso líquido, la coloqué tocando en su hambriento ano y se retrajo con fuerza para tragarse el glande, lo apretó con el anillo de su culo y elevó la cabeza suspirando dolorido y a la vez satisfecho, cuando aflojó su apriete fui metiéndome poco a poco hasta tener mis huevos pegados a los suyos.

Le dejé descansar unos segundos besando su cintura y admirando la uve de  su ancha espalda donde sobresalían sus músculos al moverla, sentí un hondo agradecimiento por su entrega y lamí el comienzo de sus nalgas pegando sus pelos a la piel.

Comencé a meter y sacar mi polla en el movimiento de todos los tiempos  y que consigue mover el mundo, sentía el calor de su recto como envolvía mi pene, notaba la estrechez de su ano violado solo por mi verga, y tan pocas veces que parecía que le estaba desvirgando en ese momento.

Sentía riquísimo el momento y emocionalmente me notaba como todo un hombre, complacido al sentir a mi macho como temblaba atravesado por mi miembro viril, tiraba de sus caderas atrayéndolo hacía mí y él colaboraba en la follada, en el movimiento contrario para que mi verga saliera.

Aumenté el ritmo por la excitación que me llevaba a querer terminar y llegarle el culo con mi leche.

-Nico, me corro, me voy ya,  ¡Ahhh!, Nico, que rico. –metí toda mi polla y comencé a vaciar mis huevos en largas eyaculaciones dentro de su recto, y él estaba quieto, clavado y remachado en la entrada de su ano, movió sus caderas en círculos haciendo que mi verga se contrajera para dejar mis últimas gotas de néctar en su interior, cuando sintió que había terminado mi corrida, se detuvo, caí sobre él abrazado a su abdomen para ir reponiéndome de la brutal venida.

Acaricié los pelos de su abdomen que se movía convulso con su polla golpeando en mis manos de lo dura que la tenía, la sujeté con mi mano derecha y comencé a masturbarle, arqueaba a veces el lomo haciéndome difícil llegar a abrazar su polla con mi mano pero se estaba preparando a sacar su carga de esperma de sus testículos, coloqué mi mano izquierda debajo de su glande para recibir su semen y empezó a eyacular entre estertores.

Parte de su leche se perdió entre las sábanas pero otra parte de su precioso semen quedó en mi mano, la llevé a mi boca y lo toqué con la punta de mi lengua, sabía dulce y delicioso, blanco y espeso como una nata y lamí mi mano para comerlo.

Saqué  mi verga y Nicolás se dejó caer cuan largo era y yo encima de él, subí sobre su cuerpo hasta poderle morder la oreja. Reía gozoso abrazado a su cuerpo que me cargaba sin notar mi peso.

-Te estoy convirtiendo en un putito.  –giró su cara y vi como se ponía rojo.

-Era una broma, gracias Nico por dejarme que te folle, pero eres mi macho y mi hombre, lo sé.  –me puso sus labios en morrito y se los chupé.

-Ha resultado una follada de escándalo, me gusta que a veces uses mi culo, tontito mío, y ya ves como ha sido mi corrida.  –me dejé deslizar a su costado pasando mi brazo por su espalda, con nuestras caras pegadas y respirando nuestros alientos y así estuvimos un rato adorándonos con nuestras miradas perdidas la una en la otra.

No se movía más que para respirar y no pestañeaba, solo temblaban sus labios rojos.

-Te amo, por ti haría lo que quisieras, ¡qué tonto fue Gonzalo!  -sentí un profundo dolor en mi pecho.

-Ahora lo importante somos tú y yo, deja a Gonzalo que viva su vida.  –se dio la vuelta y me abrazó como un oso envolviéndome en la piel de su pecho, me cubría de besos locos toda la cara y apretaba mi cabeza contra su clavícula.

Nos quedamos un momento tranquilos y abrazados, pasándonos nuestro  calor y comencé a sentir su dureza en mi vientre, le miré sorprendido y no pude dejar de exclamar.

-¡ Nicolás!  -me miraba muerto de vergüenza.

-Lo siento.  -¡Dios mío!, dice que lo sentía y era una maravilla. Metí mi mano para agarrar su polla casi tiesa.

-Me excitas un montón y no pararía nunca.  –le callé besando su boca y me escurrí para mamar su polla y prestarla atención con mi lengua.

Olía a los restos de su anterior corrida y manaba el precum de su prepucio, resumiendo, ¡deliciosa!  La chupé tirando de su prepucio y sacando toda su esencia, hacía mucho ruido de succión y explotaba cuando se me salía al tirar con mis labios de su pellejo.

Me coloqué de rodillas entre sus piernas y comencé a mamársela metiendo todo su volumen en mi boca, cuando la metía hasta el fondo de mi garganta  abría su boca de placer y me dispuse a darle una de sus mejores comidas de polla de su vida, se lo merecía. Me cogió y me retiró de entre sus piernas para colocarme a un costado y tener acceso a mi culo con su mano. Continuaba chupando como un puto vicioso y no pudiera vivir sin el sabor de la verga de mi macho y su tamaño de escándalo.

A veces tenía que suspender mi mamada cuando el placer era superior a mí y me estremecía con el juego de su mano en mi culo, su polla se iba poniendo roja, morada por el contraste de su negra piel, con su gran vena a punto de reventar y tirando precum que esparcía mi lengua por su glande. Sus largos dedos follaban mi culo con ganas moviéndolos en todos los sentidos y yo movía mis caderas comportándome como la putita que era para él.

Me ponía a mil y el placer era mutuo,  apartó mi cara de su verga y se colocó preparado para montar a su hembra, ese era mi hombre, sujetaba mis caderas para colocarme a su gusto, en el punto exacto mandando a mi cuerpo que obedecía a su amo como si fuera un reflejo.

Metió sus dedos profundamente y goloso moví mi culito para tragarlos, estaba ido y no podía parar de moverme. Sacó sus dedos y agarró su verga con decisión y la colocó en la entrada de mi culo, con una mano la sostenía y con la otra acariciaba con fuerza mis nalgas llevando sus dedos hasta  mi culo y jugar allí con la punta de su nabo a punto de reventar, apretó sobre su glande con sus dedos para aplastarlo y que penetrara en mi.

No dejaba de recibir sensaciones maravillosas y quería que rompiera mi culo, mi virgo, mi boca. Me dio pena no tener otros agujeros que ofrecerle, que no me la pudiera dar por las orejas, por la nariz, y por todos los poros de mi piel.

Me gustaría tener veinte sabrosos agujeros para ofrecérselos y que se diera placer utilizándolos. Masajeaba mis jugosas nalgas y giré mi cabeza para sonreírle con ternura, lascivia, deseo. Entendió mi mirado y comenzó a empujar metiendo su grueso y largo miembro en mi ano dilatado y hambriento de su caliente carne.

Comencé a suspirar extraviado de placer, a ronronear como un gato, a llorar como una perra lastimada por la grandeza de  los atributos viriles de su macho. Reafirmaba su poder sujetando con fuerza mi cintura y no permitiendo que me moviera salvo cuando él lo permitía.

El placer era exquisito, era suyo y podía hacer de mi lo que quisiera, comenzó a salir y entrar en mi con poderío y con fuerza, rugiendo como un león a mi espalda, montado en mi lomo, sudando y emitiendo sonidos de satisfacción.

 Suspiros de placer contenido, su grueso nabo me mataba y temblaba de placer, levanté mi culo abriéndolo para que entrara más. Suspirábamos a dúo, gemíamos, resoplábamos confusos. Que profundo le sentía, que potentes sus embestidas.

Ese era su trabajo preferido, estaba hecho para dominar, para meter su verga en agujeros complacientes como el mío, lo demás había sido una concesión a mis deseos, se había dejado poseer de mi para complacerme. Te quiero Nico, eres maravilloso. Aparte mis pensamientos para atender mis sentidos, abría mi boca deleitándome en las sensaciones placenteras, a veces inaguantables que me llegaban de mi culo y no me cansaba de recibir sus empujones loco de lujuria.

Sujetó mi cintura por encima de mis caderas para hacer más fuerza e incrementó la velocidad de sus metidas, podía ver sus peludos cojones como avanzaban acompañado a la verga en su recorrido y sentía como golpeaban en los míos llevándome al éxtasis.

-Síííí, dame tú verga Nico, rómpeme. -no creo que me escuchara porque eran susurros los que salían de mi boca estremecida.   ¡Dios! Qué placer ser poseído de esta forma, comencé a gritar al sentir avanzar la leche por el conducto de mi polla. Nico gemía apretando mis caderas y comenzó a llenarme de su divina esencia.

Sentí un latigazo placentero al recibir su primer chorro de semen a la vez que terminaban de salir mis últimas gotas humedeciendo las sábanas, me rendí a la evidencia de su poder, al sentirme lleno sin dejar de ocupar un resquicio de mi vientre. Estaba lleno de su leche y de su polla y empezó a escurrir de mí su semen resbalando por mis muslos.

Que no la saque, que no se le baje aún, rogaba para mí mismo, ¡qué a gusto me encontraba! Permaneció así incontables minutos que agradecía en el alma, sintiéndome lleno de su virilidad y preñado por su simiente. Luego me apartó empujando de mis caderas, y me elevó como si fuera un muñeco colocándome sobre la cama mirándole,  y él me contemplaba con un amor tan inmenso de rodillas ante mí como si yo fuera un altar al que adorara.

Sentía mi culo encharcado, separó mis piernas y metió su mano para recoger su semen saliendo de mi culo, se lo llevó a los labios y lo lamio todo, volvió de nuevo pero ahora para pasar con dulzura las yemas de sus dedos por mi ano para calmar mi ardor,

Se coloco tumbado a mi costado, soportando el tronco de su cuerpo con sus codos e inclinó la cabeza para lamer mis tetitas, parecía un gatito satisfecho lamiendo a su hijo, le notaba tan tierno y a la vez era tan fuerte, después de lamer mis tetitas recorrió mi pecho y mi vientre entreteniendo su lengua con las montañitas de mis abdominales que yo tensaba por las cosquillas que me daba.

Lamió mi polla ya floja y limpió los restos de mi corrida chupando con deleite de ella.

-Te amo niño.  –me lo decía tantas veces, con tantas entonaciones diferentes, con tanta ternura y amor.

-Te quiero Nico, no sabes cómo te quiero.

…-…-…-…-…-…-…-…-..-…-…-…

Domingo

Cuando nos levantamos esta mañana, estaba todo revuelto, y tenemos mucha prisa, y todo es correr y reímos al ver nuestra desesperación por como transcurre el tiempo, al menos no tuvimos pereza y nos duchamos después de nuestro encuentro maravilloso de amor.

Con lo que me gusta verle afeitado le permito que no lo haga, llegamos unos minutos antes de que mi madre comience a preocuparse, estamos alegres y contentos, sin desayunar pero no importa.  Dejamos nuestro equipaje en el estudio y Nico carga con la maleta roja de mi madre, o mía pero que se la lleva de vuelta, pesa poco, su equipaje ha sido ligero, todo el espacio ha estado reservado para mí.

Hay más de una hora de viaje entre Lille y Bruselas y no precisamos ir volando para llegar a tiempo.

Desayunamos en el aeropuerto después de facturar su equipaje, y pasamos un rato juntos antes de que embarcara. Lleva un libro en sus manos, el que ha estado leyendo estos días.

-Ten, quédatelo, ya lo he leído dos veces. Cuando te lo compré hace muchos años y ahora de nuevo.

El título del libro es “Konrad, o el niño que salió de una lata de conservas”, está lleno de apuntes en sus márgenes, recuerdo que me lo compró para realizar un trabajo del colegio.

-Gracias mamá, eres la mejor madre del mundo y termino de robarte un mes de tu vida.  –voy a empezar a llorar.

-Ven.  –me abraza con ese amor de madre y que tan pocas veces expresa, que le mata por dentro y no deja que veamos.

-Sed buenos, cuidaros y no hagáis tonterías.  -pasa su elegante mano por la mejilla de Nico en una tierna caricia y sé que ese “cuidaros” es un mensaje a Nico para que me atienda como ella quiere

Nos despedimos de ella e invita a Nico para pasar las Navidades en nuestra casa, aunque sean un par de días solamente. Las despedidas son siempre tristes y aunque sé que su lugar está en España me gustaría que no se tuviera que marchar.

Casi no hablamos durante el camino de vuelta, Nicolás nota mi tristeza y solamente coloca de vez en cuando su mano sobre mi pierna, la retira cuando tengo que manejar la palanca de cambios y vuelve a colocarla en un humano contacto que transmite su comprensión y cariño.

Cuando llegamos a Lille es la hora de comer, recogemos  en el estudio el equipaje de Nico y vamos a la estación, buscamos un restaurante allí cerca, Nico quiere sacar fotografías de la estación y estar allí antes de que parta su tren.

Ya tengo internet en el móvil y mientras Nico recorre los puntos de la estación que le interesan, para sacar sus tomas fotográficas, respondo a algunos correos pendientes.

Cuando vuelve se sienta a mi lado. Me abraza y es maravilloso estar así viendo como el tiempo pasa.

-Ya hablaremos pero te espero el fin de semana próximo en París.

-¿Quieres que vaya?

-Estoy deseando que llegue el viernes que viene, para tenerte solamente para mí, soy egoísta, lo sé, pero te amo, te adoro.   –me abraza y me besa, sorprendo a una pareja, que como nosotros están haciendo lo mismo y nos miran divertidos. Es otro aspecto por el que me siento bien aquí. Debe ser cierto que éste es el país del amor, los gay nos besamos por la calle, y nos acariciamos, y llevamos a nuestra pareja agarrada de la mano, y no importan  las edades ni las tendencias sexuales.

-También yo te quiero Nico, aunque a veces haga tonterías y consiga, que por las mismas puedas dejar de quererme un día.

-No sabría como dejar de quererte, no concibo vivir sin amarte. 

Cuando accede a la zona reservada para pasajeros, el último beso se lo envío con la punta de mis dedos.

Recibo una llamada de mi madre, ya está en España y va camino de casa.

Preparo una manzana y un plátano, como postre para la comida de mañana, no entiendo como en el comedor de la fábrica no hay nunca fruta en las comidas.

(9,65)