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El tío Bernardo

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Llegó desde Oaxaca, de un poblado hacia la sierra. No llegó de huaraches como andan los indígenas en aquella zona. El tipo era muy listo y había sabido ganarse la confianza de los habitantes de ese pueblito. Tenía un auto compacto con el que transportaba a indígenas hasta los hospitales más cercanos que en realidad no estaban tan cercanos. Uno podía ir a tocar a su puerta a cualquier hora del día y de la noche para solicitar sus servicios. Hacía un gran negocio con ello.

Vino de visita al puerto de Veracruz para acudir al hospital para ver a un tío suyo que pocos meses después moriría. Era un tipo de 1.70, trigueño y le gustaba vestirse bien aunque en el lugar donde vivía no había ocasión de lucir esas ropas, pues la pobreza allí era tremenda. Había logrado amasar una pequeña fortuna pues no sólo le pagaban sus servicios con dinero, sino que también le regalaban pollos, gallinas, cerdos, guajolotes, cualquier animal que valiera el precio de sus servicios.

Yo tenía 18 años y estaba en la flor de la edad, aunque para ese entonces ya era una experta en las artes sexuales. Fue quizá por aquellos años, entre los 17 y los 24 cuando más deseaba tener sexo y lo tuve. En ocasiones me cogían a diario, a veces era un novio o en ocasiones vecinos, ex novios, amigos y hasta amigos de mis novios, yo me consideraba un bocado que todos debían probar y vaya que eso lo supo percibir mi tío Bernardo.

Desde que me vio me miró con mucho deseo. Jamás se había casado. El tío rebasaba los 40 años pero se veía interesante, sobre todo porque para la familia era novedad que estuviera allí cuando casi no habia convivido con ellos, por lo menos no con mi mamá y vaya que era su prima hermana.

Esa noche conversó hasta muy tarde y se marchó cerca de la medianoche al hospital para cuidar a su tío. Sólo se quedaría tres días así que mi madre decidió prestarle el sofá de la casa para que allí descansara.

Al otro día desperté y me arreglé para ir a la escuela, vestí mi uniforme y salí a toda prisa pues se me había hecho tarde. Volví al mediodía. Mi madre aún no estaba en casa pues llegaba sobre las dos de la tarde de trabajar y de mis hermanas Karen trabajaba en una unidad deportiva y Laura cuidaba a un bebé en una casa que quedaba lejos de la nuestra. Abrí la puerta y vi que el tío dormía. Sólo estaba en calzoncillos pues a lo mejor pensó que estaría todo el dia solo. Lo miré, dejé mi mochila y fui a mi cuarto para cambiarme. Me puse una playera larga que me cubría el culo y anduve descalza. Fui a la cocina para prepararme algo de comer.

Preparé agua de limón y pensé ofrecerle a mi tío pues el calor era tremendo y aunque dormía con el ventilador encendido no se soportaba el calor a esa hora. Volví a la sala y lo vi nuevamente. Esta vez no pude dejar de mirar que tenía una tremenda erección. Seguía dormido pero su pene se veía muy bien debajo de su ropa interior. No puedo negar que sentí ganas de tocarlo pues en esos días había andado muy caliente debido a que un chico quería cogerme y yo no lo permitía, pero sí me había metido mano y me había dejado con muchas ganas.

Mi tío se medio despertó y me saludó y trató de cubrirse el pito erecto. Sin embargo, no pudo evitar mirarme pues sólo llevaba mi playera que hacía ver mis bellos muslos. Le di un vaso con agua de limón y volví a la cocina para seguir preparando algo de comida. Él se levantó al baño y volvió más tarde pero lo curioso es que no se cambió de ropa, sino que se quedó en playera y calzoncillos. Conversó conmigo y me hizo reír mucho con sus chistes.

La conversación fue cambiando de color pues hubo un momento en que comenzó a alabar mi belleza y sobre todo mis piernas. No era algo raro para mí, yo estaba encariñada con mi familia y a lo largo de mi vida he tenido estupendos encuentros sexuales con primos, primas, hermanos y tíos, he quedado muy satisfecha. Sólo que en aquella ocasión no sabía si estaba preparada para tener una relación con un tío al que había conocido unas horas antes.

Sin embargo, me gustó que me estaba haciendo saber que para él yo estaba preciosa. "El hombre que te posea será muy afortunado" me dijo.

No me di cuenta en qué momento se levantó, sólo vi de reojo que estaba junto a mí y me arrimó su enorme pito en mi culo. No supe qué hacer. Podía haber gritado pero a la vez pregunto ¿quién puede resistirse al toque, al arrimón de una macana erecta en un mediodía de intenso calor? No pude hacerlo y sólo sentí como mi tío comenzaba a sobar su pene sobre mi culo. Lo hacía lento y luego muy rápido, con mucha fuerza. Yo me resistía en mi interior a ceder ante la acometida de mi tío precisamente porque era mi tío, sin embargo, colocó sus manos sobre mis caderas y me acarició. Sopló en mi nuca y eso comenzó a encenderme.

Vaya, el tío Bernardo era un hombre muy caliente y estaba logrando hacer mella en mí, pues estaba venciendo mi resistencia. Me hizo que me volteara y me repegó su pito en mi vientre y un poco más abajo. ¡Estás muy hermosa nena, desde ayer que te vi tuve ganas de estar contigo! ¡Dáme tu culito, dáme tu culito! jadeó...

No podía evitar ver su macana completamente erecta. Para ser un hombre de más de 40 años tenía bastante vigor y eso me excitó.

El tío Bernardo se olvidó de su tío enfermo, de que estaba hospedado en casa de su prima y de que yo era una chica casi inocente -esto es broma-, yo estaba atrapada entre sus brazos y la única forma de librarme de ello era abriendo las piernas.

Para sorpresa de mi tío me dejé que besara mi cuello y tocara mis tetas y yo comencé a besarlo en su boca. Eso le encendió pues yo era apenas una chiquilla que si bien ya había sido cogida muchas veces por mis novios y jovencitos que fueron amantes ocasionales me mostraba como lo que era, una mujer caliente que amaba el sexo por encima de cualquier otra cosa.

¡Nena, sigue así, sigue así, vas a hacer feliz a muchos hombres! profetizó. Yo estaba encantada pues ya había comenzado a apretarme mis duras y redondas nalgas. También rozaba con su dedo mi vulva. Eso me hacía enloquecer.

Irremediablemente metí mi mano en su calzoncillo y pude sentir ese enorme pito duro que se había puesto así desde que estaba dormido. Siempre he amado el sexo matinal pues los pitos están especialmente duros. Mi tío estaba hirviendo y yo quise complacerlo. Sacudí su verga y comencé a masturbarlo. Estaba realmente caliente y me pidió que se lo chupara. Yo fui lentamente, no me avoracé sobre esa verga de unos 20 centímetros para no verme muy zorra, pero ya quería que estuviera dentro de mí. 

Me dijo que me deseó desde el primer momento y que se había hecho el propósito de cogerme mientras estuviera allí. ¡Chúpamelo más, anda niña, chúpamelo! me dijo mientras me metía el pene hasta la garganta. Yo aprisionaba su falo con mis labios y chupaba vigorosamente ese hermoso pene. Era una auténtica macana que haría muy feliz a mi vagina, no tenía duda de ello.

Mi tío me cargó hacia mi recámara y allí me depositó mientras se desnudaba por completo. No era atlético, era flaco pero lo que le destacaba era ese enorme pito estaba completamente parado. Se lo lamí y eso le encantó. Entonces me pidió que me acostara y alzó mis piernas separándolas y utilizó otro instrumento que me volvió loca: Su lengua.

Con la punta de su lengua acariciaba los labios de mi vulga y mi clítoris, inclusive con su nariz simulaba que la metía. Me volvió loca con sus caricias y yo me veía literalmente clavada por esa fenomenal verga, pero seguia lamiéndome y mordisqueando mi vagina. ¡Tío, por favor, méteme tu verga, méteme tu verga, por favor! supliqué casi al borde del llanto. Estaba completamente excitada y muy mojada esperando la acometida.

Alcé mi cabeza y vi que su falo venía hacia mi vagina y entonces comenzó a acariciar mi clítoris y lo pasaba sobre mi vulva sin meterlo y eso me hizo desearlo más. Yo quería la clavada e inclusive me arqueaba para tratar de atrapar ese enorme pito. Mi tío sonreía, parecía que le complacía tenerme allí, deseosa y suplicante.

Me siguió rozando con su pene hasta que lo metió, yo lancé un fuerte gemido pues me lastimó un poco, pero a la vez no quería que lo sacara, ya que estaba allí comecé a apretarlo para que él también sintiera la misma pasión, me arqueé nuevamente y moví mi culo de tal manera que comenzó a jadear: ¡No imaginé que te movieras tan bien hija de la chingada, anda, mueve el culo, aprieta mi pito! dijo, visiblemente apasionado.

Comenzo a meter y sacar su verga con tremenda rapidez que me hizo gemir de placer e inclusive gritar.

Me pidió que me pusiera boca abajo y puso una almohada debajo de mi vientre. Me quedó el culo parado y él me volvió a clavar en mi vagina. Arremetió con fuerza y nuevamente hizo que gimiera fuertemente. Estaba tan caliente y disfrutaba tanto que casi le gritaba que lo amaba, aunque no fuera cierto, pero es algo común que ocurre cuando tenemos un orgasmo.

Me puso en posición de perrito y lamió mi culo que estaba humedecido ya tras haber escurrido varias veces. Me clavó en la vagina y ahora arremetió contra mi culo.

Nuevamente le pedí que me diera más, que me siguiera cogiendo, mientras esperaba una descarga de su semen. ¡Tío, arrójame la leche en la cara, por favor!, sin embargo, no veía trazas de que fuera a terminar rápido, Siguió culeándome hasta el cansancio, el tipo era un prodigio pues siguió cogiéndome quizá por espacio de 20 minutos, yo estaba cansadíma, llena de verga pero quería más y seguí moviendo el culo. Ya me había clavado por todos lados y esperaba aún más, pero él también comenzo a cansarse y por fin, me dijo: ¡ya me vengo, acomódate! y yo me hinqué para recibir su descarga. Su leche cayó en mi cara y restregó mi pene en mis mejillas, párpados y en mis labios. Jadeó y me dijo que le había complacido.

Fue una rica sesión de sexo y mi tío realmente me sorprendió.

Se marchó unos días después y prometió volver. Lo hizo dos veces más y la pasé de lo lindo.

* Quiero agradecer a mis buenos amigos de Cuento Relatos por la oportunidad que recibí para escribir mis historias, espero que les hayan gustado y que les sirvan de inspiración para disfrutar del sexo. Éste es el último relato que escribiré aquí. Esto de verdad, muy agradecida. Hasta siempre!!!

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