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Diario de una Adolescente IV

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Me desperté con dolores por todo el cuerpo de haber dormido en una postura rara. No entendía muy bien como Nana prefería dormir ahí en vez de en su habitación. Supongo que porque solíamos ponernos cachondas antes de dormir. De hecho me gustaba morderle los pezones mientras entraba en el sueño.

Notaba el dolor de todo el cuerpo y del dildo. Tal y cómo abrí el ojo, me di cuenta de que iba a ser un día muy largo. 

Ana se desperezó ya que con mi movimiento estaba acostumbrada a despertarse, tenía la cara descansada y estaba preciosa. Me señaló con el dedo para que me acercase, me coloqué encima suya con las piernas abiertas y me acercó un pecho para que jugase con sus pezones. Acerqué la lengua e hice círculos alrededor de ellos y comenzaron a ponerse duros, y eso que ni la había tocado. Siempre me habían gustado los grandes pechos naturales y los pezones enormes de mi perrita, pero hoy estaba especialmente caliente y me gustaron aún más. Con cuidado le succione los pezones, y cambiaba de uno a otro. 

Ana gemía y en la habitación ya olía a sexo. Desde luego éramos insaciables. Me agarró la cara para besarme y sin querer empecé a rozar mis pezones con los suyos. 

-Cuando soy tu perra me encanta que despertarme y me que me pidas que te coma el coñito, así que a ti también debe gustarte. 

La verdad es que era en momentos como ese cuando me daba cuenta que ella tenía más alma de sumisa que de dominante, yo sólo habría dicho "cómemelo".

Deje de besarla y me dirigí a deslizarme hacia abajo para hacer lo que me había pedido.

- No, mejor date la vuelta y déjame el coño a la altura de mi boca.

Me coloqué haciendo lo que me pedía. Abrí mucho las piernas para que viese bien que estaba húmeda. Aunque sabía de sobra que no iba a poder tener un orgasmo. No me tocaba, ni con la lengua ni con la mano, únicamente me miraba el coño y como me ponía cachonda mientras se lo comía. 

Ana gemía cada vez más, le metí un dedo en el agujero del culo, y se movía sobre él mientras le chupaba, todo para que le entrase más.

Como estaba cada vez mas caliente, casi a punto de correrse, de dedico a meterme y sacarme el tapón anal del culo. Yo le chupaba y mordía cada vez más intensamente mientras gemíamos las dos. De corrió enseguida dejándome muy caliente. 

Se estiró, sonrió y me dio una palmada en el culo. 

- Vamos a desayunar.

Como hoy no tenía que ir al colegio, pensaba tomarme el día con calma aunque estaba castigada sin orgasmos. No recordaba la ultima vez que había pasado el día sin correrme un par de veces, probablemente hace años. 

Ana y yo entramos en la cocina desnudas. Yo porque estaba en el rol de perra del hogar y no podía vestirme, solo llevaba el tapón anal, el collar y la correa. Y, bueno, Ana supongo que seria por costumbre. 

Maria, la madre de Ana, estaba preparando el desayuno y mi padre seguía aun acostado. 

La madre de Ana, María, era una mujer de 35. Se quedo embarazada de Ana muy joven, solo con 16 años y mi padre las acogió en casa. Es latina con el pelo castaño claro y unos grandes ojos azules. Lo mejor que tiene es su culo. Grande, proporcionado y muy bien moldeado.

María termino de preparar la bandeja del desayuno de mi padre y se fue a llevárselo moviendo su trasero con mucha gracia. El uniforme que llevaba dejaba ver la parte de abajo de su culo moviéndose. 

A mi me correspondía desayunar en el suelo. Ana se divertía untándome la mermelada de su tostada en mis pezones, y luego me ordenaba que me los chupase. Es lo bueno de tener unos pechos grandes, que te puedes chupar los pezones sin dificultad. Cuando se aburrió fuimos a buscar a mi padre.

Nos fuimos acercando a la habitación y se escuchaban los gemidos de María. Nos acercamos a mirar. Mi padre estaba tumbado hacia arriba en la cama y tenía a María encima de la cama a cuatro patas comiéndole la polla. Ella movía el culo porque mi padre le había puesto un consolador a distancia, de hecho era algo que solía hacer y según le gustase mas o menos subía el nivel de vibración. 

Nos quedamos junto a la puerta entornada. Ana empezó a manosearse el pecho mientras veíamos a nuestros padres darse placer. Sin desviar la mirada me acerco un pezon a la boca para que se lo mordiese. Podía oler como se ponía cachonda. 

María le chupaba los huevos mientras le pajeaba. Yo estaba cada vez mas caliente sobretodo porque ayer por la tarde no había podido correrme, no me habían dejado participar. La madre de Ana se subió encima de la polla tiesa de mi padre y se la metió en el coño húmedo. Comenzó a moverse arriba y abajo. Ana me cogió la mano y me dirigió a su vagina, se introdujo uno de los dedos. Ver a su madre gozando la ponía caliente. Saqué el dedo del coño de mi mano izquierda e introduje dos dedos de la derecha mientras la miraba me restregué por los pezones erectos sus fluidos y con lo que me restaba me lo introduje en la boca para dejarlo limpio. Se le escapó un gemido un poco más fuerte y se dieron cuenta de que estábamos allí. Nuestros padres pararon de follar. 

- ¡Anda, mira María! Si están aquí nuestras perras, acercaros. Dijo mi padre

María se saco la polla de mi padre y ambos se levantaron de la cama mientras Ana y yo nos acercábamos. Mi padre miró a María y dirigiéndose a nosotras dijo:

- Creo que no le agradecéis a María todo lo que hace por nosotros, no seáis desagradecidas. 

Maria se tumbó en el suelo con las piernas abiertas, Ana se acercó a jugar con las tetas de su madre. Yo me puse entre sus piernas y le pase la lengua por los labios de su coño. Sabia a sexo, calentura y a la polla de mi padre. 

Mi padre estaba pajeándose sentado en el sofá mientras lo miraba todo desde arriba. 

Ana le metía la lengua a su madre hasta la garganta, mientras le pellizcaba los pezones y yo, alternaba entre meterle la lengua en el coño y succionarle el clítoris. Por los gritos de Maria estaba gozando. Me notaba cada vez mas húmeda, sin querer se me fue la mano a mi mojada concha para masturbarme, necesitaba correrme. 

- ¿Que haces?. - gritó.- córrete y te las veras conmigo.

Las tres nos quedamos quietas. Se levanto, se acercó al cajón de su cómoda y sacó un cinturón de cuero y las correas de las muñecas y los pies. 

- Ana, ponle las correas. Muñecas y pies. 

Las correas eran como unas pulseras de cuero con unos eslabones metálicos para engancharlos a la pared o entre sí a modo de esposas. 

Ana se acercó a mi con una sonrisa ya que ella se había visto muchas veces en esa situación y sabía lo que iba a suceder. Me ajustó las correas de a las muñecas y los tobillos. 

Mi padre se acercó con el cinturón en la mano y unió los eslabones de las muñequeras como si fuesen unas esposas. Acto seguido me agarró del pelo y tiró de mi hasta la cama. Se sentó y me puso el pecho entre sus rodillas quedando mi culo en pompa y a su merced. Retiró sin ningún cuidado el tapón anal que me correspondía llevar en mi papel de perra. Desenrolló el cinturón y lo lanzó contra mi trasero indefenso. Desde donde estaba podía ver Ana y Maria de rodillas mientras se masturbaban y gemían. 

Yo no paraba de gritar que lo sentía, pero él continuaba atizándome con el cinturón. 

Lo cierto es que aunque me dolía, al llevar lo que para mi era una eternidad sin correrme, en vez de bajarme la calentura , me estaba poniendo cada vez más cachonda. Madre e hija miraban mientras se masturbaban el clitoris y pellizcaban sus pezones. 

Mi padre por fin paró. Me agarró del pelo y me llevo a la pared de su cuarto donde me engancho los pies a unos eslabones que se encontraban en la pared, quedándome las piernas muy abiertas y luego unió las correas de las muñecas a otros que había más arriba. 

Me quedé con las manos a la altura de los hombros, y de rodillas con las piernas abiertas. No podía moverme ni un ápice. Acto seguido, mi padre, se acercó a María que ya estaba de rodillas en el suelo, y la inclinó hacia delante para que quedase a cuatro patas. Ana miraba con ansiedad, se le notaba que necesitaba la polla de mi padre y éste se había decantado por María, a la que le estaba metiendo la verga en el coño. La hija, para no quedarse fuera, se puso boca arriba debajo de su madre, quedándole el coño y la polla de mi padre delante de la cara. Desde luego era el mejor sitio para ver bien una follada, Ana empezó a lamer el coño de su madre y el pene de mi padre mientras continuaba el mete y saca. Maria, siendo buena con su hija saco la lengua y le fue haciendo círculos en la entrada de la vagina. Succionaba su clitoris. 

Podía verlo todo perfectamente desde mi posición, era una escena muy caliente en la que todos gemían, hasta yo. Notaba como me caía el flujo entre las piernas. Me movía arriba y abajo como si realmente estuviese siendo participe de la escena, y no una mera espectadora. 

Maria se corrió entre gritos. 

- Ana, ve a que te folle Elisa, María, ponte hacia arriba. Ordeno él.

Ana se acero a un cajón de la cómoda y sacó un arnés con un pene rosa. Vino hacia mi y me puso el arnés, dejando el pene rosa hacia ella. Se agachó y comenzó a lamerlo. Yo no podía más, estaba empapada, el flujo de mi vagina me había llegado a las rodillas y tenía los pezuñas erectos. Ver a Ana mamando el pene rosa y a Maria boca arriba mientras mi padre le follaba el culo me estaba volviendo loca. 

Ana dejó de mamar y se dio la vuelta, le vi el coño hinchado de la excitación. Y mientras yo estaba atada y cachonda se puso a follar con el pene rosa que me había puesto en la cintura. Estaba como poseída venga a darse placer. Desde donde estábamos vimos como mi padre es corrió en el culo de la sirvienta. Eso y lo excitada que estaba Ana, fue lo que necesitó para llegar al orgasmo.    

Mi padre se acercó a mi para que le chupase la polla y se la dejase limpia, y Ana se acercó a su madre a limpiarle el culo del semen de mi padre. 

Él me acarició la cara y me dijo: 

- ¿Ves lo que me haces hacer?

 

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