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Seis días de vacaciones con mamá. Parte 1

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Trabajé lejos de mi casa por un año, alejado de mi familia y amigos. Mi jefa estaba rematando un pasaje doble a una playa del Caribe en un resort ya que no podría ir. ¿A quién llevaría? No lo pensé mucho: Mi madre, es lo menos que podía hacer por la mujer que lo había dado todo por mí y no había visto en varios años, desde mis últimos años de universidad, pero me comunicaba con ella todos los días vía telefónica. Al poco tiempo que yo naciera, mi padre murió en un accidente de tránsito. Por lo que mi madre se sacrificó para que nunca me faltara nada.

Le compré el pasaje para recogerla en el aeropuerto. Yo había llegado unos horas antes y había hecho los preparativos: comprar víveres, ropa, regalos y había alquilado un coche para llevar a mi madre. En la ciudad mi madre vive sola en mi casa, sin más actividades que trabajar y cuidar de mi abuela junto con mis tías solteronas.

Al bajar del avión no la vi como a mi madre, sino que vi una mujer hermosa, de piernas largas y contorneadas, mide 1,60 metros, cabello largo, pechos y carnes firmes a pesar de sus 52 años (aunque se ve como si tuviera 40) y rasgos asiáticos; una total MILF. Llevaba puesta una falda larga sin mangas ni escote color esmeralda, debido a que es una mujer muy recatada y elegante, un collar de perlas y unas pulseras doradas, lentes de carey. La falda dejaba ver su silueta, flotando las telas con cada movimiento.

 

Día 1

Me quedé sin aliento, la última imagen que tenía de ella era despidiéndonos antes de que abordara el bus con un pantalón holgado, enlazados en un abrazo. Aún recuerdo su perfume. Al llegar a mi lado su aroma era una delicia, el contacto de su suave piel. No sé si me equivoque pero creo haber sentido sus pezones que se erizaron al abrazarla. Oler el perfume de su piel y saber que bajo ese vestido estaba su ropa interior me hizo tener una erección. ¿Lo habrá sentido mi madre?

Lleve sus cosas al auto y nos encaminamos al hotel. Al llegar me di con la sorpresa que era una habitación matrimonial con una sola cama en forma de corazón, en un lado de la habitación había un tubo para pool dance.

-Y: Lo siento. No me di cuenta de ese detalle. Puedo dormir en el mueble (había un sillón a un lado del cuarto).

-M: -No te preocupes. La cama es grande y entramos los dos. Eso claro, si no te molesta dormir con una vieja – hizo un guiño de ojo.

- Y: -No digas eso. Eres muy hermosa, madre.

Dejamos las cosas y salimos a conocer el centro histórico, las tiendas de la ciudad. Mi mamá se cambió de ropa, yo hice lo mismo en el baño. Al salir vi a mi mamá en tacones con leggins dejando ver sus piernas contorneadas y su pie de camello, luego se puso un blusón largo. Mi mamá es muy elegante para vestirse.

Paseamos juntos. Me sentía muy afortunado de tener a una mujer tan hermosa a mi lado. Luego fuimos a comer y beber algo típico. Como estábamos en la costa comimos mariscos y un trago. Entre bromas la mesera nos dijo que lo que estábamos comiendo tenía poderes afrodisiacos, entre sonrisas coquetas. Las cuales, creo, que pusieron un tanto celosa a mi mamá.

Regresamos tarde al hotel. Mi mamá se fue a cambiar al baño y salió con un camisón largo cubierta por una bata de satín. Me fue difícil conciliar el sueño al tener a una mujer tan esplendorosa y sexy a mi lado. Por la noche mi madre se dio la vuelta, al sentirla no pude evitar tener una erección, empezándome a sobar en el culo de mi madre. Muy despacio para no despertarla.

 

Día 2

A la mañana siguiente mi mamá entró al baño temprano. Me había ganado. Desde el día de ayer –tal vez por los afrodisiacos o sugestionado por las palabras de la mesera- me urgían las ganas de pajearme e incluso había despertado con una erección de burro. Escuché la ducha, solo me separaba el vidrio traslúcido, en ella se podía ver la silueta desnuda de mi madre, por el sonido del agua y el jabón no se había percatado de mi presencia, la ducha era tipo teléfono y vi como mi madre la ponía a la altura de su vagina. Salí antes que me viera y escuché como se masturbaba furiosamente, cerré la puerta y escuché tras ella másturbándome con los sonidos de mi madre “¡Oh! Sí”, “dame más duro” hasta que oí algo inesperado: mi madre gritó mi nombre: “¡Así, Iván! ¡Cógete a tu madre!” Estaba en shock pero en ese momento escuché como mi madre se corría y al oír eso yo también me corrí. Recogí la lefa con un poco de papel higiénico. Mi madre salió con envuelta con una toalla oliendo a la gloria del jabón. No pude evitar una erección al saber que era lo único que llevaba, mi mamá se quedó mirando y de forma inconsciente se humedeció la lengua por los labios.

Aún quedaban seis días, decidimos ir a la playa. Mi mamá había traído un traje de baño de una sola pieza pero no quiso mostrármelo y sobre él se puso un vestido corto cubierto de flores y sin mangas, el cual le llegaba tan solo debajo de los muslos. Tomamos desayuno en el hotel y conversamos amenamente sobre lo que habíamos hecho en la lejanía de nuestra amistad. Luego, salimos y nos dirigimos con rumbo hacia la playa los hombres volteaban a mirar a mi mamá ya que dejaba ver sus largas piernas y el vestido se meneaba al compás de sus pasos.

La playa estaba aún vacía, instalamos las sombrillas y mi mamá procedió a quitarse el vestido de forma rápida por cuestión de pudor. Usaba un traje de baño ceñido de color negro de una pieza, como el de las nadadoras olímpicas, su cuerpo se veía bien aunque con unos pocos rollitos de más, sin embargo por los costados del traje se escapaban los pelos de su chocho aparte que se veía el bulto de sus vellos púbicos. Sintiendo bochorno de pronto. Le dije que todo estaba bien y que no había nadie que la mirada. Que la cuidaría y si no podría broncearse de espaldas o meterse al mar. Todo esto se lo dije mientras le echaba bloqueador y le masajeaba los hombros, luego seguí bajando hasta el nacimiento de sus pechos, su respiración se volvió más agitada. Mi mamá tomó el control de sus emociones y me dijo que pare, que ella misma se iba a echar el bloqueador en sus piernas.

Le pedí que me eche el bloqueador, sentí como pegaba su cara a mi espalda y aspiraba mi piel.

No le di mucha importancia y luego de un rato la invité a meternos en el mar. El agua cálida y transparente del Caribe con olas pequeñas, a nuestros pies pequeños pececitos nadaban a nuestro alrededor. Luego los peces se retiraron de golpe y una ola grande llegó cogí a mi madre y nos pusimos de costado para evitar que el mar la arrastre. Al rato llegó la resaca y cogí a mi madre de las manos para evitar que el mar la jale. En eso un tropezón hizo que viniera hacia mí y su cabeza choco en mi pecho, me incliné y le besé el pelo tiernamente, me miró con ojos de amor, luego la cogí de la mano y la llevé hacia la sombrilla.

Le ayudé a secarse y a colocarse su vestido para disponernos a ir al centro a almorzar. Mariscos y vino fue el almuerzo. El alcohol me dio el valor de proponer a mi madre que cambie ese traje de baño recatado por un bikini. Brindamos con un champagne. Al levantarse mi mamá se tambaleaba por lo que decidí llevarla al cuarto para que descanse. Luego de subir el elevador del hotel la llevé en brazos porque no podía caminar bien. La coloqué en el sillón y procedí a quitarle el vestido al ver alguna mancha de licor y salsa en él. Mi madre tenía arena en su traje de baño sobretodo en las junturas que se une con su piel. Cogí una toalla húmeda y la pasé por su cuerpo al hacerlo mi madre semi-inconsciente ronroneaba, pero fue al limpiar sus piernas que nuevamente vi sus bellos púbicos saliendo de los costados de la parte baja de su traje de baño. La locura del libido me ganó cogí una tijeras y me dispuse a cortar las tiras de su traje de baño, corté la tira izquierda, la tela cayó y la teta de mi madre salió: era grande y su pezón rosado oscuro su respiración y el latido de su corazón hacía que subiera y bajara, corté la otra tira su otra teta blanca salió a la luz. Las líneas del traje distinguía las áreas que no habían sido expuestas a la luz del sol.

Lamí las tetas desde su nacimiento a sus pezones a los cuales besé de arriba abajo, de izquierda a derecha, a succionar y jugar con mi lengua en ellos. La respiración de mi madre se agitó y la sentí gemir. Mi libido estaba al máximo, cogí de nuevo las tijeras y corté su traje a la altura de la pelvis, sus pelos abundantes empujaban la tela, jugué con ellos con mi dedo haciendo círculos mientras de vez en cuando succionaba la teta. La cabidas de mi madre se empezó a humedecer, eso me impulsó a sobar las paredes exteriores de su vagina, al percibir que se mojaba más y empezaba a gemir aceleré el ritmo, tocando su clítoris de manera rápida y rítmica, su respiración se aceleró  sus gemidos se hicieron más altos  a los minutos se corrió copiosamente salpicando, mojando y encharcando el piso, su cuerpo se convulsionó con estertores hasta que el ritmo de su respiración se normalizó. En ese momento mi erección era inmensa, saqué mi pene y lo empecé a sobar en el cuerpo de mi madre, luego mi madre agarró mi pene lo colocó entre sus tetas y comenzó a pajearme hasta correrme, instintivamente trató de atrapar la corrida en el aire con su lengua. Otra vez su vagina se humedeció.

Luego de la calma llegó el susto.

-¿Qué hemos hecho? Preguntó mi madre.

-Algo que ambos queríamos y no nos atrevíamos sobrios – Le dije. La besé en los labios y la llevé a la cama, la tendí cuidadosamente. Ella me quitó la camiseta.

Mi mamá abrió las piernas y me pidió que la penetrara. Lo hice primero despacio susurrándole cosas tiernas al oído. Luego aumenté la velocidad del mete-saca. Ella me agarró de las nalgas, mientras yo jugaba con sus tetas. Luego coloqué una mano en su concha mientras que con mi pulgar sobaba su clítoris.

Mi mamá echaba espuma por la boca del gusto hasta que ambos nos corrimos. Me corrí dentro y al sacarla algo del semen se chorreaba de su entrepierna. Mi madre la tomó de sus dedos, vio su espesor sobando el pulgar y el índice y luego se lo llevó a la boca. Yo mamé sus tetas mientras metía dos dedos en su coño.

Tomamos un respiro.

-Mamá: ¿Mira lo que me has hecho?

- yo: Perdón. No me pude controlar.

-Mamá: Es el único traje de baño que tenía.

-Yo: Mañana vamos a comprarte un bikini para exhibir ese cuerpo que tienes.

-mamá: Te perdono si yo te monto encima. ¡Eres todo un semental y nunca había sentido tanto placer!

Mi mamá es más guarra de lo que pensé.

 

Aún quedaban cuatro días más de playa. 

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