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18. Nostalgias: Yorkshire, Derby y Londres

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Lunes

Estaba repasando la lista de ropa que debo llevar en mi viaje y mirando los billetes del Eurostar que me han enviado, los de la vuelta los han pedido como yo deseaba, para el domingo a primera hora de la tarde, pero para la ida veo que en lugar de estar sacados para el miércoles son para el martes. Los he encontrado a la mañana en el buzón al salir para el trabajo.

Un momento más tarde y antes de que me ponga en contacto con ellos recibo una comunicación de York, han adelantado un día el viaje y debo partir mañana.  Llamo a una compañera que está en Holanda, la seleccionaron a la vez que lo hicieron conmigo, es francesa y en aquellos días de examen no me pareció muy simpática, ahora ha dado un giro de 180 grados, o he sido yo en mi apreciación. También a ella la han adelantado el viaje un día, como a mí y seguramente a los demás.

Hay una novedad que me llama la atención, me llama de Barcelona una señorita que colabora con mi mentor pero desconozco el puesto que ocupa, está en las oficinas de la capital catalana, me indica que ha estado hablando con mi jefe André, que se ha enterado de que soy español y pregunta si estoy interesado en realizar mi curso de Post el año próximo en Barcelona. Me deja anonadado, ¿tanto poder tiene como para poder proponer algo así? Le digo que me encantaría, pero no para el año próximo, si no para el final y ver las posibilidades que tengo de que luego me destinen allí, se lo agradezco pero sigo sin saber si sería posible el hacerlo como ella me lo plantea.

Quería estar durante la mañana en la planta de prueba, hablo en esta ocasión con la responsable en la oficina, conoce y sabe sobre ello un motón y me asesora, todo se va al traste cuando mi jefe me llama para que acuda a una reunión en la que no puede estar él.

Después de comer quiere conocer el detalle de la reunión y los acuerdos adoptados, me lleva toda la tarde y hablamos de otras cosas como la reunión en U.K.  De la conversación saco una conclusión que me queda clara, no le agrada para nada, el que hayan puesto como mi mentor al director de la fábrica de Barcelona y habla de él despectivamente, sin faltarle por supuesto.

Cuando llego a casa lo primero que hago es empezar a seleccionar la ropa y hacer la maleta, quiero dejarlo todo preparado para mañana y simplemente recogerla cuando vuelva después de comer.

 

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Martes

La mañana se pasa en un suspiro, asisto una reunión y hablo con la chica responsable de la planta, eso es lo único que hago y comer con mi jefe que me urge para que marche.

Cuando llego a casa tienen mi plaza de aparcamiento ocupada con material de jardinería, un equipo  está colocando plantas y esparciendo tierra, el hijo del conserje viene hacía mí, tan impresionante, guapo y grandote a pesar de contar con tan pocos años, me indica donde puedo dejar aparcado el coche, le advierto que va a estar varios días sin moverse por mi viaje y si necesitará las llaves para moverlo después de que finalicen su trabajo.

Es sumamente amable, me indica que ya tendrá cuidado él y que no me preocupe que hay plazas de sobra, lo cierto es que en toda la urbanización no hay viviendo casi nadie, en mi edificio de doce estudios solo estamos dos vecinos y en uno de los edificios altos de enfrente solo veo  abiertas las ventanas de una vivienda, están aún rematando detalles de la obra.

Suda y me llega el olor de su cuerpo joven, dos gotas de sudor bajan por sus sienes, viste un buzo gris con cremallera que parte desde su hombro izquierdo hasta el bulto que se le aprecia en su ingle, le encuadra perfectamente marcando su ancha espalda hasta encontrar las redondeces de su culo respingón y muy alto.

Se da cuenta de mi observación y a pesar del dorado de su piel se le suben los colores, me doy cuenta de mi indiscreción y me pongo a mi vez rojo. ¡Caramba!, que tengo veintiséis años y él es un niño a mi lado, pero un niño impresionante. Intento suavizar la tensión del momento y creo que lo enredo más.

-Hace un día muy caluroso para trabajar al sol.  –sonríe mostrando sus blancos dientes.

-Tiene razón pero quieren terminar los jardines para el viernes y ahora tienen prisas.  –saca un pañuelo del bolsillo de su buzo y se limpia el sudor de la frente.

-Puedo ofrecerte algo fresco para beber.  –termino de hablar y me doy cuenta de que lo único que tengo en casa es agua o zumo de naranja.

-Solo tengo agua y zumo de naranja, pero todo está fresco.  –me mira apoyado en su pala plana y le noto distendido, como si se sintiera a gusto hablando conmigo.

-El agua es suficiente.  –entro en el estudio y le entrego un vaso, lo lleno con la jarra de agua que para mi estaría demasiado fría.  El chico lo bebe seguido como si necesitara un litro y le ofrezco más.

-No gracias ya es bastante, tengo que volver a trabajar y por el coche no se preocupe, no le pasará nada malo y no lo tocará nadie.  –me encanta como se expresa y va dejando su timidez de los primeros días. Le pregunto por su padre que sigue sin volver al trabajo. Cuando me despido de él observo sus andares, no entiendo lo que me puede atraer de él pero me gusta hablarle.

En la estación de Lille Europe tengo que pasar dos controles de pasaporte y otro de seguridad, la presencia policial es fabulosa, mayor y de más intensidad que la de un aeropuerto cualquiera. Tienes que llevar tu equipaje, pero luego en el tren lo debes dejar en un departamento especial. Se coloca a mi lado un señor de unos cincuenta años, me dedico a revisar correspondencia hasta que pierdo la señal y entonces escucho música.

La llegada a St. Pancras International sucede sin incidentes y aquí no hay tanto control. Me traslado a King’s Cross Station que está prácticamente al lado. Llego con tiempo de sobra y tomo mi primer tren, en Sheffield tengo que hacer transbordo y luego ya cojo un taxi para que me lleve al hotel.

En recepción encuentro a dos chicas compañeras del examen, una de ellas es la francesa que está en una fábrica de Holanda y su compañera de nacionalidad inglesa, aunque ésta última fue seleccionada para asuntos financieros y de administración, me presentan a un señor que se denomina él mismo como nuestro entrenador, parece ser que nos va a entrenar para que sepamos relacionarnos y desarrollar nuestra personalidad y todas esas cosas, lo dice en plan de broma para hacernos reír.

Coloco mi ropa para que no se me arrugue en sus perchas, me lavo la cara y voy a la planta baja, han llegado algunos más, entre ellos los de Barcelona, uno es español y el otro inglés. Hablamos un rato y pasamos al comedor.

Después de cenar se organiza una tertulia general en un salón y luego se comienzan a formar grupos. Hablo con el chico español, me parece que está molesto porque me hayan puesto de mentor al director de la fábrica de Barcelona que es su jefe, en un grupo aparte está el muchacho de piel negra que me pareció tan elegante durante el proceso de selección. Habla con varias chicas y ríe divertido con ellas, nuestras miradas se cruzan e intento hacer un ademán de saludo, su mirada se desliza sobre mí como si no existiera y en el lugar que ocupo hubiera aire, me ignora olímpicamente.

Conclusiones sobre lo que escucho hablar:

*En general todos tienen algo de lo que quejarse. Yo no puedo hablar más que de la amabilidad de la gente en Béthune, y es cierto que son encantadores. Hasta mi jefe no sabe cómo atenderme para que esté contento.

*Hay cierta competencia interna para situarse en el mejor lugar y se habla de preferencias.

*En la selección destacaron tres personas, por la importancia que se otorgaban ellos mismos, sobre que habían sido los mejores de su promoción y esas cosas, el español, que no era yo, la francesa y un chico inglés. Parece que han atemperado su autocomplacencia y se han dado cuenta de que todos los que estamos allí será por algo aunque el resto no lo digamos.

*Según lo que cuentan de lo que hacen en sus respectivos puestos, veo que en Béthune me tienen en palmitas, no sé si eso será bueno o malo, pero esa es mi impresión.

Hablamos mucho y nos dan las 01:30 de la madrugada hablando, las 02:30 en España y Francia. Llamo a Nico, quiero escuchar su voz y sé que le acabo de despertar de su sueño, no le importa y me escucha todo lo que le cuento.

Extraño su cama, sus brazos y todo él, se lo digo y creo que se emociona y excita.

 

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Miércoles

Me preparo y desnudo en la habitación extiendo las instrucciones de la ropa que debo ponerme a esta hora.  Un poco antes de las 11 tenemos un descanso para tomar el té y continúa el trabajo y las reuniones. Mi jefe me llama para decirme que adelanta su viaje y que llegará para las reuniones de mañana y que estará hoy a última hora en el hotel.

Las charlas van transcurriendo unas más interesantes que otras. Hablamos mucho entre nosotros  y hay mucha “leyenda urbana”, datos que aportan de sus vidas durante el periodo de selección y no coinciden con lo que a mí me exigieron, todas las chicas son muy jóvenes excepto la francesa, soy uno de los mayores, no entiendo cómo pudieron exigirles a ellas el haber trabajado en dos empresas como hicieron conmigo, alguna tiene veintidós años. Creo que hablan demasiado y yo como siempre callo y escucho.

A la tarde, como me avisó, llega mi jefe y otros señores. Lo raro es que después de hablar con mis compañeros, ahora a todos les interesa Francia, justo lo que no pidieron en aquel momento, a todos menos a la francesa que parece tener fobia a su propio país. Solamente somos tres ingenieros, el resto son economistas, o han estudiado Dirección y Administración de Empresas y Técnicos de Laboratorio.

La cena resulta un poco bulliciosa, ahora hay más gente, mi jefe se coloca a mi lado, a pesar de sus, calculo cincuenta años, se conserva muy bien y creo que está contento de tenerme trabajando con él.

Nos indican que los mentores no van a venir, el resto de mis compañeros han recibido una carta anunciándoles quién es su mentor, imagino que a mí me la habrán enviado a la residencia de Chapel, yo no la he recibido y mis padres tampoco. Dejé encargado a una chica de la residencia que recogiera mi correspondencia y se la remitiera a David a Derby, he hablado con ella y no lo ha hecho, espera poder hacerlo esta semana y confío encontrarla en Derby el sábado cuando vaya.

Lo cierto es que el próximo lunes tendré que enviarle un mail a ese señor de Barcelona para presentarme y que sepa que sé de él, todos los demás han tenido contacto con su mentor excepto yo.

No retiramos antes que ayer a nuestras habitaciones.

Nico me habla de su trabajo y de su compañero en el proyecto, espera poder presentármelo cuando vuelva a París, se le nota que le agrada y se encuentra bien con él. Se queja de nuestra separación hasta que le digo lo que le quiero, luego le voy explicando todo lo que veo.

 

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Jueves

Hoy para las 9:30 tenemos que estar preparados, bajo a desayunar y vuelvo corriendo para lavarme la boca y vestirme según lo indicado en el programa, a esta primera hora toca colocarse la ropa de business.

Salgo de mi habitación corriendo y apenas tengo tiempo de cerrar la puerta cuando alguien me empuja y caigo al suelo, el golpe ha sido muy fuerte y quedó un poco confuso, mis apuntes han quedado esparcidos por el suelo.

-Perdona, perdona, iba distraído.  –unos fuertes brazos me cogen y elevan en el aire.

-Déjame no ha sido nada.  –mi mirada encuentra los oscuros ojos del negro que no me presta atención, me observa preocupado intentando colocar bien mi chaqueta. Es mi compañero, el único que hay en el grupo con la piel tan oscura, vestido en todo su elegante lujo.

-Discúlpame a veces voy dormido.  –le noto una sincera preocupación y se arrodilla en el suelo para ir recogiendo mis papeles con el riesgo de estropear sus impolutos pantalones.

-No importa, no ha habido muertos en el accidente.  –levanta la cabeza para mirarme y suelta una carcajada.

-De verdad que no ha habido muertos, pero podría haberte lastimado y eso no me lo perdonaría, no me gusta ir estropeando caras bonitas por mis descuidos.  –me pongo rojo y creo que no he oído de verdad lo que ha dicho, he escuchado “cara bonita”, es imposible y mi subconsciente me la está jugando.

Se pone de pie y me extiende los papeles, se los recojo y no puedo evitar que mi mano tiemble ligeramente.

-Ya está todo bien y arreglado.   –emprendo el camino y en lugar de ir a los ascensores me dirijo a las escaleras.

Mi caminar es rápido, vamos a llegar tarde y no es de mi gusto llamar la atención por motivo tan pueril.

-Espera, bajo contigo.  –se entretiene recogiendo sus cosas que ha dejado en el suelo mientras bajo las escaleras rápidamente.

Lo primero que tenemos que hacer es rellenar un test de personalidad, ya nos lo hicieron cuando estuvimos aquí mismo para el examen de selección, igual esperan que hayamos cambiado en estos meses transcurridos. Conmigo se equivocan, continúo dando los mismos resultados: metódico, ordenado y preocupado por los demás, si esperaban crear en mí un líder, se han equivocado de persona.

Mi jefe tiene que impartir una charla sobre la planta piloto que está en pruebas y el avance de las obras de la real que se está construyendo cerca de Bristol, habla bastante bien el inglés, para mi resulta mejor y no lo hace con la velocidad de las charlatanas de alguna de mis compañeras.

Luego estoy mucho tiempo con él en una charla personal, hablamos sobre los trabajos que me ha encargado, del nuevo sistema de filtrado y sobre la planta piloto, le hago ver que me gusta el trabajo y que el personal es amable y conocedor del tema, ¿qué voy a decir?, si ellos saben más que yo, pero lo que es indudable es que cada vez encajo mejor con André.

Él ha pedido su opinión a los que tratan conmigo sobre mí y le han dicho que están contentos, espero que no sean solo cumplidos, la charla transcurre en francés y eso crea cierta connivencia entre nosotros. Algunas de mis compañeras parecen sentir cierta tirantez y nos miran de reojo mientras hablamos, la verdad es que no apartan los ojos de él y nos ven con una relación que yo no las noto a ellos con sus jefes. No han venido todos, de España no ha acudido ninguno, entre ellos mi mentor que dijo que vendría a conocerme.

Después de comer mi jefe se despide, va a preparar su maleta, fue el primero en llegar y es el primero en partir. En los descansos me marean con preguntas sobre mi trabajo, ahora están muchos interesados en realizar un año en Francia y antes no lo solicitó nadie más que yo. Creo que lo que hacen no será tan malo como apuntan.

Las hay soñadoras y puestas en un pedestal, indudablemente sus veintidós años las hace soñar, desconozco cuáles son sus estudios, se que el chico español y la francesa son ingenieros igual que yo, pero el resto no dicen lo que son.

El día ha resultado laborioso y más al tener que cambiar varias veces de vestimenta.

No han venido a la reunión los del personal de Recursos Humanos y tengo que hablar con ellos. Debo aclarar temas pendientes que no me resuelven los de Francia.

Mi jefe me busca para despedirse y para pedirme algunas libras para pagar su taxi, en caja no tenían suficiente moneda extranjera y se vino con lo justo, nos decimos adiós hasta el lunes.

No he tenido tiempo en todo el día para contestar a mi correspondencia y únicamente he hablado con Nico.

Sorprendo varias veces al chico moreno mirándome de lejos y alguna vez con insistencia, aparta su mirada cuando ve que me doy cuenta, pero como si no pasara nada aprovecha para sonreírme, ahora parece que llamo su atención después de nuestro tropiezo.

 

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Viernes

Desconozco el motivo y no le encuentro explicación, pero me he despertado con una alegría especial, dicharachero y cantando en el baño mientras me preparo y me afeito, lo normal es que esté pensando en acontecimientos pasados y hoy no quiero ocupar mi cabeza en nada. Sonrío coqueto a mi imagen que se refleja en el espejo y agradecido me la devuelve, mis ojos brillan por la excitación que siento sin saber la causa.

Viene nuevo personal de las oficinas centrales de York para despedirnos y comer con nosotros. Siento que nos tratan a cuerpo de rey y se nos mima muchísimo después de lo duros que son con los ejercicios y el trabajo.

Durante la mañana ha habido un par de conferencias, sobre todo para insistir en la forma en que debemos tratar a los demás, como obtener lo mejor de las personas y hacer que sean colaboradoras. Todas son cosas que ya sabemos, pero nos las vuelven a recordar e insistir machaconamente sobre ellas.

Las despedidas se prolongan, no sé lo que pretenden con estas reuniones pero la convivencia y el roce está haciendo que nos comencemos a apreciar, a darnos nuestros teléfonos personales, los correos de la empresa los tenemos todos.

Cuando estoy hablando con un grupo de chicas escucho la voz  de mi moreno compañero a mi espalda.

-Espero no haberme convertido en tu enemigo por intentar quitarte la vida.  –sonríe de una manera que sabe que conquista los corazones de la gente, las chicas enseguida le rodean indagando el misterio de sus palabras y mientras me mira se lo relata entre risas.

-¿Perdonado?  -me extiende la mano y no puedo evitar el sonrojarme sabiéndome observado por todas.

-Te dije que no había sido nada y no tengo que perdonarte.  –su mano aprieta con calidez la mía más tiempo que el que debería.

Es un poco tarde y antes de coger el tren quiero pasar por mi banco, para ingresar un cheque que me remitieron hace tiempo por algunos gastos que le pasé a la empresa y retirar alguna libra de mi cuenta, compartimos algunos taxis, hago la gestión en el banco y luego me llevan a la estación, muchos de ellos tienen que ir a coger un vuelo.

Cuando llego a la estación de Derby, muy conocida por mí, la figura inconfundible de David se hace presente. Es tan alto, tan delgado, que se le ve y reconoce a un kilómetro. Me abraza muy fuerte con esos brazos que parecen de acero y yo recojo su cintura inexistente, me tiene mucho, mucho tiempo abrazado.

Ya conocía su casa de la última vez que vine para despedirme, cuando volvía para España, la tienen muy limpia y es mejor que la que tenían antes, parece que la francesita les obliga a esforzarse en las labores de casa, han preparado una cena especial por mi llegada y Juan su amigo luce los platos de su país, hablamos mucho tiempo contándonos nuestras vivencias y lo que hemos hecho estos meses y ya tarde nos vamos a la cama.

Recibo un correo de Nicolás, se inunda mi alma de cariño y las lágrimas discurren por mi rostro, David me mira alarmado y me abraza preocupado por lo que me pueda suceder, cuando me calmo le digo que no es nada, algo que me ha dicho en su correo Nico, le veo tan preocupado que tengo que mostrárselo para que vea que no tiene importancia y no ha sucedido nada malo.

Se trata de un trocito de texto de correo que Nico ha enviado a un amigo y me remite para que lo vea, lo copio:

¿Por qué nos dejan solos y abandonados?  ¿Y cuando les tengamos?, ¿qué les haremos? A ver qué te parece, digo yo que podría ser:

 

Cogerle en tus brazos. 

Acunarle como si fuera un niño. 

Envolverte en su olor.

Aspirarle profundamente. 

Adorarle como a un Dios. 

Besarle sus lindos labios. 

Rogarle, pedirle humildemente que te devuelva tu beso. 

Mirarte en los espejos de sus ojos.

Perderte en el candor de su sonrisa.

Decirle una grosería para que se ponga rojo.

Acariciarle su cara.

Implorarle su perdón.

Llevarle cogido de tu mano.

Abrazar su cintura y estrecharle. 

Acariciar su cadera.

Sentarte en una terraza para tomar un té.

Sujetar su mano mientras tu mirada le habla de amor.

Comer lo que el coma.

Respirar el aire que le sobra.

Coger su cuerpo en tus brazos para llevarle a la cama.

Retirar sus ropas de él.

Admirarte en la hermosura de su cuerpo. 

Sentir tentaciones de tocarle y no llegar a hacerlo.

Seguirle cuando va al baño. 

Abrazarle mientras se limpia su boca.

Morder su oreja para hacerle reír.

Recibir el espurreteo del dentífrico en tu rostro.

Besarle para mancharle a él también. 

Reír como niños por la travesura hecha.

Llevarle en tus brazos a la cama.

Besar su boca cuando te abraza.

Hacerle cosquillas y volver a reír como locos.

Besarle, lamerle y chuparle todo.

Entrar en él.

Gozar cuando suspira y jadea.

Sentir que le haces feliz.

Ser tu feliz porque él lo es.

Jurar que así será durante toda tu vida.

Repetir lo mismo  diez. 

Veinte veces en la noche.

Dormir abrazado a él.

Recibir de él y darle tu calor.

Y volver a empezar de nuevo al despertar.

Y así durante tu vida.

 

¿Quedarían satisfechos con nuestro recibimiento?

No me importaría hacer más cosas para tenerles contentos.

 

No puedo dejar de llorar mientras David lo vuelve a leer, cuanto termina me devuelve el iPod, me abraza y me acaricia.

-No tenías que llorar, al contrario, lo que dice es para estar contentos y alegres, Nico te quiere muchísimo  y esto es una forma de expresarlo.

Después de lavarnos y reír un poco con algunas bromas y recuerdos de compañeros de la Uni, nos metemos entre las sábanas.  Me habla de que ha terminado su periodo de aprendizaje, han pasado dos años y le han destinado a un puesto fijo que le gusta, aunque sigue pensando en su vuelta para España y su inmensa afición por los motores, lo sigue viendo difícil, allí en España no hay nada.

Luego se da la vuelta y me aproximo a él, paso mi brazo por su cintura y apoyo mi cabeza en su espalda, el sueño me vence hasta la mañana, como ha sucedido tantas veces.

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Sábado                                  

Salimos a pasear y dejamos en la casa a Juan y la francesita, he dejado preparada mi maleta y le confirmo que marcharé a la tarde, he hablado con Ál y desean que pase unas horas con ellos antes de que Gonzalo parta de viaje, me pide que me aloje en su casa, están los dos solos y me aseguran que no preciso reservar hotel.

Hace un frío de narices y tenemos que meternos en una cafetería para tomar algo caliente y continuar hablando. Mi amiga de la residencia de Leeds no ha enviado mi correspondencia o por lo menos no ha llegado. Tenemos muchas cosas que contarnos mutuamente de nuestros respectivos trabajos.

El cielo está despejado de momento y salimos a dar un paseo después de comer, nos acercamos caminando hasta su casa. No me habla de su novia y entiendo que no desea hacerlo. Se mantiene alejado de mí, no quiero que eso suceda y le sujeto del brazo para estrecharle y sentirle cercano.

Promete remitirme la correspondencia que llegue a su casa enviada desde la residencia y me abraza para despedirse, siento su delgado cuerpo tensarse y elevo el rostro para besar su mejilla, en la comisura de su boca.

-Te quiero David, gracias por todo.  –escapo de sus brazos y rápidamente subo al tren.

En St. Pancras me esperan Gonzalo y Ál, después de la tristeza de la despedida con David llega la alegría del reencuentro, me abrazan rodeándome con sus brazos los dos a un tiempo,  recuerdo la despedida  anterior que fue muy parecida.

No sé, encuentro a Ál un poco raro y desmejorado, más delgado de lo que es él, abraza mi cintura apoyando su cabeza en mi brazo mientas Gonzalo lleva mi maleta hasta la parada de taxis.

-Te veo muy guapo pero más delgado Ál.   –me sujeta contra él mientras contesta alegre.

-No tienes que preocuparte, unas veces estoy más gordo y es justo que adelgace.

Un taxi nos lleva hasta su casa, Ál me acompaña a la habitación que me han destinado y allí vuelve a abrazarme apoyando su cabeza en mi hombro.

-Teníamos tantas ganas de que volvieras, no se me olvidan nuestras aventuras y siempre pensamos en ti, tan solo y aventurero. Prepárate, vamos a cenar aquí, Gonzalo ha encargado algo para que comamos y luego iremos a dar una vuelta por la ciudad para divertirnos un poco si te apetece, aunque igual estas cansado del viaje.

Me doy una ducha rápida y tengo que usar ropa que ya he utilizado, aunque hayan sido solamente unas horas. Escribo unos correos y hablo con Nicolás.

Cuando llego a la cocina están preparando una cena fría, está en bandejas y parece que acaban de traerla de algún restaurante o negocio de comidas de entrega a domicilio. Comemos en la misma cocina, lugar más pequeño y entrañable para sentirnos cercanos.

Gonzalo debe atender algunos asuntos en España y va a estar ausente unos días, su abuelo con la ayuda de Borja va instruyéndole y dejando bastantes de sus trabajos en sus manos. Necesito saber sobre todos y más de los amigos que no he visto recientemente como Amadeo del que casi me estoy olvidando, reside temporalmente en Venezuela con frecuentes desplazamientos a México, como voy a poder verle yo cuando el mismo Carlos no puede estar con él y le extraña.

El tiempo no ha menoscabado su amor y se nota en su trato, en las sutiles muestras de cariño que se prodigan, casi imperceptibles si no estás muy atento, una sonrisa, un asentimiento, un roce de la mano, un saber callar para escuchar lo que el otro dice. Es como un vivir entre algodones. Gonzalo aprovecha cada instante para estar atento a lo que Ál pueda necesitar.

Tengo que morder mis labios para no llorar, los quiero tanto que su inmensa felicidad me hace daño. Deseo que sigan así para siempre, aunque mi corazón se rompa y deba luchar para que no se llene de veneno y me vuelva un ser malo.

El tiempo transcurre, se está tan agradable dentro de esa camaradería, casi no se come pero hablamos mucho y se muestran interesados en saber de nuestras vidas, de la de Nico, de la mía y de la de mis padres. Ríen cuando refiero las anécdotas para localizar mi alojamiento y se hace muy tarde, decidimos no salir a la noche de la ciudad y continuar charlando.

Gonzalo se interesa por mi empresa y por las personas con las que trabajo y me hace muchas preguntas, parece conocerla aunque desde otros niveles.

Cuando pasamos a su salón Ál se acurruca muy cerca de Gonzalo en el sillón, con sus pies descalzos apoyados en el asiento y su cabeza en su hombro, es un bellísimo cuadro. Luego preparamos té y continuamos con nuestra interminable tertulia hasta que Gonzalo la interrumpe, porque tenemos que dormir según él, su abuelo y Borja pasarán a recogerle a la mañana para llevarle al aeropuerto, tienen que hablar de algunos detalles antes de que se marche.

Esta noche lloro sin saber el motivo, desconsolado en la oscuridad de mi habitación los sollozos hacen temblar mi pecho. Estoy bien y a gusto de ver su amor, de notar que se quieren, no deseo que les suceda algo malo, muy al contrario, pero lloro y lloro sin saber el motivo o más bien queriendo olvidarlo.

 

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Domingo

Cuando me preparo y dejo mi maleta lista, voy a la cocina, Ál está preparando el desayuno de espaldas a la puerta, abre su brazo sin volverse para que me acerque a él y abraza mi cintura. La delgada ropa que le cubre me revela que no tiene más que huesos, me besa en la cara sin dejar de mirar lo que está haciendo.

-Huele muy bien tu colonia, tú hueles muy bien.  –aspira profundamente y me suelta, le ayudo a llevar lo que ha preparado a la mesa, cuando Gonzalo aparece se me acerca y acaricia mi rostro sonriente mientras me saluda, luego revuelve el pelo de Ál y se inclina para besarle.

Abandonamos la mesa sin terminar de desayunar, Gonzalo recibe una llamada avisándole de que su abuelo está esperándole. Le acompañamos, quiero saludar a su abuelo.

El anciano y Borja salen del coche para saludarme, no conducen y es su chófer el que les abre la puerta, el abuelo me abraza y le pide a Ál que vayamos a comer a su casa, Borja se queda aparte mirándome apenado y voy donde él para darle un abrazo, nos despedimos de Gonzalo y dedica a Ál los últimos momentos. 

Cuando volvemos a la casa, el desayuno está frío y lo tiramos por la fregadera, le ayudo a recoger las cosas e írselas entregando para que las vuelva a colocar en sus lugares.

-Iremos a comer a la casa de los abuelos de Gonzalo si no te molesta, voy siempre que no está Gonzalo y saben que ibas a estar aquí, su abuela me lo pidió expresamente.  –me mira interrogativo.

-¿Cómo me va a molestar?, estoy encantado y adoro a esa mujer.  –voy a lavarme la boca y él me dice que se va a dar una ducha, no le ha dado tiempo aún a prepararse y está vestido de cualquier manera, con lo primero que se encontró para acompañar a Gonzalo a la calle.

Cuando vuelvo del baño llevo mi maleta hasta la entrada, si vamos a comer con sus abuelos debo llevarla conmigo, tendré el tiempo justo para ir a coger mi tren.

En el salón recojo las tazas que dejamos la noche anterior y lo llevo todo a la cocina, pasando el tiempo hasta que Ál aparece, viene guapísimo, como él es y siempre ha sido, pero diferente de cuando éramos jóvenes adolescentes. Viene a sentarse a mi lado.

-Anoche no tuvimos tiempo de recoger las tazas, veo que has aprovechado el tiempo, siempre has ido detrás de nosotros.  –me mira ensoñadoramente.

-Recuerdas aquel verano en Albany, siempre nos sermoneabas y teníamos que hacer lo que tú querías.  -¿cómo no voy a recordarlo?, en aquellos tiempos Gonzalo y él apenas se dirigían la palabra, siempre se estaban peleando y discutiendo, a veces pasaban días sin hablarse y yo en medio de los dos, entonces yo había confirmado lo que sentía respecto de mi amor por Gonzalo pero tenía que cederle el protagonismo a él que a su vez le amaba.

-Aquello pasó y ahora estáis unidos y felices.  –se acerca y me abraza.

-¿Te causa dolor el que hablemos de ello?

-¡No, no! En absoluto podemos hablar de lo que gustes y puedes contarme lo que haya sucedido estos dos años, no hay problema alguno.

-Algún día te lo contaré, pero sin que lo reflejes en tus relatos y lo pongas más bonito de lo que ha sido. –ríe, quizá recordando mis exageraciones al contar sus aventuras.

-Vuestra historia se acabó en aquel momento, no habrá más, será para nosotros dos únicamente.  –me envuelve en sus brazos y se reclina en mi pecho. ¡Oh! Ál, siempre has sabido como dominarme y al final hacer lo que has querido, haciéndonos creer que es al revés.

La comida con los abuelos de Gonzalo resulta una gozada, sobre todo por disfrutar de la presencia de ambos ancianos. Ál los quiere un montón aunque no transija y no quiera vivir con ellos, entiendo que sus razones no son los abuelos, es Borja al que no soporta ver al lado de Gonzalo, ellos le devuelven multiplicado ese amor. Ocupamos un extremo de la inmensa mesa, preguntan por Nico y por mis padres, tengo que volver a repetir mi historia del inicio de vida en Lille, sus abuelos ríen con las anécdotas y las dificultades que nos hemos encontrado.

-Te admiramos Daniel, te estás haciendo una vida tu solo, sin ayuda de nadie. –me dirige una tierna sonrisa mientras los ancianos asienten. Ál habla y pocas palabras van dirigidas a Borja que se limita a asentir a lo que los abuelos o yo le hablamos.

-Tengo a mis padres que me ayudan un montón y todos mis amigos me animan a seguir el camino elegido.  –aunque Ál y Gonzalo no vivan con ellos se ven a menudo y siempre tienen la compañía de Borja.

No tenemos tiempo para seguir hablando, el mayordomo le pregunta a la abuela donde vamos a tomar el café y ahí se interrumpe la comida, hubiera sido deseo de todos continuar pero tengo que partir. Ál me acompaña a la estación y antes de pasar el control tomamos un té, me pide que vuelva pronto y que lo haga con Nico. Cuando nos abrazamos para despedirnos me doy cuenta de que le he recuperado, todo vuelve a ser igual a como era antes, cuando teníamos dieciséis años y paseábamos por los parques de Albany o de Halifax, con Gonzalo detrás de nosotros en muchas ocasiones.

Nos abrazamos con enorme ternura llevados de nuestros recuerdos.

-Cuídate Ál, me preocupas.  –hace un gesto despectivo con la mano.

-No seas como Gonzalo, por favor, tú no.

En el tren me entretengo enviando algunos mensajes hasta que nuestro viaje discurre bajo el mar y la señal se interrumpe.

Está anocheciendo cuando llego a casa, el coche está en su lugar, donde lo dejé, y el material de jardinería ya lo han extendido en las jardineras, las luces ahora encendidas permiten que se vean las nuevas plantas que han colocado, tan bonitas en el rojo del anochecer.

Ahora comienza el trabajo y mi madre me imparte instrucciones por teléfono, tengo que lavar mis camisas, casi toda mi ropa esta utilizada.

Nicolás está contento, dice que va a contar los días para atrás y comienza por el cinco para poder encontrarnos. 

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