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20.1 Rayhan, dulce y exótico árabe

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He tenido que llevar puesta la calefacción del coche durante el trayecto a la fábrica, a las mañanas comienza a notarse el frío y aunque ya estoy acostumbrado por los tres años pasados en U.K., extraño las temperaturas del norte de España más cálidas y templadas.

A media mañana tengo programada una reunión, voy en busca de Elie y le pido que me acompañe a la planta para trabajar con ella allí antes de volver para la reunión. Elie es una chica de unos treinta y algún años, menuda y rubita que parece encantada al atenderme, que conoce lo que se hace en la planta y lleva la relación entre el lugar de pruebas, laboratorio y oficina.

La veo que recoge el dispositivo de registro de presencia, yo lo he olvidado encima de mi mesa, me disculpo y vuelvo a por él. Tenemos que llevarlo siempre con nosotros cuando nos encontramos en la fábrica, registra todos nuestros movimientos, así los de seguridad, en caso de accidente en cualquier lugar del recinto, pueden saber donde se encuentra presente el personal, el sistema informático va siguiendo el paso de los trabajadores desde que entramos en la fábrica.

Elie se sujeta de mi brazo para bajar las escaleras, lleva zapatos y ropa de seguridad al igual que yo, creo que se agarra a mí para transmitirme familiaridad y confianza.

Cuando vamos a abandonar la planta, después de haber tomado los datos que preciso, recibo la llamada de Nico, ha llegado sin problemas y está trabajando, ahora puedo respirar tranquilo.

Voy a comer un poco tarde entretenido al salir de la última reunión y la mesa donde me siento para comer habitualmente está ocupada, tomo asiento en otra donde están unos operarios con los que no he comido en ocasión alguna. Hablan entre ellos, yo simplemente les escucho o pienso en mis cosas.

No he recibido comunicación de la inmobiliaria indicando si van a pasar para conectar la línea de internet, tendré que llamarles para urgirles su presencia, va a transcurrir una semana y no lo solucionan.

Aunque salgo del trabajo un poco tarde me detengo en una gran superficie, para realizar alguna compra, lavar el coche y llenarlo de combustible.

Cuando llego a casa es un poco tarde, Rayhan ya ha marchado, si hubiera habido noticias de los técnicos me habría dejado una nota en la puerta o recibido una llamada. Comienzo a recoger las compras que he hecho y colocarlas en su lugar.

Nicolás me llama para hablar un rato, a la mañana llegó un poco tarde a la universidad y tuvo problemas en los alrededores de París por el tráfico.

 

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Voy contento a trabajar, en el viaje escucho una emisora musical y las noticias del tiempo y el tráfico, durante la mañana recibo una llamada de Evans, quiere saber si puede pasar está tarde para verme ya que va a ir a Lille, quedo con él en mi casa, lo cierto es que todos los días voy a Béthune y nunca quedamos para vernos aunque me llama por teléfono casi todos los días.

Continúo trabajando con Elie, la recojo en su despacho y vamos al laboratorio para tomar un té, traje algunas pastas cuando estuve en U.K., y hay alguien que me ha imitado, han dejado una caja sin nota alguna y están estupendas y crujientes recién hechas, Elie me está enseñando todo lo que sabe, sin reservas ni suspicacias que tanto se dan en las empresas.

Acompaño a mi jefe a dos de sus reuniones, se está acostumbrado a que sea yo el que tome notas y lleva su bolígrafo para jugar con él, sin ningún otro propósito.

Salgo del trabajo unos minutos más tarde y cuando llego a mi casa Rayhan está mirando y paseando entre las jardineras y zonas de césped, también encajando una madera que colocó mi madre para evitar que cuando llueva el agua salpique de tierra una de las puertas.

Cuando aparco el coche está esperando y me abre la puerta. Se ha quitado la especie de buzo de trabajo que lleva otros días, viste unos vaqueros muy desteñidos y ajustados que marcan sus fuertes piernas, su redondo trasero y un buen bulto en su entrepierna, lleva puesto un polo de color celeste y manga corta, todo ello muy juvenil, parece que cuelga en sus anchos hombros como si él fueran una percha, se ajusta en ellos y le baila en la cintura, al colocarse a mi lado me da la impresión de que es más alto y desde luego mucho más fuerte que Nico.

-Han estado los técnicos enviados por la inmobiliaria, dicen que no hay problema alguno y que la señal llega hasta la caja de entrada.  –me habla después de saludarnos y hacerle por mi parte la correspondiente inspección, entiendo que me está hablando sobre internet.

-No me han comunicado que vendrían y por ese motivo no te llamé para advertirte, menos mal que te han encontrado aquí.   –sonríe mostrando el contraste entre sus blancos dientes y el rojo tan fuerte de la parte interna de sus labios, se le forman dos hoyuelos en las mejillas acentuando sus infantiles rasgos.

-La caja de conexiones está fuera de la casa, no han tenido que entrar para nada, le voy a enseñar el lugar donde se encuentra junto con otros servicios, sígame.  -me indica con su mano para que vaya detrás de él, visto por detrás parece un armario, su corpulencia es el doble que la mía.

Me lleva hacia el estudio del centro, una de las puertas no corresponde propiamente al estudio, es un cuarto donde hay contadores de la luz y otras cosas que no me molesto en entender. Me muestra una caja que es la que dice que han estado mirando los técnicos y que a mí no me dice nada, se lo agradezco no obstante, quiere ser servicial y es todo delicadeza y detalle.

Me despido de él y me alejo hacia el coche, no se mueve del lugar donde le he dejado hasta que me meto en la casa, descorro un poco la cortina y le veo que se aleja hacía los edificios más altos, donde tienen su cuarto de herramientas.

Me quito el traje y me pongo cómodo con unos vaqueros hasta que llega Evans, le abro la puerta externa, avanza por el parking y luego por el camino de acceso de losetas de hormigón. Nos abrazamos y me besa sonoramente en ambas mejillas, estos franceses son así de efusivos aunque él sea reservado.

Ha vuelto a colocarse el pelo de punta y me pregunto el por qué usarán tanta brillantina y fijador los chicos franceses, los de la inmobiliaria, tanto el joven como el mayor van repeinados como maniquíes de escaparate.

Evans quiere que vayamos a dar una vuelta, deberá ser corta, él tiene que volver a Béthune y yo a casa para esperar la llamada de Nico aún pendiente.

Vamos a tomar algo al bar de su amigo, dueño del restaurante donde vamos a comer. Me hace reír contándome las anécdotas de Alan, de Lorian y de él, parece que les están saliendo trabajitos esporádicos en algunas agencias, pero que no les permiten dejar lo que hacen en la disco de Lucas en Lille o en Béthune. Me invita a mí y a Nico para ir el sábado a la disco, él vendrá para acompañar a sus amigos, es parco en hablar de esos temas y no pregunto ni insisto.

Rechazo su invitación, este fin de semana iré a París, lo dejamos para otra ocasión en que venga Nico a Lille. Nos despedimos al salir del local, tenemos así menos que caminar ya que nuestros caminos son distintos.

 

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Cuando voy a salir del patio de la urbanización me abre el portón el padre de Rayhan y me saluda con la mano, es la primea vez que se fija en mi o eso creo, es más corpulento aún que su hijo y de piel más morena, la nariz aguileña y una mirada profunda que ahora parece dulcificarse con su mueca de sonrisa.

El tráfico a las mañanas es más fluido que a la vuelta y hasta ahora no he llegado nunca tarde al trabajo, llego unos minutos antes de la hora de entrada, espero en la cola de automóviles que hay para acceder al parking.

Cuando estoy con Elie trabajando, recibo una llamada de mi mentor en Barcelona, quiere que hablemos por videoconferencia, acordamos que lo haremos mañana Jueves a las 10 horas.

Hablando con Elie me pregunta el motivo de que me llamen de Barcelona, le explico un poco de que va el tema, no conoce ese programa de la empresa para postgraduate cuando lo tienen colgado de su página y puede verlo cualquiera.

El tiempo va corriendo y se pasa la mañana, en la comida le digo a mi jefe la llamada que he tenido y que mañana no podré estar en la reunión o en parte de ella. Como no parece sentir mucha simpatía por el director de Barcelona, se lo digo para que lo sepa de antemano. Se encoge de hombros, espero no estar situado entre dos trincheras en un frente de guerra.

No hay más cosas que contar, la tarde sucede a la mañana y sin estridencias transcurre y pasa. Me quedo a la tarde un rato para hacer cosas mías por internet y hago el viaje de vuelta.

Limpio un poco el estudios, mejor dicho, lo miro y lo veo todo perfecto, voy a salir para dar un paseo y llegarme a la Gran Plaza, Rayhan se marcha en ese momento y camino unas calles a su lado, hasta la entrada de acceso al metro, le invito por si quiere tomar algo y no acepta, tiene prisa para llegar a su casa y preparar sus clases, va a coger el metro que le llevará en poco tiempo, me encuentro muy bien con él, reúne una combinación de características que me atraen, por un lado  es muy tímido conmigo, propio de la diferencia de edades y por otro se le nota el gran poderío de macho dominante que no puede ocultar y resulta innato en él.  A veces me siento estar por encima de él y en otros momentos como si pudiera ser un juguete en sus grandes y poderosas manos.

Pido un té en una terraza cubierta, hay chicos en la plaza, muchos enamorados a los que miro encantado como se prodigan sus besos de amor delante de todos los paseantes, pero para mí hace frío. Vuelvo a casa y trasteo en internet, María está en Londres y me envía alguna fotografía de sus paseos por la ciudad, Raúl a su lado no pierde ocasión de tener abrazada a la bella muchacha. Me promete que me enviará más en cualquier momento.

Cuando Nico me llama estoy en casa esperando su llamada, hoy me cuenta como está encantado de su trabajo en la empresa y el proyecto que comparte con otro chico francés.

 

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A las 10 menos 15 minutos estoy en la sala de conferencias, podíamos haber hablado por Skype, él ha preferido medios más sofisticados y hacerlo en la pantalla gigante. Tengo que esperar 10 minutos más de lo establecido hasta recibir la llamada para que ponga en funcionamiento el sistema. Le acompaña a su lado una chica joven, de menos de treinta años. Él es un señor de unos cincuenta y algún años, algo calvo, moreno y de traje oscuro. Nos presentamos y comienza a indagar por lo que estoy haciendo, le hago un resumen de mis actividades en la fábrica, hay momentos en que tuerce el gesto como si hubiera algo que no le gustara pero no lo indica.

Espero que no se hayan dado cuenta pero ha conseguido ponerme rojo al no poder responderle como me hubiera gustado, la cámara lo habrá disimulado, me he colocado en un segundo plano para no mostrar el detalle de los gestos que pueda hacer al hablar delatando mi nerviosismo.

Me dice que después de la selección remitieron los historiales de los seleccionados a los directores de las fábricas en Europa, luego tuvieron una reunión en U.K., y en ella el director de la fábrica de Béthune ya se me había pedido para él, que no dio opción a otro director, que le gusta mi historial y un bla, bla, bla que conseguía que cambiara de color al alabarme demasiado.

Cuando terminamos indica que va a comentar algunas cosas con mi jefe, sobre orientaciones de lo que debo atender prioritariamente, hubiera sido mejor que en la reunión hubiera estado él, así podría enterarme de lo que hablan entre ellos.

Al menos es una persona amable, la chica no dice nada, ni se ha presentado, no sé si será su asistente o adjunto.

Se ofrece para que cuando tenga alguna duda o problema referente a mi formación pueda dirigirme a él, pero que él a su vez se pondrá en contacto conmigo para que le vaya contando lo que voy haciendo.

Ni en la comida, ni durante la tarde me pregunta mi jefe sobre la conversación con el señor de Barcelona y como veo su manifiesto desinterés, tampoco yo le digo lo que ha sido la conversación ni mis impresiones.

Resuelvo algunos trámites administrativos respecto de mi minuta de gastos de traslado a Francia, alguna cosa que no entienden en York, en R.H., me piden documentación de las transferencias efectuadas a la inmobiliaria, aunque les envié la factura que me pasaron.

Ya han llegado a un acuerdo entre los dos departamentos de R.H., York me pagará la nómina en libras en el banco de Inglaterra y Béthune se ocupara de abonarme las ayudas y gastos que tenga, de hecho ya me han ingresado todos los atrasos.

A la vuelta el tráfico está peor y muy sobrecargado, tengo algo de prisa para sacar mi billete de tren para mañana. Llego a tiempo para dejar el coche en el parking de casa, saludo a Rayhan y voy corriendo a la estación, no tengo problemas en Lille-Europe y la vuelta a casa la hago con más tranquilidad y paseando despacio.

Cuando hablo con Nico le noto extraña la voz y me confiesa que tiene algo de fiebre, parece que empezamos con las enfermedades de invierno. Como siempre, los dos estamos deseando que mañana llegue; nos comemos el tiempo sin darnos cuenta, deseando siempre que llegue el mañana. Dejo preparada mi maleta para el día siguiente.

 

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Parece que todo está en calma, la mañana transcurre tranquila y sosegada.

Después de la reunión mi jefe me llama para hablar en su despacho, al fin me comentan algo de lo que han hablado entre el de Barcelona y él.

No sé el por qué, deja muy claro que el encargado de mi instrucción es él por encargo del director de la planta y que mi mentor en Barcelona, simplemente va a controlar como voy y no a ordenar mis trabajos.

A mí me parecen magníficos los dos, pero en su fuego cruzado, que me coge en medio, temo que pueda alcanzarme alguna bala perdida, yo no le he cuestionado nada de lo que me ordena hacer, hubiera sido preferible que estuviera en nuestras conversaciones y así se lo propondré cuando vuelva a convocarme para la próxima videoconferencia.

A la tarde, antes de salir para la estación llamo a mi padre, para advertirle de que le van a pasar el costo del viaje que he encargado para las vacaciones por mi banco en España, para que esté atento y a la vez decirle si pueden ir a recogerme a Santander, así van haciendo sus planes compatibles con mis necesidades de ellos. He cogido el vuelo desde Charleroi en Bruselas a Santander, me es más fácil que desplazarme a París.

Cuando salgo de mi casa Rayhan está delante del coche.

-Se marcha de viaje y el coche lo tiene muy sucio, ¿quiere que se lo lave?  -me deja pasmado tanto detalle del muchacho, aunque debía irme acostumbrando, le pido que espere, vuelvo a casa a por las llaves del coche, se las entrego por si lo tiene que mover.

-No es necesario, aquí mismo se lo puedo lavar.

- Rayhan, ¿tú tienes carnet de conducir?  -me parece extraño, no creo que tenga 18 años.

-Tengo el carnet limitado desde los 16 años, pero si me acompaña una persona mayor puedo conducir, a veces lo hago con mi padre.

-Vale, te dejo las llaves por si lo tienes que mover por cualquier causa, dentro del parking no te lo va a prohibir la gendarmería.  –se las entrego y las mira gozoso.

-Se las dejo en casa cuando termine.  –fijamos el lugar donde las dejará depositadas para poderlas tener el lunes.

Marcho para la estación, tengo que pasar los controles de rigor y no quiero llegar tarde. El viaje se me hace corto, tengo muchas cosas que mirar y leer, llamo a Nico para que no vaya a recogerme, quiero ver su estado antes de que salga a la calle, hoy no ha ido a la Uni ni a la empresa; puedo y estoy preparado para coger un taxi y pedirle que me lleve a su casa de la Av Foch.

No es fácil que ahora me pierda, cuando llego a su casa sale a la puerta a recibirme, sale envuelto en una bata de casa y unas pantuflas puestas, tiene el pelo desordenado, la barba de un par de días y dudo que se haya limpiado la boca, parece no tener intención de acercarse a mí y soy yo el que le abrazo y me cuelgo de su cuello, seguro que no se ha duchado durante el día de hoy, pero huele delicioso, a él mismo, a su peculiar olor varonil que me encanta y vuelve loco, con recuerdos de la colonia que usamos.

Su aspecto no es el de estar enfermo, me lleva sin suspender nuestro abrazo-beso al salón. Le suelto el cordón de su bata, no lleva ropa por dentro y me estrecho para arrebatar el calor de su cuerpo, beso el vello de su pecho y estamos un rato largo sin decirnos una palabra, solo habla nuestro aliento reptando por la piel del otro, nuestros labios que no cesan de besar y de llevarse el recuerdo salado de nuestra piel.

-Creo que tú no tienes fiebre, no pasas de 37,2.  –sostengo el termómetro en mis manos, los dígitos son muy claros.

-Te dije que no era nada, una ligera fiebre que desde ayer ha ido desapareciendo. –ha vuelto a anudarse los cordones de la bata, me recuesto sobre él e introduzco mi mano por la abertura para acariciar su piel directamente.

-Pensaba que nos meteríamos en la cama por tu estado.  –no quiero ni mirar lo siento como se aprisiona en mi costado, me está engolosinando y quiero jugar con él pero me contengo.

-No vamos a ir a la cama, en principio he dormido muchas horas hoy y estamos invitados para cenar, no tenemos mucho tiempo, me voy a duchar y preparar.

-Pero Nicolás, ¿no se puede dejar para otro día?  -me fastidia tener que salir para estar con gente.

-Habría que buscar una disculpa creíble después de haberles dicho que estaremos allí. Venga acompáñame al baño. Comienza a afeitarse, su miembro viril golpea en el mueble del lavabo, mi mirada no puede perderlo de vista y me acerco por detrás de él, le rodeo con mis brazos, se lo tomo y lo acaricio. Suspira y para la maquinilla, se da la vuelta y va retirando mi ropa hasta dejarme desnudo como está él y entramos en la lluvia templada de la ducha.

-Nico estás buenísimo a pesar de estar enfermo. -río por la tontería que acabo de decir y mis manos no pueden detenerse en las caricias que practico a su pecho lamiendo a la vez sus tetillas.

-¿Te sientes con fuerzas para continuar el juego?  -sostengo su pene en mi mano  apretándolo sobre sus abdominales, no me responde y ocupa sus labios para besarme y morder mi cuello.

-Provocador, cabronazo, para una vez que quiero controlarme vienes tú a incitarme.  -no puedo contener mi risa sintiendo la avidez de su boca lamiendo mi oreja.

Me arrodillo y miro su hermosa polla antes de comenzar a mamarla, no me canso de ella, su sabor y olor me atraen sobremanera, quiero sentir su potencia en mi boca, su dureza que atravesará mi garganta y empujo de sus glúteos a los que me sujeto desesperado para que entre en mí y me perfore.

-¡Ahh!, chiquito, eres mi perdición. –folla mi boca durante unos momentos pero se le nota muy excitado por la magistral mamada que le practico comiendo toda su verga.

Me sujeta de los sobacos para elevarme, darme la vuelta e inclinar mi cuerpo, se arrodilla a mi espalda y abre mis nalgas para comenzar una comida de culo que me hace estremecer al sentir su cálido aliento en mi ano.

Mí mano sujeta su nuca para apretarlo a mi culo, es un delirio de placer sentir su lengua forzando mi culo, sus manos tirando de mis glúteos para separarlos y enterrar más su cabeza en mi raja.

Chupa y lame como un maestro que sabe dar placer a su amante hasta hacerme suspirar y quejarme del placer extraordinario que me ofrece.

-Nico, Nico, cariño dame más, es delicioso mi amor.  – de sopetón mete un dedo para escarbar en mi recto y emito un débil quejido al cambiar la suavidad, dulzura y calidez de su lengua por la dureza de su dedo.

Le ciño con mi esfínter apretando duro y él nota que me ha molestado un poco. Se pone de pié y mete su verga entre mis piernas para frotar la entrada de mi ano follando mis nalgas y alarga su mano para coger mi polla y empezar a menearla acariciando el glande.

-Te la meto ya mi amor.  –no esperó mi permiso y abrió mis piernas empujando con urgencia con las suyas, incliné mi espalda para dejar expuesto mi culo a su polla muy abierto y entregado a lo que él decidiera hacerme.

Resbaló en mi interior con un ligero escozor que soporté disfrutándolo también, era una forma de saber que estaba siendo poseído por mi hombre, de rendirle mi entrega para dejarle que me llevara al inigualable placer de sentirme lleno de su hombría, de él mi amante adorado y fiel.

Me sujeté en la pared con una mano y con la otra le acompañé en su vaivén empujando de su muslo para que entrara profundamente en mi.

Durante unos minutos disfruté de la soberbia enculada que recibía, con los descansos donde abrazaba mi vientre y besaba mi espalda diciéndome las más bellas palabras que podría escuchar.

-Eres mi vida, mi amor, adoro todo tu ser. –era una constante, un mantra antes de volver a su movimiento de entras y salir de mi estirando las paredes de mi recto por su excepcional excitación del momento.

Era tan sencillo entregarse a su cariño y amor, sentir las caricias que hacía en mi abdomen antes de llegar a mi polla y acariciarla como si fuera sagrada.

-Me voy a venir Daniel, es un milagro aguantar más, me corro mi vida, ¡lo siento venir!  -cogí sus testículos y los oprimí sintiendo como temblaban en su bolsa y se contraían pegándose a la base de su verga, apretándose contra ella en el momento de comenzar a vaciarse dentro de mi culo.

Me montaba como un perro contrayendo sus glúteos para que su verga llegara hasta el fondo de mí ser, con sus manos en mi vientre apretándome contra él convulso y envuelto en temblores, su pecho pegado a mi espalda siendo un solo ser.

Sentía su respiración loca en mi espalda y su mano pasando por mis huevos y mi glande en carías que me llevaban a mi orgasmo que no podía esperar más. Sacudió fuerte mi polla y comenzó a escupir mi esperma salpicando el suelo y el frente de la pared.

-Daniel, amor, mi niño querido.  –no dejaba de abrazarme muy fuerte y continuaba masturbando mi polla de la que no salía más leche.

Su verga salió de mi ano y me volví para abrazarme a él y buscar hambriento su boca.

-Si es algo contagioso lo que he tenido te lo voy a transmitir.  –no le dejé continuar y mordí sus jugosos labios.

-No importa, moriremos los dos abrazados.  –nos echamos a reír convulsos mientras nos besábamos.

Me lavó como solo él lo sabe hacer, metió sus dedos en mi ano para ayudarme a vaciar su esperma y lo abrió para que saliera por la inercia mientras aprovechaba para ir besando todo mi cuerpo bebiendo el agua que resbalaba de él.

Le dejo y salgo de la ducha mientras él se termina de aclarar el gel que corre en pompas blancas por su escultural cuerpo que no puedo obviar mirar con deseo insatisfecho, pienso que no tiene prisa y sueña al notar el agua que cae sobre él, disfrutando de su momento en soledad, hubiera vuelto a coger su verga aun templada de la que escurrían las gotas de agua, a acariciar sus vellos pegados a su dura piel. Salí del baño con la imagen en mi retina del soberbio hombre que podía tener a mi lado sin pedirme nada a cambio.

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