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EL CLUB DE LAS BRAGAS ROSA

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Esa mañana, ella salía de casa; con el pelo sujetado en una cola de caballo, su blusa escotada en V, el bolso colgado al hombro, su minifalda apretadita y su tanga rosa dentro. Ese hilo dental que tanto le emocionaba usar los martes, más cuando sabía que otras chicas harían exactamente lo mismo en otras partes del mundo, cerca o lejos, no importaba, pero al igual que ella, muchas otras estarían trayendo puesta su tanguita rosa, con ese nombre que tanto les emocionaba a todas, bordado o escrito precisamente en su zona íntima, de tal modo que lo sentirían al ir camino a la universidad, al colegio, al trabajo, en fin a cumplir sus quehaceres del día. 

Y para ella, ser parte de ese club de desconocidas que compartían algo en completo secreto y silencio, sin conocerse siquiera, sin saber cuántas o como eran, la colmaba de un emoción inexplicable que elevaba su libido, el sólo hecho de sentir el nombre de la que tanta satisfacción le daba, ahí entre sus piernas, era suficiente para mantenerse húmeda durante todo el día. El ir al baño para ella era toda una experiencia orgásmica, bajarse la tanga y ver ese nombre inundado de su humedad la ponía tan caliente que terminaba masturbándose al mismo tiempo que orinaba. Luego de haber ya orinado, se ponía de pie, bajaba su tanguita por debajo de sus rodillas y la suspendía separando las piernas lo más que podía, aprovechaba y se hacía un videíto para luego enviárselo a aquella que le inspiraba tanto placer al tocarse; poniéndose el teléfono entre las piernas, recordaba las palabras tan excitantes que le escribía aquella la del nombre y se masturbaba aún más, recorría con dos de sus dedos (el del medio y el anular) el interior de su raja, lo hacía recorriendo desde su entrada hasta casi alcanzar su clítoris, meneaba con ambos dedos todo su interior cálido y húmedo, sintiéndose con las yemas de sus dedos, recogiendo su humedad en cada recorrido, volvía hacía abajo para recorrer una y otra vez su raja y no dejaba de hurgarse deliciosamente, luego bajaba la mirada y al mirar su teléfono, se excitaba más sabiendo que le hacía un video a aquella que le encendía tanto de placer con las cosas que le decía y entonces seguía con su masturbación, esta vez con un solo dedo, con el que seguía tocándose haciendo el mismo recorrido en medio de su raja, un manoseo cada vez más intenso, que hacía que sus muslos se pongan rígidos y tenga que ahogar el gemido mordiéndose el labio. Cuando su manoseo ya había alcanzado el máximo de placer se detuvo y sintió como su vagina le palpitaba, y se sentía satisfecha al pensar que todo eso se estaba registrando en el video que le estaba preparando a aquella que la ponía tan ardiente, luego se subía la braguita y salía del baño como si nada para que nadie se diera cuenta.

Después se iba a clase, pero apenas se sentaba sentía en la tela que cubría su vagina aquel nombre y seguía humedeciéndose y su vagina volvía a palpitarle, todo eso lo sentía mientras habría su cuaderno pues ya daba inicio la clase. Y así todo el día se pasaba humedecida y excitada, lo que para ella era una gran satisfacción; los martes eran su día favorito, aquel en que sonreía de emoción, su mirada se perdía en la nada, sentía estremecimientos de puro gozo recorriendo todo su cuerpo, y su mente se concentraba todo el día únicamente en una cosa, pertenecer a ese club, cumplir con la instrucción del día, porque precisamente eso producía una y otra vez en ella; sobreexcitación y una revolución dentro de su ropa interior, aquella que, terminado los martes tendría que lavar a mano por el alto exceso de secreciones resecas con las que terminaría el día, además que no podía dejar que su madre y los demás en casa la vieran, por lo que después de lavarla procedía a guardar la tanguita muy bien hasta el próximo martes. Al final de aquel martes y después de haber enviado el videíto a aquella que tanta excitación le producía, se sentía satisfecha sabiendo que había cumplido con la instrucción del día, y sabía también que todas las otras chicas lo harían y esa complicidad a flor de piel hacia que su vagina se abriera como flor, el deseo la invadía nuevamente, imaginaba mil cosas, imaginaba cuantas vaginas más se abrían cubierto con una tanguita rosa y ese nombre rosándolas a cada instante, metió su mano dentro del short que usaba como pijama, sintió su humedad, su olor femenino le llegaba desde ahí abajo y siguió explorándose imaginando; vaginas de todas las formas y colores cumpliendo la instrucción del día, metió su par de dedos dentro de su vagina, se entregó al placer y termino ansiando que sea otra vez martes.

Y tú te animas a participar el próximo martes……

 

 Este relato es parte de mi último libro digital “EL CLUB DE LAS BRAGAS ROSA” que lo distribuyo gratis a través de correo electrónico, las interesadas en leerlo completo sólo deben pedírmelo a: [email protected]

No olviden pedirlo por el nombre del libro y por favor solo chicas.

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