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Criado sexual

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La señora tendría unos 40 años llegó con decisión al chiringuito de la playa y se sentó con desparpajo en una mesa al lado de la mía. Entre nosotros se cruzaron unas miradas. Me percate que su mirada era insinuante y al mismo tiempo fría. Al principio se sentó dándome la espalda, una espalda perfecta de mujer sensual que terminaba en un trasero insinuante y perfecto.

No podía apartar mi mirada. Me atraía de una forma increíble.

Cuando más embelesado estaba pensando en lo que se podía hacer con él, ella se dio la vuelta y con una sonrisa que lo decía todo, y con un cigarrillo en la mano me dijo:

- ¿Puedes darme fuego?

Aquella pregunta al mismo tiempo que pedía ordenaba.

Cogì mi mechero y le ofrecí fuego. Al dárselo mi mano rozo la suya y sentí como una especie de corriente, al mismo tiempo que la miraba con sorpresa. Ella aguantó mi mirada y dijo:

- ¿Pasa algo?

No supe como reaccionar, casi balbuceando le dije:

- No, no pasa nada

En ese preciso instante llego el camarero y preguntado que deseaba y ella le pidió un café con hielo.

Después que el camarero le trajo su café, al apoyarse en la mesa para cogerlo, esta se movió un poco y ella la arrimo un poco a la mía, removiéndola, hasta que la mesa dejo de cojear.

Dio la vuelta a la silla de forma que esta, ahora en vez de darme la espalda quedo frente a mí, pudiendo así admirar sus esbeltas piernas, que ella cruzo dejando al descubierto por unos instantes un poco de sus braguitas color rojo.

Mas tarde me daría cuenta que en realidad era un tanga para tomar el sol.

Admire ya casi descaradamente sus piernas y vi como ella hacia todo lo posible por facilitarme la labor esbozando incluso una sonrisa maliciosa

Cruzo y descruzo varias veces las piernas y en una de estas le dio una patadita a la mesa y el café se derramó pringando con unas buenas gotas mi pantalón blanco.

Me pidió perdón y cogiendo de su bolsa de playa un pañuelo se dispuso a frotarme las manchas haciendo con ello que estas se pusieran peor.

No sabe cuanto lo siento, me dijo, porque no viene conmigo y le limpio el pantalón.

Yo le dije que no tenía importancia pero dándome cuenta de que así no podría andar por la calle.

No faltaba mas, dijo llamando al camarero y pidiéndole la cuenta de los dos.

- No, por favor, dije yo

- Nada, nada, es una orden, me dijo, y pagando se levanto y me invito a seguirla.

Anduvimos un trecho y llegamos a una casa situada detrás de la playa de estas que se alquilan a los turistas.

Abrió la puerta y me invitó a entrar. La estancia situada después de la entrada era amplia con dos sofás y una mesa bastante grande en el centro.

- Siéntate, me dijo. Me voy a poner cómoda y enseguida arreglamos lo del pantalón.

Me senté y me dispuse a esperar. Sentí como el ruido de la ducha llegaba a mis oídos haciéndome imaginar a aquella preciosa mujer dejándose acariciar por el agua.

De pronto hoy su voz desde el interior que me preguntaba:

- ¿Te gustan mis piernas he?

Me cogió de sorpresa y mi cerebro empezó a buscar una contestación que me disculpara sin ofenderla.

-Bueno si, son muy bonitas, lo siento pero no pude dejar de fijarme en ellas, espero no haberla ofendido.

-Eres muy tímido ¿No? Me pregunto

Poniéndome colorado le dije que si

-¿Sabes a lo que eso lleva?

Y sin darme tiempo a que yo contestara algo me dijo:

-Quítate los pantalones y tráemelos!

Aquello sonaba como una orden y algo empezó a pasar por mi interior y sin que me diera cuenta me quite los pantalones y me dirigí con ellos en la mano hacia el baño. Entreabrí la puerta y metí mi mano con el pantalón para que lo cogiera.

-Pasa! Me dijo sin dar lugar a duda alguna.

Pase y me la encontré de espaldas ante el espejo completamente desnuda y mirándome a través de el con una sonrisa burlona, al ver mi cara de sorpresa.

-Toma coge esto y sígueme! Me dijo.

Yo sin darme siquiera cuenta de lo que hacía cogí un frasco que me entregaba y la seguí hasta una terracita donde había una hamaca, en la cual se tumbo boca a bajo.

Entonces dijo, casi sin darle importancia como si fuera normal y en sentido imperativo:

-Quítate la camisa y el calzoncillo! Las dos prendas que tenía puestas.

Iba a decir algo pero al ver su mirada me puse colorado y me quite lo que me había ordenado, sintiendo que mi miembro se endurecía

Entonces me dijo:

-Acércate a mí. Y sin mas me dio una azote en el culo que me dolió bastante, le dije:

- ¿Que haces? Y ella por respuesta me dio otro azote igual al anterior y me dijo:

-¡No me protestes nunca¡

Un poco azorado y creo que sometido no me atreví a decir nada.

-Ahora dame el aceite que hay en ese frasco por todo el cuerpo!

Sin saber porque obedecí con una gran erección, dándole el aceite por toda la espalda.

-Mas abajo! Ahí párate mas! Ahora las piernas! No te gustaban, tanto?

Dándose la vuelta me dijo:

-Ahora por delante! Se fijo en mi pene que estaba completamente erecto y acogiéndolo con la mano lo acaricio de arriba abajo haciéndome sentir un placer indescriptible.

-Vamos, vamos ¡¡ manosea mi cuerpo con el aceite!

Yo empecé a darle el aceite por los pies subiendo por sus piernas hacia las caderas y cogiendo un poco mas de aceite le di un buen masaje en el estomago, precisamente por el corte que me daba darle masaje en su monte de venus, que por cierto estaba completamente depilado y cuidado.

Ella reprodujo en su cara otra de sus fatídicas sonrisas y me insto a que le diera aceite también en sus partes. Como un resorte obedecí su orden me puse a acariciarla. Entonces empezó a moverse primero suavemente y después con más ímpetu echando suspiros por su bien torneada boca.

Abrió sus piernas y se expuso para que yo pudiera contemplar sus labios genitales.

Al verme mirando fijamente me dijo:

- ¿Sabes que es eso?

-Si una vagina, le contesté

Al instante me dio un buen azote el culo y me insto:

-Esto es una cona estúpido, es la cona que tu vas a adorar, lamer y comer, dándome aún encima las gracias.

No se que sentí en esos momentos algo me decía en mi interior que debía seguir allí, pero por otro lado estaba deseando escapar.

La erección que tenia no era normal y me estaba gustando el tratamiento que me estaba dando.

Mientras se movía y gemía yo sin darme cuenta, absorto en mis pensamientos, no me había percatado que le había introducido un par de dedos en su cona como ella quería que la llamara.

Precisamente salí de mi ensimismamiento cuando ella con un grito feroz se dirigió a mí diciéndome:

-Así cabrón, fòllame con los dedos! ¡Dame gusto maricón! ¡Vas a ser mi criado sexual, mi esclavo para el sexo! Esto último lo dijo ya levantándose y acogiéndome por mi miembro me arrastro hacia el salón.

Una vez en él, me obligo a tumbarme boca a bajo en la mesa y me dijo:

-¡Escúchame con atención!

Yo me quede callado con toda la atención puesta en lo que diría y entonces sentí una palmada en el culo que me dolió bastante y dejo un picor que me hizo moverlo con cierto nerviosismo, al mismo tiempo que me decía:

-¡Cuando yo te pregunte o diga algo, debes de contestarme: Si, señora!

Sin darme siquiera cuenta de lo que hacia le respondí:

-¡Sí, señora!

-¡Así me gusta! ¡Esto debes hacerlo siempre de lo contrario te daré un azote! Y, ¡Si me calientas o me enfadas mucho hasta diez!

Quede en silencio sin saber y entonces sentí otra palmada mucho mas fuerte que hizo que mi trasero temblara.

-¡Ponte de pie! Me ordenó

Lo hice al momento, por miedo a recibir otro azote y me dijo:

-Sígueme!

-Sí, señora, le dije.

-A vas aprendiendo ¡ ¡Pero ya es tarde! Me contestó

-Coge una de esas sillas y ponla en el medio del salón ¡

-Si, señora volví a contestar al mismo tiempo que cumplía la orden

Se sentó en ella y me dijo:

-¡Ponte en mis piernas!

Sin pensarlo dos veces me puse sobre sus piernas con el culo en ristre y le oí decir:

-¡Ahora en castigo vas a recibir diez azotes en el culo y quiero que los cuentes según te los vaya dando!

Empezó a azotarme el culo con fuerza y yo empecé a contar: uno, dos, tres......... Así hasta diez. Aunque el diez ya lo dije casi llorando pues los azotes fueron fuertes y dolorosos, dejándome un picor en mi culo, que cuando me mando ponerme de pie, no pude más que empezar a dar como unos saltitos que la hicieron reír a carcajadas.

-Bien- Dijo- Ahora ponte en el medio del salón con las piernas abiertas y las manos en la nuca.

Obedecí su orden en seguida y me coloque como me había dicho en medio del salón

Ella se sentó en uno de los sofás frente a mí, con las piernas abiertas enseñándome su sexo en todo su esplendor.

Entonces dijo:

-¿Para donde estas mirando?.

-Para su sexo señora. Le conteste.

-Ven aquí. Me dijo

Yo me acerque a ella desconcertado por el sonido autoritario de su voz. Y dijo:

-Date la vuelta.

Lo que obedecí al instante y sentí un azote en mi trasero al mismo tiempo que le oía decir:

- ¡Se dice cona o coño estùpido¡.

- ¡Vete a tu sitio¡.

Obedecí al instante y por si acaso, me coloque en la postura que me había mandado.

-Bien. Dijo. Ahora quédate viéndola y conociéndola bien un ratito.

Así quede un rato contemplándola mientras ella había cogido una revista y la ojeaba con interés.

Cuando creyó que la había contemplado suficiente me dijo:

-¿Qué ya te hiciste a la idea de cómo es mi coño? Espero que si porque este será como un ídolo para ti y tendrás que adorarlo siempre.

-Si señora. Respondí como un resorte.

-A demás no me miraras a los ojos ni otra parte de mi cuerpo a no ser que yo te lo diga. ¿Entendido?.

-Si señora, respondí.

-Aunque este vestida tu mirada siempre debe de fijarse a la altura de mi coño.

-Si señora

-Ahora acércate y cómeme el coño hasta que yo te diga basta.

-Si señora respondí.

Dirigiéndome hacia ella me puse de rodillas y metí mi cabeza entre sus piernas empezando a pasar mi lengua por su coño.

Entonces sentí un nuevo azote en mi culo al mismo tiempo que oía a mi señora decir:

-Así no cacho cabron, Lo primero que quiero es un buen beso en el coño y luego es cuando debes de empezar con lengua, poco a poco, suave y más fuerte cuando yo te lo vaya diciendo.

-Casi sin levantar la cabeza de su coño, le dije:

-Si señora. Y le di un beso.

De pronto sentí otro azote y me dijo:

-Así no. Dijo. El beso a de ser de tornillo y con lengua idiota.

-Prueba de nuevo.

- Si señora. Conteste. Y agachándome cogì con mi boca su coño metiendo la lengua y moviéndola en su interior de forma que parecía que le estaba dando un beso en la boca de tornillo.

Empecé a sentir como mi señora se retorcía y empezaba a gemir cada vez con más ímpetu. Y como yo sentía que mi miembro se ponía completamente erecto. Como sentía cierto placer más que nada por complacer a mi señora que disfrutaba como una loca y cada vez gritaba e incluso, parecía que me gustaba más, cuando profería insultos contra mí llamándome de todo.

Había tensado todo su cuerpo y puesto su mano sobre mi cabeza apretando y haciendo que mi boca completamente abierta se pegara más a su coño, y que mi lengua se introdujera y recorriera todo su interior, sintiendo en mi boca todos sus jugos.

De pronto me tiro del pelo levantando mi cabeza y me dijo:

-Mírame.

Yo le obedecí al instante y me insto:

-¡Dime: ¡Soy su cabron¡.

Y yo repetí:

-¡Soy su cabron señora!

Al momento de terminar mi frase volvió a empujar mi cabeza hacia su coño que yo son satisfacción volví a comer con ahínco.

Volvió a levantarme la cabeza y dijo con todo su placer reflejado en su cara:

-¡Dime que eres mi maricòn!

-Soy su maricòn señora dije sin pensarlo. Y automáticamente mi señora empujo de nuevo mi cabeza para que siguiera comiendo su cona.

-Por tercera vez, levanto mi cabeza, diciendo esta vez:

-¡Soy su criado!

Y yo dije, me pareció que con orgullo:

-Soy su criado señora.

Y casi baje la cabeza, para volver a comer su coño con más ahínco que nunca, antes de que ella me la empujara de nuevo.

Tan pronto mi boca toco su coño y mi lengua se introdujo dentro de el, mi señora, tenso todo su cuerpo, sus muslos apretaron mi cabeza y su mano me empujo mas todavía hacia su cona, que casi se introdujo en mi boca, y sentí como con un gran gemido que se pareció mas a un grito, como mi señora llegaba al orgasmo, dejando todos sus jugos en mi lengua y boca.

De pronto, levanto mi cabeza tirándome del pelo y me ordeno que me retirara a mi posición.

Me di cuenta enseguida de lo que quería y me levante yendo hacia el centro del salón y poniéndome con las piernas abiertas y las manos en la nuca y quede con la mirada fija en su húmedo coño, con toda mi verga al máximo de excitación.

Permaneció tumbada, relajada con los ojos cerrados y sus piernas abiertas dejándome ver su coño en todo su esplendor, al que de verdad creo que empecé a adorar en aquel mismo momento.

Pasaron unos minutos y abriendo los ojos me miro con autoridad diciéndome:

-¡Ahora criado! ¡Quiero que te masturbes hasta correrte! ¡Pero has de hacerlo en la misma postura, solo con la mano derecha y la izquierda en la nuca y las piernas abiertas!

Sin pensarlo, me dispuse a cumplir la orden de mi señora. Y con la mano derecha, cogì mi nabo empezando a meneármelo con ahínco abriendo mas las piernas y con mi mano izquierda en la nuca.

Pronto empecé a jadear y gemir, pensado en el coño que tenia delante y como había sumergido mi cabeza entre las piernas de mi señora y había friccionado e introducido mi lengua en el.

De pronto, mi señora, me ordenó:

-¡Quiero que al mismo tiempo te insultes diciendo que eres un cabron, un maricòn y mi criado!

No lo pensé dos veces y empecé a decir jadeando:

-Soy un cabron.

-Soy un maricòn

-Soy… Su… Criado…. Señoraaaaaa.

En esta última frase, me corrí como nunca lo había hecho. Al mismo tiempo que me llenaba de satisfacción por haber cumplido la orden de mi señora.

Esta me miraba con cara de satisfacción, como diciendo que estaba orgullosa de lo que había conseguido, dominarme en todo el sentido de la palabra.

-Vete a la cocina – dijo – Y coge un paño y la fregona y limpia todo loa que has manchado.

Así lo hice, hasta que estuvo todo perfectamente limpio.

-Sígueme – dijo mi señora cuando comprobó que estaba todo listo dirigiéndose a las escaleras situadas en un extremo del salón.

La seguí sin atreverme siquiera a bajar los brazos y con las manos en la nuca, subí las escaleras, detrás de ella, y nos introdujimos en un cuarto de baño más completo que el de abajo y me ordeno:

-Siéntate en el water.

Sin pensarlo dos veces me senté en el inodoro y enseguida ella se sentó a horcajadas y de frente a mí. Introdujo su mano entre mis piernas y cogiendo mi poya empezó a menearla hasta que la puso lo bastante dura. Entonces la introdujo en su coño haciéndome pensar que me iba a dejar follarla, pero la saco de pronto y empezó a mear haciendo que su líquido mojara toda mi poya y resbalara por mis huevos hacia el inodoro.

Quede completamente perplejo mirando para nuestros cuerpos que estaban juntos e intentando comprender que había pasado cuando mi Señora me dijo:

-¿Ves como eres mi criado?.

Comprendí al instante que es lo que quería que reconociera. Que yo estaba completamente dominado y que en realidad así era, por eso conteste:

-Si mi señora.

 

Continuara

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