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Confesiones de un perdedor sin pareja volumen 1: Alejandra

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Para empezar, debo decir que éste que estás leyendo es mi primer relato erótico así que permíteme presentarme: Mi nombre es D.J., vivo en américa central y tengo 24 años de edad al momento de escribir esto.

Con todo y 24 años debo confesar que nunca he tenido una relación, solamente fantasías, ilusiones y uno que otro intento real que ha terminado en fracaso. Lo sé, pobre de mí, verdad?  Probablemente estés pensando: “Este muchacho debe de ser más feo que una patada en los bajos”.

Bueno, tengo lo mío. Para gustos los colores, no soy el ser más horrible ya que he llamado la atención de varias chicas, sin embargo, no han sido exactamente de mi tipo. La motivación de escribir relatos vino hace apenas minutos atrás.

Quiero compartir contigo varias de mis experiencias fallidas, como te imaginarás, soy un chico solitario, no tienes idea de cuantas veces he masturbado en mi vida, pues bueno, he tenido mis momentos con chicas (muy breves pero los he tenido) y obviamente he tenido cientos de fantasías. Déjame compartirte hoy la fantasía de Alejandra, mi ex compañera de universidad.

Recién ingresado a la universidad conocí a esta chica, Alejandra, 1.73 de altura (aproximadamente), pelo negro lacio, ojos color miel, piel parda y un par de nalgas bien puestas que se contoneaban como no tienes idea, que culazo se tenía.

Estudié una carrera en donde encontrar mujeres en tu aula resulta ser poco común, la mayoría de las chicas optan por administración de negocios, preescolar, derecho, publicidad pero no por una ingeniería así que ver a una chica con un culazo bien puesto en tu clase si que llama la atención.

Nos gustaba el mismo tipo de música así que comenzamos a hablar y le di mi número de teléfono y ella me dio el suyo. Todo normal, eso pasa siempre, soy inteligente así que si las chicas me piden el número es para que les ayude con los estudios.

Un día recibí un mensaje de texto, me preguntó si nos podíamos ver en el campus para hacer una tarea, le dije que si. Inmediatamente pensé en esas 2 nalgas, redondas, carnosas que me provocaban una erección cada vez que las veía moverse mientras Ale caminaba con soltura. Ese culo que pedía un azote con mi polla dura para hacerlo sonar, uff, como decirle que no?

Nos encontramos en la universidad, ahí estaba ella con jeans apretados, yo solo me imaginaba a Ale encima de mi rostro asfixiándome con esa retaguardia, restregándome sus nalgas en la boca, sintiendo sus labios rozar mi nariz. Mientras hacíamos la tarea me levanté, estaba caliente de imaginar cosas y le dije que en seguida regresaría y me fui a buscar un aula vacía en el edificio principal de la universidad, mi objetivo: Masturbarme en esa aula donde recibía clases con ella.

Siempre me ha gustado el riesgo y el sexo en lugares públicos, así que el hecho de ir a un aula mientras ella me esperaba afuera, funcionaba muy bien para mi.

Una vez en el aula, cerré la puerta, me senté donde ella siempre se sentaba y me baje los pantalones y mi ropa interior hasta los tobillos. Con mi culo desnudo me senté mientras jalaba mi tranca y rosaba mi glande para ponerla dura y continuar la faena.

Pensando en ella me puse duro, al ver su culo en esos jeans sabía que debía desahogarme, así que comencé a jalarla fuerte y rápido mientras me imaginaba a mi comiéndole el chocho, un chocho peludito, no sé por qué me lo imaginé así pero estaba encantado, ella estaba de piernas abiertas sobre el escritorio del profesor, mientras yo, lamía su clítoris y metía y sacaba mi dedo de su vagina.

Luego me imaginé penetrándola, la cabeza de mi pene estaba hinchada y brillante, en ese punto ya no me lo jalaba pero me lo frotaba, la fricción me pone siempre más sensible y siento más placer.

Recuerdo que mientras la penetraba y la pegaba hacia mi torso, le podía acariciar aquel pedazo de culo, le di la vuelta, la tomé de los brazos, la suspendí hacía delante y le di lo más duro posible. Esa visión que tuve en mi cabeza me aceleró aún más, frotaba más rápidamente mi verga que estaba a punto de expulsar el resultado de ese calentón, recuerdo que imaginaba a Ale gimiendo, y a mi pubis chocando contra sus nalgas haciéndolas sonar al compás de la penetración.

Nalgada tras nalgada, gemido tras gemido, la tomé del cabello y le dije en mi mente que estaba a punto de acabar, entonces, imaginé que se arrodillaba, a nivel de mi miembro y me chupaba la punta con delicadeza mientras su mano me sostenía la polla y la frotaba hacia arriba y hacia abajo.

Hasta que por fin, me vine. Gran cantidad de semen salió, parte de él, cayó en el asiento en donde estaba, en ese asiento donde Ale se sentaba todos los miércoles por la tarde. El orgasmo había sido tan fuerte que me quedé un minuto sentado mientras sentía como las gotas de mi jugo escurrían por mis muslos y mis dedos.

Limpié lo que tenía que limpiar, salí del aula sin apuro para no causar sospechas de nadie y volví ya más tranquilo con Alejandra quien nunca se dio cuenta que había sido participe de una salvaje fantasía mía mientras hacía tranquilamente su tarea. Al final terminé la tarea con ella, con el pasar de los meses nuestro contacto cedió (nunca he sido bueno para hablar con las mujeres, creo que fue por eso).

Ale dejó la universidad para trabajar en una empresa internacional, tengo entendido que le va bien, retomé contacto con ella vía una popular red social (no hablo de Facebook, es otra), en donde me di cuenta que le gusta el BDSM, se siente atraída por ese fetiche, por dominar y ser dominada. Tiene sentido porque recuerdo que su personalidad era fuerte.

Pues bien, aquí termina mi primer relato sobre mi fantasía con Alejandra en la universidad. Te comento que todo lo que acabas de leer es real, esto pasó y la chica se llama Alejandra en la vida real, trato de usar esto para desahogarme ya que no tengo con quien hacer el amor.

Espero que te haya gustado, probablemente siga escribiendo ya que me ha gustado mucho relatarte esta fantasía que tuve. Tengo más de estas e historias reales (no fantasías) que creo que te podrían interesar.

Gracias por leer mi primer relato.

 

Atte: D.J. Bertozzi

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