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La prima de mi madre III

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La prima de mi madre III

Segundo día con Blanca

Segunda parte 

 

Ensimismado en estos pensamientos Blanca dijo, ya hemos llegado metiéndose en un aparcamiento subterráneo, encontraremos sitio comente, claro que si no te preocupes, aparco en un sitio para clientes de un restaurante que ahora no recuerdo el nombre, mientras terminaba de aparcar cogí nuestras prendas, mientras ella se quitaba las manoletillas yo le di los maravillosos tacones rojos volví a guardar las manoletillas en la guantera salí del coche para abrirle su puerta, mientras ella se miraba en el retrovisor para ver si estaba bien acicalada y con un ademan muy sensual se recoloco sus maravillosos pechos en su sitio le abrí la puerta y le ofrecí la mano, ella la acepto con una simpática sonrisa saliendo del coche mientras le ponía encima de los hombros la chaqueta roja y le ofrecía su bolso, yo me puse el jersey en la espalda.

Caminamos tres o cuatro pasos para coger el ascensor -oyendo sin cansarme el dulce ruido de los sensuales tacones- que llevaba directamente al restaurante, pulse el botón y enseguida se abrió la puerta dejando que ella pasara primero, Blanca pulso el correspondiente botón del restaurante mientras subíamos la estuve observando, estaba jugando con un tacón levantando el pie y haciendo ruidito - que significado tendrá este jueguecito, no lo se pero yo lo encuentro muy sensual- me miro con una sonrisa muy agradable que yo correspondí, enseguida que se abrió la puerta del ascensor nos recibió el recepcionista, saludo a Blanca con una amplia sonrisa, diciendo: cuanto honor de verla otra vez señora, tenemos su lugar de siempre, pasen por favor, nos condujo a una mesa para cuatro comensales detrás de unos ventanales, teníamos una vista privilegiada se veía toda la bahía, era una vista muy bonita Blanca puso el bolso en una silla  hizo un ademan de quitarse la chaqueta que yo se la cogí enseguida poniéndola en el respaldo de la silla donde había dejado el bolso, puse mi jersey en la cuarta silla y me senté. 

Nos sentamos uno enfrente de otro, de manera que los dos podíamos ver la bahía pero yo tenia la mejor de las vista, a Blanca, con su mano derecha suavemente me toco mi izquierda diciendo, aquí se come muy bien ya lo veras, la correspondí con un ademan de agradecimiento. Nos sirvieron un aperitivo, después pedimos la carta, todo muy ligero, mientras esperábamos hablamos de todo un poco, de vez en cuando ella ponía sus manos en la barbilla cuando yo hablaba y claro todavía enseñaba mas su generoso escote insinuando el principio de su bello sujetador, no podía creer que esto me sucediera, parecía que estaba soñando.

Después de comer decidimos dar un paseo por la bahía, hacia una día de otoño bastante bueno, se quito la chaqueta y se la puso colgando del bolso, mientras yo de reojo observaba su estrecha y escotada camiseta blanca que llevaba sin perder de vista los tacones rojos y su encantador ruidito.  De pronto se me ocurrió ponerle la mano en la cintura no dijo nada al contrario me lo agradeció con una sonrisa muy bonita deslice la palma de la mano asta su duro pero al mismo tiempo suave y dulce trasero  acariciándolo con suavidad mirándola de reojo parecía que le gustaba después de un rato quite la mano pero cual fue mi sospesa cogiéndome la mano la puso otra vez en su encantador trasero no me podría creer lo que me estaba pasando, nunca había tocado un trasero tan bonito y tan hermoso. 

Llegamos a casa sobre las 8 de la tarde pusimos el coche en el garaje y entramos por la cocina, a sido una tarde maravillosa lo e pasado estupendamente mientras le daba un suave abrazo sintiendo en mi cuerpo el contacto de sus grandes pechos, ella también me abrazo dándome un beso en la mejilla. Vamos a ponernos cómodos  me dijo y después oiremos un poco de música o veremos la tele, estupendo le dije. Yo había bajado primero y puse una suave música, seguidamente ella bajo a reunirse conmigo, iba con un chándal del mismo modelo del día anterior pero esta vez color amarillo resaltando su guapa figura, nos sentamos en el sofá a escuchar la música, te gusta le pregunte, si es bonita no la quites, te apetece un vaso de leche, si es una buena idea, al cabo de unos minutos volvía con dos vasos de leche tibia le ofrecí uno a Blanca, sorbito a sorbito nos bebimos cada uno su vaso.

Estuvimos en silencio un buen rato escuchando la música, cuando de pronto me di cuenta que a Blanca se le estaban empezando a cerrar los ojos y de pronto puso su cabeza en uno de mis hombros dando un profundo respiro, con la respiración sus grandes pechos subían y bajaban dándole un encanto especial, Blanquita le susurre, Blanquita vamos a dormir le pregunte, adormilada me dijo: perdona cariño, creo que sera lo mejor, a sido un día muy completo, subimos a nuestros respectivos dormitorios ella con los ojos medios cerrados, no si antes darnos un beso de buenas noches.

 

continuará

(9,31)