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La sorpresa que le di a mi mujer

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Como te gustaría que te follara perra cabrona?. Vamos dime como quieres que te destroce tu apretado culo. Pienso dejarte tu chorreante coño tan escocido que no lo vas a notar. Toma puta que se que te gusta - La tenía a cuatro patas mientras, con la mano derecha, le propinaba unos azotes lo suficientemente fuertes como para enrojecer su nalga sin hacerla excesivo daño - Acaso no sientes la polla que va a reventar dentro de tu coño.

Ella sentía las pelotas de Sergio dando con fuerza en los labios de su coño. Tenía la mano justo debajo sopesándolas, medio acariciándolas medio apretándolas. Esto a él le ponía mas salvaje si cabía.

Ahora te voy a hacer algo que no creo que te hayan hecho en tu vida.

Sin mediar mas palabra sacó su enorme y chorreante falo de la cueva, la puso boca arriba en la cama y se fue a por cuatro juegos de esposas forradas con suave piel. Sujetó cada mano y cada pié al cabecero y a las patas de la cama. Luego tomó un antifaz para dormir y se lo puso impidiéndola ver nada de ese momento en adelante. Para terminar cogió un pañuelo de cuello y se lo anudó encima del antifaz por si acaso pudiera llegar a ver algo.

Comenzó a besarla suavemente al principio, para subir luego en intensidad, por el cuello, detrás de las orejas, los hombros, la espalda y luego los pechos, mordisqueando con fuerza los pezones mientras la oía gemir y retorcerse de placer. Las manos iban y venían por todo el cuerpo haciendo hincapié en su mojado coño. Seguía con su boca por sus caderas, su bajo vientre y el ombligo, hasta que se detuvo en la cara interna de los muslos. Tomó la posición de sesenta y nueve metiendo el capullo en su boca y se dedicó por entero a lamer y sorber su clítoris como si fuera un delicioso manjar. Ella gemía con gritos sordos pero sin dejar de succionar el enorme falo erecto. El hizo entonces una señal y de la puerta del baño salió un enorme negro de casi dos metros de altura masajeando y masturbando una enorme polla de casi treinta centímetros. Le hizo colocarse con cuidado mientras le abría las piernas a ella lo mas posible y con sus manos abría al máximo los labios de su coño para recibir semejante miembro. Ella sentía y gemía hasta cuando notó la punta del enorme falo negro en su coño. Durante un momento se le rompieron todos los esquemas: tenía la polla de su pareja en su boca y le estaba comiendo el clítoris. Quedó petrificada y en silencio por un momento, pero sin dejarla reaccionar le hizo señas al negro para que se la metiera entera, y así lo hizo, de un empujón la introdujo hasta donde pudo, sacando un leve quejido de dolor de ella por haber tocado fondo. Comenzó entonces un movimiento rítmico y fuerte de empujones y fue cuando ella ya se dejó llevar. Con los ojos tapados sentía como la penetraban y a la vez lamían su clítoris, al segundo empujón comenzó a correrse como una posesa, a espasmos y con gritos, ya se había sacado la polla de su boca y gritaba:

Sigue cabrón., no pares o te mato hijo de puta. Y tu muerde mi clítoris, vamos no paréis porque juro que os mato a los dos.

Siguió corriéndose mientras seguían los empujones de la enorme polla negra, hasta que casi pierde el conocimiento. El aprovechó para quitarle las esposas pero dejándola el antifaz, no quería que viese nada bajo ningún concepto. Se tumbó en la cama y la colocó a cuatro patas encima metiéndosela en su coño, ordenando acto seguido a su cómplice que se la fuera metiendo por el culo. Cuando sintió de nuevo el gran capullo en la entrada de su culo tuvo la reacción de echarse hacia delante intentando impedir que entrara, pero ya era tarde, después de habérselo lubricado bien comenzó a introducirla poco a poco mientras ella gemía entre dolor y placer por estar doblemente llena. Cuando la tenía por la mitad entre ambos sincronizaron un movimiento de entrada salida a contrapié. Esto ya provocó de nuevo los gritos y gemidos de ella que, llevando la mano detrás, empujaba al negro hacia dentro tomándolo de sus nalgas. El sentir esa sensación de piel suave y musculatura dura aumentó su morbo y dirigió su otra mano hacia su coño metiéndose dos dedos junto a la polla de su pareja. Ya estaba casi desbocada por completo, casi había perdido el control por completo, pero aún le quedaba la última sorpresa. Volvió a hacerle otra seña al negro y éste se dispuso a sustituir los dedos de ella por su polla. Cuando la sintió entrar junto a la otra creía que se rompería, pero lejos de eso, la engulló y los dedos que antes estaban en su coño pasaron a su culo y comenzó a correrse de nuevo; mas salvajemente si era posible. Con la mano libre jugaba con los huevos de los dos haciéndolos chocar unos contra otros a veces. El negro no pudo aguantar mas y se corrió dentro llenándola de leche pero sin parar de moverse. Al sentir que se acababa de correr ella tomó la iniciativa y se sentó al borde de la cama haciendo que los hombres se pusieran de pié delante de ella. Palpando a ciegas para encontrar sus vergas tomó la de su pareja y, empapada en el semen de su ayudante, se la llevó a la boca comenzando una mamada de las que nunca le habían hecho. El capullo de él tocaba la campanilla de ella mientras sopesaba sus huevos, entrando y saliendo hasta que notó la riada de leche en su boca y su garganta, caliente y sabrosa, sin dejar escapar ni gota, lamiendo todo sin dejar poro por succionar. Mientras hacía esto seguía haciéndole una paja al otro hombre y, cuando hubo terminado con su pareja, se la introdujo en la boca, llena de la leche de su pareja aún, y repitió la misma operación hasta que de nuevo sintió otra fuente de semen mezclándose con la de su pareja. El sabor era de lo mejor que había probado hasta entonces y siguió saboreando y saboreando sin percatarse de que el segundo hombre se había vestido y salía de la puerta de la habitación del hotel.

Cuando por fin se quitó el antifaz escudriño con la vista hasta el último rincón de la suite dejando asomar a su cara un gesto a mitad de camino entre sorprendida y decepción por no poder ver al semental que tanto había colaborado a su placer.

¿Cómo puedes ser tan perro? Mira que buscarme otra polla que rellene mi sediento coño. De todas maneras me ha encantado, ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. ¿Qué me vas a reservar la próxima vez?

Dame tiempo y algo se me ocurrirá.

Ella se fue al aseo y pensaba en el maravilloso regalo de aniversario con el que le había sorprendido su marido. Era el perfecto final de un día después del collar de oro y brillantes que le regaló en la cena de aquél restaurante francés, en un reservado a la luz de las velas, de la función de ópera y de la suite presidencial en uno de los mejores hoteles de la ciudad.

Se durmieron abrazados mientras ella miraba al techo de la habitación recordando todas las sensaciones nuevas que había conocido aquella noche.

El timbre de la puerta les despertó:

-Servicio de habitaciones

Un camarero vestido de blanco les dejaba un carrito con la bandeja del desayuno en el centro de la habitación, mientras el marido le daba una excelente propina mientras le guiñaba el ojo, y era correspondido con una amplia sonrisa, a aquel muchacho negro de casi dos metros de alto.

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