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Fantasias de un chaval

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Las fantasías sexuales, no son mas que eso pura fantasía, pero cuando se trata de hechos reales y consumados, la cosa cambia; únicamente porque la realidad no esta al alcance de todos, tal y como nos la planteamos, así es que si supera a la ficción, entonces se convierte en una herramienta de placer, toda vez que realizada se archiva en nuestro consciente, para ser recuperada cuando nos sentimos verdaderamente excitados, y a eso voy y en eso estoy.

Pues si, la verdad estoy excitadísimo, pensando en uno de esos hechos que marca toda una vida, y digo excitadísimo, porque soy un hombre de cuarenta y pocos años, al que su juventud marco un acontecimiento sexual sin precedentes, claro, porque joven cuando sucedió y jamás se ha repetido, mas que en el continuo repasar de mi pensamiento.

Un día de verano, era yo casi un niño, me iba bien en el colegio, pero mi padre que era en aquella época, un labrador recolector de fruta, hacia que le acompañara a los campos con sus compañeros, cada día para tener mis días de ocio, ocupadas en algo. Estábamos en un campo de perales, recogiendo peras, eran dos cuadrillas, ocho hombres recolectores de fruta y yo que intentaba hacer lo que podía. En otras ocasiones, había alguna vez que las cuadrillas las formaban mujeres, que hacían mas divertido y especial mi paso por entre los árboles frutales. Recogíamos en verano, así que todos íbamos con poca ropa, y eso hacia que alguna de las mujeres dejara ver parte de sus encantos mientras cumplían con su trabajo. Así, un día África, una mujer de unos 40, ya madura pero que a mí me tenia prendado, quedo enganchada con una rama y eso rompió su bata, quedando abierta justo a la altura de su pecho, dejándolo al descubierto, así que yo siempre alrededor de esa mujer que libremente hacia su trabajo, no paraba de ver sus tetas, al tiempo que mi polla, se inflaba hasta casi reventar. Siendo entonces cuando ella se dio cuenta de que yo andaba merodeando, así que alguna de las veces se tocaba su sexo y dejaba que yo viera sus bragas, de color negro, de Blonda transparente. Yo ya no podía mas, y alejándome un poco de ella y de los demás, con miedo de que mi padre llegará a preguntar por mí, a un lado y bastante protegido por los árboles, saque por fin mi polla de la cárcel que suponían mis calzoncillos y empecé a masturbarme como un loco desesperado.

Estaba tan caliente que no acerté a ver como África sigilosamente, se me acerco y por detrás me cogió mi polla con su mano izquierda, diciéndome al tiempo que no temiera, que ella terminaría lo que yo había empezado, despacio, con movimientos lentos de su mano alrededor de mi polla, cogida fuertemente, con la presión suficiente, para que casi sin moverla hiciera que estallara de placer, al tiempo que con su mano derecha me apretaba La nalga derecha en mi culo. No tarde nada en correrme, solté mi semen para dar y vender, en una cantidad a la que ni yo, ni ella estábamos acostumbrados, ya que ella se sorprendió; fue entonces cuando abriendo totalmente su bata, se quito sus bragas haciéndolas caer hasta el suelo, y abriendo sus piernas me dejo ver en todo su esplendor, su coño, rosado, húmedo y rodeado de un pelo que parecía salvajemente puesto a su alrededor. Empezó a acariciarse, metía dos dedos en él, de forma que cuando los sacaba, parecía que los labios de su coño los atraparan como queriendo que no saliesen nunca de tan linda cueva.

Ver la imagen en vuestra mente ayudará a saber como me encontraba en ese momento; era mi primera experiencia sexual con una mujer y yo no podía creerme que esto me estaba pasando; Fue entonces cuando ella me ordenó con voz entrecortada, "túmbate en el suelo, boca arriba", yo rápidamente lo hice, sin saber que a continuación ella se iba a sentar a horcajadas sobre mi cara, poniendo su húmedo coño en mi boca, susurrando "chupalo, saca tu lengua y lámelo, muérdelo con tus labios", así es que me la estaba comiendo por su coño, saque tímidamente mi lengua y sentí ese sabor tan característico y que con el paso de los años me sigue pareciendo un verdadero manjar; golpee una y otra vez de forma suave, con cierto temor, su clítoris, pase la punta de mi lengua por la abertura de su vagina, chupe cada uno de sus labios y la metí todo lo mas profundo que pude; ella empezó a moverse alocadamente, temblaba, cabalgaba, golpeaba con su ano en mi nariz.....me gusto, mi polla se endureció otra vez y ella la volvió a coger para esta vez la moverla rápido muy rápido, casi al punto de hacerme daño, pero me gustaba tanto aquello, debería de haberse parado el tiempo, estábamos en el cielo.....me volví a correr, Justo cuando ella empezó a gritar y sus movimientos eran mas como espasmos, que puro temblor, sentí miedo, pero luego he sabido que fue una súper corrida de ella. Termino, sé levando de encima mío, y apartándose a un lado se agacho de nuevo con todo su coño a un par de metros de donde yo permanecía tumbado mirando solo su entrepierna, como empezó a hincharse de forma inusual mientras ella con dos dedos de su mano derecha, apoyados a ambos lados de su sexo, lo abrían......casi podía ver sus entrañas, cuando empezó a manar orina de él......estaba meando, justo allí, delante de mi (me acordare siempre del movimiento de su sexo, abriéndose, dejando escapar todo ese liquido, como un surtidor a presión) dejando huella en mi mente.

Después de toda esta sesión, ella volvió al trabajo y yo empecé a dejarme ver, hasta que una vez terminado todo, yo me fui con mi padre y no volví a coincidir con África en ninguna otra ocasión. La volví a ver, de casualidad unos años mas tarde, yo ya era un hombre y ella me pareció muy vieja, solo cruzamos un saludo y no hemos coincidido jamás.

Volviendo al caluroso día de verano, como ya os dije, cogíamos peras, éramos dos cuadrillas, ocho hombre y yo; mi padre iba advirtiendo que no íbamos a cumplir con los tiempos de recolección, así que no podríamos terminar a medio día, tal como era habitual. Estábamos cerca de una venta (era una taberna, en medio del campo, lejos de todas partes); mi padre conocía a la dueña, una mujer mayor, o al menos así la veía yo. Tendría unos 50 y pocos años, se llamaba Carmen y para su edad, según decían todos los hombres, estaba muy bien (alguien apunto que era una calienta pollas) le gustaba mostrarse y era muy erótica en sus conversaciones. Tenia el pelo largo y rizado, una piel de color blanco, casi como la nieve, y eso que era verano, la verdad acabo excitándome también.

Llegó mi padre, nos contó que Carmen nos haría la comida y que después podríamos terminar de recoger el campo, cuando ya no calentará tanto el sol, que ella tenia cerrada la venta porque estaba sola, era el día que su marido y sus hijos dedicaban a ir de compras para abastecer el negocio, y que no iban a regresar hasta muy tarde, pero tratándose de un favor, y por mi padre nos iba a dar de comer.

Llegada la hora, nos sentó a todos en una mesa larga, yo en uno de los lados, de espaldas a la puerta, veía todo el salón perfectamente, seguía a Carmen con mi mirada cada vez que ella salía y entraba desde la cocina, para servirnos, haciendo que el ambiente se calentara; alguien empezó a comentar que se le transparentaba la bata a la mujer, mi padre dijo que era una calienta pollas, que nos iba a poner como una moto; Me miraba, como haciéndome cómplice de todo lo que ocurría en la taberna. Y como si ella hubiera escuchado las conversaciones, que se sucedían sin ningún pudor y recato, empezó a ser mas descarada en sus comentarios, cada vez que se movía para recoger algo, dejaba ver sus muslos blancos, casi hasta la goma de sus bragas, y fue entonces cuando dejando que se le cayera un cubierto, y de espaldas a nosotros se mostró de forma descarada, viéndole todos nosotros, su entrepierna y sus bragas de color blanco inmaculado, justo por detrás.

Entonces, uno de los hombres, le dijo: "Te conozco muy bien, tú lo sabes, pero estos no saben que tienes la entrepierna con más pelo de toda la comarca". Entonces ella se levantó la bata y mostrándose con las bragas casi transparentes, nos hizo ver como entre tanto blanco y debajo de su prenda interior aparecía una sombra oscura, desde su entrepierna hasta casi su ombligo, pero con las ingles perfectamente dibujadas. Al tiempo, otro de los hombres dijo: "No puede ser verdad, eso es un paño oscuro que llevas debajo de las bragas para no mojarte". Allí estaba Carmen, que con una mano aguanto su bata y con la otra de forma rápida casi ensayada, bajo sus bragas, aguantándolas en sus rodillas, mostró una mata de pelo increíble, negra, dibujando un triangulo perfecto, que dejaba adivinar justo en su vértice inferior, sus dos labios carnosos y grandes, que cerraban la abertura de su coño. Que maravilla, mi polla ya estaba a punto de estallar y mi mano sabia donde tenia que llegar para calmar mi rubor.

La mujer subió sus bragas y siguió como si no hubiera pasado nada; empezaron los hombres a increparla, siguiendo con sus comentarios, algunos obscenos, yo estaba completamente ruborizado. Frases como: "ya me gustaría a mi que me la chuparas", "por el culo te la metería yo" "yo pagaría por ver tu coño sin pelo" y ella " ¿que os pensáis, que no puedo con todos?" ; fue entonces cuando mi padre le dijo: "déjate de tonterías y lo que tienes que hacer es enseñarle a mi hijo y de paso a todos estos lo que es una mujer; déjate de fanfarronadas." Carmen, respondió: "No soy ninguna corruptora ni nada de eso, pero me gustaría hacérmelo con una polla que se mantenga dura como el hierro durante un buen rato".

A continuación, fue uno de los hombres el que apunto: "Con una condición; que dejes que te afeitemos tu coño, para ver con absoluta certeza y nitidez, que té estas metiendo la polla del chico".

Dicho y hecho, hicieron un semicírculo alrededor de una de las mesas que sirvió de escenario; La mujer, trajo consigo una palangana y unas cuchillas de afeitar, además de una toalla; para sorpresa nuestra cuando se encaramo en lo alto de la mesa y quito su bata, apareció, completamente desnuda, sus pechos grandes, caían sobre sus lados, como si quisieran esconderse debajo de sus brazos, que echados hacia atrás, apoyaban su dorso, ligeramente inclinado hacia detrás, mostrando entre sus piernas, una mata de pelo impresionante. Mi padre pidió unas tijeras y indicando ella donde las conseguiría, las acerco y ofreciéndomelas dijo: "hijo mío, recórtale tú esa mata de pelo".

Así es, que con mis manos temblorosas y absolutamente empapado en sudor, me dedique a cortar el pelo de su pubis, mientras veía de reojo, como mi padre le sobaba sus grandes pechos. Terminado todo este ritual, fue mi progenitor quien con su mano, colocó la espuma de afeitar y ayudado de las cuchillas, fue dejando sin un pelo, completamente desnudo, aquel coño, que a mi aun me sigue pareciendo precioso. Era sonrosado, rodeado de una piel muy blanca y suave, con unos grandes labios que con los toques de mi padre, se habían despegado, dejando completamente abierta su abertura vaginal; En la cima un clítoris perfecto, era como uno de los botones de su bata, redondo grande y carnoso. Y húmedo, muy húmedo, ella no paraba de decir que le gustaba, no paraba de dar prisa a todo el mundo; estaba excitadísima. ¿Y yo?, Imaginar como os sentís cuando vuestra polla, dice que va a reventar, y a eso sumáis que esta encerrada en vuestros calzoncillos, pues así me encontraba yo.

Una vez completamente rasurada, en el centro del semicírculo, y sobre la mesa, ella empezó a tocarse y acariciarse con lentitud, pero fuertemente, apretando, como si quisiera sentir en sus adentros, lo que notaba en la superficie de su coño. Me di la vuelta, yo estaba en el centro del semicírculo, justo al lado de ella, junto a su mesa, entonces vi que todos, incluido mi padre, tenían sus pollas fuera de sus pantalones, todos se estaban masturbando, ocho hombres, frente a Carmen, cuando ella gritó, porque me hacéis esto, necesito algo dentro de mi coño. Se levanto uno de los hombres (el mas mayor) tendría unos sesenta años, y llevando un vaso de esos de tubo en su mano, completamente vacío, se lo acerco a ella, que lo cogió, y metiéndolo en su vagina, se estremeció de placer; yo no podía creer lo que estaba viendo, pero sacando mi polla, también empecé a masturbarme como un loco, poseído por algún mal.

Carmen bajo de la mesa y dándonos la espalda, abierta de piernas y ofreciéndonos la maravillosa vista de su culo se puso a meter y sacar ese vaso de su lindo coño, que aprisionaba con sus labios el monumental aparato y me cogió de la mano, para que acercándome por detrás de ella, sin que yo dejara de sobarla, cogiera mi polla y se la insertara de un movimiento en su culo. Fue solo un instante, tan húmedo y caliente, que empezó a manar semen de mi polla de forma que fueron cayendo al suelo, las gotas que con la fricción, no podían quedar en su ano. Se me puso flácida por un momento. Ella empezó a convulsionarse, temblando y gritando como una loca, se corrió con el culo, bien lleno y sacando el vaso de su coño, me hizo sentar sobre la mesa y gritando dijo: "¿A que esperáis? ¿Porque no me vais metiendo la polla uno a uno hasta que muera de placer? Dicho esto empezó a chupar mi polla que no tardo en ponerse dura, mientras yo veía que uno tras otro los hombres se le acercaban por detrás y teniendo su cara escasamente a un metro de la mía, dejaban de moverse sonrientes, después de haber llenado su coño de leche.

Ya estaba yo a punto de correrme de nuevo, después de que todos se la follaran bien follada, y de que llenaran su vagina de rico semen, cuando ella gritó: ¡espera!, aun no, ahora viene lo mejor. Hizo tumbar a mi padre en el suelo y a horcajadas se monto sobre él cabalgando sin parar y entonces me hizo poner detrás de ella y me dijo que se la metiera por detrás, pero no en el culo, esta vez, no. Se la metí en el coño, donde ya estaba alojada la polla de mi padre, dos pollas en un mismo coño. No os podéis imaginar, el placer tan inmenso que sentí. Eyaculando rápidamente y dejando mi polla flácida, deje que mi padre y ella terminaran el trabajo, como no, siempre y en todo momento, ayudados por los demás siete hombres que se turnaban sin parar.

Yo en uno de los lados del salón, miraba sin creerme lo que pasaba, pero otra vez excitado se me puso dura por tercera vez. Aquel coño desnudo, sin protección, parecía indefenso a las embestidas de los distintos arietes de cada uno de los machos que allí estaban, el semen se le resbalaba por sus muslos, estaba empapada en sudor y semen, un olor ácido, bañaba toda la habitación.

En ese instante después del ultimo polvo y todos los tíos completamente desfallecidos, ella sola en el suelo y todos en sus respectivas sillas, mirándola con verdadera devoción, Carmen me pide que me acerque; tengo la única polla dura que queda en la taberna, así que ella se pone de rodillas y cogiendo mi aparato, se lo pone en la boca, empieza a chuparlo, montando un verdadero espectáculo porno para todos los asistentes, chupa sin parar, mete toda mi polla en su boca, dando golpecitos en mi glande, rodeándolo con su lengua, hasta que chupando cada uno de mis testículos, mojando su dedo índice, lo inserta de un golpe en mi culo, me hizo daño, pero pronto se convirtió en placer, siguió chupando hasta que yo, apretando su dedo en mi ano, descargue hasta la ultima de las gotas de semen que quedaba en mis huevos, sorprendiéndome que ella no dejara escapar ni una de las gotas.

Todos aplaudieron, fue apoteósico, como si de verdad hubiésemos dado el mejor espectáculo jamás interpretado. Me quede contento, y Carmen no digamos, dejo de ser una calienta pollas, para convertirse en una verdadera tigresa del placer. Yo desde entonces, me convertí en confidente de mi padre, que sigue aun hoy felizmente casado con mi madre, que seguro que no ha tenido tiempo de aburrirse con él.

Placer, es lo que has sentido al leer este relato, escrito en un par de horas de inspiración, y si no me conoces, seguro que te ha gustado hacerlo. Aunque has de saber que lo he escrito para una persona que me conoce bien, porque a veces nos hace falta dejar volar nuestra imaginación, sin necesidad de auto-analizarnos, simplemente dejarnos llevar. Y me gustará que no me lo tengas en cuenta. Besos y Abrazos.

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