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LO QUE ESCONDE UN ESPEJO...

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-¿Te acuerdas de Carlos, cariño?

Carlos y Luis fueron compañeros de piso en la universidad. Después de aquello se distanciaron un poco, Luis siguió en la universidad dando clases y Carlos se hizo bombero. Se habían visto un par de veces después, aunque María no lo había conocido personalmente.

-Tu compañerp de piso, el bombero, ¿no? Me has hablado mucho de el...

-Pues ya no es bombero. Pegó un braguetazo, y ahora está en el Consejo de Dirección del holding de su suegro.

-Joder, qué suerte.

-Estaba más tranquilo de bombero... La cosa es que me ha localizado y quiere reunir a la gente de la uni.

-¡¡Una fiesta!!¡¡Qué bien!! Me apetece muchisimo.

-Esta es mi chica, ve una oportunidad de bailar y se vuelve loca.

-Jajaja, no sólo bailar, alternar con gente, ya sabes...y, ¿cuándo es?

-A finales de mes, en un yate en Jávea.

-¡¡Guau!! Qué nivel.

-Ya te dije, braguetazo.

Colgaron. María empezó a imaginarse como sería la fiesta, como serían los amigos de Luis de la universidad. Conocía a muy pocos, la mayoría se habían largado a probar suerte fuera y los veían muy poco.

Al cabo de unos días Luis recibió un mesaje de Carlos. En él, le indicaba el dia y la hora de la fiesta y que debían llevar un antifaz. A María le extrañó un poco, pero sintió curiosidad.

Llegó el día de la fiesta. Luis y María se prepararon a conciencia. Querían dar buena imagen. Luis iba impecable con su traje azul marino y su corbata azul cobalto. María por su parte, se enfundó en un vestido de noche, ajustado y sin mangas. Tenia un tremendo escote en la espalda, que no le permitía llevar sujetador, asi que su ropa interior se limitaba a un minúsculo tanga. Una vez bien perfumados, llamaron a un taxi que los llevaría al puerto.

El taxi los esperaba en la puerta. Subieron a el, los dos en la parte de atrás. Maria olía tan bien que Luis no podía otra cosa que estrecharse contra ella y absorber todo su aroma. Le olisqueaba el cuello, haciendo que a ella se le erizara el vello.

-Cariño,- le susurró ella- para o no respondo, ya sabes como me pongo...

-Ummmm, me encanta como te pones- y siguió jugando con sus dedos por la espalda desnuda de ella.

María se retorcía inquieta en el asiento, sintiéndose observada por el taxista. Su cuerpo reaccionó de momento. Sentía como su vagina empezaba a lubricar y quería luchar contra ello. De pronto una de las manos de Luis se introdujo debajo del escote, llegando a uno de los pezones, poniéndolo duro inmediatamente. Eso la volvía loca. Ahogó un gemido y llevó la mano a la entrepierna de su chico. Comprobar lo duro que estaba, la hizo mojarse más.

-Ejem... Hemos llegado- interrumpió el taxista.

Habían perdido la noción del tiempo. Se recompusieron un poco, bajaron del taxi y se dirigieron al atraque donde se encontraba el yate de Carlos. El yate era impresionante. Nunca imaginaron que fuese tan grande.

Se dirigieron a él y entregaron sus invitaciones.

-Deben ponerse los antifaces, por favor.

Se miraron. "¿Qué vamos a encontrarnos aqui?" Se preguntaban. Se colocaron los antifaces.

-¿Lista?

-Lista.

Y entraron. Había gente por todos sitios, pero no conocían a nadie. Los antifaces tampoco ayudaban a ello. Ellos iban todos impecablemente vestidos, trajes y esmoquines todos ellos. Ellas elegantes y sujerentes. Mucho escote y espalda al aire. Todo el mundo llevaba antifaz.

-¿Dónde estarán tus amigos?

-No lo se. No conozco a nadie.

Paso un camarero con una bandeja de copas de champán. Luis cogió dos y le ofreció una a María. Tomaron un sorbo y siguieron conociendo el barco. Estaban asombrados de lo grande que era. Al cabo de un rato, escucharon una voz familiar.

-¿Os gusta el ambiente?

-¡Carlos, qué alegría verte!

Se abrazaron. María lo miró de arriba a abajo. "Está realmente bueno", pensó. Era muy alto, 1,90 calculó, con una sonrisa cautivadora y unas manos enormes. Echó un viatazo a su acompañante, una rubia delgada y con una delantera sacada del quirófano. También espectacular.

-Os presento a Blanca, mi mujer, estos son Luis y María, su esposa.

-Encantados- dijeron a la vez.

-Por fin conozco a la chica que hizo perder la cabeza a este calavera.- dijo Carlos- Los hay con suerte...- y besó la mano de María mirándola a los ojos.

-Como tu....-dijo Luis.- ¿Y el resto de la gente? No he visto a nadie.

-No vendrá ninguno. Sólo te invité a ti. Lo de ellos era para que no pudieras decir que no.

-¡Qué cabrito eres!

-Blanca, cariño, enseñale el yate a Luis. Yo haré de anfitrión con María. Quiero conocer a la mujer que lo volvió loco.

-De acuerdo- sonrió Blanca-, acompáñame.

Blanca se cogió del brazo de Luis y desaparecieron entre los invitados.

María no podia dejar de mirar a Carlos. El pareció darse cuenta y le sonrió.

-¿Damos un paseo?- y le ofreció su brazo.

-Por supuesto.

Le cogió del brazo y empezaron a andar. Era un brazo fuerte y se imaginó como sería sin aquel esmoquin.

El barco era enorme y entre eso y el champán, María se sentía perdida alli.

-¿Dónde estarán Luis y Blanca?- preguntó.

-Divirtiéndose seguro. Blanca es muy buena anfitriona.

Llegaron a un pasillo con varias puertas. Andaron hasta la que estaba enmedio de todas, al final de pasillo.

-Entra, quiero enseñarte algo.

Abrió la puerta y la invitó a entrar. Era una habitación enorme, llena de espejos y con una cama en el centro.

-¿Qué es esto?¿Por qué me traes aqui?

-Es una habitación especial, para gente especial, como tu....

María se estaba poniendo nerviosa. Todavia le duraba el calentón del taxi y el champán no habia hecho más que aumentarlo. Pero no quería hacer nada de lo que después se arrepintiera. Carlos la miraba detrás del antifaz y empezó a acercarse más. La agarró de la cintura y la atrajo hacia el. Ella intentó resistirse, pero el champán, el calentón del taxi y el tremendo hombre que la agarraba parecían impedirselo.

-Carlos, por favor, Luis y Blanca pueden entrar y pensar lo que no es...

-¿Tu crees?- le dio la vuelta-. Mirate en aquel espejo.

Alli estaba ella. De pie, Carlos detrás de ella abrazándola por la cintura. Su enorme mano se posaba en su vientre, atrayéndola hacia el. En sus caderas podía sentir la enorme erección que provocaba en su anfitrión. Carlos empezó a besar su cuello y ella se estremeció al sentirlo. Miraba al espejo y le gustaba lo que veía. En sus ojos se adivinaba el deseo. Las manos de Carlos empezaron a moverse. Una hacia sus pechos y otra entre sus piernas.

-Para, por favor, pueden venir.

-Mira- se sacó algo del bolsillo y apretó un botón. El espejo dejó de ser espejo, convirtiéndose en ventana. Lo que vio la dejo perpleja.

Alli estaban Luis y Blanca. No daba crédito a lo que veía. Luis de pie, desnudo, y Blanca en cuclillas ante el, solo le quedaba el tanga. Blanca tenia el miembro de Luis en la mano y parecía a punto de meterselo en la boca. María no podía creerlo. La rabia la recorrió.

-Se va a enterar.

-Un momento- le dijo Carlos.- Recréate un poco.

La abrazó de nuevo y los dos empezaron a contemplar el espectáculo. Blanca se la chupaba a su marido, mientras Carlos le metía mano a ella. Pensar eso hacia que los celos que sintió en un principio se trasformaran en un deseo irrefrenable.

Blanca movia la cabeza metiéndose la verga de Luis hasta el fondo de su garganta y Luis le ayudaba con su mano en la nuca. La cara de placer de Luis volvía loca a María. En ese momento cesó su resistencia, permitiendo que la mano que Carlos tenía entre sus piernas llegase a su objetivo. Estaba empapada. Sentía enormes dedos de su amante hurgando en su sexo mientras veía a su chico disfrutando de otra. Decidió abandonarse al placer. Subió los brazos y abrazó a Carlos.

-Fóllame duro.

Tras esas palabras, Carlos dio un tirón del tanga y se lo arrancó. A esas alturas María ya estaba muy excitada.

-Déjame ponerme cómoda- le dijo a Carlos apartándose de el.

Se acercó a la cama y se bajó la cremallera del vestido. Este calló dejándola completamente desnuda, a excepción del antifaz.

-Luis siempre fue un chico con suerte.

-Pues ahora la suerte es tuya- dijo María y se tumbó en la cama bocarriba, esperándolo-, toda tuya.

Carlos se acercó a ella y empezó a lamer sus piernas, desde abajo, despacio, repasando cada rincón de ellas. Besaba sus rodillas, mordía sus muslos. Estos se iban separando a medida que su boca y su lengua avanzaban. El sexo de María palpitaba ansioso de que llegara.

-Mi coño te espera, Carlos. Comemelo. Haz que me corra en tu boca.

Acto seguido, la lengua de él estaba repasando cada uno de sus pliegues. Las manos en su culo la apretaban contra el. Su boca se movía con maestría, chupando y lamiendo. Le mordía el clítoris mientras dos de sus dedos se afanaban por entrar cada vez más. Más adentro y más rápido. María se retorcía de placer.

-Asi, sigue asi. Me gusta como me follas. Ahhh.

Lo cogió del pelo y lo apretó contra el. Abrió los ojos y vio que en el techo de la cama había otro espejo. Es vio a si misma, con las piernas abiertas, una cabeza entre ellas y pellizcándose un pezón con una mano. La imagen hizo que se encendiera más aún.

-Dame tu polla. La quiero. La quiero dentro de mi.- En ese momento tuvo un orgasmo.- Me corrooo..ahhh

Arqueó el cuerpo apretándo la cabeza de Carlos contra su sexo.

Carlos se incorporó. Tenía la cara llena del viscoso flujo de María. Esta se levantó y empezó a desabrocharle la camisa besando y lamiendo su torso a medida que lo iba descubriendo. Era un torso firme y fuerte. Mordió los pezones erectos de su anfitrión mientras le hundía las uñas en su espalda. Estaba desatada. El cuerpo aún le temblaba por el orgasmo y seguía queriendo más. Siguió bajando por su abdomen, chupando y lamiendo, hasta que llegó al pantalón. Quitó su  cinturón despacio, mirando a la cara de Carlos, acariciando su paquete por encima de la tela. Estaba muy duro. Lo estaba poniendo duro y eso la hacía derretirse. Deseaba tenerla entre sus manos, acariciarla y lamerla. Al fin le bajo los pantalones y el bóxer y la tuvo ante ella, dura y erecta. La asió firmemente y la movió un poco con la mano. Era suave. Acercó su boca a la base y la pudo oler. Era delicioso, ansiaba ese aroma y sabor. Como una depredadora, se abalanzó a por ella y la engulló con deseo. Carlos gemía de placer y sus gemidos la estimulaban. Chupaba más rápido, más hondo. El glande le golpeaba la garganta, provocándole arcadas, ahogándola. Notó liquido preseminar en su lengua y decidió parar.

-Te quiero en mi coño. Lléname con tu polla.-No se reconocía hablando, pero era tal su ardor, que necesitaba hablar asi, soez.

-Claro que si. Ponte aqui.

La colocó en la cama, a cuatro patas. En frente tenia otro espejo. Se miraba. Tenia cara de viciosa. Empezó a masturbarse el clítoris a la espera de que la ensartaran. Carlos colocó su glande en la entrada de su sexo y empezó a empujar despacio. Se iba hundiendo, mientras ella con su mano le acariciaba los huevos al chocar con su clítoris. El ritmo iba creciendo y el placer en aumento. Levantó el cuerpo y el la abrazó por las caderas. Empujaba su culo para atrás para que las embestidas fueran más profundas. Se miraba en el espejo, con Carlos detrás, besándole el cuello y la espalda.

-Me encanta verme follar. Me pone aún más bruta.

-¿Ah si? Pues mira.

Volvió a accionar el mando. Esta vez detras del espejo vio a un chico guapísimo, muy joven, masturbándose. Se quedó sin palabras.

-Parece que a el también le gusta verte follar- dijo Carlos.

-¿Pero nos está viendo?- María tenía una mezcla de sorpresa y deseo, que no supo que hacer.

-Y escuchando. -María empujaba con más fuerza su culo- Si quieres puede pasar y unirse.

Uff. Dos amantes a la vez. No lo había experimentado nunca. Recordó a Blanca chupándosela a Luis.

-De acuerdo. A ver que sabe hacer.

Se salió de ella y fue a dar a un botón a la pared. El espejo se abrió y sorprendió al chico. María se sentó al borde de la cama y lo invitó a pasar.

-Ven aqui. No seas tímido. Lo vamos a pasar muy bien.

El chico entró y se puso al lado de ella. Tenía el cuerpo totalmente depilado, como Luis, aunque a María le gustaban más con vello, como Carlos, pero no le hizo ascos. Esta vez no hubo preliminares. Agarró al chico del culo, lo atrajo y empezó a chupársela fuerte. Estaba muy caliente.

-Ven Carlos, puedo con los dos- dijo respirando un poco.

Carlos se puso al otro lado y fue cambiando de uno a otro, chupando y masturbando alternativamente. Chorreaba literalmente.

De pronto, el espejo donde estaba Luis se abrió y aparecieron Luis y Blanca desnudos. Se quedó paralizada, no sabia que decir.

-María....- dijo Luis.

-Estoy muy cachonda, Luis. Deja que me los folle, por favor. Dime que te pone esto que hago.

-Muchísimo, cariño, muchísimo.

Ella sonrió.

-Entonces seguiré.- Y se metió la polla de Carlos en la boca.

Luis se acomodó en un sofá junto a Blanca. No perdía detalle.

María a lo suyo empapó bien de saliva las dos pollas que tenía para ella. Una vez hecho, pidió al chico que se tumbara. Con maestría, se puso a horcajadas entre su piernas, agarró su falo y fue metiéndoselo poco a poco, hasta la base. Sintió alivio cuando notó sus huevos en las nalgas. Era enorme. Empezó a cabalgarlo mirando a Luis.

-¿Te gusta como lo hago?- dijo amasándose un pecho.

-Me encanta cariño. -Luis empezó a tocarsela y Blanca, solícita, empezó a ayudarle.

Cabalgaba más fuerte. Un orgasmo le venía, de ver a su chico masturbándose mientras ella se follaba a dos hombres.

Se echó hacia adelante, dejando su culo en pompa.

-Carlos, tengo sitio para ti también. Fóllame el culo. Párteme. Ahhhh.

Luis le dijo a Blanca.

-Ayuda a tu chico a que la folle bien.

Esta se levantó y se fue con ellos. Se colocó detrás de María y le abrió las nalgas. Sintió el aire en su ano y a continuación la lengua de Blanca lubricándolo. Poco a poco fue relajándolo y preparándolo, primero para los dedos de Blanca, que fue metiendolos poco a poco. Uno, despacio, acomodando el ano a su diámetro. Sacaba y hundía, ahora dos. El dolor hacía la hacía gritar y arquear la espalda. Blanca preparaba a María y a Carlos. A la vez que le abría el culo a ella, se la chupaba a su marido.

-Ya estáis listos.- Abrió las nalgas e indicó a su marido que se acercara. Colocó el glande en el orificio, que aún estimulado, era minúsculo comparado  on el tamaño de aquella polla.- Esto te va a doler nena. Empuja poco a poco cari.

Carlos empezó a empujar. Los gritos de María estremecieron a Luis.

-¿Estás bien?

-¡¡Siii!- gritó esta- No pareis ahora

Quiero más y más duro.

-¡¡Uffff, cariño, cómo estás!!

-¡¡Estoy muy zorra!!¡¡Me emcanta se tu zorra!!

Aquello puso a Luis como loco. Blanca estaba empujando el culo de Carlos, marcando el ritmo de las embestidas. Luis la tumbó bocarriba, delante de María, y empezò a follarla, con fuerza. Los pechos de María estaban llenos de manis sobándolos y pellizcándo los pezones. Otro orgasmo le vino y el estremecimiento de su cuerpo hizo que el chico se corriera, derránsose dentro de ella.

-Correte tu también. Quiero estar llena de leche...

Carlos intensificó sus ritmo, y el dolor de ella, hasta que por fin consiguió vaciarse, llenándole el recto de blanco y viscoso semen.

Los dos salieron de ella y su semen empezó a bajarle por las piernas. Mientras lo recogía con las manosy se lo restregaba dijo:

-Quiero en la boca también.

Luis se salió de Blanca y las puso juntas.

-Hay para las dos. -Y empezó a masturbarse delante de sus caras.

El primer chorro llegó a la cara de Blanca y María corrió a lamerla. En unos segundos ambas estaban bañadas por su leche. Se fueron alternando para  limpiar con sus lenguas cualquier resto de la polla de Luis.

Después de aquello estaban exhaustos. Carlos se acercó y les dio unas llaves.

-Son de un camarote. Id alli y descansais. No os preocupes por la ropa. Teneis un armario lleno.

Luis y María aceptaron las llaves y se fueron al camarote. Aún no se creían lo que acababan de hacer.

 

Continuará.

(9,60)