Nuevos relatos publicados: 7

Quise pasarme de listo...

  • 4
  • 10.550
  • 8,53 (15 Val.)
  • 2

Caminaba de madrugada por una avenida llena de putas y mayates (mayates en México son los chulos; hombres jóvenes que se prostituyen) sin un centavo, esa noche me había gastado todo mi dinero en cerveza y regresaba a casa solo y con la sangre hirviendo de calentura y cachondez.

A unas cuantas cuadras de mi casa veo que se aproxima un hombre joven, medio borracho, nada extraordinario, pero a leguas se notaba que estaba excitado. Discretamente se toca el bulto mientras me mira, me detengo y se acerca, me dice que le preste unos centavos y me voy contigo.

-No traigo lana, neta, pero si quieres, podemos ir a mi casa un rato, aquí vivo a unas cuadras.

-Sale, pero si no traes lana, te voy a coger, tú dices

-No me gusta que me cojan

-Pues si quieres que vaya ésa es la condición

Le dije que sí sólo por tener su compañía, pero estaba seguro de que a la hora de estar juntos, de alguna forma me haría tonto y evitaría que me cogiera. No es que no me guste, pero entonces era más joven y mi experiencia en el tema había sido muy desalentadora.

Llegamos a mi casa, le pedí no hacer mucho ruido ya que compartía el departamento con un amigo. Al cerrar mi recámara, me ordenó quitarme la ropa, desde ese momento me sentí dominado, como si ya no tuviera más que obedecerlo. Así lo hice.

-Recuéstate en la cama y dame el culo… a ver, peludito como me gusta

- Mejor te la mamo, soy buenísimo

Me volteé y comencé a chupar su verga, era grande, sin circuncidar, como me gusta; comenzó a decirme cosas que aceleraban mi excitación.

-Así putito, cómetela, ¿te gusta?

-Sí

-Pues no se nota, a ver, toda, todaaaaaaaaaa

Sentí ahogarme y de mis ojos ya emanaban lágrimas, tuve ganas de vomitar

-Pinche jotito, pobre de ti si me vomitas

Me provocaba curiosidad ver cómo sólo se quitaba los pantalones, la trusa, pero nunca la camiseta.

-Ve a lavarte el culo porque te voy a coger

-No me gusta que me cojan, de veras, mejor te la sigo mamando

-Mira, putito, ¿querías verga?, pues ahora la aguantas, que no vine hasta acá nomás pa´ que me la mames

La situación comenzó a salirse de control y no quise hacer caso omiso de su recomendación, fui al baño y me lavé, sólo el culo, como me indicó. Al regresar pude verlo al centro de la cama, masturbándose para mantener su verga erecta.

-Hazte pa´ ca, te voy a mamar el culito

Debo confesar que eso sí es algo que disfruto así que accedí, me puse en cuatro patas, con mi culo en dirección a su cara. Unos minutos y pude sentir que lo que intentaba penetrar en mi colita no era su lengua, era su dedo.

-A ver, vamos abriendo este pedo pa`que entre más sabroso

-No, de verdad, me duele, mejor aquí la dejamos, ¿no?

Quise pararme de la cama, pero no me dejó, de un apretón, jaló de mi brazo, me agarró fuertemente el cuello y me dijo:

-¿Quieres que sea violación? Mejor déjate que te coja y no hay pedo, pero no te quieras pasar de listo porque te pongo unos vergazos

Sus ojos eran amenazantes, pero lo extraño de esta situación era que me excitaba cada vez más verlo humillándome, sometiéndome a su voluntad; mi verga no dejaba de palpitar al máximo de erección.

Por fin logró voltearme, bruscamente, me levantó un poco las piernas y me penetró de un solo golpe. Sentí mucho dolor y l e pedí que lo hiciera con cuidado.

-Aquí está la verga que andabas buscando, ¿te duele?

-Sí, un poco

Sus embestidas eran siempre fuertes y a un ritmo frenético, no paraba de golpearme y mis huevos dolían de tanto golpeteo. Me cambió de posición un par de veces; de perrito, con las piernas levantadas.

-A ver, jotito, sientes cómo se te va toda la verga

-Sí, se siente rico

-¿Cuántas vergas te han metido?

-No sé, como 3 nada más

Aceleró el ritmo de sus cogidas, sacó su verga y me ordenó:

-Ahora te vas comer los mecos

Comenzó a masturbarse cerca de mi boca y, al ritmo de su respiración agitada, me tomó de los cabellos y soltó chorros de leche en mi boca entre exclamaciones y gritos.

Me guiñó el ojo, se vistió completamente y me pidió que lo acompañara a la puerta aduciendo que debía llegar a su casa o de otra forma tendría problemas con su esposa.

(8,53)