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La noche de un día agitado

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Ese día, después de una abrumadora jornada de trabajo, llegué a casa a las diez de la noche aproximadamente. Me extrañó encontrar la casa con todas sus luces apagadas. Comencé a recorrer mi hogar buscando a mi mujer que debía estar en alguna de las habitaciones; cuando entro a la cocina veo como en la puerta del refrigerador, sostenido por un imán, hay una nota de ella en que aparece un número de celular desconocido por mí, con el encargo de que la llame apenas lea el mensaje.

Extrañado y al ver que ella ha dejado su propio celular sobre la mesa de la cocina, llamo al número que me ha indicado. Me contesta ella y ante mis requerimientos para que me explique qué ocurre y porqué no ha llegado a casa aún a pesar de ser ya tarde, me dice que hoy no llegará, que ha sido raptada y que si quiero volver a verla debo permanecer escuchando lo que está por ocurrir. Estoy atrapado, quisiera poder hacer algo efectivo que la devuelva a mí en este mismo momento, pero obviamente no hay nada que pueda hacer y debo resignarme a escuchar; mi mente está fuera de control, mil pensamientos cruzan por ella. ¡¡¡Necesito saber qué está ocurriendo!!!

Me quedo en silencio porque escucho a través del teléfono la voz de un hombre que le ordena desnudarse y siento que se erizan todos los poros de mi piel. No sé qué me ocurre, estoy petrificado y he perdido por un momento mi voz. Mi mujer me dice que no puede dejar de obedecer la voz del hombre que está con ella porque él está armado y ella tiene miedo, que la perdone por lo que va a hacer. Con el dolor de mi alma le digo que es mejor que obedezca, que no se resista, que me diga lo que él está haciendo. Pasan unos segundos que a mí me parecen siglos y mi mujer me dice que se ha desnudado entera, ...que el hombre le está separando las piernas y que se ha arrodillado ante ella, ...que está besando su región genital, ...que simultáneamente está acariciando sus glúteos, ...que él estira sus manos y que aprieta sus pechos.

Mi mujer me está diciendo que no sufra, que tratará de no sentir nada, justo en el preciso momento en que no sé qué maniobra de ese hombre le arranca a mi mujer un profundo suspiro de placer, que por una razón que no entiendo me provoca una erección que no quiero pero que no puedo evitar, tal como ella no ha podido evitar sentir lo que está sintiendo. Le pregunto que está ocurriendo y me dice que el hombre es muy hábil haciéndole sexo oral y que no puede evitar sentirse muy excitada, que él está recorriendo con sus labios toda su intimidad y que hasta ha penetrado con la lengua su vagina ya muy mojada. Me dice todo esto mientras sigue suspirando cada vez más agitada; me pide que la perdone por estar sintiéndose tan caliente. Le digo que debemos perdonarnos mutuamente porque yo también me siento hirviendo de deseo al escucharla en esa situación y que me siento un canalla por esto. Me dice que me comprende y le digo que la comprendo.

Me pide que la ayude en este trance, que ya que está sintiendo placer al menos quiere imaginar que es conmigo que está haciendo el amor. Le digo que ya que las cosas están así que seamos indulgentes el uno con el otro, que sienta que yo la autorizo a soltarse y a vivir plenamente este momento; me pide que la acompañe hablándole, como si estuviéramos juntos. Entre quejidos de lujuria me dice que ya que yo estoy excitado, que quiere sentir que me está dando placer y me pide que me masturbe imaginando que es su vagina y no mis manos las que aprietan mi verga. Se produce un breve silencio y le pido que me diga qué está pasando; con voz ahogada me dice que el hombre se está desnudando, que está ansiosa por ver la erección de su compañero ocasional, que se siente muy caliente y deseosa de tener esa verga dentro de su vagina. Los celos me tienen enloquecido, pero más enloquecido me tiene la calentura de sentirla gozando.

Me dice que el hombre la ha empujado hacia una cama y que ha quedado tendida de espalda, que siente que sus piernas se abren solas, que quiere tenerlas muy abiertas para ese hombre que se acerca, que su vagina está hirviendo y que la siente muy hinchada, que toca su clítoris para calmarlo y que lo siente duro, durísimo, que sus pezones le van a estallar......, está diciéndome esto cuando la escucho gritar..., un largo ¡¡¡¡¡Aaahhhhhhhhhh!!!!! y sin que medie palabra alguna comienzo a sentir la agitada respiración de ambos; mi mano se aferra a mi verga y comienzo a sacudirla violentamente de atrás hacia adelante.

Le digo a mi mujer que me estoy masturbando, que necesito que me diga lo que está sintiendo. La siento quejarse repetidamente y la respiración furiosa de él...., pasan algunos segundos en que siento que ella intenta hablarme sin que pueda controlar su voz que emite sonidos temblorosos que finalmente logran traducirse en una palabra gritada con verdadera fruición: ¡¡¡¡¡DELICIOSOOOOOOOOOOO!!!!! ¡¡¡¡¡¡QUÉ VERGA MÁS MARAVILLOSAAAAAAAAAAAA!!!! ¡¡¡¡¡¡LA QUIERO MÁS ADENTRO, MÁS, MÁS!!!! ¡¡¡¡DÁMELA, MÁS FUERTE, MÁS, MÁS, MÁÁÁÁÁSSSSSSSSSSSS!!!!! ¡¡¡¡¡ASÍÍÍÍÍ!!!!!!! ¡¡¡¡SÍ, SÍ, SÍ!!!! ¡¡¡¡BÉSAME, BÉSAME, POR FAVOR BÉSAME!!!!

Mi mujer de pronto escucha mi respiración y me pide que me masturbe, me dice que ella está gozando como loca y que quiere que yo también goce con ella, que quiere que acabemos juntos, que el hombre entra y sale con fuerza en ella, que eso la está acercando cada vez más a un orgasmo que la hará estallar en mil pedazos, que quiere sentir el semen caliente de ese hombre

en sus entrañas y que quiere imaginar el mío en su boca, sobre su cara y en sus pechos. Me dice que se siente muy puta, que siente que está con dos hombres y que eso la está haciendo muy feliz, que el hombre tiene su rostro muy enrojecido, que está bombeando cada vez con más fuerza y que siente que él va a acabar en cualquier momento..., le digo que se mueva como la puta que siente que es en este momento, que lo más importante es darle a él todo el placer que está buscando en ella, que ella es capaz de hacerlo volar por los aires, que lo haga polvo, que yo voy a acabar como me lo pide, que ya voy a llegar, que quiero que ella acabe conmigo ¡¡¡¡¡¡¡POR FAVOR MI AMOR, ACABA, ACABA, HAZLO ACABAR QUE YO YA ESTOY A PUNTO!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡ACABA, ACABA YAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!

Mientras mi semen brota con fuerza y abundancia, siento que mi mujer me dice que siente el semen caliente de ese hombre quemándole el vientre y que siente como su verga palpita con fuerza mientras el empuja para meterla más y más ADENTROOOOOOOOOOOOOOOO. Me está hablando a gritos......, se queja de manera convulsa, hasta que estalla en un ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH MI AMOOOOOOORRRRRRRRRR ESTOY ACCCCCAAAAAABBBBBBAAA AAANNNNNNNDDDDDDDDOOOOOOOOO OOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ QUÉ DELICIAAAAAAAAAAAA !!!!!!!!!!!

Su respiración, la de ese hombre y la mía se escuchan entremezcladas. Estoy tembloroso y muy celoso de haberla escuchado acabar con otro. Pero de alguna manera extraña me siento también y simultáneamente muy complacido.

Mi mujer me dice que el hombre le está poniendo la verga en la boca para que lama su semen y limpie su glande, me pregunta si lo puede hacer, le digo que no hay remedio, que lo haga y que procure dejarlo muy satisfecho y que si siente que ella también lo está disfrutando, pues, que lo disfrute. ¡¡Qué carajo!!

Pasan algunos minutos de silencio en que imagino bien la escena al otro lado del teléfono. De pronto oigo la voz de aquel hombre. Me da las gracias por no haber intentado arruinar el momento y me dice que mi mujer estará en casa a las 11 de la mañana del día siguiente, que hoy dormirá con él, que todavía no ha saciado todo el deseo que siente por ella y que me dejará hablarle para darle las buenas noches.

Se escucha la voz aún temblorosa de mi mujer. Me dice que deberá quedarse allí toda la noche y que tendrá que hacer el amor de nuevo con ese hombre las veces que él quiera, que la perdone, que me contará mañana todo lo que ocurra esa noche y que quiere que le diga que la autorizo a volver a sentir placer, todo el placer del mundo, porque sabe que no podrá evitarlo, que ya se está volviendo a sentir caliente, que ese hombre ha comenzado de nuevo a besar sus genitales y que ya se siente de nuevo muy agitada; comienza a respirar con fuerza, le digo que se abandone al placer, que yo no se lo reprocharé, que mañana le exigiré que me cuente todo y que......

No alcanzo a decir nada más, pues la voz de aquel hombre interrumpe para decirme que ahora seguirán sin mí. Antes de que la llamada se corte, escucho a mi mujer gritando un prolongado ¡¡¡¡¡¡Aaaaaaaaahhhhhhhhhhh!!!!!! que se interrumpe abruptamente.

Me quedo largos minutos con el teléfono en la mano, mirando desconcertado mi verga erecta, mientras siento que unas lágrimas corren por mis mejillas.

Vadinho

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