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25.1 La invitación de André mi jefe

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A las siete de la mañana salgo de casa, estoy satisfecho del fin de semana pasado, pero ahora me quejo amargamente cuando el mando a distancia de la puerta no funciona, el portón no se abre y no dispongo de la llave de apertura manual, el padre de Rayhan no ha llegado aun y no sé lo que debo hacer. La angustia me pone nervioso, lo primero que hago es llamar a mis padres, lamento despertarlos pero necesito descargar mi adrenalina y que me ayuden a pensar, en el móvil no me contestan y llamo a la línea fija, hablo con mi madre y me tranquiliza.

A las nueve de la mañana estoy en la puerta de la inmobiliaria, a las siete era ya tarde para haber llamado al director que se ofreció en su día a llevarme a la fábrica si tenía algún problema, él sale antes que yo para la fábrica y es el primero en llegar.

Estuvieron trabajando con unas máquinas el viernes y ha debido dispararse el limitador de la luz, térmico o diferencial. Llego muy tarde a Béthune, a las once de la mañana, he perdido tres horas de mi tiempo y lo peor es que no me quieren entregar una llave para abrir el portón manualmente si volviera a suceder, argumentan que esto no es frecuente. Tengo que recuperar las horas perdidas y salgo tarde, no puedo hacer mis compras y regreso directamente a casa.

Después de hacer mi trabajo llamo a Evans para saber cómo se encuentra, Lucas le ha ofrecido una casa o local en alguno de sus negocios hasta que encuentre donde vivir y se ha cambiado ya, ha dejado el trabajo en el  hotel. Le hablo de lo bien que he visto a nuestros amigos en París y quedo en pasar un día de estos para poder hablar.

**********

 

Hoy, a la salida del trabajo, estoy dispuesto a realizar mis compras, tengo que llenar el frigorífico, después me dirijo a Leroy Merlín, quiero adquirir unos adhesivos para colocar en los cristales de las puertas, ahora anochece muy pronto y durante el día hay menos luz, estos adhesivos logran que no se vea lo que sucede en el interior si descorres las cortinas y eso es lo que pretendo, poderlas abrir para tener más claridad en las horas de día.

Un dependiente muy amable me orienta sobre la colocación, no era muy difícil pero preciso de alguien que me ayude, para que lo sujete mientras vas estirándolo, en resumen, que si no eres un especialista, necesitas un ayudante.

Cuando llego al estudio veo a Rayhan, estaba cambiando la bombilla de una de las lámparas bajas del jardín, permanece arrodillado y solo vuelve la cabeza para saludarme continuando con su tarea, espero un minuto o dos a que terminara su trabajo y se ponga de pie.

-Perdone pero son unas lámparas delicadas que no se pueden tocar y quería dejarla sujeta.  –se disculpa poniéndose levemente rojo.  –Voy un momento a conectar el reloj que las maneja y ahora vuelvo.

La acompaño hasta donde está el cuadro eléctrico, cuando salimos de sus dependencias las luces están encendidas y cogiendo potencia. Le explico lo que quiero hacer y le pido si me podría ayudar uno de estos días a colocar los adhesivos. Parece encantado y sonríe amablemente.

-Cuando quiera, cualquier día que usted me diga.  –quedo pensativo un momento, pensaba en mi programa de trabajo de mañana y concluyo que podría salir un poco más temprano, para no entretenerle demasiado y abusar de su tiempo lo menos posible, el dependiente dijo que era muy fácil pero hay que prever contingencias raras que se puedan presentar.

-¿Qué te parece mañana? Puedo salir un poco antes del trabajo, como una hora antes.  –no deja de mírame mostrando su sonrisa confiada de niño grande.

-Mañana le esperaré con todas mis labores hechas para ayudarle.  –y así nos despedimos hasta el día siguiente.

**********

 

Llegaba un poco nervioso, ahora que había decidido colocar los adhesivos pensaba si haría bien, podrían reclamarme de la inmobiliaria pero en Leroy me habían dicho que eran muy fáciles de quitar, que eran adhesivos como los que ponen los niños en las ventanas con motivos navideños, recordé que yo también los tenía cuando era pequeño.

Todos mis temores se desvanecieron cuando vi a Rayhan esperándome, firme como un soldado a la entrada del pasillo ante el jardín que conduce a mi estudio, le saludé, estaba muy contento y me quitó lo que llevaba en mis manos mientras yo cerraba el coche para llevarlo consigo.

Como en la calle hace frío y en el interior del estudio hay una buena temperatura, Rayhan se quita la chamarra marrón que lleva, debajo luce una camiseta negra muy pegada a su cuerpo y marca su poderoso pecho, sus pectorales prominentes y abundantes y hasta dibujaba, perfectos, sus abdominales. Es impresionante de ver su cuerpo tan fuerte y poderoso. Entro en el baño para ponerme a mi vez un pantalón flojo y conservo la camisa del trabajo. Cuando vuelvo a la sala creo ver una mirada irónica en sus ojos, observa el cambio de pantalones que he hecho y pudiera ser que se burlara por mi exceso de decoro y pudor, más bien vergüenza, para quitármelos y cambiarme delante de él. El rojo tiñe mis mejillas y me digo interiormente que soy un estúpido y un tonto.

Comenzamos a trabajar, es divertido y como dijo el dependiente muy fácil de colocar, se corta con unas cuchillas especiales una vez adherido y se va estirando con la paleta de madera para que no queden arrugas.

Rayhan lo sostiene por la parte superior, la altura de su cabeza nos pareció lo ideal y la adoptamos de medida, es alto como Nico, quizá un centímetro o dos más, luego voy yo desenroscando el adhesivo y estirándolo hacia abajo, inevitablemente tenía que trabajar entre sus brazos empinados y con muy poco espacio.

Los roces son frecuentes y al principio nos retraíamos los dos y continuamente pedíamos disculpas por cualquier contacto que hubiera, riendo nerviosos, después fuimos cogiendo confianza, lo peor era cuando tenía que inclinarme para hacer la parte baja y rozaba mi culo o espalda con el tremendo bulto que se le marcaba en el jean viejo y ajado que llevaba.

La primera vez levanto la vista aturdido para mirarle, lo primero que encuentro fue su sobresaliente bulto, que se mueve ligeramente como si palpitara y tuviera vida propia dentro del jean que lo contiene, no lo puedo evitar y aspiro el fragante olor a hombre que despide, la vergüenza me puede, pero cuando mi vista llega a su rostro, su azoramiento no es inferior al mío. Nos miramos asustados, yo emito una ligera y nerviosa risa.

-Bueno, somos chicos, no pasa nada, ¿no crees?  -su boca comienza a abrirse para sonreír como siempre hace y los dos soltamos una carcajada, estoy en cuclillas y las rodillas cansadas, tengo que ponerme en pie sujetándome a sus piernas, abrazándolas, él suelta el adhesivo para sujetarme y no caer los dos al suelo, se adhiere a mi cabello lo que provoca más risas, así estuvimos un rato hasta que nos repusimos y tranquilizamos. Esa tira había quedado toda arrugada, hecha un desastre, tuvimos que quitarla y es cierto que es fácil retirarla del cristal.

Continuamos trabajando, riendo a veces, con más confianza, se le baja la hinchazón que tanto se le marcaba y actúa ahora con mucha naturalidad. Sobra adhesivo cuando terminamos de instalarlo, soy un exagerando y compré de más. Cuando terminamos le pregunto lo que quiere tomar, hemos terminado sudando.

-Puede darme un refresco o agua, es igual.  –seguía a mi lado, para quitarse el sudor se levanta su camiseta negra, lo que se ve es para desmayar a cualquiera, la perfección exagerada hecha carne y piel tostada.

-Puedes usar el baño y quitarte el sudor. Por cierto, puedes tratarme de tú, ya sé que soy mucho mayor pero no es para tanto, ¿no te parece?  -río un poco nervioso mientras le hablo, no contesta y se retira al baño. Cuando vuelve observo que se había mojado la cara y traía algunas gotas de agua en el pelo. Me había sentado en el sofá con un vaso de agua en la mano, él coge el suyo pero no se atreve a tomar asiento, permanece de pie cerca de donde yo me encuentro.

-Siéntate un momento mientras bebes el agua.  –me mira, duda y al final se sienta a mi lado, deja el vaso de agua sobre la mesa, se ha quedado en el borde del sofá con sus codos apoyados en las rodillas y con el rostro entre las manos.

-A mi no me parece que sea usted tan mayor.  -a mi lado, a pesar de su tamaño, por su cara y su expresión, podría pasar por un niño, gira su cabeza hacía mi y observo cierta picardía en su mirada, continúa hablando otra vez mirando al suelo.

-Si mi padre se enterara de que le trato de tú no le gustaría.  –continúa con su cara entre sus manos ocultándola, le tomo del brazo y le empujo levemente para que se coloque cómodo en el sillón, se relaje y me mire.

-El que me trates de tú no es sinónimo de falta de respeto en sentido alguno, no tiene por qué molestarse.

-Mi padre viene de otra cultura donde todo esto de las formalidades es muy importante.  –apoya sus manos en el asiento y eleva los hombros en un gesto de resignación.

-Vale, cuando tu padre no esté me tratarás de tú, como a un amigo, y cuando esté él puedes tratarme como gustes, ¿te parece bien?   -asiente con la cabeza, seguimos charlando unos minutos y luego se marcha, tiene que ir a recoger sus libros, hoy no le he permitido estudiar lo que debiera y parte para su casa.

Me quedo pensando en que la relación con Rayhan, a partir de este momento, ha dado un giro de ciento ochenta grados.

Ceno lo acostumbrado y hablo con Nico, recojo mi ropa y dejo todo preparado para mañana, descanso escuchando música y tratando de leer uno de los libros que dejó mi madre en el estudio cuando marchó.

**********

 

Retrospectivo: Doce años antes.

Por fin, después de dar comienzo al curso escolar, logré hablar con Gonzalo, estaba contento de vivir en casa de su tutor, éste tiene un sobrino que va al mismo colegio donde ha empezado a ir él, yo le conozco aunque no le he tratado mucho, su hermana María, es ahijada de mi madre, y ésta a su vez, es amiga de la suya, antes vivían más alejados y desde hace algún tiempo viven cerca de mi casa. Mi padre dirige una empresa siderúrgica que pertenece a su familia y tiene una estrecha relación con su padre y su tío. El se llama Álvaro pero le llaman Al en sus círculos íntimos.

Quedamos un sábado, cerca de Navidad, para ir al cine, ya tenía catorce años y mis padres me empezaban a soltar y dejarme volar por mí mismo, además iba a estar con Gonzalo y Al y cedieron, habíamos quedado en los multicines del Club Deportivo, cerca de una de las playas, me llevaron hasta allí y me dejaron bajo la custodia de Gonzalo.

Además de Gonzalo y Al estaban otros amigos suyos que en el primer momento no me presentaron. Después conocería al inteligente Carlos, al guapo Raúl, al enorme y algo rudo Sergio, pasando el tiempo habría más.

Enseguida me di cuenta de que nuestro trato había comenzado a cambiar, Gonzalo se llevaba muy bien con ellos, sobre todo con Raúl y Sergio con los que hablaba continuamente de deportes y de fútbol sobre todo, Al y Carlos iban por otro camino y sin embargo el que, de alguna forma, llevaba el mando en el grupo era Al.

Durante dos años estuve saliendo con ellos y participando de sus fiestas de cumpleaños, salidas esporádicas al cine o a jugar en la playa, pero era diferente, todos ellos tenían más trato entre sí, estaban todos en el mismo colegio y se relacionaban más. En el Liceo tenía amigos pero no a un nivel de intimidad tan próxima, aunque salía algunas veces con ellos, sobre todo cuando había que ir a la ciudad donde algunos de ellos vivían.

Durante esos dos años Gonzalo se alejó de mi o yo de él, sin culpar a cualquiera de los dos, fueron las circunstancias las que mandaron en nuestra relación.

El verano de 2003, volvieron a enviarme a Montreal, a la casa de la misma familia que me recibieron con los brazos abiertos, los niños me querían mucho y su madre veía en mí un ejemplo para el pequeño Daniel, se llamaba igual que yo.

Cumplí mis quince años y lo celebré de parecida forma que el pasado año, con mí ya familia de Montreal.

Los días iban pasando y lentamente todo trascurría con normalidad, mi cuerpo iba cambiando, adquiría el aspecto propio de los jóvenes en la pubertad, larguirucho y un poco encorvado a pesar de mis ejercicios de natación con los que conseguía tener un cuerpo que a todos gustaba, me salieron granos en la cara sin llegar a ser exagerado, descubrí mi sexualidad, me di cuenta de que me gustaban los chicos en lugar de las chicas como a mis amigos del Liceo, y el cariño que sentí en el pasado por Gonzalo, se fue convirtiendo en amor, o yo que sé, seguramente siempre había sido así aunque yo no lo viera o no lo supiera interpretar.

A pesar de ser el último en integrarse en el grupo de amigos, supe hacerme querer, y en algunos casos volverme imprescindible, era callado y les escuchaba y atendía lo que querían hablarme, conmigo no discutían nunca y el que no les contradijera les gustaba.

Fue ese año 2004 cuando todo o mucho cambió. Mi estancia en el Liceo se daba por concluida, no impartían en aquellos años el bachiller y mis padres tenían que decidirse por cambiarme de colegio para hacer los dos siguientes cursos.

Entre las distintas opciones que tenían estaba la de ir a estudiar a San Juan de Luz en Francia, yo no me oponía a lo que ellos dijeran, lo cierto es que en cuestión de formación, siempre han sido ellos los que han decidido.

Fue la primera vez que me preguntaron, no tenía un criterio muy claro y fuimos a la jornada de puertas abiertas que anunciaban. No les gusto el sistema de enseñanza y de vida que se hacía en la residencia, no lo veían bien para un chico de 16 años que iba a cumplir. Buscamos en los distintos centros de los alrededores de nuestra casa y al final decidieron que fuera al colegio donde estudiaba Gonzalo. Renunciaron a su preferencia de una enseñanza laica y terminé en un colegio religioso.

No me importaba para nada en absoluto, a excepción de que iba a volver a estar con Gonzalo de nuevo. Le llamé para comunicárselo antes de que me hubieran aceptado. Creo que para ese año Gonzalo comenzó a vivir unos días de la semana con sus abuelos y otros en la casa de su tutor.

Ese verano pedí a mis padres que me enviaran a otra ciudad, quería ver a mi familia de Montreal pero me atraía conocer nuevas ciudades, lo consintieron y ese verano estuve en Toronto, un fin de semana les fui a visitar y pasé esos días con ellos.

**********

 

Al fin mi jefe aprueba, para llevar al consejo de dirección, el proyecto de filtrado. La empresa de ingeniería me ha convencido, después de mucho estudiarlo, que su proyecto es lo mejor, creo que me está poniendo a prueba y quiere saber mi resistencia antes de volverme loco.

A la hora de la comida me sorprende invitándome a comer en su casa el sábado porque va a estar su hija, le digo que tengo la visita de un amigo y no parece importarle, propone que vaya con él, quiere presentarme a su familia y su hija ya no volverá hasta las vacaciones de Navidad a su casa aunque reside en Lille donde estudia.

Sus costumbres son algo diferente a la nuestras, aquí los jóvenes se emancipan antes, sin terminar sus estudios y viven normalmente con otros compañeros.

No me puedo negar, no tengo excusa y quedamos para el sábado a la mañana.

Rayhan viene a recibirme cuando me ve llegar, ya no mira hacia el suelo cuando le tengo enfrente, me permite ver sus maravillosos ojos como la noche de negros, me ayuda y lleva mi ordenador dentro de casa.

Se queda parado en la cocina, se acerca al búcaro de flores y las coloca bien, charlamos sobre el problema que tuve el lunes con el portón de entrada y se despide porque tiene que estudiar, le noto que querría seguir hablando, pero yo también tengo que hacer cosas y he quedado para pasear un rato con Natalia.

**********

 

Sujeta mi mano para llamar mi atención, me vuelvo y levanto la vista, a nuestro lado estaba el camarero preguntando lo que queremos tomar, entretenido en su charla y en el ruido del local no me había percatado.

-¿Qué vais a tomar?,  -habla dirigiéndose a mí.  –No te he visto desde entonces por aquí.  –me guiña un ojo, Natalia puede verlo perfectamente.

-He estado alguna otra vez pero tú no te encontrabas trabajando… -le sonrío recordando aquel momento de tensión y apuro pasado con su compañero.

-Cuando quieras que te enseñe la ciudad estoy a tu disposición.  –me echo a reír sonoramente, es increíble el desparpajo y atrevimiento de este chico. Le pedimos lo que vamos a beber y se marcha andando con sus peculiares movimientos, un poco amanerados.

Natalia me mira y reímos los dos.

-¿De dónde ha salido éste? ¿Estaba haciéndote una proposición? Te comía con la mirada.  –dejó de reír y cojo su mano.

-Espera a que nos sirva y te cuento.  –unos minutos más tarde vuelve, se comporta como siempre, sus movimientos afeminados no son desagradables,  conllevan cierta gracia, es muy pulcro y cuidadoso con su uniforme, se envuelve en su mandil o delantal que le cruza el cuerpo atado por delante, tiene cara de pillo y sonrisa deliciosa. Coloca las bebidas sobre la mesa y le entrego el dinero que me pide importe de la consumición.

-Espero que esta chica no sea tu novia y me haya equivocado contigo.  –volvemos a reír delante de él y nos acompaña pero sin perder la compostura que se le supone.

-Es una amiga española, espero que cuando venga sola la atiendas bien.  –saluda a Natalia muy finamente inclinándose, nos echa una nueva mirada y se marcha con un nos veremos.

El té está muy bueno, me encanta como lo preparan aquí y por eso venía a menudo con mi madre.  Natalia espera curiosa que le cuente lo sucedido.

-Verás, fue hace un par de meses, venía aquí con mi madre, y pasábamos un rato para tomar este maravilloso té y el café con leche que también lo hacen muy bien y a mi madre le gustaba. Habíamos venido varias veces, pero aquel día estaba en el mostrador un chaval que no habíamos visto en las otras ocasiones.

Mi madre y yo estábamos en nuestra conversación y cuando se acercó le pedí un té y un café con leche, el chaval parecía un poco raro y me contesta que no, yo le entendí que no nos lo podía servir o que no lo había, no lograba entenderle, miré a mi madre y reí con ella por la rotunda negativa del chico, le dije que como era posible si otros días nos lo habían servido, volvió a negar con la cabeza, me estaba desquiciando, era incomprensible y en ese momento conocimos a éste fenómeno de chico que has visto. Se acercó al barman que hablaba con nosotros, me miró y me dice:

-Es sordo mudo, tienes que hablarle despacio y mirándole para que te entienda.  –creí que moría de vergüenza y apuro y deseé que me tragara la tierra, bueno pues así conocía a este chico y debe de tener un radar para reconocernos, porque después de servirnos él mismo la consumición y disculparme con su compañero el sordo mudo, me propuso que saliera algún día con él para enseñarme la ciudad y conocernos. Ya le has visto como es de atrevido y gracioso.

-Pues no va a dejarte en paz, creo yo, hasta que le concedas una cita, vas a tenerle haciéndote la proposición hasta que se la aceptes.  –reímos divertidos y distendidos volviendo a ver las evoluciones del camarero entre la mesas.

Cuando al cabo de un rato salíamos le busqué con la mirada, estaba con la vista fija en nosotros y nos hizo un gesto de despedida y con su mano nos lanzó un beso al aire.

*********

 

Viernes

A las mañanas continúa haciendo frío aunque no baja de cero grados, llego a la entrada de la fábrica y tengo las manos blancas del frío a pesar de la calefacción del vehículo.

Cuando bajo con Elie, preparados para ir hasta la planta de pruebas, pasamos por el laboratorio para tomar algo caliente, corremos por la pista para llegar antes y llegar al abrigo de la nave.

A la vuelta, una vez tomados los datos y contrastado con los operarios volvemos, tengo que acudir a una reunión con mi jefe y antes me tengo que quitar el calzado de seguridad y la ropa de trabajo en fábrica. Vamos más despacio haciendo el recorrido de vuelta.

-Tu jefe te aprecia mucho, escuché como te invitó ayer para que fueras a comer a su casa…  -deja suspendida su frase.

-Es una persona muy amable, quiere presentarme a su familia y aprovecha el que su hija se desplaza de Lille para estar con ellos el fin de semana.  –me mira y sonríe pero llegamos a las oficinas y la conversación acaba.

Todo el resto del día transcurre sin incidencias, pregunto a mi jefe si tenemos que estar a una hora especial en su casa, me responde que cuando queramos pero que no sea más tarde de las trece horas. Sus instrucciones para encontrar su casa son muy claras y con el navegador del coche no tendremos problemas.

Me recibe Rayhan que abre el portón para que acceda al patio, alguien ha colocado una furgoneta en la plaza del invalido y ocupa la parte posterior de mi plaza y me dificulta el aparcar, tengo que dejar el coche cerca de la escalera del vecino de arriba, no quiero molestar pero Rayhan me dice que no importa, parece un poco nervioso. Me acompaña al estudio y descubro el motivo de sus nervios, ha sustituido las flores, son muy bonitas y de color malva.

-Gracias, gracias por la flores, son preciosas.  -me acerco para olerlas pero es muy poco el olor que desprenden, sonríe como un muchacho pequeño, se despide pronto ya que tiene mucho que estudiar y prefiere hacerlo aquí y no en su casa.

Cuando marcha le observo como atraviesa el patio a largas zancadas, su andar es muy varonil aunque un poco desgarbado y que a mí me hace gracia, estoy cogiéndole mucho aprecio y cuando veo su cara siento una ternura extraña, intento que mis pensamientos giren y discurran en este sentido de estima y amistad y obviar mis otros deshonestos e impúdicos deseos. Le olvido cuando pienso que en un par de horas recogeré a Nicolás en la estación.

Preparo mi ropa y veo que todo esté bien, quiero tener todo el tiempo para estar con él y gozar de su presencia, utilizar cada minuto como si fuera el último que estuviéramos juntos.

La semana próxima marchará para Madrid, no le volveré a ver hasta fin de año.

Me preparo para salir, no olvido un fular para la garganta y mis guantes. Tomo un té antes de acceder a la estación Lille Europe y luego le espero admirando la bella y moderna estación que tanto le gusta a él.

Estoy emocionado y casi temblando esperando su llegada, me comunica que está saliendo del espacio reservado a los pasajeros del Eurostar, le espero observando el movimiento de pasajeros hasta verle aparecer, me pongo en movimiento y acelero el paso, viene directo de su trabajo y trae su pequeño attaché.

Me abrazo a él sin mediar palabra alguna, me siento tan a gusto entre sus brazos, protegido y querido, coge mi barbilla para que eleve  mi rostro y le mire, le brillan los ojos y besa ligeramente mis labios, luego me abraza fuerte, me sujeta por los hombros y emprendemos el camino hacia la salida de la estación.

Durante el trayecto hasta casa, que hacemos andando, no paro de preguntarle cosas, sobre Lorian y Alan, sobre Tommy y quiero que me cuente hasta el más mínimo detalle.

Corren casi todas las tardes y se llevan muy bien, como amigos de toda la vida, aún no han encontrado casa y eso no le preocupa, por él pueden permanecer en la suya el tiempo que precisen. Me da la impresión de que está mejor con ellos que solo y no quiere que se marchen.

-Cuando se vayan les vas a echar en falta.  –aventuro mi observación y la respuesta no me coge de sorpresa.

-Seguro que sí, son dos chicos estupendos y la casa parece otra con gente viviendo en ella.  –parece que el favor se lo están haciendo ellos a él en lugar de ser al revés.

-Me gustaría que fuéramos un rato al trabajo de Evans, no le he podido visitar en toda la semana, será poco tiempo quiero volver pronto a casa.  –le explico la comida que tenemos mañana en la casa de mi jefe, vive cerca de Béthune y tenemos una hora de camino.

Cuando accedemos al patio observo que Rayhan debe de continuar estudiando, se ve la luz del local a través de la alta ventana. Al entrar en la sala Nico se queda mirando las flores color malva que Rayhan ha traído y colocado hoy. Me quito mi abrigo y le ayudo a quitarse el suyo y la chaqueta, luego se sienta en el sofá, me arrodillo para quitarle los zapatos y cuando elevo la cabeza encuentro su mirada.

-Pareces cansado y yo te he preparado un programa muy nutrido de actividades para todo el fin de semana.  –tiende su mano para que se la sujete con la mía.

-Levanta, no permanezcas de rodillas, puedo quitarme los zapatos yo solo.  –tira de mí y me levanto para sentarme en sus piernas, sujeto su cabeza entre mis manos y beso con suavidad sus labios pasando mis brazos por su cuello y él lo hace rodeando mi cintura con los suyos.

Permanecemos unos minutos así, pegados los cuerpos, mi barbilla sobre su hombro, oliendo su cuello y volviendo a su boca para besarle de nuevo. Siento que la paz invade mi alma, se está tan a gusto así, querría quedarme de esta manera toda la noche, sin hacer nada, notando sus fuertes brazos que me protegen abrazando con ternura mi cintura, descansando sobre él.

-Te he traído un regalo.  –habla sin moverse, solamente su mano acaricia mi cadera.

-¿De qué se trata?  -no quiero moverme de cómo estoy y muerdo mimoso su oreja.

-Pero querías ir a ver a Evans, levanta.  –abre sus piernas y caigo entre ellas, sus brazos me agarran fuerte para que no caiga al suelo.

-¿Quieres hacer el amor?  -pregunto mientras le beso sin separarme de él.

-Es lo que estamos haciendo, de otra forma pero eso es lo que me estas entregando, el otro lo dejaremos para luego.

A veces me desconcierta, es tan bonito lo que dice y otras veces, sin embargo, está deseando que vayamos a la cama y hacerme el amor con sexo.  Abre su attaché y me tiende un paquetito, rasgo el papel que lo cubre curioso, se trata de unos patucos de tela gorda y muy suave para dormir y de un gorro de lana rojo con alguna hebra dorada, me lo coloco coqueto.

-¿Te gusta cómo me queda?  -ahora le hablo colgado de su cuello.

-Estás muy guapo con él, te sienta muy bien este color, te lo debes encajar más para taparte las orejas.  –acompaña lo que dice corrigiendo la posición de como tengo el gorro. En unos segundos las orejas me arden, va a ser muy agradable andar en la calle con él puesto.

-Gracias Nico, gracias, me encantan las dos cosas, el gorro y los patucos, los estrenaré esta noche.

Cuando salimos el patio se encuentra desierto, la temperatura no es muy baja, hay rachas de viento que enfría la piel, yo estoy muy caliente con mi gorro nuevo, la bufanda y los guantes, camino del trabajo de Evans entramos en el bar de su amigo, pedimos para cenar, quiere unos quesos calientes para untar, para mí no hacemos pedido de comida, picaré algo de su plato y tendré bastante.

Llegamos a la disco y es temprano aún, hay un portero que no conozco y en ese momento llega Lucas, nos saluda y pasa un brazo por mis hombros, entramos en el local y el portero nos sigue con la mirada asombrado de la efusividad de su jefe para conmigo.

Ya hay gente en el local aunque no está lleno, Lucas nos invita antes de subir al piso superior, tiene que hablar con Evans y más tarde nos lo enviará. Nos rodean los chicos amigos de Lorian y Alan y asaetean a Nico a preguntas sobre cómo se encuentran y lo que hacen, nos sentamos y se van acercando los demás, ya nos conocen y algunos se sientan en nuestra mesa para seguir hablando hasta que aparece Evans.

Le abrazo y me disculpo por no haber ido antes para verle, suben el volumen de la música y para hablar tenemos que gritarnos. Permanecemos un rato charlando hasta que tiene que marchar a realizar sus labores, promete a Nico entre bromas que me va a cuidar estos fines de semana en los que él no estará. Bailamos y bebemos nuestra consumición que nos ha invitado Lucas, después del baile pide otra consumición para él, los muchachos han ido a hacer su trabajo y aparece esporádico alguno de vez en cuando.

*********

 

Nos desnudamos corriendo para meternos en la cama, hago intención de ponerme los patucos y me los quita para tirarlos al lado.

-Hoy no te hacen falta, me tienes a mí.  –no hace mucho calor, no hace nada de calor, me abrazo a su cuerpo tiritando, pasa sus manos por mi espalda para hacerme entrar en calor, acaricio su pecho y enredo mis dedos en su vello, coloco mi mano izquierda bajo su axila tan caliente y suave con su vello y oculto mi cabeza bajo el edredón para comenzar a besar sus tetillas, morder sus pezones y pasar mi lengua por las lisas aureolas.

Me sujeta por los hombros y me arrastra para que suba hasta él, nos miramos en el cristalino de los ojos, sujeta mi rostro con sus manos y me va besando, sus besos son muy suaves, sumamente tiernos, como si estuviera besando a un niño

-Sabes a sudor y a colonia, me mareas y excitas.  –mi voz suena sofocada por sus labios que no se apartan de mi boca.

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