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Descubriendo los placeres carnales

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   La experiencia que voy a relatar, me marcó durante mucho tiempo y siempre ha sido uno de mis secretos mejor guardados.  Ahora peinando canas, rememoro alguna de la secuencias  para disfrute de los lectores de esta Web.

   Ocurrió de jovencito, cuando las hormonas empezaban a hacerme sentir deseos desconocidos e incontrolados que trataba de ocultar por miedo a mis padres y profesores. Ya andaba desde algún tiempo con pelitos en el pubis y axilas, me afeitaba el bigote, tenía una buena estatura y el cuerpo  formado, mi pene en erección tenía un buen tamaño y cualquier estímulo me producía una erección que resolvía pajeándome.

   Vivíamos en una Ciudad de Provincias donde mi padre tenía un buen puesto de trabajo. Por entonces él tenía sobre 50 años y mi madre 42. Era una mujer elegante, atractiva, con mucha clase. Venía de una familia distinguida y había heredado una finca de olivos y viñedos, a unos 80 Km. de la Capital, de la que se encargaba un matrimonio joven, Paco y Rosa, que se ocupaban de la casa y de las labores agrícolas.  Tenían 32 y 25 años respectivamente.  Ella rubia, guapita, algo regordeta, con unas buenas tetas y un cuerpo exuberante propio de su juventud. Él buen mozo, fornido, rudo, un chico de pueblo que trabajaba de sol a sol para mantener la finca en buenas condiciones y ganar algún dinero para su Rosa, de la que estaba muy enamorado y quería darle una mejor forma de vida.

  La Finca se componía además de la explotación agrícola, de una casa antigua y grande, donde nos alójabamos la familia y a unos 100 metros se hallaban los establos, almacenes y una casita donde vivían Rosa y Paco.

   Solíamos pasar los fines de semana y terminado el curso escolar, donde suspendí alguna asignatura, mi madre y yo fuimos a pasar el verano; mi padre vendría  los fines de semana pues no podía abandonar su trabajo en la Ciudad.

    Transcurría el tiempo con normalidad. Mi madre se levantaba tarde y pasaba el resto de la mañana en la piscina  entre baño, tomar el sol, oir música o lectura.  Por mi parte hacía deberes de recuperación y al terminar bajaba a bañarme.  Allí encontraba a mamá torrándose al sol, todo morena, preciosa, con sus hermosas tetas al aire y un pequeño tanga mostrando sus deliciosas nalgas, solo una tirita atrás y un triangulito que le tapaba justo el sexo.  Cuando salía del agua la tela pegadita a su piel le remarcaba la rajita y se adivinaba su bosque oscuro debajo de la tela, además de algunos pelitos  sobresaliendo de los costados.  Con esa maravillosa visión, muchas veces no podía evitar una ereción y el único remedio que encontraba era irme a casa a hacerme una buena paja.

    Mi padre llegaba el viernes a última hora,  despues de la cena me iba a mi habitación  a entretenerme con mis cosas hasta que me entraba el sueño.  Ellos se quedaban hablando y bebiendo, a veces ponían música y bailaban.  Cuando por el ruido me despertaba,  me levantaba a espiarlos y así pude observarlos alguna vez ya ebrios haciendo sexo desnudos, no les debía dar tiempo a llegar a su habitación o lo hacían  por morbo, no lo se.  Recordando ahora aquellas escenas mi madre siempre la veía muy excitada y a papá hincando su polla por sus agujeros  mientras ella gemía con continuos orgasmos, pidiendo mas y mas hasta que ambos rendidos quedaban tendidos en el sofá o en la alfombra del salón.

  Mi padre solía madrugar para salir a andar y revisar los campos, eso decía.  Una mañana desperté pronto y me asomé a la ventana, serían las ocho de la mañana. Lo ví salir de casa  pero al pasar por los establos entró, creí iría a recorrer la finca a caballo, pero pasó un buen rato y no salía.  Extrañado me acerqué y entrando a hurtadillas para ver que hacía me quedé de piedra.  Allí estaba con los pantalones bajados encima de Rosa, tumbados en un montón de heno, ensamblando su gran verga en el coño de la chica que gritaba de gusto: " Ahhhh  D. Ramón que rico me folla, que gusto, mas, mas siga por favor, deme duro, cómo siento su verga, ....."  Aún me impactó mas las grande tetas de  de Rosa que mi padre besaba y lamía con la cabeza metida entre ellas, a la vez que las amasaba y sobaba con las manos. Las tetas de Rosa siempre las tenía en mi cabeza como una obsesión y son incontables las pajas que me hice fantaseando con ellas.

   Algunas tardes mi madre bajaba a la piscina con sus cascos de música y un libro. Otras paseaba por algún camino bajo la sombra de los árboles. Tambien dos o tres veces por semana solía montar a caballo y regresaba al atardecer.  Por mi parte seguía con mis deberes para recuperar los suspensos y a media tarde bajaba a la piscina o salía con mi bici de montaña a recorrer caminos.

  Una tarde que ella había salido a montar a caballo, recorrí con mi bici los dos Kms.  de distancia hasta llegar al río y encontré el  caballo de mamá atado a un arbusto. Era un lugar solitario y para bajar al río había que recorrer una senda escarpada, hasta llegar a un paraje tanquilo entre rocas, donde el río hacía un remanso que invitaba al baño.  Creí que mi madre habría bajado a darse un chapuzón para mitigar el calor y fui a su encuentro.   Antes de llegar oí voces y risas, así que me acerqué con sigilo para observar sin ser visto. La escena que apareció ante mis ojos me dejó traumatizado, aún la tengo como foto fija en mi mente, no podía creer lo que veía. Mi madre con Paco, totalmente desnudos, jugando en el agua chapoteando, ella le lanzaba agua provocándole y él la perseguía fuera de  sí y cuando la alcanzaba la morreaba y le tocaba tetas y culo.  Así estuvieron un buen rato en una cerermonia de cortejo animal que les llevó al climax.  Mi madre salió del agua  y se tumbó en una toalla tendida a la orilla sobre la hierba. Paco a su lado empezó a besarla y a repasar su cuerpo con sus zafias manos, mi madre se dejaba hacer de aquel rudo labriego, disfrutaba  de  sus besos y  de su manoseo y le agarraba su verga con la mano.  El ya estaba estimulándole el coño con su manaza y sus gruesos dedos hurgando dentro de su concha, luego bajó metiendo su cabezota en la entrepierna de mamá dándole una comida que le hizo correrse gritando de gusto. Apretaba sus piernas aprisionando su cabeza y con sus manos le axfisiaba contra su sexo.  Se levantó con su enorme verga que agarró mamá con las dos manos para llevarla a su boca. Le comía aquel pollón y los huevos con ansia, mientras él mirando al cielo hacía gestos de placer. Idolatraba a mi madre y nunca imaginé que siendo tan delicada y culta, pudiera entregarse de esa forma a un labriego rudo solo por complacer su deseo carnal.  Entonces se me cayó el mundo encima pensando que mi madre era una puta.

   En ese momento ya había descargado mi polla librerándola de la erección, pero pronto volvería a tenerla dura con lo que me faltaba por ver.  Sacó Paco su verga de la boca de mamá para no correrse, le abrió las piernas para instalarse en medio de ellas y mi madre le guió su verga de semental a la entrada de la cueva. De una embestida el muy cabrón se la clavó entera y empezó a embestirle como un animal. Mamá, lejos de quejarse, jadeaba y gritaba pidiendo mas y diciendo palabras soeces que me hacán avergonzar, nunca había  escuchado tantas zafiedades ni cuando mi padre la follaba. "Eres mi cabrón, mi semental, fóllame como a una yegüa, móntame, déjame preñada, Ahhhhhh, dioossssss  como me gusta joder contigo, esto es follar y no lo que me hace el cornudo de mi marido".  Empezó a tener orgasmos seguidos que revelaba con sus gritos y gemidos. Paco se dio la vuelta poniéndose debajo y levantó a mamá como una pluma para ponerla sobre él, enfocó su polla en el coño de mamá metiéndola de un golpe y esta empezó una cabalgada frenética que le hacía venirse sin parar mientras gritaba lo mucho que le gustaba que la jodiera así.  Le cabalgaba erguida para que él sobara sus tetas o se tumbaba encima de él besándole sin dejar de mover rítmicamente aquel hermoso culo dándose gusto. Era evidente que tenía por madre una ninfómana en toda regla. Desde mi posición, oculto entre matorrales al otro lado del riachuelo, tenía a mi vista su hermoso trasero que movía dándose gusto con la verga de Paco, que entraba y salía de su coño, al ritmo que ella marcaba, viniéndose sin parar en una cascada de orgasmos, deslizando sus corridas por los huevos de Paco.  A pocos metros disfrutaba de un primer plano de la vagina de mamá recibiendo la gran verga de Paco y su ojete dilatado por los dedazos de aquel  cabrón que la follaba como un semental.  Nunca olvidaré esa imagen.  En ese punto ya había eyaculado de nuevo y seguía meneándomela.

   Desde ese día miraba a mi madre  como si fuera otra mujer, teniendo sentimientos contradictorios.  Por una parte celos pero quería follarla como Paco, aunque mis convicciones morales  me impedía pensar siquiera en ello y me obligaban a respetarla, era mi madre por encima del deseo y su comportamiento de fulana.  Además no era quien para juzgarla.

  El respeto hacia ella no impedía que su sola visión me produjera erecciones y descubiertas sus aficiones no pude evitar espiar sus movimientos, viéndola en varias ocasiones masturbarse en la piscina o en el salón de casa, creyendo estar sola.  Era un espectáculo ver como se retorcía de gusto, a la vez que se mordía los labios o masajeaba sus tetas mientras su mano dentro del tanga le procuraba placer. Tampoco faltaba como espectador a sus citas con Paco que se producían siempre que salía a caballo en el mismo lugar. Incluso en un par de ocasiones, Paco llevó a dos chicos del puebo que solía contratar como peones para faenas puntuales.  Los tres la poseían como animales mientras ella se dejaba montar jadeando de gusto pidiéndoles la follaran duro, y vaya si le daban, vi en un momento dado las tres vergas ocupando cada una un orificio y acababan llenándole de semen boca, cara, tetas, coño y culo.  Luego al acabar les lamía la pija a todos como una perra bien follada. Definitivamente mi madre era un ninfómana sin vuelta atrás.

   Yo seguí pajeándome, era el único que no follaba en aquella casa y eso me parecía injusto, así que me plateé cómo resolver mis necesidades.  Sabía que Rosa acudía a los establos a primera hora de la mañana para atender a los animales, así que un día me alcé de valor y fui decidido al verla entrar.  Cuando me vio se sorprendió y preguntó que hacía allí. Le dije directamente que me enseñara las tetas y me dejara tocarlas. Se enfadó mucho y amenazó con decírselo a mis padres, pero cuando le dije que le había visto follar con mi padre y que yo se lo diría a Paco, cambió de actitud y se levantó la camiseta de donde salieron dos ubres espectaculares que me apresuré a palpar y lamer.  Enseguida me vino una buena erección  y ella por curiosidad o excitación, no lo se, sacó mi polla.  Al verla exclamó: ¡Jolín con el jovencito! la tiene mas grande que su padre.  Se agachó y empezó a mamarla.  Mmmmmm   aquello sabía delicioso. No aguanté mucho y el primer chorro se lo tragó sin tiempo a sacarla, el resto cayó sobre sus tetas.

   Salvo los días que mi padre estaba en la finca y era él quien se la follaba, yo iba todas las mañanas al establo y hacía grandes progresos en mis técnicas amatorias.  Con la ayuda de Rosa aprendí a contenerme  y conseguía que ella se corriera y disfrura con mi verga, ya nos veníamos a la vez y ella disfrutaba porque gemía mucho dándose placer con mi polla dentro.  Cuando me oía llegar ya se desnudaba y tumbados en el montón de heno follábamos hasta que nos corríamos los dos.  Era muy agradable sentirse encima de ella  con mi polla dentro de su abultado coño y  a la vez mamar aquellas delicosas ubres, con las que tantas veces me había pajeado recordando la primera vez que las vi.

  Pasó el verano y regresamos a la rutina de la Ciudad.  En el colegio veía a las compañeras con mi instinto de macho ya experimentado, además mis circunstancia de mal estudiante y repetidor, me daba ventaja al ser un par de años mayor que mis compañeros.  Aproveché alguna fiesta de cumpleaños para hacer con alguna chica algo mas que besos, caricias o alguna mamada a lo que se habían limitado mis experiencias anteriores y mas de una comprobó en sus carnes las enseñanzas de Rosa impartidas en sus clases en el establo. Alguna afortunada debio ser indiscreta y mas de una mostró curiosidad por disfrutar de las excelencias de mi verga de la que tanto le habían hablado.  Incluso probé el placer de la experiencia y atributos  de una profe madurita que vino a casa a darme clases particulares y tambien di gusto a una amiga de mama casada insatisfecha e igual de puta.  Fue un curso muy aprovechado que me permitió aprobar la selectividad y entrar en la Universidad.

  Desde ese verano el sexo ha sido uno de mis estímulos y siempre que tuve ocasión me esmeré en dar placer y felicidad a mujeres, que como yo, entienden el sexo como una fuente de placer y felicidad.  Sentía predilección por maduritas y a ser posible casadas insatisfechas, según decían las que conocí,  lo hacían porque sus maridos las tenían olvidadas, aunque  usaban sus visas y vivían como reinas. Me convertí en un buen corneador a cambio de aguantar pacientemente a mujeres incomprendidas y caprichosas y escuchar sus historias, que no me interesaban en absoluto pero que era el peaje que tenía que pagar por follarlas.

  He tenido muchas relaciones en mi vida y tres matrimonios. Ahora en la cincuentena,  me encuentro casado con una jovencita veinte años mas joven, permanentemente en celo, que necesita además del sexo que le da este marido maduro, aparearse con machos de su edad, a lo que transijo de forma complaciente entendiendo su adicción por ser de la misma condición que yo.  Es la única forma de retenerla.  Tengo que decir llevo los cuernos de forma voluntaria y consentida y disfruto cuando mi joven esposa me cuenta su última aventura con todo lujo de detalles, ocasionándome erecciones que resuelvo follándola con la experiencia de los años y mi curriculum.  No os cuento cuándo alguna vez tengo la suerte de compartirla con algín amiguito cachas, pero eso lo dejamos para siguientes relatos.

 

GRACIAS POR LEERME

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