Nuevos relatos publicados: 7

Visita a un pub liberal

  • 12
  • 15.373
  • 8,87 (46 Val.)
  • 0

Somos un matrimonio, con cuatro años de convivencia. Patri es una mujer atractiva de 38 años, rubia con una melena lisa al hombro, unos ojos claros que te penetran cuando te miran, mide 162 cm. y con un cuerpo de infarto para mi, ya que tiene unas caderas importantes culminadas en un culo duro y respingón. Yo por mi parte soy más joven, tengo 35 años y por ello mi mente es más abierta y morbosa, sin que ella se quede atrás, claro. Mido 1.75 con una complexión normal pero musculosa, moreno y ojos marrones.

Nos gusta viajar y perdernos durante unos días por la jungla de asfalto de Madrid, y allí también damos rienda suelta a nuestro morbo. Nuestra vida sexual, desde que nos conocimos hasta el día de hoy, es activa donde no solemos pasar ni un solo día sin tener nuestras raciones de sexo, y no somos rutinarios, ya que no hay metro de la casa que no conozca nuestros escarceos amorosos. Somos una pareja que nos encanta tener sexo en lugares públicos, por eso lo hemos hecho durante las vacaciones en la playa a pesar de no ser nudista nos hemos ido a la parte mas lejana de las urbanizaciones y allí nuestros cuerpos desnudos se han bañado con los rayos de sol que caían sobre la arena. Nos hemos dejado ver entre las dunas de la playa jugueteando y disfrutando sexualmente mientras los turistas paseaban por la playa. Pero la historia que nos ocupa hoy es otra.

Durante un tiempo habíamos hablado de la posibilidad de ir a un pub liberal cuando fuéramos a Madrid, para lo cual nos habíamos informado por Internet de los pubs liberales existentes. Y de todos ellos elegimos uno que nos había gustado por su página Web en la que se explicaba como funcionaba y como era. Llego el fin de semana y nos trasladamos a la capital, llegando al hotel donde nos alojaríamos. Pedimos la llave de la habitación, y el botones se dispuso a acompañarnos. Mientras subíamos con él en el ascensor nos llenábamos de caricias cautivas y besos apasionados ante la atenta mirada un poco incómoda del botones, el cual dirigía constantemente la mirada al canalillo de mi mujer que asomaba por el escote de la camisa que descaradamente había dejado a medio abrochar.

Entramos a la habitación, pasamos detrás del botones que nos iba indicando donde estaban las cosas, el botones se había despedido de nosotros, y salía de la habitación, en la cual nosotros sin dar tiempo a que saliera, ya estábamos abrazándonos y sacándonos la ropa, dando tiempo al botones a ver a mi mujer en ropa interior. Cerró la puerta y pude comprobar como esa situación había mojado de excitación y morbo a mi mujer, mientras que mi polla estaba por reventar mi pantalón vaquero. Acabamos echando un polvo de vicio.

Tras esto, nos dimos un baño disfrutando de los comentarios posteriores a la experiencia. Nos arreglamos, ya que teníamos intención de salir a comer y pasear por la zona comercial de Sol. Mi mujer se vistió con una minifalda de cuero, botas a la rodilla, una medias negras de rejilla acabadas en un encaje sobre el que se abrochaba el portaligas, también negro de encaje, una camiseta negra de encaje transparentando la lencería sugestiva que llevaba debajo. En cuanto bajamos y dejamos la llave de la habitación, nos dimos cuenta que no pasaríamos desapercibidos ya que el conserje del hotel había desnudado y devorado a mi mujer con la mirada. No era para menos.

Comimos en un restaurante cercano a la plaza mayor, en el que mi mujer fue el centro de todas las miradas de los que allí se encontraban. Mientras nos tomábamos el aperitivo y esperábamos a que nos sirvieran la comida, le dije a mi mujer que podía ir al baño a sacarse el sujetador y mostrar así los encantos al mozo que nos servia la comida. No había terminado de decirle eso, cuando mi mujer se perdió por la puerta de los baños del restaurante. Al ratito, regresó esplendida, con una sonrisa picara y volviendo a ser el centro de todas las miradas del restaurante. Tras esa camiseta de encaje negro, ahora se veía claramente sus pechos de talla 95, erguidos y completándolos unas aureolas de las que destacaban unos pezones que amenazaban con perforar la tela.

Los resultados no tardaron en llegar. El mozo se acerco con la comida, y su mirada se detuvo en los pechos de mi mujer que se traslucían pletóricos. Me fije en el mozo, que recorría con su mirada el cuerpo de mi mujer y se volvía a detener en las piernas enfundadas en el negro de las medias, eso creía yo. Pero mi sorpresa fue mayúscula cuando tras comer el primer plato, me levanto de la mesa para ir al baño, y acercándome a dar un beso a mi mujer, me percato que tiene la minifalda subida dejando a la vista el final de las medias y su pubis depilado sin la tanga. Mi mujer no solo se había quitado en el baño el sujetador sino que sorprendentemente también la tanga había guardado en el bolso. Eso me provoco una erección de inmediato. Fui al baño, y al regresar a la mesa el segundo plato ya estaba servido. Al sentarme, mi mujer me contó como el camarero había traído la comida y tardo bastante para poder observar detenidamente los encantos de mi mujer. Ella me contó también que había subido aun más la falda para provocar al muchacho. Tras tomar el postre y el café, pagamos y el camarero en muestra de agradecimiento por el espectáculo dado por mi mujer nos ofreció un licor y pidiendo que volviéramos cuando gustáramos. ¡Cómo para no pedirnos que volviéramos!

Tras la comida fuimos a pasear por las calles comerciales del centro notando que las miradas de los transeúntes masculinos recorrían el cuerpo de mi mujer. A media tarde regresamos al Hotel con el fin de relajarnos, cambiarnos y salir a cenar para ir por primera vez a un pub liberal. No habíamos hablado de las ganas que teníamos de ir al pub desde que llegamos a Madrid, pero en el ambiente podíamos notar nuestra excitación de novatos por lo desconocido. Mucho habíamos leído y hablado. Cuando entramos por la puerta del hotel, como era de imaginar, al conserje se le salían los ojos de las orbitas mirando a mi mujer, la cual seguía dejando ver sus pechos tras el encaje de la camiseta. Subimos a la habitación, descansamos, nos bañamos y nos vestimos para la ocasión.

A las 12 de la noche, como si de una puntualidad inglesa se tratara tomamos un taxi para ir al pub liberal. En quince minutos nos presentamos en la puerta del local. No habíamos ido nunca, pero en seguida lo encontramos, pulsamos el timbre y al momento una joven muy atractiva nos atendió. Dijimos que era la primera vez, y tras las presentaciones nos hizo un recorrido por todas las instalaciones explicándonos el funcionamiento del local.

Comenzamos el recorrido por una zona donde se encontraba una barra y bastantes mesas donde ya se encontraban algunas parejas tomando algunas copas, la verdad que las mujeres muy sensuales vestidas. La joven nos enseño una pista de baile que había cercana a las mesas, una pista de baile peculiar ya que se encontraba cerrada por cortinas. Nos dijo que se podía entrar a bailar y también se podía expiar por entre las cortinas, miramos y había dos parejas bailando y tocándose mientras bailaban. Una de las mujeres tenía la falda subida dejando ver sus piernas y su culo que era tocado por el joven de la otra pareja. Esa visión nos excitó tanto a mi mujer como a mí. Tras esto, la joven nos pasó a una zona denominada nudista, en la cual había un gran jacuzzi en el centro, y rodeando a este había mesas, una pista de baile oscuro y dos camas grandes una frente a la otra. Nueva sorpresa excitante, una pareja se encontraba en pleno festín sexual a la vista de todos, completamente desnudos. Otras parejas estaban tomando sus copas en las butacas de esta zona. De ahí pasamos a una especie de mazmorra, como la denominan que contenía un aspa de madera donde poder atar a alguien, una camilla, una especie de columpio de cuero colgado del techo, y un asiento largo tras una reja. Nos consto la joven que ahí dentro entraban parejas haciéndolo dentro de las rejas y desde fuera algunos podían mirarlas o incluso tocar si así lo querían. Las reglas del local eran respetar y disfrutar básicamente. Nadie esta obligado a hacer nada que no quieran hacer libremente. Solo al respeto de la persona. En ese momento la mazmorra estaba vacía, aunque nos comento que luego se solía llenar como pudimos comprobar personalmente. También nos mostró unas duchas hidromasajes y los servicios y las taquillas para poder dejar la ropa y disponer de toallas y sandalias para el baño. Tras este recorrido, nos acomodamos en una mesa de la zona nudista y ella misma nos trajo dos copas para entrar en ambiente.

Para esta ocasión especial, tanto mi mujer como yo, buscamos una ropa especial. Buscamos ropa de lo más sensual y sexy. Yo me puse un tanga blanco, con un traje de color claro y una camisa de seda blanca. Patri, por su parte se vistió con un conjunto blanco transparente de tanga y sujetador, medias color carne a medio muslo con un portaligas blanco de encaje. Se vistió con una blusa blanca la cual se trasparentaba dejando a la vista sus hermosos pechos enfundados en el sujetador, y una minifalda color marrón con volantes, muy vaporosa y una torera a juego con la falda. Claro está, que sus hermosas piernas se completaban con unos zapatos color "camel" de tacón alto que le estilizaba su figura.

Al ratito de estar sentados, la joven nos trajo dos gin-tonics y empezamos a acostumbrarnos a la penumbra existente en toda la zona nudista. Patri y yo estuvimos hablando de lo excitante de ver como se tocaban las parejas y el ver como follaba aquella pareja de la cama. Después de perder un poco el pudor, nos empezó a embargar la excitación de conocer el local sin la guía. Ya nos habíamos percatado que las parejas ya empezaban a llegar, y que las que estaban se levantaban de las mesas y daban vueltas por el recinto, entrando a la pista de baile, a la mazmorra, etc.. Así que, nos decidimos a dar el primer paso, fuimos a la pista de baile, estaba mas oscura y nos costo un poco acostumbrar la vista, pero en seguida pudimos ver que había dos parejas bailando. Dentro del pub, había parejas de todas las edades, la mayoría de mediana edad como nosotros. Y todos, creo, teníamos un nexo de unión, el morbo y la excitación de mirar y ser visto. Estábamos bailando, cuando mi mujer comenzó acariciar mi polla por encima del pantalón y yo a su vez le había levantado la falda, dejando su culo al aire, el cual magreaba y tocaba su coñito por encima del tanga. Estábamos disfrutando de nuestras caricias, cuando poco a poco sentíamos el morbo de exhibirnos, cuando una de las parejas que estaban dentro se fue aproximando. Estaban muy cerca de nosotros cuando Patri me dijo al oído que alguien le estaba tocando el culo, algo que yo también me había percatado puesto que mi mano había rozado otra que no era la mía. Miramos al lado y el chico de la pareja estaba acariciando a Patri. Su mano pasaba por entre el culo de mi mujer, y llegaba a rozarle su coñito por encima de la tanga. Yo acerque mi mano, a las tetas de la mujer las cuales eran pequeñitas, pero duras y redonditas, ella tenia sus tetas fuera del sujetador y con la blusa abierta. Para entonces, mi mujer ya tenia mi polla fuera del pantalón y la masturbaba. Estaba punto de reventar y explosionar. Pero decidimos salir de la pista y regresar a la mesa a seguir con la bebida. Allí sentados Patri, me contó que el chico le había apartado su tanga acariciando los labios de su coñito y el clítoris. E incluso se había lanzado a introducir el dedo dentro de su coño, haciendo un mete y saca rapidito, haciendo que mi mujer llegará al orgasmo. Esto no solo lo sabía porque mi mujer me lo había contado, sino que en la pista me percate de esa excitación, y sus gemidos habían inundado la sala alertando a todos los que estábamos en esa recamara.

Estuvimos un rato tomando la copa, hablando y metiéndonos mano delante de las otras parejas que estaban en otros sillones. Se respira la excitatación, el morbo y el sexo. Nos volvimos a recorrer las dependencias del pub, hasta llegar a la mazmorra, en ese momento habría como 7 u 8 parejas. Dos parejas estaban en el columpio. La imagen era como para levantársela a un muerto. La pareja con la que habíamos estado masturbándonos en la pista de baile era la del columpio. La mujer estaba comiéndole el coño a otra mujer que se encontraba tumbada en el columpio, y a su vez era penetrada con mucho ritmo por un hombre y su pareja estaba mamando al hombre.

Otra pareja estaba follando dentro de la jaula, mientras un hombre se masturbaba y tocaba a la mujer a través de los barrotes.

Una mujer estaba atada en el aspa de la mazmorra totalmente desnuda mientras su compañero y otra pareja le acariciaban, chupaban los pezones y masturbaban. Y otras parejas estaban abrazadas, tocándose, masturbándose o follando.

En ese espectáculo, nosotros entramos y nos posicionamos en una esquina de la mazmorra. Mi mujer, se agacho, me bajo la cremallera del pantalón sacando mi pene erecto e introduciéndoselo en su boca. Inició una mamada de antología, mientras transcurría esto un hombre se agacho y empezó a masturbar a mi mujer, la cual daba gemidos con mi polla en su boca. Cambiamos de posición, y agachando a mi mujer la penetre desde atrás, acariciando sus pechos sacados fuera de su camisa. El hombre que la había masturbado se acero a mi mujer con su polla fuera del pantalón. Ese hombre de mediana edad tenía un instrumento bastante grande (según me confeso mi mujer, nunca había visto una de tal tamaño) y mi mujer se la introdujo en su boca, dando una soberana mamada. Yo mientras estaba bombeando cada vez con mas fuerza y con mayor excitación por lo que estaba viendo y viviendo. Cuando el hombre empezó a eyacular en la cara de mi mujer, yo no aguante mas corriéndome dentro de ella. Tras componernos un poco, salimos de esa mazmorra llena de cuerpos semidesnudos regresando a la mesa donde teníamos nuestra bebida. Allí terminamos las copas, nos dimos un baño en el jacuzzi, y dimos por terminada nuestra primera experiencia liberal.

(8,87)