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La prima de mi madre V

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La prima de mi madre V

Tercer día con Blanca

Segunda parte

 

Ella se puso las manos a la cabeza diciendo: no me lo puedo creer es alucinante es como si toda tu vida hubieras llevado tacones es fantástico no se que decir, yo tampoco le conteste no lo entiendo, tengo amigas de mi edad que todavía no los saben llevar y parecen patos que tropiezan cada dos por tres me dijo, vuélvete a sentar quitate los tacones y las calcetas te pondrás unas sandalias, trajo unas sandalias blancas con unas finas trenzas muy finas con su respectivo tacón eran maravillosas me las puse me las abroche mientras ella me observaba con expectación, me levante haciendo el recorrido de antes unas cuantas veces oyendo el ya clásico ruido de los dulces tacones mientras con un ademan con los brazos le dije: que te parece, alucinante e increíble levantando y bajando los brazos unas cuantas veces, hay mas modelos le pregunte, si cariño quedan las mules, me senté para quitarme las sandalias mientras ella me trajo las mules, eran de lo mas hermosas de color rojo, me las puse empezando a andar una y otra vez con el clásico ruidito de los tacones pero esta vez acompañado con el roce de los zapatos al pie, los tres centímetros de más  se notan Blanca  pero se pueden llevar le comente, no me lo puedo creer le comente es increíble no se que decirte, ni yo contesto ella, apoyándome en su hermoso hombro me quite las mules y se las di mientras ella las colocaba en su sitio me puse las náuticas.

Mientras Blanca terminaba de cerrar las puertas donde tenia los zapatos y darse la vuelta le di un dulce y largo abrazo sintiendo otra vez el contacto de sus generosos pechos, después le puse las manos alrededor de su cara diciéndole: has sido muy comprensiva y bondadosa te has comportado muy bien conmigo y termine dándole un largo beso en la frente, me lo agradeció acariciándome la cara y dándome un beso en la mejilla y diciéndome: no me tienes que dar las gracias lo e hecho con mucho gusto. De pronto dijo: no has visto la hora que es son casi las 2 de la tarde se nos a pasado el tiempo volando bajemos a comer. Salimos de la habitación armario mientras ella cerraba las puerta mientras yo cogí la chaqueta  del chándal que había en una silla se la ofrecí y se la puso con una picarona sonrisa dejándose a media subir la cremallera -como recordaran lo lleva color rojo- insinuando no me cansare de decirlo su generoso escote y sus encantadores pechos, bajamos a la cocina muy contentos y riendo comentando lo sucedido y haciendo ademanes con las manos de la altura de los tacones. Preparamos la comida mientras íbamos comentando lo increíble y fantástica que había sido ponerme los tacones y no pegarme un batacazo, durante la comida hablamos de otros temas pero de vez en cuando volvía a salir el tema de los tacones.

Cuando terminamos de comer hicimos una pequeña sobremesa comentando cosas banales, el tiempo que hacia si era muy grande la urbanización donde vivía la gente y por supuesto hablamos de los tacones como nos gustaban, que modelos, colores alturas... fue una comida y sobremesa agradable y fantástica. (En la sobremesa sucedió algo que me dejo algo intrigado y que lo e visto hacer a muy pocas mujeres mientras hablábamos en varias ocasiones jugueteaba con los dedos tocándose suavemente y con picardía el canalillo de sus generosos pechos fue un detalle que encuentro que es muy sensual y que solo algunas mujeres lo saben hacer con un cierto encanto o es que lo hacia por que yo me diese cuenta de sus maravillosos pechos o la observase con mas atención o es que intentaba decirme algo que no llegue a entender a lo mejor era alguna señal que de momento yo desconocía). Terminamos de arreglar la cocina, salimos al jardín para disfrutar de una bella tarde de otoño sentándonos en las hamacas. Estuvimos en silencio, pero era un silencio agradable de vez en cuando nos mirábamos pero con una sonrisa de Blanca ya bastaba, sin darnos cuenta el sol se estaba escondiendo era una puesta de sol otoñal encantadora y melancólica. Nos fuimos cada uno a su habitación, yo estuve reflexionando todo lo que me había pasado era fantástico no me lo podía creer me parecía que había tenido un sueño pero un sueño maravilloso al fin pude ponerme unos tacones altísimos y no me di ningún tortazo es increíble parecía que hubiese llevado toda la vida, llevar tacones es algo increíble se siente una sensación muy agradable y placentera parece que ves el mundo de otra forma, ahora entiendo porque las mujeres los llevan. No volví a ver a Blanca hasta la mañana siguiente.

Continuará...

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