Nuevos relatos publicados: 7

27.1 Rafael se hace presente

  • 23
  • 10.843
  • 9,83 (18 Val.)
  • 0

La mañana va transcurriendo con tranquilidad aunque el agua golpea en los cristales con fuerza y hace frío, tiemblo al tocar con la mano el cristal de la ventana y me retiro para continuar mi trabajo. También recibo una llamada de mi madre, para informarme que ha enviado un paquete de regalo a mi familia de Canadá, como hace todos los años, me recuerda que me interese y me ponga en contacto con ellos y les comunique que van a recibir el obsequio. Son dulces y algo de comida propia de la Navidad.

Elie me ayuda muchísimo, no podría atender mi trabajo sin su ayuda, tiene capacidad para hacer el suyo y ayudarme con el mío, prácticamente estoy toda la mañana en las reuniones y voy encargándole a ella temas para ir adelantando y analizarlas a la tarde cuando quede libre de mis obligaciones con mi jefe.

A las cinco de la tarde parece noche cerrada por la abundancia de las nubes que cubren totalmente el cielo, cuando llego a casa Rayhan está bajo el arco del portón de entrada resguardándose de la lluvia que no cesa de caer, sigue el camino del coche hasta mi plaza de aparcamiento para abrirme la puerta, me saluda y coge mis cosas para ayudarme, corremos hasta la puerta, ahora llueve con intensidad.

El agua de nuestros cabellos ensuciado el suelo, no puedo dejar de mirar su cara por donde resbala el agua que antes mojó su pelo. Nos tenemos que secar el rostro y las cabezas mojadas por la lluvia, me sujeta por detrás agarrando mis caderas y besa mi cuello, su cara la siento fría aunque le arde el aliento.

-He aprobado las materias que estudié estos días pasados.  –me vuelvo y tengo que levantar mi cabeza, esta diferencia de altura me mata, son más de diez centímetros los que me gana en altura. Le abrazo y le felicito por ello. No quiero volver a empezar y lo muestro con un gesto, pero es inevitable, sujeta mi cara y me besa con suavidad en los labios. Su grado de sensibilidad es muy alto, se ha dado cuenta de mi gesto y me suelta.

-Creo que el haber estado contigo me ha ayudado. Voy a estudiar un rato si no me necesitas y volveré para despedirme antes de marchar.  –río de la broma que supone lo que ha dicho, pero me ha alegrado también que piense, aunque no sea en serio, que le ha ayudado el estar conmigo.

-Qué cosas dices, ¿Cómo te puedo haber ayudado? No creo que por hacer lo que sucedió haya podido cambiar algo, ha sido tu inteligencia.  –tengo miedo a nombrar por su justo término lo que hemos hecho, “follar”, ¿o no ha sido eso?

- Tranquilo, luego nos vemos, tengo que hablar por teléfono y hacer unas pequeñas cosas.  –se marcha no sin antes volver a estrecharme entre sus brazos y besar mi cuello. -me hablo a mi mismo: -¡Ay! Rayhan, marcha que me vuelves loco de deseo y no puedo volver a dejarme llevar por lo que tanto anhelo-.

Después de organizar mis cosas me dispongo a llamar a mis niños de Canadá. Tengo que insistir unas cuantas veces y llego a pensar si no habrán cambiado de teléfono; al fin contestan la llamada, el saludo es efusivo y me dice su mamá que los chicos están en Francia, han venido a pasar unos días con su abuela paterna y luego irán a Polonia para reunirse con ella. Sabía que su abuela vive en Versalles, me da la dirección y el teléfono, le prometo que voy a hacer todo lo posible por verles antes de mis vacaciones.

Ha pasado el tiempo cuando Rayhan vuelve, trae una mochila, imagino que con su ropa y los libros de deberes, a pesar de tener la llave de casa nunca la utiliza cuando yo estoy dentro, se lo agradezco muchísimo, de alguna forma y en algunos sentidos, continúa siendo respetuoso y tímido, salvo en sus expresiones cariñosas. Le abro la puerta mientras hablo por teléfono, estoy llamando a Lorian y Alan. Abraza mi cuerpo y no me permite mover mis brazos.

-Quiero estar contigo como el otro día, no dejo de pensar en ti, te necesito aunque sea un momento.  –mientras va hablando no deja de besar mi rostro.

- Rayhan es tarde, debes marchar, déjame, suéltame ya.  –le empujo sin resultados, ¿qué puedo hacer con mis fuerzas ante su poderosa constitución?

-Pues dame un beso, solo un beso antes de marchar…  -le ofrezco mi boca y es él el que ávido me devora, respondo a su beso pero sin llegar a más, entonces recoge su mochila y se encamina a la puerta, con el ceño fruncido y frustrado.

Por fin consigo hablar con Lorian, le comunico que voy a intentar ir el próximo viernes a París y le explico el motivo, responde encantado que cuando pueda se lo concrete para no hacer otros planes aparte de atenderme.

Otra llamada a Paris, a la casa de la abuela de Daniel y Eveline mis niños, su nuera ha hablado ya con ella desde Canadá y me esperan el sábado, les saludo y luego me pasan a su abuela que me invitan a comer con ellos.

La conversación con Nico se prolonga, contándome sus andanzas y su interés sobre temas de la nieve, remontes, tiempos de bajada y fiestas que están celebrando, seguirán allí durante algunos días y es posible que pasen la Navidad con los amigos. Le hablo de mi seguro viaje a París el viernes y el motivo.

*********

 

El día de hoy pasa sin pena ni gloria, trabajando todo el tiempo hasta que salgo del trabajo y llego a casa. Recojo mis cosas para ir a la piscina y cuando arranco el coche, se me acerca Rayhan, en la calle no se atreve a tocarme, solamente introduce su cabeza por la ventanilla para saludarme, hay una muda súplica en sus ojos pero no pide nada. Se va llenando la urbanización, los seis estudios de mi fachada están ya ocupados y las que no se alquilan a la misma velocidad son los pisos de los edificios altos.

A mí me viene de perlas, tenía el compromiso de la inmobiliaria para poder ocupar la plaza de aparcamiento hasta Diciembre y sin pagar, les solicité seguir utilizándola, por lo menos hasta que los residentes a los que están destinadas las ocupen, me han enviado el presupuesto, es algo caro pero también una gran ventaja, en los parkings próximos cobran también ochenta euros al mes. Me llamarán para firmar un nuevo contrato y así me he quedado tranquilo.

Me voy haciendo conocido en la piscina, sin entablar amistad pero saludándome con los habituales, algunos monitores que imparten clases a chicos jóvenes y que a veces se me quedan mirando, por mi estilo al nadar no por otro motivo, o eso es lo que creo por lo que me comentan a veces.

Nado hasta quedar exhausto, exigiéndome un esfuerzo y dejando aparte lo fácil. Lo que siempre me ha resultado más difícil ha sido nadar el estilo mariposa, pues ese es en el que centro mi esfuerzo y después, para descansar el crol, la braza o la espalda que para mí es como caminar.

Me encuentro con el grupo bullicioso de jóvenes en las duchas, juegan como siempre y se gastan bromas, veo por el rabillo del ojo como alguno se fija en mi cuando camino desnudo hacia las duchas, y como uno cuchichea en el oído del que tiene a su lado algo referido a mí, porque cuando le miro y dirijo una sonrisa el color cubre su cara y vuelve azorado la mirada.

Niñerías que hemos hecho todos. Viene a mi recuerdo la primera vez en que me fijé en Gonzalo y como no podía apartar mi vista de su verga que yo veía descomunal al lado de las demás, le había visto muchas veces desnudo pero aquella vez, quizá porque la tenía un poco más excitada que otras veces llamó poderosamente mi atención.

Lo peor de aquel momento fue que algunos se dieron cuenta de mi fijeza y uno comenzó a reírse de mí y decirme palabras subidas de tono pero en broma, como que si me gustaba la polla de Gonzalo, que él tampoco la tenía pequeña y la empuño apuntándola hacia mí en un gesto sobradamente obsceno, eran bromas pero yo me iba poniendo cada vez mas rojo y más nervioso.

La ayuda como siempre vino de parte Gonzalo, esté golpeó con su toalla en el culo del otro y el agredido comenzó a perseguirle tratando de devolverle el golpe. A partir de aquel incidente comencé a fijarme en los penes de mis compañeros y más en el de Gonzalo, no habíamos cumplido doce años y fue a partir de aquellos días cuando a mi adoración por él se unieron nuevos y extraños sentimientos que a aquella edad no me sabía explicar.

Volví a casa un poco cansado, Rayhan vino a despedirse, ese día se contuvo, ambos lo hicimos y no intento abrazarme y besarme para despedirse a pesar de que emanaba de él una energía extraña y un olor más intenso de su cuerpo joven en formación aún, que desee olerle de cerca, la testosterona le sobraba y se le escapaba por los poros de la piel impregnando el aire.

Me había llamado del grupo de españoles un tal Rafael al que recordaba haber visto sin más, también había en el grupo algunos franceses añadidos, eran estudiantes que aún no habían regresado a España, iban retrasados, o no pensaban volver a pasar las Navidades. Iban a salir y me pedía que fuera a pasar un rato, ellos no tenían prisa y quedé en que iría pero que me retiraría pronto. Cuando llegué solamente estaban dos chicos y una chica, El tal Rafael me pidió mi acostumbrado té. La chica y el otro chico parecía que tenían algo en común y hablaban entre ellos, fueron llegando, a cuenta gotas, tres más.

Fuimos a otro bar, yo ya estaba dispuesto a despedirme, Rafael, el chico que estaba al principio con los otros dos se me acercó en la barra donde había quedado un poco apartado al no tener a alguien más íntimo, no había hablado mucho con ellos, eran amigos de verlos con Natalia.

-¿Qué haces Daniel, no vuelves a casa?  -me quedo mirándole, es un chico con el que solo he cruzado saludos, no se cual puede haber sido el motivo, quizá falta de oportunidad,  siempre está rodeado de chicas y no me parece extraño, es un chaval muy atractivo y hablador y las tiene pendientes de su charla.

-¿Cómo el turrón por navidad?  -le hago una mueca con mis cejas, es un anuncio que en estas fechas siempre se ve en las televisiones españolas. Me mira sorprendido y suelta una carcajada, el resto nos mira pero cada uno vuelve a lo suyo.

-Joder y tienes humor, yo te creía muy serio.  –miro sus ojos muy claros, y le brillan alegres, yo quedé sin saber responder a su súbita respuesta, no quiere perder la conversación y continúa.

-Yo marcharé la semana que viene, tengo cosas pendientes aún, te lo digo porque veo que tú no me lo vas a preguntar.  -sigue la charla y no para de hablar, me entero de que vive en Sevilla, otras veces habla de Jerez y son tantos los datos que no me aclaro muy bien.

-Bueno, y al final,  ¿dónde vas a pasar las vacaciones, en Sevilla o en Jerez? Lo siento pero no me ha quedado claro.

-La culpa la tengo yo que hablo mucho y sin parar. Primero iré a Sevilla y creo, por que siempre ha sido así, que luego iremos a Jerez, a la casa de mis abuelos donde se reúne la familia. ¿Y tú, dónde vas a pasar las fiestas? Al final llegarás como el turrón pero no me has dicho a dónde vas a ir.

-A Bilbao, mis padres viven allí y lo pasaré con ellos y los amigos. -a mi padre no le veo desde Agosto, ya va para cuatro meses, me encuentro tan raro hablando con Rafael, nunca me ha prestado atención hasta ahora, o mostrado interés alguno por conversar conmigo, es tan extrovertido y ruidoso, continuamente me hace reír con sus ocurrencias, sus gracias y su acento de entrañable andaluz culto.

-Tengo familia en Bilbao, tíos y primos que viven allá, los veré en Jerez.  –seguimos hablando hasta descubrir que conozco a su familia de la que habla, a algunos de sus primos y primas que viven muy cerca de la casa de Al y de mi primo, varios de ellos estudiaron en el mismo colegio e Íñigo estuvo en la universidad conmigo aunque en distinta carrera.

Rafael, como el resto ha tomado ya varias cervezas y con confianza llega a sujetarme a veces del brazo para dar firmeza a lo que habla. Repentinamente me deja atónito por su interés un poco personal sobre mí.

-Ese chico con el que te he visto a veces, ¿quién es?, perdona que te pregunte, si no quieres contestarme no tienes por qué hacerlo.  -se que se refiere a Nico.

-¡Oh! No me importa decírtelo, es un amigo que estudia en París y a veces viene a verme.

-Parece ser algo más que un amigo y vuelvo a pedirte perdón, soy tan curioso y…, -se queda callado, cosa muy rara en él.

-¿Y…? –le interrogo para que continúe.

-Bueno, me interesa saberlo para pensar cómo tratarle, ¿es tu pareja?  -suelto una carcajada por la expresión que pone, como esperando que me ponga furioso y me enfade.

-¿Me estás preguntando si soy gay?  -sonrío divertido, es curioso verle atropellarse sin saber lo que decir, se ha quedado pensativo.

-Se que eres gay, y no me importa, no es por eso, tú contéstame, ¡por favor!  -vuelvo a reír, su cara es un poema de confusión.

-Alguien podría decir que sí, que es mi pareja, otros hablan de novio, yo prefiero decir que es mi amigo, alguien al que quiero.  –parece un poco desencantado.

-Vale, no importa, hazme una llamada para que tu móvil se me quede grabado en el mío, no te importará que te llame alguna vez. –intercambiamos los números de teléfono, yo le paso el de España e imagino que él utiliza el mismo para los dos países.

Seguimos a los demás para ir a otro local, ya es un poco tarde y me tengo que marchar, me despido de todos, a algunos no los volveré a ver hasta Enero, cuando llego a Rafael le tiendo la mano...

-Te voy a acompañar, para que no te rapten en el camino ahora de noche.  –se echa a reír y alguno le acompaña en la risa, a mi me ha puesto rojo.

El trayecto es corto, mi estudio aunque en zona tranquila está muy cerca del centro. Andamos en silencio un tramo, Rafael lleva las manos en el bolsillo de su abrigo y las saca de vez en cuando para recolocar el largo fular que lleva y tapar su garganta.

-¿Te parece mal que te acompañe?

-Para nada, además eres muy agradable, no te conocía así pero me extraña que quieras acompañarme, he podido ver que las chicas se vuelven locas contigo, alguna puede haberse molestado por que hayas querido acompañarme.

-Soy tu amigo y libre, nadie tiene que decirme lo que tengo o no que hacer, luego volveré a buscarles.  –habla un poco seco pero enseguida vuelve a ser él con su hablar chistoso y desenfadado.

Cuando llegamos ante el portón me detengo.

-Bien, aquí es, está es mi casa.  –mira el portón extrañado.

-¿Esta es tu casa? Qué raro.

-Esta es la entrada al patio, mi casa está dentro.  -abro la puerta pequeña de paso de personas y le enseño el patio.

-Mira, en ese edificio del frente y bajo tengo mi estudio que es muy pequeño.

-Es todo muy bonito, yo vivo en la parte vieja con otros dos compañeros, ya sabes, para estar cerca de la zona de fiesta.  –vuelve a reír de su ocurrencia, le extiendo la mano enguantada para despedirme.

-Bueno Rafael, tengo que despedirme, mañana trabajo.  –sujeta mi mano y tira de mí, me rodea con sus brazos y me besa en la mejilla, luego echa a correr por la calle, quedo sorprendido y quieto, tocándome la mejilla donde han estado sus labios. Se vuelve un poco más adelante, va riendo divertido y grita al aire.

-Me gustas Daniel, me gustas… -se vuelve otra vez y sigue a paso rápido, a veces saltando y riendo.

Llamo a Nico, aún no se ha ido a la cama, ha estado con sus amigos de tertulia, le noto que ha bebido demasiado. La llamada de Nico vino a excitar mi libido aún más con sus insinuaciones de corte sexual, expresando su necesidad de mi y otras lindeces que me calentaban más aún.

*********

 

Cuando recibo la llamada de Evans me pone contento, quiere que nos veamos a la tarde, no me voy a negar hoy no tengo compromiso alguno y necesito estar con él.

Mi jefe, en un momento que estamos solos en su despacho, vuelve a invitarme para pasar el sábado en su casa, le hablo de mi viaje a París, no podré ir ya hasta la vuelta de vacaciones, claro que se lo agradezco y mucho. Ahora que esta Elie y los demás en mi despacho, que se comunica con el suyo, ya no habla tanto conmigo y a veces me pide que cierre la puerta para hablarme.

Cuando voy camino de casa recibo una llamada, enseguida reconozco de quien se trata, es inconfundible su charla sin parar ni esperar respuestas. Se trata de Rafael, pregunta todo y de todo, cómo he pasado el día, quiere saber dónde estoy, lo que voy a hacer.

-Escuchaste lo que te dije ayer cuando me despedí…, pues lo repito, me gustas mucho.

-Rafael, a ver, tienes que recapacitar y olvidar lo que pasó, ¿me entiendes?, no sé lo que pretendes pero si es lo que imagino, entre tú yo no va a haber nada no lo puede haber y me arrepiento de haberte dado mi teléfono.

-No seas malo Daniel, me dijiste que ese chico es un amigo y soy muy terco cuando algo o alguien me interesa y tú estás entre mis intereses.

-Te corto Rafael, estoy conduciendo. –sin más corté la comunicación, volvió a insistir pero no respondí la llamada.

Dejé el coche mal aparcado por culpa del vehículo del que ocupa la plaza del invalido y entrego las llaves a Rayhan para que lo coloque bien cuando pueda, hablará con el propietario del vehículo para que le permita moverlo, lo dejo todo en sus manos y marcho para encontrarme con Evans, intento evitar entrar en el estudio con él y no poder resistir la tentación de abrazarle y entregarme totalmente a él.

Nos vemos en la Gran Plaza, al lado de la estatua del general Degaulle como habíamos quedado, hace frío y entramos en la terraza con calefacción del camarero conocido. Le hablo sobre mi viaje del viernes y que voy a estar con Alan y Lorian, por su cara se extiende cierta sombra de tristeza y noto como los nudillos de su mano se ponen blancos de lo que la aprieta agarrando el borde de la mesa.

Deriva la conversación y veo que no quiere hablar de ellos sin explicarme el motivo, me habla sobre su trabajo, además de ocuparse de la logística de la seguridad de los locales del grupo, debe continuar con su labor de búsqueda de chicos, es muy bueno en eso y Lucas confía en él y le cede el protagonismo en los tratos que hace con ellos.

Cuenta con la ayuda de Paul que se ocupa de su instrucción y lleva el mayor peso. No sé cómo llamar al trabajo de Paul, la verdad es que enseñar a los chicos como deben dar el máximo placer a sus clientes…, no puedo ponerlo nombre, Lucas tiene su confianza depositada en Evans para que haga lo que crea conveniente siempre que le reporte beneficios, a él y a sus socios.

No salgo de mi asombro y me mira divertido, él lo ve como su trabajo y yo lo miro y califico de muy raro sin sacar más conclusiones, para no meterme a valorarlo desde mí óptica que seguro no es la correcta.

Cogemos un taxi y le acompaño a visitar algunos locales que se dedican a ese negocio, habla con tipos de toda condición, desde camareros a prostitutos, tiene muchos contactos y voy dándome cuenta de su conocimiento de ese mundo subterráneo. Reparte dinero disimuladamente, como mero espectador veo que le respetan y aprecian. Alguno debe pensar de mí que puedo ser alguna de sus nuevas adquisiciones por la forma en que me miran.

Cuando llegamos a la disco, el portero le detiene para hablarle, hay un chico que ha preguntado por él y que le espera en la barra, cuando nos acercamos uno de las bármanes señala a Evans hacia un extremo, vemos a un joven apoyado en ella y con una bebida en sus manos.

-Creo que preguntabas por mí, soy Evans.  –el chico con timidez le tiende la mano, Evans no se la estrecha y la deja un momento en el aire.

-He escuchado que buscáis gente para trabajar. –el chaval no tendrá más de la veintena de años, se le nota un poco nervioso.

-¿Y tú sabes de qué va el trabajo?, ¿conoces lo que tendrás que hacer?

-Sí, sí, lo sé. –habla con timidez y su tono de voz me suena conocido, debe ser extranjero aunque habla muy bien el francés.

Poco a poco le va interrogando, su nombre es Telmo, pienso que es un nombre muy bonito, como él lo es también y de ademanes un poco femeninos, ha estado haciendo su trabajo en los peores lugares, en los parques y sitios de encuentro sin regular como la zona del río y los jardines anexos a la Ciudadela.

-No te han informado mal y puedes interesarnos, déjanos tu teléfono y te haremos una prueba la semana próxima, ¿te parece bien?  -el chico asiente y se queda en silencio y parado, Evans mete su mano en el bolsillo y aparta unos billetes que le pone en la mano.

-No quiero que vuelvas a trabajar en la calle, esto es para que pases estos días y no tienes que pagar lo que hayas consumido ahora, ¿me entiendes? No vuelvas a trabajar hasta que hablemos.

Nos despedimos de él y nos encaminamos a la salida, yo voy pensando, Evans me va a acompañar hasta la Gran Plaza y allí me dejará. Me sujeta del brazo, me lo aprieta y me agita.

-No te lo tomes así, si le cogemos en la organización vivirá como un príncipe comparando con su vida de ahora.  –me conoce ya muy bien y sabe mucho sobre mis sentimientos.

*********

 

Retrospectivo: Diez años antes.

Había comenzado un nuevo curso para todo el mundo, para mí casi una nueva vida. Gonzalo llevaba dos años en el nuevo colegio, lo conocía todo y además tenía un grupo de amigos que le adoraban, participaba en el equipo de fútbol con Raúl y Sergio y otras actividades deportivas yo iba de un descubrimiento a otro.

La primera gran diferencia que encontré fue en el programa de estudios, me di cuenta de que en las materias de letras les ganaba en todo y con una gran diferencia, pero…, ¡ay!..., en las ciencias iba muy atrasado, no solamente era yo el que tenía el problema, era común a todo los que llegábamos del Liceo Francés pero yo había elegido el bachiller de ciencias que era el que más me atraía. No entendía muchas cosas y me desesperaba, no dormía y soñaba con los problemas.

Mis padres intervinieron, pidieron consejo en el colegio y aparte de calmarles diciéndoles que era un problema que se iría resolviendo con el tiempo podían buscar ayuda externa, en alguien que hubiera pasado mi nivel.

La ayuda llegó de un primo que había vivido muchos momentos con mis padres cuando no me tenían a mí y que se había ido alejado al hacerse mayor, yo tenía 16 años y el 29, había terminado su carrera y licenciado en químicas, trabajaba ya y en verdad era uno de mis primos más guapos, no había la más mínima atracción sexual por mi parte a pesar de verle como un chico muy varonil y guapo como he dicho.

Nuestra relación, durante los dos o tres meses en los que me impartió clases, fue de primos y profesor-alumno, resultó extraordinario y por esas fechas, dijo que ya no tenía más que enseñarme y que ya era autosuficiente, comencé a sobresalir y pase a ser uno de los mejores, no el mejor, estaban Carlos y una chica que eran superiores, sin más, Carlos me ayudó mucho también y ahí comencé a sentir un aprecio muy especial hacia él, a pasar ratos en su compañía y la de Al, entre ellos había algo especial donde yo no entraba aunque no me sentía rechazado.

Lo que me partió el corazón fue notar los lazos especiales que se habían creado entre Gonzalo y Al, me fui dando cuenta de que había una atracción especial entre ellos, que a veces se manifestaba con más fuerza y otras veces como que se evaporaba. Esto me desconcertaba, porque sentía que podía tener alguna oportunidad pero luego, en otros momentos, la situación me obligaba a perder mis esperanzas. Era como una montaña rusa, de repente los veía muy próximos y otras veces lejanos, sin alcanzarse.

El colegio organizaba cursos de inglés para el verano, en un centro que tenían en un pueblo de Valencia, el profesor que nos impartía filosofía me brindó la oportunidad de poder acudir, pero no a recibir clases, a impartirlas a los pequeños, mi nivel de inglés era bastante bueno para atender a los peques en un nivel básico, además yo no sabía cómo se debían impartir las clases, me enseñarían, participaría de vivencias diferentes con otros chicos que harían de monitores, eso me emocionaba y quería ir, no pasar el verano solo como siempre en Canadá.

En un principio parecía que mis padres aceptaban la idea y yo soñaba, me veía como monitor con otros chicos, pasándolo bien en el verano y divirtiéndome, me imaginaba hasta veladas con fogatas en el campo y me atrevía a imaginarme siendo besando por alguno de los que serían mis compañeros, algún muchacho guapo. Quería olvidar a Gonzalo, sabía que a pesar de sus crisis con Al, yo no tenía nada que hacer y además no deseaba interponerme y dañar a ese amigo tan generoso y magnífico al que empezaba a conocer en detalle.

Al final tuve un consuelo agridulce, mis padres habían organizado con el tutor de Gonzalo, tío de Al, y sus abuelos el que los tres acudiéramos juntos a un curso en Canadá, ellos ya habían estado, igual que yo, pero nunca coincidimos.

Por un lado me ilusionaba estar con ellos y compartir las clases y el tiempo libre y por el otro podía ser terrible el verles juntos. No había opción y así estaba decidido, ellos estaría solamente un mes y yo todo el verano. Tuve que decirle al profesor que no podría ir y agradecerle el que se hubiera fijado en mí y me ofreciera esa oportunidad.

Y pasó la fiesta del colegio con todos los festejos que llevaba implícito, hubo exposición de productos que enviaban los colegios y la obra social de la orden en todas las partes del mundo, carrera por el monte y otros juegos en el enorme campus del colegio, a la tarde tuvimos una fiesta que organizaron los abuelos de Gonzalo en su residencia donde acudieron invitados seleccionados, mis padres estaban invitados así como yo.

El año transcurrió, mis notas fueron excelentes aunque bajé un poco mi nivel en ciencias y, resultaron malas a nivel de educación física. Me divertí en Canadá con ellos, fue una etapa donde parecían alejados y pudimos estar los tres con una estupenda camaradería, sobre todo con Al aumenté mi confianza ya que Gonzalo nos trataba por igual; aquel mes pasé mucho tiempo con Gonzalo, Al nos dejaba solos a veces, él es extrovertido y aunque no es un fanático del deporte se apuntaba a todo simplemente por estar con la gente. Volvieron a España cuando pasó el mes y yo continué hasta últimos de Agosto, ya había hecho amigos en la clase y me importó menos aunque he de reconocer que lloré cuando los despedí en el aeropuerto y los abrazaba queriendo que no partieran.

(9,83)