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27.2 Flores y dulces para conquistar

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He traído mi bolsa de deporte al trabajo, quiero pasar por la piscina antes de ir a casa, para que no me de pereza el prepararme y salir.

Aproximadamente a la misma hora que ayer Rafael me llama, ignoro la llamada y no la contesto, vuelve a insistir y sigo sin responder, creo que es lo mejor y que dejara de llamarme por cansancio al ver que no obtiene respuesta.

Al llegar al mostrador de recepción recibo la nota de lo que les debo pagar lo del día pasado, aceptan tarjetas de crédito y no tengo problemas, la chica que está en el mostrador se muestra locuaz y muy agradable intentando iniciar una conversación.

Con lo perspicaces que son las mujeres y aún no se ha dado cuenta de mi condición de gay, no sucede lo mismo con algunos hombres, uno de sus compañeros inclusive, me dirige miradas incitadoras, propuestas mudas que entiendo, a las que no respondo porque en principio no me gusta, es demasiado apetitoso y creído de su cuerpo.

De momento no me interesan, y sin molestar ni ofender, rechazo sus intentos de acercamiento.

Comienza a gustarme el ambiente, empezamos a conocernos y algunos de los chicos más jóvenes me gastan alguna broma sobre mi forma de nadar uno de los entrenadores se burla sin ser agresivo llamándome “sireno”, podía haber utilizado el nombre masculino de “tritón”, le miré y tenía  una sonreía de pícaro en una clara insinuación sexual.

No sé lo que sucede últimamente que todos buscan a alguien, o es imaginación mía, antes no sucedía o yo no lo notaba.

Por lo demás todo iba muy bien, me respetaban y nada pasaba de ahí. Me entretuve un poco más de la cuenta y llegue más tarde que de costumbre al estudio.

Era noche cerrada, vi la luz en la ventana donde Rayhan y su padre tienen su almacén, no le concedí importancia, no iba a estar esperándome en la calle toda la tarde.

Entré en casa, lo primero que vi fue  el florero con rosas nuevas, otra vez había vuelto a gastar su dinero en mí, saqué una de las rosas y la acerqué a mi rostro, era de una suavidad y levedad infinitas, aspiré con deleite y aunque olía muy poco la humedad de su roce me encantó al pasarla por mis labios.

Me encaminé hacía la puerta, quería darle las gracias cuando me fijo en un paquetito depositado en el mostrador de la cocina, me acerqué y quité el papel que lo envolvía, eran unos dulces, como de hojaldre y algo que relucía color tostado sobre ellos. Ya era demasiado y en ese momento sonó el timbre de la puerta.

Rayhan sonreía, enmarcado en la luz de la puerta contra las sombras del jardín y me quitó la mano del marco para entrar.

-¡Felicítame!  -abría sus brazos en una invitación clara para que me arrojara en ellos, en su lugar le miré serio.

-Ya vale Rayhan, no quiero que vuelvas a gastar tu dinero, hoy además de rosas has traído dulces, esto se tiene que acabar.

-Hay un motivo Daniel, abrázame, hoy cumplo dieciocho años, por eso he traído los dulces que por otro lado los ha hecho mi madre.  –me puse un poco rojo y no sabía qué hacer, él lo resolvió adelantándose y tomándome en sus brazos.

-No lo sabía, perdona, y no te he comprado un regalo.

-Si no lo sabías tampoco podías comprarme nada, no lo necesito, te tengo a ti.  –me apretaba en demasía y besaba mi cabello y mi frente, con insistencia, sin parar un momento, una de sus manos se posaba en mi trasero llevándome hacia él. Elevé mis manos para acariciar su cara y le besé, sí, le besé casi desesperado y luego me separé.

-¡Felicidades!, al fin eres mayor, un chico grande. –le dije en plan de broma. -Vamos a ver a que sabe ese dulce que has traído, ¿quieres un té para tomarlo con él?

-Vale, como tú quieras pero son para ti, yo ya los he comido.   –nos separamos y aunque a veces me aprisiona entre sus brazos puedo preparar las tazas y meterlas en el micro-ondas.

-¡Está riquísimo!  -tengo que mostrar mi placer al primer mordisco, la crujiente pasta sabe deliciosa y se deshace en la boca y quizá sea excesivamente dulce, voy sorbiendo mi té rojo, él también y me observa mientras como.

-¿Esto qué es? –señalo el dulce que ha quedado en mis dedos.

-Miel, miel de dátil…, ¿te gusta?  -en lugar de contestar me chupo los dedos limpiándolos de todo rastro de dulce.

-Es delicioso, de verdad que tu madre sabe preparar dulces originales.

-Esto es típico en su país, no ha inventado nada.  –pasa sus dedos índice y corazón recogiendo el dulce de otra pasta, lo mira, se le va escurriendo por sus dedos, los pone en mis labios y abro la boca para que los meta, juego con mi lengua en  la yema de sus dedos impregnados de dulce, cierro la boca abrazándolos con mis labios, se los limpio empapándolos en mi dulzona saliva, los mete y saca y los pasa dejando el dulzor de mi boca en los labios. Sin darnos cuenta, o sí, nos estamos provocando

No dejamos de mirarnos a los ojos, me pierdo en la negrura de la raya que tiene de sus párpados semi cerrados, ocultando el insondable misterio de sus pensamiento, y de repente se abalanza sobre mí, abre los ojos y me mira profundamente y une sus labios a los míos, los chupa y lame goloso, los exprime, su lengua entra profundamente en mi boca.

-¡Por favor, por favor Daniel!, quiero tenerte, déjame por favor, te necesito. –mientras habla sofocado hay cosas que ni le entiendo, parece como si hablara en árabe, besa toda mi cara, me revuelve el pelo y me da un beso cogiendo toda mi boca en sus gruesos labios que parece que me aspira y me van a arrancar la vida, su lengua busca el sabor de mi boca lamiendo mi lengua y le acompaño frotándolas con delicadeza pero con fuerza.

-Vale, vale, Rayhan, yo también te deseo, pero ve despacio.  –no puede ir despacio, al escuchar mi aceptación comienza a desnudarme apresurado, al salir de la piscina he guardado el pantalón del traje en la bolsa y la chaqueta la dejé en el coche, estoy en chándal, tira de la parte superior y la saca por mi cabeza, su boca se centra en besar, lamer y aspirar de mis tetillas, me arranca suspiros de gusto, llego con mi mano a su miembro, lo acaricio a través del pantalón, me continúa pareciendo inmenso, grandioso, quizá es por su excitación ya que respira agitado y con dificultad.

Echo la cabeza para atrás y cierro los ojos, su boca come  y muerde mi cuello.

-Quítate la ropa.  –le pido entre suspiros y jadeos, se pone en pie y en un visto y no visto se quita su ropa y está desnudo del todo, mis ojos no pueden apartarse de su pene, es inmenso y está húmedo y brillante lo que asoma del glande, tira de las perneras de mi chándal y lo retira arrastrando mi slip con él. Se abalanza sobre mí pegando su cuerpo al mío, abrazándome y besándome como un loco, abrasándome en el calor que emana, envolviéndome en los ricos olores de su cuerpo sudoroso, generoso y abundante.

-¿Por qué?, ¿por qué no puedo tenerte siempre así?  -parece desesperado, sujeto sus testículos que brincan en su apretada bolsa como si tuvieran vida, los acaricio pasando la punta de mis dedos por ellos.

-Quiero metértela, estar dentro de ti, hacerte mío.  -es tal su deseo que quiero que se calme un poco o no sé lo que va a suceder.

-Espera, espera un momento, me voy a limpiar y buscar una crema, cálmate un poco y disfrutarás más. –le dejo y voy al baño, me lavo bien, yo también estoy muy excitado y deseoso de ser suyo, tardo bastante en limpiarme, más de lo que hubiera deseado y me aplico ya una crema utilizando mis dedos y metiéndomelos profundamente.

Cuando vuelvo el ambiente sexual se ha enfriado bastante, esta tumbado en el sofá, sus manas debajo de su nuca y su verga descansa sobre su vientre, es un espectáculo electrizante y me quedo mudo observándolo, tengo crema en mis manos, abro mis piernas para tener acceso a mi ano, lo acaricio y me meto los dedos, dos, tres, juego con ellos y avanzo hacia él, hace intención de moverse.

-No Rayhan, quédate dónde estás,  me coloco a horcajadas sobre él y comienzo a besar su pecho, a lamer sus morenos pezones, sus axilas me vuelven loco, están pobladas de una espesa mata de pelo y meto en ella mi nariz, el olor de su sudor con el desodorante que utiliza me enerva y lamo su vello, subo hasta su boca y muerdo sus labios para meter mi lengua y disfrutar de sus labios internos tan suaves y rojos, quiere morder mi lengua y luego la suelta, ahora soy yo el que muerde su barbilla y voy bajando besando y lamiendo su cuerpo, suspira y a veces se mueve buscando más contacto con mi cuerpo.

Cuando llego al tallo de su verga me detengo y me aparto para admirar el magnífico monumento, está aún tendida sobre su vientre, me maravilla verla tan delicada, toda ella envuelta en su fina piel, paso mi lengua por su tallo hasta llegar al prepucio que cubre el glande en su totalidad, aún le sobra pellejo, sin tocarle la meto en mi boca, es delicioso su saber y su textura tan blanda y tibia, la aprieto con mi lengua contra el paladar y ha despertando de su sueño, aumenta en longitud y grosor, la saco de mi boca y cae lánguida sobre su piel, da pequeñitos saltos mientras va aumentando de tamaño llegando a su máxima longitud, la tomo en mi mano y voy desplazando su pellejo hasta que todo su prepucio se escurre hacia abajo dejando al aire su rojo y brillante glande.

El sabor es delicioso, me gusta, me encanta como penetra en mi boca y golpea en mi paladar, subo y bajo sobre ella con mis labios, sus testículos se mueven impulsándose hacia arriba cada vez que intenta meterla más en mi garganta.

Con suavidad la voy metiendo poco a poco, estoy adquiriendo práctica y llego a enterrar mi nariz en los vellos de la base de su verga, a veces al sacarla se me escapa de la boca con sonoros ruidos, como si abrieran una botella de champán, no puedo aguantar mucho tiempo y la tengo que sacar del fondo de mi garganta, jadea y grita a veces, sus manos acarician mi cabeza y mi espalda, me empuja para enterrarse más pero me deja llevar el ritmo y la intensidad de las metidas, noto como se hinchan sus testículos y se le pone rígida y tiesa cuando empieza a eyacular en un orgasmo que le hace temblar, llena mi boca de su leche y se me escurre por la barbilla hasta caer por el tallo. No la suelto y sigo apresándola con mis labios.

-¡Ay! Daniel qué maravilla.  –le tiemblan las piernas y quiere encogerlas, trago la leche que contiene mi boca y saco su polla, voy lamiéndola hasta dejarla limpia y brillante de la humedad de mi saliva y su semen.

Descansamos un momento, mi mano no abandona su verga que continua tiesa y no dejo de acariciarla, me subo encima de él su polla acaricia la raja de mi culo, llevo la mano hacia atrás y deseo enfilarla a la entrada y en ese momento él se levanta, me deposita en el sofá y sin hablar sujeta mis caderas para que adopte la postura que él desea, me causa dolor al elevar mi cuerpo sujetando mis caderas con tanta fuerza y bravura.

-Vale, vale, ya me coloco yo en la posición que quieres, déjame a mí.  –cojo un cojín del sofá y me arrodillo en la alfombra hundiendo mi mejilla derecha en la mullida tela, llevo mis manos a mi culo para separarlo tirando de mis nalgas y dejárselo expuesto para él, me sostengo únicamente con mis rodillas y mi cara, acaricio mi entrada y vuelvo a meter mis dedos, no quiero que me haga daño y en el estado que está puede causármelo.

Espero con mi culo expuesto a que me penetre, a que entre en mi interior, entregado a sus deseos, aparta mis manos y es él el que ahora me abre el culo como si fuera un melón, espero de un momento a otro que inicie la penetración y me preparo para soportar el tamaño de su polla. Y de repente me sorprendo, noto su aliento que barre mi raja y su boca que la besa, su lengua lamiendo mi ano, la impresión me hace temblar y suelto un pequeño grito.

-Sí, sí, así, que rico, sigue, sigue.  –no me lo esperaba de él.

-¿Te gusta lo que te hago?  -su voz suena aguada por la saliva que contiene su boca.

-No pares, lo estás haciendo delicioso.  –mis palabras parece que le animan y arrecia los ataques de su lengua queriendo entrar, penetrarme con ella y hace que me vuelva loco, su lengua es consistente y tiene mucha fuerza, poco a poco va entrando en mi, los ruidos que produce son excitantes, parece un gatito lamiendo su leche, deja de chupar al cabo de un rato de darme placer y mete un dedo poco a poco hasta el fondo, y mete un segundo pero de su otra mano, va tirando hacia los costados, pretende estirar mi ano, me va abriendo, sin dolor, lentamente hasta que tiene los índices y corazón en mi interior ahora hace más fuerza, un espasmo me sacude y tengo un orgasmo que me hace gritar, mete y saca tres de sus dedos, los rota, acaricia mi recto y el placer es indescriptible y temo que me voy a marear y perder el conocimiento.

Abre más mi piernas empujando con las suyas, sujeta su verga y la coloca en la entrada de mi culo y empuja, la cabeza entra y sin parar pero lentamente va tomándome, perforándome hasta no poder más, no se detiene hasta que sus huevos hacen tope, hasta que noto el mullido colchón de sus pelos en mi entrada, sujeto sus nalgas para que no se mueva y me permita acomodar su polla en mi recto, me muevo ligeramente hasta que desaparecen las molestias y aunque me siento lleno y estirado al máximo no tengo dolor.

Eleva sus rodillas del suelo y se coloca de pié flexionando sus rodillas y entra y sale muy profundo en mi, hay momentos en que el sofoco me ahoga, apoya sus manos en mi espalda hasta que noto mi pecho en la alfombra, toma posesión de mi cuerpo, me cabalga con pasión en una cópula animal pero perfecta, suda y me riega con su sudor; entra hasta el fondo y tengo dolor; sale un poco y el placer vuele y así hasta que sus entradas y salidas se vuelven rápidas y violentas y me hacen suspirar continuamente y lagrimear a veces.

Hay momentos que habla cosas que no entiendo, debe decirlas en árabe y por la entonación y como aprieta sus dientes entiendo que le excita lo que me dice, llevo una mano a mi culo y aprecio su enorme verga que entra y sale a velocidad de mi, luego la llevo a mi miembro, acaricio el frenillo con la mano empapada de mi pre semen y sin más estallo, me corro como creo que nunca me he corrido, con espasmos en mi espalda que arqueo a pesar del peso  que ejerce sobre ella y aprieto mi culo en calambres de placer cuando él comienza a vaciarse en mis profundidades, para un momento hasta vaciarse del todo y luego continua entrando y saliendo, no  puedo más y me desplomo sobre la alfombra, él me sigue en mi caída y queda encima de mi aplastándome con su peso, sin salirse, sudando y resoplando como un toro y continuando moviéndose.

Me ha girado sin salirse, le hago un hueco entre mis muslos, palpita su miembro y va entrando y saliendo muy despacio.

-¿No la vas a sacar?  -se queda quieto, acaricia mi vientre y mi pecho, luego mis labios.

-Eres delicioso, no quisiera sacarla y me gustaría estar toda la noche dentro de ti y hacerlo cada poco tiempo.  –llevo  mis manos a su rostro y estiro la piel de sus párpados, dejo una pequeñas rendijas achinándoselos, como los tenía antes de atacarme.

-Tienes unos ojos muy bonitos, inmensos de profundos, bellísimos…, -callo y acaricio su cara.

- Rayhan, sabes que esto no puede continuar mucho tiempo, no podemos estar repitiendo y repitiendo, debemos ponerle fin, tienes que ayudarme y tú debes buscar otro chico.

Su verga se va deslizando fuera de mí hasta que sale envuelta en un chorro de su leche, la cojo y se la acaricio envuelta en nuestros flujos.

-Eres estupendo y ya sabes lo que es hacer el amor entre hombres, follar entre machos, ahora hay que terminar, venga, vamos a ducharnos para que marches, tengo que comprarte un regalo…  -beso su boca y extraigo mis piernas de debajo de él, que comienzan a dormirse y casi no me sostienen.

-Mañana viernes tengo que ir a París, si necesitas el coche por cualquier causa puedes utilizarlo, ahora ya puedes hacerlo con todas las garantías y consecuencias según la ley.

Casi me caigo y él me sostiene entre sus fuertes brazos, cuando estamos debajo del chorro de la ducha, acaricio su cuerpo, sé que tengo que terminar, que esto debe finalizar por su bien más que por el mío, pero me gusta me encanta la fuerza salvaje y bruta que se desprende de él, aunque es una caricatura, una impresión visual, en realidad es tan dulce y simple en su sentir como un niño.

-¿Vas a verle a él? -reconozco un toque de celos en su pregunta.

-Él está en España, tengo más compromisos y amigos en París, además eso no debe importarte, bésame Rayhan y deja de preguntar. -atrapa con su boca mis labios y los chupa bebiendo de mi saliva y el agua que discurre por nuestros rostros. Quiero a este pequeño, chico grande, hecho hombre ya en su plena potencia y virilidad.

Cuando se va a marchar le ofrezco el resto de los dulces, se van a estropear en la nevera y no los quiere llevar, sería una ofensa para su madre, me pide que los deje allí y que él los comerá.

Cuando marcha y quedo solo mi cabeza da vueltas sin parar, estoy perdiendo el control de mi vida: Nico, Rayhan y ahora Rafael, ¡joder Rafael!, acaba de llegar a mi vida y no puedo dejar de pensar en él.

Es curioso el desarrollo de mi vida, jamás había estado tan complicada, nunca nadie me había interesado en exceso si descontamos a Gonzalo y ahora era una vorágine, ¿de qué?, ¿de amor?, ¿de sexo?, ¿quizá lo que no viví  en mi pubertad lo esté comenzando a vivir ahora?

Trabajo un poco y veo algunos análisis que no me han quedado claros en la oficina, para que mi cabeza descanse y pensar en otras cosas.

A la noche recibo la llamada de Nico, siento un poco de envidia y no sé el porqué, no puede ser porque él esté al aire todo el día esquiando, o pasándolo bien con sus amigos, llego a la conclusión de que el motivo es lo tranquilo que le veo o eso es lo que me hace ver.

*********

 

El padre de Rayhan sigue imponiéndome, cuando le veo al traspasar el portón me imagino lo que pasaría si se enterara de lo que hacemos su hijo y yo y me estremezco, es raro que no hayan apreciado algún cambio o visto que algo extraño le pasa a su hijo, mis padres se hubieran dado cuenta.

La temperatura ha mejorado y puede deberse al cielo cubierto que desde hace horas tenemos y nos cubre como un manto protector de nubes que rozan los montes.

Las grandes piedras del último tramo de mi camino se ciernen húmedas y cubiertas del oscuro musgo dando impresión de frío, ¡qué friolero soy!, tengo que ir en el coche envuelto en mi abrigo y mi fular.

En el trabajo se vive la cercanía de las fiestas, han colocado pequeños adornos en todos los departamentos, plantas rojas de pascua, colgantes plateados y de colorines, al verlos la nostalgia me invade. En el gran hall de la entrada han colocado un gran árbol navideño, lamento el daño causado, han matado un árbol cuando en la entrada tenemos tantos adornados.

Seguimos el ritual de siempre, a mi jefe se le ve contento y a media mañana se acerca el Director supremo, comienzan a hablar y cierro la puerta de comunicación, con mí, o nuestro despacho ahora que lo ocupa más gente.

Después de comer bajo al laboratorio para encargar unos ensayos diferentes a los que se hacen habitualmente de forma automática, estamos metidos de lleno en mi explicación y llega Elie, mi jefe me está buscando y quiere hablar conmigo, la dejo a ella encargada de darles los datos, sabe lo mismo que yo sobre el tema, o más, y subo al despacho.

Recojo todos mis apuntes, no he preparado para nada la reunión y temo que igual me pregunte sobre algo que no tenga estudiado, abro la puerta de comunicación con su despacho, André habla por teléfono pero me indica con la mano que pase, me siento y espero a que acabe.

Termina la llamada y me mira fijamente, me pongo un poco nervioso y despliego mis papeles sobre su mesa.

-¿Quieres alguna información en particular o te explico cómo van los temas?  -he comenzado a tratarle de tu como me ha pedido, hace un aspaviento con su mano, como si no le importara lo que tengo en mi carpeta.

-¿Estás contento aquí, trabajando en esta fábrica?  -le miro asombrado por su pregunta que no viene al caso y recuerdo que el director ha estado con él a la mañana.

-Sí, la verdad es que estoy muy a gusto aquí y me siento contento, no es lo que esperaba pero me gusta.  –enarca sus cejas.

-¿Y qué esperabas?  -ahora que me pregunta lo tengo que pensar para decirlo con las palabras apropiadas.

-Pues verás yo creía que iba a trabajar en algún proyecto concreto, algo de investigación, o no sé, más ligado a fabricación.

-¿Y qué es lo que estás haciendo?, eso mismo que tu pensabas pero varias temas.  –tiene razón pero yo no lo veo de esa forma tan simplista.

-Vamos a seguir, ¿si te lo pidieran estarías dispuesto a quedarte aquí?  -se ha puesto serio.

-No me importaría pero tú sabes que eso es imposible cuando estuvimos en York uno de mis compañeros preguntó sobre esa posibilidad y le dijeron que no se podía, que tenemos que cumplir el programa de los tres años.

-Bien, vale, ya es suficiente, deja el informe para el lunes, será lo primero que hagamos antes de comenzar las reuniones.

Le he dicho que no me importaría, pero no es cierto, la realidad es que a pesar de que me gusta y mucho mi trabajo, quiero realizar el ciclo y ver lo que sucede en las fábricas de otros países, ¿pero que le iba  a decir?

Rafael es ya una constante y menos mal que es solamente a una hora concreta en la que llama, como he salido unos minutos más tarde me llega la llamada conduciendo y conecto el móvil al sin manos del coche, dudo si dejar sin contestar la llamada como otras veces, decido responder, y así evitar que me llame estos días que estaré fuera.

-Dime Rafael, estoy saliendo de fábrica y no puedo atenderte.

-Es el mejor momento, tienes una hora para poder hablar durante tu trayecto, pero lo primero es saludarte, ¿qué te parece si empezamos de nuevo?: Di conmigo: ¡Hola Rafael, o Rafa si el nombre te parece muy largo!, o algo parecido y amable.  -su voz suena alegre y tranquila y río, primero suave y luego no puedo contener mi risa loca, acaba de darme una lección de educación.

-¡Perdona!, ¡perdona Rafa!, no tengo derecho a ser grosero.

-Te perdono, no sabes lo bonito que suena como pronuncias Rafa, como si me conocieras de toda la vida…  -ahora mi risa ya es violenta, ¡qué chico este!

-Te invito a lo que quieras esta tarde. Sé dónde vives y puedo pasar a recogerte, dime la hora.  –es un tormento, ¡qué desfachatez! Hemos empezado a hablarnos hace unas horas y ya quiere que salgamos como “amigos”, es que no puede ser, le hablo serio, pero río por dentro halagado.

-Dentro de unas horas cojo el tren para París y estaré todo el fin de semana allí, lo lamento Rafa, no puede ser  y te lo agradezco.  –su voz no tarda en hacerse presente sin dejarme terminar.

-Pues el lunes o el martes, el miércoles marcho para Sevilla, dime que podré verte un día de esos.  –guardo silencio meditando.

- Daniel, ¿estás ahí?  -su voz suena preocupada.

-Sí Rafa, estaba pensando, yo también marcho el domingo de esa semana y tengo muchas cosas que hacer, no sé si podré, no dispongo de mucho tiempo.

-Venga, no seas “tacaño”, yo te ayudo a lo que tengas que hacer.  –de repente una idea me ilumina la cabeza.

-¿Tú sabes nadar y tienes traje de baño?  -escucho el silencio y su respirar.

-Pues claro que se nadar, ¿quién no sabe?, y tengo traje de baño, ¿qué pasa?

-El martes, ese día voy a nadar y si quieres podemos pasar un rato nadando.

-¡Joder!, que sí, que encantado, me vas a dejar que te vea desnudo…  -no puedo evitar la carcajada por las cosas que dice y el tono de exaltado que emplea.

-No te hagas ilusiones, me verás en traje de baño como mucho.  –él nota que estoy alegre y contento, de alguna forma coqueteando y dejándome cortejar.

-¿Dónde y a qué hora? –se le oye como jadea, como si fuera un perro después de una carreta y es para de trincharse de risa, cuando me calmo podemos acordar cuando nos veremos.

-El martes a las 6:30 en la puerta de mi estudio, si te parece bien.

-Allí estaré, pero no por eso te vas a librar de mí, te llamaré todos los días, ¿o te habías creído que voy a dejarte?  -quedo en  silencio, estoy empezando a pensar que tenía razón cuando dijo que era muy terco cuando algo o alguien le interesaba.

-¿Daniel, me escuchas?  -me cuestiona con voz algo alterada.

-Sí, sigo aquí.

-Te invito a pasar unos días en Jerez, dime que si y dame una alegría, un regalo de Navidad.  –es tremendo persiguiendo lo que quiere.

-Rafa no puedo, no dispongo de tiempo y aunque lo tuviera hay gente a la que debo atender. -me empieza a cansar tanta insistencia.

-¡Qué lástima no ser uno de ellos! Quisiera estar entre los que distraen tu tiempo.

-¡Por favor Rafa!, te ruego que no me agobies, no me atosigues más de lo que estoy.  –mi voz ha dejado de lado la risa y me muestro serio.

-Vale, el martes, estaré esperándote en la puerta de tu casa.

-Estoy a punto de llegar, tengo que coger mi maleta y marchar a la estación, adiós Rafa.  –no espero su contestación y corto la comunicación.

Durante el viaje no dejo de pensar en Rayhan, en Rafael y sobre todo en Nico, en esta situación tan extraña y a la vez excitante, creo que me está gustando todo este despropósito.

Quiero a Nico, indiscutible que le quiero y estoy muy bien con él.

¿Rayhan?, le quiero de otra manera, disfruto un montón cuando me hace el amor, es increíble y siento un vicio por él que no puedo evitar.

Ahora Rafael, cuya compañía no me resulta desagradable y en el que pienso cada vez más a menudo.

Al final me siento un traidor con Nico, con lo que él me quiere, que es increíble, y yo le soy infiel sin sentir remordimientos y sin ponerle fin.

Debo sincerarme y pedirle que establezcamos una tregua, que nos otorguemos un tiempo para pensarlo, tengo que saber lo que quiero de verdad y saber si él será capaz de soportar y perdonar mis infidelidades.

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