Nuevos relatos publicados: 6

Por un cubata derramado en mi pantalón

  • 7
  • 10.132
  • 9,54 (13 Val.)
  • 0

Esa noche me disponía a salir por el Barrio del Carmen, uno de tantas zonas de copas de mi ciudad, Valencia. Iba con unos amigos, y la verdad es que estaba bastante aburrido y algo mosqueado, esa noche habíamos tenido algunos problemas dentro del grupo de amigos, y la verdad tenía más ganas de olvidarme e irme a casa, antes que de quedarme por allí de fiesta. Nos dirigíamos al local donde solemos ir habitualmente, bastante en silencio pese al ruido que había en la calle de gente armando bulla, coches de policía y taxis que pasaban y la música de los bares y pubs.

Cuando por fin llegamos al bar, entramos dentro, y la escena del grupo era bastante lamentable, cada uno a su ritmo, hablando en pequeños grupos y desentendiéndose de los demás, supongo que porque estarían poniéndose verdes los unos a los otros. La cuestión es que yo, como suele ser habitual cuando hay broncas, estaba solo, pensando en mis cosas con un cubata de tequila con lima en la mano… y ahí fue cuando empezó algo que yo desde luego no esperaba esa noche.

De repente noté como algo frío me corría por el pantalón, y una chica a mi lado ponía cara de susto. Miro la mancha y me miró a los ojos, empezando a pedirme perdón, que había volcado su cubata sin querer, que cuanto lo sentía. Yo le sonreí y le dije que no pasaba nada, si eso hubiese sido lo peor de esa noche, otro gallo hubiese cantado! El comentario le hizo gracia, así que nos dimos dos besos y nos presentamos, notándole un cierto acento andaluz en su voz. Pidió otro cubata para ella, y para mi sorpresa, uno para mí, por las molestias causadas como ella dijo, así que le di las gracias y lo acepté.

Empezamos a hablar y me dijo que se llamaba Laura, que efectivamente era andaluza, de un pueblo de Huelva, y que había venido a pasar unos días con unas amigas suyas de Valencia, que había conocido cuando era pequeña en un campamento de verano. Laura es delgada, morena, ojos marrones, y con un cuerpo más que agradable a la vista. Llevaba una camiseta blanca con un escote poco pronunciado, que dejaban entrever unas tetas grandes para su complexión delgada, y unos pantalones ajustados en un tono beige, ceñidos, que marcaban bien su culito, no demasiado grande, pero firme y fuerte.

Cuando ya llevábamos tres o cuatro cubatas, mis amigos decían que se iban para casa, y yo les dije que me quedaba un rato más, que estaba con una amiga que no veía hace mucho y que me apetecía hablar con ella. Ella al darse cuenta de la "mentira inocente", ya que como dije antes era la primera vez que nos veíamos, empezó a reírse, casi derramando su segundo cubata de la noche, y se me abrazó gritando a los cuatro vientos en un tono divertido que me había echado de menos todo ese tiempo en el que no nos habíamos visto, y que ya era hora de vernos, dándome un fuerte abrazo. Así nos quedamos unos pocos minutos, abrazados y riéndonos, hasta que nos separamos un poco, me miro a los ojos, y empezamos a besarnos. Fue un beso largo, intenso, apasionado, dejando que nuestras lenguas tomasen el control mientras nuestras manos acariciaban nuestros respectivos cuerpos, no dejando casi zonas sin explorar. Cuando terminamos, ella me lanzó una mirada pícara y en un rápido movimiento, vertió su cubata sobre mi paquete, ya bastante hinchado. Fingió cierta sorpresa, y cogiéndome de la mano me arrastró hacia los lavabos con la excusa que había que lavar esa mancha, antes de que se secase y dejase mal olor. Entramos en los lavabos de los chicos (como siempre bastante más vacíos que los de las mujeres), que cosa rara, estaban bastante limpios, y nos metimos en uno de las puertas que llevaban al WC. Allí fue cuando toda la pasión se desató.

Otra vez empezamos a besarnos con furia, mientras nos desnudábamos mutuamente. Le quité la camiseta blanca y empecé a lamer el canalillo, mientras ella me soltaba el cinturón y el botón del pantalón, deslizándose este hacia abajo, empezando ella a acariciar mi paquete, cada vez más hinchado. Le quité el sujetador mientras ella me quitaba la camisa, y comencé a devorarle unos pezones duros por la excitación de color rosado, mientras ella ya había sacado mi polla fuera del pantalón, y jugueteaba con ella. Así estuvimos un rato, hasta que con un suave empujón, hizo que me sentase en el WC, y descendió desde mi pecho hasta mi miembro, que en ese momento ya estaba durísimo, y empezó a lamerlo suavemente, con mucho cariño... Hasta que hizo algo que me pilló completamente por sorpresa. Se había traído el vaso del cubata, y dentro habían tres cubitos de hielo que entonces estaban empezando a fundirse, así que rápidamente se metió uno en la boca, y de golpe engullo mi pene, lo cual me hizo dar un pequeño saltito por la sorpresa del frío, pero a la vez un inmenso placer al sentir a su vez el calor de su boca. Esa estaba siendo la mejor "limpieza" que me habían hecho nunca, por lo cual yo estaba a punto de correrme, cuando ella pensó que era su turno. Admito que me quedé un poco sorprendido, pero no me enfadé, de hecho estaba esperando el momento de darle placer a ella también…

Me levanté del WC y mientras besaba sus pezones, ahora aún más duros que antes, le quité el pantalón, y un pequeño tanga de color morado que apenas tapaba una rajita no muy grande, cubierta por una fina mata de vello. Agarré un hielo del cubata, y empecé a desplazarlo desde su cuello, muy lentamente a sus pezones, y así despacio, hasta su coñito, lo cual le hizo dar un pequeño respingo de frío y de placer, y mientras yo con la lengua estimulaba el clítoris, introducía lentamente el hielo dentro de su ser, cosa que le gustaba ya que al poco tiempo empecé a notar como se escapaban sus primeros fluidos producto del placer…

En este momento ya no pudimos más, y apoyada en el WC, abrió todo lo que pudo sus piernas y, haciéndole "sufrir" un poco al rozar la punta de mi miembro por su clítoris, le metí el glande dos o tres veces, que provocaron en ella un pequeño y dulce gemido de placer, que se acentúo conforme iba entrando más a fondo en ella, hasta que toda mi polla estuvo dentro de su coñito. Me miró sonriendo, y empezamos de nuevo a besarnos, conforme yo iba acelerando, muy lentamente al principio, el ritmo de la penetración. Poco a poco fui acelerando, hasta que nuestros cuerpos vibraban de la excitación y del placer, y lanzábamos fuertes gemidos, disfrutando de nuestros cuerpos. Yo notaba que no me quedaba mucho, cuando noté que ella estaba llegando al orgasmo, y me pidió que le echará mi semen sobre las tetitas que tan a gusto había devorado poco antes. Así que sin mediar palabra, se escurrió entre mis piernas, y se introdujo mi pene entre sus pechos, moviéndolos de arriba abajo con fuerza, hasta que no pude más y terminé sobre ellos, quedándome totalmente exhausto del placer. Ella me agradeció que cumpliese su petición dándome un tierno besito en la puntita de mi aparato, y me miró sonriendo.

Una vez nos aseamos y nos vestimos salimos de allí, no sin antes reírnos de las caras de tres chavales jovencitos que nos miraron con cara de asombro, después de, sin duda, habernos oído en nuestra pasión desenfrenada en los baños del pub. Salimos a la calle, y allí estaban sus amigas, preocupadas porque hacía rato que no le veían, aunque al verme salir con ella, y con un aspecto un poco desordenado, entendieron el porqué de su desaparición repentina, y no pudieron evitar una carcajada, a la que Laura y yo nos unimos.

Así que así fue como conocí a Laura, y nuestro primer encuentro, que aunque ella volvió al poco tiempo a su tierra, no fue el último que tuvimos… y los que están por llegar.

Un saludo de Ángel Perverso.

(9,54)