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La lista Negra

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Max encendió su automóvil Audi modelo 2010 con gran furia, enseguida pisó el acelerador a fondo y la maquina respondió vorazmente; Era un devorador de asfalto por las calles del hospital, su mente estaba nublada, había considerado la opción de dirigirse hasta la salida de la ciudad para poder analizar aquel difícil acontecimiento que lo amargaba dolorosamente. Su vida había dado un vuelco en cuestión de segundos, había pasado de unos simples tosidos hasta una verdad cruda e innegable, de pronto su inseparable amigo reaccionó ante los claros desvaríos de Max.

-¿oye que te pasa?.. ¡has salido como de rayo¡- expresó Alfonso quien lo acompañaba en el asiento del ayudante. 

-nada Poncho, nada… solo que de pronto te das cuenta que en este maldito mundo no somos ni valemos nada..- explicaba sumamente conmovido Max.

-órale, eso sí que es profundo, pero no debería de sorprenderte, la verdad que el mundo te brinda enseñanzas que se deben de tomar con filosofía- Enseguida Max observó inquisitivamente a Alfonso, cuyas palabras no causaron el efecto reconfortante buscado. –¿parece que no te agradó lo que dije?- agregó el fiel amigo, -¿tú que crees?- respondió sarcásticamente el veloz piloto mientras se dirigía a una estación gasolinera.

-yo solo digo que existen otras soluciones, deberías de poner tu mente en otro lugar- insistía Alfonso quien parecía no entender lo que sucedía en la mente de su amigo. Max, por su parte, ya no se guardaba ningún comentario, solía ser un joven sumamente prudente, sin embargo sentía que no tenía “razón de ser” el continuar por ese sendero, fue por eso que le respondió tajantemente. – Poncho, no tienes ni la más remota idea de lo que estás diciendo ¿verdad?- el muchacho sentado al lado se encogió de hombros y titubeo en contestar, no obstante, en ese preciso momento se detuvieron para cargar combustible.

-buenas tardes joven, ¿Cuánto le ponemos a su carro?- expresó empáticamente el encargado de la estación. –póngale $500…. No, espere.. mejor llénelo, ¡qué importa ya¡- contestó Max con fastidió y frustración, en ese momento, Alfonso trató de suavizar las cosas con el empleado –así es mi amigo, el siempre carga con mucho dinero- no obstante, su broma y su sonrisa fueron enteramente ignoradas por el trabajador quien se dispuso a colocar la manguera en el tanque del Audi.

-¿te fijaste?... ¡hijo de puta¡.. ni siquiera se dignó en responderme- expresó irritado Alfonso al momento que Max contestó su visión de las cosas –la verdad tu chiste fue muy malito, por eso no lo culpo- Poncho suspiró y observó a Max con detenimiento, notó que su amigo se enfocaba perdidamente en el horizonte, añoraba encontrarse a unos metros de ese bello atardecer que parecía calmar todo dolor y toda pena, de pronto un pequeño tronido les aviso que la carga estaba completa. -¡Listo joven, son $800 pesos¡- el deprimido piloto saco un par de billetes de $500 –sin dejar de observar el horizonte- y se extralimitó a obsequiarle el cambio. –¡así déjalo¡-

Instantes después de la recarga de combustible, Max se dirigió a la tienda de conveniencia para realizar unas compras, de esta manera ambos ingresaron al lugar. El piloto se postró en las hieleras y tomó una caja de cervezas heladas, Alfonso le sonrió juguetonamente y lo siguió hasta la caja registradora para después preguntar -¿Cuánto cuestan los cigarros?- Enseguida la señorita en cargo respondió –son $130 pesos..- no obstante, su mirada estaba dirigida hacía Max, de esta forma, el conductor sacó otro billete de $500 para después tomar la caja de cerveza y una cajetilla de tabaco, segundos después se retiraron y dejaron el cambio de nueva cuenta, sin embargo, la chica los detuvo al momento de llegar a la puerta. –disculpe joven, no le cobré la cajetilla- fue entonces que Max replicó furioso -¡tómalo de la pinche feria¡.. ¿Acaso no te deje $370 pesos de más?- La señorita intimidada simplemente asentía con la cabeza mientras escondía poco a poco su rostro.

***

El velocímetro alcanzaba los 120 kilómetros por hora mientras Max anhelaba salir de la estresante vida citadina, había algo en el constante pasar de los kilómetros que lo colmaba de paz, la repetida aparición y desaparición de la raya blanca central en la carretera parecía borrar su intenso penar, el contemplar los llanos verdes en el campo lo vigorizaba enormemente, y eso era exactamente lo que necesitaba para sobrepasar ese obscuro momento de su vida, no obstante, la conversación con su compañero se tornaba agobiante

-no sé si sea porque soy un enano o porque soy moreno, pero ninguno de esos dos idiotas de la gasolinera me volteó a ver, ¿lo notaste?- expresó un tanto ofuscado Alfonso; Por su parte, Max simplemente hacía muecas y respondió con desgana. – ¡por favor Poncho, no juegues la carta del racismo, tu bien sabes que en este país no existe¡- no obstante, esta vez Max debió tocar un tema sumamente sensible para el buen Alfonso. -¿Qué tratas de decir?..¿Que vivimos en un país maravilloso donde todos somos iguales?, ¿Qué opinas de la manera en que constantemente se discrimina al indígena por ser obscuro de piel? O porque maneja dialectos diferentes, o porque no interactúa de acuerdo con los estándares establecidos en la sociedad…- en ese instante, el aburrimiento y molestia de Max era evidente por lo que cortó la tensa conversación rápidamente. – mira Poncho, piensa lo que quieras, lo que si te puedo decir es que “tus profundos problemas” basados en apariencia son insignificantes a comparación de los míos,  tienes que trabajar en tus complejos antes de juzgar a la gente, es entonces que me place comentarte que me importa un carajo tu opinión.- el fiel amigo enmudeció y lanzó su mirada por la ventana. Max entendió que había sido muy duro con la única persona a su lado en el peor momento de su vida y fue entonces que develó su secreto.

-tengo cáncer de pulmón, me quedan menos de 6 meses de vida..-

Alfonso retornó su incrédula mirada y simplemente se disculpó, en seguida Max expondría la razón de su frustración. –no solo me queda poco tiempo, sino que en este periodo no he logrado comprender como un joven de 28 años como yo -atleta y sano- ha caído bajo las garras de la enfermedad más mortífera de la última década.- Alfonso observaba con gran enfoque a su amigo quien poco a poco cristalizaba su frustración en pequeñas lágrimas y gradualmente aceleraba la velocidad <<130 km/hr>> -no entiendo como viejos decrépitos, fumadores y golpeadores de mujeres como mi tío Servando siguen en el mundo como si fueran indispensables, malditas escorias..- En ese instante, Alfonso cogió una cerveza y un cigarro mientras escuchaba atento a su compañero. – no me cabe en mi mente como la gente sin escrúpulos, tales como los funcionarios corruptos los cuales son culpables de asesinatos, desapariciones, y un sinfín de violaciones a los derechos humanos continúan aquí, “embelleciendo” <sarcasmo > el país con su nefasta presencia. Max se explayaba despotricando sus penares mientras Alfonso lo observaba atónito mientras bebía y fumaba <<140 km/hr>> -estoy de acuerdo contigo Max, pero tengo que decirte que vas muy rápido- comentaba un tanto nervioso el entrañable amigo, no obstante, el audaz piloto se encontraba encendido en el tema y pareció ignorar la sugerencia - ¿y qué me dices de los Narcotraficantes, son la maldita escoria “del mundo” no solo de nuestro país, sin embargo son idolatrados por una enorme masa de gente estúpida que no percibe que los están jodiendo, no entienden que su trabajo es envenenar gente y sembrar el terror en la sociedad, aun así los ven como unos pinches dioses..- <<145 km/hr>> Inesperadamente, el intrépido chofer tomó una cerveza y le pidió un cigarrillo a su asustado amigo. -¿estás seguro sobre el cigarro?- replicó Alfonso. –¡claro¡.. si me voy a morir por cáncer en el pulmón, cuando menos quiero tener motivos- Poncho sonrió tímidamente y le entrego el tabaco, segundos después le esclareció su punto de vista. –estoy de acuerdo contigo, pero… ¡vas muy rápido¡-

***

El Audi sobrepasó el último semáforo urbano para después adentrarse en la quietud de los hermosos llanos, iban rompiendo el aire por la carretera al momento que Max retocó el tema que más lo afligía, su ex novia Jaqueline. -¡te pasaste el semáforo en rojo, bájale a la velocidad Max¡- expuso notoriamente alarmado Alfonso al momento que la respuesta de su amigo fue incoherente en su totalidad. -¿no te he contado sobre la perra de Jaqueline verdad?, pues bien, ella fue la primer persona que supo de mi condición, se lo dije unas horas después que el doctor me revelara la verdad, ella se quedó callada por un instante y ..¿sabes lo que me dijo?- <<150 km/hr>> Max observó con ojos llorosos a su amigo Alfonso el cual le exigía responsabilidad –Max, no descuides el volante, voltea tu rostro al camino, te escucho, ¿Qué te dijo la perra de Jaqueline?- el entrañable amigo observaba a su alrededor con muchísimo nervio, fue entonces que Max le respondió. –me dijo lo siguiente, y cito: “no puedo continuar con esto Max, es demasiado para mí, lo siento”.. y se fue, no volví a saber de ella, no me contesto ninguna llamada, ni mensaje de texto, ni siquiera un puto e- mail, ¡me abandono en el momento que más la necesitaba¡- el desquiciado piloto se carcajeó como un psicópata al momento que soltaba el volante para darse de cachetadas ante la incrédula mirada de su acompañante. -¡Max, estás loco¡..¿te quieres matar? ¡Pues hazlo tú solo¡, en este momento tienes dos opciones; o bajas la velocidad y te detienes, o te estrellas en el siguiente puto árbol que nos encontremos..- estalló en pánico el aterrado compañero.

-tranquilo Poncho, solo quiero sacar mis penas del pecho, claro que no me quiero matar..- Max quitó el pie del acelerador y gradualmente la velocidad fue disminuyendo. Pero inesperadamente, el pie de Alfonso se interpuso en el acelerador y el insaciable carro recuperó la rapidez perdida -¿Qué haces?- exclamó sorprendido Max mientras reía. –solo te ayudo en tu propósito- contestó Alfonso mientras clavaba su mirada en el confundido piloto y de pronto, jaló el volante a la derecha.

***

Los curiosos llegaron al instante, se arremolinaron entre la densa humareda justo al lado del inmenso árbol conocido en la región como “el gran sabino”, algunos quisieron ayudar pero todo su esfuerzo fue en vano; El auto estaba totalmente comprimido, destruido desde la defensa frontal hasta la trasera, una autentica escena perturbadora, dentro de él yacía muerto un joven de entre 25 y 30 años, de tez blanca y de complexión delgada, se tuvo que requerir de refuerzos viales especializados para poder sacar el cuerpo sin sentido. La policía que investigó el caso tuvo conclusiones apresuradas, “fue suicidio” hablaron con dos testigos que vieron a la víctima horas antes de su muerte y ambos expresaron la misma inquietud, “de pronto reía y luego se entristecía, pero lo más extraño era que hablaba solo”. Dos días después de interrogar a los testigos, el departamento de policía obtuvo unas fotos captadas en video sobre el instante en que el vehículo Audi se pasaba un semáforo a las afueras de la ciudad, la imagen era clara; Max iba solo, no obstante, curiosos en el área comentaron a los detectives sobre la presencia de un hombre extraño que se encontraba entre la gente el día del accidente, vestía completamente de negro, parecía ser moreno y de estatura baja, sin embargo su rostro nunca fue totalmente identificado ya que usaba una capucha, lo más extraño era el enorme libro que portaba debajo de su brazo derecho, parecía un almanaque antiguo que mostraba varias hojas desgarradas, entre ellas se pudo distinguir una inmensa lista de nombres tachados con una notoria cruz, de los cuales el ultimo distinguía la palabra "Max". El hombre de negro caminó su salida del accidente y desapareció misteriosamente entre los llanos. 

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